Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bookland anima a los lectores que quieran disfrutar de esta traducción a adquirir el
libro original y confía, basándose en experiencias anteriores, en que no se restarán ventas
al autor, sino que aumentará el disfrute de los lectores que hayan comprado el libro.
Traductores
Eli25
Carmen Es
ElyGreen
Emotica G. W
Pamiss
Correctores
Eli25
Recopilación
Eli25
Revisión
Eli25
Diseño
Lady M
Índice
Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Sinopsis
Una vez, ellos fueron SEAL de la Manada. Ahora son la Manada Alfa:
un equipo secreto de cambiaformas lobo con poderes psíquicos que toman los
peligros más oscuros de la Tierra. Pero algunas veces el peligro más grande
está en sus propios corazones.
Dos almas dañadas: una llena de odio, y otra que ha perdido las razones
para vivir, son forzadas a estar juntos a medida que llegan a un acuerdo con
su improbable y turbulento vínculo. Un amor no esperado quizás pueda ser
todo lo que se interponga entre ellos y un asesino que intenta
desesperadamente mantener el pasado muerto y enterrado.
1
Traducido por Eli25
Corregido por Eli25
—El problema de los vampiros se está volviendo cada vez más inestable
—dijo Nick Westfall, con cara sombría mientras estudiaba a cada miembro de
su equipo de la Manada Alfa de cambiaformas—. Si no manejamos a los
renegados, terminarán exponiendo todo el mundo paranormal a la raza
humana.
Descansando sus codos sobre la mesa de la sala de conferencias, Zander
Cole luchó por entender la información de su comandante. No era como si
estuviera completamente sordo. Cuando era niño, él y sus amigos pasaban el
verano en la piscina local. A veces se entretenían gritándose mutuamente bajo
el agua e intentando descifrar los mensajes, con poco éxito y mucha risa. Su
situación actual era así, sin la diversión.
Pero en los últimos meses, había mejorado en la lectura de los labios.
Mientras mirara directamente al hablante y se concentrara con fuerza, podría
captar la mayor parte de lo que decían.
Fue una gran mejora sobre la sordera total con la que había quedado
después de que el Hechicero de la Manada creara una explosión de rayos que
literalmente sacudió la tierra. Progreso, sí —pero muy lejos de ser sanado.
Porque su lesión cerebral lo había dejado para lidiar con mucho más que
solo su maldita capacidad auditiva.
La desesperación se hinchó en su pecho, y luchó contra ella una vez más.
Los cegadores dolores de cabeza eran tan malos como lo habían sido al
principio. Quizás peor. Todos los días, los sentimientos de impotencia,
inutilidad, se hacían más difíciles de tomar. Temía que ya no era un activo
para su equipo, sino una carga. Una pérdida de espacio.
Algo difícil de tragar, teniendo en cuenta que Zan era el Sanador de la
Manada. Su don Psy le permitía sanar a todos menos a él mismo, e incluso
eso estaba en peligro de fallarle por completo.
Durante años, sus hermanos de Manada y su misión luchando contra los
depredadores más peligrosos paranormales del mundo había sido toda su
vida, y ahora su futuro no parecía demasiado brillante. Sus días en el equipo
parecían estar contados, y reincorporarse al mundo humano ‘normal’ no era
una opción.
Dónde lo dejaba eso era un lugar muy, muy aterrador en su cabeza.
Sacudiéndose de su miseria, se obligó a concentrarse de nuevo en lo que
Nick les estaba diciendo.
—… capturar a uno de ellos vivo si podemos. Descubrir por qué hay
tantos malditos últimamente. —Haciendo una pausa, consultó algunas notas
en su mano—. Nuestro último informe hace mención a un problema de
renegado en un rancho en Texas.
—¿Texas? —musitó Zan en voz alta. Miró a su alrededor y vio la misma
curiosidad reflejada en la cara de sus hermanos antes de volver su atención a
Nick.
—No es su terreno habitual, seguro. Normalmente se mantienen en las
grandes ciudades, donde es más fácil mezclarse y alimentarse y donde casi
una persona sin hogar muerta apenas será notada. Pero por alguna razón,
parece que tenemos un grupo que tiene como objetivo un rancho en el este de
Texas. Los propietarios se sorprendieron la semana pasada cuando un par de
empleados encontraron dos vacas con sus gargantas cortadas y solo una
cantidad mínima de sangre alrededor de sus cuerpos cuando el suelo debería
haber estado empapado.
Hubo un murmullo alrededor de la habitación mientras Nick
continuaba.
—Sabemos que los vampiros beberán de grandes animales si están
desesperados por comida. Lo que es inusual es que los animales fueron
asesinados durante el día.
Una fuerte exclamación salió de la derecha de Zan, y no necesitó ninguna
aclaración para interpretarla como una maldición.
Al echar un vistazo, vio a Aric Savage inclinado hacia adelante en su
silla y apoyando los codos sobre la mesa de conferencias. El pelirrojo parecía
enojado cuando se quitó el pelo de la cara.
—¿Los bastardos están caminando durante el día ahora? ¿Cómo
demonios están manejando eso?
Nick negó con la cabeza.
—No tengo ni idea, la cual es otra razón por la que necesitamos a uno de
ellos vivo.
—Dudo que haya llegado a tu escritorio debido a un par de vacas
muertas —dijo Zan, trabajando para pronunciar claramente. Odiaba cómo su
voz debía sonar para todos, extraña y plana, y se esforzaba por ignorar las
miradas que se movieron en su dirección—. Debe haber más.
—Tienes razón. No fueron las vacas las que hicieron que nuestros amigos
de Washington se movieran: fue el vaquero muerto quien fue encontrado esta
mañana, con la garganta cortada y el cuerpo drenado. Salió temprano para
revisar el ganado, y su caballo regresó solo. Nuestros contactos ya conocían el
ganado sacrificado, entonces cuando estas noticias llegaron por cable, Grant
me llamó mientras el gobierno enviaba un par de uniformados para mantener
las fuerzas de la ley local a raya.
El general Jarrod Grant era un viejo amigo de Nick y uno de los únicos
aliados en Washington en quien la Manada confiaba. Si Grant estaba
involucrado, la situación de los renegados era seria.
Zan resopló.
—Apuesto a que fue bien. ¿Cuándo nos vamos?
Nick hizo una pausa, dándole a Zan una mirada de búsqueda, y una bola
de plomo se formó en sus entrañas. Por un insoportable momento, temía que
el comandante le ordenara que se quedara en el complejo, a pesar de sus
charlas previas. Incluso el compañero de Manada Micah Chase, con sus
pesadillas y medicamentos pesados, ahora se le permitía unirse a sus
misiones. Si Zan tenía que quedarse atrás, confirmando su estado como inútil
para todos, se arrastraría bajo una roca y moriría.
Entonces el hombre asintió con la cabeza ligeramente y dijo:
—Treinta minutos. Tomaremos un par de los Huey1.
1
Helicópteros militares del ejército y la marina de E.U.
Zan luchó por ocultar su alivio. Nick había confiado en él y Zan no podía
dejarlo ni a él ni a su equipo. Cuando el equipo se levantó y comenzó a salir
de la habitación para prepararse para el vuelo, sintió una mano sobre su
hombro y se volvió para ver a su mejor amigo, Jaxon Law, mirándolo con una
leve sonrisa en su rostro, ni una onza de simpatía evidente. Gracias a Dios.
Jax de todas las personas sabía que la compasión era lo único que Zan no sería
capaz de manejar.
—¿Estás listo? —preguntó Jax.
—Sí. Como siempre lo estaré.
—Lo harás bien.
—No estoy preocupado por hacer mi trabajo —espetó, y de inmediato se
sintió mal por eso. Especialmente desde que esa declaración era una gran
mentira. Y porque Jax simplemente estaba de pie allí con una expresión de
paciente comprensión en lugar de ceder a la pelea que Zan de repente
anhelaba.
Como si leyera su mente, Jax sonrió y dijo:
—Bien. Guarda esa agresión para el enemigo y ambos seremos probados.
Vamos.
Él se sentía como un asno. Su equipo no había sido más que apoyo
después de su lesión y a lo largo de su recuperación. Sabían cuán duras habían
sido esas últimas semanas para él, y nadie le dio un momento difícil. No se
atrevieron, considerando que si realmente estaban haciendo su trabajo, cada
uno de ellos terminaría fuera de servicio tarde o temprano. La diferencia era
que al ser cambiantes, sus heridas típicamente curaban en días.
Las heridas de Zan fueron graves, posiblemente permanentes.
Le dio a Jax una sonrisa que no sintió, asintió.
—Lo siento. Lidera el camino.
Salieron apresurados, tardando solo unos segundos en llegar corriendo
a sus viviendas y recuperar las nuevas pistolas láser que habían emitido,
junto con el gran cuchillo Bowie que a Zan le gustaba atar a su muslo. A
diferencia de Aric, él no era un telequinético / iniciador de fuego y no tenía el
poder de arrojar objetos o prender fuego al enemigo en una pelea aunque eso
sería increíble. Ser sanador era gratificante, pero ciertamente no le daba una
ventaja en la batalla, por lo que prefería las armas humanas. Los dientes y
las garras y la velocidad superior eran geniales cuando estaba en forma de
lobo, pero el cuchillo era igual de eficaz en combate cuerpo a cuerpo.
Reunidos en el pasillo, él y Jax se abrieron paso a través del recinto y
por un pasillo que llevaba al enorme hangar que albergaba todos los vehículos
de la Manada. Además de los helicópteros, había varios SUV, automóviles y
un jet, junto con sus modos personales de transporte. El bebé de Zan, un Ford
grande y macho Raptor, se situaba al otro lado del edificio, y le dedicó una
mirada anhelante antes de subir a uno de los Hueys con Jax, Nick, Ryon,
Micah y Phoenix. En el otro helicóptero viajarían Aric, su compañero, Rowan,
Kalen, Hammer, A.J. y finalmente Noah, una enfermera que trabajaba en la
enfermería del complejo. Era bastante común que uno de ellos necesitara
poner un parche en el campo, y la presencia de Noah era de gran ayuda para
Zan en estos días.
Zan trató de no pensar en por qué. No era como si Noah al estar cerca
fuera un voto de desconfianza, ya que uno de los médicos o enfermeras solía
acompañar a la Manada en una misión. Pero una voz insidiosa dentro de él
susurró, sí, pero ¿por cuánto tiempo? ¿Qué pasa cuando no tienes nada que
dar?
Dentro de él, su lobo gruñó ante la idea.
Una vez estuvieron en el aire, se perdió en el rugido sordo del avión y no
prestó especial atención a las conversaciones gritadas que sucedían a su
alrededor. Eso era algo peligroso sobre ser prácticamente sordo, era
demasiado fácil para él retirarse del mundo. Si no miraba, no podría
participar. Ambos eran una bendición y una maldición.
Eventualmente, sin embargo, su mirada se dirigió a sus hermanos de la
Manada. Especialmente a Micah y Phoenix. Era extraño, acostumbrarse a
tenerles a los dos con el equipo otra vez, especialmente después de haberles
creído muertos. Zan se alegró de que hubieran sido rescatados de los horribles
laboratorios después de haber sido torturados durante meses, y se preguntó
cómo estaban realmente arreglándoselas.
Un lado de la cara de Micah estaba arruinado, como cera derretida, como
resultado de derramar plata fundida sobre él. Dios sabe que todavía tenía que
estar sufriendo, pero Micah afirmó que sus medicamentos estaban ayudando.
Él había salido de su caparazón en las últimas semanas, había dejado de
ocultar su rostro. Sonreía más, aunque la expresión era aún reservada. El
hombre era un milagro andante; ¿y qué si sus ojos eran un poco brillantes,
casi febriles?
Nadie lo cuestionaba, al menos no a Micah. Nadie quería arriesgarse a
retrasar su progreso.
Phoenix era una historia completamente diferente. Rescatado por
separado de Micah, el hombre se había retirado desnutrido pero sin cicatrices
físicas y parecía estar manejando los horrores por los que había pasado con
facilidad relativa. Demasiado, lo que le preocupaba a Zan. Pero si estaba
sufriendo por dentro, lo estaba escondiendo bien. Nix parecía estar bastante
feliz últimamente, e incluso un ciego podía ver que era debido a su atracción
por Noah.
¿Esos dos eran Compañeros Vinculados? Se había iniciado un grupo de
apuestas, y Zan no se había molestado en participar en lo que creía que era
un sí. Lo mejor era que ninguno de los chicos hubiera expresado una actitud
negativa al respecto. En el mundo de los cambiantes, un hombre solo tenía un
Compañero Vinculado, como las hojas de los árboles o el aire que respiraban.
