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Con Solo Pensar en Tí

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Índice
Sinopsis
Créditos
Renuncias
Primera Parte………………………………………………………. 7
Segunda Parte ……..…………………………………………….. 81
Biografía de la Autora ….……………..………………………… 181

3
Sinopsis
Alex es una abogada muy triste y deprimida por una tragedia que
ha vivido, a lo único que se dedica es a trabajar, prácticamente ha
perdido todo contacto con su familia y amigos.
Reese es una maestra de escuela que tiene un accidente
automovilístico cuando está llevando a su hija Carly al hospital.
Alex las socorre y, sin poder evitarlo termina involucrándose en la
vida de Carly y su madre.
Reese es lesbiana, Alex ¿No?

Allí comienza la historia.


4
Créditos
Traducido por Silvina
Corregido por Nyra y LeiAusten

Diseño de portada y plantilla por LeiAusten


Titulo original The very thought of you
Editado por Xenite4Ever 2019

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Renuncias
Esta historia contiene relaciones sexuales entre mujeres. Si esto te ofende,
o eres menor de edad, entonces vete.

Se agradecen los comentarios. Por favor envía tus comentarios por correo
electrónico a sanneol7@aol.com.

Dedicatoria:

Mi querido amor más amado,

Gracias; Por todo el amor, los sueños y la inspiración de los viejos tiempos;
Por toda la pasión y el deseo de elevarse; por todas las nuevas esperanzas 6
y por todo el amor por venir.

Escribo esta "historia de amor" para ti; Mi propia Amada Inmortal.

S. Anne Gardner
No sabía exactamente cuándo sucedió, pero sí sabía que una
mañana se había dado cuenta repentinamente que había perdido algo
importante. Miró por la ventana de su oficina en una esquina, en el bufete
de abogados para el que trabajaba.

Había formado una familia. Ella era lo que llamarías un éxito. Y


mientras miraba por la ventana, se preguntaba por qué estaba allí.

Había una tormenta de nieve. Una tormenta con vientos del


noroeste nada menos. Todos los demás estaban en casa, pero ella seguía
trabajando. Y en ese momento, esa mañana para ser exactos, se dio
cuenta de que había perdido algo. Lo había perdido tan lentamente, 7
que ni siquiera sabía cuándo comenzó o cuándo terminó.

Había perdido la alegría. Había perdido la alegría que una vez tuvo
con solo despertarse y mirar a los ojos de su único hijo. Habían pasado
dos años desde que Teddy había muerto. Habían pasado dos años desde
que apenas había visto nada.

Su matrimonio con James había sido inestable en el mejor de los


casos. No podía estar segura en ese momento de por qué se había
casado con él. Pensó que al principio era porque ella y James tenían los
mismos intereses y, por supuesto, habían compartido su amor por la ley.
Pero a medida que pasaban los años, se había dado cuenta de que su
matrimonio era simplemente una entidad sin vida que no servía para
nada. Había decidido discutir los términos del divorcio con James cuando
descubrió que estaba embarazada.

Y, por un tiempo, Teddy hizo que intentaran hacerlo funcionar. Pero


al final, ambos se dieron cuenta de que serían mejores padres si
estuvieran separados. Había sido solo otro fin de semana para ella
cuando sonó el teléfono. James siempre llamaba cuando dejaba a
Teddy los domingos por la tarde. Pero ese día, cuando sonó el teléfono,
no era James sino la policía.

Ambos habían muerto al instante. Habían sido golpeados por un


conductor ebrio. La gente fue muy amable. Ambas familias se unieron
detrás de ella y estuvieron allí para ayudar con todos los arreglos. Lo
gracioso fue, que después de unas pocas semanas, todos regresaron a
sus vidas, pero ella no lo hizo. ¿Cómo podría? ¿Cuándo deja de doler?
¿Cuándo desaparece el dolor?

Bueno, aquí estaba, dos años más tarde mirando desde su gran
oficina, parecía tener el control total de su vida. Su vida. Se preguntó
cómo iba a ser esto durante el tiempo. Se había acostumbrado a la
rutina. Se levantaba por la mañana e iba a la oficina. Salía de la oficina
después de las 9 pm cada noche y se llevaba el trabajo a casa con ella. 8
Los fines de semana trabajaba un poco más.

