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Leila Milà
Y una conoce por casualidad a Jasper, un lobo que acabará por salvarla
del ataque de un demonio. A partir de entonces, la vida de Yuna no
volverá a ser la misma. Todo su mundo se verá trastocado, hasta que
descubre que ella misma oculta un gran y oscuro secreto. Humanos contra
lobos, en una batalla con un sólo propósito: Yuna la elegida de la Diosa Luna.
Traicionada, sola, y perdida, Yuma sólo podrá confiar en sus instintos y en
Jasper para protegerla y curarla de sus propias heridas. Embárcate en esta
aventura. Una saga apasionante en dónde conocerás y vivirás las historias de
sus protagonistas al límite.
Yo soy el lobo.
¿No me ves?
Pero en medio de la noche sólo se oyó una voz, una voz dulce y suave
Eh lobito —me dijiste, era la voz mis hermosa que Jamás escuché.
Y el lobo se tornó hombre para amarte, pero el tiempo pasó y la dama murió...
Uno de los chicos la cogió del culo por sorpresa, y ella gritó derramando parte
de la bebida, echándose entonces a reír. Lo reprendió, pero acabó dándole un
beso, estaba claro que la mayoría ya iban más que contentos y el olor de las
feromonas que exudaban lo corroboraba. El ritmo de la música empezó a
acelerar, subiendo hasta el momento álgido. Todos empezaron a gritar y
saltar mientras seguían bailando.
La noche avanzaba y cada vez había más peleas y jaleo. Algo pasó y la gente
empezó a aglomerarse y correr hacia la salida; había un olor extraño y
asfixiante. Todo ocurrió demasiado rápido y apenas tuve tiempo de procesar
que estaba sucediendo. La oleada de gente, más bien muchedumbre, me
arrastró, el olor de los disfraces, el maquillaje, los perfumes y el sudor casi me
anestesiaron. Por suerte yo me había mantenido firme en lo de no
disfrazarme, aunque accedí a ponerme una especie de pantalón y un top de
cuero negro que llevaba una cola que se parecía a algo así como una falda
entre amazona y Princesa Xena.
—¿Estás bien?
Aquella voz me recorrió de los pies a la cabeza haciéndome vibrar; era cálida y
seductora, tenía un tono oscuro y sexy, muy masculino. Me giré de vuelta a
aquel cuerpo que despedía calor a raudales y me topé con un torso fuerte y
ancho... delicioso y musculado de forma natural. La camisa entreabierta
dejaba ver una piel tersa color canela de la que deseaba conocer su textura de
un modo alarmante. Quería recorrer cada uno de sus potentes músculos sin
que existiera el tiempo. Podría enredarme en aquellos brazos y quedaría
totalmente cubierta y a salvo. Tenía la espalda ancha y ¡Dios! era como me
gustaban.
Yo no era bajita precisamente, pero incluso llevando tacones tuve que levantar
la cabeza para verle la cara. Me quedé sin aliento cuando mis ojos alcanzaron
su rostro: sus facciones eran viriles, marcadas pero a la vez suaves. Tenía una
nariz perfecta y unos labios carnosos y aterciopelados que tenía torcidos en
una sonrisa traviesa y encantadora, de esas que te desarman, pero sus ojos...
eran salvajes, fieros. Tenían un brillo especial, casi animal, con un precioso
color dorado, profundos, misteriosos, la mirada de un depredador demasiado
tentador. Todo en él desprendía sensualidad, era algo descaradamente
irresistible. Jamás un hombre me había impactado tanto.
Me obligué a respirar y sentí como si ardiera por dentro; había algo raro,
potente. Me sentía inevitablemente atraída por él de un modo instintivo,
alarmante. Todo mi cuerpo le ansiaba y temblé cuando sus dedos me rozaron
el hombro; el vello se me erizó y mi garganta dejó escapar un gemido sordo.
Era deseo, fuego... éxtasis. No podía apartar mis ojos de los suyos, una
corriente eléctrica se desprendía de nosotros. Era algo extraño, mágico, era
incapaz de explicarlo o de controlarlo. Quería luchar contra ese sentimiento
tan extremo porque escapaba a mi control, llegando a asustarme. ¿Por qué le
ansiaba tanto? ¿Por qué le deseaba de aquel modo? Mi cuerpo me mandaba
una señal inequívoca de necesidad, estaba más que excitada y su mirada... en
ella también ardía el deseo, podía sentirlo.
—¡Yuna! ¡Dios, qué susto! Estabas aquí. — Apareció Daphne corriendo entre la
gente. Detrás de ella venía el resto del grupo.
No podía evitarlo, cada vez que me rozaba era como si me arrojasen a una
hoguera de sensaciones descontroladas. Era como si hubiera una fuerza que
me impelía hacia él.
—Yuna... apártate anda. —Uno de los chicos, Cool, me cogió del brazo,
apartándome de él—. Respira.
Una luz incidió en el chico más alejado y entonces fue cuando vi sus
colmillos... hombres lobo. Qué rápido se dieron cuenta ellos.
Ése era nuestro mundo; un mundo donde resultaba que la magia existía y
vivíamos entre vampiros, lobos, elfos, duendes... todo lo que podáis imaginar,
y nosotros, pobres y simples humanos, aún pugnábamos por tener el control
de esa sociedad donde por el momento éramos más numerosos. Había leyes
muy estrictas en lo que correspondía al mundo sobrenatural o mágico. Y aun
así, los licántropos estaban obteniendo puestos muy importantes en nuestra
sociedad. Eran numerosos y eso inquietaba a algunos sectores. Mucha gente
aún tenía prejuicios y no les gustaban... no dejaban de ser mitad animal,
instintivos, depredadores, peligrosos y fuertes... pero no era así. Lo que pasa
es que seguíamos sin conocer su mundo, y nosotros seguíamos siendo
humanos, indefensos. El caso es que todo lo distinto y sobrenatural hacía
recelar a muchos.
Ésa era mi nueva ciudad, una ciudad llena de diferentes especies que
convivían en un débil equilibrio. La capital de ese universo.
Por eso parecía tan tranquilo Jasper, con ese aspecto de controlarlo todo, de
superioridad. Porque él, era el lobo.
Total, así de simple y así de tonto fue como le conocí, el día en que mi vida
cambió y todo se complicó ¿o no? Ya nada sería igual a partir de ese
encuentro...
Asentimos y empezamos a andar, con lo que los chicos acabaron por reunirse
con nosotras y yo miré hacia atrás encontrándome con los ojos de Jasper.
El otro antro estaba también a petar, me mezclé entre la gente aún acalorada y
empecé a bailar para distraerme, aun así era imposible sacarse aquella imagen
de la cabeza, Jasper... era como si desde que mis ojos se había cruzado con él
hubiese quedado marcada. Vacié mi vaso y partí el hielo con los dientes
cogiendo uno de los trocitos con los dedos que pasé por mi nuca donde se
fundió demasiado deprisa. Deslicé los dedos aún mojados por la piel del
escote y cerré los ojos con un siseo al ver tras mis párpados la imagen sublime
de aquel Dios prohibido. ¡¿Dios, cómo podía afectarme así?! El deseo ardía
dentro de mí estallando en cada una de mis terminaciones nerviosas y desde
luego aquello no era nada normal en mí.
Uno de los chicos me cogió por la cintura desde detrás, le miré y con una
sonrisa me deshice de él elegantemente conteniendo un escalofrío. Debería
estar acostumbrada pero no soportaba que me tocasen así como a así. Cuando
quisimos darnos cuenta, Ginger ya había desaparecido por algún rincón con
un chico y parte del grupo se había dispersado. Sonreí para mis adentros
mirándoles pensando en la facilidad con la que se relacionaban. Eran muy
agradables y tuve mucha suerte al conocerles sino ese mes hubiera sido
horrible.
Sobre todo me alegraba de haber conocido a las chicas. Jugueteé con la punta
de uno de los mechones que llevaba sueltos a ambos lados de la cara y moví la
cola de caballo sólo para saber que seguía allí y me giré hacía una esquina. Una
Jasper estaba en medio de todos ellos, sentado con las piernas separadas
casualmente, con un brazo entre ellas y la cerveza medio sujeta hacía un lado,
era una pose tan sensual... su cuerpo se ladeaba hacia la izquierda, el cuello de
su camisa negra estaba subido. Su pelo oscuro como la noche peinado de
modo desenfadado parecía suave, brillante y justo cuando mis ojos lo
recorrían con avidez su labio se torció en esa sonrisa traviesa y picara. Tenía
aspecto de chico malo e irresistible, seguro... su aura brillaba con la luz de los
campeones y su mirada me atravesó desde el otro lado del local atrapándome
de nuevo en aquella espiral de fuego. Las caderas me temblaron
imperceptiblemente hasta los muslos y sentí ese cosquilleo impertinente ahí
abajo al tiempo que sentía como si hubiese algo que me impulsase hacia él. Me
sentí incomoda y húmeda ¿qué demonios me estaba pasando? ¿Tan
necesitada estaba?
Tampoco hacía tanto que no echaba un polvo... ¡mentira! Nadie había vuelto a
tocarme desde... ¿desde cuándo? Quizás había llegado el momento de
desahogarse un poco en solitario, divertirse... me estaba abrasando,
necesitaba aire. Aquello no era normal... joder...
Habían estado ahí, mirando desde el principio como me movía y hablaba con
la gente... estudiando mi comportamiento ¿por qué? Me mordí el labio inferior
distraída y cogí del brazo a Daphne que estaba con unos chicos y le dije que
salía fuera. Realmente necesitaba aire frío.
Salí y cuando miré al frente ahí estaban ¡Dios! Eran muy rápidos... ¿Tendría
alguna posibilidad con ellos? Era buena luchando pero... en fin, no tenían mala
intención, no lo parecía.
A mí no me importaba qué fueran o dejasen de ser, los veía como a otro ser
humano. Lo único es que no podía dejar de sentir aquella tremenda atracción
hacia Jasper. Su olor y su esencia estaban causando estragos en mi organismo.
Cuando llegué a los ojos de Jasper juro que fue como si un fuego imposible de
extinguir me abrasase, era puro líquido... apenas podía respirar.
Dijo otro saltando sobre uno de los muritos con agilidad. Apoyó una mano en
la farola y se impulsó de vuelta a la acera como un bailarín.
—Sería de agradecer.
—Oye... ¿no te ponen nerviosa con sus numeritos? —frunció el ceño un chico
rubito de ojos verdosos, monísimo y dulce.
Le sonreí.
Uno de los chicos del fondo apareció delante de mí de un único salto. Por una
fracción de segundo, éste, pareció quedar suspendido en el aire para luego
volver a quedar de pie en el suelo sin hacer el menor ruido. Era enorme,
moreno y sus ojos eran igual de negros que su pelo corto. Era todo músculo y
fibra, imponente. Su rostro quedó a mi altura a pesar de tener las rodillas
flexionadas y gruñó de un modo fiero y animal, mostrándome unos colmillos
perfectos, blancos y afilados. Bufé aburrida, y sin inmutarme sosteniendo su
oscura mirada. Quizás si hubiera sabido que realmente quería atacarme me
hubiera asustado, pero no iba a hacerlo.
—Vale, entonces sé un buen lobito y deja espacio, por favor —dije con un deje
de sarcasmo.
—Bien... ¿Tengo algo raro o qué? No veo que puede ser tan interesante ni
curioso —miré alrededor y esperé a ver si se decidían a decir algo.
—No ¿por qué? ¿Tendría que hacerlo? —me encogí de hombros, el chico
sonrió—. Que más da, estamos todos aquí, sentimos, sufrimos...todas esas
cosas —bromeé pero lo decía en serio. Miré al rubito y desvié la vista hacía
Jasper.
—Bueno pues... ya veo que sois poco habladores —enarqué la ceja y sonreí.
Que desentrenada estaba... con lo bien que se me daba relacionarme con los
demás... aunque en el fondo nadie me conocía, me aislaba, era una solitaria.
—Eso es que nos has dejado un poco desconcertados —se sentó a mi lado el
moreno.
—Poco original ¿no? Pero es que es verdad —saltó a mi otro lado el rubito.
—Esto... ya nos veremos por ahí —me giré para irme a casa.
—Sí.
—¿Sola?
Me detuve antes de cruzar la calle al oír chirriar las ruedas de un coche. Estaba
claro que la peña empezaba a ir muy pasada, el vehículo pasó peligrosamente
cerca de la acera y a punto de colisionar con los cubos.
Me quede sin aire, era él, su voz... su olor, su tacto suave, firme y ardiente.
—Sí —rió.
—¿Qué estamos haciendo? Parecemos dos niños... no sé, llevo toda la noche
pensando en ti, en que me gustaría conocerte, pero no sé... en fin. Soy Yuna.
Él sonrió y clavó sus preciosos ojos dorados en los míos, sus pestañas eran
largas y negras, dándole a su mirada una profundidad todavía más
intimidante.
—Jasper.
—Daf, cielo santo, como vas. Anda vamos, te llevo a casa —suspire.
—¡No! ¡Quiero bailar! Me lo estoy pasando muy bien... pero esos muermos van
a chapar dentro de una hora.
—Venga, nos vamos —la miré y levanté la mirada hacia el resto con un suspiro
—Hay cielos...Parezco vuestra madre ¡Andando chicos! —les dije con un tono
que no admitía réplica. —Pues nada, en fin. Que encantada de conocerte, me
los llevo a casa antes de que sea peor —me dirigí a Jasper.
El tipo soltó una risita divertida, estaba claro que no tenía ninguna buena
intención, alargó una mano, sus dedos parecían garras y me eché hacia atrás
imperceptiblemente alejándome de esa extremidad.
—Ésta caza será muy provechosa —espetó con una voz seca y cavernosa.
todos los huesos pero no me amedrenté. Esquivé otro golpe y me dejé caer al
suelo dándole una patada, le di un puñetazo pero entre giro y giro cada vez
era más difícil esquivarle, era muy rápido y fuerte. Recibí un puñetazo en el
estomago y su palma impactó en mi rostro. Noté el sabor de la sangre en mi
garganta, gruñí con rabia pese al dolor. Cuando quise darme cuenta estaba
contra la pared y el tipo se me venía encima...
—Sí —murmuré.
—¡Voy a por hielo! —corrió Ginger, pero al poco, uno de los lobos le lanzaba
una bolsa a Jasper que me lo aplicó con cuidado.
—Sí, estoy un poco loca ¿recuerdas? —bromeé con una mueca de dolor.
—Puedo andar.
—Pero así iremos más rápido —me guiñó el ojo tras dedicarme esa sonrisa
que tanto me había cautivado y echó a correr.
—Oye que estoy bien, no es nada —le dije intentando removerme para que se
detuviera. Él sólo aminoró un poco y yo aparté el hielo casi derretido, ya no
sangraba. —De verdad, que no soy de cristal.
—Vaya, si que has deducido cosas de cuatro palabras ¿Qué demonios era eso?
—Justo eso.
—¿Qué? —le miré con la voz quebrada, mis pies tocaron de nuevo el suelo y
todo pareció moverse alrededor.
—¿Debería ofenderme?
—¡No! Para nada, yo no... es que... estoy tan acostumbrado a los seres
sobrenaturales que a veces me olvido que aún hay gente que no...
—Ya... claro. Pues... nada, creo que lo suyo es que me fuese a casa.
—Te asusto.
Me eché a reír sin poderlo evitar. Estaba nerviosa... ¿qué me hacía ese hombre?
—¡No! Me acabas de ver darme de hostias con un demonio y voy a tener miedo
de un lobo. ¡Por favor! —bufé.
—¿Entonces?
Su tacto era suave, cálido... y otra vez sentí esa especie de descarga eléctrica y
esa extraña sensación... era como si percibiese la magia. Fluía entre los dos,
había algo... y mis muslos volvieron a mandarme ese incomodo recordatorio
de necesidad con un cimbreo. Estaba a punto de ponerme a temblar, tenía las
piernas de gelatina y un fuego perpetuo entre ellas mezclándose con el dolor
insoportable del deseo reprimido retorciéndose en mis entrañas ¿sería capaz
de oler mi excitación? Pensar eso me incomodó aún más y me mordí nerviosa
el labio inferior, ruborizándome. Si no había quedado ya claro, ahora era
patente.
Un aroma relajante salía del interior de la casa así como un aire demasiado
cálido. Se oían risas y estaba iluminado de forma tenue, él me invitó a entrar,
bajé la vista al cruzar la puerta pero enseguida mi curiosidad fue más fuerte y
miré alrededor. La entradita tenía un pequeño mueblecito a un lado donde
dejar las llaves y un enorme cuadro minimalista sobre una pared oscura que
lo hacía resaltar. Unas cañas de bambú al otro extremo sujetas por unas
piedras blancas que formaban un pequeño jardín.
—¡Jasper!
Hubo una corrediza y una niña de unos seis años salió corriendo de una de las
salas y se echó a los brazos de Jasper que la cogió en el aire dando vueltas con
ella. Sólo alcancé a ver una mata de pelo castaño claro y rizado recogido en
dos coletas, una cara redonda de piel canela surcada de pecas sobre las
mejillas y la nariz con una sonrisa deslumbrante. Sus ojos tenían un brillo
especial, almendrado y algo anaranjado mientras reía aún en brazos de él.
De la sala opuesta salió un hombre alto, de espaldas anchas. Era fuerte, viril y
su voz tenía un timbre similar al de Jasper. Era evidente que éste era el padre
de Jasper por su innegable parecido, sus ojos eran color miel y su pelo menos
negro. Tras él salió una mujer de pelo dorado, largo y algo rizado. Tenía los
ojos almendrados de un tono bronce precioso y un rostro de una belleza y
serenidad increíbles.
Tragué sin saber qué hacer y entonces me asaltó un ataque de... ¿pánico?
No sé por qué me sorprendía que su familia estuviera allí. Era lo normal, así
que me reprendí a mi misma por las ideas febriles y truculentas que había
imaginado mi mente.
Era evidente que quería hacerme sentir en casa y romper ese primer impacto
violento. La pequeña exigió que la dejase en el suelo y me miró frunciendo los
labios con las manos en la cintura. Parecía enfadada más que sorprendida,
casi indignada.
—Yo soy Greizy —dijo tras estudiarme duramente, parecía una severa adulta
en miniatura.
—Encantada Greizy.
—De veras... debería irme, estoy bien. Gracias por todo —le miré poniendo una
de mis manos en el bolsillo de delante del pantalón, señalándome la cara con
la otra al tiempo que me apartaba un mechón de pelo negro.
—¿Qué pasó? Hueles raro, aunque tu hueles bien... humana —dijo entre
dientes Greizy como si le hubiese costado intentar ser agradable.
—Un demonio.
Todos fruncieron el ceño y luego me miraron con unos ojos como platos.
Tenía los nudillos aún rascados.
—Jasper... ven un momento por favor —le pidió muy serio su padre.
Todos ellos se habían dado cuenta desde que la vieron, pudieron sentir y ver
el intenso vínculo que nos unía. Ese tipo de enlaces eran muy escasos y menos
si su tono era el púrpura. Aquella era una marca de la Diosa y era... mía.
—Tiene algo... indescriptible, hay magia en ella. Es especial, tiene algo que no
se identificar aún.
—Ya lo he notado.
—¿Y dices que se enfrentó a un demonio? Debería haberse visto afectada por
su poder pero no se paralizó —frunció el ceño de nuevo mi padre —Es...
desconcertante. Además ¿cómo es posible que vuelva a haber demonios
campando a sus anchas? Esto no me gusta, está ocurriendo algo.
—Bueno hermanito... siempre has sido el elegido. Esto no pasa cada día. A
algunos jamás nos ocurrirá algo parecido ¿Qué harás?
—No lo sé.
Cerré los ojos tratando de controlar mis instintos e inspiré, el olor de Yuna
saturaba el aire dejándome como un adicto.
—Es muy hermosa, casi parece tocada por la Diosa. Tiene genio y también es
un poco cabezota, dura, inteligente, sensible e intuitiva... Tiene muchas
cualidades por lo que parece —le puso una mano en el hombro su padre,
apretándoselo.
—Eso está bien y tiene muy clara su ideología moral y sus prioridades. No se
deja influenciar y defiende con garras y dientes lo que quiere.
—Vaya, bueno ahora ya sabemos por qué estabas como estabas hoy. ¿Cómo
estás?
—Si...ya —sonrió con malicia—. Podrías derretir los polos tú solito —rió—
Pues no parece que te lo vaya a poner fácil. Tiene un autocontrol envidiable.
Nunca he visto a una mujer resistirse así y menos a ti y mucho menos estando
imprimada. No parece normal, los humanos son muy receptivos a los
impulsos —dijo entrecerrando los ojos mi hermano.
—Víctor, recuerda que eso sólo lo empeora —lo miró Heising—. No es...
agradable, puede haber consecuencias. En fin, vayamos fuera o empezará a
pensar que tramamos algo raro. Creizy estará nerviosa.
Asentimos y salimos aún dándole vueltas a todo aquello y en cómo iba a poder
contenerme cuando todo me instaba a lanzarme sobre ella como un animal en
celo.
Para ellas yo no debía estar allí y menos cerca de Jasper. Y lo peor era que no
sabía como podía saber yo aquello.
—Anda ven.
Me levanté poniéndome bien el pantalón más por nerviosismo que por otra
cosa y le seguí hacia la cocina.
Ahí todo parecía sacado de una revista de alto standing. Me indicó el taburete
frente a la encimera y me senté apoyando los antebrazos en el frío mármol, a
ver si eso me aliviaba un poco...
—No, tranquila —giró la cara con una sonrisa mientras seguía guisando.
Se sentó a mi lado una vez estuvo y empezó a comer. Si pensaba comerse todo
lo que había sacado y las tres hamburguesas completas era una ruina...
—Está... —Me miró comer con gula —poco hecha —terminó con una sonrisa.
—¡Mmm, qué buena! Me gusta la carne más bien cruda —sonreí—. Perdón... me
parece que he asaltado tu comida.
—No —sonreí y bajé la vista. —Oye... gracias por todo de verdad, pero debería
volver a casa, no quiero molestar—. Le miré desde detrás de las pestañas.
—Conocernos.
—Ya.
—Por cierto... no les hagas caso, a las chicas quiero decir, ignóralas —dijo
acabándose otro paquete de carne—. Yo lo hago.
—Estás perfecta.
—No hace mucho que vives aquí ¿verdad? —se giró cara a mi cruzándose de
brazos.
