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S.Anne Gardner - Con-Solo-Pensar-en-Ti PDF
S.Anne Gardner - Con-Solo-Pensar-en-Ti PDF
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Índice
Sinopsis
Créditos
Renuncias
Primera Parte………………………………………………………. 7
Segunda Parte ……..…………………………………………….. 81
Biografía de la Autora ….……………..………………………… 181
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Sinopsis
Alex es una abogada muy triste y deprimida por una tragedia que
ha vivido, a lo único que se dedica es a trabajar, prácticamente ha
perdido todo contacto con su familia y amigos.
Reese es una maestra de escuela que tiene un accidente
automovilístico cuando está llevando a su hija Carly al hospital.
Alex las socorre y, sin poder evitarlo termina involucrándose en la
vida de Carly y su madre.
Reese es lesbiana, Alex ¿No?
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Renuncias
Esta historia contiene relaciones sexuales entre mujeres. Si esto te ofende,
o eres menor de edad, entonces vete.
Se agradecen los comentarios. Por favor envía tus comentarios por correo
electrónico a sanneol7@aol.com.
Dedicatoria:
Gracias; Por todo el amor, los sueños y la inspiración de los viejos tiempos;
Por toda la pasión y el deseo de elevarse; por todas las nuevas esperanzas 6
y por todo el amor por venir.
S. Anne Gardner
No sabía exactamente cuándo sucedió, pero sí sabía que una
mañana se había dado cuenta repentinamente que había perdido algo
importante. Miró por la ventana de su oficina en una esquina, en el bufete
de abogados para el que trabajaba.
Había perdido la alegría. Había perdido la alegría que una vez tuvo
con solo despertarse y mirar a los ojos de su único hijo. Habían pasado
dos años desde que Teddy había muerto. Habían pasado dos años desde
que apenas había visto nada.
Bueno, aquí estaba, dos años más tarde mirando desde su gran
oficina, parecía tener el control total de su vida. Su vida. Se preguntó
cómo iba a ser esto durante el tiempo. Se había acostumbrado a la
rutina. Se levantaba por la mañana e iba a la oficina. Salía de la oficina
después de las 9 pm cada noche y se llevaba el trabajo a casa con ella. 8
Los fines de semana trabajaba un poco más.
—Alex, ¿Sabía que estarías allí? —preguntó la voz al otro lado del
teléfono.
—Está bien, vas a estar bien —dijo suavemente a la niña que trató
de controlar valientemente el llanto.
—Todo va a estar bien, Ángel. —La niña la miró a los ojos y Alex se
sintió conmovida por la mirada de confianza que vio allí—. Voy a buscar
a tu mamá. Volveré, ¿de acuerdo? —La niña afirmó con la cabeza en
acuerdo.
Alex levantó la vista y fue recibida por un joven vestido con una
bata blanca.
—Ella estará bien. Fue una fractura simple. Su madre tiene una
conmoción cerebral. Nos gustaría que se quedara toda la noche para
observación. —Le dijo mientras comenzaba a escribir en un recetario.
Carly deslizó su pequeña mano en la de Alex. Miró a la niña
mientras se apoyaba contra ella.
—Aquí hay una receta para un poco de Tylenol con codeína para
Carly en caso de que tenga mucho dolor. Algunos niños están bien, otros
se ponen muy confusos. Pídale a su madre que la lleve a su pediatra en
una semana para revisar el yeso. —Él le entregó un pedazo de papel.
Alex se pasó los dedos por el pelo sin saber exactamente qué
hacer. Quizás la madre pudiera responder algunas de estas preguntas.
—¡Mamá! —Carly corrió hacia la cama. Alex llevó una silla al lado
de la cama para que la niña pudiera pararse en ella y ver a su madre.
p p p
—Aquí Alex, bebe esto —dijo Carly mientras guiaba el vaso hacia
la boca de Alex—. Probablemente estés cansada. Mi mamá tuvo un
resfriado muy fuerte una vez y se cansó mucho. Recuerdo que le
conseguí un vaso de agua y se sintió mejor —Terminó de decir cuando
Alex bebió el agua—. ¿Te sientes mejor ahora?
p p p
Una hora después, una mujer y una niña ingresaron al hospital. Alex
caminó un poco más rápido con anticipación cuando se acercó a la
puerta de la habitación del hospital donde la madre de Carly estaría
esperando.
—Alex me hizo los huevos tal como los preparas para el desayuno,
mamá —dijo Carly cuando los ojos de Reese volvieron de una a otra.
—Sí.
p p p
Alex casi corre por el pasillo. Cuando llegó al exterior del edificio, se
apoyó contra la pared e intentó regular su respiración. Los ataques
volvieron. Cuando se sintió en control de sí misma, caminó de regreso a
su auto y condujo a casa.
Alex no trabajó por el resto del fin de semana. No hizo casi nada,
nunca abandonó la habitación de Teddy. Finalmente se había
enfrentado a perder a su hijo. Y cuando aceptó su pérdida, encontró el
dolor insoportable.
p p p
—Srta. Masters, hay una Sra. Owens aquí y ella insiste en que debe
verla —dijo Carol.
—¿Alex?
Sus ojos miraron hacia arriba y se encontraron con una mirada muy
curiosa en el rostro de Elliot.
Los ojos azules se encontraron con los verdes. Alex se puso de pie
detrás de su escritorio. Ambas mujeres se perdieron una vez más en los
ojos de la otra.
—Sí, gracias.
—Quería agradecerte por lo que hiciste por Carly y por mí. Ella me
dijo lo amable que fuiste con ella. —Reese se inclinó hacia delante en su
silla. Le dio a Alex una brillante sonrisa—. No ha dejado de hablar sobre
cómo Alex hizo esto y Alex hizo lo otro. Y tiene razón, fuiste muy amable y
estoy muy agradecida. —Alex solo miró a la mujer frente a ella
hipnotizada por la voz. Los ojos de Reese miraron hacia abajo—. Sé que
no fui muy amable contigo en el hospital ese día. Supongo que... no estoy
acostumbrada a la amabilidad sin algo a cambio. —Levantó la vista de
nuevo.