Se había separado lentamente de sus amigos y familiares. Había


sucedido tan lentamente, que habían dejado de tratar de incluirla. Y eso
estaba bien con ella. No sentir era mucho mejor. Y el trabajo era algo que
controlaba y entendía.

El timbre del teléfono la sacó de sus pensamientos.

—Alex, ¿Sabía que estarías allí? —preguntó la voz al otro lado del
teléfono.

—Una buena suposición, Elliott. ¿Qué quieres? —dijo


sarcásticamente

—Alex, el clima se está poniendo muy malo. Y aunque no puedo


culparte por tu dedicación, no quiero verte atrapada en el edificio todo
el fin de semana. —le dijo esto en tono de broma, pero la preocupación
logró deslizarse.
Elliot Harford era socio principal en el bufete de abogados, pero
Elliot también había sido un amigo. Había visto los cambios que habían
tenido lugar en ella. Conoció a Alex cuando todavía estaba casada con
James. Así que, en efecto, él sabía más de ella que la mayoría, por eso
sabía que estaría en la oficina. A Elliot siempre le gustó Alex y vio que ella
y James se divorciarían tarde o temprano. Era tan obvio. Tuvo que
admirarla por intentar que funcionara por el bien de Teddy. Y había
estado allí a su lado cuando los enterró. Ella había ido desapareciendo
poco a poco. Le gustaba la antigua Alex. La extrañaba.

—Hay algunas cosas que necesitaba revisar antes de ir a juicio en


el caso Eldrige. Quería verificar algunos hechos... —ella calló.

—Alex, parece Siberia por ahí. ¡Vete a casa!

—Ya casi terminé aquí, Elliot —dijo como un hecho.

—Está bien, ten cuidado conduciendo a casa, Alex. Nos vemos el 9


lunes.

—Sí, claro. Nos vemos el lunes, Elliot —respondió distraídamente y


colgó el teléfono.

Una hora más tarde, subió a su automóvil y se dirigió hacia su casa.


Había nevado más de lo esperado. Maniobró su auto lentamente. Sólo
había unos pocos coches en la carretera.

A medida que se acercaba a una intersección, un automóvil se


detuvo repentinamente y se salió de control delante de ella. Ella se desvió
y no golpeó su coche. El otro auto, sin embargo, no logró mantener el
control y se estrelló contra un banco de nieve a la derecha de la
carretera. Alex se detuvo y corrió de vuelta al otro coche.

Cuando llegó, llamó a la ventana. Podía ver a una mujer con


cabello rubio, con la cabeza apoyada en el volante. Intentó abrir la
puerta, pero estaba cerrada. Al mirar detenidamente por la ventana,
pudo ver que había una niña pequeña llorando en el asiento trasero. El
llanto la asustó. Intentó golpear de nuevo el cristal. Y cuando la cabeza
de la rubia se agitó, sintió una oleada de alivio.

Volvió a golpear la ventana y señaló la cerradura de la puerta. La


mujer que estaba dentro se inclinó y levantó la cerradura. Casi justo
después de que se recostara en el asiento, Alex abrió la puerta. Podía ver
que había una herida en la cara de la rubia que sangraba
abundantemente. Aun así, la belleza de la mujer la impresionó. Y le
parecía extraño pensar eso en ese momento bajo tales circunstancias.
Sacudió la cabeza y miró hacia atrás. Abrió la puerta trasera y la niña
pareció calmarse un poco.

—Está bien, vas a estar bien —dijo suavemente a la niña que trató
de controlar valientemente el llanto.

—Mami… ¿mami estás bien? —terminó de decir cuando otro


sollozo se le escapó.
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Alex miró al frente y luego de nuevo a la niña. Podía decirle que no
sabía. Podía decir que no sabía nada sobre la condición de la mujer. Pero
al mirar esos ojos azules llenos de lágrimas, hizo lo único en lo que podía
pensar. Mintió.

—Va a estar bien. Las llevaremos a ambas en mi auto y llegaremos


al hospital —le dijo con confianza a la niña.

—Me duele el brazo. Ahí es donde me llevaba mamá. Me caí del


mostrador —dijo—. Quería una galleta y me caí —comenzó a sollozar de
nuevo.

—Está bien, está bien... Déjame sacarte de tu asiento y subir a mi


auto, y luego ayudare a tu mamá, ¿de acuerdo? —Desabrochó a la niña.
Alex vio una manta al otro lado del asiento. La abrigó y volvió a su auto.
La ató al asiento trasero y regresó por la mujer cuando sintió que
una pequeña mano se aferraba a la de ella.