—Esto es muy surrealista, parece una peli... bueno, más bien no sé lo que
parece —sonreí y di una vuelta por la cocina girando sobre mí misma.
—Tenéis una casa preciosa —me giré cara a él con las manos cogidas tras la
espalda—. Tu familia es muy agradable.
—Yo... no tengo familia. Bueno, sólo tengo a James y sólo es una especie de
tutor que administra mi patrimonio hasta que cumpla los veinte. Siempre se
ha preocupado mucho por mí —sonreí al pensar en ello, lo apreciaba como si
en verdad fuese de mi propia sangre.
Jasper se quedó serio y dejó la taza sobre el mármol buscando otro tema para
romper ese momento incomodo.
—Visto así...
Jasper dejó sus manos en mi cintura y todo volvió a incendiarse aún con más
virulencia dentro de mí y el cuerpo de él se endureció aún más dejando
escapar un sonido ronco de su garganta.
Tenía sus labios tan cerca ahora que me había atraído hacia él que me quedé
sin resuello. Su aliento me invadía así como su calor, su aroma salvaje y
excitante me hizo hervir la sangre.
—En fin... ¿qué decíamos? —frunció las cejas tratando de cambiar de tema.
—Claro, claro —carraspeó desviando sus intensos ojos dorados hacia otro
lado.
—Me parece que ahora mismo no se nos dan muy bien las conversaciones —le
sonreí tratando de aligerar el momento.
—Bueno, para mí tampoco es muy normal —se apoyó en un lado del mármol
mirándome con una pose un tanto de chulo.
Nos miramos una vez en silencio y casi pude oír nuestro pulso latiendo al
unísono. Ambos estábamos evitando el tema principal ¿qué pasaba con
nosotros? Estaba claro que él sentía exactamente lo mismo, era una certeza
absoluta y se me revolvió el estomago por la inquietud que eso me hizo sentir.
—En fin... buenas noches, Jasper —salté del mármol y me fui andando hacia
fuera tratando de respirar.
Una vez allí ella nos señaló con la cabeza a Yuna que se revolvía
inquieta con el ceño fruncido, parecía tener una pesadilla.
—¿Qué pasa?
—La toqué sin querer y... será mejor que lo probéis, es mejor que explicarlo
—dijo y Heising extendió la mano sobre el hombro de Yuna.
Éste dio un paso atrás sobresaltado y sacudió la cabeza para volver a poner la
mano en el hombro de Yuna haciendo un gesto para tranquilizar a su mujer y
a mí que iba a gruñirle.
A través de su propia mente los demás pudimos ver lo que pasaba, primero
fue sólo un flash confuso hasta que la imagen se fue aclarando como si fuera
un proyector pasando una película.
Había una chiquilla, iba casi desnuda, sucia y con el pelo negro alborotado y
lleno de hojas, estaba herida, corría y corría hasta que la acorralaron un grupo
de hombres, ella gruñó e intentó cambiar pero un dardo ya se clavaba en su
piel. Lo siguiente que vimos fue una especie de jaula de cristal donde esos
humanos la sometieron a miles de pruebas. ¡Hasta intentaron buscar un
macho para saber más! La niña-lobo iba creciendo y poco a poco la ira y el
salvajismo fueron dejando paso a la apatía. Hasta que apreció un humano,
sentimos un fuerte vínculo, algo intenso... un amor sin fin... tras un instante
de oscuridad y de caos sólo quedó una confusa huida de la pareja. Luego sólo
era como si todos corriésemos agotados y temerosos jadeando a través de un
bosque nevado.
Eso era de un modo resumido lo que vimos. Yuna se aferró a la sábana tirando
de ellas, oímos un extraño aullido pero ya no pudimos ver más...
—Me dijo que no tiene familia salvo un tal James que hace como de albacea. Al
menos es lo que ella sabe.
—No lo sé. No parece, no entiendo nada — les miré volviendo a fijar la vista en
Yuna que seguía debatiéndose con su mente.
Nos quedamos sin aliento cuando empezó a hablar en sueños, era una lengua
antigua, sólo recogida en nuestras leyendas. Heising abrió con cuidado uno de
los párpados de ella. ¡Eran del color de la luna! Ahora no eran de aquel color
verde intenso sino gris plata.
Mi otro hermano, Connor, fue a abrir la boca pero calló al ver mi expresión.
Con una sola mirada tuve suficiente.
Una vez en mi alcoba, me di una buena ducha pero no surtió el mínimo efecto.
Me tumbe dolorido y acabé deslizando mi mano a lo largo de mi necesitado
miembro.
vez más y me levante. Me pasé los dedos por el pelo tratando de peinarlos un
poco y bajé a la cocina, de allí salía un olor delicioso.
—Hola ¿Qué tal has dormido? —me sonrió Elle indicándome que me sentase a
su lado.
—Bien, sólo espero haberte dejado dormir... me han chivado que soy un nervio
hasta dormida.
—Mmm no sé yo ¿eh?
Ella se rió y me senté aceptando una tostada que me tendía Kyla dándole un
mordisco.
—Te lo dije. Toma, te he guardado un poco —me pasó un plato Dennis, el otro
hermano de Jasper.
¡Dios... eran un montón! y los gemelos eran la bomba con ese cabello rubio
oscuro y esos ojazos castaños... debían causar verdaderos estragos entre las
chicas porqué eran el descaro y la alegría personificados. Parecían puro
nervio.
—¡Eh Daph!
—¿Dónde te has metido? ¿Estás bien? ¿Estás con él? Oye tienes que ponerme
al día...
—Daph córtate un poco —me ruboricé de pies a cabeza, sabía que podían
oírla.
—Claro, pero no es lo que... piensas —acabé por inercia con un suspiro ya que
había colgado dejándome con la palabra en la boca—. Genial —murmuré
enfurruñada y devolví el teléfono al bolsillo.
—No...
—Si ya... tengo que ir de compras —suspiró haciendo una mueca a la vez que
movía sus pies delante de sus ojos—. ¿Te apetecería ir conmigo?
—¿Por qué eres tan amable conmigo? El resto de chicas... parecen no tragarme.
Parpadeé confusa por toda esa jerga lobuna y preferí no preguntar sobre eso
para no arrepentirme, así que me encogí de hombros.
—Tranquila —me miró seria—. Aunque con Thya no te será tan sencillo, ni
con el resto. Quizás tengas que sacar las garras, te desafiaran, seguro. En fin...
—estrechó los ojos—. No me hagas mucho caso, estoy divagando un poco —se
levantó—. En serio Yuna, contigo me siento... bien —me cogió las manos tras
dudar un instante.
—Ups, tengo que irme, nos vemos y... gracias —le dije abriendo la puerta
bajando las escaleras al trote.
Jasper ya estaba abajo esperándome, jugando con las llaves del coche que
daban vueltas en sus largos y finos dedos. Sonreí y me despedí de la gente que
pude localizar y le seguí hacía el garaje. Mi boca se abrió de par en par al ver
tal gama de coches de lujo ahí reunidos.
Yo me acerqué al coche y extendí la mano, dudé un instante pero dejé que mis
yemas rozaran la carrocería y que recorrieran las líneas de todo el coche con
los ojos iluminados mientras me mordía el labio inferior. Metí una mano en el
bolsillo y me aparté dejando que me abriera la puerta y me senté dentro
mirando el interior, estaba sin aliento.
—Di.
—No, tú —desvió brevemente la vista hacia mí, sus reflejos eran envidiables.
Estaba completamente a salvo con él detrás del volante aunque fuese a todo
gas.
—No —sonreí —. Vaya par. Si nos vieran nos echarían a los leones.
—Sí —suspiré.
—Pues muchas gracias por todo señor caballero andante —intenté bromear
para superar esa ansia que me recorría, me sentía intranquila, nerviosa... no
quería alejarme, era como si me faltase algo, había un vacío.
—De nada hermosa dama, cuando quieras ahí estaré —dijo bromeando con un
tono forzado y teatrero.
Asintió y dio un acelerón a la vez que metía marcha, Daphne nos estaba
mirando por encima de sus gafas de sol desde la terraza de invierno del bar.
Me despedí y corrí hacia ella con el corazón a punto de salírseme de la boca.
—Vaya... además de guapo, súper atractivo, buenorro, etc. tiene gusto y pasta.
Muy bien Yuna ¡joder que envidia! Lobuno o no tiene un polvazo... ¿Qué tal es?
—sonrió perversa—. Dicen que son lo mejor en la cama.
—¡Anda ya! ¡Pero mira que eres tonta! ¡¿Estás loca, qué pasa contigo?! ¡No
puedo creer que hayas desaprovechado la ocasión! ¡Por Dios que habéis
pasado la noche juntos!
No entendía qué me pasaba, estaba ansiosa. Era una sensación muy rara, no
podía explicarlo, la cabeza me daba vueltas, tenía mucho calor... me sentía a
punto del colapso. No podía respirar...
—Ten... tengo que... irme... tengo... necesito... necesito a Jasper —me levanté
algo torpemente y cuando me giré para salir corriendo le vi al otro lado de la
calle cuando la gente la despejó.
Jasper cruzó la calle cuando dejaron de pasar coches y vino directo hacia mí
poniéndome una mano en la mejilla, que me cubrió casi toda la cara de mi
lado izquierdo, sus ojos parecían decirme... lo sé, es duro, puedo aliviarte,
déjame hacerlo, deja de sufrir. Le miré fijamente entreabriendo los labios.
—Nos vendrá bien tu ayuda, eres fuerte —sonrió mirándole de arriba abajo
relamiéndose descaradamente. —Soy Daphne.
—Luego hablamos —me dijo y se alejó tras despedirse. Su tono fue algo
preocupado.
¿Lo vería ella tan raro también? Notaría esa extraña química, esa necesidad
desconcertante.
Era algo subyugante, casi agobiaba y dolía de lo intenso que era el deseo, era
tan... aterrador, estaba muy descentrada ¿me había vuelto loca? No entendía...
Jasper dejó las cajas dentro de mi casita de piedra y madera en mitad del
bosque, le había sorprendido pero le gustó y sonreí al recordar la cara de
Daphne "Debes estar loca, no sé cómo puedes vivir aquí, yo me moriría de
miedo, aunque claro, si supiera defenderme como tú, quizás, es bonito pero..."
Ella era una urbanita yo todo lo contrario, no es que no me gustase la ciudad,
pero tanto cemento, acero y cristal... yo necesitaba sentir la tierra bajo mis
pies, la nieve, los arboles, la naturaleza, su calma, su libertad.
Jasper miró la casita del mismo modo que yo había inspeccionado su casa y
miró un par de cuadritos que tenía colgados.
—Lobos...
Él sonrió.
—Oh! Ahí mismo gracias —le indiqué apartando un libro—. Me parece que no
puedo ofrecerte mucho aún, la nevera está vacía...
—Uf, gracias por la ayuda —sonreí—. Bueno ¡Ya tengo casa! —reí dando un
saltito—. Perfecta, me encanta.
Él me miró sonriendo.
—Nos damos una ducha y vamos a comer, tengo hambre y seguro que tu
también.
Nunca había mantenido tanto contacto con nadie y menos sin apenas
conocerle, pero con él era tan natural... me encantaba sentir esa sacudida de
electricidad y como mi estomago cosquilleaba mientras mi corazón de
aceleraba ¡era increíble!
Una vez en el restaurante el maítre nos llevó en silencio hasta una mesa
reservada y se alejó tras intercambiar una mirada con Jasper. Deduje que ya lo
conocían bien.
—Pues ese es el tema, que no lo sé —dejé la copa sobre la mesa mirándole más
seria.
—¿Qué? ¡No!... yo... sólo quiero entenderlo, es que... tú... yo... ¡Dios! —me eché
hacia atrás apoyando bien la espalda en la silla.
¿Tan difícil era dejarse llevar por una vez en la vida? Era muy embarazoso
hablar de aquello en voz alta. Tanto quería levantar un abismo entre él y yo
como devorarlo. Deseaba alejarme tanto como pudiese a todo correr y
lanzarme a sus brazos, abandonarme por completo a aquella sensación que
me estaba devorando por dentro, consumiéndome como un fuego eterno. Era
tan contradictorio...
Ahora me tocó a mí poner los ojos en blanco escéptica, estaba claro que había
algo ahí y no sólo lo sentía yo vamos... sino es que yo estaba muy mal. Jasper
bajó la cabeza moviéndola de un lado al otro y medio rió nervioso, como si
también le costase ordenar sus ideas o encontrar las palabras.
Él sabía algo que yo desconocía, de eso no me cabía duda. Era algún rollo raro
de ellos.
—Yuna...
—No tendrías que estar aquí, no conmigo ¿por qué yo? Yo...yo no te convengo
Jasper —le dije mirándole de frente intentando que mi voz saliese
convincente, más bien que no temblase.
—Pues claro que decidimos nosotros, nadie domina nuestras vidas ni nuestras
acciones, Jasper. Somos dueños de nosotros mismos y somos nosotros los
que tomamos nuestras decisiones. No sé a ti, pero a mí no me gusta que me
digan por dónde debo ir o qué debo hacer. Yo controlo mi vida.
No ocurrió nada ese día ni los siguientes, nos veíamos casi cada día y el día
que no lo hacíamos era casi insoportable, un castigo. Era como si te
arrancasen una parte o murieses lentamente. Me faltaba el aire y me sentía
descentrada hasta que no escuchaba su voz. Pero eso no era lo peor, no. Lo
peor era que cada día se intensificaba más ese extraño fuego haciendo la
necesidad insoportable, casi hasta el punto de enloquecer.
Suspiré por enésima vez en esos cincos minutos y Vero me miró exasperada,
cogió el mando y paró la película apartando a un lado la mamita con la que se
tapaban. Yo seguía con la vista fija en la pantalla sin ver nada
mordisqueándome los dedos.
—Tía mientes fatal —se sentó a mis pies Ginger. Daphne me miraba en
silencio.
—¡No lo sé! —me levanté dando vueltas por el salón como un animal
enjaulado y separé el fino jersey de mi piel moviéndolo para airearme.
—Necesito un poco de aire, aquí dentro hace mucho calor—. Por supuesto
ellas no tenían calor... más bien frío.
—Creo que será mejor que me vaya —estaba diciendo yo cuando ellos estaban
entrando en el salón.
Lo hizo con toda intención. Nadie más que ellas lo sabían y fue como destapar
la caja de los truenos.
ignoró.
—Oye ¿pero a ti qué te pasa? ¿Qué problema tienes? No tengo que darte
explicaciones de lo que haga o deje de hacer, no te metas en mi vida, voy con
quien quiero.
—¡Pero es un lobo! Son peligrosos Yuna, aléjate... aléjate cuanto antes, aún
estás a tiempo.
—¿Pero qué pasa contigo? Tienes un problema muy grave Cool, intolerancia.
Ni siquiera sabes de lo que estas hablando.
—Sé lo que me digo Yuna, hazme caso por tu bien —dijo con el semblante
duro poniéndome las manos en los hombros.
—Suéltame —dije casi con un gruñido, el labio superior me tembló, casi quería
enseñarle los dientes.
Él apartó las manos pero me cogió del brazo cuando pasé a su lado para
largarme.
—Yuna... te lo pido por favor, no vayas... sé que te atrae, es normal pero no...
—¿Es una amenaza? —me solté con brusquedad y me encaré a él, estaba muy
cerca de su cuerpo, entrecerré los ojos airada—. Genial... —murmuré. —Lo
siento chicas, nos vemos —dije dirigiéndome hacía la puerta.
Robert.
—Escúchame un momento.
—Te apreciamos Yuna, por eso te avisamos, por favor... sólo considéralo,
déjanos explicarte, son peligrosos, ellos...
—Más que tú... —murmuró entre dientes Cool, casi con rabia ¿o era odio?
—Estupendo —farfullé cada vez más irritada—. Ya veo que no sois de los que
creen que son protectores de los humanos.
El resto del grupo tampoco entendía de qué iba aquello, estaban tan
desconcertados y sorprendidos como yo, los tres se acercaron a mí, y yo me
crucé de brazos a la defensiva, no quería escuchar y no iba a hacerlo. ¿Por qué
se metían en mi vida? Me daba mucha rabia, ¿cómo podían hablar así de ellos
sin conocerles? ¿Por qué se creían con ese derecho de hacerlo? No podía
aceptar aquella animadversión, no podía oír ni soportar que dijesen algo malo
de Jasper. Vaya amigos... en vez de apoyarme o alegrarse por mí, si es que
había encontrado a alguien, que tampoco lo tenía muy claro, ¡no! Me
montaban ese numerito.
Ni siquiera sabía lo que éramos Jasper y yo, ¿amigos, pareja? ¿Iba a tolerar
eso? Era libre de ir con quién me diera la gana, como si quería servir de
aperitivo a un vampiro. Cool empezó a hablar pero yo ya no le escuchaba.
Salí cabreada del piso de Daphne aún más confusa que antes. Ella me llamó
varias veces al móvil pero no lo cogí, sólo anduve por la calle vagando sin
rumbo, era un día gélido sin duda pero yo no tenía frío. La gente me miraba al
pasar, quizás porque sólo llevaba un jersey fino y una faldita que tapaba poco.
De una calle giraron un grupo de chicas, iban riendo y una de ellas miró en mi
dirección y se detuvo dejando de reír.
—Elle.
—Vamos a casa —me dijo cogiéndome del brazo y yo la seguí sin oponer
resistencia.
—Sí.
—¿Comes bien Yuna? Tienes mal aspecto —me apartó el pelo con cariño.
—Ya...
Seguimos el resto del camino en silencio hasta llegar a la casa del clan. Saludó
con alegría al entrar y ya subíamos directamente a su habitación cuando Kyla
nos interceptó. Detrás de ella venían el resto.
Me quedé sin aire de golpe, la cabeza se me fue y sentí una especie de crujido
en mi interior, el corazón se me aceleró y luego apenas latió, me desplomé.
La imagen se hizo más nítida, lo primero que vio fue una hermosa chica, la
imagen se expandió y la pudo ver mejor, la joven estaba rodeada de niños
pequeños que correteaban, la sonrisa de ella fue desapareciendo, sintió
tristeza y muchas otras cosas, pero sobretodo, miedo cuando algo pareció
acecharla. Era algo oscuro y dañino, tanto que hasta ellas mismas sintieron
como su cuerpo se tensaba dispuesto a defenderse.
Elle exhaló y miró a su madre que asintió; la marcada para su hijo era muy
fértil pero a pesar de ello era totalmente reacia a procrear... una marcada con
ese temor era algo muy preocupante, pero no era sólo eso. Huía de sí misma,
de lo que era y de las relaciones... era un problema muy grande y grave porque
además parecía que algo le había hecho mucho daño. Yuna tenía una herida
muy profunda en su subconsciente que la hacía huir de cualquier contacto
que pudiera ponerla en peligro.
Elle por fin rompió el silencio pero mantuvo el bloqueo a los hombres.
—Sí —su rostro era una máscara de preocupación, su ceño fruncido acentuaba
la arruguita de su frente perlada de sudor —hijo... no la presiones, puede ser
un peligro incluso para ti.
—¿Por qué no le has dicho nada aún? ¿Pero es que aún no...? —dejó la
pregunta en el aire Kyla.
—Oh Jasper...
—¡No! No lo sabes... no podéis seguir así, es... dañino y peligroso para ambos.
No está así porque sí ¿sabes? —me reprendió indicándole a Elle que la subiera
arriba.
—Lo intento de veras madre, pero no me deja llegar a ella, no deja de luchar
contra mí.
—Pues díselo.
—No lo hace porque está más asustada de lo que crees; su propia mente se
auto protege, se bloquea. Sólo en su subconsciente deja salir todo lo que la
supera —dijo Elle bajando las escaleras—. Aunque no lo parezca... Yuna tiene
miedo, se siente... perdida, está sola y no entiende que le pasa entre otras
cosas.
—De ti. No de lo que eres sino de lo que representas, a ver como lo digo
suavemente... Jasper...no huye de ti por lo que imaginas, huiría de cualquier
hombre que la hiciera sentir algo que pudiera ponerla en peligro, que pudiera
de alguna manera herirla... vas a tener que ser paciente.
—¿Cuál?
—Formar familia digamos que tampoco entraría en sus planes, cosa que está
en línea con el primer obstáculo. Le han hecho algo, no sé qué... pero nada
bueno para que se aparte así de los hombres.
Elle le dio una colleja y yo me dejé caer en el primer escalón llevándome las
manos a la boca.
Nadie dijo nada durante un rato, mi padre se acercó para ponerme una mano
en el hombro pero le detuve. Si lo pensaba fríamente si fuéramos como otros
clanes yo no podría estar ahí con ellos, yo era el sucesor. Tenía la marca y los
genes para derrocar al líder.
—Al menos no hago ojeras —pensé para mis adentros, acabando de colocar
algún mechón en su sitio.
—Bien —dije por inercia. Pero ella puso esa cara de ¡venga ya! y suspiré
resignada—. Como si me hubieran dado una paliza.
—¿Dónde te apetece ir luego? —me miró Elle acabando de engullir otro plato
de carne.
—He oído que han abierto un nuevo centro comercial... y... ahora soy yo la que
necesito algo de ropa — me encogí de hombros.
—Perfecto —se limpió los labios cambiando la pierna de lado haciendo lucir
sus magnificas botas.
Me terminé mi plato y pedimos el café, luego nos fuimos. El centro era enorme
y las dos nos miramos con una sonrisa cómplice, al final resultó que teníamos
gustos bastante compatibles.
—Yuna... ¿Qué problema tienes con mi hermano? Está claro que te atrae, y
mucho ¿Por qué te empeñas en fingir que no es así? —dijo desde el probador
de al lado.
—Sí claro y yo soy tonta... te queda mejor el otro, es más bonito y elegante.
—Tienes razón.
Yo volví a suspirar, esa chica era un peligro con las compras, debí darme
cuenta la primera vez, pero tenía buen gusto y sabía de moda, así que...
obedecí.
Elle, déjalo correr, no hay nada salí mirándome también. Ella aprobó la
elección y volvió a la carga.
No hasta que te sinceres, admítelo de una vez o tendré que pensar que te
gusta torturarte o que eres masoca o algo ¿te gusto más yo? —sonrió
ampliamente con un movimiento de pestañas.
Pues cualquiera lo diría... no he visto ninguna chica que siendo tan preciosa
como tú se vaya escondiendo de los hombres que pretenden sacar un
compromiso por tu parte.
