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Alivia Vela es una chica grande cansada de las citas. Está a punto de
comprar una paleta helada y ser inseminada artificialmente. O lo era hasta
que el alto, gruñón y, oh, tan sexy Karel aparece, salva el día y le da una
noche que no olvidará pronto. Esa boca... esa lengua. Oh, mi dios.
Karel Yahgar necesita un compañera más rápido de lo que puede gruñir
el mía. No esperaba conocer a la mujer perfecta tanto para él como para su
jaguar momentos después de llegar a la tierra. Ahora todo lo que Karel
necesita es que se vaya con él a otro planeta. Eso debería ir bien. Si no
decide que él está loco, lo cual es muy probable.
Liv es una cabeza dura nativa. Necesitará más que un océano rosado para
demostrar que está en otro planeta ¿Dónde están los platillos voladores?
Luego está la cuestión de convencerse a sí misma de que no se está
enamorando del gran gatito. Si sus ovarios no estuvieran de acuerdo con su
cerebro en que Karel debería ser el futuro papá de su bebé, podría encontrar
la voluntad de mantenerse alejada de su sensualidad. Mientras intenta
descubrir eso, Karel y ella tienen que trabajar juntos para acabar con una
conspiración inesperada contra la reina embarazada, la nueva mejor amiga
de Liv.
Capítulo 1
Liv se preparó para la cita cuando salió del ascensor y se topó con un
hombre.
—Lo siento —dijo mientras era agarrada por un par de manos antes de caer
sobre su trasero. Miró hacia arriba, y hacia arriba, a su rostro de infarto
¿Qué mierda?
—¿Liv? —Gerri dijo con sorpresa— ¿Tú vives aquí?
Liv tuvo dificultades para separar la lengua del paladar. El hombre con el
que se había encontrado caminaba con Gerri. Era grande. Realmente
jodidamente grande. Con todo tipo de deliciosos músculos moviéndose
cuando la soltó.
—Ah sí. Yo vivo aquí —Le dijo a Gerri, con la mirada fija en el
hombre. Sus ojos color avellana la estudiaron con abierta apreciación. Sus
mejillas se calentaron y su respiración se aceleró cuanto más la miraba.
—¿Sales? —Gerri preguntó con una sonrisa curiosa.
—Al otro lado de la calle para otra... —Se mordió el labio y vio los brazos
del gran tipo flexionarse. Oh mi dios—. Otra, uh, reunión —suspiró, sin
querer decir que iba a una cita. No quería decir esas palabras cuando un
espécimen masculino tan fascinante se paró frente a ella. Tan cerca que
podía tocarlo.
—Vamos, Karel —Gerri tiró de la camisa del grandullón—. Diviértete, Liv.
Asintió. Karel, el grandullón, continuó mirándola por un momento antes de
entrar al ascensor abierto y luego observarla todo el tiempo que las puertas
se cerraron.
Su celular sonó. Era su cita. Estaba en el bar esperando. Deja que los
buenos tiempos pasen.
***
Karel la vio marcharse. La que le pertenecía. Gerri había dicho que a las
mujeres humanas no les gustaba que se hablaran de ellas de esa manera,
pero no pudo evitarlo. Ella. Era. Suya. No existía una sola duda en su
mente de que Liv era la indicada. Viajó desde Aurora en una misión
urgente y la primera mujer que conoció era su compañera.
Mía.
Lo miró con curiosidad y perplejidad. Entró a un baño de mujeres,
balanceando sus anchas caderas en una llamada primaria que hizo gruñir a
su bestia. El hombre con el que había estado sentada pidió más bebidas.
Karel apretó la mandíbula. Odiaba que estuviera sentada con otra persona,
brindándole compañía a otra cuando tenía poco tiempo y quería
conocerla. Debería estar con él, dejándole conocerla, dándole su tiempo.
—¿Puedo traerte algo, guapo? —preguntó una camarera, atrayendo su
atención del hombre hacia ella. Se inclinó hacia adelante, el escote de su
camisa presionando fuertemente contra sus tetas, empujándolas hacia arriba
para mostrar más—. Si te sientes solo —dijo en voz baja, colocando una
mano sobre la de él sobre la mesa—, salgo a las once.
El olor de la desesperación y la lujuria se aferró a la camarera. Había hecho
suficiente análisis lingüístico y personalizado de la gente de la Tierra para
saber cómo trabajaban, especialmente en América del Norte. Por lo que
dedujo de la camarera, ella quería sexo y él no estaba interesado.
—Estoy bien, gracias —Se quejó. Además, si quería compañía femenina, la
única que quería en su cama era Liv.
La camarera hizo un puchero y se movió de un pie a otro. Tenía que dolerle
los talones. No entendía cómo las mujeres usaban algo que pareciera un
dispositivo de tortura. Con su movimiento, pudo ver al hombre con su Liv.
Desde su asiento, el hombre pareció dejar caer algo en la bebida de
Liv. Miró a su alrededor como para asegurarse de que nadie lo
atrapara. Eso le dijo a Karel que lo que sea que pusiera en su vaso no era
bueno. Pasaron unos minutos antes de que su hermosa mujer saliera del
baño de mujeres, sus dedos empujando largos mechones de cabello
brillante sobre su hombro.
Su exuberante figura se convirtió en un faro para sus ojos. Karel no podía
apartar la mirada de ella. Sus caderas se balanceaban con cada paso. Su
vestido corto favorecía su cintura y su trasero. El vaso frío en su mano
rebanó por el calor de su palma.
Estaba junto al hombre. Tomó su mano. Un gruñido lento y enojado
comenzó en el centro del pecho de Karel, y llegó hasta su boca. Liv tiró de
su mano del agarre del hombre, suspirando y tomando asiento. Empujó la
bebida hacia ella.
Una nueva camarera se detuvo frente a Karel, bloqueándole la vista de lo
que estaba sucediendo con Liv y el hombre.
—Esto está en la casa —dijo la joven con un guiño, su voz gutural y
suave—. Espero que te gusten.
Colocó una canasta de carne frente a él. Lo había llamado alitas de
pollo. Todavía tenía que comer, así que tenía hambre, pero en ese momento,
todo lo que quería era que se apartara de su maldito camino para ver a Liv
y al hombre.
—Gracias —rugió.
Se quedó de pie por un momento, sin decir nada pero mirándolo fijamente.
—Si necesitas algo —susurró—. Alguna cosa...
Asintió.
—Estoy bien.
Se tomó su tiempo para pasar a la mesa de al lado, con la mirada fija en él.
La visión de Karel aterrizó en la mesa de Liv. Estaba vacío. La alarma se
extendió por su sistema como un trago de tequila. Se puso de pie, arrojando
sobre la mesa los billetes de papel que había recibido de Gerri.
Un tono rojo brumoso cubrió su visión. Su ira salió de la nada, arañó su
pecho y empujó al animal hacia adentro.
¿A dónde fueron? Marchando a través del bar abarrotado, trató de eludir a
los clientes que se reían y se lo pasaban bien. No era un fanático de los
ruidos fuertes y los perfumes poderosos, pero quería más tiempo mirando a
su pareja. Su Liv.
Cuando salió, vio que se soltaba del agarre del chico en la calle tranquila,
sin otra alma a la vista.
—¡Déjame ir en este instante, Gerard! —espetó, su cuerpo tenso y los ojos
escupiendo fuego—. Lo juro por Dios, te haré arrepentir si no lo haces.
—¿Qué vas a hacer? —preguntó el chico al que llamó Gerard—. Todo lo
que quiero es un beso de buenas noches.
—Y dije que no —Se soltó de su agarre, tropezando hacia atrás, su talón se
atascó en una grieta en el estacionamiento. Cayó contra el coche a su
espalda.
Gerard se echó a reír, cerniéndose sobre ella. Era mucho más grande que
Liv, lo que le facilitaba intimidarla.
—Parece que estoy recibiendo mi beso después de todo —Se acercó a ella
rápidamente, enjaulándola con su cuerpo.
—No quiero lastimarte —gruñó, sus manos empujando al gran
hombre. Intentó darle un rodillazo en la ingle, pero Gerard se defendió
rápidamente, deteniendo su movimiento.
—No, uh —advirtió—. Esa no es una buena manera de terminar la noche.
—Maldito idiota —siseó, pero el sonido de miedo en su voz rompió la
capacidad de Karel para acercarse pacíficamente.
Miró a su izquierda y su mirada se encontró con la de Karel. El terror y la
ira pasaron por sus ojos. El jaguar exigió que lo soltaran, para proteger lo
que era suyo. Liv. El cambio ocurrió rápidamente, su jaguar tomó el control
de su cuerpo y Karel lo dejó.
Sus ojos se agrandaron. Apostaría a que nunca había visto un cambio de
cambiaformas. Los huesos se reformaron y el pelaje brotó sobre la
carne. Aterrizó a cuatro patas y soltó un fuerte rugido. Hora de jugar.
Capítulo 6
Liv apretó las piernas juntas, esperando contra toda esperanza que él no
pudiera ver la humedad corriendo por sus muslos. Miró con nostalgia la
puerta de su dormitorio. Su vibrador azul esperaba en su cama, listo para
terminar lo que habían comenzado. Ahora el vibrador parecía un mal
sustituto para satisfacer la dolorosa necesidad que crecía con cada
pensamiento de Karel. Es lo que la hizo sacar la maldita cosa para empezar.
—Pido disculpas por mi atuendo —dijo, agarrando el escote de su bata—.
No esperaba compañía.
Frunció el ceño, su cálida mirada se deslizó por su cuerpo y se detuvo en su
pecho. Sus pezones se endurecieron bajo su mirada, como si tuviera un
vínculo directo con su capacidad para sentirse excitado.
—No te disculpes —dijo con esa voz áspera que envió escalofríos a su
clítoris—. Estás preciosa.
Miró hacia la puerta abierta de su dormitorio y se dio cuenta de que si
Karel caminaba por el pasillo por cualquier motivo, como para usar el baño,
vería su juguete sexual tirado. Moriría si él supiera lo que estaba haciendo
antes de su visita.
—Espera un segundo. Solo necesito hacer algo muy rápido.
Se apresuró por el pasillo hacia su dormitorio, su sangre zumbaba de
emoción. Estaba ahí. En su apartamento. Oh mierda. Y había estado a
punto de salirse con la suya con uno de sus BOB, pensando en él.
Echando un vistazo a la maravilla de plástico en su cama, se apresuró a
recogerlo.
