Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
los cullens
La tragedia
Alice pov
El día aun no había comenzado y ya deseaba ver el ocaso. Otro idéntico a
los tantos que vi en los últimos casi 70 años. Siempre era lo mismo, por muchas
veces que lo mirase, el sol no iba a dejar de caer por el horizonte; el crepúsculo
era inevitable.
Y Edward. No sabría decir por que, pero a pesar de ser bastante años
mayor que yo, lo veía como a mi hermano menor. Quizás era el hecho de que
estaba solo, en una casa donde abundaban las parejas. Pero nunca le oí quejarse
ni hacer nada por revertir esa situación. O quizás era su peculiar forma de ser. Su
humor apacible, sus suaves y – muchas veces – fingidas sonrisas. Podía ver en
sus ojos que no se sentía completo, había una pieza del rompecabezas que estaba
perdida, o aun no existía. A él no parecía importarle, se auto convencía de que la
vida de vampiro era así; vacía, oscura, como el penetrante cielo de la noche. Pero
según él habían estrellas, pequeños puntos brillantes que daban algo de sentido a
su eterna existencia.
-¡Se ven tan adorables! Parecen niños de seis años- Pensé. Edward me
escucharía, siempre lo hacía. Él era el único de la familia, además de mí y de
Jasper que tenía ciertos poderes. Podía escuchar los pensamientos de cualquiera,
hombre o vampiro. Un don casi tan útil como el mío. Y Jasper ejercía cierta
influencia anímica sobre la gente, si estaba en medio de un turba molesta de
gente, tenia dos opciones, o lograr apaciguar los ánimos, o todo lo contrario,
acrecentar la furia, hasta un punto critico.
Una mujer corría por el bosque esquivando todo obstáculo que pudiera
hacerle caer. Cualquiera correría con los brazos extendidos en medio de la
penumbra, pero ella no. Llevaba un bulto que cargaba apretado contra su pecho.
Entonces en la lejanía escuché gritos, acrecentando las lágrimas de la mujer.
-¿Alice? ¿Qué viste?- Negué con la cabeza, aun confundida ante la visión.
¿Qué se suponía que debía hacer? Obviamente no tenía una visión de alguien
cualquiera así por que si, a menos que nos viéramos involucrados. Algo grande
iba a ocurrir en nuestras vidas, y esa mujer tenía mucho que ver.
-No tengo tiempo, alguien la persigue, y no creo que fuera para charlar-
Dije mientras me dirigía escaleras abajo.
-Tenía razón…huele bien, para ser un pequeño- Rió Emmett detrás de mí.
Mis ojos rápidamente chequearon los alrededores, entonces vi el matorral, y algo
de color rosado. Me acerqué lentamente diciéndome una y otra vez que yo era
fuerte, y que una criatura no merecía morir por mi hambre.
La pequeña tenía sus enormes ojos castaños fijos en mí. No con miedo, si
no con sorpresa. Le sonreí suavemente, cuidando de no mostrar mis letales
armas. Entonces caí en cuenta de que no era tan pequeña como creía, no estaba
segura, pero tendría unos tres años, como mínimo.
-Mira, niña…tu madre me mandó a buscarte- Le dije con una débil sonrisa.
Era mentira, lo sabía, pero no quería que huyera y menos que gritase como loca.
Lo que menos necesitábamos ahora era que aquel tal James volviera y tuviéramos
una salvaje pelea por ella. Lo único que se me ocurría era llevarla a la casa y
ponerle encima algo abrigado, ya que estaba empapada y llena de lodo, hasta que
Carlisle pudiera averiguar si tenía más familiares.
-¿Dónde está?- Su voz era suave e inocente, no quería pensar que sería de
ella ahora que sus padres estaban muertos.
-Ella fue a un lugar, pero me pidió que te lleve a mi casa- Emmett gruño
detrás de mí, por suerte la niña no percibió aquel hostil detalle. -¿Qué te parece?
Tengo chocolate caliente y galletitas de todos los sabores- le dije con inseguridad
ya que no sabía mucho de niños, pero por lo poco que veía en las películas
rogaba que ello funcionara, y Emmett sería el que tendría que correr en busca de
las golosinas.
Emmett se había ido con Alice, con lo cual, en la casa solo quedábamos
Jasper, Rosalie y yo. Y Rosalie no era buena para calmar los nervios de nadie;
más si Emmett se había ido con alguien que no fuera ella; incluso de Alice sentía
unos celos enfermizos.
Llevábamos poco tiempo todos juntos, poco en comparación a los años
que llegábamos a vivir, es decir, la eternidad. Esperaba que poco a poco Rosalie
viera que Alice no tiene ningún interés en su marido, ni él en ella.
Rodé mis ojos mientras me acomodaba a su lado. Desde que Alice había
llegado, Rosalie no hacía otra cosa más que estar celosa de ella. Se llevaban bien,
demasiado, eran compañeras de shopping y salidas alocadas. Pero cuando Alice
desaparecía con Emmett… ¡Se volvía loca de celos! No podía entenderla, no
entendía esa sensación. Lo había visto en miles de películas; pero en mis cortos
años de vida humana jamás había llegado a sentir tal cosa, y menos en mi vida de
vampiro.
-Hola… ¿Qué hacen ahí?- Pregunto Esme con una dulce sonrisa al vernos
parados cerca de la puerta.
-¿Tienes fotos o planos?- indagué, no había nada mejor por hacer. Nunca
creí pensar esto, pero estaba deseoso por volver a la preparatoria, aunque ya la
había hecho demasiadas veces, pero por lo menos mantenía mis mañanas
ocupadas, y alguna de las tardes, cuando la ocupaba re-escribiendo una y mil
veces las tareas.
-¿Qué sucede?-
¡Están locos! No pueden hacer eso… ¿No han pensado en Jasper? ¿En
nosotros?
Inmediatamente Alice salto frente a mí. Mis ojos por unos segundos se
posaron en ella, pero luego se clavaron en los enormes ojos de la pequeña. Por
extraño que me pareciera, no había terror en ellos, quizás estaba asustada, pero
no lo demasiado como para llorar o querer salir corriendo, y eso sería fatal para
ella.
-Edward...- me riñó Alice, extrañada por mi conducta, o por algo que había
visto. Mis ojos nuevamente se encontraron con los de la pequeña, mi estómago se
sentía vacío, gritando ser llenado inmediatamente con aquel exquisito néctar que
corría por las venas de la humana.
-Jazz, por favor, Jasper…es una niña, una pequeña. Sabes que si la atacas
solo te durará unos segundos y después te arrepentirás, por favor…Jasper-
Murmuraba Alice arrodillada frente a él, mientras Emmett y yo le sosteníamos.
Poco a poco Jasper fue relajándose, lo peor había pasado.
Recorrí la cocina con mis ojos. Jasper y Alice tenían su plática romántica
por un lado, y ahora Rosalie y Emmett; definitivamente sobraba, pero temía ir a
la sala y toparme con aquel demonio que había llegado para poner mi fuerza de
voluntad a prueba. No quería herirla, no quería…realmente no.
Alice tenía razón con lo que le dijo a Jasper, sentí que iba dirigido a mí
también. Era una pequeña… ¿Cuánto me demoraría beber su sangre? ¿Cuánto
duraría el placentero sabor de la misma bañar mi garganta? Nada…segundos, y
me arrepentiría eternamente por ello. Me sentía débil y culpable. En ochenta años
no me había sentido así de desesperado por la sangre de nadie. ¿Quién era esta
pequeña que venía ahora a tentarme?
-¿Qué? ¿Esme?- Escuché a mi padre. Había llegado. Créase o no, me
sentía un poco, solo un poco más seguro sabiendo que él estaba en la casa.
Silenciosamente salí de la cocina.
Intente leer que era lo que estaría pensando en estos momentos, pero nada,
su mente estaba en blanco. Eso era extraño…demasiado.
--
-¿Si? ¿A dónde? Sus padres no están…- Alice por dentro reprimía sus
ganas de lanzarse sobre ella.
-¡Y no lo va a hacer!...lo sé…- Y si Alice lo decía era por que así sería.
Aunque realmente deseaba que no se quedara, no podía dejar de pensar en que
sería de la vida de la pequeña en un orfanato. Entre todas las opciones, ir a un
hogar para huérfanos era mejor que crecer en una casa llena de vampiros. -Y
Edward tampoco- Añadió para mi sorpresa, ya que en ningún momento le
escuché pensar aquello. Las miradas se dirigieron sorprendidas hacia mí.
-¿Edward, Alice? ¿Qué tiene él que ver, olvidas que después de mi él es…
-Si es así…me iré- Dije en una especie de trance. Esme me miró con sus
enormes ojos, rogándome que no hiciera algo así.
-No…no quiero matarla…haría lo que fuera por evitar eso…por evitar que
una gota de sangre salga de su cuerpo- Rosalie resopló por lo bajo, y le lancé una
fugaz mirada -…pero necesito controlarme primero…saber que soy lo
suficientemente fuerte como creo, y luego volveré…- Alice se acercó a mi lado y
me abrazó.
-Será así…y te tomará menos tiempo del que crees- Me sonrió. -Entonces
listo…Bella se queda- Dijo mientras saltaba aplaudiendo, y se acomodaba en el
sofá.
-Hay algo que pasan por alto…si los Vulturis se enteran de esto…no
dudarán ni un instante en encargarse de ella, sin importar cuan tierna se ve
haciendo pucheros o sonrojándose- Exclamó Rosalie, aunque su cabeza no
dejaba de poner adelante su preocupación por su propia seguridad…típico.
-¡Ah!- Exclamó Alice pegando un salto en su lugar del sofá -Los Vulturis
no lo sabrán…- Carlisle la miró pensativo, barajando las precauciones extras que
debían ser tomadas si la pequeña Bella se quedaba con nosotros.
La visión de Alice
Alice pov
-¿Otra vez? ¿Cuántas veces la has visto? ¡Al menos tres en el día de hoy!-
Escuché a Emmett reír en la sala. Bajé rápidamente las escaleras, me encantaba
cuando Emmett pasaba tiempo con Bella. Era adorable conocer ese lado de él. A
primera vista parecía rudo y de mal genio –claro, debido a su contextura física y
a su prominente ceño- pero en momentos como estos parecía un cachorrito.
Tal como Carlisle le había dicho, Bella era su cantante; su sangre cantaba
con una fuerza descomunal, únicamente para él. Obviamente ni Carlisle ni Esme
le permitieron partir para siempre, Edward pasó unos meses con otro aquelarre de
vampiros, amigos nuestros, en Denali.
Cuando volvió se sentía capaz de poder soportar estar cerca de ella, pero
había puesto una especie de alambrado alrededor de la niña, aun no era capaz de
tocarla o jugar con ella. Y como si fuera poco, o treta del destino, Bella adoraba
estar cerca de él. Cuando Edward entraba a donde la pequeña se encontraba, ella
le miraba con sus enormes ojos café, y se ruborizaba. ¡Era hermosa! Siempre
intentaba acercarse a él, pero ante las constantes negativas de Edward, Bella
terminó por desistir…pero no faltaba oportunidad de invitarle a unirse a nuestros
juegos. Algo me decía que el tiempo se encargaría de revertir esa situación…
-Oh, Bella…no es eso…es solo que Rosalie también quiere jugar con
Emmett-
-Lo sé…pero a Rosalie no le gusta jugar con nadie más que con Emmett…
yo también me sentía como tú…pero ahora estamos juntas… ¿Acaso no te
diviertes conmigo?- La pequeña asintió mientras se secaba las lágrimas con el
puño de su camisa rosa. -Mañana empiezas el jardín… ¿Estás nerviosa?-
-¿Y si no le gusto a los niños?- Le sonreí. Bella siempre tenía ese complejo
de temer no ser aceptada, quería pensar que no se debía a Rosalie…
-¿No han sabido nada del resto de su familia?- Me preguntó Jazz. Negué
con mi cabeza.
-Tiene unos tíos que viven en Florida, pero ni han hecho la denuncia de la
desaparición de Bella, ni les hemos visto cuando velaron a sus padres, solo vimos
a varias personas que pasaron de largo. El único que se quedo más tiempo al lado
del cuerpo de la madre de Bella fue un hombre con una chaqueta de policía,
seguramente fue el que los encontró. Carlisle cree que no es conveniente dejarla
con aquella familia de Florida…quizás no tenían relación con sus padres… ¡Hay
Jazz! no quiero pensar en la posibilidad de dejarla en un orfanato…- La verdad
era que no quería pensar en ninguna posibilidad que me separase de ella. Me
había acostumbrado tanto a su voz, su aroma, sus pequeños pasos. Ya hasta había
comprado cientos de libros de cocina, había armado su habitación con todas las
novedades para niños… ¡No podía irse! -Sería maravilloso poder festejar las
navidades con ella…el día de gracias…sus cumpleaños…- Murmuré
soñadoramente.
-Si es por mí, Alice…puede quedarse, con tal de que avises con tiempo si
va a lastimarse- Negó con su cabeza recordando una ocasión en que Bella se
había cortado la rodilla al caer por las escaleras. Por suerte Jasper y Edward
estaban de caza y Carlisle pudo sanarla antes de que volvieran. A veces parecía
increíble lo torpe que era…con suerte lograba dar veinte pasos sin tropezarse; era
demasiado graciosa.
Pero era compensado con su inteligencia, era una niña bastante despierta.
No dejo de sorprenderme de la ocasión en que su atención se posó en el hecho de
que ninguno de nosotros comíamos comida como ella, y no aceptó la excusa de
que era por que comíamos cuando ella dormía, o que quizás no notaba cuando
nosotros comíamos – La mayoría de las veces solíamos sentarnos a su lado y
servirnos alguna porción de comida, solo que en vez de comerla, la ocultábamos
rápidamente – Pero ella sabía que algo pasaba. En esa ocasión se limitó a decir
que sabía que era cosa de grandes y más adelante le contaríamos.
Era bastante grande para ella, pero con el tiempo le quedaría bien. No
sabíamos mucho de las comodidades de las camas de hoy en día, pero
suponíamos que una de dos plazas estaría bien para ella. Ahora era una
colchoneta donde saltaba sin parar, pero más adelante sería bastante cómoda para
dormir.
-¡Alice!- Exclamó, pero extendió sus brazos a tiempo, evitando que Bella
cayera al suelo. Comencé a saltar emocionada. Si él más mínimo contacto con
ella no había conseguido volverlo instantáneamente loco, era por que todo iría
mejor. Edward me miraba aterrorizado, sosteniendo a la pequeña lo mas lejos
posible de él, pero segura en sus brazos.
Bella le miraba perpleja, sus mejillas se habían ruborizado hasta lo
imposible, y podía sentir el tamborileo de su pequeño corazón.
Fui hacia el garaje, efectivamente Edward estaba allí, sentado detrás del
volante de su nuevo y reluciente Volvo. En todos los años que le conocía siempre
había conducido el mismo color de auto; plateado. Abrí la puerta y me senté en el
asiento de atrás.
-Edward--
-No tienes derecho Alice. No tienes la menor idea de las formas de matarla
que se cruzaron por mi cabeza- Iba a replicar, a decirle que por mucho que las
hubiese pensado no las iba a hacer, pero alzó su mano para callarme. -No tienes
la menor idea de lo que causa en mí tenerla tan cerca, poder percibir el calor de
su cuerpo, su dulce aroma rodeándome, invitándome a beberlo. Alice…cuando
pensaba que el deseo de su sangre comenzaba a ser menos poderoso sobre mí, tu
prácticamente me la arrojas encima, como se le arroja un pedazo de carne a una
fiera hambrienta y--
-¡Basta!- Le grité. Eran espantosas las cosas que estaba diciendo, el modo
en que se veía; como el monstruo que no era.
Debilidad
Edward pov
La semana se había terminado de la forma más lenta posible. No había día
en que no tuviera una enorme batalla entre el monstruo y yo. Bella comenzaba a
soltarse más con nosotros, yo incluido, y eso era insoportable. Anteriormente
Alice solía seguirle a todas partes de la casa. Ahora, exhausta de las corridas de la
pequeña, le dejaba ir libremente por todas partes.
Y ahí aparecía el miedo. El terror de lo que sabía que podía llegar a causar.
Atacar a una criatura indefensa, a una niña que apenas comienza su paso por el
mundo. A una criatura creada por dios. Perfecta en todos los sentidos. Su
irresistible aroma venía acompañado de un tentador ingrediente, la inocencia.
Bella era inocente, frágil y hermosa. Esas eran unas de sus tantas virtudes, pero
también eran esas mismas las cosas que la condenaban. Que me condenaban.
-No es bueno que calles las cosas, Edward.- Susurró Alice luego de que
hubiera acabado con un rebaño mediano de alces. Era lo único que abundaba en
esta zona. Y la situación me urgía cazar rápidamente. Me senté a su lado,
mirando las luces del crepúsculo entre los árboles.
Tenía que tomar una decisión. Tenía que alejarme de Bella. Claro estaba
que ella no se iría. Con lo cual, debía irme yo. Nuevamente me mudaría. Pero
esta vez no me sentía digno de estar acompañado; ni por mi familia ni por la
familia de Tanya. Debía irme solo para ayudar a fortalecerme. Para darme cuenta
de lo que pierdo si no soy fuerte. Darme cuenta de que o me contengo, aprendo a
controlar a la bestia que Bella despertaba, o tendría que aprender a vivir solo
mientras ella estuviera con vida.
-Creí que era fuerte,- Mis labios murmuraron. Alice me dio un suave
codazo, animándome a seguir hablando. -Jasper parece llevarlo muy bien,-
Sonreí ante la ironía. Jasper era el que menos se controlaba. Era el más débil.
Cada humano que pasaba por su lado, parecía ir hacia él servido en bandeja – o
eso era lo que él creía – Entonces ¿Por qué yo? ¿Por qué Bella tenía que ser mi
cantante?
-No Alice. No creo poder volver a ver a Carlisle a los ojos. Ni a Esme.
No,- Le detuve al ver que iba a interrumpirme. -Tengo que irme, y sabes que va a
ser lo mejor.-
-Lo sé…lo veo,- Hizo un gesto con su mano, tocando sus sienes con la
misma. -Solo que no concuerdo con que vayas solo por el mundo. Bien sabes que
Tanya no tendrá problemas en recibirte…-
-Edward. Estás armándote un teatro que no existe. Bella está bien. Carlisle
y Esme la traerán en pocas horas, sana y salva. Será como si nunca se hubiera
lastimado. Nadie va a echarte la culpa de nada. Ya sabes…no hay culpa sin
sangre…en cierta forma…en fin…no hiciste daño alguno, Edward.-
-Pero fue así Alice. Y yo traté de matarla. Eso no voy a olvidarlo jamás,-
Dije poniéndome de pie.
-Alice, dile a Esme que la quiero…que no esté triste. Llamaré. Que cuide
de Bella. Prometo que volver. Cuando me sienta lo suficientemente fuerte,
volveré,- Susurré dándole un beso en la frente. Y antes de que pudiera decir
palabra alguna que me detuviera, me alejé corriendo cuan rápido podía.
Alice pov
Me acomodé en una de las hamacas del jardín. Era una de las pocas noches
estrelladas que había visto desde que nos habíamos mudado a Williston, en
Dakota del Norte.
Me dejé envolver por el silencio que reinaba esa noche. Traté de poner mi
mente en blanco y descansar – de la única forma que podía – hacer a un lado los
problemas y preocupaciones.
Alegaba estar bien, viajando por el mundo. Solo. Auto castigándose por
algo que no había hecho. No teníamos forma de hablar con él, de contarle como
estábamos, cuánto le extrañábamos. Cuánto Bella le extrañaba.
Sobre aquella noche, ella no recordaba nada. Carlisle suponía que sería a
causa del shock y del hecho de que las mentes humanas pierden cierta
información con el correr de los años. Y Bella ya tenía diez años.
Cada día que pasaba la veía más grande, más hermosa. Bella tenía una
inteligencia única en los demás humanos de su edad. Era una niña bastante
despierta. Eso me recordaba que en los últimos dos años Bella vivía
cuestionándonos miles de cosas.