—Tengo miedo —dijo la niña. Alex extendió la mano y colocó un


rizo dorado detrás de la oreja de la niña.

—Todo va a estar bien, Ángel. —La niña la miró a los ojos y Alex se
sintió conmovida por la mirada de confianza que vio allí—. Voy a buscar
a tu mamá. Volveré, ¿de acuerdo? —La niña afirmó con la cabeza en
acuerdo.

Alex corrió de vuelta al otro coche. Abrió la puerta del conductor


y volvió a mirar el rostro pálido de la bella mujer. Ella alcanzó y trató de
desabrocharle el cinturón de seguridad. Cuando lo quitó, los ojos de la
mujer se abrieron.

Los ojos azules se encontraron con los verdes. El mundo se detuvo


de repente y todo lo que pudo escuchar fue su respiración, y todo lo que 11
vio fueron esos ojos azules. Y cuando esos labios se abrieron lentamente,
encontró sus ojos hipnotizados por ellos. Una fuerte ráfaga de viento
sacudió el auto y Alex salió de su trance.

—¿Puedes moverte? —preguntó suavemente.

—¡Eso creo... Carly! —La mujer de repente se puso muy agitada.

—Tengo a tu hija a salvo en mi auto. Ella está bien. Un poco


alterada, pero por lo demás bien —dijo Alex tranquilizándola.

—Mi cabeza —dijo, mientras su cabeza caía de nuevo.

—Probablemente tengas una conmoción cerebral. Voy a tratar de


meterte en mi auto y luego podemos intentar ir al hospital —dijo Alex,
tratando de sonar lo más calmada posible.

La rubia movió la cabeza en señal de afirmación.


—Está bien, vamos, te ayudaré y puedes apoyarte en mí, ¿de
acuerdo? —Lentamente Alex la ayudó a salir del auto y, cuando la mujer
se incorporó, se dejó caer en los brazos de Alex. Se aferró a Alex y apoyó
la cabeza en su pecho.

—Despacio… un paso a la vez. —Caminaron hacia el coche de


Alex. La amarró al asiento delantero del pasajero de su auto. La cabeza
de la mujer se desplomó cuando se desmayó.

—¿Mi mamá va a estar bien? —preguntó la niña valientemente.

—Sí, cariño. Vamos al hospital ahora. —Alex volvió a mirar a la mujer


que estaba a su lado y luego se concentró en la carretera mientras se
dirigía al hospital más cercano.

La última vez que había estado en un hospital como este, había


sido cuando James y Teddy habían muerto. Simplemente se había
sentado en la sala de espera como le habían dicho. Había perdido todo 12
sentido del tiempo. Era un sentimiento familiar que no quería recordar.

Le habían permitido verlos. Teddy parecía como si solo estuviera


durmiendo. ¿Cómo podría estar muerto? Había sido un niño tan hermoso.

De repente, sus ojos se enfocaron y ante ella estaba Carly con un


yeso en su pequeño brazo.

—Hola —le dijo a Alex.

—Soy el doctor McKensey —le habló otra voz.

Alex levantó la vista y fue recibida por un joven vestido con una
bata blanca.

—Ella estará bien. Fue una fractura simple. Su madre tiene una
conmoción cerebral. Nos gustaría que se quedara toda la noche para
observación. —Le dijo mientras comenzaba a escribir en un recetario.
Carly deslizó su pequeña mano en la de Alex. Miró a la niña
mientras se apoyaba contra ella.

—Aquí hay una receta para un poco de Tylenol con codeína para
Carly en caso de que tenga mucho dolor. Algunos niños están bien, otros
se ponen muy confusos. Pídale a su madre que la lleve a su pediatra en
una semana para revisar el yeso. —Él le entregó un pedazo de papel.

—Dr... McKensey, ¿verdad? Su madre... —Alex comenzó a decir.

—Usted puede entrar en un minuto, pero está medicada y un poco


desorientada. Puede recogerla mañana —dijo mientras una enfermera
lo abordaba.

—Doctor McKensey, tenemos una herida doble con arma de fuego


que viene a emergencias.

—Doctor... espere... no puedo... —Alex trató de decir, pero el


doctor se apresuró al oír la sirena de la ambulancia. Carly le apretó la 13
mano.

Ella miró a la niña.