Si el destino le bendecía a un hombre con la otra mitad de su alma, no
cuestionaba su buena suerte. Él simplemente se apoderaba de su destino con
ambas manos y le daba las gracias a Dios que no tuviera que caminar por la
vida solo.
Zan sabía que seguro lo haría, si tuviera tanta suerte.
Maldición. No voy a pensar sobre uno de los sueños más imposible
amontonado en la hoguera. El resto será un montón de cenizas humeantes lo
suficientemente pronto.
Como para acentuar ese pensamiento miserable, Zan echó un vistazo
justo a tiempo para atrapar un fragmento de conversación entre Micah y Nix.
—No lo sé, hombre —decía Micah—. No soy de los que hablan si él está
listo para estar de servicio. Es decir, mírame. —Hizo un gesto hacia su propia
cara, pero Nix negó con la cabeza.
—Tus cicatrices no afectan a tu capacidad para hacer tu trabajo, amigo.
Su situación es totalmente diferente. Es lo único que digo.
Incapaz de soportar ser testigo de otra palabra, Zan desvió la mirada y
miró la fea pared gris del Huey. El dolor lo atravesó como una lanza en el
estómago y apoyó los codos en las rodillas. ¿Eso era lo que todos ellos estaban
diciendo? ¿Especulando en voz alta si era apto para estar en el campo?
Dudar de sí mismo en privado era una cosa.
Pero ver a sus hermanos hacer lo mismo —frente a él, como si fuera tan
estúpido como sordo— era un nivel totalmente diferente de dolor.
Perdido en su cabeza, dejó pasar las horas, apenas haciendo un intento
para unirse a la pequeña charla que los chicos estaban manejando. Para
cuando aterrizaron en una amplia llanura cubierta de hierba en Texas, Jax lo
miraba con preocupación grabada en su frente mientras acariciaba su barba
de chivo. En el segundo que vio a Zan darse cuenta, sin embargo, puso su cara
de póquer. Ya de por sí nervioso, Zan no iba a dejar que se saliera con la suya
fingiendo que no pasaba nada.
Tan pronto como estuvieron libres del transporte, Zan agarró el brazo de
su amigo y lo retuvo cuando los otros caminaron a través del pastizal para
encontrarse con un trío de hombres vestidos de traje.
—No hagas eso —siseó—. No pretendas en mi cara que estás bien
conmigo estando aquí cuando piensas lo mismo que todos los demás.
La ira brilló en los ojos de Jax.
—¿Me estás diciendo lo que pienso ahora? Noticias nuevas, eres
Sanador, no Vidente, entonces no tienes ni idea de lo que está pasando en mi
cabeza.
—Tengo ojos. Puedo decir que estás dudando si puedo hacer el trabajo.
—¿Lo hago? —Dio un paso adelante, encontrándose con la cara de Zan—
. Dudo que ninguno de nosotros pueda adivinar más de lo que estás haciendo
por tu cuenta. Viste preocupación, sí. Pero eso es porque soy tu amigo, burro.
Me importas un comino, eso es todo.
Puesto así, la perspectiva hizo que Zan se sintiera como una pulgada de
alto. Soltando un suspiro, miró hacia otro lado un momento, explorando el
horizonte sin realmente notar mucho. Una de las manos de Jax cruzó su
hombro, y volvió su atención a su amigo.
—La cuestión es que tu duda es lo único que importa. ¿No lo ves? Cuando
tengas tu confianza de vuelta, cuando hayas perdido la ira y el miedo y puedas
unirte a la misión sabiendo que has vuelto al cien por cien, entonces lo que los
demás crean será una mierda.
Él tragó fuerte.
—¿Pero y si nunca soy el mismo? ¿Qué pasa si no me recupero?
—Entonces aprendes a compensar, como lo hice después de que mi
pierna fuera destrozada.
—Eso es diferente —comenzó.
—No, no lo es. Mi pierna se curó físicamente, sí, pero la fuerza y la
agilidad que solía tener en esa extremidad no son iguales a la pierna buena.
Y nunca será lo mismo. Pero aprendí técnicas para ayudarme a maquillarme
para la lucha, técnicas que tú y los demás nos ayudaron a perfeccionar, te
recuerdo.
—Lo entiendo —murmuró.
—¿Lo haces? Nadie quiere nada más que lo mejor para ti, Zan —dijo con
cálida sinceridad en su expresión—. Los muchachos están preocupados, y
pueden correr demasiado por la boca, pero cada uno de ellos está en tu
esquina. Cree eso.
¿Hey, chicos? Ryon se metió en sus mentes telepáticamente. Nick les está
lanzando mal de ojo, así que podrían querer cortar el festival de amor, pasar
por aquí y unirse a la fiesta.
Jax hizo una mueca y se volvió, dirigiéndose hacia el grupo de federales,
que parecía decididamente infeliz. Con un suspiro, Zan lo siguió, algo contento
por la interrupción de Ryon. Salvo por una Pareja Vinculada, quienes podrían
hablar telepáticamente entre ellos, el Canalizador / Telépata era el único que
podía empujar sus pensamientos directamente en la cabeza de los demás. Zan
disfrutaba pudiendo escuchar la voz de alguien con claridad, incluso si solo
era temporalmente.
Esos breves períodos de contacto podrían ser todo lo que tenía que
esperar.
Cuando llegaron al lugar donde Nick estaba de pie frente a su Manada,
Zan notó que la reunión entre el comandante y los federales parecía más un
enfrentamiento.
—Entonces, ¿son militares o no? —preguntó uno de los agentes con el
ceño fruncido, los brazos cruzados sobre el pecho.
Nick estaba de espaldas a Zan, pero fuera lo que fuera lo que dijo el
comandante no le fue bien con los trajes. El segundo agente, bajo y fornido,
empujó el problema.
—Su atuendo no se parece a ningún equipo de Operaciones Especiales
que haya visto alguna vez. Más como mercenarios, si me preguntas.
Esto fue dicho con un ligero rizo en los labios, como si hubiera probado
algo malo.
Zan se acercó lo suficiente como para maniobrar y atrapar la respuesta
de Nick.
—Nadie te preguntó. —La mirada del comandante era dura y plana—.
Y ahora que estamos aquí, todos ustedes pueden retroceder y dejarnos hacer
lo que la Casa Blanca nos envió a hacer aquí. A menos, por supuesto, que
quieran que llame al Presidente por teléfono para que él pueda decírselo
personalmente.
Los agentes se congelaron, y varios de los miembros de la Manada
parpadearon hacia Nick sorprendidos.
—¿Tiene al presidente Warren en marcación rápida? Estás lleno de
mierda —se burló el agente fornido, recuperándose algo.
—Pruébame. Pero una advertencia justa: te quedarás sin trabajo antes
de que termine la llamada. Depende de ti que si perder tu carrera vale la pena
la actitud.
Manera de tirar de rango, pensó Zan con una sonrisa. Nada como la
mención de la Oficina Oval para captar sus culos.
Santo cielo. ¿Nick realmente tenía ese tipo de influencia? Los federales
observaron la expresión pétrea de Nick durante algunos momentos tensos,
parecieron comprarlo, y retrocedieron de mala gana. Una vez que se movieron
para estar en otra parte y actuar como oficiales —traducción, ser
completamente inútiles— el comandante se volvió hacia un gran ranchero
fornido quien había estado revoloteando en el perímetro de la reunión, con el
rostro sombrío bajo el ala de su sombrero, hombros anchos caídos con el peso
de lo que había ocurrido en su propiedad. Zan lo relacionó como o el dueño o
el capataz.
Quitándose el sombrero para rascarse la cabeza, el ranchero también
parecía desconcertado.
—No entiendo por qué el gobierno envió condenadamente cerca de dos
docenas de personas para investigar el asesinato del pobre Saul, a menos que
estén buscando a un asesino en serie o algo así. Cualquiera que sea el motivo,
me alegra que estén aquí.
—Estamos buscando un tipo específico de asesino —le informó Nick,
antes de cambiar la verdad. Mucho—. Ha habido una erupción de asesinatos
de culto, y este asesinato se ajusta al patrón. Vinimos tan pronto como lo
escuchamos.
—Eso fue muy rápido, pero estoy agradecido. Claro que podría tomar un
grupo militar para detener a un grupo de culto loco. —El ranchero miró a
Nick, luego al equipo en general—. Soy Tim Edwards, por cierto. ¿Qué es lo
que necesita que haga?
—Necesito usar un par de camiones, si tiene uno de sobra. Queremos
mirar alrededor del área donde el ganado y su empleado fueron encontrados.
—Por supuesto. Enviaré a un par de mis hombres para mostrarle…
Nick negó con la cabeza.
—Solo para decirnos. Podemos encontrarlo. Prefiero no poner a más de
sus hombres en innecesario peligro cuando los culpables todavía están en
libertad.
Zan intentó imaginar qué haría el ranchero si supiera que el equipo
podría olfatear las escenas de asesinato con sus narices caninas cuando se
acercaran lo suficiente. Eso probablemente terminaría con el pobre tipo.
Afortunadamente, el ranchero parecía estar de acuerdo con el plan de
Nick.
—Está bien. Tengo tres camiones que pertenecen a la barra K que puede
usar si promete traerlos de vuelta en una sola pieza.
—Gracias. Haremos lo mejor.
Zan caminó con su Manada mientras caminaban el resto del camino
hacia la casa principal. El humor de los hombres era sombrío, de aspecto rudo,
que pululaban sin saber qué hacer y claramente incómodos con los recientes
eventos. Vio a más de un vaquero con los ojos enrojecidos y sabía que el
asesinato de su compañero debía haberlos golpeado duro. Zan podría
empatizar con el horror de perder a un amigo cercano en la violencia.
Ninguno demasiado pronto, habían recibido instrucciones, habían
prestado los camiones y estaban de camino a investigar los sitios donde se
encontraron los cuerpos. Se sintió un poco culpable por su alivio al dejar la
pesada nube de dolor detrás de él y seguir haciendo lo que mejor hacían.
El camión principal siguió un camino de tierra muy usado durante una
milla o más antes de desviarse hacia el pasto. Después de haber recorrido
unos cuarenta metros, se detuvo y los vehículos que estaban detrás hicieron
lo mismo. Todos salieron y Nick se arrastró a un par de cadáveres hinchados
en el suelo a unos pocos metros de distancia. Zan arrugó la nariz ante el hedor.
—Jesús.
Los cuerpos del ganado estaban rígidos, malolientes. La garganta de
cada uno estaba completamente abierta, el tipo de herida era desordenada, la
carne mordida.
Micah señaló.
—No es lo que esperaría de una mordedura de vampiro. No suelen
causar estragos a sus víctimas así cuando se alimentan.
—Pero puedo olerlos por todo el lugar —dijo Zan. Su olfato lupino era
uno de los rasgos que no lo había abandonado aún—. Definitivamente una
muerte de vampiros.
Hubo asentimientos de acuerdo. Nick se puso en cuclillas, sus ojos azules
se entrecerraron.
—Estos renegados están fuera de control. No es que no nos hayamos
dado cuenta, han matado a un humano al aire libre, pero esto es más que
ordinario. Incluso para los renegados, esto muestra una falta de control que
no había visto antes. Una cierta cantidad de…
—¿Imprudencia? —dijo Zan—. ¿Bolas?
—Sí. —El comandante se levantó—. No hay astucia reflexiva aquí. Sin
discreción.
Jax negó con la cabeza.
—Hay casi una enfermedad que impregna el área.
—Tenemos que averiguar por qué —estuvo de acuerdo Nick—. No hay
nada más que ver aquí, sin embargo. Pasemos al rancho, al cuerpo del
empleado.
En ese momento, Zan notó que Micah se alejaba del grupo, olfateando el
aire. Él caminó hacia detrás de la propiedad, en la dirección hacia la que se
dirigían antes de que se detuvieran. Luego se agachó y palmeó un puñado de
tierra, inhaló, luego la dejó caer y se pasó la mano por los vaqueros.
—Había un humano aquí —les dijo—. Ese olor destaca porque se unió
por lo menos a un vampiro, y luego ambos olores se dirigen hacia allí. —Señaló
un bosquecillo a cierta distancia.
Zan miró a lo lejos y comentó:
—Ahí es donde nos dijeron que podíamos encontrar el cuerpo. Tal vez él
salió aquí solo para echar otro vistazo al ganado muerto y le secuestraron.
Una matanza de oportunidad.
Ante esa sombría perspectiva, subieron a los vehículos y condujeron el
resto del camino hasta la escena del crimen. Mientras se acercaban, Zan notó
que había un vehículo allí y dos hombres en trajes de pie cerca de lo que
supuso era el cuerpo, que estaba cubierto con una lona. Tenía sentido que no
pudieran dejar el cuerpo sin protección, aunque a Nick no le gustaría que
estuvieran dando vueltas.