—¿Por qué me dices eso? Eso no cambia nada y mira... quizás sería mejor que
alguna de esas se lanzara a sus brazos, así yo podría...
—No sé de dónde sacas eso —volví a entrar en el probador a la vez que ella
para cambiarnos—. Yo no le haré ningún daño.
Salimos otra vez mirando el resultado del nuevo modelito. La mirada de Elle
estaba apagada y el corazón se me encogió al verla así. Elle era demasiado vital
para reflejar una pena tan profunda...
—Si bueno...
—Sí, lo he hecho.
—¡Mentirosa!
—No lo hago...
—Lo vi, pero... —Me encogí de hombros y ella sonrió como si hubiese
triunfado.
No puede responder porque ya lo hizo mi cara por mí, cuando noté la sangre y
el calor agolparse en mis mejillas, refunfuñé y me metí de vuelta al probador
poniéndome mi ropa y seleccionando lo que me quedaba y lo que no. No, no
había ninguno como él, ya no existía nadie que no fuera Jasper. Sólo podía
imaginar sus manos en mi piel y las de nadie más.
La miré en silencio ¿qué podía saber ella? Es más... la pregunta era ¿quería yo
saberlo? Me acerqué a la caja y pagué mis compras, ella hizo lo mismo y
seguimos con el recorrido. Elle se paró frente a una tienda de lencería y me
agarró por la mano haciéndome entrar con ella. Se paseó por los estantes
—Perdone, vaya cobrándome esos conjuntos y métalos en una bolsita —le dijo
a la dependienta que obedientemente me los quitó de las manos y empezó a
cobrarlos, a quitarles la alarma y a plegarlos.
—No, yo no...
Cuando salimos de la tienda fuimos a tomar algo tras coger entradas para el
cine y dejamos las bolsas con cuidado en el suelo.
—¿Qué me estáis ocultando Elle? ¿Qué pasa? Porque aquí hay algo que no es
normal... esto... hay algo que va más allá de la razón, de la simple atracción,
soy humana pero no estúpida y la verdad no sé si quiero saberlo. ¡Todo me
lleva a él, maldita sea y yo no lo entiendo! no puedo controlarlo.
—¿Duele, eh? Estar lejos de él quiero decir... ¿crees que no noto lo excitada
que estás? Vamos Yuna, huelo tú humedad a kilómetros así que imagínate
como la siente él y como acaba. ¡Le explotaran las pelotas al final!
Yo me puse roja como un tomate y me quedé más rígida que una escoba al
tiempo que ella empezaba reír. Yo refunfuñé.
—¡Es que ya no gano para duchas frías! —la miré apurada tras echar una
ojeada alrededor. Pensé que se echaría a reír pero no lo hizo—. Es que... todo
esto... es demasiado extraño... es... es... ¡no lo sé!
—Ya... es un poco violento supongo, sentirte tan ansiosa, creo que también me
rebotaría e intentaría demostrar que soy capaz de llevar mis emociones por
donde quiero porque no controlas nada y parece todo como un especie de
imposición. Pero con eso sólo empeorarás las cosas.
La miré admirada tras parpadear por la primera impresión y asentí. Elle era
una belleza en todos los sentidos, sensible, elegante, inalcanzable... Pero
ahora además, sabía que Elle... sufría y realmente parecía que me entendía
demasiado bien.
—Yuna... tú no sabes las pocas mujeres lobo que somos desde hace un tiempo
y menos las que pueden procrear. Nuestra familia es especial, somos más
numerosas que en otros clanes y eso provoca ciertas...tensiones, ya
sabes...competencia incluso entre nosotras.
Ella sonrió
—Podemos hacerlo cuando queremos, la luna nos afecta un poco más que a
otros por los ciclos y su poder pero podemos controlarlo. Con el tiempo
hemos aprendido a ser... más civilizados. Yuna, no somos tan poco fiables
como creen algunos que dicen que somos Inestables, que nos dejamos
arrastrar por nuestras emociones y las bajas pasiones... Somos humanos,
también, tenemos conciencia, reglas, principios. Para nosotros la lealtad, el
honor y la familia lo son todo.
—¿Y la plata?
—La plata... puede llegar a envenenarnos en una cantidad suficiente. Los lobos
"puros" somos más resistentes que los licántropos.
—¡Vamos! Continúa, lo estás haciendo muy bien —me sonrió—. Por fuerza
tienes que tener muchas preguntas.
—Unas cuantas...
—Somos fieles, sí. No hagas caso de esas tonterías de que a los licántropos
machos les encanta seducir jovencitas que no pueden
—Tú lo has dicho. No todos la encontramos Yuna y creo que diciéndote esto
puedes entender lo que significa eso para nosotros… —Dijo con un hilillo de
voz entristecido, lleno de pena, sufría. —Yo por ejemplo… no sé si jamás
encontraré a mi mitad, si hay alguien para mí. Ni si tendré ocasión de dejar
parte de mí en este mundo. No es nuestra única razón de vivir pero… aunque
seamos felices, siempre es como si nos faltase una parte, que hubiera un vacío
aquí dentro —dijo señalándose el pecho.
Asentí observándola. Entendí lo que quería decir, conocía demasiado bien esa
pena, esa angustia sin saber por qué pero era así. La entendía porque yo
también la sentía... la sentía demasiado.
—¡Ay madre! ¿No creerá que yo...? —dejé la frase incompleta—. No —dije
mirándola fijamente, no se reía— ¡No! Oye... yo no... no puede ser —reí más
histérica que otra cosa—. ¿Es una broma, no? Estoy equivocada ¿a que sí? Elle
¡Di algo!
Íbamos a subir al coche cuando Elle gruño poniéndose alerta, saltó sobre el
capó tratando de detener a lo que fuese que me empujó contra el vehículo.
Noté mi frente golpear contra éste y me volví lo más rápido que pude para ver
como un ser parecido al del callejón se abalanzaba sobre mi. Rodé por el suelo
pero sus garras me abrieron la piel del hombro, grité y vi como Elle trataba de
deshacerse de los dos que la atacaban.
hundiéndome las garras afiladas como escalpelos y yo volví a chillar sin poder
evitarlo. Tiró de mí y me lanzó a manos del que se había ocultado justo
cuando Elle saltaba hundiendo sus colmillos en su hombro. El demonio dejó
escapar un chillido estridente y la loba escupió al suelo un buen trozo de
carne y sangre negra. La cosa se debatió furiosa pero Elle esquivaba con
facilidad sus ataques ciegos de ira hasta que ésta le giró el cuello. Sacó una
daga del interior de su bota y se apresuró a cortar la yugular. Una enorme
herida oscura se abrió en mitad de aquella piel veteada.
Le pisé el pie con el tacón con toda la rabia que pude y mordí aquel brazo que
me apretujaba arrastrando de mí. Cuando la presión aflojó me zafé y me volví
atacándole. El demonio trastabilló y corrí hacia Elle que tenía una brecha en la
frente y un arañazo profundo en el abdomen que se apretaba. La sangre
carmesí había empapado su inmaculado vestido blanco. Salté sobre éste
aferrándome con piernas y brazos y tiré atrás de su cuello justo para que Elle
hundiese el filo allí. Una vez lo hice me solté saltando a un lado, ejecuté una
pirueta y golpeé con la pierna al que quedaba. Intercambié una mirada con Elle
que asintió y ambas atacamos a la vez por flancos distintos. El primer golpe
falló y salí despedida quedando revolcada por la arena. Gemí y aún de
rodilladas jadeando vi como Elle recibía otro mandoble. Me levanté de nuevo y
empecé a lanzar un seguido de golpes, fintando, saltando y esquivando sus
golpes como podía. Elle se unió y me pasó por la espalda la daga sin que éste
lo viera. Ella se agachó con un gruñido y los ojos rojizos del demonio se
fijaron en ella. Hizo intención de esquivar su ataque y fue cuando girando
sobre mí misma le rebané el pescuezo.
—¿Qué haces? —ladeé la cabeza al ver como Elle metía medio cuerpo dentro
de su flamante Mercedes SLS AMG Roadster.
—Estoy bien
—Sí...
—Será mejor que nos vayamos, algo no va bien... —miró alrededor nerviosa,
sus ojos ámbar brillaban con un intenso dorado.
—¡Podrían haberos hecho daño Elle! Tres son más que suficientes ¡Joder! No
deberían andar libres, es...
—Iban tras ella Jas, esto no es normal, ¿qué diantres se nos escapa? Pasa algo
grave y no me gusta.... hay que averiguar qué ocurre y ya.
—Luego hablamos —le dijo volviéndose hacia mí que tragué - Parece que le
gustas a los problemas... ¿peleándote otra vez? —su voz trato de sonar ligera.
—¿Qué iba a hacer sino? —traté de bromear pese a que me moría de ganas de
lanzarme a sus brazos, de borrar ese enfado y esa angustia de su rostro ahora
severo y oscuro.
Jasper acortó la distancia y se tensó aún más al ver la sangre y los cortes, yo
desvié la mirada. La verdad es que aquello dolía horrores... Estaba cansada y la
cabeza empezaba a embotárseme.
—Lo averiguaremos. Sea lo que sea jamás volverán a ponerte un dedo encima
—sus ojos centellearon con la misma determinación feroz de su voz y me
estremecí cuando me envolvió entre sus brazos.
Abrí los ojos como naranjas pero a la que su lengua se abrió paso entre la mía
arrasándome de un modo devastador me convertí en gelatina. Los párpados
No sé qué pasó luego, pero recuerdo el calor del cuerpo de Jasper haciendo
avanzar el mío. Todos estaban en un tenso estado de nervios y lo que no
entendía era cómo yo podía ser capaz de captarlo tan bien. Dejé que me
curasen tratando de hacer caso omiso a las inquietantes miradas que se
dirigían unos a otros y me di un baño. Y por extraño que fuera en mitad de esa
locura, en vez de estar aterrada pensando en por qué unos demonios iban tras
de mí, sólo era capaz de revivir una y otra vez el beso de Jasper... Un beso que
me había hecho arder de pies a cabeza y me había desarmado
irremediablemente y que me llevaba de nuevo a desear salir huyendo aterrada.
Estaba medio adormilada en el agua cuando mi mente cedió por completo al
sueño.
La voz de Elle llamándome tras la puerta del baño me hizo gritar, perdí pie al
tratar de levantarme y casi me ahogo al despertarme sobresaltada por su
culpa. Tosí aún ardiendo por completo y sacudí la cabeza.
—Vamos a ir todos a cenar ¿te parece? —me sonrió con un quedo carraspeó.
—Gracias por protegerme Elle, de veras que no entiendo que pasó... debe ser
por lo del otro día —me encogí de hombros, era lo único que encajaba.
—Por cierto —se volvió hacia mí sonriendo con picardía—. Creo que ese beso
ha dicho mucho más de lo tu misma creías.
Enrojecí una vez más poniéndome tensa y Elle salió riendo para que me
cambiase.
Tal y como había dicho la loba, sus padres nos llevaron a todos a cenar fuera.
Al final lo estaba pasando bien y parecía que la tensión por fin había
desaparecido. Elle ya no tenía ni rastro de las heridas y las mías apenas se
notaban. De todos modos ni me acordaba de ellas teniéndole a él allí nublando
mi juicio. Era fácil dejar de pensar con Jasper cerca ya que era incapaz de
concentrarme en algo distinto que no fuera él.
Miré a mi hermana aún algo disgustado pero luego tuve que agradecerle de
corazón todo lo que estaba haciendo. Que hubiese aceptado tan bien a Yuna y
que la hubiera mantenido a salvo era un sueño. Mis hermanos también lo
habían hecho al igual que mis padres, aunque a Greizy le costaba un poco
más. De hecho, aún estaba enfadada pero lo peor vendría cuando Thya y
Terence regresaran... y no tardarían pues ya conocían la noticia.
Todos miraron hacía donde yo lo hacía, ahí estaban... el grupo de Binx, uno de
los clanes enemigos. Binx no me soportaba, no podía ni verme, ambos éramos
dominantes y él quería el control, el reinado... y éste lo tenía mi familia. No
podía oler a Yuna o la cosa sería aún peor. La veda estaría abierta y Yuna en
peligro... ¡¿Cómo habíamos podido ser tan irresponsables?! Sólo deseé que no
volviera hasta que se hubieran marchado.
—Vaya... ¿Qué tenemos aquí? Casi toda la familia al completo... Hola Elle —
sonrió sarcàstico, mirando con descaro a mi hermana.
—Mmm que olor tan... tentador. Excitante... es algo... extraño —entrecerró los
ojos.
Todos nos tensamos dispuestos a saltar con los labios medio retraídos. De
pronto, Binx abrió los ojos desmesuradamente mirándome, su mandíbula
tembló y apretó el puño... ya estaba, se había dado cuenta... ¡mierda!
—Pues yo no veo aún que líderes tu manada, he oído que Husang —su padre
Él reaccionó como esperé, gruñendo con los ojos brillantes por la rabia, si
fuera un lobo ahora tendría el pelo erizado y el morro retraído. Reí por lo bajo,
que fácil era hacerlo saltar. Miré de reojo a Elle que entendió y se levantó para
ir al baño, no podíamos permitir que viese a Yuna y menos ahora, pero fue
tarde...
—Vaya...
Yuna lo miró serena y tendió la mano educadamente como esperaba Binx, este
olió su piel.
—Es un placer conocerte... Yuna. ¿Te tratan bien? —enarcó una ceja mirando
la herida de su brazo sin perderme de vista.
Lo estaba haciendo con toda la intención para hacerme sentir mal y reafirmar
su posición ante los suyos al insinuar que nosotros no sabíamos proteger lo
nuestro. Creí que saltaría a su yugular y más cuando pronunció su nombre; de
hecho, me había levantado con un gruñido de advertencia pero eso sólo lo
divirtió más. Por suerte, Binx, estaba más concentrado en ella que en mí.
—Creo que será mejor que nos retiremos —dijo Binx soltando su mano — Al
menos por hoy —dijo mirando a todos los que integrábamos la mesa, estaba
en desventaja y todos muy alterados, por eso optó por esa maniobra.
Jasper dejó escapar los restos del gruñido que apenas contenía y suspiró
sentándose con los músculos agarrotados.
—No se va a quedar de brazos cruzados, irá a por ella, la desea. ¡¿Cómo hemos
sido tan confiados?! ¡Tendría que haberme dado cuenta antes! Apestaba a
ellos. ¡Maldita sea!
—No aún.
—Estaremos preparados.
—¡Ya está bien! ¿Qué demonios ha pasado aquí? ¿Qué pasa? No habléis como
si no estuviera.
—¡¿Qué?! ¿Qué no pasa nada? Primero nos atacan unos demonios en mi propia
casa, ahora esto... ¡¿y pretendes que me calme?! ¡¿Qué es lo que sucede?! Si
sabéis algo, será mejor que habléis —los miré uno por uno enfadada hasta
detenerme de nuevo en Víctor—. Víctor, por favor, no me dejes al margen de
esto. Si tengo algo que ver, si puedo ayudar, si he hecho algo mal...yo...
—No, todo está bien, son cosas de lobos —se metió Connor poniendo una
mano en el pecho de éste mirándole con dureza.
Esos debían ser un clan enemigo ¿pero qué pintaba yo? ¿Por qué iban a
quererme? Era una simple humana, ¿sería para fastidiarlos a ellos? Iba a
estallarme la cabeza.
—¿Señorita Yuna Les? —dijo una voz masculina tras abrirse la puerta de un
Audi.
—¿Quién lo pregunta?
—¿Es usted?
—Sí —dije y me giré abriendo la puerta, varios hombres entraron detrás de mí.
—Sólo hablar.
—Aléjese de los Lunitari señorita Les, váyase ahora que está a tiempo.
—No vamos a dejar que nos arrebaten otra ciudadana. Señorita, usted no es la
primera joven que desaparece por su causa —dijo otro de los tipos.
—Las seducen, las engañan y luego desaparecen para siempre, algunas han
aparecido muertas en extrañas circunstancias —añadió otro sentándose en mi
sofá tras haber inspeccionado ocularmente la estancia.
quería oír más. ¿Por qué todo el mundo se empeñaba en hablar mal de ellos?
En decirme que era peligroso, que me alejase. De pronto algo que dijeron me
hizo reaccionar.
—Un momento ¿quién se lo ha dicho? Todo eso son estupideces, son personas
decentes, no hacen nada malo —me levanté de golpe— ¿Por qué tanto interés
en alejarme? ¡No, no quiero! No me han hecho nada. ¡No son nada de lo que
dicen! No necesitan engañar ni manipular a nadie, no son perversos ni
malvados. ¡Los peores somos los humanos! ¡No ellos! ¡¿Quién hay detrás?!
¡Lárguense de mi casa! ¡dejen de contar patrañas sin fundamento!
Sus palabras me dolían como hierros al rojo vivo. Era algo visceral que salía de
lo más profundo de mí, dolido, furioso, ofendido...
—Calma.
—¡No!
—Cool ¡¿Cómo has podido?! —le miré horrorizada. Fue como si me hubieran
clavado un puñal en el corazón.
Le miré dolida, él no contestó, siguió parado frente a mí con las manos en los
bolsillos. ¿Cómo podía parecer Un frío y despiadado? ¿Cómo podía haber
tanto odio en él? ¡Dios! ¡¿Y por qué sentía yo eso?!
—Sé lo que le sucede señorita —habló por primera vez uno de los que hasta el
momento había permanecido en silencio.
—No es todo como le quieren hacer creer estos hombres Yuna —se levantó.
—Esto es de locos, salgan de mi casa por favor. Todo esto no tiene ningún
sentido —me llevé las manos a las sienes —Si no tienen ninguna orden ni nada
que los inculpe salgan. Ya han dicho lo que querían y yo soy libre de hacer lo
que me plazca con mi vida.
—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tardan tanto, Cool? —entró el padre de éste.
Le reconocí porque había salido hace poco en las noticias. Lo que no sabía
hasta entonces era que Cool fuese su hijo. El hombre se detuvo en seco al
verme y se puso nervioso.
El inspector que se había levantado enarcó una ceja, el resto dudaron, hasta
Cool pareció no entender qué pasaba.
—¡Soltadla!
Éste se acercó hasta mí, les indicó que extendieran mi brazo y éstos lo hicieron
mientras yo resoplaba como un toro. Se apartó la americana con un ademán
impetuoso y extrajo una jeringuilla del bolsillo interior. Tras eso me clavó la
aguja.
La voz de Jasper fue como ver el cielo. La reconocería hasta estando bajo
tierra. Su vista al entrar fue de ellos a mí para fijarla de nuevo en los hombres
que trataban de esposarme. Éstos dudaron y yo aproveché para escurrirme a
su lado. Estaba tenso y trataba de no cambiar para no lanzarse contra ellos...
—Me alegro de verte Jasper, hace mucho tiempo —lo saludó con afecto.
—Por supuesto —se volvió hacia ellos—. Señores —mostró su placa el tal
Brandon haciendo palidecer a los demás.
Así que él no estaba con ellos... cada vez entendía menos lo que ocurría, el
padre de Cool se puso rígido como una escoba.
—Apártate —gruñí.
—No, no vayas con él, por favor Yuna —me miró desesperado Cool, parecía
tan abatido, tan dolido, desamparado, impotente.
—¡Mientes! ¡Maldito hijo de puta! ¡Déjala! ¡Déjala a ella! Hay otras... ¿no tienes
suficientes con las de tu especie? ¡Oh claro! Lo olvidaba... quedan pocas. Deja
ya de manipularla. ¡No te pertenece!
—Vamos, enséñale a ella lo que eres en realidad. Muestra lo que eres capaz de
hacer ¡¿Le has dicho ya lo que quieres chucho asqueroso?! ¡Venga! Que vea al
depredador, al asesino que eres. No dejas de ser un animal. No podríais
proteger ni a una mosca porque no sois capaces de controlaros. ¿Por qué crees
que hay pocas hembras, Yuna? Hay varios factores sí... pero uno es obvio, las
matan si no consiguen lo que quieren. No la usarás a ella.
—No, sus hembras lo son todo —dije aturdida. Y no conocía a los lobos, no en
realidad...
En mi mente resonaba todo lo que me habían dicho... y pese a que sabía cual
era la verdad era incapaz de pensar con claridad. Y lo cierto era que Cool no
iba a ceder. Estaba emperrado en defenderme con uñas y dientes si hacía falta
aunque lo que tuviera delante pudiera matarle. ¿Por qué? ¿Por qué esa fijación
conmigo?
—No Yuna. ¡Mírame! ¿Por qué? ¿Qué le ves? Yuna es... es... da igual lo que sea,
no es bueno para ti. Puede que yo tampoco pero por favor... no te apartes de
mi lado. Déjame protegerte de ti misma. Mírate, estás desamparada, eres
frágil, estás... —Hizo una pausa, no encontraba la palabra adecuada—. Ésta no
eres tú, no estás bien, quédate a mi lado…
—No puedo —le dije en un susurro—. No puedo Cool. Quiero ir con él,
necesito estar con él —me aparté cogiéndome a Jasper.
—¿Estás bien?
—No —bajé del coche y cuando quise darme cuenta él estaba enfrente.
Alguien carraspeó y vi que Kyla ya estaba fuera. Nos miró sin decir palabra
tras intercambiar intensas miradas con su hijo y Elle me llevó hacia dentro.
Era como si todos ellos hablasen con los ojos o la mente... lo sentía.
—Yuna
—¡No! Yo sólo...
—¡Basta! ¡No voy a escucharte más! ¡Ya no! Ahora voy a hablar yo Cool, tú ya
has hecho y dicho todo lo que tenías que decir. No es decepción, ni pena Cool.
¡¿Sabes lo que has hecho?! Me has vendido... pero ya ni eso importa Cool.
Tenías razón en decir que necesito que me defiendan en el fondo, que tengo
miedo, que soy una cobarde y que por eso voy de dura y atizando a la peña,
levantando un muro... Pero había dejado un hueco en ese muro, un hueco
donde te dejé entrar a ti y a los demás. ¡¿Y para qué ha servido?! ¡Para que te
aproveches! ¡Duele Cool! Duele mucho. Me has herido de verdad,
enhorabuena. Queríais que sintiera, que fuera un poco más... "humana" pues
ya lo tienes. ¡Ahora vete a la mierda! ¡Yo soy mi única dueña! —colgué furiosa.