—Les dije que me habías traído a mí y a mamá y que me cuidarías


—dijo simplemente la niña. La boca de Alex se abrió y luego volvió a
cerrarse. Se arrodilló para poder hablar al nivel de los ojos de la niña.

—Carly, ¿tu papá no estará preocupado? —Alex preguntó con


suavidad.

—No tengo un papi.

—Bueno, ¿no hay alguien que se preocupe si no vuelves a casa?

—No, sólo somos mamá y yo.

Alex se pasó los dedos por el pelo sin saber exactamente qué
hacer. Quizás la madre pudiera responder algunas de estas preguntas.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la niña


—Alex... mi nombre es Alex —dijo mirando a los ojos azul bebé
adormecidos—. Vamos, dormilona, vamos a ver a tu mamá.

Alex abrió la puerta de la habitación del hospital y caminó


lentamente hacia la mujer acostada en la cama.

—¡Mamá! —Carly corrió hacia la cama. Alex llevó una silla al lado
de la cama para que la niña pudiera pararse en ella y ver a su madre.

—Mami —dijo la niña de nuevo tocando la mejilla de su madre. Los


ojos de la mujer se abrieron y una sonrisa llenó su rostro lentamente.

—Bebé, ¿estás bien? —susurró.

—Estoy bien, mami. Alex me está cuidando.

—Alex —murmuró mientras sus ojos se cerraban de nuevo.

Y así fue como Alex se encontró metiendo a una Carly dormida en


la antigua habitación de Teddy. Cerró la puerta lentamente caminando 14
de regreso a su dormitorio. Había un niño bajo su techo otra vez y una
extraña con ojos azules que llenaba sus pensamientos.

La sala de emergencias había estado tan ocupada, hubo


accidentes automovilísticos, trajeron ambulancias con ataques
cardíacos y, por último, heridas de bala. Se preguntaba cómo esas
personas lo hacían día tras día. ¿Cómo podían trabajar con tanto horror
cada día? No le sorprendió que solo asumieran que cuidaría de Carly.
Pero su mente legal también le dijo que se habían abierto a una
demanda gigante. Ella podría haber sido quien sabe qué.

De todos modos, Alex había decidido dejar de pensar. Pensar en


exceso era uno de sus mayores problemas. Se ocuparía de todo eso por
la mañana. Estaba cansada. Y estaban esos ojos azules que de alguna
manera no habían dejado sus pensamientos.

Tal vez conocía a la mujer de algún lugar. Quizás compraron en las


mismas tiendas o incluso se reunieron en una cena de negocios o algo
así. Y, por supuesto, estaba el hecho de que la hija de esta mujer estaba
durmiendo en la habitación de Teddy.

Hay una niña durmiendo en la habitación de Teddy, y con ese


pensamiento, cerró los ojos y durmió toda la noche por primera vez en
dos años.

p p p

—¿Alex? Tengo hambre —dijo una voz suave y pequeña.

Alex abrió un ojo y luego el otro y se sentó en la cama sorprendida.


Ella estaba mirando a una niña con rizos dorados. Se frotó los ojos y volvió
a mirar a la niña. De repente, los eventos de la noche anterior inundaron
su mente.
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—¿Vamos a ir a ver a mamá? —preguntó la niña en voz baja.

—Um... bueno, veamos. Vamos a desayunar y luego podemos ir al


hospital y ver a tu mamá, ¿de acuerdo? —Alex dijo con una sonrisa.

—¿Crees que ella me extrañó anoche? —El labio inferior de Carly


se estremeció cuando lo preguntó.

—Carly, el médico le dio medicamentos para que pudiera dormir.


Si nos damos prisa y desayunamos, tal vez podamos llegar antes que se
despierte y te haya echado de menos, ¿vale? —Este razonamiento
calmo a la niña, y una sonrisa brillante llenó su rostro.

Alex se levantó de la cama y se dirigió a su armario. Eligió usar un


par de jeans y una camiseta de diseñador. No había usado jeans en
mucho tiempo. Nunca eran apropiados. Después de todo, todo lo que
había hecho durante los últimos dos años, era trabajar. La última vez que
usó jeans... recordó haber visto a Teddy jugar en la pequeña liga. Una
pequeña voz interrumpió sus pensamientos.

—Alex, ¿tienes hijos?