No había pasado por alto ningún detalle sobre nosotros; que no comíamos
– o que si lo hacíamos, parecía que no lo hacíamos - que en nuestras habitaciones
no había camas – Descuido de mi parte cuando una vez le dejé entrar a mi
habitación, siendo que habíamos pactado con el resto de la familia que no lo
hiciera – nuestros fríos cuerpos, y tantas cosas más que llamaban su atención.
Por eso esa noche había salido sola a tomar aire, a pesar de que no lo
necesitaba. Debía plantearme la idea de que le dijéramos la verdad a Bella.
Visualizar todo, y ver si podría tener una pequeña pista de cómo reaccionaría, y
que sería de ahora en adelante para nosotros…y para ella.
-Solo esperemos unos años más…a que ella sea más grande y pueda
entender mejor las cosas…- Su tono de voz fue bajan a medida que Bella se nos
acercaba.
-¡Ah! Acá están,- Dijo finalmente y se echó a correr hacia nosotros. -¿Otra
carta de Edward?- Preguntó con una triste sonrisa señalando la postal que tenía
apoyada en mis piernas. Rápidamente la guardé en mi bolsillo, tenía cierta
información que estaría de más que ella la leyera.
Bella pov
“...Open your heart to me, baby
I hold the lock and you hold the key
Open your heart to me, darlin-
I-ll give you love if you, you turn the key...”
Abrí mis ojos de golpe ante la sorpresa de la música. Instintivamente me
crucé sobre la cama y le di un fuerte golpe al despertador, que no dejaría de
chillar hasta que no me viera completamente levantada. La música cesó y yo
volví a mi lugar, acomodándome nuevamente en la cama. Era sábado. Gruñí
mientras me escondía debajo de las sábanas. Era una tortura que alguien tuviera
que levantarse a esas horas un sábado.
Entonces recordé por qué había configurado el reloj para esa hora. Hoy
nos mudábamos. Era la segunda vez en mi vida que nos cambiábamos de ciudad.
Pero no ponía quejas. El trabajo de mi tío era así. Y me sentía orgullosa de que él
fuera tan dedicado al mismo.
Desde que tenía memoria, y por lo que sabía, desde mis tres años de edad
vivía con mis tíos Esme y Carlisle. Esme me había traído a vivir con ella luego
de que mis padres tuvieran un fatal accidente de autos cuando nos dirigíamos de
vacaciones. Yo había sido la única sobreviviente de aquella fatalidad. Esme era
una prima lejana de mi madre, pero aun así había aceptado con mucho cariño
acogerme bajo su techo. Aun teniendo bajo su cuidado cinco chicos más.
Alice, Emmett y Edward eran hermanos de sangre. Tal como yo, sus
padres habían fallecido en un accidente, y Esme y Carlisle les adoptaron. Alice
era revoltosa, pesada en muchas ocasiones, pero era mi “hermana” preferida.
Excepto las veces en que me convertía en su muñeca y jugaba a embellecerme…
cómo lo aborrecía.
Había tres cosas fundamentales que me llamaban la atención desde que era
pequeña. Cuando planteé el por qué, en mi décimo cumpleaños, la respuesta fue
unánime;“Aun eres pequeña, cuando seas grande lo sabrás” Y desde ese día
esperaba el momento en que dijeran “¡Bella, que grande estas!” El día que eso
sucediera, no podrían negarse a decirme que era lo que sucedía. Nunca volví a
preguntarles más. Sea lo que fuera que ocultasen, tendrían sus motivos. Y nada
de lo que fuera iba a hacer que mi cariño por ellos cambiase. Siempre los iba a
querer, a todos. Decidí respetar su decisión de mantenerme a un lado de ciertas
cosas, solo hasta que me dieran el pie de retomar aquella conversación.
¡Eso era una de las primeras cosas extrañas de mi familia! El frío. Si bien
las temperaturas en Alaska no oscilaban mas de entre los 20º bajo cero y 0º en
temporadas “veraniegas”, mi familia nunca parecía sentir las temperaturas de la
misma forma que yo. Vivía abrigada, y la casa vivía constantemente con la
calefacción central encendida, de modo que un pulóver era suficiente abrigo. Otra
de las cosas extrañas era el contacto con ellos. Su piel siempre estaba fría, es
decir…helada. Si bien muchas veces mis dedos parecían cubitos de hielo…en
ellos era así en todo su cuerpo.
Y debía ser así, ya que ninguno aparentaba la edad que tenían, y desde que
recordaba siempre se veían igual. Sobre todo mis hermanos…había pasado más
de diez años con ellos, y sin embargo a mí me parecía que no habían cambiado
una pizca.
Entré a la cocina, Emmett y Jasper estaban con las cabezas juntas hablando
rápidamente, pero cuando entré se separaron y me sonrieron. Pasé de largo, pero
sentía sus miradas fijas en mí cuando me preparaba un cuenco de cereales. Lo
revolví, y me di la vuelta de golpe, cansada de sentir sus ojos sobre mí.
A Emmett le lancé una mirada molesta, sabía de antemano que me
encontraría con una sonrisa burlona. Pero a Jasper le sonreí al ver que no había
rastro de burla alguna en su rostro.
-Nuevamente Bella no sabe que día es hoy- Comentó Jasper, más para sí
que para Emmett, o para mí. Le miré extrañada, y giré mi cabeza hacia el
refrigerador, donde Alice siempre pegaba mes a mes un almanaque hecho por
ella. En uno de los cuadraditos de la cuadrilla estaba resaltado un cartel que leía
“¡Bella!” Me fijé en la fecha 13 de Septiembre. Sábado, 13 de septiembre. Era mi
cumpleaños. Y para no romper con la tradición de todos los años, no me había
dado cuenta de que hoy cumplía 17 años.
-Bella…Creo que nos conoces lo suficiente como para saber que nuestros
presentes no se limitan a un simple llavero…- Dijo Alice acercándose a mí.
-¿Y entonces? Díganme de que va todo esto por que estoy perdida- Sonreí.
Alice me tomó de la mano y me arrastró fuera de la cocina. Jasper y Emmett nos
seguían detrás. Alice nos sacó de la casa, y ahogué un grito de sorpresa.
-En absoluto, ya estás gran… Ayy- Había comenzado Carlisle, pero Alice,
en uno de sus tantos saltos le había pisado el pie. Le miré expectante, esperando
que completara la palabra, que para mí era mágica. -Tienes la edad suf… ¡Alice!-
Nuevamente le había pisado. Parecía como si leyera su mente, y la mía…
-Ya que tienes tu permiso, creímos que sería bueno que lo aprovecharas-
Intervino Esme.
-¿Vamos dar una vuelta?- Gritó Alice a mis espaldas. Dejando a un lado la
sorpresa del regalo. Miré a Alice de reojo y luego al auto. Pocas veces me habían
dejado conducir. Emmett me había enseñado el verano pasado, pero nunca
manejé más de dos calles.
Di unas cuantas vueltas por el centro del pueblo, el día estaba nublado,
pero no llovía, por lo que podía andar sin el techo del auto, sin preocuparme por
mojarme o por calcinarme bajos los rayos del sol.
-Eso…Dios Bella, son las peores zonas para vivir, turistas, sol, la
humedad…Agghhhh- Dijo, haciéndolo sonar el peor lugar del mundo.
-No voy a ir- Estaba segura de que si Alice o Jasper estuvieran manejando,
habrían pisado fuertemente el freno.
-¡Estás loca! Claro que tienes que ir- Me regañaron al mismo tiempo.
-Bella- Me llamó extendiendo su mano hacia mí. Avancé hacia él con paso
lento, mi corazón palpitando a mil por hora. Me guió escaleras arriba, Jasper y
Alice nos seguían detrás.
Y luego, atraídos como imanes, mis ojos volaron a otra imagen. Carlisle,
Edward, Esme y Rosalie estaban sonrientes en un puerto. Todos vestían ropas
demasiado extrañas, viejas, como de mediados de siglo. Y detrás de ellos un
enorme e imponente barco flotaba amarrado al puerto. Me acerqué más a la
imagen. En el costado visible del barco pude leer claramente el nombre del
mismo; “Queen Mary”. Sonreí. Ese barco databa de comienzos de la segunda
guerra mundial. Sacudí mi cabeza ante la estúpida idea que quería asomarse. Un
fotomontaje, obviamente era eso. Me acerqué aun más.
Mis ojos pasaron por cada unos de los hermosos rostros de mi familia.
Solo Esme me miraba con una suave sonrisa, mientras apoyaba su mano sobre mi
hombro.
-Esto es una mala idea.- Murmuró Esme mientras se volteaba hacia mí,
mirándome con temor.
-No, a decir verdad es la mejor idea que han tenido en años…- Dijo
Rosalie elevando demasiado su tono de voz. Ahora era cuando comenzaba a
ponerme nerviosa. Carlisle se puso de pie, e inmediatamente todos se
mantuvieron en silencio. Grácilmente se acercó hacia mí, y se sentó en el
extremo opuesto del sofá donde me encontraba.
-Bella, sé que eres inteligente y despierta, en todos estos años deben haber
miles de cosas en las que has reparado o que han despertado tu curiosidad.-
-No (,) que lo haga Carlisle.- Gritó. Y en pocos segundos la sala se llenó
de unos chirridos ensordecedores e incomprensibles. Podía ver claramente como
todos movían sus bocas, pero a una velocidad increíble. Llevé mis manos hacia
mis oídos cuando no pude soportar más el bochinche. Carlisle me miró
suavemente, con una triste sonrisa, y alzó su mano.
-Va a estar bien, Carlisle, pero si lo dices tú…Emmett iba a ser un poco…
ilustrativo.- Miré a Alice ¿Cómo era posible que supiera lo que Emmett iba a
decir sin que hubiera dicho absolutamente nada?
-Bella,- Me habló Carlisle, -No somos como tú…- Enarqué mis cejas,
tratando de prestarle atención, -Somos…vampiros.-
Forks
Alice pov
Vampiros.
Bella ya lo sabía.
Le miré fijamente. Entonces Bella estalló en risotadas, tanto que tubo que
presionar la boca de su estómago para mitigar el punzante dolor del esternón. Se
calmó un poco más cuando vio que ninguno de nosotros le seguía. Nadie se reía.
Todos la mirábamos fijamente. A mi espalda escuché a Rosalie murmurar
un; “Síguete burlando niña…ya vas a ver…” Me volteé y le lancé una mirada
molesta y luego me volví hacia Bella.
-Muchas películas, Bella- le sonrió Jasper. -El sol no nos hace nada…
malo- prosiguió Jazz.
-Te prometemos que algún día de sol te mostraremos- le dije con una
enorme sonrisa ante su entusiasmo por saber tanto sobre nosotros. Bella
permaneció pensativa unos instantes, barajando sus siguientes preguntas.
-¿No puede leer mis pensamientos?… ¿De quién más tampoco puede?
-Oh…claro, verás Jasper, aquí como lo ves tan inofensivo- Jazz me lanzó
una mirada molesta ante mi descripción sobre él, le guiñé un ojo, -Él puede
ejercer cierta influencia sobre la gente, más bien sobre el estado de ánimo.
-Ahh… ¿Es por eso que, a pesar de no tener miedo alguno, siento un poco
de esa sensación?- comentó Bella e inmediatamente me giré hacia Jasper.
-Lo siento- se disculpó Jasper, -Hay alguien más en esta sala que tiene un
poco de miedo…nada preocupante- comentó, -Creo que es lo mismo que todos
sentiríamos…un cierto temor a tu reacción…
-¿Todo lo que pueda saber?... ¿Qué, hay algo así como secretos
vampirescos?- me sonrió Bella.
-Creo que nací por algún día de 1901- dije casi en un susurro.
-¿Y Jasper?
-Si…hay algo que debes recordar siempre, Bella. Por tu bien. Para que no
corras hacia todos los vampiros que veas. No todos son como nosotros. No todos
rechazan la sangre humana- pude escuchar el pulso de Bella acelerarse. Pero no
hondeó aquel tema. -Te toca- dije esperando su próxima pregunta.
-Se me vienen tantas cosas a la cabeza que no puedo pensar con claridad-
susurró ofuscada. Traté de pensar en algo para contarle, algo que pudiera
ayudarle a conocernos mejor, como lo que somos.
-Bien…es algo que sabes, pero para que sepas por completo. Jasper y yo
estamos casados; lo mismo que Rosalie y Emmett, y obviamente nuestros padres.
-¡WOW!- pegó un grito de sorpresa. -Así que…la gente del pueblo tenía
razones para hablar.- Rió Bella. Yo le sonreí, había escuchado los rumores, en
todos los pueblos en los que habíamos habitado. Los humanos a veces podían
llegar a ser fastidiosos. -¡Vaya ejemplos de Hermanos! Faltaría que Edward
volviera para que me case con él- dejé de sonreír y la miré fijamente. Entonces
Bella se ruborizó y me miró nerviosamente, -Oh, lo siento, bueno fue una especie
de chiste…demasiado tonto, a decir verdad…Edward y además…- Bella seguía
intentando disculparse por aquello que había dicho, cuando a mí en realidad no
me había molestado en absoluto, sino que mi mente comenzó a trazar una red de
ideas.
-¡Oh Bella! Deja de ser tan boba, ya lo entendí. Eso sí, debes tener cuidado
con eso de hermanos...es nuestra coartada. Tenemos que ser cuidadosos de no
despertar sospechas. Jasper y Rosalie son hermanos gemelos, se apellidan Hale.
Ese fue el apellido de Rosalie cuando era humana. Edward, Emmett y yo somos
los hermanos Cullen. Esme y Carlisle son nuestros padres adoptivos.
Conduje por la oscura ruta, hasta que el sol comenzó a despuntar por el
horizonte. Alrededor de las siete de la mañana se podía ver perfectamente, pero
ahora que entrábamos al estado de Washington el cielo se había empezado a
encapotar. Bella se retorcía en su asiento, entre sueños. Entonces le escuché;
Entonces lo vi
Bella pov
Alice siguió manejando por la ruta que nos adentraba cada vez más al
pueblo de Forks. Los árboles rodeaban el camino formando paredes sólidas de
tonalidades verdes a nuestro alrededor. ¿Dónde estaba el marrón de los troncos?
Alice conducía tan rápido que casi no me daba cuenta de que ahora iba a
unos cien kilómetros por hora por las callecitas del pequeño pueblo. Las casas
estaban bastantes separadas unas de otras, y en los aledaños a la ruta habían
algunos pequeños negocios.
Alice se adentró en un camino un tanto cubierto por el espeso follaje de los
arbustos. Le lancé una mirada preocupada ante la idea de que alguna rama
pudiera rayar la pintura del auto. Alice sonrió y dio una palmadita a su cabeza.
Claro, cómo no…su bendito don le había anunciado que mi auto permanecería a
salvo, y que yo me tropezaría al bajar de él. Pero no iba a ser así.
Al poco tiempo comencé a ver que el verde comenzaba a ser menos espeso
y entonces vi la casa donde viviría por los próximos años. Era tanto o más grande
que las que habíamos vivido con anterioridad. Siempre me había preguntado si
mis tíos se habían ganado la lotería o algo así. Pero ahora sabiendo que tenían
más de cien años de vida, sobre todo Carlisle, no era difícil imaginar que habían
trabajado toda su vida. Aunque sospechaba que Edward y Alice habían hecho uso
de sus dones.
Alice aparcó el auto y me dio una mirada burlona antes de salir del mismo.
Respiré profundamente y desabroché el cinturón de seguridad. Abrí
cuidadosamente la puerta del auto y miré al suelo en busca del objeto que me
haría tropezar. Nada, ni una piedra, o pozo. Pero por si las dudas daría un
pequeño salto al bajar. Alice nunca se lo vería venir. Me giré sobre el asiento y
apoyé los pies en el marco de la puerta del auto, preparándome para saltar. Tomé
envión, pero cuando salté algo me tiró del pie y caí al suelo, tal y como Alice
había predicho.
-¿No me digan que me perdí una buena función?- dijo aparentando estar
triste. Jasper le sonrió.
-Es Debussy- dijo una suave voz a mis espaldas. Me di vuelta alarmada, y
Alice me sonrió.
-Oh, bueno…no quise…es solo que es tan…- comencé, pero mis palabras
se desvanecieron conforme me acercaba a la foto de Edward.
-Entonces Alice ¿Cómo crees que… -me detuve al alzar mis ojos y darme
cuenta de que Alice parecía no estar escuchándome, y creo que tampoco estaba
viéndome a mi. Me quedé impresionada al ver su expresión, parecía como si
estuviera viendo algo que yo no. Entonces caí en cuenta, Alice estaba teniendo
una de sus visiones.
Le seguí tan rápido como pude. Alice había bajado las escaleras en un
santiamén. Yo llegué con el corazón en mi mano, y la respiración agitada. Alice
estaba parada frente a la puerta con una enorme sonrisa en sus labios.
-Abre la puerta…- murmuró tan suave que tuve que pedirle que lo
repitiera, -Solo…ábrela.- dijo con entusiasmo. Le miré de reojo, no podía
suponer que era lo que se traía entre manos.
Trate de oír con atención, quizás Alice escuchaba algo que yo no. Nada,
solo el canturrear de los grillos y el croar de alguna rana que se alejaba. Alice
pasó a mi lado, con su vista fija hacia el oeste.
Entonces lo vi.
De vuelta en casa
Edward pov
Habían pasado catorce años desde la última vez que había visto a mi
familia. Catorce años desde aquella noche en que intenté asesinar a Bella y había
corrido sin ninguna dirección en especial. Corrí. Corrí alejándome de ella. Temía
ser capaz de lastimarla si volvía a oler su esencia.
En los pasados años viajé por todas partes, por todas las zonas donde era
seguro para mí. Trataba de mantenerme ocupado, de afilar algunas capacidades
que no había desarrollado a fondo. Había conseguido rastrear exitosamente a un
par de vampiros. Seguí su rastro por más de un año, los seguí aun cuando se
subieron a un avión, y a pesar de que tomé uno días más tarde, cuando arribé al
aeropuerto de Caracas pude encontrar su rastro y seguirles hasta Perú.
A estas alturas podía rastrear lo que fuera, sin importar cuan lejos estuviera
o cuan rápido fuera. Por una parte era algo positivo, había agudizado mi sentido
del olfato y del rastreo. Por otro…temía lo que podía suceder cuando volviera
con mi familia, si Bella seguía con ellos. Haber ejercitado y mejorado el sentido
que me permitía percibir su dulce aroma no era nada bueno.
Tanya me había dicho que hasta el día anterior mi familia había estado
viviendo allí, cerca de ellos, y como era de esperarse, Bella también. Según
Tanya era una niña igual a cualquier otra humana, pero su mente gritaba lo
contrario.
Bella se asomó buscando la razón por la cual Alice le había hecho abrir la
puerta, pero no me veía. Ella – y cualquier humano- a diferencia de nosotros, no
podía ver bien en la oscuridad. Era más alta que Alice, pero apenas. Su castaña
cabellera caía sobre uno de sus hombros, y se balanceaba hacia el otro cuando
giraba su cabeza en busca de algo que no veía. Sus facciones habían perdido
cualquier rastro de niñez, era alargado y bien marcado.
-¡Ya sal!- exclamó Alice apareciendo desde atrás de Bella. Ella sí me vio,
sus ojos se clavaron en los míos, con una enorme sonrisa en su pequeño rostro de
duende.
