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Escuela de Posgrado
Lima – Perú
Octubre de 2019
TABLA DE CONTENIDOS
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: Cultura escolar
1.1. Definiciones
1.2. Dimensiones
1.2.1.Cultura del poder (autoritarismo)
1.2.2.Cultura del cargo o del rol
1.2.3.Cultura de la eficiencia o de los logros
1.2.4.Cultura del apoyo
1.3. Tipos de cultura escolar
1.3.1.Tradicional
1.3.2.Centrada en el bienestar
1.3.3.De invernadero o protegida
1.3.4.Anómica
1.4. Niveles de la cultura escolar
1.4.1.Los artefactos
1.4.2.Los valores y creencias
1.4.3.Los supuestos básicos subyacentes
2. Competencias ciudadanas
2.1. Definición
2.2. Las competencias ciudadanas en los documentos normativos del sistema educativo
peruano
2.2.1.En la Ley General de Educación
2.2.2.En el Proyecto Educativo Nacional
2.2.3.En el Currículo Nacional de Educación Básica
2.2.3.1. En el Programa Curricular de Educación Secundaria
2.3. Competencias ciudadanas de tipo comunicativo
2.3.1.Escucha activa
2.3.2.Asertividad
2.3.3.Argumentación
2.4. Competencias ciudadanas de tipo emocional
2.4.1.Identificación de las propias emociones
2.4.2.Control de las propias emociones
2.4.3.Identificación de las emociones ajenas
2.4.4.Empatía
CAPÍTULO I: LA CULTURA ESCOLAR
1.1. Definiciones
El informe de Eurydice (2005) sobre la Educación para la Ciudadanía usa
como intercambiables los términos cultura escolar, clima del centro educativo o
filosofía de la escuela. Todos ellos hacen referencia a una suma de actitudes y normas,
creencias y prácticas ordinarias, métodos didácticos y medidas organizativas que
caracterizan una institución educativa. Todo esto condiciona la conducta de la
comunidad escolar sin que ninguno de sus miembros quede inocuo a sus influencias:
alumnos y profesores, personal no docente y familias.
Elías (2015), por su parte, afirmaba que la cultura escolar es aquel conjunto de
ritos múltiples y confusos que condicionan las relaciones interpersonales de los
miembros de la comunidad educativa. Pero no solo los ritos, sino también todo un
cúmulo de tradiciones, costumbres y reglas que con el paso del tiempo van
conformando un pesado, intocable e incuestionable código moral. Sin embargo, también
es posible hallar definiciones más escuetas, como aquella que resume la cultura escolar
como el código no formal que ha decretado con una voz poderosa pero casi invisible
cómo se deben hacer las cosas en una institución educativa (Elías, 2015).
En este mismo orden de cosas, es muy plausible la conceptualización ofrecida
por Deal y Peterson (2009). Para ambos, la cultura escolar es esa fuerza misteriosa,
dominante, poderosa y elusiva que se puede distinguir en el clima de una institución
escolar y que ayuda a comprender con más fineza las normas y costumbres, las leyes y
expectativas no escritas en un colegio. Esta especie de patrón lo permea absolutamente
todo: la forma en que actúan las personas, cómo se visten, de qué hablan o consideran
tabú, si buscan compañeros o se aíslan, y qué emociones experimentan los profesores
sobre su trabajo y sus estudiantes.
Ahora bien, este patrón que los mismos Deal y Peterson (2009) definen como
flujo subterráneo de sentimientos y costumbres, se abre paso con sutileza, pero con
pisadas muy fuertes y termina trazando el derrotero de personas, programas e ideas
hacia propósitos que con mucha regularidad no son pronunciados, pero sí escuchados
por todos los actores de la institución. Este fluido de idearios y supersticiones adquiere
carácter dogmático y termina por ofrecer verdaderos pero inconscientes sentidos a los
discursos, acciones e inhibiciones de alumnos y docentes, directivos y padres de familia.
Por último, esta investigación también hace suyas las apreciaciones de Uçar e
Ipek (2019) quienes son más proclives a usar el término cultura organizacional en las
escuelas. Dicha cultura contiene dentro de sí valores, símbolos, creencias y significados
compartidos por estudiantes y padres, maestros y demás miembros de la comunidad
educativa. Y es, precisamente, la cultura de la organización escolar la que promulga que
lo qué es valioso para el grupo y cómo sus integrantes deberían pensar, sentir y actuar.
En conclusión, este trabajo usará de forma indistinta los términos cultura
escolar, clima del centro educativo, filosofía de la escuela o cultura organizacional en
las escuelas para referirse a todo ese entramado de creencias, valores, costumbres y
rituales que discreta pero vigorosamente termina condicionando casi de manera
religiosa las cogniciones, emociones y conductas de todos los actores del escenario
educativo: profesores, estudiantes y sus familias, directivos y demás implicados en la
gestión de la escuela.