—¡Espera!
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Reese se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Alex.
—Por favor, no te vayas —le dijo Alex—. ¿Por favor? —Ella extendió
la mano y tocó el brazo de Reese. Ambas mujeres se pararon, a la
distancia de los brazos, mirándose fijamente.
—Sí, sí me gustaría.
p p p
Reese entró en su casa y, mientras colgaba el abrigo, sonrió para sí
misma. Había pasado tanto tiempo desde que había conocido a alguien
que le gustaba. Alex era una gran paradoja. Pero un misterio, por el que,
por alguna razón pensó, valía la pena arriesgarse. Estaba increíblemente
distante un minuto y luego sus ojos contaban otra historia. Sí, Alexandra
Masters era un rompecabezas interesante por resolver.
p p p
p p p
p p p
—¿Hola?
—Alex, ¡hola!
—Recuerdo que me dijiste que ibas a estar libre este fin de semana
y bueno... hay una película que quería ver y pensé que tal vez... 25
—¡Sí, me encantaría ir Alex! —Reese respondió muy entusiasta.
p p p
p p p
Conocer a Alex había traído todas las cosas que extrañaba. Solo
que no se había dado cuenta de que se había perdido nada hasta
ahora. Encontró a Alex tan hermosa de pie allí. Todo lo que había
pensado desde la llamada de Alex, era en Alex durante el almuerzo, Alex
que la rescataba, Alex que había sido tan cariñosa con Carly, Alex que
era tan vulnerable. Alex, Alex, Alex.
—Oh, claro, eso sería bueno. Una coca de dieta si tienes una.
Así que la hora de la cena iba y venía. Reese puso otro tronco en
el fuego, se sentó junto a Alex en el sofá y decidió leer un libro. Y a medida
que pasaba el tiempo, sus ojos también se pusieron pesados y el sueño
también la alcanzó.
p p p
Reese despertó por el sonido de gemidos. Miró a su alrededor y vio
a Alex. Obviamente estaba teniendo una pesadilla. Sus gemidos se
hicieron más agitados.
—No... No... por favor, no... —Alex repetía una y otra vez. Reese se
acercó y le acarició la cara.
—Alex, despierta.
Los ojos de Alex se abrieron. Tenía una mirada de dolor en sus ojos
y tan pronto como el azul se encontró con el verde, el verde se llenó de
lágrimas que simplemente se desbordaron. Reese la rodeo con sus brazos
y la abrazó con fuerza cuando Alex comenzó a sollozar.
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—Solo fue un sueño, cariño. Estás a salvo, solo fue un sueño —
murmuró Reese en su oído suavemente. No supo cuánto tiempo la retuvo
hasta que cesaron los sollozos. Siguió tranquilizándola mientras
acariciaba su cabello. Y después de un rato, se dio cuenta de que Alex
estaba respirando normalmente otra vez.
—Alex, espera...
—¡No lo estaba!
—Me invitaste a almorzar, me invitaste al cine, aceptaste mi
invitación a la cena... y Alex, ¡me devolviste el beso! —terminó y miró a
Alex esperando una respuesta. Alex permaneció en silencio, tomó su
abrigo, se lo puso y cuando estaba a punto de salir por la puerta, miró
brevemente a Reese antes de salir, cerrando la puerta detrás de ella.
p p p
¿Cómo pudo haber pasado esto? Repetía una y otra vez Alex en
su cabeza.
—¿Hola?
—Sí, soy yo. ¿Cómo estás? —Su voz sonaba tensa incluso para ella
misma.
p p p
—Gracias Elliot.
—Sí... muy graciosa. Tengo que admitir que nunca pensé que lo
lograrías —le dijo a ella. Alex lo miró muy seria ahora.
—¿De qué diablos estás hablando Elliot? ¿Por qué es que siempre
actúas como mi padre?
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Reese había esperado que cuando Alex tuviera la oportunidad de
pensar las cosas, ella llamaría, pero nunca lo hizo. Al principio, se enojó y
luego la ira se convirtió en tristeza, porque Reese sabía había visto que
algo especial sucedía entre ellas. A Alex simplemente no le importaba lo
suficiente. De alguna manera, a nadie le importó lo suficiente. Ella había
estado tratando de ser la segunda mejor toda su vida. Y sí, por un tiempo
se entregó a la autocompasión. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpida
para enamorarse de alguien tan rápido?
—Alex —dijo en voz alta hasta que fue interrumpida por su hija.
—Mami, vamos, ¡vamos a llegar tarde! —exclamó Carly mientras
tiraba de su madre.
—Sí, creo que eso suena genial. —Agarró la pequeña bolsa al lado
de la puerta y ambas caminaron hacia el auto para ir al juego de ligas
menores de Carly.
p p p
—Kate, se lo compensaré.
Se cortó la comunicación.
—Está bien, está bien. Estaré allí. Tal vez llegue un poco tarde, pero
estaré allí.
—Adiós.
—Adiós Kate.
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—No hay chistes de barro, está bien, Kate —dijo Alex con una
sonrisa.
Kate levantó las manos. —¿De la tierra al barro contigo? ¡Oh no! —
Ella comenzó a reír realmente ahora.
Kate se quedó allí con una gran sonrisa en su rostro. Estaba a punto
de abrir la boca cuando Alex le dio la famosa mirada de la muerte y
volvió a cerrar la boca.
Kate se volvió hacia Alex y al instante sumó uno más uno. Alex
nunca le había dicho el apellido de la Reese a la que se había referido
esa noche. —Conozco a Reese, Alex. Kevin y Carly están en el mismo
equipo.
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—Galletas.