Saludé a cada uno de ellos, dándome cuenta de que esto era lo correcto, de
que haber vuelto era algo que debí haber hecho hacía muchos años. Alice me
condujo por las escaleras del porche hacia la puerta de entrada. Bella aun seguía
allí, era a la única a la que aun no había saludado, tampoco sabía como hacerlo,
ni si sabía a quien todos saludaban con tanto entusiasmo. Pero, como cuando era
niña, una vez más ella me tomó por sorpresa;
-¿Qué pretendías que hiciera?- le dije cuando estuvimos más alejados del
resto. Carlisle, Rosalie, Jasper y Emmett habían entrado detrás de nosotros y se
habían sentado en los sofás de la sala. Esme alegó que era hora de que Bella
cenara, por lo que ambas partieron hacia la cocina. Antes de desaparecer tras la
puerta Bella me miró extrañada y parecía un tanto molesta. ¿Por qué? ¿Pretendía
un caluroso abrazo? ¿Acaso nadie le había dicho nada sobre lo que estuve a
punto de hacer?
-Ser un poco más cordial con ella ¿No? Después de todo es tan hermana
como cualquiera de nosotros.- me dijo Alice cruzando los brazos sobre su pecho.
Le lancé una mirada molesta antes de ir a sentarme al sofá.
-¿Dónde has estado?- inquirió Emmett con una sonrisa en sus labios.
-De aquí para allá- dije con tono aburrido, -Tratando de rastrear, he llegado
a ser muy bueno en ello ¿Saben?- dije apoyando mis codos sobre mis piernas,
con una animada sonrisa. Carlisle asintió gustoso, pero luego sus ojos se
turbaron.
-¿Te has alimentado bien?- sabía que su pregunta tenía una doble
intención. Quería saber si me había alimentado bien, pero también si lo había
hecho de la forma, que nosotros creíamos, correcta. Asentí con mi cabeza,
dándole una sonrisa segura.
Miré los rostros de cada uno de ellos. ¡Cuánto les había extrañado!
Había pasado el resto del tiempo charlando con mi familia, más tarde
Esme y Bella se nos habían unido. Ella aun seguía mirándome entre extrañada y
ofuscada. Pero sabía que sus ojos estaban más enfadados que otra cosa. Había
tomado una postura hostil hacia ella antes, pero no podía abrazarle así
simplemente, sin haberme acostumbrado a su cercanía.
Me quedé en la sala, solo entre las otras dos parejas. Nunca me sentí
desplazado, pero había momentos en los que me sentía bastante incómodo, como
ahora.
Avancé hacia la enorme cama, era la misma que cuando era pequeña, solo
que su cuerpo ahora no se perdía entre la enormidad de la misma. Reprimí una
risa al verla durmiendo. Tenía una mano sobre sus ojos, y su cuerpo estaba casi
cruzado en diagonal sobre la cama. Su pecho subía y bajaba suavemente,
exhalando su perfumado aire.
-¿Por qué?- le pregunté. Saber eso me frustraba aun más. Temía que Bella
recordara la noche en que la ataqué. Temía que sus sueños estuvieran llenos de
pesadillas sobre mí y lo que estuve a punto de hacer. Alice percibió aquel temor
en mis ojos.
-No creo que lo recuerde, en una ocasión nos preguntó como se hizo la
cicatriz en su antebrazo…donde se cortó con el jarrón. Quédate tranquilo
Edward, ella no lo recuerda. Ahora, por qué te nombra entre sueños…no lo sé, la
he escuchado algunas veces llamarme a mí, o a Esme…- me encaminé hacia la
puerta, ya había llevado demasiado tiempo en su habitación, cerca de ella y de su
aroma…no tenía que tentar a la suerte exponiéndome a mi sed más tiempo.
-Se rió…al principio no nos creyó- dijo con una animada sonrisa en su
rostro. – Pero luego nos entendió y no le importó.
-No, dijo que no importaba cuan diferente fuéramos, que siempre seríamos
su familia.- Me contó mientras nos dirijamos a mi habitación. Abrí la puerta, esta
vez estando seguro de que aquella era mi habitación. Todo estaba tal cual a mí
me gustaba. Mi sofá de cuero negro, la enorme alfombra dorada, mi pared repleta
de discos compactos y mi equipo de música. De un rápido movimiento me
encontré frente a él, encendiéndolo.
Hacía demasiados años que no escuchaba mi música preferida.
Demasiados años que había pasado lejos de casa. Pero al fin estaba de vuelta.
Edward
Bella pov
Los ojos de Alice se encontraban clavados en alguna dirección
inespecífica. Pero estaban fijos en un punto, eso podía verlo. Traté de seguir la
dirección de su vista, entrecerré mis ojos, como si eso me permitiera ver mejor en
la oscuridad. Y entonces lo vi.
Alice condujo a Edward hacia el porche, con una mano sobre su espalda,
acercándole a mí con cada paso. Solo entonces comprendí que el extraño y
punzante dolor en mi pecho eran los alocados –e irracionales- latidos de mi
corazón. ¿Se suponía que debía abrazarle? ¿Besarle en la mejilla? Ambos
estábamos de pie frente al otro.
-Lo sé- mascullé. ¿Sería posible…que toda la emoción por ver a Edward
se debiera al don de Jasper? Comí en silencio, Esme permaneció a mi lado todo
el tiempo. Traté de mantenerme serena, indiferente. Sabía del don de Edward, él
podía leer las mentes, con una excepción. La mía. No estaba segura de cómo
funcionaba aun su don. Pero si había visto las suficientes películas de ciencia
ficción, también podría leer lo que los demás ven con sus ojos.
Trate de retrasar mi cena lo más que pude, comía cada bocado con
parsimonia. Pero al final de cuentas la terminé. Iba a fregar la loza, pero Esme
me pidió que se lo dejara para después, que fuéramos a la sala, donde todos
estaban reunidos.
Entonces caí en cuenta de algo que había pasado por alto. Para el resto de
mi familia yo era Bella, una más de ellos. Pero para Edward no. Yo era una
humana. Una extraña viviendo, usurpando un lugar que no me correspondía.
Quizás era como Alice me había dicho una vez sobre Rosalie; Quizás él también
sentía celos de mí por ser humana, por estar viva.
--
Me coloqué la bata mientras bajaba por las escaleras. Mis pies descalzos
me hacían temblar cada vez que pisaba los fríos escalones de mármol. En
cuestión de minutos estuve en la sala. El sonido provenía del piano, a pesar de
que nunca antes lo había escuchado ser tocado, estaba segura de que provenía de
ahí. Me asomé con cautela.
Edward estaba sentado en el banquillo del piano, con sus manos sobre él.
Tenía su cabeza inclinada hacia las teclas, pero no las veía…Tenía sus ojos
cerrados y respiraba suavemente, al tiempo en que sus manos se movían a una
velocidad increíble. Entonces los tonos de la melodía comenzaron a ser más
suaves, más lentos, hasta detenerse en una nota que quedo retumbando en la sala
y dentro de mí.
Abrí los ojos, Edward me sostenía por los codos, evitando que diera de
golpe contra el suelo y me ayudó a ponerme de pie. Ofuscada me acomodé la
ropa – y la peligrosa tira de la bata.- entonces percibí que Edward trataba de
esconder una sonrisa burlona.
-Vaya…- murmuré.
-¿Cullen? Entonces debes ser la hija del nuevo doctor del hospital-
aseguró.
-Así es.- respondí tajante. Esperaba que no ondeara en el tema de que mis
padres eran demasiado jóvenes para tener hijos y bla bla bla…con lo cual me
tomaría toda la tarde contarle la historia.
-¿Ya sabes que clases te tocaran?- comentó apoyando sus brazos sobre el
mostrador, aparentemente planeaba una extensa charla, mientras que yo traté de
pensar en una excusa para evitarla. Negué con la cabeza, esperando que mi poco
entusiasmo le hiciera descartar la idea de segur hablando. Pero no. El chico, del
cual ahora no podía recordar el nombre, me retuvo unos varios minutos
hablándome hasta por los codos del pueblo, del instituto, de las clases y de un
viaje que solía programar con sus amigos para la segunda semana de clases a una
playa.
Para mi salvación una persona necesitaba ayuda con unas carnadas para
pesca. El joven se despidió con una decepcionada sonrisa y me despedí de él,
prácticamente corriendo fuera de la tienda antes de que tratase de volver a
retenerme en una charla sin fin. Aun así, me había resultado agradable, pero no
me gustaba demasiado hablar con las personas. Por lo general se general
silencios que no sabes con que rellenar, y eso es…incómodo.
Para cuando llegué a la casa, Carlisle ya había vuelto de su turno matutino
en el hospital. Él, Alice, Edward y Esme estaban de pie en el hall.
-Hola, Bella ¿Qué tal las compras?- inquirió Alice dando un salto hacia mí.
Alcé la bolsa de las botas y Alice hizo una mueca. –Antes de comenzar las clases
iremos de shopping.-
-No creo que sea tan fatal, Bella. Además necesitas ropa de abrigo.- ¿Más?
-Si no les molesta, las acompaño- me sonrió Edward, y por primera vez
desde que había vuelto veía su sonrisa. Era aun más intensa que la del resto de
nuestra familia. Pero algo en ella me había dejado sin aire, quizás era la forma en
que sus finos labios se curvaban hacia un lado –torciendo su sonrisa- o quizás el
efusivo y atrapante brillo en sus ojos.
-Sí, Carlisle adora hacer visitas de presentación entre las personas más
importantes del pueblo- rió Edward.
-Como sea- Carlisle hizo caso omiso al comentario de Edward, -Es bueno
relacionarse un poco con algunas personas. Y el jefe de policía Swan es una de
ellas.
Pequeños detalles
Alice pov
-¡Estoy exhausta! Alice… ¿No crees que ya has comprado suficiente? -
exclamó Bella dejándose caer en uno de los sofás de la tienda de zapatos.
-¡Oh vamos! Faltan cosas, aun no te has comprado nada -me encantaba ir
de compras con Bella, más ahora que teniendo diecisiete años podíamos ir a las
mismas tiendas, ver los mismos zapatos, maquillajes y perfumes. En ocasiones
Rosalie venía con nosotras, pero solo cuando realmente estaba desesperada por
comprarse cosas. Aun seguía con su postura indiferente hacia Bella, pero por lo
menos no la trataba tan mal como hacía años. Hasta en ocasiones sospechaba que
quería hablar con ella, solo que no quería dar su brazo a torcer, nunca admitiría
un error.
-Era hora…comencé a temer que habían sido raptadas por las góndolas-
rió Edward abriéndonos la puerta. Bella pasó por su lado, y entonces me percaté
de un pequeño, pero quizás no menor detalle. Cuando pasó por su lado, Bella
cerró sus ojos suavemente y contuvo la respiración. Luego los abrió despacio,
clavando su mirada en Edward, al mismo tiempo que sus mejillas se teñían de
rosa y su respiración se agitaba levemente. No estaba segura pero podría jurar
que su ritmo cardiaco había aumentado. Edward pareció no notar nada, ya que se
dirigió hacia la puerta del piloto y entró al auto.
El resto del viaje seguí atenta a los movimientos de Bella. Algo sucedía.
Entonces recordé que ella era humana. Para ella somos demasiado atrayentes,
nuestros rostros, aroma e incluso nuestra voz tenían cierto poder sobre ella que
hasta ahora no me había percatado de cuan fuerte podía ser. Tendríamos que
tener cuidado con eso. Bella era bastante torpe y efusiva. Yo no tenía problema
con ello. Jasper parecía haberse controlado a su alrededor, por lo menos no siente
deseos de su sangre, pero nunca estaba de más vigilarla. Edward debía tener
cierto tiempo para acostumbrarse a su cercanía. Edward más que nadie, siendo
que la sangre de Bella era más fuerte para él.
-Oh sí claro, los hijos del doctor Cullen ¿Le está gustando el pueblo? Ya
verán que más entrada la primavera es un tanto mejor el clima… -conversó
mientras buscaba nuestras hojas de horarios. Bella coincidía con Edward
únicamente en Biología. Jasper y yo teníamos la mayoría de las clases. Mientras
que Rosalie y Emmett coincidían absolutamente en todas.
Salimos de la oficina principal, quedándonos unos instantes debajo de la
chispeante llovizna.
-¿Qué?- pregunté sin saber por qué se había puesto de esa forma.
Entonces Edward miró fijamente a Bella, por lo que volví mi vista hacia
ella. La chica se había ido a otra mesa, a hablar con un chico, y Bella había
quedado a solas con el joven rubio. Sonreí. Habíamos vivido todas las etapas de
su vida humana, y podía oler que se aproximaba la edad de las citas y el primer
amor.
-¿Estás loca?
-Se llama Mike, lo conocí cuando fui a comprar las botas, asistimos a
varias clases juntos. La chica es Jessica, habla bastante… -dijo sonriente.
-Con que Mike ¿eh?… ¿No eres demasiado pequeña para hablar con
hombres?- rió Emmett. Rosalie rodó sus ojos, y comenzó a jugar con sus
cabellos.
Detrás de una cortina formada por el follaje de los sauces y los cipreses,
Edward estaba sentado sobre una banca. Me recordaba a una estatua pensante,
con su rostro fruncido, tratando de buscar alguna respuesta lógica a algo que
quizás no lo necesitaba.
Fui hacia la cafetería. No veía a mis hermanos ni a Bella por ningún lado,
con lo cual tomé una bandeja con un jugo y una manzana y me senté lo más lejos
posible del gentío. Al poco tiempo mis acompañantes fueron llegando. Primero
Rosalie y Emmett quienes no se habían separado en todo el día, e iban abrazados
de aquí para allá. Alguien debía recordarles que eran demasiado demostrativos
para ser una simple pareja de adolescentes. Después Alice con una curiosa
expresión de aburrimiento; Clase de historia, la que más odiaba. Y más aun si le
tocaba con Jasper, habiendo participado en la guerra de la confederación contra la
república…había que soportar sus debates.
Era el primer año que le permitíamos cursar al menos una materia solo, sin
la compañía de alguno de nosotros, se había anotado en la misma clase de
historia que Alice, pero por su edad no podrían cursar otras más juntos. Por otro
lado, por lo que leía en sus pensamientos, parecía estar llevándolo bastante bien.
Y la presencia de Bella en nuestra casa tenía mucho que ver. A mí también me
había ayudado, en menor medida, pero lo había hecho. Aunque la sangre del
resto de los humanos no olía tan apetitosa (,) la de ella parecía oler
exquisitamente mejor con el correr de los años.
Aun giraba en mi cabeza el primer día que me sentí capaz de acercarme
tanto a ella como para poder darle un beso en la mejilla. Bella solía despedirse de
todos con un beso, con Alice y Esme era un abrazo, excepto por Jasper y Rosalie.
Jasper solo le daba una afectuosa sonrisa, mientras que Rosalie sin alzar la vista
de lo que estuviera haciendo murmuraba un simple ‘Adiós.’ Habían pasado
veinte días desde que había vuelto a casa.
Por favor, preséntame con él. El resto del trabajo es cosa mía… ¡Solo
quiero que nos presentes!
Ahí iba Bella con su historia, con nuestra coartada. Por fortuna parecía
sabérsela como si en realidad fuera así. Bueno, solo su parte era verdad,
descartando que jamás vivió en un orfanato. Aunque comenzaba a pensar que
hubiera sido lo mejor para ella.
Así que sus hermanos están juntos… ¿Ellos también lo estarán? ¿Acaso
Edward está con ella?
Que bueno que Bella se hable con sus iguales…ya está grande…Escuché a
Alice…debe volver al mundo del que vino…a menos que quiera otra forma de
vida.
-¡Ya, para! Fue un simple pensamiento. Además Bella jamás insinuó nada
sobre si quería ser como nosotros o no…lo siento, creo que no debí pensar eso.-
se disculpó. No puedo vivir pendiente de si vas a leer mi mente o no…
Mis ojos se volvieron hacia el chico que estaba sentado al lado de Bella.
Iba a tener que prestar más atención en él, no había hecho la secundaria varias
veces en vano. Los chicos solo tenían una cosa en mente; y más aun si la joven
era nueva en el pueblo.
¿Qué? Estaba loco si creía que iba a dejar que Bella fuera sola a la esquina
con él.
-¿Estás loca?- gruñí aun más, espantado ante la idea de dejar a Bella salir
con algún chico. Con ese chico en especial.
-Se llama Mike, lo conocí cuando fui a comprar las botas que odiaste,
asistimos a varias clases juntos. La chica es Jessica, habla bastante - dijo
sonriendo tontamente.
-Con que Mike ¿Eh?… ¿No eres demasiado pequeña para hablar con
hombres?- escuché a Emmett.
-Hace poco cumplí 17, ya no soy una niña- refunfuñó Bella acomodándose
entre Alice y yo.
Me dejé caer sobre una banca que había escondida tras unos árboles.
Intenté dejar que la brisa que despeinaba los árboles me reconfortara. Pero el
extraño ardor en mi interior no parecía ceder. Me sentía frustrado. Bella
usualmente decía todo lo que pensaba, o por lo menos decía la verdad –aunque
sabía que escondía cosas en su mente, no la culpaba, yo también lo hacía. Y
cualquier persona normal lo hace, aunque no muchos saben que yo puedo leerlas.
Dejé caer mi cabeza sobre mi mano derecha, ejerciendo una suave presión
con mis dedos sobre el tabique nasal. Entonces sentí a Alice acercarse a mí.
-Por nada Alice, por nada.- murmuré secamente. Sentí mi rostro volverse a
fruncir, pero esta vez mi corazón lo hizo junto con él al escuchar las palabras que
Alice dijo en su mente; cualquiera diría que estás celoso.
¿Celoso yo? ¿De qué? ¿De lo que había dicho Bella sobre Mike? ¿Es que
realmente pensaba en ese chico Newton de la misma forma que él pensaba en
ella? No le había dicho a Bella qué era exactamente lo que Newton pensaba de
ella. Ahora me preocupaba –me irritaba- el no poder saber qué era lo que ella
pensaba. ¿Le gustaba Newton?
Los celos eran una de las reacciones humanas que siempre venían de la
mano del amor. Detrás de ellos se escondían los sentimientos de cualquier
persona, la preocupación que se tenía por el otro. Había leído sobre ellos
millones de veces, los había visto ser representados por actores en obras y
películas.
El fuego en mi pecho era más potente que cualquier otra cosa, sea lo que
fuere, algo me decía que no estaba bien sentir aquello. Que no tenía derecho de
sentirme de esa forma. Después de todo, Bella se había negado a la invitación de
Mike ¿verdad? ¿Eso era porque no quería salir con él…o porque había otro?
Carbón
Bella pov
Puedo hacerlo. Me dije a mí misma -más bien me mentí- No podía hacerlo,
moría de nervios cada vez que tenía que entrar a un nuevo instituto. Solo
esperaba que este año que mi familia se inscribía conmigo al menos las horas de
almuerzo resultaran más animadas que los de los años anteriores. Temblaba al
recordar que los primeros días cuando me inscribía a una nueva escuela, pasaba
la hora de almuerzo sentada sola en una mesa, apartada del resto de los
estudiantes. Luego de unos meses, mi lugar solía cambiar para estar en otra mesa,
con no más de dos o tres compañeros.
Al menos este año sería diferente. Caminé con la cara oculta bajo la
capucha de la campera hasta localizar el edificio numero 3. Noté que el pulso de
mi corazón se aceleraba mientras me acercaba al aula, entré delante de dos chicas
que llevaban el cabello teñido del mismo color mostaza.
Estaba juntando mis cosas cuando un chico flacucho, con acné y pelo
grasiento se me acercó. Me recordaba a un compañero que había tenido en Denali
que era miembro del club de matemáticas.
-Oh yo voy a otro edificio, al dos, pero te puedo acompañar hasta el pasillo
central y mostrarte donde es.- añadió Eric.
-También voy allí, que bien, podremos sentarnos juntos, a mi lado hay un
pupitre vacío.- me sonrió mientras caminábamos hacia el sexto edificio.
Aun así, entre ellos se parecían, y sabía bien por qué. No eran como el
resto de las personas. Desencajaban totalmente y el hecho de que no hablaran con
nadie no les ayudaba en nada.
-Oh, allí están tus hermanos ¿Por qué no les dices que vengan?- me
preguntó Jessica con demasiado entusiasmo.
-¡Vaya! Que buenas personas son tus padres al hacerse cargo de seis
adolescentes.- sonrió Mike. Yo solo pude asentir.