Debían haber sido informados con anticipación sobre los visitantes,
porque se hicieron a un lado y se alejaron una distancia con un mínimo de
protesta. Todavía atentos, se apoyaron contra un par de árboles mientras Zan
y los otros rodearon la lona.
Nick la retiró y Zan hizo una mueca. Dios, ese pobre bastardo.
La cabeza de la víctima estaba girada hacia un lado, los ojos muy
abiertos y mirando al otro lado del campo. Al igual que el ganado, el cuello del
hombre fue atacado salvajemente, hasta el punto en que Zan se sorprendió de
que aún estuviera adherido a su cuerpo tendido. La Manada había visto
algunas cosas bastante perturbadoras en su línea de trabajo, ¿pero esto? Este
tipo había sufrido antes de morir. Tenía sangre y tejido debajo de las uñas,
arañazos en los brazos. Había luchado. Había estado desesperado cuando lo
habían arrastrado por el campo hasta la línea de árboles. Debió haber sabido
que terminaría como esas vacas.
Qué maldita manera de morir.
Nick hizo un gesto hacia Jax para que se acercara al cuerpo del hombre,
y Zan supo lo que le pediría a su mejor amigo. Como RetroCog de la Manada,
Jax podía tocar a una persona o sostener un objeto en su mano y obtener una
lectura de los eventos del pasado. A veces ese evento era un clip de película
de los últimos momentos de la vida de la persona, o algún otro acontecimiento
significativo relacionado con el misterio que intentaban resolver. Otras veces
solo obtenía instantáneas del pasado que no tenía sentido hasta mucho
después.
Cuando Jax puso una mano sobre la cabeza del hombre, Zan se acercó a
su amigo, listo para atraparlo si era necesario. Esas sesiones usualmente
dejaban a Jax agotado.
Exhalando un largo suspiro, Jax cerró los ojos y se quedó quieto. Zan se
imaginó cómo su amigo siempre describía el proceso de leer un cuerpo; había
hilos unidos a cada persona y objeto, y esos hilos llevaban a los recuerdos. Jax
unía esos hilos y los acercaba para ver hacia dónde conducían.
Durante varios momentos, Jax estuvo quieto. Entonces su cuerpo
comenzó a temblar, y un suave gemido de angustia pasó por sus labios. De
repente, cayó hacia atrás con un grito, y Zan lo atrapó por detrás,
estabilizándole.
—Te tengo.
Antes de que Jax pudiera protestar, Zan envió suaves olas de energía
curativa al sistema de su amigo, limpiando los malos restos de los recuerdos
y ahuyentando el agotamiento. Cuando terminó, un sordo latido comenzó en
sus sienes y se arrastró para abarcar su cráneo, y supo que empeoraría antes
de que se fuera. Pero lo haría una y otra vez, para cuidar de sus hermanos.
Jax se apartó y se volvió para mirarlo.
—No deberías hacer eso cuando no tienes que hacerlo. Guarda tu
energía.
—Ahórrate la respiración —respondió—. El día que no pueda sanar,
puedes ponerme en el suelo.
—Eso no es divertido.
—No estaba destinado a serlo.
Pareciendo frustrado, Jax dejó ir el tema por el momento. Sin embargo,
no había escuchado lo último. Su amigo era como un perro con un hueso
cuando se trataba de asegurarse de que la gente a la que cuidaba estuviera a
salvo.
—¿Qué aprendiste? —preguntó Zan, cambiando de tema.
—Vi cómo murió. Lo viví. —Él se estremeció—. Fue espantoso, lo que
sufrió. Ellos jugaron con él, disfrutaron causándole dolor y… Joder, no quieres
saber los detalles.
—¿Y los vampiros mismos? ¿Viste alguno de ellos?
—Sí. Hubo dos que mataron a la víctima, pero había más escondidos en
lo profundo del bosque. De los dos, uno era más joven, rubio, tal vez a
principios de los veinte cuando fue convertido. El otro era unos años mayor,
cabello castaño, alto y delgado, algo sucio. No obtuve nombres.
Zan ayudó a su amigo a ponerse de pie.
—Lo hiciste bien.
—No es suficiente. No tengo ni idea de si todavía están por aquí.
Nick se aseguró de que Zan lo mirara antes de intervenir.
—Están. No sé cuántos, pero están aquí. Esperando.
—¿Por qué? —preguntó Zan.
—¿Nosotros, tal vez? No lo sé. Pero sí sé que debemos ir tras ellos.
Eso fue espeluznante como el infierno. Especialmente dado que Nick
frecuentemente sabía cosas sobre el futuro que no podía —o no diría. Él no
creía en interferir con el libre albedrío o alterar el futuro. Se rumoreaba que
una vez había intentado cambiar un resultado terrible, con resultados
desastrosos.
Nada de eso importaba en este momento. Cualquiera de ellos seguiría a
Nick al infierno solo por su palabra. La Manada esperó mientras les decía a
los federales descontentos que se harían cargo del cuerpo y que lo removerían.
Desconocido para los trajes, el muerto terminaría en el compuesto secreto
superior de la Manada para estudiarlo de la cabeza a los pies por cualquier
pista que pudieran descubrir sobre los renegados. Eventualmente, el cuerpo
sería lanzado a los familiares del hombre, si había alguno.
Se dividieron en grupos de dos y tres para buscar en el bosque,
separándose. Zan se encontró caminando con Nix y Micah, lo cual estuvo bien
para él. Era bueno trabajar junto a sus viejos amigos de nuevo. Los había
extrañado aún más de lo que se había dado cuenta.
Manteniendo un ojo avizor, estudió su entorno a pesar de su creciente
dolor de cabeza. Era extraño no escuchar a los pájaros en los árboles, el crujido
de las hojas bajo los pies. Sin viento, sin voces. Solo la presencia constante de
sus compañeros. Tenía su cuchillo y su pistola láser, por no mencionar los
dientes y las garras de su lobo. Podría hacer esto después de todo. Ser un
miembro del equipo contribuyente aún.
Fue ese momento exacto cuando las cosas se fueron al infierno.
Una ráfaga de aire y un rasguño en su cuello fue su única advertencia
cuando un cuerpo chocó contra él, golpeándolo al suelo. Tuvo una fracción de
segundo para darse cuenta de que Nix fue quien lo había empujado —
salvándolo justo a tiempo después de tener su garganta arrancada por las
afiladas garras de un vampiro renegado.
Y ahora Nix estaba luchando por su vida.
Zander desenvainó su cuchillo y se arrojó al renegado, justo cuando más
de ellos salieron de los árboles y volaron hacia ellos como los horrores de cara
hueca que eran.
2
Traducido por Carmen Es
Corregido por Eli25
Se acercaba el cambio.
Nick podía sentirlo a su alrededor. En sus huesos, filtrándose en los
huecos rápidamente oscurecidos de su corazón.
Nada permanecía igual por siempre, y hoy se marcaba un punto vital de
inflexión. Un período de prueba para todos ellos. Más que eso, él sabía que la
muerte se apresuraba hacia él con alas veloces, estirando unas garras frías
para arrancarle el corazón y llevárselo lejos. El final no llegaría hoy ni
mañana. Pero sería demasiado pronto.
No se entregaría a la oscuridad sin pelear. Pero incluso él no podía saber
si sobreviviría.
Un aullido interrumpió sus pensamientos y miró en esa dirección. Junto
a él, Aric se dio la vuelta.
—¿Qué fue eso?
A su pregunta le siguieron más aullidos y se desnudó rápidamente,
dejando sus armas junto con su ropa. Su lobo podía cubrir la distancia mucho
más rápido que su forma humana. Aric hizo lo mismo y salieron disparados.
Pareció tomarles una eternidad llegar al sitio de la pelea, que se volvió
más y más ruidoso mientras corrían a través de los árboles, pero
probablemente solo fue un minuto o dos. Incluso eso era demasiado tiempo.
Mientras él y Aric emergían de una pequeña cuesta, observó el ataque
de los vampiros renegados que había puesto a Zander, Phoenix, y Micah al
borde de la derrota en la pelea. Nix estaba tumbado en el suelo, apretando
una mano sobre su garganta ensangrentada, mientras sus compañeros eran
rápidamente dominados por los seis enemigos.
—¡Joder!
Cinco contra seis no eran malas posibilidades, normalmente. Pero Nix
estaba herido y esos renegados no eran comunes.
Rezando porque el resto del equipo también hubiera escuchado la pelea,
se arrojó a la lucha.
Zan agarró al vampiro que atacaba a Nix, enterró sus dedos en el cabello
grasiento del bastardo y clavó su cuchillo Bowie a lo largo de su garganta.
Hizo el corte tan profundo que casi decapitó a su oponente, luego lo bajó al
suelo y terminó el trabajo.
No había tiempo para regodearse. Apenas tuvo tiempo de ver a Nix
luchando por levantarse y fallar, antes de que un cuerpo se estrellara contra
él, golpeándolo hacia atrás. Su nuca chocó fuerte contra el suelo y el dolor
estalló en su cráneo. Antes de que pudiera moverse, el renegado le agarró el
cabello y lo levantó bruscamente, echándole la cabeza hacia atrás para
exponer su garganta. Zan forcejeó, tratando de liberarse del agarre del
vampiro, pero la fuerza de la criatura era increíble.
—¡Mierda!
Estaba clavado como un insecto a una tabla de corcho. El renegado
sonrió, mostrando sus colmillos ensangrentados y luego bajó la cabeza. Zan
ahogó una exhalación, esperando sentir los dientes afilados como navajas
desgarrándole la garganta y de repente el vampiro se alejó bruscamente de
él.
Aric, de vuelta en su forma humana, arrojó al renegado al suelo y
extendió rápidamente una mano. Fuego salió despedido de su palma y el
bastardo se retorció, gritando mientras se quemaba. Zan hizo una mueca ante
el horripilante espectáculo y luego volvió su atención a la pelea. El resto de la
Manada emergió a través de los árboles y la amenaza se eliminó.
Excepto por uno. Nick volvió a su forma humana y le gritó algo a Kalen
justo cuando el Hechicero bajaba su bastón mágico hacia el último vampiro,
deteniéndolo de ejecutar a la criatura. Kalen hizo una mueca, claramente en
desacuerdo con la orden, pero alzó el bastón e hizo que la vara se desvaneciera
con un movimiento de su mano. En lugar de matar al vampiro, dijo unas
palabras que Zan no pudo entender —probablemente un hechizo en latín— y
las manos de la criatura fueron inmediatamente amarradas a su espalda con
una cadena de plata. Por si acaso, Kalen añadió una ancha tira de cinta de
embalar sobre la boca del renegado.
—No podemos dejar que agarre a nadie con esos dientes —gruñó.
Jax señaló los cuerpos de los cinco compañeros del vampiro cautivo y Zan
captó sus palabras.
—No están ardiendo al sol como les corresponde. ¿Qué deberíamos hacer
con ellos?
Nick se pasó una mano por el cabello y los miró fijamente.
—Llévate los cuerpos para estudiarlos. Este será nuestro huésped en el
Bloque R. Le daremos la oportunidad de cooperar.
—¿De verdad crees que puede rehabilitarse? —preguntó Zan.
Nick le lanzó una mirada dudosa al renegado y el vampiro lo miró con
desprecio.
—No lo apostaría, pero veremos qué muestran los análisis.
Por encima de Nick, Zan vio a Rowan gritando y agitando los brazos
hacia ellos. Estaba agachada junto a Nix, que estaba tendido en el suelo,
inmóvil, mientras Noah lo examinaba. Su cara delataba su pánico y Zan se
levantó y trotó hacia ellos. Arrodillándose, miró la irregular herida en la
garganta de Nix y maldijo bajo su aliento.
Rowan se estiró sobre su amigo caído y lo agarró del brazo para llamar
su atención.
—¿Puedes curarlo?
Zan asintió.
—Sí. —Sin toda su fuerza estaba arriesgándose bastante y lo sabía.
Igual Jax, que derrapó hasta detenerse junto a ellos y se puso en cuclillas al
lado de Zan.
—No estás lo bastante curado para esto.
La cara de Noah estaba marcada por el miedo.
—Jax tiene razón —dijo, con la voz quebrada—. Todavía te estás
recuperando y…
—Y él morirá si no lo hago. —Zan sostuvo la mirada de cada uno—.
Nunca hay opción para mí. Lo saben, así que déjenme trabajar.
Noah se veía aliviado y preocupado al mismo tiempo. La mandíbula de
Jax se tensó, y una ira frustrada le nubló los ojos. Pero luego bajó la mirada
hacia Nix y, suspirando, se movió para hacerle espacio a Zan. Los demás
hicieron lo mismo, excepto Noah, quien siguió arrodillado al otro lado de Nix.