—Está bien, tal vez debería seguirte en mi auto para que no tengas
que traernos de vuelta más tarde.
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Alex no dijo nada. Miró hacia el suelo. Sabía que era hora de hablar
con Reese. Después de todo, ella era su amiga, su mejor amiga y la más
cercana. En el corto tiempo que se conocían, se sentía más cercana a
ella que a nadie. Sintió una ligera caricia en su brazo y miró hacia arriba.
—Alex, no tienes que decir nada —dijo en voz baja con su mano
todavía descansando amorosamente sobre el brazo de Alex.
—Su nombre era Teddy. Era mi hijo. —Hizo una pausa para ver si
Reese escuchaba. Su corazón se estaba rompiendo al escuchar la voz
de Alex. Ella sabía que debería dejar que lo dijera a su manera y
simplemente estar allí. Lo más importante que podía hacer por su amada
era escuchar y estar allí para ayudar a recoger los pedazos.
p p p
Alex estaba llena de una necesidad de poseer. Ella quería y eso era
todo lo que su cerebro registraba. Quería tocar, sentir, besar y acariciar.
Quería hacerle el amor a Reese. Y cuando registró ese pensamiento, su
cabeza se aclaró. Y donde un momento antes estaba llena de
necesidad, ahora estaba llena de miedo. Y se veía en sus ojos.
—Oh, entonces es por eso por lo que vienes ¿eh? ¿Porque te doy
de comer? —dijo fingiendo estar enojada.
—Descubriste mi secreto.
Reese comenzó a revisar los armarios y luego fue a mirar dentro del
refrigerador. —¡Dios! Alex, ¡realmente no tienes comida aquí! —Se volvió
para mirar a su amiga.
—¿Mamá?
—¿Tienes hambre?
—Uh hum. —La cabeza de Carly miró hacia Alex—. Hola Alex —dijo
y le tendió la mano. Alex se acercó y se sorprendió cuando Carly le tendió
las manos y se dirigió a sus brazos. La niña enterró su cara en el cuello de
Alex y sus brazos alrededor de sus hombros.
Alex sintió la misma sensación, de que era lo correcto, que tuvo con
Reese hace solo unos minutos. Ella levantó la vista y Reese le estaba
sonriendo.
—Se quedó dormida otra vez —dijo Alex mirando a Carly y luego a
Reese.
p p p
—Oye, casi lo olvido. Necesito una cita para la cena de los Premios
Carlton. ¿Qué te parece? ¿Vas a ir con alguien?
p p p
—Lo siento.
—Pensé que les gustaría venir este sábado para una barbacoa y
un chapuzón en la piscina. Rob está preparando su famoso pollo
salteado. No te preocupes, todos sobrevivimos a la parrilla de Rob —
terminó de decir riendo.
—Kate...
—Eres buena para ella. Aún no sabe cuánto, pero lo hará —dijo
Kate a Reese, que tenía los ojos muy nublados.
—No.
—Lo hará, dale su tiempo Reese. Mi hermana puede ser lenta, pero
no es estúpida —se rio de nuevo—. ¿Así que hablarás con ella sobre el
sábado?
—¿Sí?
—Gracias.
p p p
Alex conducía como de costumbre hacia la casa de Reese
después de que había terminado en la oficina. Se detuvo frente a la casa
y se sentó en su auto. Ella se hizo tantas preguntas. Sobre todo, ¿Cómo
había llegado allí? ¿Qué estaba haciendo viniendo aquí todos los días?
Había pasado una semana desde el momento en que ella y Reese se
habían besado por última vez. Y tenía que admitir que lo había pensado
mucho. Cuando Elliot le preguntó si la estaba viendo, ella respondió
rápidamente que no. ¿Es por eso por lo que aceptó la invitación de Elliot
a esa cena de premiación el sábado? Estaba tan confundida que no
sabía qué hacer o pensar.
—Hola —dijo Reese con la sonrisa más hermosa que Alex había visto
nunca.
Si, debo admitir que Reese es hermosa, pero puedo admirarla sin...
Luego miró a su alrededor, evitando los ojos de Reese.
—¿Alex?
—Sí, Elliot me pidió que fuera a la cena de los Premios Carlton con
él y acepté. Es este sábado. —Alex todavía no miró a Reese.
Alex tiene una cita. Alex está saliendo con alguien más. Alex será
besada de buenas noches. Alex... Alex... Alex. No estaba segura de
cuánto tiempo estuvo parada frente a Alex en silencio. Alex nunca
levantó la vista. Finalmente, ella fue capaz de hablar.
—¿Por qué?
—¡No! Vete, Alex. ¡Por favor, vete! Duele amarte. —Rompió a llorar
de nuevo.
Reese era todo lo que su mente seguía diciendo. Todos sus sentidos
estaban inundados por la necesidad de Reese. Y cuando la boca de
Reese se acercó, Alex no esperó. Su boca salió a su encuentro.
—Oh Alex...
RINGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.
—¿Qué es eso?
RINGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.
—Será mejor que vaya... —Intentó quitarse del abrazo de Alex. Alex
tiró de ella de nuevo en sus brazos. Alex sonrió, besó sus labios ligeramente
y luego la soltó. Reese le devolvió la sonrisa y se sonrojó. Se estaba
alisando el pelo y la blusa mientras caminaba para abrir la puerta.
p p p
—Sí, con osos y todo eso —dijo la niña con seriedad mientras
negaba con la cabeza.
—Sí, es por eso por lo que tenemos que practicar todas estas cosas
de seguridad —explicó.
—¿Qué es esto que escucho sobre un viaje de campamento? —
preguntó Reese riendo.
p p p
Durante los días siguientes, simplemente volvieron a la vieja rutina.
Era como si ambas temieran asustar a la otra. Alex solía ir todas las noches,
y las tres cenaban, veían televisión o jugaban a juegos de mesa. Alex solía
despedirse y besar a Carly y luego besar a Reese en la mejilla.