Alex se congeló en el lugar. Sintió que el espacio del armario se


cerraba a su alrededor. Su respiración se volvió algo irregular. Solo podía
escuchar un extraño zumbido en sus oídos y se dio cuenta de que estaba
experimentando los inicios de un ataque de pánico. Sus rodillas se sentían
de gelatina y podía sentir las náuseas y el miedo aumentando.

—¿Alex? —Una pequeña mano la agarró y la sacó del armario.

—Siéntate, Alex, no te ves muy bien —dijo Carly mientras la


acompañaba a la cama—. Te traeré un poco de agua, ¿vale? Espera
aquí.

Alex trató de concentrarse en su respiración. Cerró los ojos y


recordó las instrucciones del médico. Había pasado tanto tiempo desde 16
que había tenido un ataque.

—Aquí Alex, bebe esto —dijo Carly mientras guiaba el vaso hacia
la boca de Alex—. Probablemente estés cansada. Mi mamá tuvo un
resfriado muy fuerte una vez y se cansó mucho. Recuerdo que le
conseguí un vaso de agua y se sintió mejor —Terminó de decir cuando
Alex bebió el agua—. ¿Te sientes mejor ahora?

A Alex le conmovió la preocupación que vio en los ojos de la niña.


Y sin pensar, acarició la suave mejilla y le besó la frente. —Sí, Carly... Me
siento mucho mejor. Gracias.

Alex fue recompensada con una sonrisa encantadora y


lentamente comenzó a respirar mejor. Acarició el cabello de la niña. —
Eres muy dulce Carly.

—Mami me llama su dulce guisante.


—Me siento mucho mejor ahora, preparémonos y vayamos a ver a
tu mamá.

p p p

Una hora después, una mujer y una niña ingresaron al hospital. Alex
caminó un poco más rápido con anticipación cuando se acercó a la
puerta de la habitación del hospital donde la madre de Carly estaría
esperando.

En cuanto abrió la puerta, se encontró con una mujer histérica, y


varios empleados del hospital muy ansiosos.

—¿Dónde está mi hija? Oh, Dios, ¿Dónde está mi hija?

—Sra. Owens, por favor, cálmese. Hemos notificado a la policía y


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están en camino —decía una enfermera muy ansiosa.

—¡Mamá! —gritó Carly mientras corría hacia su madre.


Inmediatamente, la cabeza de su madre se volvió y sus brazos se
abrieron, dando la bienvenida a la niña. La enfermera más cercana a la
madre histérica, recogió a la niña y la ayudó a subir a la cama.

—¡Bebé! Oh, Dios... bebé, ¿estás bien? —Reese Owens sostuvo a su


hija fuertemente contra ella, mientras seguía preguntándole lo mismo una
y otra vez. Lágrimas de alegría corrían por su rostro.

Todos los ojos se volvieron hacia Alex. Una enfermera de cabello


oscuro habló primero.

—¡Te llevaste a la niña sin el permiso de su madre! —le dijo


acusadoramente a Alex—. Hemos llamado a la policía y está en camino.

—Bueno, me alegro de que estén en camino, porque el doctor


McKensy y la enfermera de la sala de emergencias, me entregaron a la
niña anoche para que me la llevara a casa, sin que se me hiciera una
sola pregunta. Ni siquiera preguntar quién era yo. Entonces, sí, que venga
la policía. Creo que definitivamente debería haber cargos por la
ineptitud de este hospital. Yo diría que el hospital es definitivamente
responsable de esto. —Alex estaba furiosa mientras continuaba—.
Ustedes no tienen excusa para lo que pasó aquí anoche. ¡Alguien podría
haber lastimado a esa niña! —Una muy indignada Alex gritó, señalando
a Carly. Luego señaló al personal del hospital—. ¡Fuera! Quiero hablar con
la Sra. Owens.

Todos se quedaron sin palabras. —¡AHORA! —gritó.

Todos salieron rápidamente. Alex luego volvió su atención a Reese


Owens y se encontró de nuevo con esos ojos azules. La postura de Alex
se relajó, y caminó hacia las mujeres en la cama. Cuando se acercó, ella
extendió su mano. —Hola, soy Alexandra Masters.

—No sé si agradecerte o matarte —dijo la mujer muy enojada.


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Tomó la mano de Alex y cuando se produjo la conexión, sus ojos se
fusionaron. Sin saberlo, ambas mujeres se sintieron repentinamente
sacudidas cuando se hizo la conexión. Los ojos azules buscaron a los
verdes—. Si le has lastimado...