Los ojos de Nix estaban cerrados, su largo cabello rubio se extendió a su
alrededor mientras Zan ponía una palma sobre la carne desgarrada. Si le
quedaba alguna duda de ponerse en peligro para salvar a su compañero caído,
se disipó al ver a Noah musitando la palabra “por favor” una y otra vez.
Esto es culpa mía. Nix me salvó del vampiro porque no pude oírlo venir.
La comprensión lo apuñaló en las entrañas, alentándolo. Cerrando los ojos,
encontró su centro y empezó a trabajar.
La garganta de Nix era un desastre. Los tejidos estaban hechos trizas y
tenía una rasgadura en la tráquea. Por algún milagro, la yugular se había
librado de ser cortada, o ya estaría muerto, siendo o no licántropo. Aun así,
quedaban muchos vasos sanguíneos por reparar. Cuidadosamente, deslizó
hacia adelante su luz sanadora, enviando ligeras ondas de ella hacia la zona
desgarrada.
Empezando por su vía respiratoria, cerró el agujero y estuvo satisfecho
de ver que Nix ahora podía respirar más fácilmente. Luego, lentamente, soldó
los miles de vasos sanguíneos, una tarea tediosa ya que cada uno tenía que
ser reparado individualmente.
No supo cuánto tiempo trabajó. Una detrás de otra, selló las venas que
goteaban y despejó de sangre la zona. Otra y otra, trabajó con una
concentración total hasta que estuvo seguro de que todas estaban en buen
estado. Todo lo que quedaba era la piel externa y eso era simple en
comparación. Bajo su palma, la carne se volvió entera y sana de nuevo.
Abriendo los ojos, empezó a decir algo —pero quedó cegado por la agonía
que arponeó su cráneo.
Gritando, cayó hacia atrás, con sangre caliente chorreando de su nariz.
El dolor era tan fuerte que no podía ver.
No podía hablar.
Súbitamente había manos en sus hombros, instándolo a que se
recostara. Intentando consolarlo. También había voces tranquilizadoras, pero
no podía descifrar las palabras sin ver sus labios. Pero apenas importaba lo
que decían porque estaba en el infierno.
Justo donde merezco estar. Nix casi murió y fue culpa mía.
Supo lo que tenía que hacer. Ya no había duda. Ese pensamiento lo
persiguió durante todo el largo trayecto de vuelta al recinto.
Ya no tenía nada que ofrecer a la Manada.
2
Hadas malvadas.
3
Espíritus de los muertos sin descansar.
—Perdón. —Lo último que quería era estresar a una mujer embarazada.
De nuevo, no lo había considerado—. ¿En cuánto tiempo será eso?
—Al menos un par de horas, probablemente más, así que ponte cómodo.
No podía ocultar su tristeza. La expresión de ella se suavizó y él desvió
la mirada, incapaz de soportar la compasión que sabía que encontraría allí.
El odio o la repugnancia serían preferibles, de parte de todos sus amigos,
porque su decisión de irse sería más sencilla. Menos problemática.
Mac lo tomó del mentón con la mano y lo instó a que volviera a mirarla.
Esperó hasta tener su atención antes de hablar.
—Vamos a encontrar una manera de ponerte mejor, ¿vale? Lo prometo.
—Dijiste mejor, no curado.
—Zan…
—¿Sería una promesa muy grande?
Ella dudó, pero para su mérito, dijo la verdad.
—Por ahora, sí.
—Muy justo. —La decepción amenazaba con aplastarlo y la combatió—.
¿Qué sigue?
—Un nuevo TAC4, un análisis de sangre, y pruebas de audición. Luego
partimos desde ahí.
Entendía por qué sus colegas no se rendirían en encontrar alguna
mejoría, aunque fuera menor.
Demonios, no era como si él quisiera rendirse. Aunque no podía mentirse
a sí mismo. Su cerebro era una bomba haciendo tictac, lista para explotar en
el segundo en que aumentara demasiado el estrés de usar su poder. Hasta
ahora había tenido suerte.
Con un sobresalto, se dio cuenta de que Mac esperaba su respuesta.
—De acuerdo.
—Ánimo. —Después de palmear su brazo, se giró y salió, aparentemente
para asegurarse de que todo estuviera listo para sus análisis.
Un rato después, Jax entró tranquilamente sin tocar y se apoderó de la
silla junto a su cama.
—Vine a hacer de niñero, como eres un cobarde con eso de que te piquen
y te pinchen.
Zan rodó los ojos, lo que era una mala idea porque hacía que la cabeza le
palpitara más.
—Lo que odio es ese TAC. Estar metido en ese tubo es horrible.
—¿Quieres que sostenga tu mano? —bromeó su amigo.
—Cállate. —Logró poner una sonrisa, aunque no la sentía del todo.
4
Tomografía axial computarizada.
El buen humor de Jax desapareció de su cara y estuvo en silencio
durante un largo rato. Finalmente tomó una profunda respiración y dijo lo
que los dos estaban pensando.
—Vas a huir, ¿verdad?
—No. Voy a dar un paseo, después de decir adiós.
—¿Estás seguro de que eso es lo que quieres?
—Claro que no. ¿Pero qué opción tengo cuando me he vuelto una carga?
¿Qué se supone que debo hacer si me quedo? ¿Barrer los suelos y limpiar
baños?
—Lo que pasó con Nix puede prevenirse. Podemos trabajar en que
aprendas a usar tus otros sentidos, que sientas los cambios en la atmosfera a
tu alrededor…
—¿Por qué me llegó una imagen de Obi-Wan enseñándole a Luke a usar
la fuerza?
—Puede funcionar —insistió Jax, ignorando el mal chiste—. ¿No vale la
pena intentarlo? Te debes a ti mismo no irte hasta que hayas agotado todas
las posibilidades.
—Y mientras tanto, ¿me siento y soy inútil? O peor, ¿hago que hieran a
alguien más? No puedo hacer eso.
—Regresaste a la batalla demasiado pronto. Date más tiempo.
Jax lucía muy esperanzado y lo que decía tenía sentido. Pero Zan todavía
veía el cuerpo de Nix cubierto de sangre.
—Lo pensaré. Es todo lo que puedo prometer por ahora.
—Está bien —dijo su amigo, sin tratar de esconder su alivio—. Gracias.
Mac y Noah llegaron para llevarlo abajo para sus análisis y Zan soportó
la que parecía una arremetida sin fin de procedimientos, con todo el
entusiasmo que pudo reunir. Lo que no era mucho, pero se esforzó para que
no lo sofocara la tristeza.
De vuelta en su cuarto, tuvo que esperar más. Él y Jax hablaron
casualmente de cualquier cosa bajo el sol, hasta que Mac regresó. Cuando por
fin entró por la puerta, agarrando un gran sobre color manila, su expresión
era cuidadosamente neutra y a Zan se le hundió el corazón.
—Es malo —dijo. No era una pregunta.
—Esperaba mejores resultados. —Abriendo el sobre, sacó un puñado de
imágenes, metió una en un sujetapapeles montado en un tablero de
observación en la pared, y presionó un interruptor para iluminar una colorida
toma de su cerebro—. Estas son del TAC. ¿Ves estas áreas aquí?
Señaló tres puntos que parecían borrosos en la imagen, que por lo demás
era nítida.
—Los veo, pero no sé qué estoy mirando.
—Estas son las áreas del nuevo daño de tu cerebro —dijo
sombríamente—. En términos claros, la curación que le hiciste a Nix tensó
demasiado los vasos sanguíneos debilitados y algunos de ellos se rompieron.
Son los que están causando el horrible dolor de cabeza y el mareo que tienes
ahora.
—¿Está en peligro inminente? —preguntó Jax, mirando a Zan con
preocupación.
—No si descansa y sigue mis consejos. —Mac arqueó una ceja y miró a
Zan enfáticamente—. Si fueras humano, estarías tumbado y en cuidado
intensivo ahora mismo.
—Pero no soy humano —murmuró—. Estaré bien.
Mac sacudió la cabeza.
—No lo estarás si haces alguna otra curación antes de que estés curado
al cien por cien. ¿Ves estas zonas? —Señaló otros cinco lugares. A Zan no le
parecían nada, pero su expresión era más seria de lo que él había visto
nunca—. Estos son los vasos sanguíneos que están débiles ahora mismo, tanto
que es bastante probable que termines con un serio daño cerebral si usas tu
habilidad sanadora demasiado pronto de nuevo. Si el sangrado lento se
convierte en una rotunda hemorragia, podrías no sobrevivir.
—Jesús. —Bajando la cabeza, miró fijamente las manos en su regazo sin
verlas realmente. Finalmente, levantó sus ojos hacia los de ella y nombró su
mayor preocupación—. Si hago lo que dices, si me hago a un lado y evito usar
mi poder, ¿me recuperaré completamente? ¿Puedes decirme, con razonable
certeza, que volveré al campo de batalla eventualmente, capaz de pelear y de
usar mi sanación sin problemas?
Su pausa fue demasiado larga y él supo la respuesta antes de que ella
hablara.
—Lo siento. No puedo asegurarlo. Solo lo que pasará si no haces lo que
recomendamos.
—Eso no es lo bastante bueno.
—Es todo lo que tenemos por ahora.
Dios.
—Quiero volver a mi propio cuarto. Por favor.
—Esta noche no. Te quedarás aquí a pasar la noche. Si mañana estás
mejor lo consideraré. —Su postura tenía cierta rotundidad y terquedad que él
sabía que significaba: No te metas con la doctora.
—Bien.
—Te revisaré más tarde. —Lanzándole a Zan una mirada de simpatía,
Mac se fue, cerrando silenciosamente la puerta tras ella.
Jax dudó durante un momento y luego dejó salir una profunda
exhalación.
—Dame tu palabra de que aún no te irás. Date una oportunidad. El
equipo te necesita. Mierda, yo te necesito.
Maldito fuera su mejor amigo por saber exactamente qué decir. Sabía
que una vez que Zan daba su palabra en algo, valía oro. La tensión flotó en el
aire entre ellos, con Zan debatiéndose entre decir las palabras, hasta que supo
que era inútil negarse.
—Tienes mi palabra. Y para que conste, no soy alguien que se rinde.
—Nadie cree que lo seas.
—Solo no quiero poner en peligro a mis hermanos.
—Lo entiendo. Me sentí igual después de que me lastimé la pierna y no
podía pelear.
—Lo sé. —Hizo una pausa—. Y gracias.
—No hay problema. Te dejaré dormir un poco. —Dándole una palmada
en el hombro, Jax se fue.
Preparándose para la noche, Zan trató de dormir, pero sus sueños eran
intranquilos. Llenos de sangre y muerte. Una batalla. Matanza. Una horrible
pena. Zan, tratando desesperadamente de sanar a… alguien. ¿A quién? Luego
sus propios gritos resonaron en sus oídos mientras su cerebro detonaba al
fin… Zan se enderezó en la cama, jadeando, con sudor chorreándole en el
rostro. Su corazón hacía un ruido sordo contra su esternón, y sus manos
temblaban mientras se limpiaba la humedad de la frente.
Una y otra vez se dijo a sí mismo que no tenía la habilidad de ver el
futuro. Esa era el área de Nick. Solo era una pesadilla. Lentamente, se le
calmó el pulso y se recostó de nuevo.
Pero sus ojos seguían bien abiertos mientras el sol salía por el horizonte.
Selene se sentó en su catre con la espalda contra la pared, con sus brazos
rodeándole las rodillas unidas. Si no venía alguien pronto, iba a perder la
cabeza.
Sin televisión, sin libros, sin una ventana para ver hacia afuera. Ni
siquiera el ruido de un reloj. Nada que hacer excepto observar las cuatro
paredes y escuchar los perturbadores ruidos que venían de otra celda a lo
largo del corredor.
Toda la noche había oído gruñidos, mordidas y un terrible aullido. Todo
venía de una sola criatura cercana. Su nariz olió a otro licántropo y se
preguntó qué había hecho para merecer el enloquecedor aburrimiento de esta
prisión.
—¡Oye! —llamó—. ¿Hay alguien ahí? ¿Puedes oírme?
El aullido se detuvo, pero solo durante unos momentos. Pronto empezó
otra vez, y se golpeó la cabeza contra el panel de acero por la frustración.
Un rayo de luz azul la asustó, y se enderezó en su catre, con el pulso
acelerado. Cuando la luz se desvaneció, un hombre estaba de pie dentro de la
celda, cerca de la puerta.
Un hombre que se veía como una estrella de rock. Tenía el cabello en
capas hábilmente desordenado que caía sobre sus hombros y usaba delineador
negro, lo que resaltaba sus asombrosos ojos verdes. Estaba todo vestido de
negro, desde su camiseta hasta la gabardina de cuero que le llegaba a los
tobillos, hasta las botas de sus pies. Incluso sus uñas eran como ónix pulido.