—Supongo que tú y yo tendremos que reunirnos más tarde y ver qué
puedes hacer por mí —Se rió y se volvió para guardarlo. Se quedó inmóvil
cuando se dio cuenta de que la había seguido.
—¿Es eso lo que estabas haciendo cuando llegué aquí? —Dio un paso
hacia su habitación. El lugar se sentía diminuto con él dentro. Un destello
de hambre salvaje creció en sus ojos. Debería estar indignada, pero no lo
estaba. La forma en que la miró, como si no pudiera esperar a devorarla,
hizo que se le erizaran los pelos de los brazos.
—Yo... sí —dijo, ocultando el vibrador detrás de su espalda—. Tú, eh,
deberías haber esperado en la sala de estar.
Dio otro paso más cerca.
—Lo siento. No te escuché decir que esperara fuera.
No había dicho esas palabras específicas, ¿pero no era de conocimiento
común cuando alguien decía aguanta?
—Enséñame el juguete, Liv.
Le dolía el cuerpo con una necesidad tan grande que apenas podía
moverse. Sacudió la cabeza y se sentó en la cama.
—Nosotros... tú... esto...
¿Inglés? Se olvidó de cómo hablar.
—Esto —dijo, acercándose aún más— ¿Qué hay de esto?
—Yo —Se aclaró la garganta, manteniendo el vibrador en un apretón de
muerte—, estoy muy agradecida por tu ayuda antes, pero no hago —Llevó
las manos hacia adelante, agitando entre ellas—, esto.
Su mirada se fijó en el vibrador. El calor se centró en sus mejillas con un
toque febril. Se movió rápido, poniéndose de rodillas y agarrando sus
manos antes de que las escondiera detrás de ella.
—Para. No necesitas hacer nada. Sé que me quieres —dijo con calma. No
había una pizca de jactancia o arrogancia en sus palabras—. Me alegro de
que no hagas esto con otros, pero no soy como nadie que hayas conocido.
Se humedeció los labios. Las palabras habrían sonado ridículas viniendo de
cualquier otro hombre. ¿Quién no pensó que eran diferentes, verdad? Pero
cuando una expresión salvaje cambió su rostro, supo que era sincero.
—Karel, no nos conocemos.
—Todo se aprende con el tiempo —dijo—. Es lo que sientes lo que no
puedes cuestionar. Tu corazón habla y necesitas escuchar. Tu cuerpo te está
diciendo algo.
Sabía lo que decía su cuerpo. Follar ¡A echar un polvo ahora! Pero no era
una chica de sexo casual. No había suficientes chicos que quisieran estar
con ella para que ella hubiera superado su necesidad de tener una relación
sexual.
—Mi cuerpo dice muchas cosas —respondió—. No necesariamente hago lo
que quiere. Así es como la gente termina en problemas.
Una lenta sonrisa dividió sus labios que lo convirtió de malditamente
sexy a mega.
Va a estar jugando con el maldito vibrador toda la noche caliente.
—Tienes razón. Pero, ¿y si tu deseo es correspondido?
—Oh. Oh mi dios.
—Dime algo —Entrelazó su mano alrededor de la de ella sosteniendo el
juguete— ¿En qué estabas pensando cuando usaste esto antes?
El calor en su cara la quemó y se alegró de tener la piel de caramelo o él
vería un sonrojo hasta los dedos de sus pies. Su mirada intensa y posesiva
exigió que le respondiera.
—Tú.
Esa sola palabra levantó un gran peso de su pecho; una carga de la que no
se había dado cuenta encerraba su corazón. Le quitó el vibrador de la mano,
una mirada curiosa en su rostro mientras examinaba el juguete.
Era un conejo azul normal con cabeza giratoria y cuentas de metal. Lucía
un conejito más pequeño que se curvaba para estimular el clítoris. Presionó
un botón y la parte de la polla del vibrador giró. Un zumbido bajo sonaba
con los movimientos. Pulsó otro botón y el conejito cobró vida, las orejas
temblaron por la fuerza de la vibración.
Su coño se apretó con fuerza. Le encantaba que estuviera tocando su
juguete. Dios. Esa cosa había estado en ella justo antes de que él
apareciera. No se atrevió a decírselo. Su mandíbula cayó cuando apagó el
juguete y se lo llevó a la cara. Se frotó el lado de la vibración debajo de la
nariz e inhaló.
Su mirada la inmovilizó. Un gruñido bajo retumbó de él.
—Esto huele a ti.
Señor ten piedad.
—¿Es, um, lo hace?
Parpadeó con sus ojos dorados y deslizó su lengua por la silicona.
—Sabe como sé que lo hará. Dulce como la miel.
Mierda, estaba más loco de lo que pensaba.
—Tú —Se atragantó— ¿Estas loco?
Lamió las orejas de conejo, sacándolas lentamente.
—Loco por probarte ¿Eso me vuelve loco?
—Freaky como la mierda, sí ¿Loco? No.
Su sonrisa pecaminosa creció, y se acercó, separando sus rodillas y
enganchando una mano alrededor de su cuello.
—Bien, porque estamos a punto de ponernos muy, muy raros.
Debería decir que no. Envíalo a casa. En cambio, se inclinó hacia adelante,
esperando el próximo beso. Su coño goteaba humedad. Era tan
malditamente ansiosa. El calor hizo que sus hinchados y doloridos pliegues
brillaran de necesidad.
El lazo de la bata se abrió, cayendo a ambos lados de sus piernas, dándole
una vista completa de su coño afeitado. No tuvo relaciones sexuales en el
primer encuentro, pero tampoco deseó tanto a un hombre. Follatelo. Lo que
su cuerpo quería, lo conseguiría. Satisfacer sus necesidades por una vez no
era el fin del mundo.
Rozó sus labios con los de él. Un cosquilleo eléctrico la estremeció hasta la
médula. Esa fue la primera vez. Tomó su boca, lentamente al principio,
pero rápidamente agregando más presión. Acarició con valentía su lengua
sobre la de ella, curvándose, masajeando y tragando cada jadeo que ella
daba. El beso se volvió exigente. Posesivo. La probó con una profunda
inmersión que tentó y prendió fuego a cada célula de su cuerpo.
Sus manos se deslizaron por sus grandes muslos, separándolos más y
quitando la bata abierta para dejarla desnuda en la cama. Perdió el control
en ese momento, envolviendo sus manos alrededor de su cuello,
entrelazando sus rostros. Devoró su boca con sus besos, drogándola y
haciéndola olvidar todo menos el aquí y ahora.
Nunca se había sentido tan hambrienta. Sus manos acariciaron su cuerpo,
cubriendo cada centímetro de ella lentamente, como si memorizara su
forma. Movió su boca hacia su mandíbula, lamiendo, mordiendo y
susurrando cosas sucias. Colocando las manos a ambos lados de la cama,
agarró el edredón, curvó la espalda y empujó el pecho hacia afuera
mientras empujaba las caderas hacia adelante y ensanchaba las piernas
hasta quedar en la punta de los dedos de los pies.
Capítulo 9
Karel paseaba por la sala de estar del apartamento de Liv. Algo estaba
mal. Lo sintió en la profundidad de sus huesos. Su animal empujó por un
turno, queriendo soltarse.
El zumbido de su comunicador lo hizo buscar en su bolsillo. Aunque era
una versión más pequeña de la que usaba Gerri, esta todavía mostraba un
holograma de la persona que llamaba.
—Alyx —dijo, viendo la imagen de su mejor amigo aparecer en la sala a
oscuras.
—Karel —Las facciones de Alyx se establecieron en líneas sombrías—,
tengo malas noticias.
—¿Cuánto tiempo tengo?
Alyx lo miró a los ojos.
—No mucho.
Una Bella muy embarazada apareció a la vista, rodeando con el brazo a
Alyx.
—Lo siento, Karel. Tu gente nos dijo que tu madre realmente quiere verte.
Asintió. Le dolía el pecho. El dolor le ataba el corazón, apretándolo tan
dolorosamente que apenas podía hacer entrar aire a sus pulmones. Los
Yaghar no vivían en manadas. Eran una de las tribus más pequeñas de
Aurora. Las madres protegían a sus cachorros con fiereza contra cualquiera,
incluidos sus padres. Eso es lo que pasó con Karel. Su madre tuvo que
matar a su padre la primera vez que intentó matar a Karel porque era un
hombre.
Tragó saliva y miró hacia el pasillo donde dormía su pareja. Humana. Se
suponía que debía darle tiempo para adaptarse a él. No tenía tiempo.
—Estaré ahí pronto.
—Estaremos aquí, manteniendo las cosas bajo control —dijo Bella, sus
labios se inclinaron hacia abajo con tristeza.
Cortó la comunicación y presionó el botón que lo conectaba con su
contacto en la tierra. Le dio al hombre un breve resumen de su problema y
le dijo que estaría listo para irse en breve. Alguien lo recogería para
apresurarlo hacia el portal.
Se dirigió a la habitación de Liv y la vio dormir. Odiaba hacer esto. Se
sentó en su lado de la cama.
—Liv —dijo, apartando el cabello de su rostro y acariciando su mejilla.
Agitó sus párpados abiertos y frunció el ceño.
—¿Qué ocurre?
—Tengo que irme en este momento. Pero no puedo dejarte.
Se sentó lentamente, con los ojos muy abiertos por la preocupación.
—¿Adónde vas?
—Mi madre. Se esta muriendo. Está lejos y tengo que verla.
—¡Oh no! —Se lamió los labios y asintió con la cabeza, con el ceño
fruncido cubriendo su frente—. Lo siento mucho.
Tomó su mano, su corazón latía fuerte e inseguro.
—Ven conmigo.
Parpadeó. No dijo nada, pero él vio las ruedas girar detrás de sus ojos.
—¿Cuánto tiempo hasta que regreses?
Sacudió la cabeza y miró sus manos unidas.
—No lo sé.
Miró alrededor de la habitación.
—No sé. Quiero decir, nos acabamos de conocer y las cosas van a un
millón de kilómetros por hora.
Debería haber sabido que Gerri tenía razón. Los humanos no entendían ser
compañeros. Era suya. No quería ir a ningún lado sin ella.
—¿Lo sientes?
Sus diminutos dientes perfectos mordisquearon su labio inferior.
—Lo hago. Sé que hay algo aquí —admitió con un suave suspiro—. Solo...
no sé si es suficiente para ir contigo a donde necesites que vaya. ¿Y si esto
es algo casual? ¿Qué pasa si me estoy imaginando la conexión que siento?
Llevó sus manos a su pecho, dejándola sentir su corazón latiendo.
—Esto no es un error. Es real. No quiero dejarte, pero tengo que irme. Ven
conmigo —dijo—. Por favor.