Quería destrozar algo, así que lancé la chaqueta al suelo y me llevé las manos
a la cabeza, estaba fuera de mí, había perdido el control. Tenía razón, no
estaba bien, nada bien, me puse a llorar sin poderlo evitar. Lloraba y reía a la
vez por la sorpresa de estar llorando, pero eso sólo fue un momento, no podía
parar. Supongo que todo lo que llevaba encerrado dentro salía ahora, toda la
tensión, toda la ira, todo el dolor...
Jasper hizo intención de acercarse a mí pero Elle se puso delante negando una
vez más. Él suspiró dejando caer la cabeza hacía delante, impotente.
—Porque ahora sí que eres tú, he podido ver tu interior de verdad y te respeto.
Aunque tienes mucho que aprender, pequeña.
Parpadeé anonadada sin saber qué cara hacer tras ese comentario.
—Por cierto... eres más fuerte de lo que crees —se giró haciendo ondear su
melena y bajó a saltitos el resto de las escaleras hasta desaparecer en la
cocina.
Parecía que esa niña era capaz de hacer enmudecer a toda la jauría con un solo
gesto o palabra, realmente dudaba de quien mandaba en esa casa en realidad.
Todos parecían temería y reverenciarla a la vez. Nunca dejaba de
sorprenderme. De todos modos, eso no acababa ahí. Aún me faltaba mucho
para que la pequeña Greizy me ofreciese su plena aceptación y confianza. Y
eso parecía una tarea imposible... y más teniendo en cuenta mi ineptitud y
aversión por los crios.
Elle.
Yo puse los ojos en blanco tras exhalar y la miré de nuevo. —Si... no sabes bien
como me ponen —dije con mi típico humor cínico.
—Parece que cada vez que nos vemos tienes que hacerme de enfermera —
bufé enfadada conmigo misma, ella sonrió—. Que bruto.
—Yuna... necesito saber una cosa y espero que seas sincera completamente —
se agachó frente a mí Heising— ¿Qué van a encontrar cuando analicen tu
sangre?
—¿Seguro?
—Claro. ¿Qué pensáis? ¿Qué pasa? No quiero parecer mal educada ni nada de
eso... pero creo que me merezco alguna explicación por vuestra parte porque
parece que estoy metida tanto si quiero como si no en algo que desconozco.
—Tienes razón querida, pero aún no. ¿Confías en nosotros? —me puso la
mano en la mejilla.
El timbre de la puerta sonó y Jasper abrió. Tras ésta estaba Brandon que cruzó
el umbral, todos parecieron gruñir pero enseguida se calmaron. Yo me
asustaba cada vez que había una situación tensa y mi corazón daba un brinco
doloroso. ¿Podría soportar tanta tensión o iba a tener un infarto a los
dieciocho?
Asentí para indicarle que estaba bien y él me lanzó una bolsa llena de cosas
mías y mi zumo de siempre.
—Va de esto —tiró una carpeta amarilla sobre la mesa, algunas hojas se
esparcieron sobre la madera.
—¿Es suya?
—Sí.
—¡¿Pero cómo?!
—Creo que hay una sustancia en el zumo que lo Inhibe y hace que la sangre
parezca normal. Siempre se lo toma por las mañanas, excepto los días que ha
estado fuera de casa.
Una respuesta mental de mi padre me bastó para dejarme sin aliento, fue
como un golpe en el estomago, era algo bueno, perfecto para nosotros pero...
—Oh vaya, eres muy amable. No sabía cómo decirlo, resulta un poco violento,
¿sabes? No queda muy bien en un poli —se sentó a mi lado en la escalera.
—Ya —sonreí.
—En fin... si necesitas hablar, llámame. Pareces una buena chica —me tendió
su tarjeta y se levantó—. Bueno, me voy ya, tengo papeleo que atender. Me ha
encantado volver a veros —se despidió.
—Creo que ha llegado el momento de hacer una visita a ese James —le dijo en
una voz tan baja que creí que no le entendí bien.
Víctor y Terence eran los mayores, luego Iba Thya. Connor, Dennis, Elle. Jasper
y Greizy. Ahora, viéndola, entendí a Elle, casi sentí la mordedura del miedo,
pero sólo casi.
—Me alegra que hayáis vuelto. —dijo Hetsing—. Pasad al despacho, hijos.
Éstos le miraron reticentes tras asesinarme con los ojos y sólo relajaron su
postura cuando Heising gruñó Imponiéndose. Una vez entraron, éste cerró la
puerta.
—No quiero causar más problemas, me iré —me levanté —se cuando estoy de
más.
—Tú no te vas, no puedes volver, ahora no. —me cogió del brazo Elle —
Recuerda lo que te dije, tú a lo tuyo, olvídales —dijo refiriéndose a sus
hermanos mayores.
Yo suspiré.
—¡¿Pero sabes lo que has hecho?! ¡¿Sabes qué significa todo esto?! ¡Nos has
puesto en peligro! ¡Asume tu deber, Jasper! ¡Tienes obligaciones! ¡Madura y
céntrate de una vez, tú has de ser el regente! ¡Sé Impulsivo para lo que tienes
que serlo, maldita sea!
—¡Para ti nunca estará bien nada de lo que haga Terence! y No puedes aunque
sea por una vez alegrarte por mí! Por todos, maldita sea. ¿Es mucho pedir que
confíes un poco más en mí? ¿Que me dejes hacer mi vida y cometer mis
propios errores? Sí, tengo mucho que aprender ¿y qué? Soy Joven, no
estúpido. Yo no he pedido esto. Terence. Sabes perfectamente lo mucho que
me Jodió, yo no lo quería. Víctor es quien debería ocupar mi lugar o tú, lo
haríais estupendamente y yo estaría a vuestro lado, me alegraría, os apoyaría.
Sois mis hermanos... ¡Pero soy yo! ¡Y estoy algo desquiciado ahora mismo y
como siga así saldré ardiendo! ¿Qué te pasa conmigo? Si quieres retarme hazlo
de una maldita vez y acabemos con lodo a ver si así te convences de si valgo o
no. ¡¿Por qué no puedes apoyarme y enseñarme corno cualquier otro hermano
mayor?! ¡¿Cuál es el problema?! Yo siempre te he admirado, sin embargo tú
nunca has tenido una palabra amable para mí, ni de ánimo, ni de aliento,
nada... sólo obtengo odio y no sé el porqué.
Me tapé los oídos, me hacia sufrir oírle así, podía sentir sus emociones dentro
de mí, la rabia, el dolor... el sufrimiento. Sabía que él estaba temblando por
todo ese cúmulo de emociones porque yo también lo estaba haciendo. Había
un vínculo entre nosotros, eso estaba claro, parecíamos una misma pieza de
un rompecabezas. Me daban ganas de entrar en esa habitación y decirles
cuatro frescas, darles dos hostias pero no podía. Yo no era quién... ni era nada
de Jasper y aún así sentí odio hacia aquellos dos seres fríos y despiadados por
estar haciéndole sufrir así. Yo le estaba negando algo que él necesitaba tanto
como yo, ¡maldita fuera!
—¡Calmaos todos de una vez! —oí la voz autoritaria y afable de Heising abajo
en el despacho—. Vuestro comportamiento no beneficia a nadie, no me
avergüenzo de ninguno de vosotros, no hagáis que empiece a hacerlo. Vuestro
Yo respiré aliviada cuando los gritos cesaron, tenía que evitar alterarme así.
Esa tensión no era buena porque tuve que agarrarme el pecho con una
punzada de dolor aguda que me dejó de rodillas en el suelo, me dolía... Elle se
asustó y avisó al resto.
Desde luego jamás creí que me daría un ataque al corazón a los dieciocho... si
es que era eso, me costaba respirar. Temblaba.
—¡Dios! Respira Yuna, respira, cálmate —era la voz de Jasper, lo tenía detrás
de mí, sujetándome contra su cuerpo mientras me aguantaba los brazos a los
lados.
—Así, muy bien, sigue, calma —me ayudó a levantarme. —¿Qué paso? —miró a
Elle.
—Vale, mírame Yuna —me cogió la cara entre sus manos ardientes. —Mírame,
céntrate, estoy aquí, estoy bien... no pasa nada ¿ves?
Mis ojos, ¿qué les pasaba a mis ojos? Intenté preguntar pero no me salía la
voz, si dejaba de concentrarme en él, el dolor volvía y no podía respirar.
—¿Qué miras? —se dirigió a mí Terence, su tono tenia ese deje de orden que
tan poco me gustaba...
—¡No necesita que nadie le defienda y menos yo, engreído! Con esos aires,
llegas aquí Imponiendo tu voluntad a los demás y gritando, no sé quién es el
más mal educado o niño aquí.
—Ataca cuanto quieras, al menos yo admito que tengo miedo y que tengo mis
problemas cosa que tú no haces. ¿Estás amargado o qué? Mira... puede que yo
aquí no sea nadie para hablarte así... pero al menos tengo agallas para
decírtelo. Si tan listo eres, puede que ya sepas lo que me pasa. ¡Así que no me
vengas con el numerito! Estás tan jodido como yo. ¡Supéralo!
—No, no te odio, pero no me gusta lo que le haces a él, no sé qué te pasa para
que lo hagas, pero espero que veas y corrijas tu error a tiempo.
—¿Has acabado? ¿No sabes decir algo mejor que ya llenes que acudir a los
insultos? Sé más Inteligente hombre —me acerqué a él toda chula poniéndome
a la altura de su cara sin miedo alguno.
—Carácter y mal genio tiene un rato —dijo Thya rodeándome sin dejar de
mirarme.
—No veo que eso sirva contigo —espeté molesta. ¿Qué se había creído? Jasper
no era mi amo. Los ojos me centellearon.
Ésta se paró frente a mí, era más alta, me gruñó y yo me quedé donde estaba,
firme, ignorándola, eso la molestó más. Hizo intención de darme una bofetada
pero sin saber cómo Thya se encontró con el culo en el suelo. Se enrabietó y
quiso golpearme, me zafé de ella con facilidad. Yo era ágil y rápida así que
volví a dejarla en el suelo boca arriba con mi pie sobre la base de su cuello.
Ésta soltó un alarido de rabia y yo dejé que de mi garganta saliese un sonido
extraño, como un gruñido de advertencia que le daba la opción de mostrar su
sumisión y respeto. Si no lo hacía, no pensaba dejarla irse de rositas. No podía,
era un impulso mucho más fuerte que yo y que salía directamente de lo más
recóndito de mí. Los demás intentaron separarnos, pero Kyla con un ronquido
les dejó claro que no intervinieran. Yo era incapaz de pensar, de razonar... A
mí no me iba a pisotear nadie por muy ser sobrenatural y peligroso que fuera,
ni magia, ni leches. Sabía muy bien como pelear y Thya no eran temible como
quería aparentar, había una profunda herida que atravesaba su aura de punta
a punta. ¡Dios! ¡¿Cómo podía ver aquello?! ¿Estaba enloqueciendo o qué?
—Sí, puede que tú misma lo hayas dicho y no seas nadie para portarte así. te
pediría que te callaras y esas cosas, pero tienes razón. Te voy a conceder este
punto —dijo Terence—. Sólo porque quiero ver como vuelves a patear a Thya.
—Avísame la próxima vez que quieras que te den caña para coger el litigo
aprendiz de cachorro.
—¿Te sirve eso con las demás? Oh, perdón, si no te acercas a ninguna porque
ninguna es lo suficientemente buena o loca para acercarse a ti. El lobo feroz va
espantando a todas las caperucitas porque está herido. ¿Qué paso? ¿Te
dejaste engañar?
Yo ladeé la cabeza como una depredadora y fijé mis pupilas en él. En sus ojos
había aprobación y una admiración sutil pese a que aún estaba algo enfadado.
Lo que estaba claro es que ambos nos habíamos divertido y desquitado. Le
tendí la mano, sin mostrar ninguna emoción, y él la aceptó. Su expresión se
convirtió en una extraña mezcla y entonces desvió la cabeza con rapidez hacia
Jasper.
—Sí bueno, te tendrán tirria durante unos días pero eso les bajará los humos
—ese fue Víctor.
—No creo que haya sido muy buena idea, lo lamento —miré cabizbaja a Kyla y
Heising—. Yo... no debí —me sentía avergonzada—. No sé qué me ha pasado...
—Has hecho lo que debías y me siento muy orgullosa querida —me limpió la
mejilla Kyla.
Yo puse los ojos en blanco, parecía una camorrista callejera. Elle se rió
entendiendo lo que pensaba. Suspiré, tenía que controlarme mejor...
Ellos se echaron a reír pero yo aún me sentía abochornada por lo que había
hecho. Mantuve la cabeza gacha, era orgullosa pero no tanto como para no
reconocer que ahí sí que me había pasado un poco... Con razón o no, aquella
no era mi casa. De estar en la mía estaría con la cabeza bien alta, por supuesto.
—Eh, olvídalo, no pasa nada —me dijo Jasper poniéndome las manos en los
hombros.
—Pero...
Asentí y me senté en el alféizar de la ventana, aun tenía una mano entre las de
él, su contacto me calmaba y… ¡Dios! Como deseaba que me besara de nuevo
aunque después quedase incendiada y con ganas de huir asustada.
Él aun sonreía de oreja a oreja trazando círculos con sus dedos en mi palma,
era como si todo aquel lamentable espectáculo le hubiese encantado.
—Sí —suspiré perdida dentro de la inmensidad de sus ojos dorados, eran tan
hipnóticos…
—Sí.
—Déjame ver.
—Hombre… teniendo en cuenta que uno de los nuestros jamás ataca a una
mujer, pues…
—Pero yo, yo... se supone que no podría con ninguno de vosotros. Sois más
fuertes y rápidos. Yo no... no...
Kyla y Heising que eran los únicos que aún quedaban ahí me sonrieron y tras
apartarme el pelo de la cara con suavidad bajaron con el resto mientras Jaspe
r subía.
Mi pulso se aceleró por enésima vez aquel día y me ruboricé tras el doble
mortal que dio mi corazón. El estomago se me encogió con un cosquilleo. Me
tumbé boca abajo en la cama y me quité la camiseta añadiendo con un mohín
que podía hacerlo sola. Pero Jasper no me hizo ni caso y empezó a aplicarme
la pomada, o lo que fuera. Cuando sus dedos rozaron mi piel empecé a vibrar
de nuevo, tenía la sensación de salir envuelta en llamas en cualquier
momento. Sentía su energía fluir dentro de mí, mordí la sábana para no gemir
de placer e intenté pensar en algo que no fueran sus manos en mi cuerpo, en el
deseo que sentía por él y el modo en como mi pulso se agitaba ante su
presencia. Pero esos dedos deslizándose despacio...
Cuando bajé las escaleras para guardar el botiquín aún me zumbaban los
oídos por el acelerado latir de mi pulso. El deseo que me invadía ya era algo
doloroso e insoportable y los pantalones no contribuían cuando ahí abajo la
cosa se alteraba. Intenté sacarme la imagen de su cuerpo y su tacto de seda de
la cabeza y dejé el botiquín mojándome la cara con agua fría.
Ella me miró enfurruñada pero luego suspiró sentándose a mí lado. Thya hizo
intención de decir algo pero ni la dejé empezar.
Era tarde así que todos fueron marchándose a dormir, todos menos Terence y
Víctor. Los tenía cada uno a un lado.
—¡Está bien! ¡¿Qué?! —suspiré exasperado, en esa casa era imposible tener un
rato de paz.
—¿Cómo lo llevas? —me preguntó Terence con sinceridad, cosa que me dejó
totalmente descolocado.
Digamos que nuestras conversaciones solían ser nulas, inexistentes salvó para
pelearnos. Emití un sonido ronco en respuesta.
—Sí, bueno, es que estoy algo desquiciado. Ésto es peor que una adicción o
una droga. Todo se centra en...eso, en ELLA. Y hay muchas cosas en las que
tengo que estar centrado, tengo que controlar muchas cosas y es difícil
cuando tu mente y tu cuerpo se empeñan en otra cosa. No puedo estar
pendiente del resto de los clanes, de la política, de la familia y de todos los
demás problemas así —señalé mi entrepierna.
Cada vez era más difícil no ceder al animal que llevaba dentro y follarla como
un salvaje.
—Nada.
—¡Joder! Pero mira, me divierte que haya una mujer capaz de resistirse a ti y
tenerte desquiciado, estas completamente enganchado.
—Sí…
—Algo hay que hacer Jas… no podéis estar así, esto nos salpicará a todos. Tú
estas fatal y ella peor porque aún es muy humana. Hoy has tenido la prueba,
está al borde del desastre.
—Hombre…
—Pero mira que sois brutos —meneó la cabeza con un suspiro Elle largándose
tan rápido como había aparecido con un vaso de agua.
—Que cruel vida ¿no? —empezó con sarcasmo—. Estar tan cerca de la
perfección, de la persona que lo significa todo para ti... que te completa y no
hacer nada...
Me mosqueó. ¿Por qué todo el mundo parecía saberlo todo menos yo? ¿Por
qué se empeñaban en culparme silenciosamente de hacerle esto a Jasper? ¿No
me lo hacía también él a mí? Tampoco había insistido mucho... bueno, no le
había dejado, me mantenía lo más lejos posible...
—Habla claro.
—Te lo estás haciendo tu sólita. Oye que la vida está para disfrutarla no para
amargarse, nunca sabes cuándo te puedes ir al otro barrio. ¿Qué, te apetece
echar un polvo? Pues échalo, ¿qué quieres ir a correr? Pues hazlo. Pero no te
vayas reprimiendo por chorradas.
—¿Al igual que haces tú? No veo que te apliques el cuento —me arrepentí en
seguida de haber sido tan hiriente al ver su rostro y sus ojos borgoña
centellear entre dolidos y furiosos—. Tú no lo entiendes... —suspiré al final
fijando la vista en el suelo.
Guardé silencio intentando digerir sus palabras sin que me ofendieran, sin
enfadarme. Lo jodido es que llevaba parte de razón.
Parpadeé confusa y di un paso atrás asustada por el modo en que sus ojos me
miraban. Estaba disgustado de verdad. ¿Acaso no tenía algo yo que decir,
acaso no importaba lo que me pasaba a mí?
—Si lo que quieres es matarlo lentamente lo estás haciendo muy bien, pero
detrás vas tú.
—Pues habla tú con ella a ver qué le pasa a esta Diosa que parece odiar las
relaciones —la miró y se volvió hacía mí—. Son las relaciones las que mueven
el mundo Yuna; ya sean por sexo, pasión, dinero, amor o lo que sea. Procura
descansar, lo necesitas —terminó girándose para irse pero volvió a mirarme—.
¿Tienes algún problema con el sexo, no te gusta o qué?
—¿Segura? ¿En realidad sabes lo que es eso? —se aproximó de nuevo a mí, era
tan alto...
—Yuna, tócale, por favor, sólo haz eso —señaló a su hermano pequeño.
Acaricié con los dedos temblorosos el rostro de él y como siempre sentí ese
cosquilleo ardiente y chispeante.
—¿Qué sientes?
Que le pertenecía, que sólo podía estar con él, que le deseaba ahora y aquí...
pero eso no podía decirlo. Un gemido de deseo respondió por mí.
—No tengo más que decir —se dio la vuelta y regresó a su cama.
Yo me quedé ahí, palpitando de pies a cabeza. Intenté irme arriba, pero volví
atrás, me acurruqué a su lado y sentí su brazo rodeándome. Di un respingo, se
estaba terriblemente bien pero no podía... necesitaba huir pero sólo conseguí
quedarme acuclillada frente a él. Jasper abrió los ojos y todo se detuvo salvo
el repiqueteo acelerado de mi corazón y el suyo. Sus ojos dorados me
atraparon como una mariposa en la tela de una araña.
—Detente por favor —conseguí jadear con los ojos cerrados: si le miraba no
podría detenerme... y quería detenerme. Lo necesitaba.
—Está bien —fue un sonido ronco mezclado con ese dolor de reprimirse
cuando uno está tan encendido—. Paro, ya paro —pero sentía su cuerpo
empujar contra mí.
—Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento —él enredó sus dedos entre mi
pelo—. No puedo...
—Hola —le dije mirándole a los ojos tras asentir con las mejillas rojas.
Oí un carraspeo y me incorporé de cintura para arriba para ver detrás del sofá.
Allí descubrí al resto de la familia. Me puse aun más roja de lo que ya estaba y
me eché rápidamente al sofá para que no me viera agarrando la desgarrada
camiseta.
—Buenos días Yuna —ese fue Dennis que soltó una risita divertido.
Ahora fue mi turno de enrojecer hasta las cejas, una niña pequeña no podía
estar diciendo aquello, pero es que Greizy era mucha Greizy. A menudo
olvidaba que no era como las niñas de su edad... Ésta parecía una vieja en el
cuerpo de una niña. Vaya con mi hermanita pequeña... si era más espabilada
que yo y todo.
Me dejé caer tras la intimidad del respaldo otra vez con un suspiro resignado.
—Que así no se puede hombre, que parecéis gatos al acecho. Dentro de nada
os veo pegando la oreja a la pared —protesté.
—Eso es que nada aún —le dijo por lo bajo Dennis a Connor que asintió
tragando un trozo de jamón dulce.
—Jasper ¿va todo bien? —me miró muy serio mi padre, estaba tan preocupado
como yo.
—No — gruñí por lo bajo, estaba perdiendo los papeles, si seguía así acabaría
cambiando ahí mismo, estaba furioso.
—Si alguien... quien sea, le ha hecho el más mínimo daño lo torturaré hasta
que no le quede ni un soplo de vida —gruñí y me fui a la habitación con los
ojos brillando de modo amenazador.
ceder! Desde que lo había visto era como si ya no pudiese alejarme de él, se
había adueñado de cada parte de mi ser y yo quería, quería ¡Oh Dios!
Hacía buen día así que sin mediar palabra ni mirar a nadie para no echarme
atrás lo cogí de la mano y lo arrastré hacia el camino que bordeaba el jardín
trasero de la casa y nos metimos en el pinar. Busqué un sitio cálido y sin nieve
y nos tendimos en el suelo. Apoyé mi cabeza en su pecho y él me pasó un
brazo por detrás. El solecito calentaba y pronto me invadió el sopor, a ver si
estando así, juntos podíamos descansar como era debido.
Los siete se miraron inquietos mientras Terence iba de un lado al otro del
despacho de Heising.