-Es igual que Denali, no hay sol. Tampoco veo que haya mucho para hacer
aquí.
-Es cierto. Aquí en Forks no hay mucho para hacer. Pero puedes ir a Port
Angeles. Si quieres podríamos ir a… -abrí mi boca antes de que de la suya saliera
una invitación y ya tuviera que rechazarle, y sacudí mi cabeza hablando rápido.
-Oh, Mike disculpa, tengo que ir con mi familia, Alice quiere decirme
algo.- Dije juntando mis cosas y huyendo de allí, dándole una suave sonrisa.
Mike se despidió de mí quedándose con las ganas de invitarme a quien sabe
donde.
--
Entré al aula, parecía ser la más amplia de las que había visto hasta ahora y
hacía un poco más de frío, con lo cual me costó trabajo desprenderme del
impermeable. El señor Banner me firmó el comprobante de asistencia y me
indicó cuál de las mesas estaba vacía. Mike se sentaba un par de asientos detrás
del mío. Yo era la única que estaba sin compañero de laboratorio, pero no me
preocupaba. Edward estaba en la misma clase que yo.
Llegó apenas unos instantes antes de que sonara el timbre, pero eso no
quitó que el profesor le echara una furiosa mirada. Entregó su comprobante y sin
más se acomodó en el asiento contiguo al mío. No estaba segura si sería prudente
preguntarle que le había sucedido. Tampoco podía disfrazar mi preocupación con
un simple ¿Estás bien? Los vampiros nunca se sentían mal, no por lo menos
físicamente –o eso era lo que yo creía.
Me miraba fijamente, con sus ojos fijos en los míos y sus manos cerradas
en fuertes puños de hierro, cuando el profesor dejó los elementos de trabajo en
nuestra mesa. Comencé a sentirme incómoda, pues ni con la interrupción del
profesor fue capaz de apartar sus profundos ojos de mí.
-¿Te importaría cambiar de lugar?- dijo haciendo una seña entre mi asiento
y el de él. Me puse de pie confundida, pero accedí a tomar su lugar. Edward pasó
rápidamente por mi lado y se acomodó donde antes había estado sentada yo.
Pareció volver a respirar, como si hubiera dejado de hacerlo hace tiempo. Y
suspiró.
-Veo que los Cullen ya han terminado con el trabajo…siendo que acabo de
terminar de dar las consignas.- cerré mi boca e instintivamente me encogí de
hombros, como si eso me evitara la vergüenza.
-Deja las llaves en el contacto, vamos a dar una vuelta con mi auto.
-No te gusta el frío.- no era una pregunta, estaba afirmando sus gestos.
-Ni la humedad.- me respondió acercando sus manos al cálido aire que las
respiraciones del auto comenzaban a desprender.
-Debe ser difícil tener vivir en climas helados y húmedos.- dije con la
mirada sobre la carretera. Bella se encogió de hombros y sonrió.
-Supongo que me he resignado. Prefiero ponerme un sweater de más que
estar lejos de ustedes.- Se que notó la mueca de disgusto que hice al escuchar su
respuesta. Era bastante malo que Bella viviera con nosotros, pero peor era que no
quisiera apartarse de nuestro lado.
-Que estemos tú y yo solos- mis ojos no pasaron por alto el tono carmín
que tiñó sus mejillas al pronunciar la frase –me refiero a que sé que te resulta
difícil acostumbrarte a mi presencia, Esme me lo ha dicho. Antes siempre había
alguien más.- murmuró con sus ojos clavados en mí.
-¿Y qué es lo que Esme te ha dicho?- pregunté clavando mis ojos en los
suyos. Bella pareció dudar su respuesta, pero entonces sus ojos se fijaron en el
tablero del auto.
-No estoy seguro, supongo que el estar cerca de ti, día a día, ha conseguido
que mi mente ejerza un control mayor sobre mis deseos.- repuse con una sonrisa
torcida. Bella se quedó unos instantes con la boca abierta, observándome. Y
entonces apartó su rostro del mío, no sin antes dejarme ver el intenso rubor que
comenzaba a subir a su rostro.
-Si lo haré- Dije alzando mi mano. Vacilé unos instantes, y acaricié sus
mejillas con la yema de mis dedos, casi sin tocarla en realidad. Temía lastimarla.
Bella era humana, y era muy frágil. Cualquier movimiento brusco o descuidado
que hiciera podría lastimarla severamente. Bella bajó sus ojos, mientras mis
dedos recorrían la parte superior de sus pómulos, deleitándome con la calidez de
su rostro –no solo debido a que estaba ruborizada- y la suavidad de su piel, y
tracé un suave camino hacia la punta de su mentón. Saqué la mano con la misma
suavidad que la había alzado y la cerré en torno al volante. -¿Te han dicho por
qué me fui de casa por tantos años?
-Nunca me habían dicho como me había hecho esta herida…- sus ojos se
fijaron en los míos, y no pude descifrar qué era lo que sentía en esos momentos,
con lo cual, dado que había dicho el principio y el final de lo horrible que era,
nada haría contando el relleno.
-Te caíste contra un florero de cristal que estaba hecho añicos…- susurré
deteniendo el motor del auto. Me quité el cinturón de seguridad y me acomodé en
el asiento, enfrentándome a Bella. –Nunca voy a perdonarme el haber tenido el
más mínimo deseo de…de…
-¿Por qué?
¿Alice tendrá razón? ¿Estará Edward ena… -Esme alejó sus ojos de los
míos suponiendo que podría escucharle, y rápidamente comenzó a pensar en que
haría de almorzar para Bella.
--
Pasé suavemente mis dedos por las lustrosas teclas del piano. La primera
melodía que toqué fue la que había compuesto años atrás, pensando en Bella.
Decidí tocarla una vez más, pero algunas notas se cambiaban en el transcurso de
la melodía. Algunas eran más fuertes, más intensas…mientras que otras eran más
suaves y cariñosas. Bella tenía razón, algo había cambiado. Yo había cambiado.
Algo en mí se retorcía con la simple idea de evitar a Bella, por más que
fuera por su bien. No había mentido cuando dije que mis deseos debían ser
doblegados. Y no solo deseaba su sangre. Deseaba otras cosas, que simplemente
con pensarlas me sentía mal. Estaba mal que deseara su compañía…estaba mal
desear sentir el calor de su piel bajo la yema de mis dedos.
Sabía que debía alejarme, pero aun así no quería hacerlo. Quería que ella
se sintiera de la misma forma que yo, que sintiera el mismo deseo de mi
compañía, como yo deseaba la suya. Quería saber que no era el único que sufriría
si me apartaba, o si me acercaba. Quería saber si sentía la misma fascinación que
yo sentía por ella, si se detenía a observarme cuidadosamente como yo lo hacía
con cada movimiento y gesto suyo.
No sabía cuanto tiempo llevaba allí, acariciando las teclas del piano,
sumido en una re-editada melodía que hacía más de 10 años había compuesto
para Bella. Entonces abrí mis ojos lentamente, viendo que el sol había
comenzado a ocultarse, dejando la sala en penumbra. La ultima y suave nota aun
resonaba en el ambiente cuando me di cuenta de que alguien estaba a mis
espaldas.
-¿De qué?- traté de sonar inocente, pero sabía que tenía que ver con mi
reacción de la mañana.
-¿De qué estás hablando?- jugar al inocente era más fácil que tomar todo
por entendido de una vez.
-De amor, Edward- respondió Alice con una dulce sonrisa en sus labios.
Por un momento me sentí como un niño, al cual trataban de explicarle algo que
sería duro y que cambiaría su vida para siempre.
-Vi como miras a Bella. ¿Crees que no sé que la mayor parte de las noches
te la pasas oculto en la oscuridad de su habitación…acercándote a ella cuando le
escuchas susurrar tu nombre?- Sé que vivíamos todos bajo el mismo techo, pero
procuraba meterme cuidadosamente en la habitación de Bella cuando dormía. Era
algo involuntario, me sentía atraído por el suave ruido de su respirar, y su cuerpo
revolviéndose entre las suaves sábanas. Era como si me hechizara con su suave
voz llamándome entre sueños.
Agaché mi cabeza avergonzado, nada de lo que dijera podía justificar
aquello. Ni siquiera interés era algo convincente. Esme me alzó el rostro,
mirándome dulcemente.
-Edward…Alice solo quiere verte bien, tal como yo… ¡Y claro que puedes
estar enamorado de Bella ¿Por qué no?- sonrió.
-Ya sabe por qué me fui hace años…- murmuré con la mirada perdida.
-¡Edward, para ya! Esto es lo que te digo, Esme…lo que Jasper siente…
Edward se hace culpable por todo…hasta de ser lo que es…- exclamó Alice. –
Edward…si Bella tiene que odiarte o no, es su decisión.
-¡Si lo hay! No hay forma de que pueda sentirme de esa forma hacia
Bella…no la hay…- exclamé deteniendo las palabras de Esme, y escondiendo el
rostro entre mis manos, atormentado por el peso que sentía en mi interior en esos
momentos.
Cómo podía tan siquiera pensar en cuan bien se sentirían sus cálidos
brazos rodeándome en estos momentos, haciéndolo como Esme. Nunca, jamás
había envidiado la relación que mi familia tenía. Jamás me sentí celoso de la
dulce forma en que Alice tomaba el rostro de Jasper entre sus manos y besaba
suavemente su nariz, para después besarle en los labios. Jamás había sentido
lástima de mí al observar en silencio la forma en la que Carlisle sostenía a Esme
entre sus brazos, la forma en que besaba su frente al volver del trabajo o la forma
en que subían abrazados las escaleras hacia su habitación. Nunca sentí envidia ni
de la relación pasional que tenían Emmett y Rosalie. Solía reírme de la forma
salvaje en que la alzaba en brazos y gritaba que su esposa era la mujer más
sensual del universo.
Me sentía bien, solo. Cuando las parejas se dedicaban tiempo para sí, yo
disfrutaba de la soledad. Solo que ahora la soledad no me recibía tan cálidamente
como antes. Ahora no deseaba pasar mi tiempo vacío en soledad. Prefería pasarlo
cerca de Bella. Prefería verla estudiar, verla leer algunas historia –aquellas
novelas trágicas que arrancaban gotas de cristales de sus ojos- escucharle hablar
entre sueños, escucharle reír a causa de las bromas de Emmett. Mi preferencia
había mutado de la apacible soledad a Bella. A una humana. A alguien con quien
podía compartir algo más que el simple silencio.
Entonces tenían razón. Lo que sentía podía ponerse bajo una palabra,
podía denominarse de una forma. Una forma que me ponía los pelos de punta de
solo pensar en ella; Amor.
Me gustara o no, eso era lo que sentía por Bella, un cariño más grande que
el simple amor familiar. No había ni pasado seis meses junto a ella. Y sin
embargo no hacía otra cosa más que pensar en Bella, no deseaba ver otra cosa
más que a ella. ¿Y ella?
¿Acaso Bella se siente de la misma forma? ¿Acaso sus sueños son de mí, y
no del monstruo del que debe escapar? Menuda frustración al recordar que no
podía leer su mente. No tenía forma de saber si me quería en silencio tal como yo
a ella.
-Esme- quería que se detuviera ¿Por qué no lo hacía? ¿Por qué ella lo veía
de una forma tan diferente a la mía? Yo no podía estar con Bella, no le convenía.
–Esto…- dije golpeándome el centro de mi pecho, donde una vez mi corazón
latió rebozarte de vida –esto que tú dices que siento…está mal…y mientras sienta
deseos de algo que más que su compañía…seguirá estando mal.
-Es decisión de ella- gruñó Alice poniéndose de pie. Esme, quien hasta el
momento había permanecido callada, le pidió a Alice que se sentara en calma.
Alice le escuchó y suspiró. –Jasper nota como te sientes…y dice que en
ocasiones es insoportable saber que te sientes de esa forma y no poder hacer nada
por ayudarte. No iba a usar su don para mejorarte, es algo que tú tienes que
decidir…
-¿Esme?
Ayudando ha Edward
Alice pov
Había pasado apenas un mes de la charla que tuvimos Esme y yo con
Edward. El primer día había evitado a Bella a toda costa, logrando que ella se
enfadara bastante con él. Bella buscaba por todos los medios saber por qué de un
día al otro su actitud para con ella había cambiado tan radicalmente. Pero ese
‘alejamiento’ no le impidió a Edward entrar a su habitación por las noches, como
solía hacer cada tanto. Pero a los pocos días, Edward, sin soportar verla enfadada
con él, buscó con éxito la forma de disculparse.
El ambiente en el instituto estaba bastante denso. La mayoría de los
adolescentes, en especial las mujeres, hablaban animadamente sobre el baile de
primavera que tendría lugar en un mes. No era la primera vez que escuchaba este
tipo de charlas. Las mujeres pensando a quien invitar al baile, que ponerse, como
arreglarse. Mientras que los hombres rogaban que no se los pidiera tal o cual
chica, o ideaban formas de hacer que la chica que les gustaba les invitara.
Después de las primeras tres horas Bella vino a almorzar con nosotros en
el día de hoy. Había llegado a un acuerdo consigo misma. Se repartiría para
almorzar un día con cada mesa. Ya que la mayoría de nosotros no estábamos
interesados en sentarnos con sus compañeros, y ellos parecían bastante temerosos
de acercársenos…
-Jessica- contestó Edward entre dientes. Bella se llevó una mano a la boca
sorprendida.
-Oh, bueno sí. Supongo que Jess suele ser un tanto…ansiosa.- Bella
destapó su zumo de naranja y comenzó a juguetear con la tapita azul del envase,
dando unos sorbitos a la bebida de tanto en tanto. Entonces decidí intervenir.
-¿Por qué dijiste eso, Bella?- habló Emmett, dejando a un lado, por
primera vez en el día, sus cuchicheos con Rosalie. –Anda, Bella…todos iremos si
vas. Invitas a alguien…Edward va con Jess- Edward gruño a mi lado. ¿Qué
quieres ¡Oh, Oh! Ya sé cómo podemos ir todos…tú vas con Bella. Los ojos de
Edward se abrieron desmesuradamente, sabía que se cuestionaba mi salud
mental. ¡Déjalo en mis manos ¡Ohh me siento como una adolescente!
-Entonces… ¿Se puede saber que harán ustedes dos?- dije exasperada,
sabiendo que alguien de la mesa daría el golpe final.
-¿Estas loco ¡Va a morirse del espanto!- clamó Emmett acercándose hacia
la mesa. Yo alcé mi dedo índice y cerré mis ojos.
Como todas las veces en las que intentaba forzar las visiones de algún
futuro, traté de relajarme, inspire y expire –no por buscar aire, que no lo
necesitaba, si no por relajar mi cuerpo entero- entonces como en un flash pude
ver verde. Era un parque o algo así. Edward estaba recostado en el suelo, con su
camisa abierta, mientras que Bella pasaba las yemas de sus dedos con cuidado
por sus brazos. La visión se volvió borrosa por un instante; ahora Edward estaba
sentado a un lado de Bella, acariciando su cuello con la punta de su nariz…
-Aun así pueden volver a tiempo para ir al baile…- sonreí. Bella me rodó
sus ojos, mascullando un No y se levantó, llevando su bandeja del almuerzo
consigo. Edward le siguió poco después ya que ambos tenían clase de biología
juntos.
-Bien, ahora podrías decirnos de que va todo este numerito del baile,
Alice…nunca, jamás en las veces que hicimos los últimos años del instituto,
asistimos a un baile de fin de curso. ¿Por qué ahora?- Dijo Rosalie inclinando su
cabeza sobre la mesa, dejando que sus cabellos rubios acariciaran suavemente la
superficie de la misma. Yo bajé mi mirada, mordiéndome el labio para
impedirme hablar. No sabía si Edward estaría de acuerdo en que se lo
contásemos a ellos. Edward no tenía una buena relación con Rosalie. Pero como
Carlisle no había dicho hace tiempo; los secretos envenenan a la familia. Alcé
mis ojos justo a tiempo para ver la mueca de decepción y de enfado de Rosalie. –
Perfecto.- dijo entre dientes poniéndose de pie.
-A que Edward siente por Bella algo similar a lo que tú sientes por
Rosalie.- apunté rápidamente.
Como parecía haberse vuelto costumbre, Edward se había ido con Bella en
su Volvo –no sin que ella antes lanzara una triste mirada a su Volkswagen- y si
dirigieron hacia la casa. Emmett, Rosalie, Jasper y yo, nos volvimos en el auto de
Bella. Emmett cada tanto abría el panel del auto en busca de Dios sabe que cosa
que pudiera darle una pista de que ocurría con ella.
-¿No crees que eso es presionar a Bella ¿Qué tal si ella no siente lo
mismo? Alice…no tendrías que meterte en eso- comenzó Jasper luego de que
hubiéramos llegado a la casa y nos hubiéramos encerrado en la habitación.
-¿Acaso no te das cuenta de nada ¡Nadie nota nada! Hace días que Edward
esta diferente…actúa de forma diferente. Antes era como si se resignara a esto…
como si su tiempo girase en torno a ver como pasaban las horas. Ahora parece
como si tuviera algo por lo que interesarse. Y algo me dice que Bella no le es
indiferente. Pero temo que siendo tan testaruda no va a reconocérmelo…- Jasper
se sentó a mi lado y me rodeó con sus brazos, depositando un dulce beso en mi
frente.
-Alice, sabes que voy a ayudarte con lo que quieras, pero no presiones…no
es bueno…
¿A dónde?
¿Con quien?
¡No!
Jasper y yo nos miramos. Con la música y todo, era raro que pudiéramos
escuchar las voces de nuestra familia, a menos que estuvieran gritándose…como
seguramente sucedía ahora. Jasper me tomó de la mano y en un santiamén
estábamos en el hall de entrada. Vimos las puertas del comedor familiar abiertas.
Dentro, Carlisle estaba sentado a un lado de la silla cabecera de la mesa, y
Edward estaba en el otro, con sus dedos ejerciendo una leve presión sobre el
tabique nasal.
-Los Cullen no podemos ir allí, Bella.- dijo Edward, palabra por palabra,
como si se concentrara para mantener su voz tranquila. Entonces me percaté de la
porción visible de la cabeza de Bella desde la silla que estaba en la cabecera de la
mesa.
-Ella no tiene nada que ver con aquello, Edward, ella puede ir.- repuso
Carlisle.
Un leve ‘Hmm’ –un tanto victorioso- salió de los labios cerrados de Bella.
Como si con eso dijera que Carlisle era quien tenia la ultima palabra.
-El sábado voy de excursión con alguno de los chicos del instituto.
¿Quieren venir?- preguntó mientras le daba un agradecido abrazo a Carlisle.
O bien, temía que hubieran aun hombres lobo y Bella –con su buena
suerte- pudiera resultar herida, o peor.
La push
Bella pov
Me desperté sintiendo una cegadora luz sobre mis ojos. Los abrí de golpe,
sentándome en la cama de un salto mientras veía algunos tenues rayos amarillos
escurrirse entre las cortinas de mi habitación. Era extraño…la normal penumbra
de la mañana había sido reemplazada por una extraña luz amarillenta… ¿Acaso?
Ten Cuidado.
Decía la nota con la prolija e inconfundible caligrafía de Edward. Sonreí.
También estaban allí Jess, Angela, Lauren, Eric y un par de chicos más de
los que no podía recordar sus nombres. Lauren me miró con desdén cuando pasé
por su lado, Jessica en cambio corrió hacia mí.
-Eras la que faltaba…ya pensé que no vendrías -dijo con una brillante
sonrisa en su rostro. –Bien, entonces ya podemos irnos ¿Te vienes en mi coche, o
en la mini furgoneta de Lee?- miré de soslayo la mini furgoneta, iría atestada de
gente y casi ni podría respirar, sin contar que irá acompañada de gente que casi
conocía.