Vio cómo la indecisión jugaba sobre sus rasgos. Miró fijamente su pecho
por un momento, el silencio se cernía entre ellos.
—Probablemente me arrepienta de esto, pero de todos modos tengo
vacaciones —Lo miró a los ojos y asintió—. De acuerdo. Te acompaño.
La tomó en sus brazos, abrazándola con fuerza y besando sus labios. Abrió
la boca en una invitación. Tendría la oportunidad de mostrarle su pareja a
su madre antes de que se fuera.
Capítulo 11
***
Karel y Liv siguieron a un hombre después de bajar por el ascensor más
largo del mundo. Sintió las preocupaciones de Karel, pero el hecho de que
él sostuviera sus dedos entrelazados con los suyos le aseguró que estaba
feliz de que estuviera con él.
Observando el extraño entorno, comenzó a pensar que iban a un tren
subterráneo, hasta que llegaron a un pasillo gigante, brillantemente
iluminado con un montón de puertas. Se detuvieron en el que tenía G.
Wilder grabado en la madera.
Miró a Karel con confusión.
—¿Por qué la puerta tiene el nombre de Gerri y qué hay detrás?
El hombre que los guiaba abrió la puerta y les indicó que entraran. Karel la
miró a los ojos y se aclaró la garganta.
—Vengo de muy lejos.
Sí, no es broma. Era enorme y sus ojos tenían un color avellana distinto que
ella nunca había visto. Sin embargo, esto no estaba lejos de donde
vivía. Entonces, ¿cómo estaban llegando a su madre?
—¿Cómo propones que lleguemos allí? —Se rió nerviosamente—
¿Teletransportarse?
Asintió rápidamente.
—Sí.
—¿Espera, que? No podemos teletransportarnos. No tenemos ese tipo de
tecnología y, francamente, me preocupa el hecho de que creas que podemos.
Trató de soltarse de su agarre, pero se mantuvo firme.
Sacó una pelota de su bolsillo. La esfera levitó frente a ellos, luego se alejó
varios pies antes de expandirse en una ventana gigante. Vio un bosque
extraño al otro lado.
—¿Son esos árboles morados? —Frunció el ceño, el interés superó su
miedo— ¿Qué tipo de magia es esa?
—Ven conmigo —dijo de nuevo, tirando de ella hacia la ventana abierta—.
Déjame mostrarte lo hermosa que es mi casa.
—He perdido mi mente. Debo haberlo hecho —Dio pasos hacia adelante y
sintió el tirón de la ventana— ¿Qué es eso del otro lado?
—Nova Aurora —respondió, preparándose para pasar por la abertura—. Te
encantará allí.
Nunca había oído hablar de esa ciudad. Sonaba a estilo europeo. No creía
que se estuvieran teletransportando a ningún lado. De ninguna manera. Por
otra parte, ¿y si trabajaba para el gobierno? No le había preguntado a qué se
dedicaba. Tenía esa sensación militar con los grandes hombros cuadrados y
el rostro continuamente serio. ¿Y si él supiera algo que ella no?
La curiosidad creció dentro de ella. Dio un paso hacia la ventana y sintió
como si le estuvieran quitando oxígeno hasta que juró que se estaba
muriendo. Podía oír a Karel ordenarle que respirara. Quería gritarle que
estaba tratando de hacerlo, pero algo seguía succionando el aire. No tuvo la
oportunidad porque la oscuridad se apoderó de ella, se llevó a Karel y el
miedo la atravesó.
Capítulo 12
La cabeza de Liv latía con fuerza. Abrió los ojos y parpadeó ante la suave
iluminación y el relajante sonido de las olas rompiendo. Estaban en la
playa. Se sentó lentamente y observó las cortinas que subían por las
ventanas, dejando entrar la luz. Las paredes, que antes eran un bonito
estampado de flores amarillas, cambiaron a un color y textura blanco
arenoso.
Su mandíbula se abrió cuando la habitación se transformó ante sus ojos.
—Morí. Tuve que haber muerto —Se quitó las mantas increíblemente
suaves, notando que ya no usaba la misma ropa, sino un par de pantalones
cortos y una camiseta sin mangas de color amarillo supersuave.
Pisó el cálido suelo de piedra y frunció el ceño. Solo había visto piedras así
en los castillos que había visitado cuando viajaba con su abuela. ¿Dónde
diablos estaban? El aire se sentía más fresco, más limpio que de
costumbre. Corrió hacia la ventana grande y jadeó.
—Esto es una especie de broma.
—¡Buenos días! —Se dio la vuelta para encontrar a una mujer muy
embarazada parada en la puerta del dormitorio.
—Soy Bella. Bienvenida a Aurora —Bella miró el cabello en la parte
inferior de la cola de caballo de Liv— ¿Eso es púrpura? ¡Me encanta! —La
mirada de Bella vagó por los brazos sin mangas de Liv— ¡Oooh! Qué
bonito tatuaje tienes.
Parpadeó y volvió a mirar por la ventana, viendo cómo las olas rosadas
chocaban contra la playa de arena blanca.
—Gracias. ¿Estamos en Europa? —murmuró—. Nunca había oído hablar
de un océano rosado. Jamás.
Bella se rió y negó con la cabeza.
—No, eso es lo que estoy aquí para explicarte.
—¿Dónde está Karel? —preguntó ella, preocupada de que le pasara algo a
su madre y las cosas fueran peor.
La sonrisa de Bella se atenuó.
—Está haciendo arreglos para que ambos veáis a su mamá. Es el jefe de
seguridad aquí, pero como yo estaba embarazada, Alyx, mi esposo, tenía a
Karel de niñera cuidándome como si fuera a estallar en cualquier segundo.
Liv asintió. Odiaba decírselo a Bella, pero parecía que estaba lista para
estallar en cualquier momento.
—¿Dónde estoy?
—¿Sabes cómo dicen que los extraterrestres no existen y que no hay vida
en otros planetas?
Un nudo se formó en la boca del estómago de Liv.
—Sí.
—No es técnicamente cierto —Bella sonrió.
—¿Qué parte?
—Todo ello. Actualmente estás a millones de años luz de distancia en un
planeta cambiante llamado Nova Aurora. Este planeta está habitado por
alienígenas cambiantes.
Volvió a mirar por la ventana, notando los árboles morados que rodeaban el
área y un mar de flores arco iris moviéndose con el viento, creando una
suave ola multicolor. Si no estaba en otro planeta, entonces la habían
llevado a alguna parte desconocida de la tierra. Altamente improbable.
—¿Has sido evaluada mentalmente, Bella?
Bella sonrió.
—Créeme, hubiera sido la primera persona que se hubiera preguntado qué
clase de broma es esta, pero solía trabajar para Gerri y vine aquí
completamente despierta. Probablemente sea más difícil ya que te
desmayaste a mitad del viaje —Bella se encogió de hombros—. No te
pediré que me creas, porque es algo que tienes que ver por ti misma. Solo
mira afuera. Los océanos son rosados. Los bosques son de color
púrpura. ¡La nieve es azul! Puedo seguir y seguir, pero esta habitación por
sí sola debería mostrarte lo avanzado que está este planeta —dijo,
señalando las paredes—. Paredes del estado de ánimo. Todo cambia según
tus sentimientos y lo que quieres.
De acuerdo, sí. Eso era indiscutible. Había visto la maldita cosa cambiar
frente a sus ojos.
—Esto es un poco difícil de creer, ¿comprendes? Estuve en mi cama hace
unas horas. —Después del orgasmo más asombroso de su vida, no lo dijo.
—Yo también vengo de la tierra —Bella entró y se sentó en una silla,
suspirando mientras lo hacía—. Me enamoré de Alyx y ahora esta es mi
casa —Su mirada la traspasó con curiosidad—. Obviamente sientes mucho
por Karel o no estarías aquí.
Eso era cierto. Había seguido una fe ciega en lo que a Karel se refería; algo
que ella nunca jamás había hecho. Ni siquiera se había molestado en
enviarle a su abuela un mensaje de que se iba. Su última discusión dejó un
mal sabor de boca a Liv y lo único que quería era mantener a raya a su
abuela por un tiempo.
—Estoy pasando por un momento difícil con esta cosa del otro planeta.
Bella asintió.
—Bueno, piénsalo. Karel es probablemente más alto y más fornido que
cualquier hombre con el que hayas salido. Sus ojos son de un color distinto
y hará cualquier cosa para protegerte. Cualquier cosa —Bella arqueó las
cejas— ¿Conociste a muchos hombres así en la tierra?
Eso fue fácil de responder. No. No debería ignorar el sentido común. Su
mente le dijo que Bella decía la verdad. Pero cómo y por qué eran las
respuestas que probablemente no obtendría hasta que hablara con Karel, e
incluso entonces, podría no estar de acuerdo con lo que dijo. Pero estaba en
otro planeta. ¡Otro planeta!
Volvió a mirar por la ventana y se quedó sin aliento cuando vio pasar a un
dragón.
—¡Santo cielo!
—Sí, también tenemos dragones en este mundo. Cambiaformas de
dragones muy reales.
Estaba en otro planeta. Ahora no era el momento de explorar, a pesar de
que quería hacerlo. Estaban allí para ver a la mamá de Karel. Quería
apoyarlo. Se veía tan desgarrado cuando se lo contó.
Alguien llamó a la puerta y entró una mujer alta con una bandeja.
—Ah, ahí está nuestro té y galletas. —Bella se sentó, mirando el plato
como si fuera a consumirlo todo con sus ojos.
Liv supuso que la mujer era un miembro de la familia por la sonrisa de
adoración que le dio a Bella.
—Disfruten —dijo la mujer mientras salía de la habitación.
—Vamos. —Bella se volvió hacia la mesa junto a ella donde había sido
colocada la bandeja. Agarró un cuadrado delgado del tamaño de un bocado
y masticó.
El estómago de Liv gruñó. Estaba hambrienta. No estaba segura de cuánto
tiempo había estado durmiendo, pero pensó que probablemente más que
menos.
—Déjame ir al baño.
Bella asintió, masticando una galleta verde.
—Hay artículos de tocador ahí. Simplemente mueva la mano frente a la
parte inferior del espejo junto al lavabo.
Corrió al baño y notó lo desnudo que estaba. ¿Agitar una mano? Lo hizo,
sintiéndose estúpida hasta que el vaso se abrió y una bandeja apareció con
un cepillo, pasta de dientes y un kit completo de aseo personal. Era como el
hotel de cinco estrellas más genial de todos los tiempos.