Thya bufó por quedar excluida de la escolta personal, ella era mucho mejor
que Vegara pero entendía los motivos de su padre y lo aceptó a regañadientes.
—Mejor que lo haga Terence, pero tú también irás con él, Dennis.
—Hoy ya es el segundo día que no se toma lo que fuese ¿no? —dijo Elle.
—Madre, es más que eso —suspiró Thya—. No me extrañaría que cualquier día
de estos se vuelva una antorcha andante.
—Miedo me da esta niña cuando crezca, será un peligro —la miró divertido
Connor.
—Perfecto. Muchas cosas están pasando, tened los ojos abiertos. No me gusta
nada lo que ha pasado esta mañana. Jasper estaba a punto de perder el
control, eso no es normal.
Todos se volvieron a mirarla pero su hermano mayor sabía muy bien a lo que
se refería.
—Creo que ayer Yuna se debió bloquear cuando el lobo de Jasper casi tomó el
control. Eso debió hacerle daño a ambos pero creo que él entendió que algo le
pasó a ella y realmente creo que tiene razón al creerlo. Es lo único que
explicaría ese rechazo. No está en nuestra naturaleza el negar a nuestra pareja
lo que necesita —suspiró Elle.
Terence asintió, había estado dándole muchas vueltas al tema y sólo podía
significar una cosa. Todos se tensaron de nuevo.
—¿Y qué hacemos con los demonios? No hemos dado con la brecha pero que
vayan tras ella sigue sin ser bueno. ¿Quién diantres es esa chica? —Dennis
miró a su padre—. Hay que averiguarlo ya o saldremos escaldados.
—Sí, no...
—En fin, quizás sea mejor así —dijo apartándome el pelo hacia atrás— ¿Y qué
es lo que sientes exactamente? —sonrió malicioso.
—Jasper!
—Yo...—bajé la vista—. No es justo para ti, de veras Jasper. No creo que esto
pueda salir bien, yo no soy lo que necesitas. Tú necesitas alguien más
cariñoso, más familiar, yo las relaciones, el compromiso, la familia... no...—
Hice una pausa para coger aire y mirar las nubes que pasaban sobre nuestras
cabezas — Sea lo que sea, no quiero saberlo, no creo que esté bien que tú
debas renunciar a esas cosas, sé que tú las quieres. ¡Además necesitas echar
un polvo por el amor de Dios! Y yo no soy capaz ni de pasar de un simple
preliminar ni con todo el calentón que llevo.
—Sí, suena egoísta, lo sé —le miré—. Pero yo no cederé —me mordí el labio
inferior.
realmente quieres tener algo conmigo o con quien sea? Hay gente que no sabe
lo que quiere hasta que no está metido hasta el cuello o hasta que las pierde.
Quizás yo no he hecho las cosas del mejor modo o no le he dicho lo debido
pero tú eres mi marca.
Oh, oh...
—¿Qué pasa?
—¿Es normal que esté escuchando hasta las hormigas? Auh... —me llevé las
manos a la cabeza, mis sentidos se habían... ¿Despertado? Y de un modo
increíble.
—Tenéis visita.
—¿Qué?
—Tú prima y esas chicas... dios... apestan a excitación... ¡Muy bonito Jasper!
Todo esto por ti —le miré severa reprendiéndolo con un repentino ataque de
ira y celos.
—¡¿Qué les pasa a mis ojos, maldita sea?! —lo miré enfadada, tenía un gruñido
preparado que empezaba a salir sordo de mi garganta.
—Miriam.
—Disponlo
—Eso parece —le dio un codazo Connor indicándole que prestara atención.
—¡Cállate!
¿Aún era humana? ¡¿A qué venía aquello?! ¡Dios me estaba aterrando!
—Ma… Kyla —se acercó Jasper preocupado. —No puedes permitirlo, ella no…
—No puedo evitarlo Jasper. Siéntate —le ordenó y él con un gruñido tuvo que
acatar la orden.
—Yuna... te han retado ¿me oyes? Tienes que demostrar que eres válida y
capaz, que eres una líder dominante. No te asustes, sigue tus instintos y
sobretodo no entres en su juego, intentará provocarte.
—Pero Thya...
—Thya tiene la capacidad, hasta Elle y Greizy pero Miriam las superó.
Eso fue un jarro de agua fría. Si ella no pudo ¿qué iba a hacer yo? Eso era una
locura. ¿Cómo se habían enterado? ¿Por qué me juzgaban sin conocerme?
¿Qué le había hecho yo? No iba a pelearme por él, era irracional, estúpido,
pero a la vez quería marcar territorio y reclamar lo que era mío. Lo peor era
que nada tenía sentido en ese momento, miles de ideas bullían en mi cabeza
contrapuestas la una con la otra.
Tras eso me metió dentro de un círculo. Busqué con los ojos a Heising, él tenía
que detener esto, él podía hacerlo, yo no tenía nada que hacer... Ellas eran
lobas, y yo no... No iba a dejar que me matasen pero... ¡¿Qué podía hacer?!
Estaba tan perdida, me estaba quedando sin respiración, el pecho me ardía.
Miriam y las demás saltaron al centro, me sentí amedrentada. Vi a Dennis sin
atreverse a mirar y a Jasper con cara de puro sufrimiento, era como si le
estuvieran arrancando la piel a tiras. Elle me dio ánimos con un gesto de
cabeza y Thya se paseaba nerviosa gruñendo.
Yo tragué saliva y la tal Miriam se echó a reír tras mirarme de arriba abajo con
suficiencia, como si fuera a perdonarme la vida... Yo le parecía un desperdicio.
Ésa no se merecía ese puesto, ese lugar no era suyo... no era buena. Alguien
tenía que ponerla en su sitio, enseñarle cuál era su lugar. Eso tampoco tenía
sentido ¡No quería morir bajo sus dientes! ¡¿Por qué sentía ese instinto de
aplastarla, de enseñarle y demostrarle quién mandaba?! Iba a despedazarla,
ella no valía nada. ¡Yo estaba por encima de ella! Un aullido furioso y animal
salió de mi garganta, gruñí retrayendo los labios, exponiendo los colmillos.
Hubo una especie de rayo de luz, mis ojos miraron las diminutísimas
estrellitas plateadas que me envolvían. Mis ojos se abrieron de par en par, veía
el cielo, habían abierto el techo de cristal. La luna, algo se agitó dentro de mí,
sentí un desgarro y el latido acelerado de mi corazón, ardía. Fue un dolor
agudo que me sacudió como un espasmo durante un segundo,
desgarrándome y partiéndome en dos hasta que todo se intensificó más,
como si me hubieran inyectado el más potente revitalizante que existiera.
Cuando toqué el suelo me sentí ligera, rápida, fuerte y sobretodo poderosa.
Me gustó. Era la embriaguez del poder, sonreí maliciosa y miré el suelo. Vi
unas patas fuertes y gruesas con afiladas garras. Ericé el pelaje con un gruñido
amenazador, dos de las lobas retrocedieron asustadas emitiendo una especie
de gimoteo suplicante con el vientre a ras de suelo, pero yo sólo sentía el
impulso de aplastarlas y matarlas. Me mantuve erguida, rígida estirando las
patas, las orejas hacia delante y rodeé al grupo de lobas, acorralándolas.
Aplané las orejas a la defensiva manteniendo la mirada fija y penetrante.
Flexioné el cuerpo y estudié sus reacciones y entonces salté, floté en el aire, la
sumisión de esas estúpidas y cobardes lobas me hizo sentir desprecio pero a
la vez me obligó a ignorarías. En cierto modo, ellas no eran peligrosas, la zorra
sí. Miriam quedó detrás, mis patas no produjeron ningún sonido al aterrizar
en el suelo. Abrí las fauces y dejé que el instinto animal fluyera, era algo
inexplicable, no podía definir como me sentía. Cerré los dientes sobre el cuello
de la primera y la sacudí con un gruñido a modo de lección y di un golpe con el
cuerpo en el cuarto trasero de otra, acorralándola con la pata contra en el
suelo y dándole con la cola a la otra en toda la jeta.
—¡Toma ya! Así se hace, arréale fuerte. Patéale el trasero —se emocionó Thya.
Regateé y evadí todo torpe intento de esas débiles seguidoras hasta que todas
y cada una se arrastraron sobre sus vientres y se pusieron patas arriba
suplicando perdón. Gruñí orgullosa y me giré de cara a Miriam, concentrada.
La dejé confiarse, zafándome, reculando, saltando, gruñendo, enseñando los
dientes. La loba de pelaje castaño jadeaba, la lengua empezaba a colgarte por
un lado, yo esperé tranquila en el mismo punto hasta que llegó el momento de
pasar a la acción. Todo fue tan rápido que sólo noté el sabor de su sangre en
mi garganta, los dientes se clavaron con facilidad en el cuello de la zorra que
gimió. Apreté hasta que se quedó quieta, gimoteando, la solté y cayó al suelo
pesadamente. Yo di dos pasos renqueando atrás y me senté mirándola
fijamente, gruñó débilmente enseñándome los colmillos y yo le di la
Espalda saltando fuera del círculo, él no era suyo y no la tenía. En ese instante,
el reflejo del cristal me devolvió la imagen de un lobo. Era enorme, hermoso,
con un pelaje de tonos grises, negros y blancos. Tenía los ojos plateados como
la luna, me acerqué hasta la superficie y mi morro chocó con el frío cristal.
Reculé asustada con un ronquido sordo. Un segundo, ¿mi morro? ¡Dios, era yo!
¡No, no podía ser! Sentí ganas de echar a correr sin para, sin mirar atrás. ¡La
loba que estaba viendo devolviéndome la mirada era yo! La familia de Jasper
me rodeó… y yo me sentí amenazada, gruñi.
Con todo eso nadie prestó atención a Miriam. No hubo ni rastro de ella. Al
poco recuperé la conciencia de mí misma, volvía a tener piernas, y manos.
Estaba desnuda y temblando. Jasper seguía encima de mí. Cuando estuvo
completamente seguro de que estaba calmada e inofensiva cambió. Sus
brazos me rodearon aún en la misma posición. Alguien le pasó una manta
suave y mullida y me la puso por encima, cubriéndome.
—Yuna...
Ahora era más rápida, tanto como ellos. Sentía mi cuerpo más mío que nunca,
como jamás lo había sentido. Algo había cambiado dentro de mí. Quizás era
que había dado con mi verdadera naturaleza, que se estaba desintoxicando,
volviendo al cauce normal. Vomité en el baño sin poder evitarlo. Cerré la
puerta apoyándome en ella y respiré profundamente varias veces. Me vestí sin
prisa una vez me hube duchado y volví a bajar tras inspirar de nuevo para
reunir la calma y el comportamiento adecuado. Estaba tiritando.
Fue decir eso y mi móvil empezó a sonar, lo cogí de la mesita donde estaba
con un gruñido y descolgué.
—¿Recuerdas a Sac?
—Sí, claro.
—Quiere verme, ha vuelto de Londres y... dice que no puede olvidarme y yo...
—¡Oh por todos los cielos, Daf! ¡Olvídate ya de José! Es un imbécil ¿Cuándo vas
a abrir los ojos y darte cuenta de que has de seguir sin él? Dale una
oportunidad a Sac... es un encanto y te gusta... tienes que dejar de aferrarte al
amor que crees sentir aún por ése —hubo silencio en la otra línea y un sollozo
ahogado — Daphne, no quería ser tan brusca, perdona pero es que...
—De veras que ahora no es un buen momento para sermones Daf, te llamo
luego.
—Pasar página ¿eh? Sin duda, vale venga. Hablamos —ella soltó una risita de
triunfo y colgué.
—James —suspiré.
—Ya ves, estoy vivita y coleando como puedes oír, ¿va todo bien?
—No empieces…
—Creo que me hago una pequeña idea de la situación —les miré a todos, hasta
acabar en Jasper. A él lo miré fijamente, sin apartar los ojos de su cara.
—Quiero que sepas que no sabíamos nada de esto y que lo que pasó en la
discoteca fue de verdad Yuna.
«Sujeto: Hembra, Edad: Quince años. Estatura: 1,80 Ojos: Verdes, Cabello:
negro Grupo sanguíneo: Desconocido, su genética se asimila al de un Canis
Lupus.»
—Es fácil —me encogí de hombros. Evidentemente esperaba algo más que eso,
suspiré—. Estoy acostumbrada a ser un único y solitario individuo, somos yo y
mi cabeza. Además... no me gusta que nadie urge por aquí dentro, es mi
espacio, mi privacidad.
—No lo entiendo —le miré confusa notando el escozor de las lagrimas que
empezaban a llenar mis ojos.
—Genética —pensé.
Había más en esos archivos que recuperé de las manos de Heising. Me mareé
de verdad, sentí vértigo y la nausea pugnando en la boca del estomago. Por ahí
si no estaba muerto o con tubos de ensayo clavados por todo el cuerpo tenía
un hermanastro o más ¿Sería como yo? ¿Qué le habría pasado? ¿Estaría bien?
¿Quería encontrarle? ¿Lo sabía él? Empecé a temblar sin darme cuenta de que
las lágrimas resbalaban silenciosas por mi mejilla. Y esos olores... el de Jasper
me inundaba por completo, era dulce como el chocolate y su excitación me
llamaba sin parar poniendo en marcha mi cuerpo. Al menos la parte de entre
las piernas. ¡Qué violento! ¿Cómo podían soportarlo? Era difícil contenerse,
me estaba volviendo loca. Tenía ganas de gritar sin parar. Él notó todo el
cúmulo de mis emociones y se acercó. Dudó, pero me abrazó y yo intenté
apartarle pero no quería, no podía. Le golpeé con los puños en el pecho pero
no me soltó, sabía que le estaba haciendo daño, que le dolía, quería rechazarle
y sin embargo era imposible, no podía. Le necesitaba. Así que acabé
enterrando la cara en su pecho sollozando con los puños doloridos.
Él me cogió la cara, deseaba tanto besar sus labios y olvidarme de todo. Tanto
que los de Jasper respondieron a mi muda petición. Fue algo suave, salvaje y
trémulo. Dulce y amargo a la vez a causa de las lágrimas que seguían cayendo
por mi cara. Le mordí intentando apartarme pero cuanto más luchaba más
quería de él, era un círculo vicioso. No podía parar, y sus labios paraban y
volvían hasta que emití un gemido sordo de súplica. Si no se detenía ahora,
yo...
Me sequé las mejillas y los ojos con las manos y desistí de intentar hablar. No
tenía voz, sentí la garganta seca y ronca. Quería disculparme por mi
comportamiento una vez más pero no hacía falta. Intenté hacerles entender
como me sentía a través de mi mente confusa, aturdida, torturada. Creo que
funcionó porque sus caras fueron un reflejo de la mía. Alguno que otro
frunció el ceño compungido, yo era un caos, un mar agitado, furioso, desatado
y por tanto peligroso e impredecible. Nadie dijo nada durante un buen rato,
sólo se sentaron a mí alrededor. Jasper estaba acuclillado frente a mí
cogiéndome las manos. Sabía que tenía mucho que aprender de mi nuevo
mundo y de mi nueva condición. Tanto dentro como fuera de esa casa, pero
ahora necesitaba descansar, dormir... Darte ese anhelado descanso a mi mente
y mi cuerpo, estaba tan cansada que apenas era consciente de mis palabras.
Me maravillaba ver cómo era capaz de llevar el peso del liderato sobre sus
hombros. Sabía lo que era mejor para los demás, era buena en eso. Se le daba
bien ayudar y ver si les pasaba algo a los otros, dar su consejo. Sería una gran
líder. Imparcial, responsable. Podía repasar la situación y decidir sin
precipitarse. Pero cuando concernía a sus emociones, eso era otra cosa. Podía
ser fría y decidida con todo lo demás pero dejarse guiar por el instinto parecía
un suplicio. ¿Por qué era tan difícil? Había tantas cosas que no entendía de
ella...
Pero si tengo que confesar la verdad, diré que hasta a mí me sorprendió ver su
transformación. El corazón me dio un vuelco entre incrédulo y feliz. Al menos
en el sentido egoísta, para mí sería más fácil...
Aún así, algo más había cambiado, pude verlo y sentirlo en sus ojos... Esa
certeza me golpeó con una fuerza tremenda, casi como si un puñal me
atravesase el pecho. Un dolor que hasta ahora desconocía me recorrió de pies
a cabeza y la tristeza se adueño de mí. Algo dentro de mí se quebró.
Pero no podía volver a mi casa. Ya no. Allí me buscarían bien lo sabía ahora. Yo
que tanto había deseado mi casita ahora no tenía un hogar al que volver, no
tenía nada, ni familia, ni hogar... ni tan siquiera sabía quién era. Esas
afirmaciones no eran muy exactas pero necesitaba concentrarme en eso para
poder seguir adelante. Con lo fácil que era seguir en casa de Jasper. Me sentía
integrada, una más, en un par de días había entrado ahí sin planteármelo,
como si nada y ya era parte de ellos, aún así necesitaba ser egoísta, por una
vez.
Estuve una semana casi aislada, alojada en un hotel. Hice las llamadas justas
para que nadie se preocupara pero la verdad es que pasé muchas horas en un
rincón, sentada en el suelo encogida sobre mí. De nuevo un grupo de
demonios trató de atacarme pero fui capaz de repelerlos y escapar.
Daphne enseguida vio que estaba distinta, decía que había algo diferente en
mí, pero lo que le preocupaba era mi apatía, mi tristeza... Salía con mis amigos
pasada la semana de aislamiento pero no estaba realmente allí. Mi cabeza
vagaba, íbamos de fiesta y no me divertía. Estaba tensa y alerta por si volvían a
aparecer aquellas cosas y cada día que pasaba era un suplicio. Era terrible
echarle tanto de menos, dolía horrores y casi creí perder la cabeza. Pensé que
me moría, necesitaba tocarle, verle, sentirle, el deseo era insoportable
«Aguanta» me decía «resiste, tú controlas tu vida, nadie te impone nada, no
pueden obligarte a atarte. Sigo siendo yo, siento, pienso».
Estábamos en la discoteca cuando una cosa quedó clara, mis manos marcaron
el número más rápido que mi mente. Su voz sonó dulce y oscura como
siempre al otro lado de la línea.
—No soy feliz sin ti. Si tú no estás no puedo sonreír, no me lo paso bien. Nada
es divertido, no puedo respirar si no estás. Te echo de menos. Sé que te he
hecho daño, que no me he portado bien estos días. Entiendo si no quieres
hablar conmigo, pero aunque suene egoísta te necesito. Necesito que estés
ahora aquí conmigo. Ven, por favor. Tenías razón, te pertenezco. Lo siento —
mi voz se quebró casi en un sollozo—. No te enfades conmigo, es que no
podía, necesitaba... Jasper.
Me odié, me enfadé conmigo misma ¿Por qué era tan comprensivo? Necesitaba
que me chillase, que me odiase, que me dijera todo lo que sentía, lo mucho
que le había herido, que me insultase.
—¿Te haría sentir mejor? —preguntó con una risita traviesa—. Sé que no. Soy
así, tendrás que asumirlo aunque no te guste. Te advertí de que ya estaba en ti,
te conozco Yuna.
Oírte decir mi nombre fue como recuperar media vida. Aún así su comentario
acerca de que no me gustaba su forma de ser me ofendió.
—¿De verdad?
—Sí... —susurré para disimular el leve gemido de deseo que afloraba de mí. La
piel se me erizó y todo. Ya no podía negarlo más.
—Entonces...
El resto de la noche fue confusa y turbia pero sé que lo pasamos bien. Pasó
rápido y el grupo los aceptó bien teniendo en cuenta que no estaba ni Cool ni
los radicales. Había separado al grupo... pero si yo era feliz les parecía bien
por ahora.
Me disculpé miles de veces con la familia de él por teléfono y les expliqué que
aún no estaba preparada para volver.
Yo suspiré y dejé que me estrechara contra ella en un abrazo. Cerré los ojos al
sentir su calidez, era tan cariñosa, próxima, sencilla...
—Pero no lo decía por eso, te brillan los ojos, sonríes, te has arreglado de
nuevo... Ayer eras una sombra hasta que él llegó. Yuna ¿Por qué te haces esto?
Deja de hacer estupideces y lánzate. Vive, sé feliz... ¡Siente! Admítelo,
grábatelo en esa cabezota tuya y actúa, le quieres y ya está. No es racional, no
hay más. Sois el uno para el otro, hacéis buena pareja. Me cae bien Jas per, es
un gran tipo.
Suspiré y ella soltó un grito tras sonreír al ver a Sac acercarse. Se lanzó a su
cuello y le besó. Él la rodeó por la cintura y vinieron hacia mí aun sonriendo. Él
me saludó y señaló al otro lado, no hacía falta, yo ya sabía que Jasper estaba
ahí, le sentí. Nos saludó y me tendió la mano. Se la cogí tras un beso inofensivo
y formal y nos sentamos para comer.
Jasper tenía la mirada sombría desde que volví a meter la pata. Sac afirmó,
más que preguntó, si llevábamos mucho tiempo juntos, dando por hecho que
éramos pareja y yo empecé a decir que no, que era sólo... Lo dejé en el aire...
Quizás eso fue peor que decir amigo o cualquier otra cosa. ¿Por qué no podía
morderme la lengua?
—Vale, dejémonos de tonterías Jasper, di lo que tengas que decir, pero hazlo
ahora.
—¿Para qué? ¿Para decirle que esta semana ha sido peor que una vida en el
infierno? ¿Qué no puedo explicar cómo me sentí? ¿O cómo me has hecho
sentir hoy? Cuando pienso que me das una oportunidad, que vamos a poder
dar un pasito, me das un puñetazo en primera plana. Es que no puedo Yuna.
Ya no sé qué decirte, sabes perfectamente como he estado y lo que he sentido.
Tú también lo has notado, lo percibías, es mejor eso que cualquier palabra que
pueda decirte. Decídete ya pero no me tengas dando vueltas con un loco,
prefiero dejar caer ya el cuchillo a seguir así.
¿Qué iba a responder yo a todo eso? Tenía razón. Por fin había sido sincero,
claro y directo, pero ¿me había gustado eso? Sí y no. Había dolido, sin duda.
Sus palabras fueron como cristales aferrándose a mi piel.
—Yuna ¿Por qué no dejas de huir? ¿Por qué no quieres saber? No es normal,
eres curiosa y sin embargo...