—¿Si Katherine?
—¿Tú qué?
—YO…
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—Hola Reese, entra —dijo Kate con una sonrisa—. Carly, cariño,
¡me encanta ese traje rosa!
—Está bien, mami —dijo Carly mientras corría hacia las puertas
corredizas que conducían a la piscina.
—¡No corras, Carly!
Carly dejó de correr y miró hacia atrás. —Lo siento. —Ella comenzó
a caminar lentamente hacia las puertas y salió.
Kate miró hacia Reese. —¿No viene Alex? —le preguntó a Reese.
—No sé nada, Kate. Anoche nos dijimos buenas noches y eso fue
todo. No quería presionar demasiado. —Reese parecía desamparada.
—No lo sé, Kate. Tal vez debería tratar de dejar esto atrás. Me está
haciendo miserable. Y Alex... bueno, Alex puede necesitar una amiga, no
una amante.
—Lo siento, Reese. Ella está tan perdida en esto —dijo Kate mientras
ambas salían a la piscina.
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Habían pasado cuatro días desde la última vez que había hablado
con Reese. Estaba hosca y la dureza, que había empezado a dejar sus
rasgos, había vuelto a aparecer en su cara otra vez.
p p p
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Reese llamaba todos los días durante el resto de la semana y Alex
no estaba disponible. Alex había empezado a sentir el frío deslizarse de
nuevo en su vida. Sus días estaban llenos de trabajo y más trabajo.
p p p
¡Reese! Reese se paró frente a ella. Todo lo que tenía que hacer
era acercarse y podía tocarla, abrazarla, besarla...
73
—¿Me vas a dejar entrar o me odias tanto? —Reese preguntó con
enojo.
El sonido de los cristales rotos llenó el silencio. Reese miró hacia atrás
y encontró a Alex todavía parada en el mismo lugar mirándola, el piso
debajo de ella estaba cubierto por vidrios rotos. —¿Estás huyendo? —
preguntó una Alex enojada.
Reese miró a los ojos vulnerables. Ella vio tanto dolor. Su mano fue
a acariciar la cara de Alex. —No te haré daño cariño —dijo en voz baja.
—Reese, quiero verte —dijo Alex, con una voz sin aliento tan llena
de pasión que apenas la reconoció como propia.
—¡Ven! —Tomó a Reese de la mano otra vez y subió más rápido los
escalones restantes.
Alex nunca apartó sus ojos de los de Reese. Reese se quitó el sostén
y, mientras caía al suelo, los ojos de Alex bajaron hasta los pechos de
Reese. Recordó que tenía la boca abierta. Su mano se extendió y
acarició. Sus ojos miraron hacia arriba y vio cuando los ojos de Reese se
cerraron y su cabeza se inclinó ligeramente hacia atrás. Sus manos
comenzaron a acariciar el abdomen y luego comenzaron a desabotonar
los pantalones.
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El timbre del teléfono al lado de la cama de Alex las despertó. Los
ojos de Alex se abrieron molestos y rápidamente sus rasgos se convirtieron
en una sonrisa que alcanzó sus ojos cuando vio a la mujer tendida sobre
ella. Alcanzó el auricular.
—Ahora no Kate.
—¡Escucha, idiota! ¡Vi a Reese ayer y esa chica merece algo mejor
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que tú! —Kate dijo con indignación.
—¡Alex!
p p p
—Te amo, sabes —respondió Alex con una sonrisa más grande.
Reese se acercó a ella y la tomo en sus brazos—. Y no, no tengo ningún
huevo. No creo que tenga mucho de nada allí.
p p p
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—Yo... sí, todo está bien. —Volvió a los papeles que tenía delante.
—¿Alex?
—¿Hola?
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p p p
Habían pasado dos días desde que no había hablado con Reese.
La puerta de su oficina se abrió de golpe, y frente a ella había una rubia
muy enojada, seguida poco después por una Carol muy molesta. —Lo
siento, señora Masters...
—Está bien Carol, somos viejas amigas. —Alex dijo con aire de
suficiencia. Carol salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.
p p p
—Oh Dios, ¿Por qué tiene que doler tanto? —Se cubrió la cara y los
sollozos llegaron—. Alex... Alex.
p p p
—Solo algunas cosas con las que lidiar. Pero está bien —dijo Reese
en voz baja.
—Sí, lo hacía. Bueno, será mejor que nos vayamos. —Reese trató de
controlar las lágrimas que amenazaban con derramarse—. Adiós Rose,
no te preocupes por mañana. —Ella tranquilizó a su amiga.
Rose sabía todo acerca de estar triste. Recordó cómo había sido
cuando Paul se fue. Ella pensó que eso iba a matarla, pero no lo hizo.
Había visto la misma tristeza en Reese. Sabía que algunas cosas, las
personas solo lo hablaban cuando estaban listas. Y Reese, pensó Rose,
no estaba preparada. Tal vez la tristeza era este hombre llamado Alex.
p p p
—¡Kate, es el 23 de septiembre, no sé qué haré para el Día de
Acción de Gracias! —Alex dijo irritada.
—¿Sabes qué, Alex? Te estás volviendo cada vez más difícil. ¡Si no
te amara, me lavaría las manos! —Kate gritó de nuevo.
—Reese, hola.
—Hola, Kate.
p p p
—Muchas gracias por recoger a las chicas de las Scouts por mí hoy.
Entra —dijo Rose.
—De nada, puedo quedarme un minuto. Las chicas están llevando
su proyecto al garaje. —Reese entró en la casa de Rose.
—Reese, creo que eres una maestra maravillosa. —Rose miró a una
sonriente Reese—. También creo que eres una persona muy agradable.
Y, también eres mi amiga. Quiero que sepas que estaré aquí para ti sin
importar lo que pase. Reese, creo que deberías hablarme de Alex.