Lucía joven, tal vez en sus tempranos veinte —pero sus ojos eran
antiguos.
Disimuló un escalofrío. Encubriendo el tronar de su corazón, puso una
expresión divertida.
—Si buscas la audición de Mötley Crüe, estás en un estado
completamente equivocado.
Una esquina de su boca se levantó.
—¿En serio? Maldición. Supongo que tendré que quedarme aquí y
combatir vampiros.
Ella frunció el ceño.
—¿Vampiros?
—Larga historia.
—Parece que tengo tiempo.
Él se encogió de hombros.
—Últimamente tenemos un problema con los renegados. Los idiotas
están brotando en todas las partes del país donde no debería haber tantos.
—No he visto ningún renegado en donde vengo.
—Es bueno saberlo.
Ella lo observó, inhaló una esencia.
—Tú no eres un lobo.
—Pantera. También soy Hechicero y Nigromante.
Ella lo miró fijamente, fascinada a su pesar.
—Nunca había conocido a ninguna de esas cosas, mucho menos a las
tres.
—Bueno, ¿no es tu día de suerte? —Él le guiñó un ojo.
—Créeme, este día ya solo puede mejorar. —Hizo una pausa, decidiendo
que empezaba a agradarle este hombre.
—Soy Selene Westfall.
—La hija de Nick. Sí, se esparció la noticia.
—Me lo imagino.
—Soy Kalen Black.
—¿Qué estás haciendo aquí, Kalen, además de comprobar a la residente
nueva del Bloque R?
—El equipo médico viene en camino para llevarte a unas pruebas. Estoy
aquí para asegurarme de que todo vaya bien.
—Como protección.
—Se podría decir.
—¿Por qué te enviarían a ti y no a Zander? Supongo que también
escuchaste de nuestro emparejamiento.
Él resopló.
—¿Quién no? Definitivamente sabes cómo hacer una gran entrada. Buen
trabajo.
—Qué divertido. —Le lanzó una mirada amarga.
—Eso pensé. —Separándose de la pared, caminó hasta delante de su
catre, poniéndose serio—. Para contestar a tu pregunta, a Zan se le ha
ordenado que se aleje por ahora. Podríamos tener que hacer algo que no le
guste, digamos, sujetarte, y el instinto de proteger a su pareja podría
apoderarse de él. Este es un momento inestable para ustedes dos,
especialmente por la forma en que se dio su vínculo y por el hecho de que
probablemente sus lobos están que revientan con la necesidad de acercarse el
uno al otro.
Eso era cierto, por desgracia, y se sonrojó de solo pensar en lo mucho que
deseaba al lobo negro.
—Buen punto.
—Y como mi pareja es una de los doctores, estoy aquí específicamente
para protegerla a ella de ti. Si piensas siquiera en lastimarla a ella o alguien
más, te convertiré en una babosa y sacaré mi salero. —El brillo malvado de
sus ojos le dijo que no estaba bromeando.
Antes de que pudiera asegurarle que su problema solo era con Nick, por
el pasillo se acercaron voces y pisadas. Kalen se hizo a un lado al tiempo que
entraban dos doctoras usando batas de laboratorio y un enfermero con una
bata de Bob Esponja. Aunque no fue muy lejos. Cuando el Hechicero besó a
una bonita mujer con cabello moreno y rizado y después se quedó cerca de
ella, Selene vio por qué.
La pareja de Kalen estaba extremadamente embarazada. También
estaba radiante y Selene sintió una punzada de anhelo. Obligándose a desviar
su atención de la feliz pareja, se encontró con los ojos de la otra doctora. La
mujer tenía una corta capa de cabello, más corto que el de Selene, y aunque
era pequeña, tenía un porte y una frialdad que sugería que quien fuera que
le diera un problema, lo lamentaría.
—Soy la Dra. Melina Mallory —dijo y luego señaló a los otros dos—. Ella
es la Dra. Mackenzie Grant y nuestro enfermero, Noah Brooks.
—Hola. Soy…
—Sabemos quién eres —dijo la Dra. Mallory bruscamente.
Hasta ahí llegaron las cortesías.
—Vamos a escoltarte a la enfermería, donde te haremos un examen
general físico y hablaremos un poco contigo antes de realizar nuestra
evaluación psicológica.
—Para determinar si tratan con una loca.
—Bueno, trataste de matar a un cambiaformas del quíntuple de tu edad
y el doble de tu tamaño, así que perdonarás nuestra precaución en lo que
concierne a tu cordura.
—Ooh, ouch. Supongo que esto significa que no podemos ser mejores
amigas.
La doctora la observó por un profundo y largo rato, como si estuviera
viendo algún tipo de insecto. No tuvo que decir nada para hacer sentir a
Selene que medía menos de un metro. Luego la mujer sonrió, y la expresión
de su pequeña y delicada cara, no era exactamente amigable.
—Vamos a empezar, ¿de acuerdo?
El sequito la guió fuera de la celda y bajando por un corredor hasta uno
contiguo que los llevó a la enfermería. Una vez allí, la Dra. Mallory realizó la
mayor parte del examen físico con la ayuda de Noah. El guapo enfermero
rubio recelaba de ella, moviéndose a su alrededor con ojos observadores, no
era como que si pudiera culparlo.
Estaba en excelente forma, así que no le sorprendió pasarlo
brillantemente. Era el resto lo que no la emocionaba particularmente. Noah
desapareció y las dos doctoras la acompañaron a una oficina.
En lugar de hablar con ella al otro lado de un escritorio, como esperaba,
la condujeron a una modesta área de asientos con un sofá y un par de sillas
que se veían cómodas.
Selene se sentó en un extremo del sofá, mientras que la Dra. Mallory se
sentaba en el otro y la Dra. Grant en una silla. Sospechó que lo hacían para
que no se sintiera atacada —con la excepción de Kalen cerniéndose en la
esquina, detrás del escritorio— pero no podía comprender por qué les
preocupaba.
—¿Por qué hablan conmigo las dos? —preguntó—. ¿No es inusual?
—Esta es una situación inusual —le dijo la Dra. Grant, moviéndose para
acomodar su vientre—. La Dra. Mallory será tu médico, conmigo asesorando.
Pronto estaré de baja por maternidad así que tendría que transferirte a ella
de todas formas.
—Felicidades, por cierto —dijo, sorprendida de la suavidad de su propia
voz.
—Gracias. ¿Tú quieres hijos?
—Me gustaría alguna vez. Si los dioses lo quieren.
Melina comenzó delicadamente la entrevista.
—¿Dónde creciste?
—En Clear Springs, Colorado. Es una pequeña ciudad dos horas al norte
de Denver.
—¿Hermanos?
—No.
—¿Otro familiar?
—Mi tío, Damien. Es el hermano de mi padre.
Las mujeres intercambiaron miradas de sorpresa. La Dra. Grant miró a
su pareja, y él sacudió la cabeza y se encogió de hombros, indicando que él
tampoco lo sabía. Al parecer, su padre había sido bastante misterioso sobre
todos los aspectos de su pasado. No era de sorprender.
La Dra. Mallory continuó.
—¿Eres cercana a tu tío?
—Sí. Él me crió después de que mi padre tomará el vuelo.
Las cejas de la doctora se juntaron.
—Define “tomar el vuelo”
—¿Es en serio? Él asesinó a mi madre y desapareció. Me dejó para que
me las arreglara sola y creciera con el escándalo que él dejó como mi legado.
¿Está lo bastante definido?
Silencio absoluto. Hubo más intercambio de miradas antes de que la
doctora continuara.
—¿Qué edad tenías cuando pasó?
—Once.
—¿Viste lo que hizo tu padre?
Parpadeó hacia la doctora.
—¿Disculpe?
—¿Lo viste matar a tu madre?
—No —admitió—. Pero sé que es la verdad.
—¿Cómo lo sabes?
—¡Porque mi tío me lo dijo! —chilló, perdiendo la compostura—. ¡Todos
lo sabían! ¡El clan entero tampoco me dejó olvidarlo!
—Lamento que esto sea tan doloroso de discutir —dijo la Dra. Mallory
con una sorprendente amabilidad—. Solo trato de entender lo que vio y
escuchó una niña de once años. Lo que vivió.
Tragando contra la quemazón de su garganta, Selene desvió la mirada.
—Pasó por el infierno, pero nunca salió. Nunca volvió a ser la misma.
Nunca.
Nadie en su clan, o cualquiera que conociera, conocía a la verdadera
Selene, que no era tan ruda. Que todavía era solo una niña aterrorizada y
devastada que perdió a sus padres y no entendía por qué. Una niña que solo
quería ser amada.
Tal vez era algo bueno que no hubiera logrado eliminar a su padre. La
Dra. Mallory había suscitado algunas preguntas que ya la habían estado
acuciando como un diente dolorido. Y se las respondería aunque fuera lo
último que hiciera.
4
Traducido por ElyGreen
Corregido por Eli25
5
En realidad, ella también estaba ansiosa de dejar ese lugar. Dentro de
su escueta, pequeña y mohosa habitación, recogió sus pocas cosas, metiendo
jeans, blusas, y ropa interior en su bolsa de lana.
Unos cuantos artículos de aseo personal y su mini tablet fueron los
últimos, y estuvo lista.
—¿Eso es todo? —Él frunció el ceño.
—Viajo ligera.
Antes de que pudiera protestar, él levantó su bolsa de la cama y la llevó
afuera. Luego la arrojó en el asiento trasero de la cabina doble del vehículo y
estuvieron en camino.
—¿Quieres beber algo?
Por algún motivo, esa simple invitación la hizo sentirse cálida.
—Claro. Encontré un lugar llamado El Grizzly Bizco si quieres ir ahí.
—Oh, hemos estado ahí una o tres veces.
—Eso he oído.
Dios, la sonrisa de este hombre era devastadora. Ella estaba dispuesta
a apostar que podía conseguir que las mujeres hicieron lo que él quisiera con
mostrarles una sonrisa así. Era bueno que él no pareciera ser alguien que
tomara ventaja de ello.
Todavía era temprano en la tarde y el Bizco no estaba muy ocupado. Zan
estacionó la enorme camioneta en la parte trasera del estacionamiento y guió
a Selene hacia el interior, con su mano en la parte baja de su espalda, de
manera posesiva. Eso también la hizo sentir cálida.
Encontraron un reservado alejado junto a la pared y entraron en él,
sentándose cada quien en los lados opuestos.
Quiso la suerte que Jacee saliera de detrás de la barra a tomarles la
orden. Le lanzó a Selene una mirada recelosa y no la culpaba.
Aunque le agradaba la camarera, Selene había sido un poco… enérgica
la última vez que estuvo aquí.
—¿Qué les traigo, chicos? —soltó Jacee.
—Para mí, una cerveza —dijo Zan.
—Que sean dos.
—Entendido. —Se fue, dejándolos solos durante unos momentos.
A Selene le llegó un repentino ataque de consciencia y observó fijamente
a su nueva pareja a través de la mesa.
—Creo que tengo que advertirte que esta Jacee sabe sobre la Manada
Alfa.
Eso lo sorprendió. Abrió mucho los ojos.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Jacee es la que me dijo que pasan tiempo aquí. Mantiene sus ojos y
oídos abiertos. Y ella misma no es humana.
—Mierda. —Miró hacia la barra, donde la mujer en cuestión estaba
sacando sus cervezas—. ¿Qué es?
—Coyote.
—¡Maldición, nunca olfateé nada!
—Eso es porque disfraza su esencia. En mi mundo, los coyotes son
similares a los parásitos. No es que me sienta de esa forma sobre Jacee,
porque no lo hago —dijo rápidamente—. Es bastante agradable. De hecho, no
creo que se deba despreciar a alguien por su raza.
—Me alegra oírte decir eso porque me siento igual. Nuestro mundo ya
tiene suficientes prejuicios sin que se añadan los cambiaformas.
—Cierto.
El motivo de su conversación regresó con sus cervezas y las puso en la
mesa.
—¿Algo más?
—Nada para mí ahora mismo —dijo Selene.
Zan sacudió la cabeza.
—Tal vez después. —Después de que se hubo ido la camarera, Zan habló
en voz baja—. Por cierto, Jacee solía verse con mi mejor amigo, Jax. Así que
cuando conozcas a Jax y a su pareja, Kira, puede que no quieras mencionar a
Jacee.
—Eso podría ser incómodo. No te preocupes. Ni una palabra.
—Gracias. —Él tomó un sorbo de su cerveza.
Ella hizo lo mismo y sacudió una mano hacia él.
—Entonces, respondí a tu pregunta sobre ser una cambiaformas nata.
Tú fuiste convertido, ¿verdad?
—Sí, junto con casi todo el resto del equipo con el que estoy ahora.