Ahora bien, las instituciones educativas que apuestan por una cultura del logro o de la
La cultura del apoyo o del soporte centra la alegría de sus miembros no en la tarea
realizada ni en el exacto cumplimiento del rol asignado, sino en las relaciones que hay
entre ellos, relaciones imbuidas de reciprocidad, pertenencia e interconexión. A nivel de
un centro educativo, una cultura escolar que privilegia la cultura del soporte confía en
que sus miembros darán lo mejor de sí porque se sienten unidos entre ellos e
identificados con el espíritu de la institución, y no tanto por los marcos normativos que
rigen sus tareas o por los logros obtenidos (Pheysey, 1993).
1.3. Tipos de cultura escolar
Para tipificar las culturas escolares en las instituciones educativas, Hargreaves (1995) ha
optado por evaluarlas sobre la base de dos categorías: el control social y la cohesión
social. La primera enfatiza en con demasía las tareas, las actividades y las funciones que
deben cumplir los miembros de la institución escolar. En cambio, la segunda apunta a
qué tanto se logra mantener relaciones positivas al interiorno de la comunidad
educativa. Así pues, sobre la base de estas dos categorías se describen sucintamente las
cuatro tipificaciones siguientes:
1.3.1. Tradicional
Su primera característica es la escasa cohesión social. Es decir, que entre los miembros
de la comunidad educativa existe poca capacidad para llegar al consensuar. Además, se
percibe poco sentido de pertenencia al proyecto educativo común. No obstante, este no
es el único rasgo. También la cultura escolar tradicional se distingue por su alto control
social, o sea, su tendencia a mantener el orden establecido. García-Zárate (2013) habla
de una sensación de custodia permanente en la que viven todos sus actores.
1.3.3. De invernadero
En la cultura escolar tipo invernadero los altos índices de cohesión social coinciden con
los elevados indicadores de control social. La sensación que experimentan los miembros
de la escuela es de control, presión y enclaustramiento. Las relaciones aparentan ser
fuertes. Sin embargo, carecen de libertad, espontaneidad y autenticidad. Estas se
mantienen gracias al control que ejerce la cultura escolar. (García-Zárate, 2013).
1.3.4. Anómica
Finalmente, la cultura escolar anómica —término propio de las Ciencias Sociales— es
definida por Hargreaves (1995) como aquella en la que tanto las señales de cohesión
como de control social son escasas. La institución, al no proveer a sus miembros de lo
necesario para alcanzar las metas del proyecto educativo, crea un ambiente de
desasosiego, inseguridad y riesgo. En otras palabras, se sabe que las normas no se
aplican cómo debe ser y cada miembro está como a la intemperie.
1.4.1. Artefactos
En el nivel más superficial, más periférico, más externo de la cultura escolar se hallan
los artefactos. Por artefactos se identifica a los elementos más tangibles y visibles de la
atmósfera de un centro educativo. Aquí pueden incluirse el mismo entorno físico, el
lenguaje, el uniforme de sus miembros, la tecnología imperante en la institución, el
estilo de gestión y de dirección, los mitos y las historias que son enarboladas como hitos
de la institución, los valores reconocidos públicamente, las conductas observables y
hasta las descripciones formales de la organización y sus procesos (organigrama, etc.)
sus ritos y ceremonias más significativas. Sin embargo, los diversos artefactos de la
cultura escolar están unidos por un común denominador: su simpleza no implica ningún
tipo de esfuerzo mayúsculo para observarlas, pues están a la vista de todos: propios y
extraños; no obstante, resultan muy intrincados ante cualquier intento de hermenéutica.
A este respecto, la sola interpretación de los valores o supuestos que están a la base de
los artefactos observados es una operación muy riesgosa: suele quedarse en meras
proyecciones. Una hermenéutica ortodoxa de la cultura escolar debería desembocar
incuestionablemente en el análisis de un nivel superior: los valores o creencias, o los
supuestos básicos (Schein, 2010).
Referencias bibliográficas
Ames, P. (1999). Las prácticas escolares y el ejercicio del poder en las escuelas
rurales andinas. Lima, Perú: Instituto de Estudios Peruanos.
León, E. (2015). Escuela sin ciudadanos. Sociedad sin democracia. Condiciones reales
de construcción de la ciudadanía en un colegio púbico del Perú. Lima, Perú:
Tarea.
Sabancı, A., Şahin, A., Sönmez, M.A. & Yılmaz, O. (2017). Views of School Managers
and Teachers about School Culture. E-International Journal of Educational
Research, 8(1), 28-45 doi: 10.19160/5000186332
Uçar, R., e Ipek, C. (2019). The Relationship between High School Teacher’s
Perceptions of Organizational Culture and Motivation. Journal of Education and
Training Studies, 7(7), 102-116.