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La boca de Reese se abrió y se cerró. Parecía incómoda y se
notaba.
p p p
Elliot se encontró sin palabras. Él había sabido que algo estaba mal.
Ya no podía entender lo que estaba pasando con Alex. Por un tiempo
pensó que podría haber conocido a alguien y luego esto.
—No, no lo sabía.
p p p
Kate no quería mentir, pero pensó que podía ser creativa con la
verdad. —Alex está inundada de trabajo estos días. Dudo que ella vaya
a asistir. Pero si lo hace o no, me gustaría que vinieras.
p p p
p p p
Rob la miró y sonrió. —Eres una romántica Kate. No sé qué haría sin
ti. —Él levantó la mano de ella y la besó.
Alex comenzó a decir adiós cuando recordó la ira. Y esa ira era
todo lo que la consumía. —¿Dónde está tu otra mitad? —Su voz estaba
llena de veneno. Reese se sobresaltó por el repentino cambio y se volvió
para mirarla.
—¿Sabe ella que eres del tipo de chica de las que “aman y dejan”?
—Alex pregunto insultando.
—Hablé con ella ese día cuando estabas en la ducha. ¡Lo sé,
Reese! —Alex finalmente gritó—. Dios, ¡cómo te odio! —gruñó. Apretó a
Reese contra la pared hasta que ninguna de las dos pudo respirar aire sin
que la otra lo sintiera. Y como antes, Alexandra no pudo resistir el deseo
de besar esos labios que perseguían sus sueños noche tras noche durante
los últimos meses.
De repente todo se volvió tan claro. Alex se quedó allí y vio a Gail
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guiando a Reese a través de la multitud. ¿Qué había hecho?
p p p
—Te deseo. Eres lo que quiero, Reese. Una vez me dijiste casi esas
mismas palabras. —Alex miró hacia abajo y luego a los ojos sorprendidos
de Reese—. Te quiero —susurró ella.
—No.
Furiosa, Alex dirigió su ira a Gail. —¡Tú! Esto es todo culpa tuya, tus
mentiras... —Alex fue interrumpida.
Tanto Alex como Gail la miraron fijamente. Gail entró y tomó sus
cosas. Mientras caminaba junto a Reese, dijo; —Eres lamentable. Me voy
de aquí.
—No me iré hasta que hable contigo —le dijo Alex nuevamente a
Reese—. ¿Por favor?
El beso fue de ternura y amor. Alex la besó con suavidad una y otra
vez y durante todo ese tiempo, siguió susurrando las únicas palabras que
sabía que eran ciertas. —Te amo, Reese, te amo.
Cuando Alex dejó su vida, ella pensó que moriría. Reese nunca
había experimentado tanto dolor. Le había costado tanto no caer en
pedazos delante de Carly como hacía todas las noches cuando estaba 103
sola en la cama, deseando y llorando por Alex. Las noches fueron las
peores. Las noches de Reese eran oscuras y solitarias. Había esperado y
amado tanto a Alex. Le había dado todo lo que había ocultado de los
demás antes. Y Alex la había abandonado.
RINNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.
—¡Oh Dios, otra vez no! —Reese exclamó—. Alex, Alex, es la puerta. 105
—Intentó poner algo de orden en las emociones que en ese momento
habían sido tan densas que restringían la respiración. Alex la sostuvo por
un momento sin decir una palabra. Reese podía escuchar su respiración
mientras Alex intentaba controlarla. Podía sentir los latidos del corazón de
Alex contra su propio pecho. Y cuando empezaron a separarse, Reese
vio unos ojos llenos de amor y pasión por volver mirándola.
La sala se llenó de repente con una dinamo rubia de siete años muy
enérgica. Quien tan pronto como vio a Alex corrió a sus brazos.
Rose vio todo esto y juzgó. Ella sabía todo acerca de Alex. Alex
había lastimado a Reese terriblemente y ella no estaba dispuesta a
hacerle favores. Después de que Reese había confiado en ella esa tarde
tomando café en su cocina, Rose se había vuelto muy protectora con su
amiga. Reese se había convertido en las últimas semanas en su amiga
más querida. Rose sabía que Reese era una persona amable y cariñosa.
Y ahora, poniendo cara a la persona que había lastimado tanto a su
amiga, la desaprobación de Rose era claramente visible.
—Día a día, Rose. Lo voy a tomar día a día. —Reese observó a Carly
y Alex. mientras no se hablaban, con entusiasmo. Vio a Alex bajar a la
niña y, tomadas de la mano, caminaron hacia la cocina. Reese miró a
Rose que también había estado observando.
—Oh no, Alex, no lo es. No lo es —dijo Reese con una sonrisa tímida.
Alex sonrió con ternura a cambio. Ambas mujeres se miraron la una a la
otra por un momento con Rose mirando. Esperaba que esta vez Alex se
quedara. No quería que le gustara, pero de alguna manera, parecía
correcto. Estas mujeres se pertenecían.
p p p
p p p
—Hola señoritas.
Tanto Carly como Reese miraron hacia arriba. Alex dejó una caja
que decía “Panadería La Bonne” y sostuvo en sus brazos un ramo de una
docena de rosas rojas. Reese sonrió.
—Hola Alex.
—Hola pequeño pececito, ¿quiénes son tus amigos? —Alex
preguntó con una sonrisa.
—¿Mami sabe?
—Sí.
Los otros dos niños estaban en sus bicicletas esperando. Alex miró a
su alrededor. —Oye pequeño pececito, ¿dónde está tu bicicleta?
—¡Realmente me asustaste!
—Lo siento, —dijo Alex en voz baja. Reese miró a los ojos que
siempre le habían quitado el aliento, y ambos pares de ojos se
conectaron y ambas bocas se tiraron al tacto.
p p p
Una hora y media después, Carly entró en la cocina y miró a Alex
con curiosidad.
—¿Hola?