—Alex me cuidó muy bien, mamá. —La atención de Reese volvió


a su hija y soltó la mano de Alex.

—Siento que estuvieras preocupada —dijo Alex en voz baja. Los


ojos de Reese volvieron a Alex.

—Alex me hizo los huevos tal como los preparas para el desayuno,
mamá —dijo Carly cuando los ojos de Reese volvieron de una a otra.

—Realmente lamento que estuvieras preocupada. Anoche


parecía lo único que había que hacer. Vinimos aquí para hablar contigo
y, de alguna manera, te desmayaste —dijo Alex con una especie de
sonrisa floja mientras inclinaba la cabeza.
Reese miró a la mujer que tenía delante y no podía creer su
increíble atracción por esta extraña. —¿Nos trajiste al hospital?

—Sí.

—Gracias. No estoy muy segura de lo que pasó —dijo y estaba


mirando a su hija de nuevo—. Estoy tan contenta de verte, dulce
guisante. —Ella tocó el yeso—. ¿Te duele mucho?

—No... um... solo un poco. Mamá, Alex tiene un niño pequeño y yo


dormí en su habitación anoche. Él tiene el castillo que quería del
catálogo de juguetes. ¿Recuerdas mamá? Tal vez Alex pueda decirnos
dónde lo consiguió —dijo una Carly emocionada. Reese levantó la vista
para ver a una Alex muy pálida. Por un instante vio tanto dolor en esos
ojos verdes, antes de que cayera el telón de hielo.

—Aquí está mi tarjeta, Sra. Owens. Si tiene alguna pregunta, por


favor comuníquese conmigo. Estaré más que feliz de responderla. Me 19
alegró poder ayudarla. —Terminó de decir y se encaminó hacia la puerta
después de haberle dado a Reese su tarjeta de visita.

—¡Espere! —Llamó Reese, y Alex se congelo cuando estaba a


punto de abrir la puerta—. Yo... creo que empezamos con el pie
equivocado.

Alex se volvió hacia ella. —Tuvieron un accidente automovilístico


anoche. Las traje a ti y a tu hija al hospital. Por negligencia, me dieron a
tu hija para que la llevara a casa. Demandaría a esta gente si fuera tú. Y
luego la traje de vuelta. Sana y salva al día siguiente. Tengo una
declaración en la que trabajar. No creo que haya mucho más que
discutir. Que tengas un buen día, señorita Owens. —Salió de la habitación
dejando a Reese muy confundida.

—¿Dije algo mal mami?


Reese miró a su hija. —No, cariño. La señorita Masters solo tenía que
ir a trabajar —aseguró a su hija y luego miró la tarjeta que Alex le había
dado.

p p p

Alex casi corre por el pasillo. Cuando llegó al exterior del edificio, se
apoyó contra la pared e intentó regular su respiración. Los ataques
volvieron. Cuando se sintió en control de sí misma, caminó de regreso a
su auto y condujo a casa.

Cuando llegó a casa, fue directamente a la habitación de Teddy


y lloró. Ella no había llorado desde ese día cuando le dijeron que Teddy
estaba muerto. No había podido. Alex simplemente había apagado algo
y no se había permitido sentir el dolor. Pero cuando miró alrededor de la 20
habitación de su hijo, finalmente se permitió sentir la pérdida de él. Y le
dolió. Ver a Carly en los brazos de Reese le había recordado cómo había
sido.

Oh Dios, ella recordaba cómo se sentía abrazar y amar a Teddy. Y


finalmente, después de dos años, se permitió las lágrimas.

Alex no trabajó por el resto del fin de semana. No hizo casi nada,
nunca abandonó la habitación de Teddy. Finalmente se había
enfrentado a perder a su hijo. Y cuando aceptó su pérdida, encontró el
dolor insoportable.

p p p

Alex fue a la oficina el lunes por la mañana como de costumbre. Ella se


enterró una vez más en el papeleo. Elliot notó la leve oscuridad bajo sus
ojos, pero no dijo nada. Alex intentó con todas sus fuerzas continuar como
si nada hubiera pasado, pero algo había ocurrido y Elliot sabía que,
eventualmente, ella acudiría a él y lo discutiría. Después de una semana
y de que Alex no se había acercado a él, decidió ir a su oficina y
simplemente preguntarle qué había pasado.