Éramos SEALs6 de la marina en Afganistán cuando nos atacaron licántropos
renegados.
—Debió haber sido horrible.
—Lo fue. Más de la mitad de nuestra unidad fue asesinada.
—¿Te importaría contarme la historia? —preguntó—. Lo entenderé si no
quieres compartir algo tan personal.
—Vamos a seguir compartiendo mucho más que historias si me salgo con
la mía —dijo con una sonrisa—. Así que, claro.
Ella se sonrojó hasta la raíz del cabello, algo que no le había pasado en
mucho tiempo. No era alguien que se avergonzara fácilmente, pero ese
comentario, y la sensualidad pura detrás de él, la habían atrapado con la
guardia baja.
6
Acrónimo en inglés de Mar, Aire y Tierra de la armada de los EU, llamados así por su
capacidad en esos tres elementos.
Luego se desplegó su historia, llevándola hasta el horrible día en el que
se originó la Manada Alfa —y la vida como la conocían nunca volvió a ser la
misma.
—Lo siento mucho —dijo Selene, con el corazón rompiéndosele por Zan.
Por todos ellos.
¿Cómo habían logrado superar semejante horror? Debió haber sido la
peor cosa imaginable. Vidas destrozadas, familias dejadas en el limbo.
—¿Alguna vez fuiste a casa?
Él asintió.
—Lo hice, pero para cuando me recuperé y llegué a casa en Atlanta, me
enteré de que mi abuela había muerto hacía cuatro meses. No me quedaba
ningún familiar, así que vendí su casa y estaba decidiendo qué hacer con mi
vida cuando el General Jarrod Grant y un cambiaformas llamado Terry Noble
aparecieron en la puerta de mi cuarto del motel. Grant es un alto contacto en
la milicia que le da nuestras asignaciones a Nick.
—¿Como cuáles criaturas paranormales están causando estragos en
alguna parte?
—Exactamente. Quiénes, dónde y qué tan peligrosos son. Salimos y
eliminamos el problema. Si sentimos que hay una criatura o un ser que solo
está confundido o asustado, lo traemos y tratamos de rehabilitarlo en nuestro
mundo. Como Sariel y Chup-Chup, dos de nuestras historias de éxito.
—¿Chup-Chup?
—Chup es una pequeña criatura parecida a un duende, que encontramos
dentro de una cueva en una misión. Nadie sabe de dónde vino. Solía quedarse
en una celda del Bloque R, mordiendo frecuentemente su cadena y chillando
para salir. Pero era muy cruel, nadie podía manejarlo, y no podíamos dejarlo
ir.
—¡Eso es muy triste! ¿Dónde está ahora?
—La pareja de Jax, Kira, vino a vivir con nosotros y se halla con aquellos
que se están rehabilitando. Trabajó con Chup y logró que confiara en ella, y
el hombrecito se enamoró de ella. Ahora está muy bien y hace funcionar el
lugar. Cuando lo conozcas, solo no pongas la mano frente a su cara sin dejar
que te olfatee primero o podrías perder un dedo.
—Uh, no te preocupes. —No darle al duende un dedo real como bocadillo,
listo—. ¿Qué hay de Sariel? Dijiste que es el hermano de Kalen, ¿cierto?
—Medio hermano, pero sí. También es un príncipe Seelie —dijo Zan.
—¿Seelie, como un Fae? —Sus ojos se pusieron redondos—. ¡Nunca he
conocido uno en la vida real!
—Bueno, lo harás. Su apodo es Blue porque su cabello y sus alas son de
este genial tono gema de azul. Es muy literal, no entiende un montón de jerga
y términos humanos. Nos divertimos mucho con él y es un tipo genial. Te
agradaran él y Kalen.
—Por ahora me reservaré el juicio sobre el Hechicero —dijo ella
secamente—. Se apareció por mi celda para básicamente informarme que
estaba siendo vigilada y que si pisaba con un dedo fuera de la línea, me
convertiría en una babosa. Creo que también mencionó sal.
Zan, sorprendentemente, gruñó, lo que le pareció divertido.
—No intentará tal cosa o responderá ante mí.
Estirándose a través de la mesa, palmeó su mano.
—Estaba bromeando. Creo. Como sea, no voy a tentar mi suerte estando
cerca de él.
Su toque, y la certeza, parecieron calmarlo. Al contacto, el vínculo dorado
entre ellos cantó.
Era casi una cosa viviente, silbando de electricidad, surgiendo a lo largo
de las raíces de sus nervios hasta su parte más instintiva. La loba dentro de
ella se agitó, revolviéndose por la necesidad. Ambas lo deseaban otra vez,
sentirlo como lo hicieron antes. Su pene profundamente enterrado mientras
los dos tomaban lo que era suyo.
Apenas podía esperar a salir de allí.
Terminaron sus cervezas y le dijeron adiós con la mano a Jacee, quien
sonrió mientras se iban. Pensó en la coyote teniendo una aventura con el
mejor amigo de Zan y se preguntó cómo se sentiría si se topara con alguien
que se hubiera acostado con su nueva pareja.
Su loba lanzó una mordida, haciéndole saber que le desgarraría la
garganta a esa perra.
Supongo que eso respondía a esa pregunta.
De vuelta en la camioneta, se deslizó en el asiento del pasajero. Aunque
él no puso en marcha el motor, y ella lo miró, esperando.
Lentamente, él se giró hacia ella. Se estiró y recorrió su mejilla con un
dedo.
—Eres muy hermosa —dijo él, con la voz ronca.
Su corazón hizo un extraño baile de felicidad en su pecho.
—Aunque es muy agradable escuchar eso, me sorprende que me des
cualquier clase de halago.
—¿Por qué? ¿Por qué atacaste a Nick?
—Esa es una razón bastante grande, ¿no crees?
—Sí. Pero hay circunstancias atenuantes. Ambos lo sabemos y estoy
dispuesto a apostar que tu perspectiva cambiará.
—Tienes mucha fe.
—Sanador. Es un riesgo del empleo.
Con eso, se movió más cerca. Envolvió una mano en su nuca y tiró de ella
para un beso. Olía tan bien, cálido y aromático, y ella inhaló su esencia,
deseosa de más de él.
—¿Te importaría llevar esto a otro lado?
Ella inhaló bruscamente. Su cuerpo estaba ardiendo continuamente por
probarlo, por saborear su piel.
—Sí.
El deseo oscureció sus ojos cafés, y puso en marcha la camioneta. Aunque
habían estado juntos anoche, no podía esperar por tenerlo otra vez.
En segundos, estaban en la carretera, y sintió una agradable sensación
de emoción.
Iba a estar con su pareja, y aunque aún se estaban conociendo, sus
encuentros no eran solo follar siendo unos extraños que se irían por caminos
separados. Eso la complacía infinitamente. Él era suyo.
Mientras disfrutaba el viaje, algo se le pasó por la cabeza.
—¡Tu voz! Ya no es monótona. Puedes oír, ¿no?
Echándole una mirada, él asintió y la honró con una gran sonrisa.
—Puedo. No iba a decir nada aun porque temía que no fuera
permanente, pero si tú lo notaste tal vez es real. Estaba pensando que podría
tener algo que ver con que seas una cambiaformas nata. Creo que el vínculo
ha tenido un buen efecto físico en mí.
—Eso espero. Nada me gustaría más que nuestro lazo te haya curado.
—Lo dices en serio. —No era una pregunta.
—Lo hago.
Condujo hasta que llegaron a un camino lateral que llevaba hasta el
bosque, un camino del condado no muy bien recorrido por lo que se veía. La
camioneta fue dando tumbos durante unos minutos, y él finalmente salió del
camino y tomó una carretera angosta que era poco más que una vereda de
tierra. Al final, la carretera se volvió un bonito prado con una espectacular
vista de los picos nevados de las Rocosas y el Shoshone debajo.
—Es precioso —dijo ella con una inhalación.
—Hay montones de lugares para estacionar por aquí, no es que haya
traído mujeres por aquí antes. Quiero decir, casi nunca. —Se le colorearon las
mejillas.
—Tal vez quieras detener esa línea de mentiras mientras aun puedas.
La parte sobre que no son muchas, esa.
—¡No lo son!
—Si tú lo dices.
—¿Tú te has establecido alguna vez? —replicó él.
—Invoco la Quinta7.
—Claro que sí. Eso pensé.
Esta vez, ella lo calló al iniciar el beso. Su boca era gloriosa, justo lo
bastante firme, hecha para besar. Él devoró su boca, deslizando su lengua
dentro, acariciando en todas partes. Volviéndola loca. Podía imaginarse lo
bien que se sentiría que la humedeciera en otra parte.
—Incluso la noche anterior parece demasiado tiempo —murmuró ella—
. Lo necesito.
—Para mí también. ¿Me dejas probarte?
7
Quinta enmienda de la constitución de EU, con la que se tiene el derecho a negarse a
responder preguntas o hacer declaraciones que podrían incriminarte en un juicio penal.
—Por favor.
Alzándose la blusa, alcanzó el broche delantero de su sujetador. Lo
golpeó para que se abriera y dejó que sus senos se desbordaran libremente.
Solo con eso, su sexo estaba punzando. Los cambiaformas natos eran
criaturas altamente sexuales, y estaba contenta de que Zan también lo fuera.
No eran tímidos con sus cuerpos, especialmente no cuando encontraban a sus
parejas.
Puede que no se conocieran bien entre sí —pero eso no los detendría de
derretir las sábanas.
Inclinándose, él tomó un pezón en su boca y lo chupó hasta hacerlo una
punta tensa. La recorrieron pequeños temblores mientras él repetía el gesto
con el otro pezón. Luego intercambió otra vez. Justo cuando pensaba que se
volvería loca de deseo, él centró su atención en desabrocharle los jeans y
bajarlos hasta sus caderas.
Metiendo una mano enfrente, palmeó los pálidos y sedosos rizos.
—Mmm. No podía decir como eras aquí, anoche, en tu forma parcial.
Justo de la forma en que me gusta, un triángulo recortado, pero desnudo en
donde cuenta.
A ella le encantaba la forma en que un sexo desnudo aumentaba el placer
y estaba contenta de que él lo encontrara agradable. Sus piernas se
extendieron para él, y él hurgó entre ellas, acariciando su clítoris y enterrando
un dedo en su vía.
—Muy bueno.
—Deshagámonos de esto, nena. Quiero que me montes.
Quitarse los jeans dentro de una camioneta no era fácil, pero al menos
era una cabina grande. En poco tiempo estuvo desnuda de la cintura para
abajo y él también. Ella miró fijamente sus esbeltos y poderosos muslos. Y la
recortada mata con el pene sobresaliendo orgullosamente de los rizos como un
punto de exclamación. Medía al menos veinte centímetros, coloreado de rojo
y purpura, y hermoso. Los pesados testículos estaban apretados debajo,
recargándose en los asientos de cuero.
Reclinando el asiento del conductor, apuntó hacia su regazo.
—Súbete, cariño. Móntame.
—Con gusto.
Moviéndose, se sentó a horcajadas sobre él. Acomodó la cabeza de su
pene en su entrada, entre sus pliegues.
Descendió gradualmente, ajustando cada par de centímetros a su grosor.
Nunca se había sentido tan estirada, tan llena. Momentos después, él estaba
profundamente enterrado dentro de ella, hasta la empuñadura. Nunca había
nada tan bueno como esta conexión. El hilo de su vínculo resplandeció, casi
como si lo aprobara.
—Fóllame, nena —rogó él roncamente.
Empezó a bombear a lo largo de él. Arriba y abajo, esparciendo su crema
en su pene. Adorando sus gemidos y los suyos mientras añadía sus sonidos de
placer a los de él, surgió en su sexo un estímulo conocido.
El pulsante calor se volvió demasiado, y gritó su clímax, con su sexo
contrayéndose alrededor de la longitud de él.
Eso desencadenó su descarga, y él se le unió, sus grandes manos
abarcando su cintura, ayudándola a montarlo, empujándola contra su pene.
Cuando se agotó, le besó los labios y la sostuvo contra él durante un largo
momento.
Él gimió.
—Supongo que deberíamos volver a la realidad.
—¿Por qué?
—Buen punto. Pero me temo que la gente nos echaría de menos y nos
encontrarían pegados, muertos de múltiples orgasmos.
Riendo, se quitó de su regazó. Estaba sucia y se metió rápidamente en
su ropa para evitar arruinarle sus lindos asientos. Él hizo lo mismo, y luego
la besó otra vez durante un buen rato.
Selene se encontró deseando que simplemente pudieran irse
conduciendo. Dejar atrás a su padre y a la Manada Alfa y olvidarse de todo
eso. Pero había prometido tratar de darle una oportunidad y lo haría.
Como había dicho, era una loba de palabra. Y había peores destinos que
pasar momentos como estos con Zander Cole.