—Sra. Owens, esta es la Sra. Perry. Quería que la llamara para que
pudiéramos programar las lecciones de Carly. 114
—¡Oh sí, señora Perry! ¿Qué hora tiene disponible? —Reese
preguntó con entusiasmo. Alex y Carly escucharon atentamente.
—¿Qué están haciendo ustedes dos? —Reese les dio una sonrisa
interrogante.
p p p
p p p
Unos días después, Reese y Carly se detuvieron en su camino de
entrada y encontraron que Alex ya estaba allí. Cuando Reese salió del
auto, notó una enorme caja de cartón vacía junto a los botes de basura
en el costado de la casa.
—Pero Reese, eso la hace feliz. —Alex tomó a Reese en sus brazos
con entusiasmo.
—¿Tú? ¿Necesitas mi opinión? ¡Dios mío, los cielos y las mareas! — 118
Kate exclamó con humor.
—Está bien, está bien, es muy gracioso, pero en serio. Quiero darle
un anillo a Reese. —Alex dijo, buscando la reacción de su hermana.
—No.
p p p
119
Reese estaba furiosa. Estaba pisando fuerte y despotricaba. —¡No
puedo creer que hayas hecho esto!
—¡No! Nada de peros. ¡No puedo creer que fuiste e hiciste esto sin
hablar primero conmigo de ello!
—¿Entender? ¡Entender!
—Está bien, tal vez esa no sea la palabra adecuada. —Alex intentó
sonreír.
—Alex, no me estoy riendo y esto no es gracioso. ¡No puedo creer
que saliste y compraste un piano de 5,000 dólares para Carly y no me lo
dijiste!
—Pero Reese, ella necesitaba uno y pasamos por esta tienda y este
le encantó y...
—Tú y yo, Reese. ¡Dijiste que sí! —Alex gritó y tomó a Reese en sus
brazos—. ¡Dijiste que sí! —Gritó. Reese la miró y sonrió mientras negaba
con la cabeza. Alex coloco un dedo debajo de la barbilla y la miró a los
ojos mientras esas palabras resonaban en su corazón—. Dijiste que sí, —
repitió. Ambas se quedaron mirando a los ojos del amor.
p p p
Alex tuvo una sonrisa en su cara todo el día. Los cambios que se
habían producido en su conducta y su carácter eran tan obvios que todo
el personal del bufete de abogados se le quedó mirando al pasar. Alex
se veía feliz.
—¿Enamorada? 121
—Sí.
—Alex...
p p p
—Oh, Rose. Ella es todo lo que quiero y necesito. Nunca sentí nada
por nadie como lo que siento por Alex, —confesó Reese a su amiga.
—¿Qué es “dadum”?
—Donde quieras.
—Lo que sea que te haga feliz, —respondió Alex, dando un paso
más cerca.
p p p
—No, perfecto.
—¿Alex?
—Lo sé. Pero Alex, tienes que decirles. ¿Reese sabe qué esperar de
mamá y papá?
p p p
—He conocido a alguien que amo mucho y que me ama, —dijo
Reese. Hubo silencio en el otro extremo del teléfono—. ¿Papá?
—Me alegro, Reese. Hablaré con mamá sobre ella. Será difícil al
respecto, ya sabes, pero cederá, siempre lo hace. Bueno, te amo, bebé.
A medida que pasaban los años, sus padres nunca tuvieron tiempo
de venir a verla a ella y a Carly porque se habían involucrado tanto con
Patricia y sus otros nietos. Reese había sentido el desaire más de una vez.
¿Por qué le importaba? Porque simplemente lo hacía, fue la respuesta
que siempre se dio.
—¿Qué pasó?
—No lo sé Reese. No lo sé
p p p
—¿Es eso lo que quieres pensar? ¿Qué estoy loca? ¿Eso haría que
esto esté bien, madre? ¿Preferirías que estuviera loca que feliz? —Alex
gritó en el teléfono.
p p p
p p p
—¿Eso crees?
—Lo sé.
—Alex... no quiero que te vayas, —dijo Reese con voz ronca. 132
La boca de Alex encontró la de Reese. Nunca dejó de sorprenderla
cómo en un instante su cuerpo se llenaba de deseo con una simple
palabra de esta mujer en sus brazos. Había querido a Reese todo el día.
Sus manos se metieron dentro de la blusa de Reese y encontraron y
ahuecaron los pechos que buscaba.
Alex fue despertada por la luz que entraba por la ventana. Sintió el
cuerpo de la mujer que amaba parcialmente sobre ella. Besó el pelo
rubio con una sonrisa y la abrazó. Sus ojos comenzaron a mirar a su
alrededor y luego se abrieron de golpe. Se habían quedado dormidas en
el sofá y ambas estaban completamente desnudas. Sus ojos miraron a su
alrededor mientras sus oídos escuchaban a Carly bajar las escaleras.
Agarró un chal de Reese que colgaba sobre el sofá y trató de cubrirlas lo
más posible. Reese se acercó y se aferró más a su amante.
—¿Lo hiciste?
—Sí, solo puedo tener un ataque al corazón por día, —dijo Alex con 134
alivio.
p p p
—No... No, quiero vivir con ustedes dos para siempre, —dijo Alex
rápidamente.
—¿De verdad?
p p p
Alex respiró hondo y continuó su conversación. —Carly, cuando
dos personas se aman como tu madre y yo... bueno, quieren construir una
vida juntas. Quieren planificar un futuro y construirlo para que dure. Y para
hacer eso se debe construir sobre la honestidad y el amor. —Alex miró a
Carly, quien la miró confundida—. Está bien, déjame intentarlo de nuevo.
Cuando dos personas se aman como tu mamá y yo ...
—¿Alex?
—¿Si cariño?
—Sip, supongo.