—Daphne lo sabe. El resto no saben nada, sólo creen que he estado todo este
tiempo así porque habíamos reñido y claro, eso empeoraba las cosas. Algunos
se alegraban de que me alejara del lobo feroz...
—¡Pues no sufras por mí! Soy mayorcito puedo soportarlo, soy duro Yuna.
—Entonces explícame que es esto que nos pasa porque me siento como una
prisionera.
—Es algo demasiado irracional. Tanto que parece impuesto Jasper. Hay miles
de chicas y lobas a las que has conocido y te chocas conmigo y ¡oh! No hay
nadie más en el mundo.
—No es tal como lo dices, en nuestro mundo ¡Cielos Yuna! Sabes cómo son los
lobos de verdad, sabes cómo se relacionan, líderes, parejas para casi toda la
vida... Sabes para qué y por qué es así. Es parecido sólo que es más profundo,
une a las almas gemelas, une a un todo. Vamos... haz un esfuerzo, sé que en el
fondo lo entiendes. Pensaba que ya lo habías pillado aquel día cuando me
dijiste que no podías darme lo que tú suponías que yo quería.
—No han acabado muy bien que digamos. Hay casos muy excepcionales,
normalmente esto es algo...
—¡Oh no! Otra vez no... Ya sabes que sí —le miré cansada.
—Vale, respira Yuna, respira —me dijo y yo obedecí, todo dejó de dar vueltas.
—¡Sí!
Asentí roja como un tomate y desvié la vista hacía Daphne. Ésta regresaba con
una sonrisilla y con el rubor tiñendo sus pálidas mejillas a la vez que se ponía
bien la falda, carraspeó y se sentó tras disculparse. La miré acusadoramente y
ella soltó una risita.
—Joder Daphne...
—Eso digo yo —le guiñó un ojo Jasper, yo suspiré. Sac se sentó también.
—¡No! Quédate ahí. Sólo... déjame mirarte —le pedí. Él esperó aguantando mi
intensa mirada.
Puse mala cara y volví a mirarle, deseé poder entrar en su mente, saber
exactamente qué sentía, qué pensaba... Me concentré en nuestra respiración,
en el latido de nuestros corazones acelerados, descompasados. Poco a poco
nuestros latidos fueron acoplándose el uno al otro, como si fueran uno solo.
Una oleada de calor me inundó arrastrándome hasta un precipicio dulce,
plácido. Su aroma me embriagaba y sentí algo extraño, desconocido, pero era
tan cálido y envolvente que sólo podía ser; amor. Eso era lo que me llenaba, lo
que venía de él. También había deseo, dolor, preocupación y muchas otras
cosas pero todo lo relegó a mí. Ahora mismo, en ese instante sólo estaba yo.
—¿Por qué no? ¿Nerviosa? —su voz fue un suave susurró que me erizó el bello
haciendo que ese cosquilleo agitase mis entrañas deseándole aún más.
—Esto... creo... que... —titubeé. —No es bueno forzar tan directamente las
cosas.
—No estoy haciendo nada, estoy frente a ti, nada más. Tal y como me has
pedido.
Si 1o había hecho no era consciente de ello, pero era verdad que deseaba su
proximidad. Tenía que ser capaz de superar 1o que quedaba de día intacta.
Tenía que intentarlo o creo que me volvería loca. Jasper suspiró y volvió a la
pared contraria apoyando la espalda. Creo que pasamos un par de horas o
más así, mirándonos, estudiándonos, acoplando nuestra presencia a la del
otro, acostumbrándonos... aceptando el lazo que había entre ambos.
Pero las palabras de Daf seguían grabadas a fuego en mí: "No puedes dejar que
lo que te pasase te controle", "Sólo hay una vida y hay que disfrutarla". Todo
me empujaba hacia él que esperó en silencio, paciente, mirándome. Un resorte
se desprendió de mí. Era hora de relegar mis demonios. No quería que éstos
dirigiesen mi vida. No quería seguir huyendo ni siendo una cobarde. Jamás lo
había sido y no podía empezar ahora. ¿Por qué torturarme así? La caja de
Pandora se estaba abriendo irremediablemente...
No fui consciente de dar el paso ni de cómo pasó pero ya estaba frente a él.
Mis labios buscaron los suyos, jugueteando, alargando el momento,
rozándolos hasta cubrirlos con los míos. Enlacé una mano tras su nuca. Algo
dentro de mí había cambiado, no podía soportarlo más, ya no. Un gruñido
sordo salió del pecho de Jasper que me elevó del suelo cogiéndome del
trasero. Me agarré a él y rodeé su cintura con mis piernas. Los besos se
volvieron salvajes, apasionados, noté la pared opuesta en mi espalda, jadeé
cuando sus labios se deslizaron por mi cuello. Sus manos diestras y ansiosas
rasgaron las medias y mi ropa interior mientras mis manos desabotonaban su
pantalón y lo hacía caer. Me mordí el labio inferior a la vez que clavaba mis
dedos en sus hombros y me arqueé soltando un gemido cuando le sentí
entrar. Era fuerte, vigoroso, duro... Me llenó por completo pero nos
acoplábamos a la perfección. Fue algo rápido, sorprendente y apasionado,
demasiada excitación acumulada. Me rodó la cabeza y jadeé en busca de aire
mientras aún me sacudía un escalofrío de éxtasis. Tenía la mano apretada
contra la pared y la otra en su pelo. Dejé caer mi cabeza sobre su hombro. Sus
brazos aún me sujetaban en vilo.
—Esto que me estás haciendo no está bien —murmuré sobre sus labios.
—Te deseo Jasper. Te deseo como jamás he deseado nada. Ardo sólo por ti...
—mordisqueé sus labios.
—Yuna estás tan mojada ¡Dios! Eso es lobita, vamos, apriétame bien. Me
encanta sentirte contra mí. —Jadeé arqueándome al oírle—. Me enloquece
notar como te estremeces, como palpitas contra mi polla.
Él me sostenía por la cintura, me besó con ansia, con lujuria pero a la vez con
dulzura. Nos mordimos, nos arañamos y perdimos la cordura. Ahora les
tocaba hablar a nuestros cuerpos. Sus manos me quitaron el vestido y deslizó
sus dedos a lo largo de mi espalda resiguiendo la espina dorsal. Me eché hacia
atrás y sus labios capturaron mis pechos. Hacía rato que la cola de caballo
había desaparecido y mi cabello se agitaba despeinado a mi espalda como una
cascada negra.
Una vez más me invadió esa oleada de placer, esa explosión indescriptible del
climax mientras me deslizaba sobre él. Era tan excitante, tan completo,
definitivo... Era imposible de explicar, jamás había sentido nada igual. Nadie
me había hecho sentir aquella plenitud, aquel placer inconmensurable. Ambos
acabamos tirados en la cama desnudos. Sus dedos se deslizaban por mis
brazos y mis caderas. Estaba acurrucada contra su pecho y me levanté
envuelta en la sábana. Y se apoyó en el codo medio incorporado y me miró.
Necesitaba hacer algo, así que fui despacio desprendiéndome de la sábana,
quedándome expuesta frente a él. Quería que viera mi cuerpo. Ver su rostro
me encantó. Estaba lleno de deseo, de fascinación. Me mordí el labio y volví a
la cama con él. Me tendió sobre el colchón y empezó a acariciarme sin prisa,
observando mis reacciones. Le dejé hacer, saboreando cada sensación. Sus
—Tonta.
—¿Eh? Sí, sí, claro —murmuré aún confusa repasando las últimas cuarenta y
ocho horas. ¿Lo había hecho? ¿Me había tomado las dichosas pastillitas? Creía
que sí ¿Pero servirían para lobos? Quiero decir, ninguno éramos muy
humanos que dijéramos ¡Ay madre! El pánico se apoderó de mí, tuve ganas de
darme de hostias. ¿Cómo había sido tan idiota? ¿Cómo me había dejado
arrastrar así por mis hormonas?
—¡Joder fue increíble! Nunca había sentido nada igual, fue algo... aún me
tiemblan las piernas.
Ella rió de buena gana y luego con una sonrisa me dio un fugaz abrazo.
—Ese es mi hermanito, sí señor. Aunque parece que lo has dejado en las nubes
señorita. Has puesto el listón muy alto. —sonrió perversa con un guiño de
ojos. Me ruboricé.
—|Sí! Indudablemente. Mira esa carita y esa sonrisa. En sus ojos hay fuego —
me dijo señalando hacia él.
—James.
—Pasa Yuna.
—Ya te dije que estaba perfecta —sonreí medio girando la cabeza hacia él con
naturalidad.
—Perdona pero no sé a qué le refieres. Llevo unos años haciendo la mía, sin
darte muchas explicaciones. Eres tú el que me ha llamado. Estoy bien, no me
meto en líos. Estudio, trabajo... no sé. ¿Qué quieres James? No soy de llamar
mucho pero eso tú ya lo sabes.
—Olvidaba que siempre has sido muy lista... —medio sonrió—. Me han
comentado que vas con unas compañías... preocupantes.
—Por tu bien.
—Estoy harta de oír eso —dije entre dientes apartándome de James cuando se
sentó a mi lado olfateándome. Le miré frunciendo el ceño. —¿Qué haces? —
me levanté de un salto.
—¿Qué?
—¿Protegerme de qué?
—De ti.
—Tu madre te confió a mí. Quería una vida normal para ti.
—¡¿Mi madre?! James... ¡Todo este tiempo tú lo has sabido todo y no me has
dicho nada! ¡Me has manipulado para rechazar lo que soy por ti! ¿Para quién
trabajas, James? —me exasperé.
—Ya ves, a tu madre la mataron los hombres y a tu padre los lobos, irónico
¿no?
—No.
Gruñí y la cabeza volvió a rodarme cuando aquel extraño olor volvió a sentirse
sutilmente.
—Creo que es hora de que conozcas a alguien —sonrió de una forma que me
hizo estremecer.
Se dirigió hacia una de las puertas y la abrió. Por ella entraron seis chicos
¿chicos? No, eran lobos. Entre ellos estaba Binx. Me quedé de piedra
observándoles. Binx iba detrás de dos de ellos. El primero era descaradamente
imponente, atractivo, de facciones muy masculinas, su pelo negro era
brillante, tenía los labios llenos y los ojos verdosos. El otro tenía el cabello
castaño y los ojos muy negros. La verdad, en el resto ya no pude fijarme
mucho más. En la que sí me fijé fue en la que apareció detrás de ellos con una
sonrisa triunfal, Miriam.
—Ya iba siendo hora, estaba harto de esperar —dijo el moreno a James sin
perderme de vista.
Estuve a punto de caer de culo sobre la silla. ¿Hermano? ¿Aquel lobo era
hermano de James? James era humano, no había nada raro en él,
absolutamente nada, en su organismo no había rastro alguno de medicación.
—No siempre se da la genética del lobo en los hijos cuando uno de los
elementos es humano. —me dijo James. —Saluda a tu hermanastro Yuna.
—Me temo que se ha quedado sin voz de la emoción. —bromeó James con
ironía. —¡Que torpeza la mía! No os he presentado... él es Wilk.
Me faltó el aire. Aún no recordaba nada con claridad pero mi cuerpo me urgía
alejarme de él como si fuera fuego o un peligro peor. Sabía que era algo malo,
—Que podrías haberme hecho caso y no lo hiciste, aunque bueno, esto iba a
ocurrir de todos modos aunque estaba planeado de otro modo. En fin,
entonces apareció la maldita 'bendición" de las leyendas.
—Y ¡Oh! Probabas de resistir ¿sabes por qué? Por mí, no lo has olvidado —
terminó Wilk, otro escalofrío me recorrió.
—Se está poniendo nerviosa así que si vais a explicarle algo ahora mejor que lo
hagáis cuanto antes. —intervino Miriam. —Mira, ya ha llegado el que faltaba.
No podía tardar —rió mirando hacia la puerta abierta.
Cruñí de un modo ronco. No entendía qué hacía allí, su padre pretendía liberar
al mundo de todos nosotros... Y nos odiaba ¿entonces? Temblaba como una
hoja.
—Presiento que vas a empezar a torturarte así que deja que te ilumine —dijo
de modo petulante.
—No te creo. ¿Qué te han ofrecido? ¿Por qué has cambiado de idea? Hace
nada, nos hubieras despellejado a todos. Sabes perfectamente que lo que
estás diciendo no tiene sentido. No puede ser Cool —él volvió a extender su
mano rozando mi hombro con sus dedos. Intenté sacudirlo pero no pude,
miré sus dedos y luego a él. Cada vez estaba peor.
—Por supuesto que hay más pero no te lo vamos a decir ahora —ése fue Wilk.
—Es obvio, yo sólo voy con los más fuertes... y algo más.
—Por supuesto que sí. Eres la pieza principal —el círculo se estrechó a mi
alrededor.
—¿Seguro que quieres irte con él Yuna? —Wilk se puso frente a los otros.
—Nos vamos y nadie va a hacer ninguna estupidez. A estas alturas los vecinos
ya habrán avisado a la poli. —di un paso atrás empujando a Jasper con el
brazo que tenía extendido sobre su pecho. —Esto no le conviene a nadie
ahora.
Wilk seguía con sus ojos fijos en los míos. Miriam bufó y yo no di la espalda al
grupo hasta que los míos estuvieron fuera. Una vez en el piso inferior, me
precipité corriendo escaleras abajo hasta salir al exterior en busca de aire
fresco. Luché por respirar, por mandar aire a mis pulmones, Jasper me
sostuvo por los hombros.
—Yuna ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Estás bien?! ¡¿Qué?! ¡¿Qué puedo hacer?! —parecía
impotente.
—Sácame de aquí.
e dejé caer dentro del coche con Yuna sobre mí. Estaba
—¡¿Qué demonios pasa?! —sacó la cabeza Dennis por entre los asientos.
—¡No lo sé! —gruñí dando un golpe al salpicadero sin apartar la vista de ella.
Estaba más que preocupado.
—Eso sin contar que casi nos capturan y masacran ahí abajo —la voz de Víctor
era grave.
—Me he dado cuenta, gracias —me salió algo más agrio de lo que quería —
Perdona Connor, estoy nervioso.
El silencio fue tenso durante buena parte del trayecto hasta que Terence
decidió hacer una parada en un descampado para tranquilizarnos y ordenar
nuestros pensamientos.
—No, hizo bien. Aunque sea una cabezota tuvo razón en haceros esperar
abajo —me cortó Terence.
—¿Pero por qué lo decías, Terence? —le ignoré removiéndome rojo aún.
—Por algo que vi en ellos, historias inciertas. De todos modos ese tipejo tiene
algún tipo de influencia en Yuna. No es bueno... y menos si vuestra unión aún
no es completamente solida.
—Por fin, Dios ¡¿Estáis bien?! —corrió hacia nosotros Elle mirando a Yuna y
luego a nosotros, nuestras heridas ya estaban casi curadas.
—Hijo, tienes obligaciones. Esperan por ti, no por mí, ya no. Ha llegado el
momento de ceder el cargo.
—Aún no...
—¿Qué ha pasado? —dije mirando a todos los presentes que hincaron una
rodilla en tierra. —No hay tiempo para formalismos, levantad. ¿Qué pasa?
—¿Os han atacado? —se acercó extrañado Fred, un viejo amigo que puso su
enorme mano en mi hombro.
Cuando se trataba del protocolo o temas del clan no podíamos usar los
términos familiares.
—Creo que todo podría estar relacionado —empecé—. Tu hijo estaba con el
grupo que nos atacó esta mañana. No tenían intención alguna de dejar
marchar a Yuna. Miriam estaba con ellos —miré a su padre que dio un
respingo apretando los puños por la humillación y la rabia. La traición era algo
muy grave en nuestra sociedad.
—Por supuesto, esto nos afecta a todos. Somos una gran familia al fin y al
cabo.
—Sí.
—Hay otro asunto... —empezó a decir el líder más veterano tras mi padre.
—Es preciosa —me dijo Fred que estaba a mi espalda. —Está tocada por la
Diosa.
Dennis se extrañó. Terence frunció el ceño preparado por si alguno de los que
había presentes se tomaban aquello como una amenaza. Era complicado de
explicar ahora, tenía relación con lo que nos unía a ella y a mí. Esas leyendas
nuestras que no conocía mucho. Mis hermanos llevaban un par de días
demasiado protectores, no sé...
—Yuna, no pasa nada. Somos nosotros, tranquila. ¿Qué te ocurre? ¿Estás bien?
¿Te duele algo? —se acercó con mucho cuidado Dennis habiéndole con su voz
dulce y calmada.
—¡No te acerques! Por favor, ahora no, no me toques... —su voz parecía a
punto de quebrarse. Las lágrimas seguían bañando su bello rostro.
—Yuna, fue una pesadilla. —la miró Connor—. Ya pasó. Estás despierta,
tranquila. Mira alrededor.
Ella lo hizo pestañeando confusa aún abrazada a ella misma y se llevó las
manos a la cabeza. Suspiró tapándose la cara y se quitó la cola. Su larga
melena negra se deslizó como una suave cortina de seda negra a su alrededor.
—Yuna...
—No —puso un dedo sobre mis labios y me indicó que guardase silencio.
Negué con la cabeza, estaba aturdido. Sus ojos aún brillaban con el color de la
luna llena y poco a poco regresaban al verde. La abracé con fuerza, seguía
temblando.
Grité.
—Jasper date prisa... tenemos que preparar tu ritual. —Puede esperar un poco.
—Escúchame Yuna —la cogí por los hombros para que dejase de moverse de
un lado para el otro. Se la veía tan... indefensa. Me miró preocupada.
—¿Qué es eso del ritual? —me puso la mano en la mejilla. Su corazón latía
muy rápido y su aroma... tenía que controlar mis impulsos... pero la deseaba
tanto en ese momento...
—No me pasará nada —sonreí para tranquilizarla. —He de... asumir mi lugar.
Ella frunció el ceño y suspiró dejando caer las manos a ambos lados de su
cuerpo.
—Pero...
—Sólo lo complica más. No te preocupes ahora por mí. Tienes cosas más
importantes por las que preocuparte y para hacer. ¿Qué ha pasado?
—Han desaparecido más chicas. Dime que te sucede, por favor —le supliqué.
Podía sentir su dolor y me estaba desgarrando.
—¿También me traicionarás Jasper? ¿Me harás daño? —su voz tembló con
pesar.
Me sorprendió oírle aquello. Pensé que todo era porque al igual estaba dolida
por lo que le había estado ocultando ese James, pero ahora veía que había más
que eso, me asusté.
—No has mirado bien... Jasper... El chico moreno que visteis... Wilk... es... es mi
hermanastro.
—Él, yo... no lo había recordado nunca con claridad hasta hoy, era sólo una
sombra... Me cuesta decir ésto porque ni yo misma lo he asumido aún. Él, él...
creía que no era real.
—Sí.
—Creí que era un sueño, que nunca había pasado, pero sólo fue mi mente la
que lo bloqueó todo para mantenerme a salvo, cuerda... Todos estos años, no
lo recordaba, fue hace mucho, hay lagunas en mi memoria. Por eso yo no
podía, por eso te mantenía alejado, para que no me tocaras, yo, yo... Nunca
soporté que nadie me tocase, me sentía tan... —bajó la mirada. Seguía
temblando.
—¿Qué es lo peor que te pueden hacer? —murmuró ella. —No, tampoco sería
exacto...
15
—¡No! ¡No te vayas! ¡No me dejes! —los odiosos lagrimones seguían cayendo
por mis mejillas.
—No voy a irme a ningún lado —me miró desconcertado y volvió a abrazarme
besándome.
El sabor de su lengua se mezcló con el sabor salado de las lágrimas que besó
también enjuagándomelas con sus dedos.
—¿De verdad?
—¡Oh Yuna! Lo eres todo para mí. Te amo, no quiero perderte. Me da igual lo
que te hayan hecho y con quién hayas estado antes. Ahora estamos juntos, eso
es lo que importa. No es sólo tu cuerpo lo que deseo, sigues siendo igual de
perfecta. Pero si quieres irte... vete ahora antes de que dejarte ir sea
demasiado duro —sus ojos se aguaron un instante y su voz sonó afligida.
—¡No! —me estrechó contra él. —¡Me importas tú! Sólo tú.
Temblaba y gemí cuando sus dedos se perdieron bajo mi vientre. Poco a poco
borró todos los malos recuerdos y me amó con suavidad, despacio,
llenándome con su calor. Fue algo dulce, tierno, romántico... Yo me acurruqué
a su lado mientras seguía deslizando sus dedos por mi espalda. Volvía a llorar
en silencio.
—¿Y eso?
—Estás preparado Jasper, lo harás muy bien. Puedes hacerlo, sé que es así.
—Lo sé. Pero aun así la responsabilidad es muy grande. Sus vidas estarán en
mis manos si hay un entontamiento...
—No. Tener miedo es normal —pero sabía que tras su cabeza había algo más.
Una frase que se moría de ganas de decir y que yo no estaba segura de poder
pronunciar aún. Además de querer mantenerme lejos de mis recuerdos,
quería seguir cuerda, seguir con él.
—Yo estaré ahí, te apoyaré. Sé que no es exactamente lo que quieres oír de mí,
que esperas otro tipo de compromiso por mi parte, pero por ahora es lo único
que puedo decir.
—Me gustaría que pudieras venir conmigo pero... Ahora mismo creo que
aunque me reconforta y me calma tu presencia, me distraerías y no podría
—No —me miró fijamente muy serio. Se le estaba formando una idea —
Quizás, sólo os afecte a vosotras, Yuna.
—Tengo que hablaros —dije cuando llegué abajo reuniendo a los míos. —En
privado.
—Es Yuna... —hice una pausa para encontrar la palabra adecuada. ¿Cómo era?
— Ella es, es una hija de Luna. La Marcada, la mujer de la que hablan todas las
leyendas que implican a las fuerzas de arriba. Todas y cada una de las
leyendas del libro nos llevan a ella y a nosotros.
—Joder ¿Puede complicarse más? —se dejó caer en el sillón Connor. —Por eso
los demonios iban tras ella, ¿pero cómo lo sabían antes que nosotros? Sigue
sin cuadrarme algo, esto es más serio de lo que ya pensábamos.
—Ya dije yo que esa chica me gustaba, que tenía algo. Su fuerza no era normal,
su carácter orgulloso —medio rió Terence.
Dennis.
—Tranquilo...