6
Traducido por Carmen Es
Corregido por Eli25
Selene despertó en la habitación de Zan, pero esta vez supo que estaba
sola.
No había sonidos de su compañero duchándose, o vistiéndose. Tampoco
holgazaneando en la cocina, sin canturreos, u otra docena de ruidos que había
llegado a creer como tranquilizantes.
Estaba sola, y la fastidiaba que él no la hubiera despertado para decir a
dónde iba. Así que ¿y si eso la hacía parecer doméstica? No le importaba.
El hambre pinchó en su vientre, pero lo ignoró. Primero encontraría a su
compañero, y luego comería. En ese orden. Deslizándose fuera de la cama,
hizo un rápido trabajo en la ducha y vistiéndose. Luego se aventuró en el
complejo sola por primera vez desde que llegó.
No estaba segura de que fuera inteligente por su parte, dejarla correr
libre. Entonces otra vez, ellos tenían todo tipo de habilidades —y un Hechicero
en el equipo. La hizo estremecer a pesar de sí misma. Tan fantástica como
creía que era, siempre había alguien quién podía patear su culo y tomar
nombre. Los hechiceros la asustaban.
Los pasillos eran un laberinto, pero de alguna manera encontró su
camino al salón. Varias personas estaban allí, comiendo tortitas, y un dulce
aroma la tentó. Pero el tirón para encontrar a su compañero era más fuerte,
así que caminó hacia Kira.
—¿Has visto a Zan?
Kira tragó un tenedor de su desayuno y luego sacudió su cabeza.
—No específicamente. Pero Jax dijo que estaban entrenando en el
gimnasio esta mañana, así que podrías comprobar allí.
—Gracias. —Se giró para irse, pero la voz de la otra mujer la detuvo.
—Un consejo, no les interrumpas a menos que sea importante.
Ella le dio a Kira una dura mirada.
—No soy idiota. Mi trabajo requiere que entrene, también, ya lo sabes.
La cara de Kira se sonrojó.
—Mis disculpas. No quería insinuar lo que eras.
Instantáneamente, Selene se sintió como una total bruja.
—No, yo lo siento. Estoy en el borde, pero esa no es razón para
desquitarme contigo. ¿Perdonada?
—Por supuesto. —La otra mujer sonrió, dándola direcciones para el
gimnasio, y Selene se sintió de alguna manera mejor.
—Gracias. Te alcanzo luego.
Después de una serie de giros, se encontró enfrentando un conjunto de
puertas dobles con una barra en ellas, exactamente como alguien vería el
gimnasio de la escuela. Por los gritos, gruñidos, y gemidos del interior, se
figuró que estaba en el lugar correcto.
Cuando entró, casi se tragó la lengua. Todo el equipo estaba allí dentro,
emparejados, practicando sus habilidades de lucha en el tatami. Tenían el
pecho desnudo hasta el último hombre, llevando solo pantalones cortos
delgados y atléticos y deportivas. La Manada haciendo un combate mano a
mano parecía sexy, incluso aunque supiera las razones detrás de semejante
extenuante práctica era en serio. Eso no significaba que no pudiera mirar
para contentar su corazón.
Su mirada se desvió hacia Zan, quién se enfrentaba a Jax. Su pelo negro
caía sobre sus ojos pero no le distraía ni un poco cuando los hombres se
rodearon mutuamente. Su magro músculo brillaba con sudor, los muslos
flexionados cuando fingió ir a la izquierda y a la derecha, mostrando golpes
que su compañero peleaba deliberadamente con velocidad. Hacían una visión
impresionante, esos guerreros, y sintió un chorro de orgullo de que Zan fuera
su compañero.
Era valiente. Digno. Un compañero del que podía estar orgullosa
presentar a su tío, debería hacer que la situación fuera posible.
—¿Impresionantes, verdad?
Y justo así, su alegría de la mañana se hizo añicos. Girando su cabeza,
evaluó a su padre.
—Sí. Han sido bien entrenados.
—Eso no fue mi hacer. He estado aquí solo un penoso año.
—¿Y dónde estuviste antes de eso?
—El FBI.
Ella se encontró enfadándose, y no había querido que su día se
estropeara.
—Que amable por tu parte.
—No realmente —dijo él tranquilamente—. Habría preferido haber
tenido a mi familia de vuelta. Y a ti, más que nada.
—¿Es así? —Ella dio una amarga risa—. ¿La vida es una bruja, verdad,
comandante? Cosechas lo que siembras y todo eso.
—No sabes nada sobre cómo eran las cosas.
—¿Supongo que me ilustrarás, entonces? —Silencio—. ¿No? ¿Por qué no
estoy sorprendida?
—Algún día lo comprenderás. Prometo que te lo diré, cuando sea el
momento correcto.
—¿Cuál será? ¿Algún tipo de Visión tonta?
Su boca se tensó.
—Sabes lo que soy y que es real.
Su enfado hirvió. Necesitaba una salida —ahora.
—Pelea conmigo.
—¿Qué?
—Me has oído. —Ondeó una mano hacia el tatami—. Vamos. Pelea
conmigo.
—No, Selene.
—¿Tienes miedo de mostrarme de lo que estás hecho? ¿Es eso? —se burló
ella.
Después de una ligera duda, él asintió.
—Está bien. Vamos un asalto.
—¿Qué consigo si gano?
Él la dio una media sonrisa.
—Satisfacción.
—Vamos.
Caminando hacia un conjunto de tatamis vacíos, fue consciente de que
algunos de los chicos, incluyendo su compañero, habían parado lo que estaban
haciendo para mirar. A ella le importaba poco. Tenía que hacer un punto, y
sería hecho bien con su padre machacado en el tatami a sus pies.
Rebotando en su lugar, se calentó, contenta de haber llevado sus camos
y una camiseta sin mangas. Sería fácil pelear con ellos y no se interpondrían
en su camino. Unos segundos más y se volvió para enfrentar al hombre que
quería poner en el suelo.
Empezaron a dar vueltas, rodillas dobladas y manos a los lados. Cada
uno listo para que el oponente saltara. Él era paciente, su mirada desafiante,
y eso la enfureció aún más. Finalmente, ella no pudo soportarlo más y se lanzó
hacia él. Pero él lo estaba esperando.
Fácilmente esquivó su ataque, dando un paso hacia un lado con gracia
fluida. Ella se movió cerca de su cuerpo, consiguió unos buenos golpes, pero él
siempre los contrarrestaba sin hacerle daño realmente. Aunque ella sabía lo
qué él estaba haciendo, se negó a renunciar. Su ira era algo viviente,
venenoso, y se rindió a ella.
Estaba usando simples maniobras evasivas, usando su ira contra ella
como arma, esperando hasta que estuviera desgastada. Finalmente terminó
el combate deslizando un pie detrás de su talón y girándola sobre el tatami
con fuerza, sobre su espalda. Lo fulminó con la mirada, jadeando, deseándolo
muerto en el acto.
—La ira hará que te maten en el campo —le dijo, con la expresión
ilegible—. Tienes que aprender a bloquearla y centrarte únicamente en leer
a tu oponente, anticipando el próximo movimiento. La emoción puede ser muy
fácil para derrotarte.
—Tal vez ese es tu problema —escupió, poniéndose temblorosamente de
pies—. No tienes emociones, entonces no puedes ganar la pelea que más
importa. Quizás nunca podrás.
Dándole un fuerte empujón en el pecho, ella se alejó.
A lo lejos, creyó haber escuchado a Zan gritar, pero no estaba de humor
para tratar con él. Solo quería poner espacio entre ella y Nick, y sus hombres,
lo más rápido posible.
Salió del gimnasio, hacia el sol de la mañana. Encontró un lugar debajo
de un árbol cerca de un campo abierto y se quedó allí de pie durante un largo
tiempo.
Zan estaba sentado con Jax en la mesa del desayuno cuando Blue entró
con su compañera. La pareja estaba teniendo una conversación, y aunque su
lobo no estaba feliz de verla acompañando a otro hombre, él inmediatamente
sabía que Blue no era una amenaza. Su lobo se calló.
Al ver a Zan y Jax, se acercaron y tomaron asiento, Selene junto a Zan.
Le gustaba la forma en que se deslizó cerca, presionando su lado en el suyo.
—¿Estás bien ahora? —preguntó en voz baja.
—Creo que sí. —Miró el plato de tortitas frente a ella—. Creo que hice
el ridículo, ¿eh?
—No. Tuviste un punto para hacer con tu padre. Querías que él supiera
que no eres fácil.
—Y en cambio me pateó el trasero.
Él sonrió, tratando de aligerar el estado de ánimo.
—Y algo más.
Ella puso los ojos en blanco.
—Gracias.
—Come algo, bebé. Sé que debes tener hambre. —Ella lo miraba
extrañamente—. ¿Qué?
—Me has llamado bebé. En cierto modo me gusta eso —murmuró.
—Bueno. Entonces me aseguraré de llamarte así a menudo. —Con un
guiño, rompió sus tortitas, satisfecho cuando ella hizo lo mismo.
Estaban hablando con Jax y Blue, terminando el desayuno, cuando Nick
entró en el comedor. Selene se puso tensa junto a él, endureciéndose aún más
cuando el comandante se acercó a su mesa.
—Necesito un par de manos adicionales —dijo sin preámbulos—. La
mayoría de los demás todavía están funcionando.
—¿Qué pasa? —preguntó Jax, haciendo crujir su último trozo de tocino.
—Tengo que bajar al Bloque T y preguntar de nuevo al vampiro del
rancho, ver si cambia de opinión esta vez.
—Sabes que no va a renunciar a la mierda —dijo Zan con una mueca—.
Esos bastardos son tan tercos como son estúpidos.
—Sea como sea, tengo que darle una oportunidad más. Si hay alguna
posibilidad de que tenga un resbalón y nos cuente algo, necesito aprender lo
que sabe.
—No me gusta, jefe —dijo Jax frunciendo el ceño—. Casi te atrapó la
última vez, y eso fue con varios de nosotros en la celda.
—¿Qué? —La mirada de Selene rebotó entre Jax y su padre—. ¿Qué
quieres decir?
—El vampiro casi lo mató. Eso fue justo después de que lo capturáramos
y lo trajéramos aquí, antes de que llegaras. No te preocupes. Tendremos más
cuidado.
Zan arrojó su servilleta, mirando subrepticiamente a su compañera por
el rabillo del ojo. Ella estaba preocupada por su padre. Bueno, ¿no lo sabrías?
Su compañera no era tan distinta a Nick como aparentaba.
—Iremos —dijo Zan, y Jax asintió. Para Selene, Zan dijo—: Creo que
deberías quedarte aquí y tener la compañía de Blue.
—¡No! Iré contigo, y eso es definitivo.
Dejando sus platos, caminaron con Nick hasta el ascensor, luego bajaron
hasta el sótano. Como había predicho, las preguntas comenzaron.
—¿Cómo eliminas a las criaturas que se quedan aquí?
—De la manera más humana posible, dependiendo de qué tipo de
criatura sea —respondió Nick, echándola un vistazo—. En el caso de este
vampiro, una puñalada rápida al corazón lo matará. Decapitarlo se asegurará
de que se queda de esa manera.
—He oído que pueden levantarse si no les quitas la cabeza. —Parecía no
muy feliz con eso.
—Cierto.
Las puertas del ascensor se abrieron a un área de tipo industrial, el lugar
más austero de todo el edificio. Zan iba allí muy raramente, y en verdad,
odiaba hacerlo. No había nada más deprimente que interrogar a criaturas que
estaban condenadas a morir, incluso si las criaturas lo merecían.
—¿Qué hizo este renegado? —preguntó Selene, como si leyera sus
pensamientos.
—Asesinó a un joven trabajador de un rancho. Lo drenó y atacó
salvajemente el cuerpo. Fue un verdadero desastre.
—¡Dios!
Se callaron cuando Nick los condujo a la última celda. Se detuvieron y
estudiaron al vampiro de aspecto lamentable a través de las barras. Su ropa
estaba manchada con sangre seca y Dios sabía qué más. Estaban sucias, y la
criatura apestaba tanto, que era como si una mofeta rabiosa hubiera rociado
todo el sótano.
—Vienen a mirar embobados al pobre prisionero —siseó, alzando los ojos
amarillentos para estudiarlos de vuelta. Detrás de él, las cadenas temblaron,
asegurando las muñecas, aunque no se las podía ver.
A su lado, Selene contuvo el aliento.
—No hay nada pobre en ti. Simplemente tomaste tus elecciones —dijo
Nick.
—¿Elección? ¿Qué sabes sobre el hambre? ¿Un vientre dolorido que
nunca se llena?