—Alex, ¿tienes un minuto? —preguntó mientras asomaba su


cabeza en su oficina. Alex levantó la vista del papeleo en su escritorio.

—Claro Elliot, entra. Tengo que hacerte algunas preguntas en


referencia a...

—Alex, ¿Qué está mal?

—¿Mal? —preguntó mientras miraba a Elliot de nuevo.

—Sí, ¿Qué está mal?

—No sé de qué estás hablando —respondió ella mirando de nuevo


a su papeleo—. Elliot, en referencia a este caso.
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—Alex, puedo decir que hay algo mal.

—Elliot, déjalo ir ¿De acuerdo? —fue interrumpida por el timbre de


su intercomunicador.

Alex apretó el botón y habló. —¿Sí, Carol?

—Srta. Masters, hay una Sra. Owens aquí y ella insiste en que debe
verla —dijo Carol.

Alex no dijo nada por un momento. —¿Señorita Masters? —


preguntó Carol de nuevo y Alex negó con la cabeza.

—Dame un minuto, Carol, por favor, y envíala —dijo rápidamente


soltando el botón. Alex respiró hondo. Reese Owens estaba aquí, en su
oficina.

—¿Alex?
Sus ojos miraron hacia arriba y se encontraron con una mirada muy
curiosa en el rostro de Elliot.

—Elliot, conocí a esta mujer y... —se calló.

—Alex, ¿Quieres que...? —Antes de que terminara su frase, la


puerta de la oficina se abrió y entró Reese Owens.

Los ojos azules se encontraron con los verdes. Alex se puso de pie
detrás de su escritorio. Ambas mujeres se perdieron una vez más en los
ojos de la otra.

Elliot tosió. Alex salió del trance primero y miró a Elliot.

—Elliot, ¿podrías disculparnos?

—Alex, ¿estás segura?

—Elliot, me ocuparé de tus preocupaciones en otro momento —


ella lo despidió. Reese estaba sorprendida por el cambio en su 22
comportamiento. Los ojos de Alex parecían suaves, pero de repente, se
había vuelto muy fría.

—Está bien Alex —respondió con la misma brusquedad y salió de la


oficina.

Los ojos de Alex volvieron a una curiosa Reese. —¿Quieres sentarte


señorita Owens? —dijo cortésmente mientras señalaba la silla frente a su
escritorio.

—Sí, gracias.

—¿Qué puedo hacer por ti? —preguntó lo más impersonal posible


y se sentó detrás de su escritorio.

—Quería agradecerte por lo que hiciste por Carly y por mí. Ella me
dijo lo amable que fuiste con ella. —Reese se inclinó hacia delante en su
silla. Le dio a Alex una brillante sonrisa—. No ha dejado de hablar sobre
cómo Alex hizo esto y Alex hizo lo otro. Y tiene razón, fuiste muy amable y
estoy muy agradecida. —Alex solo miró a la mujer frente a ella
hipnotizada por la voz. Los ojos de Reese miraron hacia abajo—. Sé que
no fui muy amable contigo en el hospital ese día. Supongo que... no estoy
acostumbrada a la amabilidad sin algo a cambio. —Levantó la vista de
nuevo.

A Alex le sorprendió la vulnerabilidad en los ojos de la mujer y le


resultó difícil no moverse. Se encontró preguntándose qué había pasado
con esta hermosa mujer para hacer que esos ojos parecieran tan
vulnerables ante el miedo. Alex no dijo nada, siguió mirando fijamente.

—Quería venir antes de hoy, pero... —Reese se calló. Alex también


estaba mirándola fijamente—. Mira, lamento haberte molestado, solo
quería darte las gracias —dijo Reese, visiblemente molesta, se levantó y
comenzó a caminar hacia la puerta.

—¡Espera!
23
Reese se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Alex.

—Por favor, no te vayas —le dijo Alex—. ¿Por favor? —Ella extendió
la mano y tocó el brazo de Reese. Ambas mujeres se pararon, a la
distancia de los brazos, mirándose fijamente.

—Alex, solo quería agradecerte. Puedo ver que estás muy


ocupada. —Reese dijo nerviosamente y le tendió la mano en un gesto de
despedida. Alex la tomó y de nuevo ambas sintieron la sacudida.

—¿Te gustaría almorzar conmigo? —preguntó Alex sin romper el


contacto.