En una de las puntas de la playa, cerca del agua, había un par de troncos de
color blanco –a causa de la salinidad marina- dispuestos como en ronda, y se
podía ver un círculo negro de cenizas en el centro. Mike nos condujo hasta allí,
donde dejamos nuestras mochilas lejos del alcance del agua.
Mike dio un par de vueltas buscando unas cuantas ramillas traídas por la
marea y las acomodó donde habían viejas cenizas. Encendió una especie de
fogata, pero me sorprendí al no ver las habituales llamaradas anaranjadas. Estas
eran azules. Dejé escapar un grito de sorpresa al verlas aumentar conforme
lamían más leña.
Me puse de pie junto con Eric y Ángela para saludar a los adolescentes.
Eric parecía conocerlos de antes, quizás en otras visitas a la playa, por lo que nos
presentó a ellos. Cada uno de los jóvenes se nos dijo su nombre, una de las chicas
se llamaba Jessica, el muchacho más joven se llamaba Jacob y el más alto
respondía al nombre de Sam.
-¡Tú no puedes ser familiar de ninguno de los Cullen!- afirmó el joven que
se llamaba Sam, con su dedo acusatorio alzado frente a mí. No sabía si responder
o no, realmente me sentía intimidada. El resto de sus amigos me miraban tal y
como lo hacían Ángela y Eric, sorprendidos ante el tono de voz amenazante de su
amigo.
-No, técnicamente…- murmuré suavemente, alzando el pecho y fijando mi
vista en él. Sam tenía los ojos dilatados y cada tanto movía las aletas de su nariz,
como si estuviera oliendo algo. –Todos hemos sido adoptados.
Jessica y Ben tampoco fueron, solo que en lugar de quedarse sentados con
nosotros, se fueron a recorrer la costa de la playa.
-Te molestaría decirme que fue lo que ocurrió con tu amigo- le pregunté a
Jacob luego de pasar varios minutos en silencio. Me fue imposible ocultar mi
tono de enfado.
Me quedé con la mente en blanco, pero entonces accedí a ir, quizás podría
sacarle algo sobre su amigo, ya que su seco no lo sé, no me convenció en lo más
mínimo.
-¿Y cuántos años tienes?- pregunté tratando de desviarme un rato de la
conversación que me interesaba tener.
Bajó su mirada hacia sus pies, parecía tomarle trabajo decirme su edad, -
acabo de cumplir quince- confesó.
-¡Vaya! Juraba que tenías un poco más de dieciséis.- Era una crueldad
decirle eso al joven, más cuando parpadeaba incesantemente, como si tuviera una
molestia en el ojo.
-Soy alto para mi edad- dijo inflando su pecho. Algo me decía que el
coquetear con él para sacarle información, sobre la reacción de su amigo hacia mí
y mi familia, me traería problemas a futuro. -¿Y tú?
-Cumplí diecisiete hace pocos meses- contesté con una sonrisa. -¿Subes a
Forks a menudo?- me sentí como una tonta, mis falsas expresiones de ansiedad y
sorpresa no solían ser muy buenas, seguramente se daría cuenta y se enfadaría.
-¿Y anda?- Reí. Jacob al principio me dio una seria mirada, pero luego se
rió conmigo.
-Vamos, no se lo voy a contar a nadie. Creo que merezco saber por qué me
recibió con ese cariño- bromeé soltándole una sonrisa.
-Se supone que los Cullen no se acercan a la reserva- susurró, como si
hubiera alguien más que pudiera escucharnos. Entrecerré mis ojos y fruncí el
ceño, -¿Sabes algunas de las leyendas de nosotros, del origen de los quileutes?-
-Adelante.
-¿Qué paso con tus padres?- abrí mi boca para responderle, pero me di
cuenta de que no salía sonido alguno. Jacob desvió su mirada de la mía.
-No, está bien- respondí suspirando. –Mis padres fallecieron cuando yo era
pequeña. Íbamos de vacaciones a no recuerdo dónde cuando un camión nos
embistió de frente.- Jacob abrió su boca sorprendido. Todas las personas a las
que se lo contaban hacían lo mismo. Odiaba que sintieran lástima de mi triste
historia. Yo misma me odiaba cuando sentía lástima de mí misma -solo yo tuve
suerte. Viví en un orfanato hasta que Esme y Carlisle me adoptaron. Ellos han
sido como mis padres desde entonces.
-Se esta haciendo tarde- murmuró mirando al cielo. –Está por llover,
seguramente tus amigos querrán irse.- Jacob se volvió sobre sus talones,
guiándome hacia la playa. No habíamos hecho ni dos metros que mi pie se
tropezó contra la raíz de un árbol que sobresalía. Fue inevitable mi caída al suelo.
Dejé escapar un quejido de dolor al sentir mi tobillo doblarse. Jacob se acercó
rápidamente hacia mí.
-¡Diablos!- maldije mientras me acomodaba en la hierba del suelo del
bosque. Jacob se inclino frente a mí y tomó mi tobillo entre sus manos. Volví a
gemir cuándo hizo presión sobre él.
-¿Qué buscas?
-Oh, casi lo olvidaba…mi padre está en casa, así que te pido un favor…no
comentes nada sobre las historias que te conté- me dijo casi en un susurro.
-¿Por qué?
-Oh, hola- me saludó con una sonrisa amable. El hombre que estaba
sentado en el sofá se puso de pie. Me sorprendí al ver una reluciente placa dorada
brillando en su chaqueta de cuero. Iba a dar un paso para saludarles, pero el dolor
punzante en mi pie me hizo recordar qué era lo que me traía a este lugar. Respiré
profundamente, evitándome la embarazosa escena de chillar del dolor. Jacob me
alcanzó una silla y me hizo sentar.
-No- respondió Jacob antes de que yo pudiera alegar que fue un simple
tropezón –creo que se rompió el tobillo.
-Oh sí, claro…olvidé que tu padre era doctor- sonrió mientras desaparecía
de la sala. Mis ojos se abrieron de golpe, no me gustaba para nada la idea de
quedarme a solas en un lugar lleno de extraños. El hombre con la chaqueta de
policía me alcanzó un vaso con agua, y el padre de Jacob acercó la silla de ruedas
más hacia la mesa.
-Ah, eres nueva en Forks, por eso no te reconocía. Soy Charlie Swan, jefe
de policía de Forks- el hombre extendió su mano hacia mí. Le devolví el gesto
con una sonrisa. –Conozco a la mayoría de los jóvenes, pero nunca se pueden
conocer a todos ¿verdad?- su sonrisa me resultó agradable, cálida. Por lo que le
sonreí también.
-Oh claro. Mi padre ya te conoce. Soy Bella, la hija del doctor Carlisle
Cullen- me presenté. Entonces inesperadamente mi nombre provocó una ola de
reacciones en aquella diminuta casa. El padre de Jacob casi se atragantó mientras
bebía agua. El jefe de policía Swan me miró sorprendido unos instantes, pero
luego se dedicó a socorrer a su amigo.
-No, comprendo- era obvio que el padre de Jacob también creía las
historias y creía saber lo qué era mi familia. El jefe Swan permaneció en silencio,
observando como Jacob –con mi ayuda- terminaba de acomodar el vendaje en mi
pie. Me miraba cuidadosamente, desviando su mirada cada vez que mis ojos iban
hacia él. Me sentía incómoda bajo su penetrante mirada y algo me decía que
reparaba en cada detalle de mí, hasta que luego habló:
-¿No sería mejor que tu padre te revisara, Bella? - preguntó, pude percibir
un extraño temblor en su voz.
-Yo te llevo hasta tu casa, Bella- dijo con una triste sonrisa. Me gustaría
saber qué era lo que le sucedía para ponerse de aquel modo.
-Solo por esta vez haré excepción, Jacob Black. Puedes llevarla en su auto,
yo iré detrás de ustedes. Y luego te traigo de vuelta.- Jacob sonrió, mostrando sus
perfectos dientes.
-Mike…tengo que volver a casa con mi auto, o pensarán que realmente fue
un fuerte tropezón, mi padre es capaz de internarme…y créeme que no deseo
eso…- dije poniendo las llaves en la cerradura. –Además ni Ángela ni Ben saben
manejar. Descuida, estaré bien. Nos vemos el lunes en el instituto -saludé
mientras le cedía el paso a Jacob en el asiento del piloto, y yo me arrastraba hacia
el otro.
Le pedí más de tres veces a Jacob que tuviera cuidado con mi coche. –
Bella, llevo conduciendo desde que tengo uso de razón- bromeó haciendo rugir el
motor. Al poco tiempo íbamos atravesando las callecitas de la reserva, con el jefe
de policía Swan detrás de nosotros, haciendo que las luces del techo de su
patrulla iluminaran exageradamente el camino, a pesar de que aun había un poco
de luz. El crepúsculo se veía igual al de todos los días; nublado. El espléndido día
soleado había acabado luego de la hora del almuerzo.
-¿Charlie?¿Por qué… oh, vaya…sí, puede ser -hice una mueca dándole a
entender que yo no estaba en su mente como para saber a que se refería. –Bella.
Tu nombre en realidad es Isabella ¿verdad?
-¿Y?
-Charlie tenía una hija que se llamaba como tú -dijo Jacob suavemente,
como si temiera que Charlie pudiera escucharnos a pesar de estar tan apartado de
nosotros, y en otro vehículo. Yo me acomodé sentándome de frente a él.
-¿Qué le pasó?
-Verás, Charlie estaba casado con Renée, su ex-esposa. Pero ella se fue
con su pequeña hija de tan solo meses. No estoy seguro, pero creo que se fue a
vivir con su amante o algo así.
-Hace bastantes años ya…yo era muy pequeño como para recordarlo, pero
por lo poco que sé, habrá sucedido hace alrededor de unos 14 años…
-Cualquiera diría que puedes ser la hija de Charlie -rió Jacob –Solo que tú
sabes que fue lo que sucedió con tus padres -yo asentí suavemente.
-¿Alice?- escuché las puertas del auto abriéndose y cerrándose. Los fríos y
fuertes brazos de Edward me alzaron hacia el frío aire del atardecer.
-Cierra los ojos Bella, tienes algo de temperatura…parece que no fue una
simple torcedura…- me dijo suavemente. -¿A que creíste que fue solo eso y
caminaste igual?- por mucho que me molestara darle la razón, asentí. -Bella…
creí que Carlisle lo había dicho varias veces. Las torceduras duelen solo al
principio…pero las roturas… ¡Hay Bella! Creo que tendrás que andar unos
cuantos meses con un yeso.- dijo con un tono de burla en sus palabras. Me
removí descontenta entre sus brazos y me las arreglé para sentarme. Edward
extendió sus brazos, temiendo que del repentino movimiento me incomodase
aun. Pero no fue así.
Volví mis ojos hacia Edward, dándome cuenta ahora de que sus ojos
estaban negros como el carbón y la sombra morada de debajo de sus ojos era aun
más notoria. Lo mismo sucedía con el bello rostro de Alice.
-¿Por qué volvieron? No podía sucederme nada…estaba con los chicos del
instituto…- dije molesta, y en parte sintiéndome culpable.
-No podía verte. Eso fue lo que más nos alarmó. Estabas en la reserva, sí,
con tus compañeros del instituto. Pero Bella, nosotros no somos las únicas
criaturas peligrosas que estamos por aquí -dijo Alice.
-¿Entonces es cierto? ¿Realmente hay hombres lobo en La Push?- pregunté
alejándome de los brazos de Edward.
-Sí. Ellos tienen sus leyendas. Pero creí que debían mantener su bocota
cerrada. ¿Qué más te dijeron?- Edward sonaba molesto. No sabía hasta que punto
convenía contarle todo lo que había sucedido en ese día. Si las leyendas eran algo
que no debían ser contadas, los habitantes de La Push no querían que se hicieran
públicas, y si mi familia tampoco lo quería así…el que las contara estaría metido
en grandes problemas. -Bella…no tienes ni idea de cuánto me frustra no saber
qué es lo que estás pensando -masculló Edward presionándose el tabique nasal.
-Le haremos una visita en la noche- rió Alice. Parte de mí sabía que
bromeaba, pero no pude evitar que la expresión en mi rostro se tensara por un
instante. Ellos jamás harían algo así. Jamás
Escuché la risita de Alice –No creo que pueda salir corriendo a ningún
lado si la sigues dejando grogui- dijo volteando su rostro hacia nosotros. Yo bajé
mi cabeza, sabiendo que mis mejillas estaban más ruborizadas que antes.
-No voy a…y no estoy grogui- solté en cuanto pude formular frases
coherentes.
Isabella Swan
Edward pov
-¿La ves?- pregunté a Alice por enésima vez. Ella sacudió su cabeza
mientras miraba hacia los lados de la carretera nerviosamente. Acabábamos de
ver pasar una suburban y otro vehículo. Me sentí aun más alterado al ver que el
suburban era conducido por Mike Newton, con lo cual, Bella debía de venir con
ellos ya fuera en su auto o en el de alguno. Pero no estaba. Y en el último
vehículo iban demasiado amontonados. Contuve la respiración unos segundos,
esperando exhalar tranquilidad cuando viera el vehículo de Bella pasar a nuestro
lado. Pero no sucedió.
Alice volvió a sacudir su cabeza hacia los costados, pero entonces detuvo
su vista fija en un punto sin importancia fuera del parabrisas. Entonces vi lo
mismo que ella.
Bella estaba sentada en la hierba, rodeada de pequeñas florerillas
silvestres, riendo a todo pulmón, mientras que apoyaba una mano en la boca de
su estómago debido al dolor que le producía la risa.
De nuevo, antes de que pudiera ver nada, su mente me lanzó una imagen
del Volkswagen de Bella pasando a nuestro lado. No pasaron más de dos minutos
cuando pude divisar los faroles de su coche por la ruta. Prendí las luces traseras
del auto, que hasta ahora habían permanecido apagadas. Alice creyó mejor que si
Bella no estaba en peligro no supiera que estábamos vigilándola. Pero ahora ya
no importaba si se enfadaba o no. Estaba muerto de la preocupación…pasamos
toda una tarde sin tener noticias de ella, y sin saber si estaba bien o no.
El coche pasó por nuestro lado a un velocidad considerable como para que
pudiera ver que no era Bella la que conducía, ella iba sentada en el asiento del
copiloto, y pegó un salto cuando vio mi coche aparcado en la banquina. Su auto
se detuvo a unos cuantos metros de nosotros, entonces me sorprendí al ver que
detrás de ellos venía un coche patrullero con el emblema de la fuerza policial
local, de Forks.
Avancé mi auto rápidamente hasta detenerme al lado del de Bella. Salí casi
de un salto cuando vi que tenía su cabeza presionada contra el respaldo del
asiento.
-¡Bella!- le llamé alarmado al ver que parecía estar más en el otro mundo
que en este.
-Creo que será mejor que lleve a Bella al hospital. Parece que tiene
temperatura- dije mientras llevaba mi fría mano sobre la frente de Bella. Ardía.
-¿Alice?- murmuró Bella mientras abría las puertas traseras del Volvo. En
un rápido, pero cuidadoso movimiento, alcé a Bella con mis brazos, y se
estremeció ente el contacto de su piel con la fresca brisa del atardecer. Jasper
bajó y se acercó hacia la puerta de conductor del Volkswagen de Bella. Me dio
lástima por el joven aborigen cuando Jasper le dio una mirada hostil. El niño
salió del auto y se apartó lo más que pudo, sintiéndose intimidado ante el tamaño
de mi hermano. Entonces Charlie le llamó, diciéndole que sería mejor que le
llevara de regreso a su casa, y luego se despidió con un leve movimiento de su
mano.
Agradecí a los cielos que no había pasado nada más grave. Conociendo la
suerte de Bella, una quebradura era algo por lo que podía considerársele
afortunada. Incliné mi cabeza sobre la suya, respirando el dulce aroma que
desprendían sus cabellos. Entonces me maravillé. No me había alimentado, no lo
había hecho por casi dos días, y allí estaba. Aspirando el dulce y delicioso aroma
de Bella, pero el monstruo no gritaba cuándo deseaba poseerla, cuánto deseaba
sentir su cálida sangre recorriendo mi garganta.
-Cierra los ojos Bella, tienes algo de temperatura…parece que no fue una
simple torcedura…- dije suavemente. -¿A que creíste que fue solo eso y
caminaste igual?- Sabía que en su mente se libraba una batalla por darme la razón
o no. Finalmente asintió, haciendo que sus mejillas se ruborizaran levemente. -
Bella…creí que Carlisle lo había dicho varias veces. Las torceduras duelen solo
al principio…pero las roturas… ¡Hay Bella! Creo que tendrás que andar unos
cuantos meses con un yeso -no pude evitar burlarme de ella. Era torpe.
Adorablemente torpe. Bella se removió descontenta entre mis brazos y le solté un
poco para que pudiera sentarse. Pero su movimiento fue tan rápido que temí que
se marease. Extendí mis brazos en vano, Bella estaba bien.
-¿Quién viene con mi coche?- preguntó Bella viendo que su auto nos
seguía, pero aparentemente no se había percatado de que Jasper venía con
nosotros.
Bella volvió sus ojos hacia mí, mostrándose culpable ante algo que
encontraba en mi rostro, y luego miró a Alice.
-¿Por qué volvieron? No podía sucederme nada…estaba con los chicos del
instituto…- dijo haciendo un mohín, pero su tono de voz denotaba culpabilidad.
-No podía verte. Eso fue lo que más nos alarmó. Estabas en la reserva, sí,
con tus compañeros del instituto. Pero Bella, nosotros no somos las únicas
criaturas peligrosas que estamos por aquí -dijo Alice.
¡¿Cómo rayos?!
-Sí. Ellos tienen sus leyendas. Pero creí que debían mantener su bocota
cerrada. ¿Qué más te dijeron?- traté de contenerme con todas mis fuerzas, pero
no era bueno para mantener firme mi tono de voz. Se suponía que el tratado
consistía en que ellos no nos delatarían con los humanos si nosotros no
pisábamos su territorio. Y no lo hicimos. Bella parecía sumergida en sus más
profundos pensamientos. Por mucho que traté de concentrarme no oía nada. Era
como siempre; una pared en blanco. -Bella…no tienes ni idea de cuanto me
frustra no saber qué es lo que estas pensando -suspiré cerrando los ojos y
presionándome el tabique nasal, tratando de mantener mi postura y no volverme
loco de la desesperación.
-Le haremos una visita en la noche- rió Alice. Me sorprendió ver que el
rostro de Bella se crispó por un segundo en una mueca de miedo. ¿Realmente nos
creía capaz de una cosa así? Bien, el tratado debía ser respetado y si alguien no
cumplía con él….Bella no tenía idea de las clases de cosas de las que éramos
capaces de hacer.
-Se suponía- murmuró Bella –El amigo de Jacob se puso bastante molesto
cuando mencioné que Carlisle me había adoptado. Creo que aun siendo humana
tampoco soy bienvenida en la reserva.
Bella cerró sus ojos lentamente. Las comisuras de mis labios se estiraron
en una sonrisa al sentir el tamborileo de su corazón.
Volví mis ojos hacia Bella. ¿Sería posible? ¿Acaso Bella podría verme
como algo más del monstruo que era? ¿Acaso podía ver, debajo de esta funesta
máscara, al hombre que alguna vez fui? No sabía si estaba preparado para saber
la respuesta…no sabía tampoco cómo actuar. Como Esme me había dicho,
prácticamente era un niño cuando Carlisle me transformó. En aquella época no
nos preocupaba si sabíamos o no cómo tratar a una enamorada correctamente,
simplemente fluía, ya que ninguno sabía cómo actuar.
Escuché la risita de Alice –No creo que pueda salir corriendo a ningún
lado si la sigues dejando grogui- dijo volteando su rostro hacia nosotros.
-No voy a…y no estoy grogui- soltó haciendo que tuviera que morderme el
labio para no reír con ganas.
--
No tenía sentido recorrer la casa, una foto ya nos bastaba para constatar lo
que sospechábamos. Alice la guardó cuidadosamente dentro de su chaqueta, para
evitar que se arruinara con la lluvia y nos echamos a correr de vuelta a casa. Bella
merecía saber la verdad.