—¡No! Además, si hay que atacar, no vamos a poder contar con la ayuda de
ellas. ¿Recordáis como acabó Yuna? —asintieron. —Me dijo que había algo en
el aire, me preguntó si no nos afectaba. Usan algo que sólo las aturde a ellas
para dejarlas indefensas. Pero me dijo algo más sin palabras porque yo mismo
pude verlo. Era como si toda la tensión, como si todo el poder, la magia y las
emociones que había en ese apartamento incidieran directamente sobre ella.
Como un pararrayos.
—¿Crees que saben cómo desatarlos y usarla? —habló Connor que seguía
pensativo.
—Jasper, tenemos que dejar eso para luego —me recordó mi padre. —Los
chicos están haciendo todo cuanto pueden.
Terence me apretó la nuca con preocupación. Suspiré una vez más tras poner
los ojos en blanco. Dejé caer las palmas sobre mis piernas donde chocaron
resonando y me erguí saliendo hacia mi retiro espiritual hasta la hora
acordada. Alejarme de Yuna sería lo más difícil y dolería. ¡Quería matar a ese
hijo de puta!
Las horas pasaron muy lentas y cada vez estaba más nerviosa. Elle y las demás
se sentaron conmigo. No me dejaron volver a ver a Jasper en todo el día y eso
era un suplicio. No sabía en qué consistía ese maldito ritual pero no era tan
inofensivo y seguro como me quiso dar a entender. Estaba intranquilo, lo noté.
Ellas intentaron tranquilizarme, pero cuánto más cerca estaba el ritual más
Jasper salió por ella aún jadeando. Me miró y luego esbozó su sonrisa picara y
me lancé a su cuello, él se rió. Un grito salió de la cocina y todos nos
asomamos a ella. Kyla había dejado caer el cuchillo al suelo y estaba
temblando. Su semblante era ausente y sus ojos estaban abiertos de par en
par.
—¡¿Qué?! ¡No! —grité. —Hay que encontrarla —me giré para ir hacia la puerta,
Jasper me cogió por la muñeca.
—Creo que sé dónde pueden estar... ¡Vamos! ¡No podemos perder más tiempo!
No me gustaba que tanta gente tuviera que exponerse pero era lo que había y
yo aún tenía que superar lo mío.
—No sé qué pretenden... ¿Qué nos extingamos? No serían los primeros que lo
quieren.
—Lo que sí sabemos es que tarde o temprano los Del Fuego aparecerán, y sé
dos cosas —dije, —que "cogerán" las mejores muestras para fines
gubernamentales y armamentísticos y al resto los volverán normales con su
suero. Un mundo limpio de seres sobrenaturales, un nazi del nuevo siglo —
cogí aire. —Y creedme, no será agradable —me crucé de brazos para evitar el
escalofrío que me recorrió al recordar el informe de lo que le hicieron a mi
madre e incluso a mi padre. Sangre de su sangre. —Puede, que todo ésto sea
culpa mía —murmuré.
—¿Por qué dices eso? —frunció el ceño Jasper cogiéndome por los hombros.
—Si no hubieran capturado a mi madre, quizás ahora ellos seguirían sin saber
nada de nosotros.
—¡Pero nada! Basta, no hay más. No le culpes —dijo de forma tajante, algo
autoritario pero con devoción.
—Sí pueden. Las mantendré a salvo. Déjamelo a mí, puedo hacerlo —le miré
muy seria.
—¿Qué?
—Ya lo habéis oído chicas —dijo Elle que me sonrió asintiendo al igual que
Thya.
—Quédate Yuna, por favor. No puedo permitir que te pase nada. No puedo
estar pendiente de ti, de que estés a salvo, no podré concentrarme.
—¿Y yo sí puedo estar aquí sin hacer nada esperando si vuelves o no? ¡No
Jasper! Yo también voy. Sé cuidarme sólita, quiero ayudar. Es más, debo ir,
puedo ayudaros. Yo conozco ese lugar...estoy metida en ésto tanto como tú
nos guste o no. Además sin mí no podréis contar con las chicas. Sólo ruego
que sea capaz de no meter la pata y mantenerlas a todas bien. Yo voy.
—Yuna...
—No lo voy a discutir más, voy —gruñí. —No estoy indefensa, sé pelear ya te
lo he demostrado.
—No es lo mismo...
—¿Qué diferencia hay? ¿Y qué te hace pensar que no lo han planeado así? Que
me dejéis aquí sola...
Lo sabía qué nos íbamos a encontrar o si estaría en lo cierto pero seguí cogida
a la mano de Jasper. Entrar en las instalaciones fue demasiado sencillo. Todos
sospechamos de inmediato, nos estábamos metiendo de cabeza en la boca del
lobo valga la redundancia...
Cayeron de todos lados cerrando toda salida. Aquello era una ratonera. Todo
fue extraño, confuso y rápido. Todo eran gruñidos, balas silbando, garras
rasgando y sangre. Era una amalgama de sonidos y estertores, los dientes
desgarraban y las zarpas abrían la carne. Vi como llevaban a las chicas hacia
un corredor, salté en su dirección y probé a reagruparnos pero era imposible.
Estaba muy bien organizado y lo tenían todo planeado, la puerta cayó en el
pasadizo. La cabeza me rodó, sentí como las demás también quedaban
aturdidas. Vi como se acercaban a ellas. Era una toxina distinta, no podía
descomponerla, era peor Joder! Me maldecía todos los huesos, tenía que
sacarías, a ellas no...
Dos pesos cayeron detrás de mi, me debatí mientras oía a Kyla y Thya gritar.
Elle gritaba mi nombre.
—Si quieres salvar a tus amiguitos serás una buena perrita sumisa y obediente
— me dijo uno de ellos al oído mientras forcejeaba. Me habían inmovilizado,
me dolía todo. Apenas me quedaban fuerzas.
—¿Te portarás bien? —dijo Wilk poniéndome una mano bajo la barbilla y
sonrió perverso apuntando también a Jasper.
Asentí apretando la mandíbula. Aun así, Wilk lanzó una descarga eléctrica
contra Jasper que rodó lejos. Grité y miré hacia la sala principal. Aquello era
una locura, una carnicería, no podía soportarlo. Era demasiado, era cruento,
salvaje, despiadado. Era peor que cualquier escena de guerra de una película
macabra, mucho peor. El dolor, los gritos, el olor. Gente que conocía y quería
sufriendo. ¿Y todo por qué? Me sacudí, intenté soltarme pero era imposible.
Los gritos se confundían ya en mi atormentada cabeza, todo era demasiado
confuso, irreal. Sentía los efectos del sedante que me atontaba. Había
intentado escupir las pastillas que me habían metido en la boca pero una de
ellas acabó cayendo por mi garganta con violencia haciéndome toser.
Tuvieron que sacarme por la fuerza de aquel maldito búnquer. Todo salió mal,
muy mal. No podía pensar, la furia me dominaba, me sentía frustrado y
derrotado. Había fracasado estrepitosamente en mi primera decisión. Nadie
me culpaba pero yo sí lo hacía. No habíamos podido hacer nada, caímos en su
trampa tal y como Yuna dijo. Tendríamos que haberle hecho caso cuando nos
dijo que nos retiráramos, pero en medio de la batalla todos nos dejamos llevar
por el animal. Sin razonar, sólo atacando y encima la había perdido a ella.
Estaba enloqueciendo, era un dolor insoportable, como si me arrancasen el
corazón en vivo y tuviese ácido en las venas.
Aporreé una vez más la pared ya rota gruñendo y, por fin, me dejé caer en el
escalón de la sala. No podía estar abatido tenía que guardármelo dentro. Tenía
que mantener el control, sujetar las riendas, tenía un deber que cumplir.
Ahora era el líder y tenía que mostrarme fuerte delante de ellos, actuar como
era debido. Pero en realidad ahora eso me importaba una mierda... Me sentía
perdido, estaba confuso, enfadado. Todos lo entendían, era joven, tanta
comprensión me ponía enfermo. ¡¿Por qué no me gritaban?! Y me decían lo
mal que lo hacía, el desastre que había causado. No había bajas que lamentar,
al menos no de muerte. Todos irían sanando pero no habíamos averiguado
nada y habíamos perdido a nuestras hermanas, primas, madres, parejas...
—Jasper...
—Ahora no Terence... —la cabeza me rodó. Tenía que moverme o estaría peor.
Organicé a los hombres y preparé todo lo necesario. Esta vez lo haría bien.
Rescataría a los nuestros y acabaría con todos esos hijos de puta, estaba
decidido y nadie me detendría. Primero los porqués, dónde y cómo, luego la
acción.
Aturdida, miré alrededor. La luz de los fluorescentes me dañó los ojos. Noté
algo duro en la espalda y supe que estaba sobre una mesa de esas médicas,
metálicas y frías.
—¡No! ¡No es cierto! ¡No digas eso! Nos engañaron. ¡Tú no tienes la culpa! —se
apresuró a decir Thya tropezando con sus palabras.
—¿Y vosotras? —sentía que les había fallado en cierto modo, aun así... estaba
decidida a solucionar eso. Las mantendría a salvo, las sacaría de ahí, era una
promesa.
La puerta se abrió y varios hombres armados hasta los dientes entraron. Tras
éstos Wilk, el rubio, Binx, James, Cool y Miriam. Gruñí agazapándome
dispuesta a saltar componiendo el mejor aspecto que podía ofrecer. No podía
dejar que viesen lo mal que estaba. Más hombres entraron detrás. Uno activó
un mando que había en una mesa. Oí algo activarse.
—Llevadlas a la cueva con las demás, a todas menos a esas —dijo Wilk
señalando a Kyla, Greizy, Thya y Elle. —Ellas van a quedarse de espectadoras
—rió perverso.
—Podrías colaborar y todo iría mejor, querida —me cogió la cara con las
manos y empecé a temblar. —Vamos no me mires así. Tanto odio me duele.
Has sido como una hija para mí.
—Es obvio princesa. Aún no sabemos por qué hay pocas mujeres lobo, pero
estamos en ello, al menos tenemos un remedio, varios de hecho —me empujó
hacia las manos de Binx que a su vez me mando hacía Wilk. Parecía una pelota.
Estaba aturdida.
—Mejor cállate si quieres seguir con vida. No, mejor... si quieres mantener
sanas a tus hijitas —dijo el rubio.
Kyla lo miró fijamente como si quisiera matarlo pero luego asintió aunque le
doliera en el orgullo cuando éste miró descaradamente lascivo a Greizy.
—¡Hijo de puta! ¡Ni la mires! ¡Te mato! —grité intentando deshacerme de las
garras de Wilk como si fuera una leona.
—No...
—Los aires de gloria y grandeza son tan viejos como el mundo. Todos los
malos quieren el poder. ¿No tenéis nada más original? —le miré desafiante
cuando me giró cara hacia él conteniendo un escalofrío.
—Me temo que no lo entiendes pequeña. Preciosa, abre los ojos, no seas
ingenua. Las cosas están cambiando, nosotros no somos los radicales,
dejaremos vivir a los que nos acepten. Hay muchos que quieren exterminamos
y se están moviendo. Otros pretenden usarnos con lo que si no hacemos algo
pronto... ellos darán el pistoletazo de salida, como si no lo supieras. Hay
alguien aquí que puede corroborarlo.
—¡No eres más que un peón! —espeté. Así que el verdadero peligro por ahora
era sólo Cool. Vaya con el chico. Apreté el puño rabiosa.
—¿Y tú qué? ¿Crees que no te mataran cuando ya no les sirvas? Éstos no son
un clan ni son nada...
—¡Puta!
—Oh Yuna, Yuna. Yuna... ¿Te creía más lista? Un poco de visión querida...
—Te jode que tengamos parte de razón ¿verdad? —se agachó frente a mí ya
que me había caído de rodillas al suelo jadeando. Sus manos cogieron mi
barbilla, yo aparté la cara bruscamente y le di una bofetada.
—Si tan buena es vuestra idea... ¿Por qué no reclutáis al resto de clanes? No lo
contáis todo. ¡¿Y qué pinta entonces Cool aquí?!
—Pero basta de tanto hablar como gallinas cluecas —ése fue Binx.
cara a las chicas. Tenía una de sus rodillas al final de mi espina dorsal para
que no pudiera hacer nada para atacarle.
Kyla soltó un gritó de asombro, sus ojos se abrieron de par en par, su reacción
me recordó levemente a la de Jasper. Jasper... necesitaba sentirle... Cada vez
estaba peor y no era sólo por lo que me hubieran inyectado y lo del aire, era la
lejanía con él. Me dolía el corazón, me dolía el pecho, los pulmones... era como
si me estuvieran desgarrando poco a poco. Una furtiva lágrima resbaló por mi
mejilla. Wilk me tiró del pelo y lamió mi cuello.
—Ya veis como están las cosas... Kyla —le dijo éste y acto seguido me tiró
sobre la mesa.
—Debe ser frustrante para una guerrera como tú estar aquí encerrada,
indefensa —rió Binx agachándose frente a ella y cogiendo un mechón de su
pelo que olió. —Me encantará divertirme contigo.
—Cuidado con lo que deseas Thya. Aunque sería una pena tener que llegar a
eso. Bajo esa fachada de amazona hay una mujer muy hermosa —la miró el
rubio.
—¡No les hagáis daño! ¡Dejadlas! —grité viendo como Binx rozaba la piel de
Elle que se estremeció gruñendo de un modo terrible. Su cuerpo parecía febril
y una luz rojiza la envolvía.
—Está en tú mano Yuna, puedo conceder ciertos privilegios... —la mano que
Wilk apretó contra mi vientre me hizo pegarme a la mesa.
Intenté rebullir, de hecho me sacudí. Wilk rió y dio una patada a la mesa,
camilla o lo que fuera que se desplazó acercándose más a la celda donde
estaban ellas. Me cogió y volvió a ponerme frente a ellas. No podía librarme de
él. Cada vez estaba peor, sudaba y no podía respirar bien, mi pulso se disparó.
Acercó su rostro a mi cuello y olisqueó.
—Aún hueles a él. Es un tipo interesante, un líder fuerte, muy bien dotado. Es
una lástima que tengamos que matarle —susurró a mi oído.
—Tranquila, te guardaré un puesto de honor para que veas como muere ese
perro. ¿Has acabado con el numerito?
—¡No!
Wilk empezó a deslizar sus manos por mi piel y empecé a temblar aunque no
quisiera. El mundo estaba empezando a desaparecer, el pánico se adueñaba de
mí. «Otra vez no, otra vez no» me repetí, no podía ocurrir de nuevo. No, no
podía permitirlo. No, no lo soportaría, otra vez su cuerpo dentro de mí. ¡No!
—¿No es perfecta? Tan bella que corta la respiración. Frágil, dulce, llena del
poder de la Luna.
Me lamió la cara. Ni siquiera pude resistirme por mucho que intentase luchar,
defenderme. Me tiró al suelo, me sentía rota. Hizo una seña a Cool y él se
acercó. Era incapaz de hacer nada. Volvía a ser esa niña...
—Lo que digo, lo cumplo —se apartó. —Ésta no es la única guerra Yuna.
Digamos que Cool, está más interesado en nuestra oferta. Hay otro enemigo
oculto. Un grupo de humanos... se hacen llamar los Descendientes —me dijo
con la vista fija en mí. —Más vale ser uno de los nuestros ¿no, Cool? Éste se
agachó frente a mí.
—Con cuidado chicos, no queremos lastimarla —rió Miriam —es frágil, sed
suaves con ella.
Noté el desgarro y algo estalló dentro de mí. Fue algo parecido a ver una
piedra impactando contra un jarrón que mandaba cristales a cámara lenta por
toda una habitación. Hubo un grito desgarrador que casi me dejó sorda y...
algo pasó. Oí despotricar doloridos a Cool y Binx. Wilk mandó salir a los
demás muy enfadado. Su voz destilaba ira a raudales aterrándome.
Pero nadie iba a venir a salvarme. Lo sabía, sólo contaba conmigo misma.
Jasper se culparía y yo me culpaba por haber insistido en venir. Y tenía razón,
pero era una cabezota testaruda. Jasper, grité y de pronto sentí otra explosión
de energía y Wilk salió despedido con un gruñido. Intentó atacarme pero no
podía llegar hasta mí, una especie de escudo me protegía. Gruñó de nuevo y
salió dando un portazo. ¡Lo había conseguido!
Me dejé caer al suelo, ahora sólo quería que acabase todo, que acabase cuanto
antes. La sangre me ardía como veneno. Ahora mismo yo no era más que un
cuerpo vacío, mi mente vagaba lejos protegiéndose. Apenas me enteré de que
se había ido, de que ya no me podía hacer daño, que no había podido volver a
hacerlo, como mínimo, no del todo. Sentía mi sexo palpitar dolorido, olía mi
propia sangre resbalando entre mis piernas húmeda y ardiente. La ira aún me
inundaba. Estaba cansada, cansada de pensar, de intentar asimilar lo que
había pasado. Seguí temblando y me hice un ovillo dando un respingo cuando
oí una puerta cerrarse. Empecé a llorar. Ya no me importaba ser digna, ni
mantener la compostura ni si actuaba con honor u orgullo ni nada. Me sentía
vacía, desprotegida, sucia, mancillada, inútil. Ya no quería ser fuerte, quería
desahogarme, dejar fluir la ira y el miedo. Ser simplemente una niña.
—¿Tú también? —no me hacía falta mirar para saber quién era.
James.
—Yuna... lo siento... Yo no quería ésto —su voz sonaba tan sincera, tan
desgarrada y dolida.
—No...
—Pequeña...
—¡No! ¡Suelta! —me sacudí. —No te creo —mi voz era quebrada.
—Lo haré —me dio un beso en la sien y me dejó tendiéndole algo a Kyla —
Guárdalo, ábrelo cuando estéis fuera. Ahí está la respuesta a vuestro
problema. Lo siento de verás. Se les ha ido de las manos.
Ella lo miró desconfiada pero asintió al notar que no había nada peligroso y
esperó a que saliera.
—Yuna, hija...
—¡Ni una palabra a él! Ni una palabra —murmuré, pronunciar su nombre era
demasiado terrible ahora.
—Yuna.
Me tapé los oídos. No quería oír, me acurruqué y cambié. Pude hacerlo por fin.
Era más fácil soportar el dolor como loba, dejar que la parte animal se
impusiera, que eliminase la parte racional, que borrase las emociones, los
recuerdos. Quizás así la droga iría más lenta... Me quedé insensible sobre la
manta. Reflexionando.
Lo único que tenía claro era que no iba a dejar que tocasen a ninguna chica y
ellos lo sabían. A mí no podían controlarme, ya no podían hacerme nada e
impediría que tocasen a cualquiera. O me mataban o no había nada que hacer,
a no ser que de verdad esa droga me dejase sin voluntad. Todo empezaba a
darme igual, a quedar insensible ¡Oh No! El tiempo se congeló para mí y el
corazón se me encogió. Todo mi ser dio un brinco al reconocer aquel aullido.
Wilk entró como un rayo y me arrastró con él, lejos de las demás.
L que era. Me había puesto una cadena alrededor del cuello. Jasper se
detuvo en seco soltando un gruñido aterrador. Mis ojos encontraron
su mirada dorada y asentí. El miedo había desaparecido y la lucidez
iba regresando a mí a marchas forzadas abrasándome por dentro. En
completa sincronía yo me agazapé cuando él saltó. Sus fauces se cerraron
sobre el hombro de Miriam al esquivarlo Wilk. Yo rodé y lo arrastré conmigo al
no soltar éste la cadena y me abalancé sobre él. Jasper se encaró con Binx y yo
seguí enzarzada en una pelea lobuna con Wilk. El resto de los chicos ya se
encargaban de los demás. Sólo quedábamos Wilk y yo. Jasper se acercó con el
morro retraído, gruñendo agresivo y con los colmillos relucientes. Yo me giré
cara a él y le gruñí contundentemente. Fue una orden, líder a líder, Wilk era
mío. Alrededor nuestro, se había formado un círculo, estaban todos al
completo mirando la pelea.
El macho era más fuerte y pesado pero yo era más ágil y rápida. Tenía que
aprovecharlo, él se cansaría antes también. Gemí cuando tiró de la cadena con
la pata pero me zafé de sus dientes recibiendo una coz en el costado. Salté, los
dientes restallaban, él tenía experiencia en esas lides. Yo no. Acabé bajo su
peso pero calculó mal la posición y vi la oportunidad. Me sacudí y giré el
cuerpo hacia arriba. Giré el cuello, su yugular estaba ahí así que clavé con saña
los dientes en la blanda superficie expuesta. Oí el crujido, la piel se rasgó, el
pelo erizado se ensangrentó, la presión cedió y pude levantarme sacudiendo
su cuello. No paré hasta que Jasper se acercó a mí dándome un toquecito
suave con el morro.
podía respirar. Estaba medio muerto... ¿Por qué? Él era mi hermanastro. ¡Dios!
Me dejé caer sobre su costado sollozando.
Cuando Jasper salió del búnquer seguido de los demás lo hizo como hombre.
Nosotros tres al salir fuera también habíamos cambiado. Dennis me había
envuelto en un trozo de tela. Temblaba. Me levanté al verle. Dudé entre correr
y enterrarme entre sus brazos y esperar. Volvía a estar llorando sin darme
cuenta. Restos de sangre manchaban su piel, me alarmé. Sus rasguños
sanarían enseguida pero aún así...
—Del Fuego —le miré y observé alrededor. Parecía que todo un ejército nos
estaba apuntando. —Basta ya, ya vale ¿Qué le hemos hecho nosotros? Somos
personas igual que usted. Tenemos sentimientos, sueños ¿Acaso no somos
más humanos nosotros? Nosotros no le volvemos la espalda a nuestra familia.
¿Por qué no ve que es una locura? ¿Por qué no aprendemos de la historia?
¿Qué quiere? ¿Otro genocidio? Ya basta. Déjenos vivir nuestra vida. No
hacemos mal a nadie. Nadie puede ser igual a otro ser. Si existimos es por
algo, al igual que usted. No nos obligue a defendernos... Todos sabemos cómo
acabará. Estoy harta de luchar por estupideces. No creo que todos esos
hombres quieran morir... Tienen miedo como nosotros y solo quieren volver a
sus casas con sus mujeres e hijos y abrazarlos... Él sonrió amargamente y
pateó una piedrecita mirando el suelo pedregoso. Los más cercanos bajaron
un poco las armas.
—Me temo que voy a tener que rendirme a la evidencia, tienes razón.