Una vez que se había cepillado los dientes y lavado la cara, regresó a la
habitación donde Bella estaba sentada, bebiendo té.
—Genial, estás aquí. Esperaba que volvieras antes de que me comiera
todo. Eso me iba a hacer sentir todo tipo de culpabilidad.
Sonrió.
La feliz personalidad de Bella era difícil que desagradara. Tenía una
sonrisa contagiosa e hizo que Liv se sintiera bienvenida en la locura de lo
que estaba pasando.
Se sentó al otro lado de la pequeña mesa y tomó una galleta verde. Se
sentía suave, como una galleta de avena recién horneada. También olía a
una, pero era verde.
Capítulo 13
—Pruebalo —La animó Bella—. Prometo que no estará mal. Tuve que
enseñarle a uno de los cocineros a hacer mis galletas de avena
favoritas. Alyx trata de hacerme feliz como puede, así que me vio hacer un
desastre en las cocinas hasta que las hicimos bien —Se encogió de
hombros y la tela de su camiseta brilló—. Lo único es que la harina aquí
está hecha de semillas verdes. Al principio era extraño, pero si sabe bien,
no me importa el color.
Liv mordió y quedó gratamente sorprendida por el sabor. Era mejor que
una galleta de avena. La fruta era más dulce y la masa más suave, pero
crujiente.
—Esto está realmente bueno.
Bella asintió y tomó otra.
—Estarás enganchada con estas. Mi mejor amiga, Charlotte, vive en las
montañas de hielo con sus compañeros y viene aquí solo para comerse mis
galletas —Abrió mucho los ojos—. Eso no sonó bien, pero entiendes la
idea.
Liv se rió y tomó una taza de té. Olió, un mal hábito que tenía, y probó. La
bebida era como un té de limón con un toque de miel. Fue agradable.
—¿Entonces hay otros humanos aquí?
—Sí. Estamos yo, Charlotte y su hermana Rebecca, y ahora tú —dijo
emocionada—. Sin embargo, Becca y yo somos las únicas embarazadas —
Bella miró a Liv con interés—. Por ahora.
—¿Te gusta estar aquí? —preguntó ella, cambiando de tema. No había
manera de que se metiera en conversaciones de bebés cuando no tenía ni
idea de qué demonios estaba pasando.
—Me encanta —dijo Bella efusivamente—. Aunque, me encantaría en
cualquier lugar mientras estuviera con Alyx —Sus ojos se llenaron de amor
y una sonrisa feliz curvó sus labios—. Apestará cuando Alyx se vaya en los
próximos días. Tiene una gran reunión con un clan de osos en el otro lado
del planeta y eso significa que puedo quedarme aquí con otros guardias,
pero ninguno tan agradable y amistoso como Karel. Lo extrañaré.
Un zumbido hizo que Bella se metiera la mano en el bolsillo.
—¡Oooh! ¡Es Gerri!
Bella presionó un botón y una imagen holográfica de Gerri apareció en la
pared.
—¿Liv? ¿Estás bien? —Gerri preguntó con el ceño fruncido.
—¡Hola! Estoy genial. Bueno, ahora que entiendo más o menos lo que está
pasando.
—Ese chico es tan malo como Alyx —murmuró Gerri. Liv estaba segura
de que se refería a Karel—. Le dije que te diera tiempo para conocerlo.
Hablar contigo primero y explicarte toda la situación del planeta
cambiaforma antes de llevarte a Aurora. ¿Escuchó? Diablos, no.
—Para ser justos —dijo Liv, saliendo en defensa de Karel por alguna
razón—. No creo que ninguna explicación hubiera ayudado. Quiero decir
que suena loco a menos que estés aquí viendo las cosas tú mismo.
—Lo sé, querida. Pero en su prisa por llevarte a su casa, se olvidó de hacer
arreglos para tus cosas y tus pertenencias.
Oh, mierda. Pensó que estaría de vacaciones unos días. No vivir aquí. Por
un lado, siempre había despreciado las tonterías críticas de la gente de la
sociedad terrestre, y al estar en otro planeta, ya no estaría sujeta a eso. Por
otro lado, nunca volvería a ver a Monica ni a sus hijos. ¿O podría ella?
—¿Podría volver a la tierra para visitar, si quisiera? —preguntó.
—Por supuesto —La tranquilizó Gerri—. No eres una prisionera en
Aurora. Puedes volver cuando quieras. Descubrirás que la diferencia
horaria te dificultará las cosas. Pero nunca debes sentir que no puedes
regresar a la tierra.
Sin embargo, ¿querría hacerlo? Tal vez, tal vez no. Era bueno saber que
tenía la opción. Aún así, no estaba tan destrozada por dejar su planeta natal
como pensaba. Su abuela siempre había actuado como si Liv fuera una
molestia. Su donante de esperma nunca hizo ningún movimiento para
conocerla. E incluso Monica pasaba meses sin llamar, a veces. La única
persona a la que echaría de menos era a su vecina.
—Maldita sea. No tengo ni idea de qué hacer.
—Juro que dejaré de atender a los cambiaformas si no comienzan a
escucharme. Nunca he conocido a un grupo más testarudo —Gerri
refunfuño. Se frotó las sienes y negó con la cabeza—. Puedo manejar tus
cosas. ¿Alguien con quien quieras que me ponga en contacto?
Liv pensó en su abuela, pero decidió no hacerlo.
—Llama a mi hermanastra Monica. Puede hacer que alguien recoja mis
cosas.
—¿Y qué te gustaría que le dijera a Monica?
—Que decidí vivir fuera de la red y averiguaré cuándo quiero ponerme en
contacto con ella —Miró las cejas arqueadas de Bella—. Siempre bromeo
acerca de hacer eso, pero ella nunca pensó que yo lo haría.
—¿Alguien mas?
—Mi vecina Cassie. Se preocupará si no me presento a nuestra sesión de
spa semanal.
Gerri asintió.
—De acuerdo. Si piensas en algo más, contactame. Y por el amor del pelo
que me queda, por favor tratar de controlar a vuestros hombres —Miró a
Liv y Bella—. Sé que no es una tarea fácil, pero si vosotras dos no lo
hacéis, me veré obligado a empezar a golpear a la gente en la cabeza —Les
sonrió y les lanzó un beso—. Estaré en contacto.
Su holoimagen parpadeó.
Liv no tuvo la oportunidad de hacer más preguntas. Hubo un ligero golpe
en la puerta y se abrió lentamente. Karel asomó la cabeza a la habitación,
escaneando la cama y luego el resto del espacio hasta que la encontró
sentada, mordiendo otra galleta.
—Hola —dijo entre bocados. Había mucho que necesitaba discutir con él,
pero el hecho de que Bella estuviera en la habitación la detuvo.
—Karel, tenté a Liv para que comiera conmigo ¿Estas listo para ir? —Bella
preguntó.
Asintió brevemente.
—Sí. Vine para asegurarme de que te sintieras mejor —Escaneó el rostro
de Liv, sus ojos se llenaron de preocupación.
Asintió.
—¿Vamos a ver a tu mamá ahora?
—Sí —El tono ominoso de su voz hizo que a Liv le doliera el estómago y
que las galletas supieran a aserrín. Tenía que ser difícil para él estar lejos de
su madre cuando las cosas estaban tan mal. No es que tuviera una idea de
lo enferma que estaba, pero le había dicho que se estaba muriendo. Eso fue
lo peor que se pudieron poner las cosas.
—Déjame ducharme, cambiarme y podemos irnos.
Capítulo 14
Cerró los ojos e inhaló, asimilando el momento. Estaba en otro planeta. Las
vacaciones que se había estado negando a sí misma finalmente habían
llegado y estaban literalmente fuera de esta galaxia. Sin mencionar que
estaba con un hombre tan sexy, su piel sudaba con solo mirarlo.
Se deslizó de su asiento y la ayudó a salir. El viento agitaba los árboles,
susurraba a través de las ramas y deslizaba sus dedos fríos sobre su piel.
La atrajo hacia la seductora jaula de sus brazos y rozó sus labios sobre los
de ella. Pequeños fuegos estallaron en su núcleo, calentándola desde
adentro. Deslizó su lengua sobre sus labios. Saboreo. Sondeo. Abrió la de
ella en un suave suspiro y se sumergió, su lengua inmediatamente acarició
y se enroscó sobre la de ella. Se aferró a él, su cuerpo suave y curvilíneo
presionado con fuerza contra el musculoso y más duro de él.
El beso no se volvió desesperado, aunque sintió que lo estaba. Lo mantuvo
ligero, juguetón con un toque de propiedad. Un recordatorio de quién tenía
el control: él.
Abrió los ojos en el momento en que se apartó, mirando su barba sin afeitar
y lamiendo sus labios. Le encantaban los hombres con barba incipiente. En
Karel, parecía que acababa de salir de la cama y con su pelo corto
despeinado por el viento, no tenía problemas para imaginarlo en la cama
con ella, haciendo todas las cosas maravillosas que había hecho antes.
Se sintió hace una eternidad desde entonces, pero solo habían pasado horas.
—Montaré nuestra carpa para pasar la noche —dijo y se trasladó a la parte
trasera de la bicicleta. Agarró sus bolsas de lona y se dirigió hacia dos
árboles gigantes con ramas largas y torcidas que se entrelazaban creando
una X.
—Eso es algo así —Mencionó, entablando conversación— ¿Tus árboles
siempre son tan altos y retorcidos?
Se rió y sacó un montón de sábanas delgadas de su bolso.
—Sí. Aurora es muy antigua. Es común encontrar árboles de millones de
años.
Lo miró conmocionada. Nunca había oído que un árbol fuera tan
viejo. Dejó de hacer preguntas y en cambio se concentró en mirarlo.
Dejó una sábana sobre la hierba plana y frunció el ceño. Si estaban
durmiendo en eso, ella tendría una noche difícil. Pero ante sus ojos, la
sábana comenzó a cambiar de forma, espesándose y cambiando para
parecerse a un colchón.
¡Mierda! No tendrían que dormir en el suelo y ella no tendría que conocer
insectos de otro mundo. Definitivamente no quería que ningún bicho raro
se volviera amigable con su boca, nariz u oídos mientras dormía.
Karel agarró otra sábana y la enganchó a una esquina del colchón. La
sábana estaba recta y retorcida en una cuerda cada vez más larga. Mientras
ese se retorcía, enganchó otro a la otra esquina y lo dejó torcer. Después de
que las cuatro esquinas tuvieran un archivo adjunto, juntas alcanzaron las
ramas.
