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El Texto

I-Ejercicios de asimilación

Desarrolla las cuestiones siguientes:

I-Realiza una síntesis de la unidad del “texto”. Del libro del texto.

2. Realiza un mapa conceptual destacando las características del texto, a partir del
recurso subido en la unidad II

3. Cita las recomendaciones de Cassany para escribir frases eficientes.

II. Lee cuidadosamente el siguiente texto, y realiza las actividades que se piden
al final del mismo.

Hoy en día, en el trajín de la vida moderna, hemos dejado un poco la vieja costumbre
leer en nuestros ratos de ocio. La opción de la televisión como entretenimiento que
apenas demanda esfuerzo intelectual, es uno de los factores que originan esta
dejadez.

Sin embargo, ¿es simplemente un cambio de costumbre sin consecuencia alguna?


¿Qué tan importante es la lectura, no ya como fuente de información que es su
principal virtud, sino como fuente de entretenimiento? Mmmm, la lectura es realmente
importante. Nos ayuda a mantener activas y sanas las neuronas del cerebro.

Estudios clínicos han demostrado que así como nuestro cuerpo necesita ejercicio para
flexibilizar los músculos y evitar que se atrofien, el cerebro necesita también hacer
gimnasia para que no le suceda lo mismo. Las células del cerebro se activan cuando
la imaginación del lector se despierta ante el estímulo que supone el contacto con
creaciones literarias, bien en la forma de poemas, bien a través de cuentos, novelas o
ensayos.

No se trata en este caso de leer para informarnos, no; sino de leer simplemente como
entretenimiento. Cuando dedicamos un rato de nuestro tiempo libre a leer piezas
literarias, el cerebro trabaja al mismo tiempo que se divierte. Es cierto que resulta
más fácil buscar entretenimientos que no le exigen nada al intelecto como ver una
película, una telenovela, un juego de pelota… pero ahí está el problema: no activa las
neuronas del cerebro; y como este tipo de programa suele traer consigo mucha
violencia, en lugar de distraernos terminamos estresados.

La inactividad del cerebro lo hace proclive a atrofiarse, y contribuye a crear


personalidades superficiales o prejuiciosas. Con la lectura de obras de ficción, el
cerebro tiene que procesar las palabras y convertirlas en imágenes, lo que obliga al
lector a realizar una serie de operaciones intelectuales que favorecen su salud mental.

En una conferencia magistral sobre el tema La literatura y la vida, el laureado escritor


peruano Mario Vargas Llosa, premio Nobel de literatura 2010, manifestó que “la ficción
no existe para investigar un área determinada de la vida, sino para enriquecer
imaginariamente la vida”, lo que viene a corroborar desde el punto de vista de un
literato lo que la ciencia está descubriendo en su propio campo.

En suma, no es que propugne por evitar la televisión u otros tipos de entretenimientos,


lo que sí aconsejo es que se dediquen unas cuantas horas a la semana a leer obras
de ficción tales como cuentos, novelas, poesías, para mantener la mente ágil y en
forma.

(Versión libre del texto de Rolando Sifuentes, rescatado el 18 de mayo del 2012 en
http://www.123people.es/s/rolando+sifuentes)

Ejercicios

1.- Identifica en cuáles párrafos aparecen: la introducción, el desarrollo y la conclusión


del escrito

2.- Determina cuál de los párrafos ha sido desarrollado casi exclusivamente por
objeción. Ilustra tu respuesta

3. Comenta si el texto cumple con las recomendaciones de Cassany. Justifica.

4-¿Cuál es el propósito o intención comunicativa del autor de este texto?

5.- Analiza la expresión: “La inactividad del cerebro lo hace proclive a atrofiarse, y
contribuye a crear personalidades superficiales o prejuiciosas.

I!I. Después de leer el siguiente texto realiza una paráfrasis breve.

El verdugo, A. Koestler

"Cuenta la historia que había una vez un verdugo llamado


Wang Lun, que vivía en el reino del segundo emperador de la
dinastía Ming. Era famoso por su habilidad y rapidez al decapitar a
sus víctimas, pero toda su vida había tenido una secreta
aspiración jamás realizada todavía: cortar tan rápidamente el
cuello de una persona que la cabeza quedara sobre el cuello,
posada sobre él. Practicó y practicó y finalmente, en su año
sesenta y seis, realizó su ambición.

Era un atareado día de ejecuciones y él despachaba cada


hombre con graciosa velocidad; las cabezas rodaban en el polvo.

Llegó el duodécimo hombre, empezó a subir el patíbulo y


Wang Lun, con un golpe de su espada, lo decapitó con tal
celeridad que la víctima continuó subiendo. Cuando llegó arriba,
se dirigió airadamente al verdugo:

—¿Por qué prolongas mi agonía? —le preguntó—. ¡Habías


sido tan misericordiosamente rápido con los otros!
Fue el gran momento de Wang Lun; había coronado el
trabajo de toda su vida. En su rostro apareció una serena sonrisa;
se volvió hacia su víctima y le dijo:

—Tenga la bondad de inclinar la cabeza, por favor."

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