—Más de lo que piensas. Nunca hay una razón para dañar a alguien
cuando te alimentas. Prince Tarron tiene una regla dura y rápida sobre no
matar a los donantes de sangre. Si tuvieras…
—¡Jódete, lobo sarnoso!
—Dime quién está detrás de estos ataques de renegados. Hay
demasiados para ser una ocurrencia natural. ¿Quién es el responsable? ¿Por
qué?
—¿Todavía crees que voy a decirte una mierda? —chilló. Entonces
comenzó a cacarear, un ruido inquietante de locura que hizo que la sangre de
Zan se helara—. Eso nunca sucederá.
Jax negó con la cabeza.
—Jefe, no va a hablar. Acabemos con esto.
—¡Maldición! Todo bien. Estoy cansado de escuchar su trasero, y no es
como si pudiéramos volver a ponerlo en la calle.
Nick marcó un código al lado de la puerta y esta se abrió. Entró, Zan y
Jax detrás de él. Entonces el vampiro se puso de pie, y Zan se dio cuenta de
su error.
El renegado ya no estaba encadenado. Había hecho algo que no debería
haber sido capaz de hacer: había roto las cadenas por la mitad.
—¡Presiona el botón y cierra la puerta! —le gritó Zan a Selene. Era
vagamente consciente de que las barras resonaron al cerrarse otra vez y sintió
un alivio momentáneo. Pasara lo que pasase, Selene estaba a salvo al otro
lado.
Él la vio de pie con la mano sobre su boca, los ojos muy abiertos, y luego
el renegado estaba encima de Nick, cortando, intentando abrir su garganta
con garras y colmillos. Se estrellaron contra las barras, y el comandante hizo
un cambio parcial, utilizando sus propias garras para llevarlas al costado del
renegado.
Aulló, y Zan lo arrastró hacia atrás. Jax lo ayudó a abordar a la cosa en
el suelo de hormigón, y los dos hicieron un trabajo rápido. Zan apuñaló con
sus garras debajo del esternón y hacia arriba, ensartando su corazón. Jax
cortó su garganta, luego la cortó hasta que la cabeza se alejó rodando, los ojos
del renegado se sorprendieron. Era una macabra visión.
—Genial —dijo Jax—. Tengo sangre maloliente de renegado en mis
jeans nuevos.
—¡Oye, está herido!
Ante el grito de Selene, giraron para ver a Nick tambalearse y sentarse,
fuerte. Corrieron hacia él, y Zan silbó.
—Herida de mordedura desagradable. Te alcanzó. Quédate quieto
mientras pedimos una camilla.
—No, puedo caminar —dijo Nick obstinadamente.
—¿Estás seguro?
Miró a su jefe. El hombre no iba a cambiar, así que él y Jax cedieron.
—Bien, pero te ayudaremos. Bebé, ¿puedes marcar el código para
dejarnos salir?
Él la llamó, y en segundos la puerta estaba abierta. Él y Jax levantaron
a Nick del suelo, él entre ellos y colgando uno de sus brazos sobre cada
hombro. La posición no era diferente a las muchas veces que habían ayudado
a un compañero SEAL herido en combate. Lo acompañaron al ascensor.
Zan no se perdió el horror en el rostro de Selene mientras estudiaba la
herida de su padre.
—Podrías haber sido asesinado —lo regañó.
—Siento decepcionarte —dijo con voz ronca.
Su pareja parecía como si la hubieran abofeteado. Zan pensó que
realmente la golpeó entonces, las ramificaciones de su enojo. Sí, había sido
injusto todo este tiempo. La duda y los primeros destellos de remordimiento.
Todas sus emociones estaban allí y desaparecieron en un instante.
Su compañera lo necesitaría, más tarde.
Arrastraron a Nick todo el camino hasta la enfermería, y Melina los
recibió en el vestíbulo con Noah. Quitaron las manos del comandante de él y
Jax, lo cual fue un gran alivio.
—Maldición, pesa mucho. —Jax gimió, girando su hombro.
—Va a estar bien, ¿no?
Zan tomó la mano de su compañera.
—Estará bien. Una herida por mordedura como esa es solo un rasguño
en comparación con algunas de las heridas que hemos tenido.
—De alguna manera, no estoy segura de que eso me haga sentir mejor.
—Lo siento. Pero estará como nuevo mañana. Confía en mí. Tiene esa
curación cambiante suya.
Ella parpadeó hacia él entonces.
—¿Por qué no lo sanaste?
—Porque no era una herida que pusiera en peligro la vida, bebé, o lo
hubiera hecho. Tengo que conservar mi energía para las cosas realmente,
realmente malas. ¿Vale?
—Por supuesto. Lo entiendo.
Estaba realmente sacudida por la herida de su padre. Este había sido un
día de revelaciones para ella, y él necesitaba ver a su compañera. Intentó que
se fuera, pero ella no se movería hasta que escucharan algo.
Finalmente, Melina salió, Nick pisándole los talones. Estaba un poco
pálido y tenía un vendaje nuevo en la curva de su cuello y hombro.
—Nuestro paciente vivirá —dijo, y luego sonrió amablemente a Selene—
. Comprobaré la herida nuevamente mañana, pero para entonces debería
estar bien. No hay secuelas de una herida de mordedura de vampiro, excepto
algo de dolor.
Selene casi cayó contra él. Luego encontró su voz y se encontró con la
mirada de su padre.
—Me alegra que estés bien.
Sus ojos se suavizaron.
—Gracias. ¿Por qué no dejas que tu compañero te lleve a descansar
ahora? Creo que haré lo mismo.
Zan sabía que eso era solo para su beneficio. El lobo obstinado se dirigiría
directamente a su oficina para trabajar.
—Creo que lo haré —dijo.
—Vamos bebé. Vamos a tumbarnos un rato.
Después de una última mirada a su padre, dejó que Zan la tomara de la
mano y la llevara de regreso a sus habitaciones. Suyas. A él le gustaba el
sonido de eso.
Una vez dentro, suavemente le quitó la ropa y luego la suya. Él la llevó
al baño y encendió la ducha, poniéndola tan suficientemente caliente como
para calmar sus músculos y relajarlos. Luego la llevó adentro con él.
Se lavó la sangre de sí mismo, frotando de la cabeza a los pies. Luego la
trajo bien y mojada, la enjabonó de arriba a abajo también. Se aseguró de
llegar a cada grieta, cuidando a su compañera como nadie más alguna vez lo
haría. Le hacía sentir orgulloso de cuidarla, de satisfacer sus necesidades.
Y ahora mismo, lo que su compañera necesitaba no era sexual.
Ella necesitaba que su compañero la abrazara, para hacerle saber que él
estaba allí. Siempre estaría allí para apreciarla. Pasara lo que pasase, ella
era suya.
Ella había sufrido un duro golpe en su campaña ‘Conseguir a Nick’, y su
paradigma mundial estaba cambiando. Sin su ira para usar como escudo
contra el mundo, estaba perdida.
Era simplemente una mujer que necesitaba a su hombre para sostener
su corazón magullado.
Así que eso es lo que hizo. Durante toda la tarde y la noche. La metió
cerca de su corazón y dejó que ella supiera, sin palabras, que podía confiar en
él. Que era suya.
A veces, las palabras no eran necesarias en absoluto.
8
Traducido por Emotica G. W
Corregido por Eli25
Zan supo que algo estaba mal, en el segundo que Selene entró en su
habitación.
Cerrando la puerta detrás suyo, se apoyó en ella y se encontró con su
mirada. Las lágrimas corrían por su cara, y él se levantó de un salto y corrió
hacia ella, tomándola en sus brazos.
—Bebé, ¿qué pasa? —Él besó un lado de su cabeza—. Dímelo.
—Hablé con mi padre. Finalmente me dijo todo.
Su sangre se congeló.
—¿Qué dijo?
—¡Se suponía que era yo! —Su voz se rompió, y lloró más fuerte.
—¿Qué?
—¡Yo era el objetivo del vampiro, no mamá! —dijo con voz ronca,
sollozando—. Vio lo que iba a suceder y me alejó. El renegado la mató en mi
lugar.
—Oh, no. —Él la apretó más fuerte—. Es por eso que nunca interfiere
con el destino.
—¿Por qué? ¿Por qué tuvo que pasar esto? Yo amaba a mi madre y a mi
padre. Éramos felices.
—Lo sé, bebé. Shh, por favor no llores.
—Eran los mejores padres.
—Estoy seguro de que lo fueron.
En paradas y comienzos, Zan logró sacarle el resto de la historia. Él la
condujo a la cama, la dejó sentada, y la abrazó mientras lloraba. Sabía que la
historia sería trágica cuando finalmente saliera, pero Dios. Su corazón se
rompió por todo lo que ella y su padre habían perdido. Y por su madre,
también.
Poco a poco, sus lágrimas disminuyeron y se volvió hacia él, colocando
suaves besos en su pecho. La excitación se agitó, su pene se alargó en sus
jeans e hizo el ajuste incómodamente apretado.
—No tenemos que hacer esto ahora, cariño.
—Hazme el amor, mi compañero —dijo sin aliento—. Por favor.
Él sabía lo que ella necesitaba: ser amada. Para olvidar durante un
tiempo.
—Con placer.
Primero se quitó los vaqueros y la ropa interior y luego la ayudó a
quitarse la camisa, los zapatos y los pantalones vaqueros. Salió de sus bragas
negras de encaje al final, extendiéndola para su mirada, usando esta y nada
más.
—Eres hermosa.
—Así que estás… dentro y fuera.
Inclinándose sobre ella, tomó su boca en un beso profundo, poniendo
todos sus sentimientos por ella en él. Él acarició su pelo, su mejilla, hombro,
y finalmente ahuecó un pecho lleno. Le encantaba el peso en la palma de su
mano, su calor. Amasando el montículo, sacudió el tenso pezón unas cuantas
veces con su pulgar, disfrutando de su jadeo y la forma en que ella se arqueó
en su toque.
Su mano se movió aún más abajo, los dedos se deslizaron debajo de sus
bragas y acariciaron a través de su arbusto pálido para sondear la carne
caliente entre sus muslos. Ella gimió, abriéndose para él, y él se sentó,
ayudándola a deshacerse de la prenda ofensiva. Tirando el trozo de material
al suelo, volvió su atención para hacerle el amor a su compañera.
Él se colocó entre sus muslos, extendiendo sus piernas, desnudándola
con su mirada hambrienta. Su pene palpitó, ansioso por ser enterrado dentro
de ella, reclamándola una vez más como suya. No por el momento, sin
embargo. Él quería saborearla.
Le encantaba ser comida, así que se obligó, y lamió su raja. Lo hizo
agradable y húmedo para él mientras saboreaba su dulzura salada. Su
esencia. Él la lamió hasta que ella le tiró del pelo, tan ansiosa por él como lo
estaba él por ella.
—¡Por favor, te necesito dentro de mí!
Acomodándose en su lugar, guió la cabeza de su pene hasta su entrada
y se deslizó a casa.
—Joder, sí —gimió.
Ella se agarró a sus hombros mientras él comenzaba a moverse,
bombeando lentamente en sus profundidades. Shocks de placer corrían a lo
largo de su longitud, apretando sus bolas mucho antes de que estuviera listo
para dispararse. Él quería que esto durara. Disminuir la velocidad no lo ayudó
a contenerse. De hecho, solo aumentó el éxtasis que lo prendió fuego y lo hizo
perder el control por completo.
Especialmente cuando sus colmillos se alargaron y él los hundió en la
curva suave de su cuello y hombro, reafirmando su reclamo.
Un rayo candente bajó por su espina dorsal y envolvió su pene y sus
bolas. No había nada que detuviera el intenso orgasmo que sacudió su núcleo,
enviando su semilla a chorros una y otra vez. Con sus piernas alrededor de su
cintura y ella gritando, encontró su propia liberación, y cabalgaron el resto de
las olas juntos. Por fin flotaron suavemente hacia abajo, abrazándose
fuertemente, y disfrutando de su amor.
Él amaba a su compañera. No había dudas.
—Te amo —dijo, besando su cabello—. No tienes que volver a decirlo.
Solo quería que lo supieras.
—Gracias. —Sus brazos se apretaron alrededor de su cuello—. No tienes
ni idea de cuánto significa para mí saber cómo te sientes. ¿Me das más
tiempo?
—Siempre.
No pudo evitar sentirse decepcionado de que ella todavía no pudiera
decir las palabras. Ella había pasado demasiado en su vida, tanta angustia.
No la culpaba por esperar hasta que llegara el momento. Ella lo amaba. Él
creía eso. Cada mirada, cada sonrisa, su apoyo hacia él, cada pequeña cosa
que había hecho desde su apareamiento sorpresa le mostraba cómo sus
sentimientos habían crecido. ¿Y no eran las acciones más importantes que las
palabras de todas formas?
Eso sería más que suficiente.
Por ahora.