Los cordones se alargaron y se enrollaron alrededor de las extremidades,
levantando el colchón dos pies del suelo. Se puso en cuclillas para mirar
debajo del colchón y notó que la parte de abajo parecía ser de chapa y la
parte de arriba afelpada como un colchón normal.
—¡Esto es una locura!
—¿Qué es una locura? —preguntó, retrocediendo para mirar la cama de la
hamaca. Colocó otra sábana delgada encima y se extendió sobre el colchón
y se espesó hasta convertirse en una manta. Con una firme expresión de sus
labios, se volvió hacia ella—. No es el castillo, pero podremos dormir. No
te quiero en el suelo.
Curvó las manos a los costados para evitar arrojarse sobre él.
—Me has estado atendiendo desde que te conocí —dijo—. Podría haber
dormido en el suelo, si fuera necesario.
Asintió con la cabeza, tomó su rostro y la inmovilizó con su mirada.
—Lo sé, pero es mi honrado deber asegurarme de que nunca tengas que
hacerlo.
Su corazón latía dos veces más rápido en su pecho.
—La vida no siempre es cómoda. Hay muchas situaciones difíciles que
todos enfrentamos en un momento u otro. Esto no habría sido diferente.
—Eso es cierto, pero eres importante para mí —reafirmó—. Sería diferente
si se sintiera como un trabajo, pero hacerte sentir cómoda y feliz me hace
feliz.
—Ojalá existieran más personas como tú —suspiró, recordando los
momentos difíciles que había tenido cuando era una niña grande con la
gente, e incluso con su familia—. Nunca he sido la prioridad de nadie.
—Has pasado por mucho —dijo, con los ojos brillantes con ese animal que
ella sabía que yacía debajo de la superficie—. No puedo hacer desaparecer
tu pasado, pero puedo decirte que no te define. La mujer que eres es la
mujer que quieres ser —Acarició su mandíbula—. Todo lo que pasaste te
hizo más fuerte. Te enseñó a ser la mujer que eres. Ayudó a decidir cómo te
acercarías al mundo —Le llevó la mano a los labios y la besó—. Desearía
que existieran más mujeres como tú, porque entonces otros hombres
agradecerían conocer a alguien que ha soportado una sociedad llena de odio
llena de negatividad, pero que ha prosperado como persona.
—Eso es probablemente lo más lindo que alguien me ha dicho —murmuró,
con la garganta llena de emoción.
—No está destinado a ser agradable. Es la verdad. Esta cama —dijo,
señalando la cama elevada—, es un pequeño lujo que puedo darte. Sé que
no estás segura de mí, de nosotros. Esta bien. El hecho de que me estés
dando una oportunidad me dice todo lo que necesito saber.
—¿Que es eso?
—Que eres más que mi compañera —respondió—. Eres la mujer que
estaba esperando. El que no será fácil todo el tiempo, pero hará que mi vida
sea más fácil de soportar.
Se lamió los labios y se aclaró la garganta. Esto se estaba volviendo
demasiado emocional para ella. Realmente le agradaba Karel. Más que me
gustó en este momento. Quería tenerlo en su cama y pasar mucho tiempo
con él para ver dónde iban las cosas.
—¿Tienes agua? —preguntó ella, en un intento por tomar el control de su
cuerpo. Sus hormonas estaban frenéticas.
Le dio una mirada que le dijo que sabía que estaba tratando de desviar su
atención, pero la dejó y buscó una jarra en la parte trasera abierta de la
bicicleta. Sacó un pequeño vaso de plástico y lo llenó antes de entregárselo.
Bebió el líquido frío en dos tragos rápidos.
—Vamos —Sonrió—. Vayamos a la playa y veamos la puesta de sol.
Trajo su bolso con él.
Se sentaron en la playa, en silencio durante un largo rato.
—¿El agua es profunda?
—No. Esta área tiene listones de playa largos y poco profundos. ¿Por qué?
—Miró su camiseta sin mangas y sus pantalones cortos— ¿Quieres entrar?
Si. Realmente lo hacía, pero estaba asustada. Este era un entorno diferente
¿Y si tuvieran animales extraños en el agua? Su miedo a ahogarse se dio a
conocer en ese momento.
Debió haber leído la indecisión en su rostro porque se levantó y se sacó la
camisa por la cabeza. Su atención se atascó y se quedó clavada en sus
abdominales contraídos. Tenía un cuerpo tan hermoso. Todo tonificado y
musculoso sin ser demasiado voluminoso. Aunque su piel de caramelo se
veía chocolatada en comparación con la de él, mucho más pálida, todavía
se le hacía la boca agua. A continuación, se quitó los pantalones. Oh mi
dios. Estaba desnudo. Muy, muy desnudo. Y duro.
Miró fijamente sus virtudes masculinas durante demasiado tiempo antes de
levantar la vista hacia su rostro. Un brillo malvado pasó por sus ojos y una
sonrisa pecaminosa se extendió por sus labios.
—Vamos. Te encantará.
Sí, apostaba que lo haría. También le encantaban los helados y los pasteles,
pero ambos eran malos para ella. Ah, que diablos. ¿Qué decía eso? Solo
vives una vez, o algo así. Esa es una buena excusa.
Se desnudó, consciente de su estado de desnudez y del hecho de que la
miraba como si le estuviera ofreciendo su cuerpo para comer.
La arena se sentía ultrafina y suave entre los dedos de los pies,
moldeándose alrededor de sus pies. Movió los dedos de los pies y levantó
un pie de la arena. Su ceño se frunció en confusión.
—¿No se pega?
—¿Qué? —preguntó, mirando su pie, pareciendo confundido también.
Sonrió y la bajó al suelo, agarró un puñado de arena, dejándola correr entre
sus dedos, viendo caer cada grano sin dejar nada en sus manos.
—La arena. No se me pega.
—No lo hará. Así no es cómo funciona. La arena aquí no es pegajosa. No
estoy seguro de las propiedades de la arena de tu tierra, pero la arena de
Aurora nunca se te pegará.
Este planeta se enfría cada segundo. Tomó la mano que le ofrecía y caminó
hasta el borde del agua con él. La sostuvo entre sus manos con suficiente
presión para calmar sus nervios. No la dejaría ir.
Capítulo 16
***
***
Esa noche, cuando Keliana estaba peor que antes, decidieron sentarse junto
a su cama y hablar. Parecía querer escuchar su conversación y comentaba
cada pocos minutos.
—¿A qué edad te fuiste a vivir al castillo de Alyx?
—Cuando era adolescente. El padre de Alyx me preparó para ser el jefe de
seguridad.
—Fue una de las cosas más difíciles —dijo Keliana en voz baja—. Ver a
mi único hijo irse y no saber si estaría bien.
—Madre —sonrió Karel, llevando la mano de Keliana a sus labios y
dándole un beso en la palma—. Sabías que estaba bien.
Ese pequeño movimiento fue suficiente para derretir el corazón de
Liv. Este era un hombre que sabía cómo amar a su madre.
—Saber de mi hijo y no verlo a diario no es lo mismo —Miró a Liv desde
su cama, sus ojos amarillo pálido estaban apagados por el dolor— ¿No te
preocuparías si tu único hijo te dejara?
Liv asintió con fervor.
—¡Oh sí! Probablemente pasaría algunas semanas asegurándome de que no
estuviera en peligro antes de sentirme segura dejándolo lejos de mí. Incluso
entonces, probablemente lo regañaría hasta la muerte con llamadas
telefónicas y mensajes de texto.
Con su historial familiar de haber perdido a sus padres, probablemente
nunca dejaría a uno de sus hijos solo con nadie. Habla sobre la ansiedad por
separación grave.
Karel se rió y negó con la cabeza.
—No le des ideas, madre.
Keliana sonrió y por un momento pareció mucho más joven que antes.
—Es buena. Me gusta tu pareja. Será una buena madre para sus hijos.
El rostro de Liv se calentó de vergüenza. Sería esa madre fastidiosa que
nunca dejaba a sus hijos solos por miedo a que les pasara algo y que ella no
estuviera allí para ayudar.
—No sé nada de eso.
La sonrisa de Keliana se ensanchó.
—Serás una buena madre. Las buenas madres se preocupan y nunca se
olvidan del bienestar de sus hijos, incluso cuando están lejos de ellas.
Las cejas de Keliana se fruncieron por el dolor. Cerró los ojos y respiró
hondo.
—Creo que necesito algo de tiempo a solas, hijo.
Volvió a abrir los ojos y acarició con la mano la mejilla de Karel.
—Cuida a tu pareja.
Un nudo se formó en la garganta de Liv. Vio a Karel inclinarse y besar la
frente de su madre antes de ponerse de pie. Tomó la mano de Liv en la suya
y la guió afuera, dirigiéndose al porche en la parte delantera de la cabaña.
—Lo siento —dijo. Las palabras no fueron suficientes para expresar lo mal
que se sentía por él.
La sentó en su regazo, acunándola y mirando la puesta de sol.
—Está en lo correcto. Serás una gran madre para nuestros hijos.
Ni siquiera se había dado la oportunidad de pensar demasiado en el futuro,
pero verlo con su madre había sellado el trato. Este era un hombre que
sabía cómo tratar a una mujer. No había mostrado nada más que amor y
cuidado por Liv desde que la conoció ¿Cómo podría siquiera considerar por
un segundo no arriesgarse con el amor?
Los hombres en la tierra no apreciaban a la mujer dentro de su cuerpo
curvilíneo. Habían estado demasiado atrapados en sus curvas para llegar a
conocerla realmente. Karel había ido directamente hacia la mujer escondida
debajo de la superficie y la sacó.
—Te quiero. —Una vez que lo dijo, sintió que su corazón se llenaba de
amor por él.
Inclinó su rostro para encontrar su mirada.
—¿Lo haces?
Asintió.
—Sí. No quería admitirlo, pero es verdad —Le rodeó el cuello con los
brazos y le dio un beso en la mandíbula sin afeitar—. Has querido mi
verdadero yo desde el primer día. Nunca hubo ninguna expectativa de que
me cambiaras a tu medida. No querías que fuera algo que no soy. Y no
pensaste en solo intentar meterte en mis pantalones.
—Te amo, Liv. Cada centímetro de ti.
Sonrió.
—Lo sé.
Capítulo 22
Todos los días durante los siguientes tres días pasaron en una espera
dolorosa. Keliana estaba mejor por la mañana y peor por las tardes. Se
hacían ilusiones todos los días, pensando que sería el día en que mejoraría,
pero solo se ponía más enferma, sus comidas la ponían enferma. Al cuarto
día, Liv notó un cambio.