-¿Y bien?- preguntó Jasper poniéndose de pie de un salto del sofá. Alice
corrió a esconderse entre sus brazos, y Jasper pudo sentir la tristeza que le
acongojaba. Hundió su rostro entre los cabellos de Alice y le dio suaves besos,
tratando de reconfortarla. –Carlisle llamó. Dijo que si había algo por contarle a
Bella, que esperemos a la mañana, a que toda la familia esté reunida.
Alice pov
Estaba parada en el porche de la casa, dando saltitos en el lugar,
impaciente. La noche anterior Carlisle me había prometido que cuando volviera
de su turno del hospital hablaríamos con Bella sobre su padre. Después de
haberlo hablado toda la familia en la noche, decidimos que lo mejor era que Bella
supiera que Charlie Swan podría ser su padre. Aunque solo tuviéramos una foto
de ella de pequeña que no lo confirmara, ella debía tener la opción de decidir que
hacer.
Igual seguía teniendo las mismas visiones de Bella que hacía semanas
atrás. Los sucesos de las próximas semanas se seguirían tal cual los veía…
incluyendo aquellos que mantenía ocultos de Edward. En ocasiones es bueno
saber qué le deparara a uno el destino, pero a veces es mejor sorprenderse de los
hechos, y estaba segura de que ese día debía ser totalmente para que Edward lo
descubriera junto con Bella.
Entonces sentí el ruido de las llantas del auto de Carlisle aplastando las
hojas en la entrada del sendero que daba a la casa. No quería perder ni un minuto.
Corrí escaleras arriba, a la habitación de Bella.
-Buenas tardes… ¿no crees que es tiempo de moverte de esa cama? Llevas
todo un día ahí -le dije tomando las muletas que habíamos dejado a un lado de su
cama. Bella se acomodó en su lugar y cruzó sus brazos sobre su pecho.
-Ahora bien, Carlisle quiere decirte algo, será mejor que te pongas la salida
encima…hace frío.- Bella bufó molesta y estiró sus brazos para que le ponga la
bata, ya que estaba lejos de su alcance. –No…ahí tienes las muletas-
-¿Sí?
-¿Cómo es que tú y Jasper terminaron juntos? Es decir ¿no se sintieron
extraños al saber que eran como hermanos?
Por unos momentos la miré extrañada ante su pregunta, pero luego sonreí,
-Bella, yo encontré a Jasper mucho antes de que viniéramos a vivir con nuestra
familia. Y el plan de hermanos…es de las puertas de la casa para afuera. Ni
Emmett ni Rosalie lo encuentran molesto…
-En lo absoluto. Verás, Esme nos quiere a todos como sus hijos… ¿Por
qué no habría de querer que fuéramos felices? Ninguno de nosotros está
emparentado con el otro…además es perfecto ver que todos tenemos nuestro
compañero dentro del grupo.
-Espantosa. ¿Hasta cuando tendré que tener esto?- dijo señalando el yeso
que recubría su pierna.
-Creo que unas semanas más- dijo Carlisle alzando su vista hacia mí. Yo
asentí con mi cabeza.
Edward alzó sus ojos y en sus labios se dibujó una suave sonrisa al mismo
tiempo de que le pasaba a Bella el portarretratos. Bella lo examinó con cuidado
unos minutos, limpiando la tierra que cubría los rostros de la fotografía.
-¿Qué fue lo que Jacob te contó, Bella?- las palabras de Edward sonaban
suaves, temerosas de que cualquiera de ellas rompiera la calma de Bella.
-Me dijo que Charlie estaba casado con Renée, su ex-esposa, pero ella se
fue con su pequeña hija de tan solo meses. Creo que se fue a vivir con su amante,
pero parece que él siguió viendo a su hija Isabella cada tanto. Hasta que una
noche le llamaron diciendo que alguien había irrumpido en la casa donde Renée
y su pareja vivían. El hombre fue encontrado muerto allí, y ella en el bosque que
rodeaba la casa. Jacob dijo que el rumor es que fueron asesinados…pero que
ambos cuerpos tenían una especie de fuerte anemia. Jake dijo que en su tierra
creen que fueron…fueron…vampiros- nos contó Bella. Yo me arrodillé a un lado
de ella. Era la principal que debía contarle todo, después de todo, yo la había
encontrado.
-Supongo que querrás hablar con él de todo esto- Dijo Carlisle poniéndose
de pie. Bella permaneció callada unos instantes.
-Bella…
No, porque los bailes no eran algo que me atraía lo suficiente como para
exponerme a la vergüenza de tropezar y hacer el ridículo. No, porque no iría de
ninguna forma con el yeso, y no, porque no tenía pareja. Por mucho tiempo que
tuviera para prepararme jamás podría juntar el valor suficiente para pedirle a
quien yo quería que fuera mi pareja para el baile. Jamás podría juntar fuerzas
para pedírselo a Edward.
Me sorprendí al descorrer las cortinas y que mis ojos se cegaran con los
brillantes rayos del sol de la mañana. Como siempre, el pronóstico de Alice había
acertado en un 100 por ciento. Respiré profundamente, tratando de calmarme y
de borrar aquella tonta sonrisa que estiraba fuertemente la comisura de mis labios
hacia las orejas. Pasaría la mayor parte del día junto con Edward. Solo él y yo.
Salí de mi habitación, tratando de ir con cuidado por la alfombra que hacía
un camino que llegaba hasta las escaleras. Cuando llegue allí, bufé molesta al
recordar que apenas un mes atrás podía bajarlas yo sola, ahora debía pedir que
alguien me ayudara. Miré a mi alrededor, y me asomé sobre la barandilla de las
escaleras, no había nadie a la vista, tenía que llamar a alguien, o…podía
intentarlo yo sola.
Odiaba sentirme una inútil, así que trate de auto convencerme de que
podría hacerlo sin ningún problema y apoyé primero mi pie bueno en el escalón,
luego sosteniéndome de la baranda y apoyándome con las muletas en la otra
mano, bajé la pierna enyesada. ¡Bien Bella! Un escalón menos…quedan muchos
más por bajar. Nuevamente levanté y apoyé mi pierna buena en el siguiente y me
ayudé para bajar el pesado bulto. Había logrado llegar hasta la primera planta
cuando Edward gritó mi nombre.
-¡Bella!- sabía que me llamaba con su tono exasperado al ver que intentaba
bajar por las escaleras yo sola. No sé por qué, pero quise darme la vuelta y
decirle que me dejase, que todo iba bien, pero perdí el equilibrio y la baranda se
alejó de mis manos. Iba viendo en cámara lenta como caía de espaldas por las
escaleras, pero Edward estuvo sosteniéndome en un instante. Caí sentada sobre
sus brazos y me aferré fuertemente a su cuello, tratando de sostenerme por si –y
qué idiotez- él no podía sostenerme.
-Bella, realmente…- comenzó, pero luego suspiró, dejando caer sus brazos
al costado de su cuerpo, -será mejor que nos vayamos, es bastante lejos el lugar.
Yo asentí, pero antes que pudiera ponerme de pie Edward volvió a alzarme
en sus brazos. –Sinceramente, Edward, puedo caminar…- me quejé cruzándome
de brazos mientras salíamos por la puerta de la casa.
-Creo que no con normalidad- dijo con una sonrisa torcida. ¡Cómo me
gustaba ver esa sonrisa en su rostro! Si una simple mirada de él podía hacerme
olvidar qué era lo que estaba haciendo o hablando…esa sonrisa me transformaba
en un títere –además iremos bastante lejos…llegaremos más rápido si yo te
cargo.
Oh no. Emmett y Alice me habían llevado así unas cuantas veces. Solía
marearme al ver todo pasar a tal velocidad a mí alrededor, pero solo habían sido
por cortas distancias y según Edward teníamos un largo camino por recorrer.
Podía sentir los rayos del sol calentando mi piel cada vez que su luz pasaba
a través de la espesa media sombra que creaba el follaje de los árboles. Ahora
que llevaba unos pocos minutos viajando con Edward, no parecía ser tan malo,
hasta que me aventuré a abrir los ojos.
Rayos.
Todo cuanto nos rodeaba se movía a una velocidad casi inverosímil, solo
podía ver verde, verde y más verde pasando rápidamente, y convirtiéndose en
árboles y arbustos a la lejanía. Comencé a sentirme mareada, podía sentir las
pequeñas gotas de sudor brotando de mi frente.
-Vamos Bella. Estamos cerca, prometo que iré a paso humano, por mucho
que lo odie -dijo torciendo el gesto. No tenía forma de negarme, no podía
caminar yo sola con el yeso, y lo principal era que me gustaba estar cerca de él.
Como Edward había prometido, avanzamos el último tramo a una velocidad
segura para mi salud. Por un lado me sentía un tanto incomoda, ya que casi no
hablábamos. Pero por otro Edward parecía creer que disfrutaba de la música
ambiental –el viento y los pequeños animales que correteaban por el lugar- pero
yo estaba más concentrada en otras cosas; como por ejemplo en el dulce y
exquisito aroma de su piel.
Chocante.
-¿Por qué no me sorprende que no estés asustada?- preguntó con una pizca
de curiosidad en su voz. Yo le sonreí.
-Aun sigues esperando que salga corriendo a los gritos ¿verdad?- vi sus
labios curvarse en una suave sonrisa, mientras permanecía con sus ojos cerrados.
–Lamento bajarte de la nube, pero eso no va a suceder jamás. No me dan tanto
miedo.
-¿Tú? Siento decírtelo, pero eres el que menos inspira miedo -dije con
naturalidad. Entonteces el cuerpo de Edward se tensó bajo mis dedos y una
enorme y juguetona sonrisa se formó en sus labios.
-No tendrías que haber dicho eso, de veras.- Edward emitió un sordo
gruñido y los labios mostraron unos dientes perfectos al curvarse hacia atrás. En
un abrir y cerrar de ojos se había puesto de pie, agachándose, tenso como un
felino a punto de atacar. –No deberías haberlo dicho.
-Pero algún día tendrás la tuya…y no creo que sea fácil explicarle a tus
hijos por qué sus abuelos y tíos no envejecen y brillan bajo los rayos del sol -dijo
amargamente señalando su pecho desnudo centelleando bajo las rayos del sol –
nunca tendrás una vida normal si permaneces toda tu vida con nosotros.
-Quizás no tiene por que ser tan así…quizás si yo…si fuera como
ustedes…
¿Pero por qué Edward no lo veía como yo? ¿Por qué le enfurecía tanto la
simple idea de que yo pudiera vivir eternamente junto a él y a mi familia? ¿Acaso
no quería que estuviera cerca de él tanto tiempo? Traté de respirar con más calma
al sentir que mis ojos comenzaban a humedecerse.
-Lamento que te resulte tan aberrante la idea de que viva para siempre con
ustedes…creí que lo proferirían. Yo lo prefiero.
Y él me estaba besando.
Tan cerca
Edward pov
Bella entreabrió sus labios levemente, exhalando en mi rostro su cálido y
dulce aliento. Su boca estaba demasiado cerca de la mía, y cada minúsculo
movimiento de su parte era una invitación para besarla.
Besarla. Probar el sabor de sus labios, de su cálido aliento. Tendría que ser
lo suficientemente cuidadoso como para no permitirme demasiado. Sabía que no
me conformaría con solo rozar nuestros labios, o presionarlos. Besarla me
tentaría a querer algo más que un simple beso…algo mucho más que eso.
Quería que mi primer beso fuera algo perfecto. Algo que recordara por el
resto de mi existencia. Quería que mi primer beso fuera con Bella. Y podía
hacerlo…quería hacerlo.
Con cuidado y con cautela acorté la poca y torturadora distancia que había
entre nosotros. No tenía experiencia con este tipo de besos y extrañamente me
encontré nervioso ante la ansiedad de saber si lo hacía bien o no. Realmente no
recordaba haberlo hecho en mi vida humana, y por lo que sabía de la época, un
beso en los labios era algo que se recibía cuando el romance era algo serio, un
compromiso verdadero…y yo nunca había llegado a ese momento.
No me perdí por mucho tiempo en ese dulce beso, no sabía cuánto podría
controlarme y lo mejor era no presionar los límites.
Deseaba que todo pudiera ser más fácil de lo que era. Si bien el tiempo que
había vivido a su alrededor me había ayudado a acostumbrarme a su aroma, y por
lo tanto a desear con menos voracidad su sangre...aun había peligro. Para ella. Y
para mí en cierta forma. Lastimarla a Bella, era lo mismo que lastimarme a mí. Si
había alguna forma de estar a su lado, de amarla como se lo merecía en
realidad...debía poner todo de mí, todas mis fuerzas para hacer que eso fuera
posible.
Y su aroma. No tenía palabras para describir lo potente que era. Rocé las
formas de su mandíbula con mi nariz, respirando profundamente en cada
oportunidad, captando su intoxicante aroma. Podía sentir su sangre fluyendo a
escasos centímetros de mis labios. En un abrir y cerrar de ojos podría acabar con
ella y obtener lo que tanto deseaba…sería tan fácil satisfacer mi sed.
-Bueno…es que antes no tenía valor para pedirte que fueras conmigo…-
dijo esquivando mis ojos. –Y como acabas de besarme…- me sonreí al ver que se
mordía los labios. En un rápido movimiento toqué los míos. ¡Cuánto la quería!
-Entonces señorita Isabella, será mejor que nos vayamos, sé que alguien
estará esperando ansiosa por hacerle un cambio de imagen -entonces Bella abrió
los ojos desmesuradamente y empalideció. -¿Creí que querías ir al baile?
-Sí, quiero. Pero no estoy tan segura de querer pagar tal precio…
-Alice será feliz, de seguro ya tiene el vestido y todo preparado- Bella se
estremeció y en un rápido movimiento la acurruqué entre mis brazos, besando
cuidadosamente su cabeza.
¡Oh dios! Es irreal la sonrisa que tienes en tu rostro… ¡sabía que esto iba
a suceder! Oh, Edward, estoy tan contenta…Ya puse al tanto a todos… ¡Esme
está deseosa de verte! Le rodé los ojos a Alice. Sus pensamientos eran más
molestos que la estúpida mueca que tenía en su rostro…pobre Bella…si tan solo
supiera que además de un buen rato del ‘spa de Alice’ le esperaba un ataque de
preguntas incómodas…sacudí mi cabeza.
Emmett tenía su rostro demasiado serio y Jasper pasaba sus ojos de Bella a
mí. Rodé mis ojos, pero cuando fui a dar un paso más adelante, ambos se
interpusieron entre mí y la escalera.
Alice pasó por mi lado y alzó a Bella, diciéndole que tenían poco tiempo
para prepararse para el baile, antes de subir, se dio la vuelta para llamar a Rosalie
a ir con ellas, pero la testaruda de mi hermana, alzó su nariz y siguió ojeando sus
revistas de modas en el sofá. Alice suspiró resignada y se encaminó hacia arriba.
Yo no quité mis ojos de mi hermosa Bella mientras subía las escaleras
sobre los brazos de Alice. Ella cada tanto movía su cabeza para fijar sus ojos
marrones en los míos, era entonces cuando las comisuras de mis labios se
estiraban.
-¡Pist!- moví mis ojos hacia Emmett, quien aun tenía sus brazos cruzados
sobre su pecho.
-¿Se puede saber que les pasa a los dos?- resoplé caminando hacia el sofá.
Pero nuevamente, cuando estaba a escasos metros ambos se interpusieron en mi
camino -muévanse…
-Solo por que seas nuestro hermano…no vas a librarte de esto, Edward -
comenzó Emmett frunciendo sus cejas.
-Sí, hazle el menor daño…y te las verás con nosotros…- dijo Emmett.
-A veces cuando no tienes nada bueno por decir…es mejor no decir nada,
Rosalie- dijo Jasper entre dientes.
-¡No! No tengo por qué callar, soy parte de esta familia mucho antes que
esa niñita. Y esto no es algo por lo que tengamos que alegrarnos. Edward ha
tratado de matarla antes…nada le asegura que no vuelva a hacerlo…y después
tendremos que soportarle toda la eternidad culpándose por ello…haciendo el
papel de mártir y nosotros tendremos que soportar sus lamentos. Y si la convierte
será mucho peor…la niña es un imán para el peligro…es solo cuestión de tiempo
para que volvamos a tener problemas por su causa…- dijo ofuscada, con sus ojos
negros clavados en mí.
Rosalie era la que menos apreciaba a Bella, y no hacía ningún trabajo por
ocultar eso de nosotros o de Bella. Nunca iba a entender del todo por qué tanto
resentimiento hacia ella. Bella no tenía la culpa del destino que le tocó a Rosalie.
No necesitaba mi don para saber que Rosalie la despreciaba por que era humana.
Por que era todo lo que ella no sería jamás. Bella tenía toda una vida por delante,
y podría realizar todas las cosas que Rosalie no, y deseaba con todas sus fuerzas.
Lo que no podía entender era por qué le ofuscaba aun más sentir que Bella
estaba cada vez más metida dentro de nuestra familia, o que pudiera ser como
nosotros. Suponía que si, eventualmente, Bella crecía y formaba su propia familia
–teniendo todo lo que ella jamás podría tener-, la despreciaría aun más que si
terminaba transformándose en uno de nosotros, pero nuevamente mi hermana me
volvía a sorprender.
-Rosalie- Todos nos dimos vuelta al escuchar la suave voz de Esme desde
la puerta de la cocina. –Te he pedido miles de veces que no hablaras así de Bella
-susurró seriamente. Rosalie, sin tener los nervios suficientes como para
responderle de la misma forma que a cualquiera de nosotros, bajó su cabeza, se
disculpó y fue hacia su habitación. Emmett le siguió detrás.
Realmente me alegraba de que nunca se me hubiera ocurrido fijarme en
Rosalie de la misma forma que en Bella. Emmett o soportaba mucho, o realmente
le gustaba vivir dependiendo de ella. Pero lo entendía…el amor era algo
inevitable, y yo haría lo que fuera por Bella…lo que fuera.
Esme sonrió todo el tramo que le tomó recorrer hasta sentarse a mi lado, y
luego apoyó las palmas de sus manos sobre mi rostro. –Edward…no sabes cuán
feliz me hace ver esa sonrisa en tu rostro.
-Por que nunca sonreíste de esta manera -contestó Jasper haciendo una
tonta sonrisa, la cual a su parecer, reflejaba a la perfección la que yo tenía en mi
rostro. Pero no podía evitarlo. Estaba feliz…y sonreír era la forma más cuerda de
demostrarlo…también se me antojaba salir corriendo por ahí…pero de esa forma
estaría lejos de Bella, y no quería alejarme de ella ni un instante.
-Mejor será que vayas a prepararte para el baile- susurró Esme palmeando
mi mejilla –No es bueno dejar esperando a tu pareja.
--
¡No puede ser! ¡Me dijo que no pasaba nada entre los dos! No me hizo
falta voltearme para saber de quien se trataba, aquella vocecilla molesta había
estado rondando por mi mente durante el tiempo que llevaba en Forks. Jessica
Stanley.
-Te espera una noche bastante agitada…Jessica está bastante molesta por
que cree que le mentiste sobre nosotros -pude percibir una mueca de molestia en
su rostro. –Y Angela quiere saber si estamos de novios…y qué es lo que sientes
por mí.
Pasé un buen rato charlando con Emmett y con Jasper, mientras que Alice
y Rosalie se dedicaban a sacarles el cuero a todas las personas del salón.
Entonces las pocas luces que estaban encendidas bajaron su intensidad y
comenzó a sonar con más fuerza la suave música que hasta hacía poco estaba
como una banda de fondo.
-Bueno Edward…si nos permites, tenemos un par de chicas a las que sacar
a bailar- Dijo Emmett acomodándose su corbata. Se puso de pie y camino hacia
Rosalie, extendiendo su mano hacia ella. Era increíble ver a Rosalie sonreírle
dulcemente a Emmett. Quien la viera de esa forma jamás pensaría que se
comporta como lo hace la mayor parte del tiempo.