—He necesitado casi toda una vida para que al final una niña me muestre la
verdad. Descubrimos lo que pretendían. No era yo el que estaba llevando el
laboratorio. Eso fue una lacra para mi familia, varias generaciones han jugado
a ser dioses, tanto que hemos olvidado lo verdaderamente importante.
Me horroricé.
—Cool.
—Grave error mío —bajó la cara para que no viera las lágrimas. —Me di cuenta
tarde de que estaba actuando suplantándome. Al principio su plan era
—No cantes victoria Dennis, esto es sólo un aplazamiento. Miente, sólo sabe
que hoy no podría ganar, no aún.
Me volví a tiempo para ver a Miriam y dos hombres, sentí una fuerte vibración
que salía de ellos.
—No será tuyo. Ese puesto debería ser para mí —gruñó ella con odio.
Dos hombres de Del Fuego dispararon. Las balas se acercaban cortando el aire
con su silbido característico. Vi salir el hechizo y el rayo de los tres lobos,
incluida Miriam. Salté al frente y puse los brazos en cruz protegiendo a Jasper
y a todos ellos sintiendo el crepitar de mi propia energía alrededor, un
remolino de aire furioso revolvió mis cabellos. Extendí bien los brazos,
recordando algo que había pasado en el apartamento de James. Tenía que
hacerlo. Mis instintos sabían lo que debían hacer. Apreté los puños y extendí
las palmas sintiendo expandirse el poder concentrado en ellos. El rayo ya
estaba ahí envuelto en la venosa magia de Miriam. Los ataques parecieron
chocar contra una especie de pantalla, atraídos hacia mí como un imán.
—Lo siento. Siento no haber podido llegar antes —susurró besándome una y
otra vez con delirio mientas acariciaba mi espalda desnuda.
Me abrazó más fuerte, estaba llorando una vez más. Me puse de puntillas y
entrelacé mis manos tras su cuello y me fundí entre sus labios de terciopelo.
No había nada más que él y yo. Nosotros. Me soltó apartándome sólo un
poquito y vi como todos ellos se abrazaban. Tras el reencuentro observé a
Thya. Estaba muy quieta a un lado, apartada de sus hermanas y hermanos.
Lloraba, la vi tan frágil por primera vez. Me solté de la mano de Jasper y me
acerqué a ella. Me miró mordiéndose el labio para ocultar el temblor del
sollozo. La abracé con fuerza y ella rompió esa fachada y se desahogó.
—Ya pasó —le cogí la cara. Ella aún sollozaba intentando contener un hipido
—Estamos bien que es lo que importa —le froté la espalda afectuosamente,
reconfortándola.
Ella sonrió y yo volví junto a Jasper tras haber abrazado a Greizy que no me
soltó hasta asegurarse de que estaba bien y de darme las gracias.
—Nos ayudó —Jasper me levantó la cara por la barbilla. Las lágrimas brillaron
un instante tras mis ojos y luego me mordí el labio levantando la cara. Asentí y
dejé que me llevasen a casa.
sos últimos días habían sido un infierno. La culpa aún seguía ahí,
—Nos pidió que no te dijéramos nada Jasper. Tanto por ella misma, cómo
porque te conoce y sabe que te culparás...
—James me dio ésto —me mostró un papel Kyla. —Sé lo que ocurre. Algo
cambió en la materia de los planos debilitando la magia de nuestra diosa y la
de la Luna dejando la nuestra atada. Por eso nosotras nos estamos
marchitando, la magia de ella es más fuerte en nosotras. Yuna puede romper
el bloqueo.
—Pero su poder está atado por eso mismo —la miré exasperado.
—Jasper, con un poquito de ayuda tuya su poder quedará libre. Pero eso va
ligado al «otro» tema. Tiene que aceptarse y aceptarte.
Me llevé las manos a la cara y a las sienes. Yuna era muy cabezota. No iba a
ceder, no cambiaría de opinión. Mi amor por ella parecía condenado a ser un
imposible. Aunque me quisiera ella no podía hacer esto y yo no quería
Me sentía alejada de él, como si se hubiera roto ese lazo que tan
estrechamente nos había unido. Me sentí morir, necesitaba ver su cara, sus
ojos dorados, sentir sus besos... Estaba vacía sin él, sola, perdida... Y era mí
sol, mi vida... ya no podía seguir sola. Le quería a él, quería a la familia, quería
la unidad, quería el clan. Necesitaba eso, era parle de mí, era lodo. Siempre
había estado ahí pero había huido. Ya no podía darle la espalda una vez
conocida la felicidad, el dolor ya no importaba, el pasado tampoco. No
existiría un mañana si no estaba con él. Éramos una sola pieza. Ya no tenía
miedo, tenía un apoyo en ellos, tenía amor. Basta de huir, basta de miedo,
basta de soledad, pero no le sentía. No le sentía y le buscaba, se había rendido,
había renunciado ¡No!
—¡Jasper!
—¡Eh! ¿Qué pasa? —me alzó la barbilla con un dedo mirándome con esos ojos
dorados y ardientes. Mi pulso se disparó, su sonrisa traviesa ocupó su cara de
ángel. Sus brazos me estrechaban.
—¡No vuelvas a hacerlo! ¡Nunca! ¡¿Me has oído?! —jadeé aún asustada. —Creí
que te había perdido... No podía encontrarte, ni sentirte... ¡Fue horrible!
—¡No me mires así! —le golpeé con suavidad el pecho. Él me cogió la cara para
que le mirase. —¡No! Deja, soy un desastre.
—¿Qué te pasa?
—No te vayas... No me dejes... ahora no, por favor. Lo merecería pero... —sus
brazos me apretaron más contra él. —Te quiero, te quiero más que a nada
Jasper. Eres el aire que respiro, eres... todo. No puedo evitarlo, ya no puedo
más. Estar sin ti me duele, me mata no tenerte cerca. Te amo —susurré
atropelladamente en su oído. —Quiero esto, lo quiero de verdad...
Me levantó entre sus brazos con facilidad y me besó con una pasión
arrolladora. Desesperada se lo devolví, luchado por contener mis deseos de
que me poseyese ahí mismo. Su pecho emitió ese sonido sordo y ronco. Me
afianzó bien y me llevó a la habitación. Me amó como ninguna otra vez hasta
entonces, fue distinto, especial.
Me acomodé sobre su pecho y le miré. Resplandecía. Era feliz...al cien por cien.
—Sin prisa, estoy muy bien así. Solos tu y yo... Hay muchos años por delante.
—Sí, quiero.
Él rió besándome a la vez que rodaba sobre mí para volver a empezar donde lo
dejamos. Luego como salido de la nada me colocó un precioso anillo en el
dedo.
ajamos al salón al poco, pues Jasper tenía asuntos que atender y más
—¿Cómo estáis? —le pregunté a Elle mientras echaba una mano a Kyla con el
café.
—Así que tú eres la chica de Jasper —se levantó una mujer. —Deja que te vea
querida. Soy Freya.
—Vaya —sonrió. —Eres un cielo. ¿Qué crees Yasraena? —miró a otra mujer.
Esas debían ser las más mayores de todas las que estábamos ahí.
—Entiendo.
—¡Oh! ¡Me alegro tanto! —me abrazó Elle. Yo volví a ponerme roja y sonreí.
—Yuna, chicas... ¿Podéis venir un momento por favor? —asomó por la puerta
Jasper haciendo acallar el griterío.
Miré a todos los lobos que allí había e inspiré. Una sensación cálida me
envolvió el corazón y yo simplemente me dejé llevar por fin.
—Esto, yo... Supongo que todos sabréis que hasta hace unas semanas no tenía
ni idea de todo esto. Es más, para ser sincera, me aterraba la idea de unirme a
alguien o algo. Sólo iba viviendo sin atarme a nada para, no sé, no tener que
involucrarme o sufrir. No estoy muy segura, es un tema un poco complicado
pero estoy aquí y me someteré a las pruebas que creías oportunas. Sé que ésto
es algo serio y que o te comprometes o no sirve. Sé lo que significa, no hay
vuelta atrás. Entiendo lo importante que es para vosotros. Antes veía a Jasper
hablaros y no podría haceros entender lo que me hizo sentir con palabras
pero sí lo puedo compartir como una más de vosotros. Aún desconozco
muchas cosas, pero aprendo rápido. Ellos fueron testigos de mi... cambio y os
aseguro que me consideraba y considero muy normal. Creía que era una
humana del montón. —sonreí divertida. —Me pongo en vuestras manos. Me
expongo a vuestro sabio juicio. Yo no sé, si realmente estoy preparada o si
sirvo para esto. Ni siquiera sé si lo haré bien, pero sí puedo decir que intentaré
hacerlo lo mejor que pueda. Me entregaré a ello en cuerpo y alma, y espero no
defraudar a nadie y poder superar lo que me tengáis preparado. Soy un poco
malcarada y no soy la típica chica obediente que se queda a un lado, pero soy
así. Siempre he sido independiente y he luchado mis batallas por mí misma.
Ésto no ha acabado aún y me gustaría ayudaros. Quedan muchas batallas que
librar y además está este chico que me ha vuelto loca —bromeé. —En fin... ya
lo he dicho. —Acabé y tras echar un vistazo a los presentes, busqué a Jasper
que me tendió la mano con una amplia sonrisa.
Suspiré aún nerviosa y sentí que me había quitado un peso de encima. El pulso
empezó a recuperar su ritmo normal y Jasper me besó orgulloso con esa
sonrisilla suya. Víctor asintió y Terence me guiñó el ojo levantando el pulgar.
Medio sonreí y me quedé a un lado.
—Yuna —me cogió las manos Kyla. —Tienes que hacer lo que te expliqué.
Levanté la vista al techo acristalado. Las nubes cubrían un cielo gris, Kyla me
explicó que yo era especial. Llevaba la marca de su Diosa. Tenía un don, era
poderosa. En fin, que poseía la magia antigua de la luna. Mi padre, por lo que
se ve, también me había dejado su herencia...
Me dijo que pesaba una barrera sobre el influjo lunar. Eso afectaba tanto al
nacimiento de mujeres-lobo cómo al ciclo de la tierra y el mar y que sólo yo
podía restablecerlo.
No sabía cómo iba a hacerlo. Es cierto que me sentía distinta, que notaba la
luna sobre mi piel y la energía que fluía en todo pero aún no acaba de asumir
que yo fuera su salvadora. La doncella de la luna que mencionaban todas sus
leyendas. Una especie de diosa capaz de hacer cosas increíbles. Tampoco
habíamos tenido tiempo para mucho, pero tenía la marca y había hecho
aquello contra Miriam y esos patéticos hechiceros. Suspiré y miré a Jasper.
Yo asentí y volví a mirar el cielo. Lo haría por todos ellos y por mí. Cerré los
ojos y me concentré en mis instintos. Sentí esa corriente de energía fluyendo
por el centro de la tierra y levanté los brazos. Algo se expandió dentro de mí,
estalló como una estrella en el universo. Oí la llamada, algo inexplicable. De
mis labios salieron las palabras de una antigua invocación que siempre había
estado encerrada dentro de mí, la entoné con fluidez. Sentí una extraña
calidez que me envolvía. Abrí los ojos y vi como un haz plateado me bañaba.
En lo alto del cielo nocturno brillaba una inmensa luna llena, plateada como lo
eran ahora mismo mis ojos ya que los veía reflejados. Estiré el cuello, afiancé
las patas delanteras dejándolas bien estiradas y apoyé los cuartos traseros en
la madera. Me había transformado, la llamada del instinto no podía hacerse
esperar. Creo que todos pudimos sentir aquella fuerza, aquel poder ancestral.
Aullé alzando el morro hacia aquel astro plateado.
La Saga continúa…
Avance especial.
«T erence miró su propio reflejo en el cristal del barato y dio otro trago
más de su cerveza apoyando el botellín en la mesa. La llegada de
Yuna hacía ya casi un año había despertado recuerdos que creía
tener olvidados a la fuerza y bajo llave. Cansado, se frotó los ojos y
apretó los dientes harto de ese dolor. Ni siquiera era capaz de soportar su
propia imagen así que se levantó algo desequilibrado a causa de los efluvios
del alcohol que inundaban sus venas y sopesó qué hacer.
Quería poder ahogar ese sufrimiento lo más hondo posible. Olvidarlo, dejar de
sufrir y de estar asqueado y enfadado por todo. Y lo peor era que había
mentido a su hermano. Lo había hecho porque nadie más que él sabía la
verdad. La realidad de su cruda historia, de su tristeza y tampoco quería
contarla ni preocupar más a Jasper. Éste ya tenía suficiente sobre sus
hombros. Por suerte, lo suyo había acabado bien y se alegraba de su felicidad
más que nadie, pero no podía soportar ver cada día como él tenia todo lo que
podía desear. Se enorgullecía de ellos pero ver sus arrumacos abría esa herida
sangrante cada vez un poco más. No podía seguir allí por el bien de todos pero
tampoco podía irse. No cuando había un grupo de locos acechando para
exterminarlos o usarlos como perros de caza. Debía proteger a los suyos y no
permitiría que tocaran a la marcada de su hermano por nada en el mundo.
Antes vendería cara su piel. Mejor morir luchando que lamentándose en un
rincón. El lobo de Jasper era el más fiero de todos pero él, a diferencia de su
hermano pequeño, no tenía el autocontrol que tenía el alfa. Eso lo convertía en
alguien letal, inestable y peligroso porque la furia de su bestia interior no
tenía problema en salir a la superficie.
—¡Lo siento, perdona! ¿Te he hecho daño? —le preguntó una voz de mujer, era
una voz suave y delicada.
Quizás la más delicada y sexy que jamás había escuchado y que parecía
enredarse entre sus venas gravándose en su mente a fuego, haciendo a su
polla palpitar.
Continuará...
Aquí os traigo una sorpresa más que jugosa, ni más ni menos un relato de
Olga Salar, la escritora de Melodía Inmortal, que participo en el reto de la Saga
Lobo con este fantástico relato que a mí, me cautivó y con el que nos honra.
Le deseo mucha suerte con su obra, que es espléndida, desde luego todo un
sueño más que merecido
Puedo notar las gotas de sudor resbalando por mi frente y deslizándose casi
en mis ojos, pero no tengo tiempo para apartarlas de un manotazo. Sigo
corriendo con los brazos flexionados para impulsarme en mi desesperada
carrera.
Sé que él está cerca. Noto su presencia a pesar de que corre tan sigilosamente
que podría estar detrás de mí y yo no me daría cuenta hasta quedar atrapada
por sus garras.
Llevo tanto rato corriendo que empiezo a notar el cansancio, pero tengo que
llegar a cubierto antes que me alcance o desaparezca la poca luz que se cuela
entre los tupidos árboles que voy sorteando.
¡Mierda! Sé que el olor a sangre dispara sus sentidos y hace que le resulte aún
más fácil encontrarme. Me restriego las manos en los pantalones e intento
levantarme. Un aullido me anuncia que está cerca y yo estoy tan agotada que
no tengo fuerzas para volver a correr, así que busco un lugar en el que
esconderme. A veinte pasos hay un espacio lo suficientemente agreste como
para que, con un poco de suerte, pase de largo y no me vea.
Cuando consigo llegar, me dejo caer sobre la hierba y extiendo los brazos y las
piernas, intentando estirar los músculos que siento agarrotados por el
esfuerzo.
Quiere que sepa que está ahí, no es un error de cálculo, sino algo premeditado.
No me da tiempo a ponerme en pie cuando veo una figura oculta entre las
sombras. Mi corazón se dispara nuevamente aunque esta vez no tiene nada
que ver con el esfuerzo físico.
—Ya lo sabes.
—¿Estás bien? —pregunta sobre mi oreja. Noto el cálido aliento que escapa de
su boca entreabierta.
—Sí. —contesto al tiempo que me aprieto más contra él. El calor que
desprende su cuerpo desnudo hace que me moleste la ropa que me cubre. Me
alegro que se haya transformado antes de atraparme, no porque le tema, sino
porque puedo disfrutar de la visión de su cuerpo. Aunque en este momento lo
que menos quiero es mirar...
Noto como sus manos recorren mi espalda y siento el tirón con el que
desgarra mi sujetador deportivo. Nunca tiene la suficiente paciencia como
para intentar desabrocharlo, sólo se limita a romperlo, y aunque sé que
después estaré molesta, en este momento no me importa, porque deseo que
recorra con sus labios mis senos y el sujetador es un impedimento.
Con delicadeza, con apenas un roce, bajo la mano hasta su estómago y voy
bajando lentamente. Noto su gruñido en mi boca y sigo torturándolo cada vez
más despacio, cada vez más abajo.
Siento su peso sobre mí cuando nos tumbamos sobre la hierba. Apenas puedo
respirar de cuánto lo deseo y sé que él siente lo mismo porque le tiemblan las
manos cuando me aparta un mechón de cabello de los ojos.
Baja la cabeza y la hunde en mi cuello. Noto como arrastra sus dientes afilados
por detrás de mi oreja, la sensación es tan placentera que se me nubla la
mirada y no veo más que manchas oscuras.
Intento ahogar mis gemidos a pesar de que sé que nadie más que él puede
escucharlos y echo la cabeza hacia atrás para dejarle el cuello al descubierto.
Sé que voy a morir lentamente cuando se introduce con cuidado en mí. Jamás
conseguiré acostúmbrame a sentirlo mío, comienza a moverse y me acompaso
a él.
—¿Repetimos mañana? —me pregunta con una sonrisa picara en los labios
mientras estamos tumbados sobre la hierba, incapaces de movernos.
Jasper: Estatura: 1,90, Pelo: Negro y corto. Ojos: Dorados, Edad: 2S Raza:
Lobo, Clan: Lunitari
Es un hombre serio, leal y letal así como observador. Una vez ataca no hay
nada que hacer.
Terence: Estatura: 1,95 Pelo: Castaño oscuro, le llega hasta los pómulos
(se le forman rizos en el cogote), Ojos: Burdeos, Edad: 35, Raza: Lobo, Clan:
Lunitari
Sobre él: El mayor de los siete hermanos Lunitari es sin duda el más duro,
serio y reservado de todos. Se escuda en su mal humor y su estricta educación
marcial. Es borde y de poca paciencia. De afilado instinto este lobo dominante
no deja indiferente a nadie.
Victor: Estatura: 1,89 Pelo: Negro. Ojos: Miel, Edad: 33, Raza: Lobo. Clan:
Lunitari
Sobre Él: Víctor es el comandante de las tropas familiares, duro, serio y con
una determinación de hierro. Es un buen rastreador e investigador. Además de
tener mano con la informática y la electrónica es un hombre reservado y
bastante casero. Cuando habla lo hace habiendo sopesado todas las opciones.
Thya: Estatura: 1,87 Pelo: Rubio, Ojos: Caramelo, Edad: 33, Raza: Lobo,
Clan: Lunitari
Sobre ella: Esta bella loba fría y arisca oculta una terrible herida en su corazón.
Nadie conoce su secreto pero sí como sobrelleva ese dolor y ése es su
hermano Terence. Reservada, dura y más bien borde con los demás es en
realidad una persona con mucha ternura que ofrecer.
Es una buena estratega y luchadora. Lo que desea más que nada en la vida es
poder recuperar lo que la vida le arrebató y formar una familia. Su reto:
aceptar que la culpa no puede seguir atormentándola y aprender que su
destino sigue adelante pese al dolor que ha de superar.
Elle: Estatura: 1,79 Pelo: Castaño, Ojos: Ámbar, Edad: 27, Raza: Lobo, Clan:
Lunitari
carácter fuerte y orgulloso no se deja dominar por nada ni nadie. Elle es como
una amazona indomable llena de vida. Una belleza salvaje que desea ante todo
encontrar algún día a su pareja real.
Leal a los suyos y todo bondad para los justos y buenos. Se convertirá en toda
una guerrera frente a la maldad. Suave, frágil y cálida. Elle es todo un mundo
por descubrir bajo esa fachada de hermosa diva inalcanzable.
Greizy: Estatura: 1,76 Pelo: Castaño Claro, Ojos: Almendrados, Edad: 18,
Raza: Lobo, Clan: Lunitari
Es severa y exigente pero sólo pide una cosa y es que la gente diga la verdad y
se muestre tal cual es. No soporta la falsedad ni la debilidad. Le gusta la acción
y ayudar a los demás. Es una persona generosa y sobretodo es alguien con un
corazón enorme que necesita encontrar su lugar. Tras el ataque de los Del
Fuego, Greizhy quedará marcada para siempre. Su ego sufrirá un revés al ver
la cara oscura de la vida y que quizás no es lo suficientemente dura ni fuerte
para seguir adelante sola y menos con lo que el destino le tiene preparado.
Dennis es más callado que Connor, siempre suelen salir de juerga juntos y se
acoplan bien a la hora de luchar o practicar deporte. Este par aunque parezcan
no ser ninguna amenaza, esconden un letal animal en su interior, uno
protector y duro. Unos lobos que necesitan de mano dura y muchas dosis de
cariño y humor.
Cool Del Fuego: Estatura: 1.72, Pelo: Negro, Ojos: Aguamarina, Edad:
22, Raza: Humana
Sobre él: Ambicioso, frío y cruel. Obstinando y poderoso siempre consigue lo
quiere sin importar los medios. Este ex amigo de Yuna sólo desea el poder y
hacerse con el control sobre los seres sobrenaturales.
Heising Y Kyla:
Macho —»Estatura: 1.90, Pelo: Castaño, Ojos: Almendrado, Edad: 59, Raza:
Lobo, Clan: Lunitari
Hembra—» Estatura: 1.76, Pelo: Rubio rizado, Ojos: Miel, Edad: 52, Raza: Lobo,
Clan: Lunitari
Líderes iniciales del clan Lunitari, ambos alfas fuertes y respetados. Cariñosos
y estrictos con sus hijos. Siempre están para ellos, ayudándoles y
apoyándoles. Son una pareja inseparable que se ama por encima de todo y que
antepone el bien común al individualismo.
Aunque hayan cedido las riendas a Jasper siguen siendo fuertes y siguen en
activo luchando por mantener a los suyos a salvo de cualquier amenaza.
Binx: Lobo de un clan rival de los Lunitari que quiere ver muerto a Jasper
para obtener el control de los clanes. Ambicioso y envidioso hará lo que sea
para fastidiar a Jasper y obtener el poder codiciando a Yuna por ser la
marcada de Jasper y la elegida de la Diosa.