Liv entró en la casa después de dar un paseo cuando vio a Tiana
sosteniendo una taza de té.
—Oye, ¿pensé que Keliana solo tomaba té por la noche?
Tiana asintió, sin mirarla a los ojos.
—Lo hace, pero su estómago le ha estado molestando tanto por las noches,
sentí que el té era una mejor manera de comenzar la mañana que una
comida pesada que podría lastimarle la garganta.
Liv asintió. Eso tenía sentido, pero ¿por qué entonces Tiana parecía tan...
culpable?
A media mañana, Keliana se enfermó antes de lo habitual. Apenas podía
moverse y se veía peor que el día anterior. A Liv le preocupaba que el té
tuviera el efecto contrario al calmante. Decidió que le diría a Tiana que se
lo saltara esa noche y vería si la falta de lo que fuera con lo que hizo el té
ayudaría a aliviar el estómago de Keliana.
Deseó tener un poco de manzanilla y miel. Apostó que eso aliviaría el
estómago de Keliana más que lo que Tiana le había dado.
Se acababa de vestir después de tomar una ducha cuando encontró a Tiana
en la cocina preparando té nuevamente, con el gotero en la mano.
—¡Liv! —Karel gritó antes de tener la oportunidad de decirle algo a
Tiana. Tiana dejó caer la botella en su prisa por cerrarla. Unos pisadas más
tarde y Karel estaba en la cocina—. Oh, Tiana, ahí estás. Vamos a llevarte
a las habitaciones de invitados. Va a ser una tormenta en breve.
Tiana miró a su alrededor, buscando el gotero que se había caído. Liv
frunció el ceño, mirando a la otra mujer de cerca. ¿Por qué estaba tan
nerviosa?
Tiana se dio la vuelta y asintió.
—Déjame solamente...
—No hay tiempo. Si no te llevamos allí ahora, quedarás atrapado aquí. Liv
le llevará el té a mamá. Vamos —dijo, guiándola hacia la puerta. Le dio a
Liv una última mirada frenética antes de salir con Karel.
Liv miró alrededor de la cocina, arrodillándose y buscando el gotero. Algo
extraño estaba sucediendo. El miedo de Tiana había sido real. Liv podría
no ser una cambiaforma para oler la angustia, pero lo vio en el rostro de
Tiana. Metió la mano en una pequeña abertura entre un gabinete y una
nevera y sintió la pequeña botella en la punta de sus dedos.
Movió sus gordos deditos más adentro del agujero y trató de no pensar en
los insectos que podrían estar viviendo allí. La botella finalmente llegó a su
alcance. Sacó el gotero de su escondite y se sentó sobre sus talones. Se
sorprendió al ver una etiqueta preimpresa en inglés en la botella. Arseniato.
¿Por qué le sonaba familiar? Se sentó en una silla, mirando la pequeña
botella. La abrió y olió. Nada. Sin olor. El líquido del interior era claro,
pero algo le dijo que no era bueno.
Recordó una conversación que había tenido con Aurelis en la panadería
hace un tiempo.
—¿Escuchaste sobre esa mujer que mató a su esposo? ¿El panadero? Nos
da a todos un mal nombre.
—No creo que lo hiciera —dijo Liv, comiendo una magdalena— ¿Que hizo
ella?
—Le puso arsénico en su café todos los días, lo que mató al hombre
lentamente.
—¿Cómo lo resolvieron? —preguntó, ya no interesada en la magdalena.
—El hijo del hombre estaba estudiando medicina y encontró un frasco con
arseniato. Ese es otro nombre para el arsénico. Si no lo hubiera
encontrado, todos habrían pensado que su esposo se estaba muriendo por
problemas estomacales, como dijeron los médicos.
Liv frunció el ceño.
—¿Pero no se mostraría eso en una prueba? ¿O en una autopsia?
—Si lo estás buscando. Pero administrado en pequeñas dosis, puedes
matar a alguien y el mundo no lo sabría.
Oh, mierda. ¡Tiana lo estaba preparando a Keliana! No tenía idea de cómo
Tiana había puesto sus manos en un veneno de la tierra, pero estaba segura
de que lo estaba usando para el peor propósito, matar a la madre de Karel.
Cuando Karel regresó unos minutos después, estaba sentada a la mesa
mirando la pequeña botella.
—Liv —Miró hacia arriba sorprendida, ¿cómo había regresado Karel tan
rápido? Había estado tan perdida en sus pensamientos que no lo había oído
regresar.
—He dicho tu nombre tres veces, nena. ¿Qué ocurre? —Se sentó a su lado
y la miró a los ojos.
No estaba segura de qué decir. ¿Cómo explicó lo que pensaba?
—¿Cuánto sabes de Tiana? ¿Cómo fue elegida para ayudar a tu madre?
Karel frunció el ceño, perplejo.
—¿Por qué las preguntas sobre ella de repente? ¿Te ha ofendido o ha hecho
algo para menospreciarte? La tormenta es fuerte, lo más probable es que no
regrese hasta pasado mañana.
Liv suspiró. Tenía que decírselo, pero no lo conocía lo suficiente como
para evaluar cómo actuaría. Si esperaba un poco más, entonces la tormenta
entraría en pleno efecto y él no podría perseguir a la enfermera
asesina. Solo esperaba que la tormenta durara lo suficiente para que lo
calmara.
—Mencionaste que ella vino del castillo para ayudar a tu mamá con ella,
¿verdad?
—Sí, eso es lo que me dijeron. ¿Por qué? ¿Qué está pasando, Liv?
No tenía que sentir su estado de ánimo para ver la confusión y la
preocupación que se multiplicaban lentamente con cada pregunta.
—Prométeme que no harás nada esta noche —Sabía que sus palabras no
tenían sentido, pero era todo lo que podía pensar en hacer.
—Liv, ¿qué está pasando? Dime qué está mal, no puedo arreglarlo si no me
lo dices —Karel suspiró—. Bien, si eso es lo que se necesita para que me
expliques, entonces prometo no hacer nada esta noche.
Liv tomó la mano de Karel y la apretó con fuerza.
—No hay una manera fácil de decirte esto, así que solo lo voy a decir —
Liv respiró hondo en busca de valor—. Tu madre está siendo envenenada.
—De qué demonios estas hablando. No tenemos venenos aquí.
Liv podía sentir su ira como una entidad viva que respiraba llenando la
habitación.
—Vi a Tiana poniendo gotas en el té de tu madre. Dijo que era medicina y
yo no pensé nada al respecto, para ser honesta. Pero esta noche, cuando
entraste en la cocina, la asustaste y dejó caer esto —Le tendió la pequeña
botella y esperó a que él procesara su significado— ¿Sabes qué es eso?
Karel miró la botella sin decir una palabra.
—En la tierra, el nombre más común es arsénico. Es de acción lenta y casi
imposible de rastrear. Es incoloro e inodoro, por lo que nadie sabría que lo
estaba ingiriendo hasta que es demasiado tarde.
Karel se puso de pie y rugió de ira. Liv se levantó de un salto y lo detuvo
mientras se dirigía a la puerta para enfrentarse a Tiana.
—Prometiste esperar antes de actuar. Si la confrontas ahora, la matarás en
tu rabia y no obtendremos ninguna respuesta.
Capítulo 23
***
Karel dejó a Liv para visitar a su madre cuando volvió a llamar a Alyx para
informarle de los últimos acontecimientos. No estaba seguro de quién había
amenazado a su pareja, pero no iba a ser desafiado.
—Alyx, siento molestarte de nuevo tan pronto. Liv estaba en el jardín de la
casa de mi madre y una mujer la amenazó.
—¿Qué dijo la mujer? Supongo que fue lo suficientemente inteligente
como para no dar su nombre —Alyx gruñó con frustración y rabia. Las
compañeras nunca eran amenazadas. Jamás—. Me fui hace apenas dos
días. ¿Por qué todo está sucediendo a la vez?
—No dio un nombre; eso sería demasiado fácil. Le dijo a Liv que interfirió
y que se cuidara. Nada que nos diga algo —Karel se sentó en una silla y
suspiró—. No puedo entender esto. ¿Por qué alguien apuntaría a mi madre
y luego amenazaría a mi pareja? Realmente no tengo enemigos.
—Hay algo que nos falta. Voy a acortar mi viaje y volver. Me tomará
alrededor de una hora envolver las cosas aquí y estaré allí.
—Bella viene a visitar a mi madre y a Liv. De hecho, debería estar aquí
dentro de una hora —Karel frunció el ceño—. Sé que estaba bien protegida
en el castillo, pero de todos modos me siento mejor al tenerla aquí.
Por primera vez desde que Karel se había puesto en contacto con Alyx, vio
una sonrisa en el rostro de su rey.
—Eso es perfecto, puedo ver a mi pareja, ver cómo está tu madre y
podemos discutir todo lo que ha sucedido.
Karel asintió y desconectó la llamada. En poco más de una semana, le
dijeron que su madre se estaba muriendo, encontró a su pareja, se enteró de
que su madre iba a vivir y descubrió que su pareja estaba amenazada. No
tiene sentido. No pudo encontrar una razón para que esto
sucediera. Eliminar a su madre no servía para nada que pudiera ver ¿Qué
esperaba ganar Tiana?
Karel se puso de pie y buscó a su pareja. Necesitaba asegurarse de que su
madre y ella estaban bien. Las cosas estaban fuera de control y no estaba
seguro de cómo detenerlas. Entró en la habitación de su madre y se detuvo.
—Aayi, mírate. —Karel no podía creer lo que veía, estaba caminando por
la habitación en círculos lentos por su cuenta.
—Dijo que estaba cansada de acostarse y necesitaba un cambio. Lo
siguiente que sé es que está tirando las piernas por el costado de la cama y
poniéndose de pie —Liv apenas podía hablar a través de su risa alegre.
Karel le dio un abrazo a su madre.
—Sabía que eras una luchadora, después de todo, me enseñaste a
serlo. Ahora definitivamente vivirás para ver crecer a mis cachorros y tener
algunos propios.
Keliana lo golpeó en el brazo.
—Descarado buggar, ¿no es así? —Hizo otro círculo antes de detenerse
frente a Liv—. Tenemos compañía en breve. Creo que es hora de que me
vista con ropa real y la encuentre en la sala de estar como si fuera un
invitado. ¿Qué piensas, querida?
Liv miró a Karel en busca de aprobación antes de responder. Cuando
asintió con la cabeza, se volvió hacia Keliana.
—Creo que es una idea maravillosa. ¿Que puedo hacer para ayudar?