Estás conmigo
Todo está tranquilo
Tan cerca
Abracé a Bella más cerca de mí, y ella recostó su cabeza contra mi pecho.
Era maravilloso poder estar tan cerca de ella. -Aunque hay algo que me…
molestó- comencé. Sentí su cuerpo tensarse y se apartó de mí, poco, ya que la
mano que tenía detrás de su espalda se quedó inmóvil y le impidió alejarse más
de mí.
¿Cómo sobrevivir
Si te perdiera?
Me incliné sobre ella, apoyando mi mejilla contra la suya. Sentía todos los
ojos del salón fijos en nosotros, y aun así no me importaba. En aquel preciso
instante todo carecía de importancia salvo Bella. Era la primera vez en mi
existencia que no podía prever que me depararía el mañana. Ya no tendría la
monótona vida de antes…tendría alguien con quien compartir mis días…
Estamos tan cerca
Tan cerca
Podía ver que ella también hacía caso omiso a los demás, ambos
compartíamos un momento único, donde las palabras no hacían falta. Moví mi
rostro, rozando su mejilla con mis labios. Los mantuve allí presionados unos
instantes, dejando que los mismos absorbieran el calor de su piel, y luego recorrí
el corto camino que había hasta su boca.
-¿Nosotros?
-Si lo hace será peor para él. No voy a permitir que le haga daño- saltó
Edward.
Esto me daba una mala sensación. Que aquel vampiro que por poco
mataba a Bella cuando era niña volviera, no me sonaba a casualidad. Debía de
saber que ella estaba aquí ¿pero cómo? No había manera posible y lógica que lo
supiera…ni siquiera la familia de Tanya sabía si seguíamos aquí o no…hacía
meses que habíamos perdido contacto.
--
Edward pov
Me quedé varios minutos en silencio sumido en mis pensamientos luego
de haber escuchado lo que Alice nos había dicho sobre los ‘visitantes’. Si Alice
estaba en lo cierto y uno de ellos era aquel vampiro que había querido matarla
cuando solo tenía tres años…Bella estaría en peligro.
Pasé un buen rato solo aun cuando todos habían vuelto a sus tareas.
Habíamos decidido que como esos visitantes no llegarían en algunos días, por el
momento estaríamos alerta y Alice vigilando a aquellos vampiros. Pero algo
debíamos hacer cuando llegaran, y la única solución era que Bella no estuviera
cerca de Forks. Quizás pasaría el tiempo que fuera necesario en Port Angeles,
Seattle o, si fuera necesario, más lejos.
Era una maravilla ver ese estado de paz que tenía cuando dormía.
-No…si tienes en cuenta que te dormiste casi a las cuatro -le sonreí, pero
solo recibí una mirada confundida de su parte –son las seis- susurré
recostándome boca arriba en la cama.
Pero sabía que eso tampoco era bueno. No podía permitirme pensar en
tener algo más que un beso o un abrazo con Bella. No podía. Ella era demasiado
frágil y delicada comparada conmigo. Un movimiento descuidado, un poco más
de presión o el más mínimo roce descontrolado podrían lastimarla –por no ser
drásticos y decir que podría matarla con facilidad, pero así era.
Sentí un enorme vació dentro de mí. Estaba dividido en dos, por un lado el
deseo de lo que era correcto –seguir su vida humana, crecer, tener una familia,
envejecer y morir. Seguir el curso de la naturaleza- y el que se sentía bien –
convertirse en uno de nosotros y estar junto a mí por siempre.- La última sonaba
perfecta, pero no iba a condenarla.
No quería que dejara de ser tal cual era. Rogaba no dejar jamás de
escuchar el latido de su pequeño corazón. Entones saltó a mi mente la charla de
hacía unos minutos atrás. Aquel tal James iba a venir, y si se encontraba con
Bella…jamás iba a permitir que le tocara ni uno solo de sus cabellos…iba a
defenderla con mi propia vida…Me pregunto si será bueno que lo sepa…la
contemplé unos instantes, Bella no tenía por qué estar preocupada por algo tan
poco importante.
-Por favor no te enfades- le supliqué –la mayoría de las veces solo dices
incoherencias.
-¿Acaso no te divertiste?
-Me gusta mucho escuchar cuando tocas- sonrió Bella. –Se nota que te
gusta…se ve en tu rostro.
Busqué sus manos, y las acaricié con suavidad unos instantes antes de
apoyarlas sobre las teclas del piano. –Es fácil. Solo tienes que acariciar las teclas-
Bella presionó suavemente sus dedos en las teclas. Las notas sonaron –
obviamente- pero demasiado suaves. –Tienes que hacerlo un poco más fuerte,
Así- le indiqué empujando su dedo con gentileza sobre la tecla.
-Temo romperlo…
-No seas boba –sonreí mientras le enseñaba las notas básicas del piano.
Bella las tocó suavemente sonriendo.
-Claro, Bella sí tiene permitido tocar el piano… -moví mi rostro hacia las
escaleras. Emmett estaba allí, con los brazos sobre su pecho.
Emmett despegó sus labios para lanzar su próximo golpe, pero entonces
sentimos un estruendo proveniente de la primera planta y Alice bajo a
trompicones las escaleras y salió corriendo hacia el porche. Su rostro tenía una
atemorizante expresión de desesperación.
-Bella- le dije acomodando su rostro entre mis manos. –Se suponía que no
iba a haber problema con esto. Alice los tendría vigilados -mis ojos fueron hacia
Alice. Tendía que haberlos vigilado con más detenimiento…más sabiendo que
suponían un peligro para Bella. –Alice vio que se acercaba un pequeño aquelarre
de vampiros…pero no son como nosotros- por primera vez le vi estremecerse.
¡Al fin una reacción racional!
-Será mejor que nos vayamos- dijo Jasper acercándose a Bella -sacándola
de sus pensamientos sobre que quiso decirle Alice- con la intención de cargarla y
correr lo más rápido posible lejos de los otros.
Entonces los vi. Uno de ellos era una mujer…y los otros dos eran
hombres, uno de tez bastante oscura, y el otro tenía un aspecto más salvaje.
Uno de ellos, el hombre de tez más olivácea, se acercó hacia Carlisle. –Lo
lamentamos…habíamos olido una presa, no esperábamos encontrarnos con
alguien más- dijo con tono amable. El otro hombre, quien supuse era James -por
lo que pude ver en la mente de Alice- pasaba sus ojos por todos nosotros. Y la
mujer, la pelirroja miraba detenidamente a Carlisle, sin abandonar su postura
defensiva. Entonces en un instante los tres pares de ojos se posaron en Bella. –Yo
soy Laurent, y ellos son Victoria y James.
¡Diablos! Huele tan bien. Me moví del lado de Bella para acomodarme
frente a ella.
-Deberías- le contesté.
-Pero como dijo Carlisle, está con nosotros- me sorprendió escuchar la voz
de Rosalie con tal tono amenazante. Sabía que iba a traernos problemas tarde o
temprano…Bella es un imán para el peligro.
-No creo que por el momento sea posible- señaló Carlisle lanzando una
mirada de advertencia hacia James. La pelirroja, Victoria se acercó hacia James y
apoyó una mano sobre su hombro.
Sacrificio
Bella pov
Aun estaba temblando cuando Edward me sentó en el sofá de cuero negro
de su habitación. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no había reparado
en que era la primera vez que entraba a su habitación desde que había venido a
vivir con la familia. Al poco tiempo Alice y Emmett entraron cerrando la puerta a
sus espaldas.
-Esto es increíble, Carlisle está loco- masculló Emmett cerrando sus puños,
convirtiéndolos en dos bolas metálicas capaces de romper una pared con suma
facilidad.
-No sucederá nada Emmett. No van a quedarse por más tiempo -dijo Alice
tocándose la sien, para enfatizar sus palabras. Después de que dos de los tres
vampiros que se habían acercado a nosotros se fueran, uno de ellos, el que
aseguraba no ser peligroso, fue invitado por Carlisle a nuestra casa. Acto que
nadie en la familia parecía aprobar, y parte de mí sabía que mi padre no estaba
del todo conforme con ello, pero no le convenía buscar pleitos con alguien que al
parecer había escogido mantenerse al margen.
-Rose, ¿Cómo puedes ser así? ¿Crees que ella se está divirtiendo con todo
lo que sucede? Debe estar aun más aterrada que tú. Cualquiera de nosotros puede
defenderse con facilidad…ella no.- A este punto, Edward me había acomodado
sobre su regazo, y presionó mi rostro contra su pecho tapando mis oídos, pero yo
seguía escuchando atentamente. Merecía cada una de las palabras de Rosalie…
siempre le traía problemas a mi familia. Y que fuera el punto más débil me
molestaba en sobremanera.
-No dije que fuera su culpa. Es obvio que la culpa la tenemos nosotros, por
haberla dejado vivir en nuestra familia.- Masculló moviendo su sedosa cabellera
rubia hacia uno de sus hombros.
-Es verdad…quizás hasta hubiera sido mejor para ella que James la matara
también- Alice, Jasper, Emmett y Edward se habían sobresaltado cuando Rosalie
nombró al vampiro, pero estaba segura que fue más bien por lo que dijo después,
‘que me matara a mí también’ También. Algo me decía que el principal punto de
preocupación y miedo por la aparición de este vampiro no era por que me quería
a mí. Él no iba a meterse en un juego mortal por un simple humano…si no
porque había un aliciente que le hacía desearme con más fuerzas, sin importarle
con cuantos más como él tuviera que enfrentarse, o cuantos compañeros u aliados
tuviera que sacrificar.
-Lo siento- murmuró Rosalie más a sus hermanos que a mí, entonces
caminó hacia la esquina de la habitación y se recostó contra la pared, mirando al
ventanal.
-Bella…Rose no sabe lo que dice, está un tanto desolada por todo esto.
Solo tiene miedo - me dijo Emmett arrodillándose frente a mí. Hiciera lo que
hiciera, dijera lo que dijera, Emmett jamás estaría enfadado con Rosalie. Podía
ver en sus ojos, sentir en sus palabras que no importara cuánto daño causara, o
cuánto se equivocara…él siempre la amaría y daría…haría todo por ella. Y no lo
culpaba, yo me sentía igual por Edward.
Rosalie, sin saber qué decir, miró a nuestros hermanos en busca de alguna
soga que pudiera sacarla de la incómoda situación en la que ella misma se había
metido. Edward sacudió su cabeza suavemente, pero lo suficiente como para que
yo lo notara.
Quizás no reaccioné del modo en que ellos hubieran esperado, o quizás sí.
Estaba tan acostumbrada a los sucesos extraños en mi vida que ya nada parecía
sorprenderme. Entonces algunas piezas parecían encajar…por qué todos estaban
tan preocupados cuando los otros vampiros llegaron, por qué Edward actuaba de
manera tan sobreprotectora y por qué Rosalie había dicho lo que dijo.
-¿Cómo hacemos para que crean que viene con nosotros?- las
conversaciones se oían nubladas para mí. No prestaba atención en nada hasta que
Edward se apartó de mí.
-No ¡Edward!- grité estirando mis brazos hacia él. Edward, quien no se
había apartado más que unos pocos pasos de mí- se arrodilló en el suelo y
acomodó mi rostro entre sus frías y duras manos.
-¡Rosalie! Eso es una fantástica idea… ¿Piensas cobrarnos algo por ella?-
dijo Alice apoyando sus manos sobre su caderas. Rosalie le rodó sus ojos y luego
miró a Edward. Sabía que le estaba diciendo algo en su mente, por su expresión y
por la media sonrisa que se formaba en sus labios.
-Saldremos en dos autos por separado, Alice vio que funcionará. James
seguirá a uno y Victoria al otro. Los separaremos lo más que podamos…y
luego…bueno, seremos un poco duros con ellos. Jasper y Alice se quedarán
contigo…
-¿Si fuera como ustedes me tendrías menos odio?- los ojos de Rosalie se
abrieron desmesuradamente.
Cuando bajamos al hall vi a Esme vestida con el conjunto que había usado
ayer en la tarde para ir de paseo con Edward. Edward. Mis ojos fueron
instantáneamente hacia él. Estaba recostado contra la pared a un costado de la
puerta que daba al salón familiar, me acerqué rápidamente hacia él, pero Edward
decidió no hacerme caminar tal corto trayecto y en la mitad del camino mi cuerpo
colisionó contra el suyo, envolviendo mi cintura con sus marmóreos brazos.
Mis pies se separaron del suelo, y mis labios se encontraron con los de él
en un beso desesperado. Un beso que me heló la sangre. Estaba cargado de miedo
y desesperación, como si aquel beso fuera el último.
-Bella, qué gusto -la voz me sonaba tan poco familiar como inesperada.
Miré a Alice y a Jasper, aun no segura de que debía hacer, estaba cien por ciento
segura de quién se trataba y me había puesto los pelos de punta. –Espero que tu
papá no se moleste por haberle robado el teléfono…pero debía hablar contigo-
dijo rápidamente- de seguro no estás sola…entonces saluda a alguien que suene
creíble- dudé un buen tiempo con el teléfono sacudiéndose a causa de los
temblores de mi cuerpo, Alice impaciente se acercó hacia mí. Entonces
reaccioné.
-¿Es mal momento? Bueno entonces soltaré lo que tengo para decir…
aunque esperaba un poco más de amabilidad de tu parte -solté una risa burlona
mientras me acercaba a la ventana de mi habitación, mirando a través de las
cortinas…algo me decía que James estaba bastante cerca.
-¿Y qué te hace pensar que yo haría tal cosa? Mi familia se esta
sacrificando por protegerme…
-Yo…-murmuré confundida.
-Solo promete que no les harás daño- le rogué mientras que el teléfono
temblaba en mi mano.
Bella pov
Bajé lentamente la escalera, aun me encontraba demasiado aturdida sobre
la charla con James como para mantenerme firme. Respiré profundamente
mientras me acercaba a la cocina, donde antes había dejado a Alice y a Jasper,
tenía que buscar la forma de convencerlos de ir a Port Ángeles.
-Bella, quédate tranquila…no llores, verás que todo irá bien -me susurró
Alice acariciando mis cabellos. Jasper permanecía sentado en el sofá frente al
nuestro, estudiando con cuidado mi rostro. Hasta que entonces habló;
-Me parece una buena idea, Alice…Bella tiene razón, allí hay demasiada
gente…si se acercan y se hacen notar…los Vulturis correrán tras sus talones en
un abrir y cerrar de ojos -respiré profundamente. Había logrado convencerlos.
Alice aceptaría todo lo que Jasper, era un par fácil de convencer, eso lo sabía
desde niña. Bastaba con convencer a uno para tener a ambos detrás de mí…-¿Por
qué no llamas tú a Edward para decírselo?
-¿Bella?
-Bien, estamos bien. Lo siento tanto Bella…no hemos podido evitar que
escapara…
-No…no te disculpes. Hicieron cuanto podían. En parte me alegro de que
no le hayan acorralado. No quiero que salgan heridos. No quiero perderte- mis
palabras se quebraron y no pude contenerme.
Pude oír el aire escapando de entre sus labios, sabía que estaba sonriendo.
Cerré mis ojos para imaginar su bello rostro iluminado con aquella sonrisa
torcida que me dejaba sin aire. –Yo también te amo, Bella -sus dulces y
aterciopeladas palabras fueron acompañadas por un silbido de fondo. Emmett
disfrutaría el viaje de regreso a casa molestando a Edward.
-Pero yo sé de ustedes…
-¿Razón de más?
-Edward me dijo que no comente tal cosa con ustedes…pero es algo que
ronda hace demasiado tiempo por mi cabeza. Es decir…tengo 17 años…la misma
edad en la que ustedes…dejaron de ser como yo…
-Bella…- me volteé.
Jasper se había ido a dar una vuelta por las terminales a averiguar de
cuanto era la demora que mostraban en las pantallas de los vuelos en los que
venían nuestros familiares. El de mis padres llegaría en veinte minutos…a
horario, pero el de Edward, Rose y Emmett –el cual estaba planificado llegar en
diez minutos- estaba retrasado.
-¡Sí! Por Dios Bella, desde ayer noche que no pruebas bocado. Jazz
quédate con los bolsos en un rato volvemos -Tenía que detenerla.
Jasper camino a mi lado en todo momento sin añadir palabra alguna, pero
sentía su pacífica presencia. Ya no me sentía nerviosa como antes, es más…
estaba deseosa de que todo esto terminara de una buena vez por todas. Los baños
de mujeres quedaban doblando el pasillo, algo bueno ya que Alice no podría ver
si me escapaba, cosa que aun era un misterio para mí…primero debía hacer
aquella llamada telefónica.
Cerré con fuerza mis puños, luchando contra las ganas de gritar y de
llorar. ¿Por qué me sucedía todo esto? Entonces algo llamó mi atención desde el
espejo. No era común que los baños de los aeropuertos tuvieran ventanas
regulares –por reglas de seguridad y todo aquello- pero la suerte parecía haberse
puesto de mi lado –o quizás del de James, depende de cómo lo viera- y darme
una mano. Me acerqué corriendo a la ventana. Sabía que podría salir por allí,
estábamos al nivel del suelo…solo tenía que verificar que diera a alguna zona
segura para que pudiera escapar a todo vapor.
Me costó un poco abrirla, ya que los cerrojos estaban un poco oxidados,
pero lo logré. Como me los esperaba había unos pocos centímetros hasta el suelo.
Miré afuera, la ventana parecía dar a una especie de patio, pero no había nadie
allí…temía meterme y no tener salida alguna, y que para colmo…Alice lo
descubriera. Pero salí igual…era eso o nada.
El patio era bastante amplio, y en una zona que no podía ver por que la
tapaba la ventana había un largo pasillo, el cual seguí sin preguntármelo dos
veces. Parecía que el destino, o la suerte, estaban ansiosos de que dejara este
mundo, ya que luego de correr unos pocos metros salí a una especie de calle
trasera del aeropuerto, una calle cuyo frente era el mar.
Corrí hacia la calle, dispuesta a tomarme el primer taxi que viera. Traté de
enfocar mi mente en otra cosa. Quería estar un rato más en el baño, refrescar mi
rostro…quería abrazar a Edward cuando llegara…iba a subir al avión y nos
iríamos lejos…nos esconderíamos de James. Tenía que impedir que Alice supiera
lo que iba a hacer.
Entonces a unas cuantas cuadras divise el coche blanco y negro, con los
colores característicos de los taxis del estado de Washington. Alcé mi mano,
agitándola ante la urgencia de que se detuviera.
-Tanto tiempo sin vernos, Bella- dijo en tono amable. Me di vuelta con
cuidado al darme cuenta que la voz no provenía de la imagen que contemplaba, si
no de mi espalda. James estaba de pie frente a mí, a escasos pasos, sonriéndome
de forma amistosa. –Espero que no estés enfadada. Esto no es nada personal
contigo…si tu querido Edward no se hubiera mostrado tan protector…
-No estoy enfadada -y era verdad, me consolaba saber que al menos mi
familia estaría a salvo y que James acabaría conmigo rápidamente.
-Aunque debo decir que esperaba que esto resultara un poco más difícil -
dijo frunciendo su ceño. Ahora que lo veía tan cerca de mí, James no tenía un
aspecto tan amenazante. Su rostro era amable, y sus gestos era suaves y corteses.
– ¿Crees que tu familia se enojará un poquito al menos como para darme caza?
-Edward- por primera vez en todo el viaje Rosalie se había dirigido a mí,
aunque sospechaba que era por que el golpeteo de mis dedos contra el
apoyabrazos del asiento comenzaba a molestarte. –Escucha a Emmett. Bella va a
estar bien, esta con Alice y Jasper, ¿Verdad? Eso debería dejarte mas tranquilo.
Y tendría que ser así, pero de algún modo no encontraba consuelo alguno,
no hasta tenerla entre mis brazos. Entonces algo trajo de vuelta a mi cabeza los
últimos pensamientos de James antes de que se alejara de nosotros. Tengo que
buscar la forma de que no lo sepan… ¿Saber que? No había podido llegar a
escuchar nada mas, él se había alejado por la misma dirección que nos había
seguido. Iba a regresar a Forks, eso lo tenía más que claro.