—Bueno, creo que será mejor que hablemos con mamá, ¿no es
así?
p p p
138
—Hola a las dos, —Reese dio la bienvenida a Alex y Carly a la casa.
p p p
p p p
Más tarde esa noche James lo había recogido. Ella había besado
a Teddy y le había revuelto el pelo. Mientras se alejaban, él se volvió y ella
pudo verlo despedirse a través de la ventana trasera. Recordó haberle
devuelto el saludo. Más tarde esa noche pensó que lo sorprendería y fue
a comprar el snórquel y las aletas en la tienda de deportes. Los tenía
envueltos para regalo.
Alex sonrió. —No, tenemos una vida para construir y Carly merece
un hogar. Esta era la casa de Teddy, no la de Carly. Teddy estará
conmigo para siempre. Carly merece su propio tiempo y espacio.
p p p
—¿Estás bien?
p p p
—No.
—Sí, lo sé.
—Dilo.
Kate tenía una amplia sonrisa en su rostro. Ella se sintió bien. Alex
iba a estar bien.
144
p p p
—La agente de bienes raíces me llamó hoy. Ella dice que hay una
casa que es perfecta para nosotras. Pasé a ver a Kate, mi madre y mi
padre vienen para el Día de Acción de Gracias. Ah, y la agente de bienes
raíces dice que tiene una hermosa piscina. Recuerdas lo gracioso que fue
cuando Carly comenzó a decirle... —Reese interrumpió.
Reese caminó hacia la ventana y miró hacia afuera sin decir nada.
Alex esperó donde estaba.
—Reese, lo siento.
Eso era todo lo que Alex necesitaba escuchar. Tomó a Reese en sus
brazos y la abrazó con fuerza.
—Oh, no seas así, mi niña boba, —dijo Reese en una charla infantil.
—¿Oh?
—Chicas Scouts.
—Sí, señora.
p p p
1
Un paracaídas de oro es un acuerdo para pagar una gran cantidad de dinero a un alto ejecutivo de una
empresa si se ven obligados a irse.
—Absolutamente, —dijo Elliot con una sonrisa—. Has trabajado
duro por esto Alex, felicitaciones. —Elliot se levantó y se acercó a Alex. Él
la tomó en sus brazos y le dio un cálido abrazo.
—¡Déjame ir ahora!
—No te creo.
—¡No tienes que hacerlo! —gritó de regreso.
—Elliot, no hay nada más que decir entre nosotros. ¿Qué parte de
eso no entiendes?
—Ya lo comparto todo con ella, Elliot. No hay nada que no haya
compartido con ella. Ella tiene mis sueños, mis esperanzas, mi futuro y mi
pasión, Elliot. Lo tiene todo. 149
La miró con incredulidad, luego se dio la vuelta y salió de su oficina.
Alex había aceptado que su relación con Reese acabaría con otras que
tenía con amigos, familiares y el mundo en el que vivía. Pero Reese era su
vida. Con gusto lo dejaría todo por la felicidad que ahora sentía en su
interior.
p p p
—¿Quién?
Alex entró en la habitación con una gran caja. —¿Quién es, cariño?
—Bien.
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Carly le dio el teléfono a Alex. —Ella dice que es tu madre. —Alex
miró a Carly e inmediatamente le quitó el teléfono.
—¿Qué?
—Alexandra...
—No, esto es algo tuyo. No tengo nada que discutir contigo. Voy a
llevar a mi familia a la casa de Kate y Rob porque nos han invitado. Si te
parece inaceptable, tal vez no deberías ir, madre.
p p p
—Hablé con la agente de bienes raíces hoy. Todos los papeles del
banco están resueltos. Tenemos una oferta por tu casa y ella cree que
tiene una pareja que podría estar interesada en esta. ¿Alex? —Reese
esperó a que Alex respondiera. Alex estaba junto a la ventana,
aparentemente ajena a la conversación, perdida en sus propios
pensamientos—. ¿Alex?
—¿Qué? Lo siento amor. ¿Qué dijiste? —Preguntó Alex mientras se
giraba para mirar a Reese.
—Los últimos días han sido difíciles. Pero, sí, estoy bien, —dijo Alex
con una sonrisa.
—Sé que solo es simbólico y todo eso, pero quiero casarme contigo,
—dijo Alex con todo el amor que sentía por dentro.
—¿Alex?
—Si amor?
p p p
—¿Hola?
—Está bien, así que tienes una vez más que yo.
—No, será mejor que no. Algunas cosas solo tienen que resolverse
o no. Recordé lo que dijiste, Hermana, luché por mi felicidad.
—Bien por ti Alex. Bien por ti. —La voz de Kate mostró la sonrisa que
lucía.
—¿Sí?
—¿Alex?
Alex sonrió.
p p p
—Está bien, dime, —dijo Kate nuevamente cuando las tres estaban 157
en la cocina.
p p p
—Hola tío Rob.
—¿Tío Rob? Me gusta cómo suena eso, —dijo Rob con una sonrisa
mientras abría los brazos para la niña.
—Sí, ahora eres mi tío. Alex dijo que, ya que yo también soy su hija,
ahora eres mi tío Rob. —Rob sonrió.
p p p
—¿Por qué? Pensé que se llevaban muy bien. A los dos les encanta
jugar juntos. —Alex no podía entender lo que estaba pasando.
—Ella fue tras Kevin, —dijo Alex distraída—. Será mejor que vea
cómo están las cosas en la cocina.
Alex entró a la cocina con una niña que todavía lloraba. Reese
estaba sentada en una silla con Carly en su regazo meciéndola adelante
y atrás. —Cariño, estoy segura de que aún le gustas. Debe haber estado
molesto por otra cosa. —Reese trató de consolar a su hija. Alex se quedó
allí sin entender lo que acababa de suceder.
159
p p p
—Nada está mal. Sólo quería estar solo, —dijo con seriedad.
—Sí, cariño, la tía Alex y Reese van a ser una familia. Así que sí, ella 160
también es tu familia ahora, —dijo Kate con una sonrisa.