Karel sonrió y salió de la habitación. Su vida estaba mejorando. Sus dos
mujeres favoritas se adoraban entre si y a él. Un golpe en la puerta lo sacó
de sus pensamientos. Con una sonrisa, abrió la puerta y saludó a su amiga.
—Te ves bastante... —Miró a Bella de arriba abajo y sonrió cuando vio la
advertencia en sus ojos—, hermosa. Entra y toma asiento. Las damas se
unirán a ti en breve. Mi madre decidió que tenía ganas de visitarte en la
sala de estar y, como dijo, vestirse con “ropa de verdad”.
Bella sonrió y lo golpeó en el pecho con el dorso de la mano.
—Te conozco lo suficientemente bien como para saber que eso no era lo
que ibas a decir. Ni siquiera trates de mentirme —Extendió la mano y
agarró sus manos con las suyas—. No puedo decirte lo feliz que estoy de
saber que tu madre se está recuperando por completo. Sé lo mucho que ella
significa para ti.
Karel le apretó las manos a cambio y asintió brevemente. Ni siquiera podía
empezar a explicar lo agradecido que estaba de saber que ella viviría.
Capítulo 28
Liv salió con Keliana apoyada en su brazo para apoyarse. Aunque se sentía
mucho mejor, todavía estaba débil y tan terca como cualquiera que Liv
hubiera conocido. Estaba decidida a sentarse y visitar como se merecía la
compañía adecuada, sin importar lo cansada que la sintiera.
—Keliana, te ves fantástica —dijo Bella mientras le daba un abrazo—. He
estado tan preocupada.
Keliana se sentó en el sofá y le sonrió a Bella.
—No hay necesidad de preocuparte por mí. Tienes cachorros y una pareja
de los que preocuparte ahora.
Bella sonrió y abrazó a Liv.
—Es maravilloso verte de nuevo. No puedo esperar para ponerme al día y
escuchar cómo mi gruñón jefe de seguridad te está cuidando —dijo con un
guiño. Las tres mujeres se rieron cuando escucharon a Karel gruñir y salir
corriendo de la habitación.
Pasaron la siguiente media hora hablando y riendo. No pasó mucho tiempo
antes de que Keliana terminara y necesitara descansar de nuevo. Liv la
acompañó de regreso a su habitación y la ayudó a volver a sentarse en la
cama. Cuando se iba, la suave voz de Keliana la detuvo.
—Te amo, niña.
Su garganta se cerró y su corazón se llenó de alegría. Miró por encima del
hombro y sonrió.
—Yo también te amo, Aayi.
Liv finalmente tuvo una madre a la que podía amar, y una que la amaba por
lo que era. Liv nunca esperó encontrar eso, y mucho menos tener que viajar
a años luz de distancia por ello.
—¿Estás bien? —Bella cuestionó cuando Liv volvió a entrar a la sala de
estar.
—Oh, si. Perdón. Perdida en mis pensamientos por un momento. ¿Te
importaría dar un paseo conmigo? Podemos hablar y tú puedes contarme
todo lo que sabes sobre Karel que pueda usar para atormentarlo más tarde.
Las dos mujeres pasearon afuera y disfrutaron de los rayos de los dos
soles.
—Resultó ser un día maravilloso. Pensé que con la tormenta tan fuerte que
estaríamos atrapados adentro hasta mañana.
—Tuvimos suerte, este fue uno corto. No siempre son así. Sin embargo,
para ser honesto, hay más días como este, con el sol brillando y la suave
brisa que sopla que ni siquiera un día lluvioso puede desanimarte. Si eso
tiene sentido.
Bella se rió con tristeza.
—Sé lo que quieres decir. —Liv suspiró y miró los hermosos árboles a su
alrededor. No pensó que alguna vez se cansaría de mirar los diferentes
tonos de púrpura.
Bella se retorció.
—No es mi intención entrometerme, pero me muero por saber ¿Karel y
tú? ¿Cómo están las cosas? ¿Es oficial, estáis emparejados?
Liv se rió ante la avalancha de preguntas de Bella.
—Está bien. No me importa en absoluto. Algo me dice que seremos
grandes compañeros. Sí, estamos emparejados. No se parece a nadie que
haya conocido antes. Creo que me enamoré en el momento en que lo vi. Mi
cabeza tardó un poco más en ponerse al día. No es frecuente que conozcas
a un hombre con el que puedas reír, ser estúpida y divertirte, y ese
cuerpo. Whoo nena, echando humo. Y después de que se movió, estaba
seguro de que había un charco de baba en el suelo —Liv se sonrojó cuando
se dio cuenta de lo que había dicho—. Lo siento, tiendo a dejarme llevar un
poco cuando pienso en... um.... ciertas cosas.
—Tengo que admitir, sé lo que quieres decir. Estos hombres cambiaformas
se ven mejor que cualquier estrella de cine que haya visto. No se lo digas,
pero maldita sea, podrían darles una oportunidad a los dioses en el
departamento de apariencia —Bella sonrió y se frotó el vientre
protuberante—. También son un lote fértil. No pasará mucho tiempo antes
de que estés en el mismo barco que yo. Nuestros cachorros pueden crecer
juntos.
Liv sonrió y asintió. La idea de tener cachorros la asustaba un poco, si era
honesta. Karel sería un padre fantástico, lo sabía en el fondo. Era
demasiado cariñoso para no ser asombroso. Ahora, si pudieran descubrir la
amenaza, podrían comenzar con esos bebés.
—¿Qué tiene frunciendo tu ceño? Sé que nos acabamos de conocer, pero
espero que sepas que puedes hablar conmigo —Bella se mordió su labio
inferior mientras esperaba la respuesta de Liv.
—¿Ahora quién está preocupada? —Ambas mujeres se rieron y juntaron
los brazos como si fueran viejas amigas—. Después de que hablamos
contigo esta mañana, fui al jardín y apareció una mujer y me amenazó.
Liv explicó los detalles, lo poco que tenía, y luego caminaron en silencio,
ambos perdidos en sus pensamientos, tratando de encontrarle sentido a las
cosas.
—No he estado aquí por mucho tiempo, así que no sé qué podría haber
hecho para estropear el plan de esta mujer. Ni siquiera sé quién era ella.
Bella la agarró del brazo y apretó suavemente. Liv ladeó la cabeza y
escuchó más de cerca.
—¿Escuchas eso? —Liv preguntó alarmada.
—Creo que será mejor que regresemos. Esos no me suenan como gruñidos
amistosos —dijo Bella mientras agarraba el brazo de Liv y se dirigía hacia
la cabaña.
Consiguieron dar unos pasos cuando dos mujeres salieron corriendo del
bosque.
—¡Nadeeya! —jadeó Bella. Enroscó una mano protectoramente sobre su
vientre— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Finalmente me deshago de ti —escupió Nadeeya, la rubia que amenazó a
Liv antes. Su problema obviamente era con Bella.
Liv se paró frente a Bella, colocándose entre su nueva amiga y la mujer que
la amenazaba.
—No lo creo.
—¿Crees que puedes detenerme? Eres débil, pequeña humano —gruñó
Nadeeya.
Tiana dio un paso adelante. No dijo nada, pero sus rasgos cambiantes lo
decían todo.
—¿Tienes buenas ideas? —Bella susurró—. Dejé mi transportador en la
casa con mi chal.
Si no. Estaban jodidas.
Vieron cómo la rubia se convertía en una enorme leona. Rugió y bajó a una
posición de ataque. Mientras tanto, Tiana se transformó en un oso. ¡Un
jodido oso! Oh diablos, no. Tenían dos animales enormes que buscaban
hacerlas croquetas y bocados. La mierda no se volvió más real que eso.
Tiana rugió, pisoteando el suelo a cuatro patas junto a la leona. Sonó otra
serie de gruñidos. Liv miró por encima del hombro y tiró de Bella fuera del
camino mientras un enorme león y jaguar junto a él saltaban hacia la leona
y el oso.
—Tenemos que movernos —Le gritó a Bella y la llevó a la seguridad de
los árboles a su izquierda— ¿Supongo que el gran león es tu marido?
—Oh, sí —Se apresuró a salir Bella, tratando de recuperar el aliento—. Y
está cabreado.
—Bueno, no todos los días una chica intenta matar a su esposa y al bebé
que está por nacer.
Bella resopló.
—Te sorprendería la frecuencia con la que ha sucedido.
Capítulo 29
El enorme león derribó al oso de un solo golpe. Rugió, arañando la cara del
oso y moviéndose tan rápido fuera de su alcance que ella no tuvo la
oportunidad de agarrarlo. Las afiladas garras del oso golpearon al león,
pero este rugió de nuevo y mordió la garra tratando de desgarrarlo.
El jaguar saltó hacia la leona. Aunque era grande, él era más grande. Los
dos gatos se enfrentaron cara a cara. El jaguar gruñó, clavándose en el
costado de la leona. Trató de salir corriendo, pero le clavó las garras
afiladas en los cuartos traseros y tiró, arrancando tiras de carne de su piel.
El oso se encabritó sobre dos patas y lanzó un fuerte rugido, golpeando al
león. La empujó hacia atrás, golpeándola contra un árbol y haciéndola
tropezar.
—Tienes razón. Está cabreado —dijo Liv— ¿No te preocupa que se
lastime?
Bella se volvió hacia ella con una sonrisa.
—No. Alyx es el león más grande y fuerte de este planeta. Y Karel es igual
para los jaguares. Por eso es el jefe de seguridad —El jaguar hizo otro par
de cortes en el costado de la leona y Bella asintió—. Esas dos idiotas no
saben a quién se enfrentan.
—¿Entonces los hombres no saldrán lastimados? —Liv preguntó, con el
estómago en la garganta. El león clavó sus garras en el pecho del oso.
—¿Estás bromeando? Esas mujeres tendrán suerte si Alyx y Karel se
detienen antes de que las maten. Y con todo lo que pasó con Nadeeya y
Alyx, no estoy seguro de que se detenga, incluso si está muerta.
Otra ronda de heridas y la leona estaba roja de sangrar. Las patas del jaguar
estaban ensangrentadas y parecía tener cortes menores. No la leona. Se
estaba debilitando. Trató de luchar contra él, pero era más rápido y más
fuerte.
La leona y el oso dejaron de pelear casi al mismo tiempo. Por un segundo,
Liv pensó que el león y el jaguar continuarían destrozando a las mujeres,
pero se detuvieron. Alyx y Karel se movieron. Ambos ensangrentados y
enojados.
