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El amor de pareja es una emoción que tiene sus bases en el cerebro, específicamente en el
sistema límbico y la corteza. Herminia Pasantes Ordóñez, del IFC, quien ha obtenido, entre otras
distinciones, el Premio Nacional de Ciencias y Artes, detalló que el sistema neuronal que procesa
el enamoramiento está en el llama-do «circuito de recompensa», también conocido como «del
placer». «Posteriormente se transforma y seguramente se procesa en otros circuitos del cerebro».
Para la investigadora, «todo lo que somos está en el cerebro», don-de surge la inteligencia,
creatividad, autoestima y también la emo-ción.
Así, el amor se genera en su parte basal, lo cual se comparte con algunos animales. Subrayó que
estudios recientes de Fisher, Aron y Brown , investigan las bases neuronales de lo que se conoce
como «amor romántico», esa primera etapa, intensa, del amor. Sin embargo, en el mal de amor,
cuando ya no hay esa retroali-mentación, cuando esas células no son activadas, ya no existe la
sen-sación de euforia, sino de disforia, lo opuesto a la felicidad. Por su parte, Alfonso Escobar,
emérito del IIBm, expresó que en el amor participan estructuras del cerebro interconectadas
amplia-mente, junto con mecanismos de aprendizaje y memoria, impresio-nes visuales, olfativas,
gustativas y corporales, así como funciones cognoscitivas, tales como juicio, abstracción,
creatividad o lenguaje.
Descartó la existencia del «amor a primera vista» y definió el amor de pareja como un vínculo de
cariño con deseo sexual. Así, se requie-re que el cerebro esté atento, consciente y con actividad
normal. No hay duda, indicó, que el atractivo sexual generado por una figura femenina o
masculina, asociado a factores como edad, hormo-nas, feromonas y alomonas, entre otros,
influyen en los mecanismos de enamoramiento. Sin embargo, muchos matrimonios fracasan por-
que la relación sexual los atrajo, aunque no todo el contexto de pare-ja, lo que evita el desarrollo
de un afecto.
Así, este estado afectivo se origina por factores que van más allá del deseo sexual, como la
cultura, el arte de conversar o las maneras de manejar una situación diaria. Por ello, el llamado
«amor a primera vista» no existe, pues sólo se trata de una respuesta ante un atractivo físico. El
experto recordó la primera vez que se estableció que el cerebro, específicamente la corteza
cerebral que lo recubre, posee áreas que generan estados afectivos. En términos generales,
refirió, todas for-man parte del sistema límbico.
Cuando Alex nació, el lado izquierdo de su encéfalo, que normalmente controla el habla, estaba
sofocado por una maraña de vasos sanguí-neos anormales que lo dejaron mudo, semiciego,
semiparalizado y proclive a los ataques epilépticos. A medida que Alex crecía, los ataques eran
cada vez más frecuentes y severos. Al no poder controlar su epilepsia con medicamentos, los
doc-tores de Alex recomendaron una cirugía para extirpar todo el lado izquierdo de su encé-falo.
Estaban razonablemente seguros de que este procedimiento reduciría los ataques de Alex, pero
advirtieron a sus padres que no esperaran una notable mejoría.
A los ocho años, Alex había sobrepasado la edad en que un niño mudo puede aprender a hablar.
El encéfalo es el centro maestro de control de todo lo que decimos y hacemos. Podría pensarse
que la extirpación de la mitad del encéfalo de un niño lo dejaría gravemente discapacitado. Pero
Alex y otros han demostrado que sucede justo lo contrario.
Al igual que Alex, algunos muestran una notable mejoría en el lenguaje, la coordinación y otras
áreas. En primer lugar, el encéfalo humano es un órgano extremadamente complejo. Nuestro
encéfalo contiene miles de millones de células arregladas en innumerables trayectorias y redes,
con muchos sistemas de respaldo, un «equipo mental» mucho mayor del que necesitamos.
Además, los dos he-misferios del encéfalo son similares, aunque no idénticos, como la mano
derecha y la izquierda.
Este capítulo introduce la psicobiología, la rama de la psicología que estudia las bases biológicas
de la conducta y los procesos mentales. La psicobiología se traslapa con un campo
interdisciplinario de estudio mucho mayor denominado neurociencia, el cual se concentra
específicamente en el estudio del encéfalo y el sistema nervioso. Muchos psicobiólogos que
estudian la influencia del encéfalo sobre la conducta se de-nominan a sí mismos
neuropsicólogos.