Kevin miró hacia otro lado. —No quiero que sea mi prima, —repitió.
Kevin pasó junto a Rob y salió por la puerta principal. Alex entró en
la sala de estar y se encontró con dos pares de ojos desconcertados.
p p p
—Ya sabes, sobre que soy gay y que vivo con Reese. ¿Crees que
tal vez eso le molestó? —Finalmente ella lo había dicho.
—Alex, Kevin te ama. Él cree que eres la mejor tía. Y Alex, tú lo eres.
Has pasado tiempo con él y sabe que lo amas. Él es más parecido a ti
que a mí. Dios sabe que es igual de malhumorado. —Kate terminó de
decir con falsa exasperación.
p p p
Kevin solo se sentó mirando al suelo. Rob se sentó a su lado por un 162
rato antes de intentar hablar con él.
—No, —dijo Kevin en voz baja y comenzó a jugar con la tierra otra
vez.
Kevin no respondió.
—Sí, claro, está bien, —dijo finalmente Kevin, como por casualidad.
Kevin levantó la vista con una sonrisa. —Sí, mamá quiere que se
termine hoy. —Kevin se levantó y comenzó a caminar. Rob sonrió y
sacudió la cabeza mientras seguía a su hijo a casa.
p p p
—Ya saben, solo son cosas de hombres, —dijo mientras salía por la
puerta de la cocina. Tres mujeres quedaron desconcertadas y aliviadas.
p p p
—¿Si amor?
—Está bien, ¿por qué estás tan nerviosa amor? —Alex parecía
preocupada ahora, sus papeles frente a ella olvidados—. Este es un gran 165
paso, Alex. Te… te quiero. —Reese se echó a llorar.
—Alex...
—¿Qué pasa Reese? Voy a casa. —Alex colgó y salió corriendo por
la puerta.
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—Oh, mierda.
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—¡Oh Dios, Dios no! —Kate dijo mientras corría hacia su coche.
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—Oh, Dios, por favor, déjala estar bien, por favor, —repitió Kate.
—No.
p p p
Kate entró en la casa sosteniendo a Alex. Tan pronto como
entraron en la sala de estar de Kate, se encontraron cara a cara con
Vanessa Masters.
—Está alterada, —dijo Kate sin dar más detalles. Kate ayudó a Alex
a sentarse en el sofá. Vanessa se sentó junto a Alex.
—Hablaste con ella. ¿Cómo pudiste haber ido tan lejos? —Alex
continuó. Kate se quedó mirando en incredulidad.
p p p
—Sé por qué, —dijo Alex, miró a Reese con los ojos llenos de
lágrimas. Reese la tomó en sus brazos de nuevo. Reese la besó una y otra
vez, luego se desprendió suavemente de los brazos y la condujo escaleras
arriba a su habitación.
p p p
—¿Qué?
—No te culpes, Reese, esa mujer va más allá de lo que he visto. Usó
tu amor por Alex para persuadirte. Estás totalmente libre de culpa, —
insistió Rose.
—Hola preciosa.
p p p
—Kate, ¡te dije que odio ese color! —Alex dijo por cuarta vez.
—No lo sé. Lo que sea que Reese elija está bien, supongo.
Alex se echó a reír. —Está bien, está bien, veamos los colores de
nuevo.
—¿Hola?
—Hola Kate.
—Hola, cariño. ¿Le estás haciendo pasar un mal rato a Kate? 175
—¿Yo?
—Sí.
—¿Y?
—Te amo, Alex, eso es todo lo que me importa, —dijo Reese con
tristeza.
—Alex...
—¿Por favor?
—Adiós, querida.
p p p
Alex se despertó con un beso. Sus ojos se abrieron, mirando a los
ojos más azules que había visto y sonrío.
—Hola amor.
—¿Cómo?
—Bienvenida a casa.
p p p
—Pero Katie…
—¡Oh no! Nada, ni un, pero Katie. He tenido al menos tres ataques
cardíacos contigo y casi me conseguiste una úlcera con el vestido.
¡Ahora siéntate!
—Lo sé.
p p p
Alex finalmente sería feliz, pensó Kate y eso la hizo sonreír aún más.
Cuando ambos niños alcanzaron el altar y Kate se colocó junto a ellos,
enseguida Rose caminó por el pasillo y se paró junto a Kate, sonriendo
también. La música una vez más anunció un nuevo arribo.
—Alex, eres un gran regalo para mí. Solo soñé con el amor. Lo
deseé a los cielos y mi regalo fuiste tú. Eres un alma tan hermosa, Alex. Me
has demostrado que la ternura existe y que el amor perdura. Me
demostraste que no hay límite para amar. Quiero pasar el resto de mi vida
amándote. Prometo compartir tus días y tus noches. Prometo ayudar a
que tus sueños se hagan realidad. Prometo darte toda la alegría que este
en mi poder. Prometo ser tuya para siempre hasta el fin de los tiempos.
Alex apretó la mano de Reese. —Te amo, —dijo suavemente
mientras una lágrima escapaba de sus ojos también.
Entonces el ministro dijo las palabras. —Ahora son una, —y con esto,
los labios se encontraron y dos corazones ahora latían como uno.
Fin
Lisa
Mia, mi corazón, mi pasión, para ti, mi gran amor ha sido creado. Fue
escrito para ti y por ti. Como esta historia mi vida comenzó contigo. Como
esta historia, mi alegría y mi mañana están contigo y por ti. Contigo
construyo un futuro, contigo construyo un mundo. Todo lo que ha existido
y llegará a existir es siempre mi amor por ti. Como con todo lo que es bello;
tú me inspiras. Porque yo, una simple mortal, solo puedo esperar tocar
aquello que más deseo. Como con esta historia; lo que me da alegría es
solo pensar en ti, mi amor.
Siempre tuya.
Biografía de la Autora
S. Anne Gardner