Nadeeya y Tiana también se movieron, pero las mujeres gimieron y se
hicieron bolas. Alyx se acercó a Nadeeya, la agarró por un bíceps
desgarrado y la ayudó a ponerse de pie. Karel hizo lo mismo con Tiana, sin
preocuparse por su llanto por las dolorosas heridas que Alyx le había
infligido.
—No puedo matarte —Le gruñó Alyx a Nadeeya—. Quiero, pero conoces
las reglas. Así que tengo algo mejor en mente —Se volvió para mirar a
Tiana—. Vosotras dos.
Liv frunció el ceño, mirando la escena que se desarrollaba ante ella.
—¿Qué estáis haciendo?
Bella jadeó.
—Oh, mierda. Me lo habían contado. Cuando alguien hace algo atroz y tan
malo que ya no lo quieren en Aurora, lo destierran.
Alyx arrastró a Nadeeya herida mientras Karel empujaba a Tiana hacia la
cabaña.
—¿A dónde están siendo desterradas? —preguntó. Siguieron a los demás a
una distancia prudencial por si las cosas se salían de control de nuevo. Lo
último que quería Liv era que una de las mujeres se liberara y fuera por
Bella. Sabía que los hombres podían manejarlos, pero no quería correr
riesgos con el bebé de Bella.
—A un planeta primitivo —susurró Bella y sus ojos se abrieron de par en
par—. Uno aterrador.
Cuando llegaron a la cabaña, Karel fue al porche y recogió algo y se lo
entregó a Alyx. Fue un transportador.
—¿Qué estás haciendo? —Nadeeya chilló, finalmente sonando asustada.
—Vosotras dos nos habéis dado suficiente dolor —Apretó botones y se
abrió un gran óvalo como el de la tierra—. Por la presente te destierro de
Nova Aurora.
Nadeeya se aferró a Alyx con los ojos enloquecidos.
—No puedes hacer esto ¡No quiero ir!
Karel arrojó a Tiana a través de la abertura, sus gritos se tragaron mientras
pasaba.
—No me importa lo que quieras —Le dijo Alyx—. Ahora vivirás con los
otros marginados de la sociedad.
La apartó de él y la empujó hacia la abertura, cortando efectivamente sus
gritos.
—¿Qué planeta? —Liv se preguntó— ¿Dónde?
—Es una galaxia de caza. Lleno de tierras baldías yermas y animales de los
que ni siquiera hemos oído hablar. Súper peligroso —respondió Bella—.
Serán la merienda de un dinosaurio al mediodía.
Guau.
—Parece que van a tener que trabajar duro para mantenerse con vida.
—Bueno, ahora no tendrán tiempo para planear matarme —dijo Bella.
—Siempre hay un lado positivo en todo —Liv sonrió.
Capítulo 30
Liv y Bella entraron para ver cómo estaba Keliana, mientras Karel y Alyx
se lavaban la sangre. Liv se asomó a la habitación de Keliana y la vio
completamente despierta y sentada en la cama.
—No te escabullas, entra aquí y visítame. Quiero saber qué fue todo ese
alboroto que acabo de escuchar afuera —Liv sonrió y arrastró a Bella con
ella. Se sentaron a ambos lados de Keliana en la cama.
Bella sonrió y le dio un abrazo a Keliana.
—Te ves mejor cada vez que te veo.
—Ya me siento casi de vuelta a la normalidad. Tengo que amar estos genes
cambiantes. Liv me ha proporcionado todas las proteínas que puedo comer,
y estoy bastante segura de que el veneno está completamente fuera de mi
sistema. Incluso me atrevería a decir a la hora de la cena que estaré lista
para comer en la mesa con el resto de vosotros.
—¿Te lo comiste todo? Puedo traerte algo si tienes hambre —ofreció Liv
mientras se levantaba y se dirigía hacia la puerta.
—No, estoy bien. Tu pareja me cuidó antes de que Alyx y él fueran a
buscaros a vosotras dos —Keliana miró de una a otra— ¿Dónde están esos
chicos de todos modos? Quiero escuchar lo que está pasando.
—Estamos aquí, Aayi. Supuse que te estarías volviendo loca por las
respuestas a estas alturas —gritó Karel cuando Alyx y él entraron en la
habitación con grandes sonrisas en sus rostros.
Keliana resopló y entrecerró los ojos hacia Karel.
—No me estás insultando, ¿verdad? No eres demasiado mayor para que te
tomen en cuenta, ¿sabes?
Karel se sonrojó y miró a los demás que intentaban no sonreír.
—Aayi —suplicó Karel—, vives para torturarme, ¿no es así?
—Que alguien explique lo que acaba de pasar —Keliana miró de cara a
cara esperando— ¿Nadie, de verdad? ¿Fue tan malo?
Liv se aclaró la garganta.
—Aayi, creo que es más que todavía lo estamos reconstruyendo.
—Sabes lo que dicen, dos cabezas son mejor que una. O supongo que en
nuestro caso cinco cabezas.
—Esta mañana, después de dejarte, fui a dar un paseo por el jardín. En ese
momento no sabía quién era, pero una mujer rubia me amenazó por
arruinar su plan. Hace unos minutos la misma señora salió del bosque y nos
atacó. No estaba sola. Tiana estaba con ella.
Bella se hizo cargo de la historia.
—La rubia es la prima de Alyx, Nadeeya. Ha intentado varias veces
deshacerse de mí, para poder tener a Alyx para ella. Después de la última
vez, la enviamos a su hermano para que la cuidara. Parecería que fuimos
demasiado indulgentes.
—Alyx y yo sometimos a las mujeres y Alyx las desterró —intervino Karel
con lo último de la historia—. Fueron demasiado lejos esta vez.
Keliana se sentó y pensó durante unos minutos.
—Una cosa que no entiendo. ¿Cómo encajaba Tiana en todo esto y por qué
me estaba envenenando?
—Cuando estaba hablando con Tiana, mencioné que Karel me dijo que
trabajaba en el castillo. Le pregunté si era una de tus asistentes, Bella. Se
enojó mucho con mi pregunta y dijo que no era lo suficientemente buena
para trabajar contigo. Que asistió al primo del rey. Estaba muy
amargada. Recuerdo que me sorprendió porque eres tan dulce —Liv dijo.
Alyx interrumpió.
—Si puedo, tengo una idea de por qué. Karel y yo hemos estado hablando
y creemos que fue un plan elaborado para llegar a Bella. Con su embarazo
avanzado, le asigné a Karel que se quedara a su lado. Esto hizo imposible
que Nadeeya atacara de nuevo —Alyx se pasó una mano por la cara—.
Cuando de repente se enfermó, creímos que era su momento —agregó—.
No nos detuvimos a pensar que te habías enfermado una vez que ella vino a
visitarte.
—Nadeeya reclutó a Tiana para envenenarte y hacer que Karel corriera a
tu lado, Keliana. Todo el mundo sabe lo leales que son los jaguares a sus
madres. Parece que lo preparó para que sucediera en el momento en que yo
estaría en la reunión cumbre con los osos. Bella todavía tenía protección,
pero no eran personas que Bella conocía bien, por lo que se quedaron un
poco atrás y le dieron más espacio —Alyx hizo una pausa para dejar que
eso se hundiera y Karel continuó.
—Cuando Tiana dejó caer la botella, debe haber asumido que sentirías
curiosidad y la buscarías. Debió haberle informado de esto a Nadeeya,
quien, enfurecida, vino a advertirte —Karel miró a Bella a los ojos—. Mi
única pregunta es cómo enfermaron a Aayi para empezar ¿Fue idea tuya
enviar las golosinas con los libros?
Bella jadeó.
—Estaba en la biblioteca recogiendo libros sobre la tierra para que los
leyera Keliana. Tiana entró por casualidad, o al menos supuse que fue por
accidente. Sabiendo todo ahora, debo asumir que estaban escuchando mis
conversaciones y sabían lo que estaba haciendo. Tiana se ofreció a entregar
los libros. También mencionó que había estado en las cocinas y había
algunos pasteles deliciosos recién salidos del horno y tal vez podría
envolver algunos como una agradable sorpresa y tal vez hacer un té —
Bella se volvió hacia Keliana—. Lo siento mucho, fue mi culpa.
—Puedes olvidar eso ahora mismo. No fue culpa tuya. Fueron esas mujeres
idiotas y su mezquina venganza. No te culpo a ti ni a nadie más por esta
estupidez al aceptar la realidad —Extendió la mano y tomó las manos de
Bella—. Además, si lo piensas bien, debido a su intromisión tengo una
nueva hija que me dará pequeños para jugar más temprano que tarde.
Bella se rió cuando vio cómo la cara de Liv se puso roja ante sus
palabras. Liv sonrió y miró a Karel. Se acercó y la rodeó con sus brazos.
—Sí, Aayi. Pronto, lo prometo.
***
Liv miró las lunas duales de los brazos de Karel y apoyó la cabeza en su
hombro. Habían pasado unos días y Keliana estaba casi completamente
recuperada.
—Me alegra que tu mamá esté bien ahora.
—También se considera tu madre —susurró contra su frente, colocando un
beso en su cabello.
La felicidad estalló en su corazón, llenándola de alegría.
—Lo sé. Es bueno tener a alguien con quien puedo contar. Alguien que
realmente me ve como una hija.
—Me alegro de que eso te haga feliz, amor —Enroscó los brazos con más
fuerza alrededor de su cintura, extendiendo las manos sobre su
abdomen. No pensó nada en eso al principio, pero luego le rozó la oreja
con los labios—. Aayi se alegrará de saber que pronto tendrá esos nietos.
Dejó que las palabras se hundieran y luego se sentó apresuradamente,
volviéndose hacia él.
—¿Qué? Eso no está bien, Karel. Sabes que he estado muriendo por un
bebé.
Se rió de su evidente enfado.
—No hay necesidad de morir o matar a nadie, amor. Tu deseo se está
haciendo realidad.
Jadeó, mirando sus manos en su vientre.
—¿Estás seguro? ¿Como podrías saberlo?
—Lo sé.
—¿En serio?
Asintió.
—Sí, en serio.
Lo rodeó con los brazos, abrazándolo con fuerza, intentando mostrar
cuánto lo amaba a través del abrazo.
—Te quiero. Te amo tanto que ni siquiera puedo explicarlo.
Deslizó una mano por su cabello en una suave caricia.
—Lo sé, hermosa. Yo también te amo.
Finalmente había conseguido la familia que siempre quiso: un hombre que
la amaba, una madre, una buena amiga e incluso un bebé. No mejoró.
Epílogo
FIN