Tendría que ir solo y tratar de que Alice no lo viera. Solo tendría que hacer
un poco de disturbios en su amada ciudad, Volterra, quizás caminar sin camisa
por las calles, arrojar un auto sobre mis hombros, morder a alguien…y ya nada
importaría. Carlisle siempre me contaba historias sobre lo letales que se volvían
cuando algún vampiro irrumpía la calma de la ciudad.
Pero en ello pensaría luego. Las últimas horas que había pasado lejos de
Bella, habían sido las más largas de toda mi existencia. Solo esperaba impaciente
el momento en que el avión aterrizara y nos permitirán bajar de el para salir en
busca de ella. De solo pensar en que estaba a pocos minutos de volver a ver sus
hermosos ojos, su brillante sonrisa, su adorable rubor y de sentir una vez mas su
dulce aroma, sentía un extraño cosquilleo donde antes latía mi corazón.
Verlos así solo aumentaba mis ganas de estrechar a Bella entre mis brazos.
Pero cuando me estaba acercando Alice volteó su rostro hacia mí. Me quedé
inmóvil a mitad de camino. Su rostro y sus ojos estaban crispados en una mueca
de dolor, y no veía a Bella por ningún lado.
No, no, no, NO. Esto no podía estar sucediendo. Bella tenia que estar con
ellos, a salvo, esperando a que llegáramos del aeropuerto y luego nos iríamos a
algún lugar lejos de James y Victoria. Apresure la distancia que había entre
nosotros.
-No ha sido su culpa en tal caso. Todos queremos que Bella este bien…es
nuestra hermana, ¿sabes?- me dijo, enviando hacia mi toda la calma que podía…
pero ni el mismo estaba demasiado tranquilo. –Me pidió que le acompañara a
comer algo, pasó por el baño y no salió nunca más. Entonces Alice apareció a mi
lado diciéndome que Bella había huido.
-¡Oh no! ¡Bella no!- Grité a los cielos mientras tras de mi se desataba una
brutal batalla en la cual la bestia que tanto daño había causado de seguro
terminaría perdiendo. Jasper y Emmett eran lo suficientemente fuertes como para
deshacerse de él. Yo tenía otra prioridad…
Oh Dios. Carlisle había llegado, si había alguien que podía salvar a Bella,
era él. Edward…Edward sal de aquí. Me urgió. Alcé mi rostro confundido, no
entendía por que me pedía aquello. Entonces sentí una pequeña mano en mi
hombro.
Alice estaba inclinada del otro lado de Bella, con el rostro oculto entre sus
manos, mientras sacudía su pequeña cabeza.
-Me duele el hombro.- miré a Carlisle, el solo frunció sus labios y dijo que
posiblemente estaría dislocado, tendríamos que moverla con mucho cuidado,
pero entonces Bella se sacudió, abriendo sus ojos. Estaban llenos de terror y
dolor. -¡Me arde!- gritó con mas fuerzas que antes.
Carlisle sacudió su cabeza –No puedo soltar aquí…si lo hago cuando quite
la ponzoña será lo mismo que dejarla desangrar.- Trata de hacerlo…
-¿Qué?- ¿Acaso había perdido la cordura? ¿No recordaba que casi trate de
matarla justamente por que su sangre me volvía loco? ¡Edward! Es eso o dejar
que la ponzoña siga su curso.
-Hazlo…por mucho que desee que este con nosotros por siempre, quiero
que sea por que ella lo decida…Edward inténtalo…por favor.- mis ojos volvieron
al cuerpo de Bella que se retorcía y trataba de mover sus manos hacia el hombro
que tanto le ardía. Recordé aquellos días en que yo sufrí la transformación; era un
dolor insoportable. No quería ni pensar en lo que sufriría Bella en cuestión de
segundos.
-¿Funcionara?
¡No! No iba a dejar que Bella perdiera su alma. No iba a dejar que se
convirtiera en un monstruo, no si podía darle la oportunidad de seguir siendo
humana. Yo era más fuerte que el monstruo. El amor que tenía por Bella era más
fuerte que mi deseo por su sangre.
-¡Carlisle!
--
Habían pasado casi dos días desde el incidente, y Bella aun permanecía
profundamente dormida gracias a los fármacos que le habían suministrado para el
dolor. Estaba sentado a su lado, con su frágil mano envuelta en la mía, mientras
que con mis labios rozaba suavemente las yemas de sus dedos. Su rostro tenia
una suave y reconfortante expresión de tranquilidad, por ello parte de mi no
estaba seguro de querer que despierte aun, de no querer que los recuerdos de días
atrás volvieran a hacerla sufrir como yo sufría.
Entonces aparto su rostro del mío. Trate de concentrarme en que era lo que
rondaba por su mente, pero no podía. Alice estaba ocultando algo de mí. Mi
hermana siempre estaba llena de vida y alegre, solo podía imaginar el dolor que
le causaba ver a su hermana preferida tendida en aquella cama de hospital…
recuperándose lentamente de lo que pudo haber sido una muerte segura. Entonces
escondió su rostro entre sus manos mientras que su cuerpo temblaba con sus
sollozos.
James.
Admiro mucho a Bella por su valor, aunque eso nos dificultara más la
tarea de protegerla. No entiendo como me deje engañar con tanta facilidad, y
como no lo vi. Pero supongo que después de pasar tantos años conmigo…habrá
encontrado la forma de esquivar mi don. -Supongo que por eso solo recuerdo
oscuridad de mi vida humana. Dios sabe cuantos años permanecí encerrada-
suspiró Alice con su vista aun fuera de la ventana.
Te vi Edward. Vi lo que planeaste. Volví mi rostro hacia ella con una ceja
alzada. ¡No te hagas! ¡Edward ibas a ir con los Vulturis! ¿Sabes el daño que
hubieras causado? ¿Acaso no pensaste en Esme, en Carlisle? ¿Ni siquiera
pensaste en mí?
-Pero lo hicimos.
-¡Edward! Todos sabemos que Bella es un imán para los problemas. Nadie
asegura que de ahora en mas este a salvo. ¿Qué harás si la próxima vez no llegas
a salvarla?- volví mi rostro hacia ella sin decirle nada. -¡Genial! Claro correr a los
Vulturis. Eso no arreglara nada.
-Si lo hará, por lo menos para mi lo hará.- mi hermana abrió su boca, pero
yo continué rápidamente. –Alice, no puedo vivir en un mundo en el que Bella no
exista. No soporto la idea de no tenerla cerca de mí. ¿Tú podrías vivir sin Jasper?
-Es diferente.
-Pero es más difícil en nuestro caso.- Alice hizo una larga pausa en la que
ambos teníamos nuestras miradas en los monitores que vigilaban los signos
vitales de Bella. –La vi siendo uno de nosotros, ¿sabes?
-¡No le dejare!
-Sabes que lleva mas tiempo siendo nuestra hermana que tu novia. No es
tu decisión. Es de todos, pero principalmente es de ella. Si Bella lo quiere…
además piensa Edward…no tendrás que hacer entupidas visitas a Aro o Cayo, no
tendrás que preocuparte mas por lastimarla…nunca mas te separarías de ella.-
Bella esta a salvo, y tu feliz...todos estamos felices. Pero me pregunto cuanto
durara esto. Si Bella no muere por algún otro sádico vampiro...el tiempo se
encargará de ello. ¿Qué es lo que harás entonces? Sabes cual es la única solución
que puede tener un final feliz para todos…no digo que lo hagas tu, sabes que
Carlisle puede--
-¡Alice!
-Esta bien…pero no podrás negarlo por siempre. Algún día Bella se lo dirá
a Carlisle y a Esme.- rogaba que mi hermana estuviera equivocada. La puerta se
abrió sonoramente, Carlisle y una enfermera del hospital de Port Ángeles
entraron. La joven, luego de quedarse en blanco mientras miraba a Carlisle, se
acercó a Bella para comprobar que todo estuviera bien.
--
Bella pov
Los parpados me pesaban demasiado. Pero aun así mi cuerpo me decía que
era hora de despertar. Tenía el cuerpo completamente adormecido como si
hubiera dormido en la misma posición por días. Cuando finalmente conseguí
entreabrir los ojos una blanca luz me cegó. Cerré fuertemente mis parpados,
protegiéndome de la claridad.
-No las toques, Bella- solo entonces recordé que había alguien a mi lado,
un hombre cuya voz no reconocía. Moví mis ojos hacia él, sorprendiéndome de
ver a Charlie Swan con su impecable chaqueta de policía sentado al lado de mi
cama.
-¡Te has dado un buen golpe! ¡He visto yo mismo tu auto y déjame decirte
que es un milagro que estés con vida!- dijo alzando sus cejas, estirando las
arrugas de su rostro, dejando ver que en algún momento Charlie fue un hombre
bastante guapo.
-¿Qué cosa?
-Carlisle dijo que quizás no recordarías. Hace dos días que te internaron.
Carlisle me dijo que viniste a Port Ángeles a buscar a tus hermanos que volvían
de viaje, pero de camino perdiste el control del auto. ¿Verdad?- me tomó un
segundo darme cuenta de que aquello fue lo que mi familia le dijo para no contar
la verdad. No sonaría nada creíble que había sido atacada por un sádico vampiro.
-Si…- suspiré. –perdone Charlie, no pretendo ser descortés, pero no
entiendo por que esta usted aquí.- Charlie resopló y sacudió su cabeza.
-Tu hija- terminé por él, viendo que su rostro se ponía cada vez más y más
morado. Ambos apartamos la vista del otro sin saber que decir. Era extraño que
Charlie supiera la verdad.
-Bueno, ahora si. Espero que no te moleste, pero tus padres accedieron a
mi petición de hacer un ADN.- tragué en seco. Eso podía ser tanto bueno como
malo. Bueno por que ganaba conocer mi historia humana. Malo por lo que seria
de ahora en mas, no estaría dispuesta a renunciar a quien era para vivir la vida de
alguien que no seria jamás. –No voy a obligarte a nada que no quieras Bella.- me
dijo al ver mi expresión de preocupación.
-Yo, realmente aun estoy pasmada y con esto del accidente. No quiero que
se enfade, pero a pesar de todo…mi familia son los Cullen.
-No lo es, pero me conformo con haberte encontrado con vida. Fueron
demasiados años de no saber que fue de ti.- aparentemente no había nada mas por
decir, yo no tenia muchos ánimos de hablar, ni sabia sobre que hacerlo. Pero para
mi salvación Edward y Alice entraron a la habitación.
-¡Bella! ¡Despertaste!- aun con la poca fuerza que tenia me las arregle par
sonreírle a mi ángel. Edward se acerco a mí, esquivando y casi olvidándose de la
presencia de Charlie y me beso suavemente en los labios. Bipbip, Bipbip, Bipbip.
¡Diablos! Las risas resonaron en la habitación, transformando un momento
vergonzoso en algo aun peor. Charlie tosió, interrumpiendo un dulce momento en
que los ojos de Edward no se apartaban de los míos, y yo me dejaba perder en
ellos.
-Tengo que volver a Forks. Por favor avísenme cualquier cosa que suceda.
-Pierda cuidado Charlie. Sabemos lo que significa Bella para usted ahora.
Le agradezco que haya venido.- escuché la suave y cantarina voz de Alice detrás
de Edward, el cual ahora me daba una juguetona sonrisa.
-¡Alice!- gemí recordando como había llegado a este estado. –lo siento.
Lamento tanto haberte engañado a ti y a Jasper…lo siento de veras…pero no
quería que salieran lastimados…yo…yo--
-¿Y James?
-Pero hubo algo mas…puedo verlo en tus ojos.- le dije. Edward dudó en
contestarme. Entonces supo que algo realmente malo debió de suceder. Traté de
buscar entre los flashes de recuerdo que venían a mi mente. Lo único a lo que no
podía encontrar descripción era a –Me quemé…algo me quemaba.
-James te mordió- dijo Alice, supuse que Edward iba a interrumpirle, pero
no lo hizo. Entonces ella siguió. –Edward tuvo que…tuvo que sacarte el veneno
antes de que te transformaras.
-¿Cómo?
-Pero no lo hiciste.
-Bella, por nuestra culpa sufriste todo esto. Nunca dejaras de estar en
peligro en tanto sigas con nosotros.- mis ojos comenzaron a llenarse de lagrimas.
-¡Bella no! Para nada cariño. Edward solo esta con la idea de lo malo que
pudo haber resultado todo. Pero nadie va a dejarte, no pensaríamos jamás en
hacer tal cosa.
-Bella, por mucho que quisiera…se que estarás mas segura conmigo.
Siempre te protegeré…no dejare jamás que nadie se atreva a hacerte daño. Es
solo que por un momento pensé que…que te había perdido. Cuando James te
mordió…juro que me sentí morir.
-Descuida Bella…no eres la única que piensa de esa forma. Lo mejor seria
que--
-¡Alice!
-¿Qué fue? ¿Qué viste?- le pregunté intrigada. Al parecer era algo que a
Edward le enfurecía….pero Alice no pudo contestar por que en ese entonces la
enfermera entró.
-Es mejor Bella…no necesitas que Alice salga con sus bobadas.- Alice le
saco la lengua poniéndose de pie de un salto. –Buenas noches mi ángel- como si
fueran mágicas sus palabras, comencé a sentirme adormecida, el sedante hacia
efecto rápidamente. Los fríos labios de Edward se presionaron contra mi frente.
Epilogo
Bajo la luz de la luna
Edward pov
La fresca brisa del anochecer rozaba mi rostro. El pequeño cuerpo de Bella
se estremeció entre mis brazos y extendí mi mano para subir la mantilla aún más
arriba de sus hombros.
-No- murmuró. –se esta bien aquí- había pasado los últimos días recostada
en su cama -luego de que le dieran de alta del hospital- y le había prometido que
nos sentaríamos a ver el atardecer cuando se pusiera mejor. Claro que no iba a
permitir que se congelara entre el frío de la noche y mi gélido cuerpo, pero ella
no diría nada…
En los últimos cien años nunca encontré algo que me importara más que
mis hermanos o mis padres. Nunca me sentí intrigado por como seria estar con
alguien más de la manera en que Alice pasaba tiempo en silencio con Jasper y
menos de la forma en la que Emmett y Rosalie se acariciaban sutilmente –pero a
la vez con pasión- Y me daba cuenta de que estar con Bella me resultaba fácil,
natural, como si hubiera nacido para ser así. La amaba y la deseaba. Cosas que
nunca creí que fueran tan intensos.
-Oh, vamos…debe haber algo mas.- Irónico que yo dijera eso siendo que
todo el tiempo pensaba en ella. Directa o indirectamente cada pensamiento que
surgía en mi mente era de Bella.
-Y yo a ti.
Prefería no pensar en ello. Era algo inconcebible entre Bella y yo. La sola
idea de pensar en eso me generaba tristeza. Era algo que no estaba seguro de
poder llevar a cabo. Estaba aterrorizado de lastimar a Bella. Siempre tenía que
prestar tanta atención antes de aproximarme a ella…no quería ni pensar en estar
en aquella situación…donde lo mas seguro seria que pierda el control. Eso seria
algo…terrible.
-Vas a enfadarte.
-Bella. Creí que eso no se discutía más. Que era algo terminado.
-¡No! No hasta que me digas por qué no quieres que sea uno de ustedes.-
me dolió verla a los ojos y ver en ellos que realmente sentía lo que decía. Bella
realmente quería ser un…monstruo. ¿Cómo iba a explicárselo? Si nadie en mi
familia entendía mi postura, ¿Cómo podía esperar que ella lo hiciera?
-No. Bella, ¿Por qué insistes con esto? Tienes toda una vida por delante…
tienes la oportunidad de vivir lo que nosotros no podemos. Puedes casarte, tener
hijos, envejecer.
-¡No!- ahogó un grito. Alzó su rostro hacia mí con sus ojos llenos de
lágrimas de rabia. –No quiero nada de eso ¿acaso no lo entiendes? No me
importa…nada tiene sentido si no es contigo Edward. Solo dime por qué…- la
acerqué a mi pecho. Odiaba verla llorar, y odiaba ser el causante de sus lágrimas.
Pero mas me dolía que quisiera esta existencia con tanta fuerza.
Dolía desear lo mismo que ella y saber que no debía entregárselo. Sabía
que era la única forma en que ambos –y todos- podríamos ser felices, pero
también sabía que no era lo correcto. No podía condenar su alma por mi capricho
de querer que permanezca a mi lado para siempre. Simplemente no podía.
-Si, ese es EL problema. Es la razón por la que no voy a dejar que Carlisle
te transforme.
-Si lo eres. Tengo pruebas de ello.- abrí mis ojos para ver a Bella pasando
su mano por el hombro donde James le había mordido. –Es solo que…todo sería
más fácil para nosotros y para nuestra familia.
Me acerqué a ella tomando su suave y frágil rostro entre mis manos. Clavé
mi mirada en sus ojos un buen rato. No quería seguir hablando de esto, no ahora
que me encontraba con distintas emociones dentro de mí. Recordé lo que Alice
me había dicho en una ocasión. Nuestros instintos eran bastante potentes para los
humanos, así que aunque estuviera mal traté de que Bella se olvidara del tema.
Jasper pov
Alice estaba recostada a mi lado en el sofá de nuestra habitación.
Repentinamente me había sentido invadido por unas ganas enormes de estar a su
lado y simplemente disfrutar de su cercanía. Entonces escuché la suave risa de
Bella. Su habitación estaba ubicada justamente debajo de la nuestra y le había
pedido a Edward que se sentasen en el bacón a observar el atardecer. Quizás de
ahí provenía aquella sensación que me invadía.
Bella era bastante terca. Al igual que él. Sin duda estaban cortados por la
misma tijera.
Desde el día en que casi muere a manos de James –hacía pocos días- toda
la casa había cambiado. Todos éramos conscientes de que Bella parecía ser una
especie de amuleto para atraer la mala suerte. Estábamos de acuerdo de que todo
esto no tendría un buen final...a menos que...Bella obtuviera lo que tanto quería.
En la que más había notado el cambio fue en Rosalie.
Creí que nunca daría su brazo a torcer con ella, pero después de que casi la
perdemos ya no le siento celosa o embroncada con Bella. ¿Quién sabe? Quizás
con un poco más de tiempo lleguen a ser tan buenas hermanas como con Alice. A
menos que claro, supiera lo que Bella quería para su futuro. Eso sería regresar las
cosas a como estaban años atrás y quizás peor.
Edward amaba a Bella, con todas sus fuerzas. Eso lo veía y lo sentía. Por
eso mismo no podía entender por qué no accedía a transformarla. Yo no podría
imaginar una vida sin Alice. No entendía como él podía pensar en mantenerla
humana. ¿Que ganaría con ello? Bella algún día moriría, tarde o temprano. ¿Qué
era lo que haría ahí? ¿Por qué le era tan importante su alma?
-Lo se.- me sonrió. Alice era la que más entusiasmada estaba con todo
esto. Era la única que no pensaba en la posibilidad de que pudiera salir algo mal.
Siempre anteponía las pequeñas alegrías a los grandes problemas. Realmente era
una persona excepcional y esa era una de las tantas cosas por las que la amaba. –
y va a transformarla. Lo veo. Solo que le tomara un poco más de tiempo.
-Edward es feliz...me molesta que no vea que Bella realmente quiere dejar
todo por él. Sería más feliz de lo que es ahora.
-Solo necesita tiempo, Jazz. Solo trata de aplazar algo que todos sabemos
que sucederá- me sonrió.
-¿Sabes que es lo que siento la mayoría de las veces cuando estoy cerca de
ellos, además de amor?- Alice me sacudió su cabeza negando. –De parte de
Edward siento esperanza.
-¿De verdad lo crees? No veo como, Edward no quiere saber nada con
transformar a Bella.
FIN