—Sí, sí me gustaría.

p p p
Reese entró en su casa y, mientras colgaba el abrigo, sonrió para sí
misma. Había pasado tanto tiempo desde que había conocido a alguien
que le gustaba. Alex era una gran paradoja. Pero un misterio, por el que,
por alguna razón pensó, valía la pena arriesgarse. Estaba increíblemente
distante un minuto y luego sus ojos contaban otra historia. Sí, Alexandra
Masters era un rompecabezas interesante por resolver.

p p p

Reese entró en su sala de estar y se sentó con las piernas dobladas


debajo de ella en el sofá.

—¿Quién eres Alexandra Masters? ¿Y por qué siento esa conexión


contigo? —Reese se preguntó en voz alta—. Hay tanta fuerza en ti y sin
embargo... hay tanta tristeza. ¿Qué te pasó, Alex? 24

p p p

El almuerzo había sido maravilloso. Alex volvió a la oficina después


de dejar a Reese en casa. Ella lo había disfrutado. Había pasado tanto
tiempo desde que había salido a almorzar simplemente para estar con
alguien.

Reese y la forma en que se conectaban la fascinaba. Habían


hablado durante horas. Reese no le había hecho preguntas personales.
Había sido casi como si supiera que no debía hacerlo. En su lugar,
hablaron sobre las cosas que disfrutaban y los libros y las películas que a
ambas les gustaron. Y lentamente, Alex se sintió relajada y se entregó a
la experiencia. Encontró algo en esos suaves ojos que la miraban. Una
sonrisa apareció gradualmente en su rostro y se quedó.
Se sentó detrás de su escritorio por el resto del día y de alguna
manera, se las arregló para no hacer ningún trabajo.

p p p

Durante dos días, Alex siguió diciéndose a sí misma que la única


razón por la que no podía sacar a Reese de su mente, era porque había
sido una reunión tan traumática. Al tercer día cogió el teléfono.

—¿Hola?

—Hola, Reese. Esta es Alexandra Masters —logró decir finalmente.

—Alex, ¡hola!

—Recuerdo que me dijiste que ibas a estar libre este fin de semana
y bueno... hay una película que quería ver y pensé que tal vez... 25
—¡Sí, me encantaría ir Alex! —Reese respondió muy entusiasta.

—¡Oh, genial! —Alex finalmente respiraba normalmente.

—Oye, ¿Qué tal si nos reunimos aquí para cenar antes de la


película? —preguntó Reese.

—Claro, eso suena genial. Te veré el sábado entonces.

—Hasta el sábado, Alex.

p p p

Cuando llegó el sábado, Alex estaba nerviosa. Se había probado


numerosas blusas y pantalones. Encontraba fallas en cada uno.
Finalmente, se sentó en su cama con exasperación.
—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó en voz alta—. Estoy
actuando como una adolescente en su primera cita. Es solo una mujer
que conocí. En circunstancias extrañas. Pero no es para tanto. —Sacudió
la cabeza confundida.

Después de pronunciar este discurso sobre lo poco que todo esto


significaba, comenzó a revisar su armario una vez más. Finalmente, se
conformó en un par de pantalones azul marino y un suéter color crema.
Revisó su cabello y su maquillaje al menos cinco veces más de lo normal,
recogió su abrigo, las llaves del auto y el bolso, y salió de su puerta apenas
dos horas después.

p p p

Llegó a la casa de Reese a las cinco en punto. Cerró su abrigo 26


negro de cachemira, luchando contra el viento frío mientras caminaba
hacia la puerta de Reese. Dudó por un momento sobre golpear. Tomó un
segundo y la puerta se abrió.

Ambas mujeres se miraron. La cara de Reese se llenó de una gran


sonrisa brillante y tiró de Alex por su brazo.

—Date prisa aquí, tontita. Parece que ya estás medio congelada


—le dijo a Alex juguetonamente.

—Sí, estoy medio congelada. —Alex respondió con seriedad.

—Aquí, dame tu abrigo y vamos a sentarnos cerca del fuego. —


Ayudó a Alex a quitarse el abrigo y señaló la chimenea encendida. Alex
caminó lentamente hacia la chimenea mientras miraba alrededor de la
habitación y la encontraba agradable.

El calor del fuego era reconfortante. Se sintió hipnotizada por las


llamas y respiró hondo y se relajó. Se le ocurrió que sentía una sensación
de paz, que había perdido hacía mucho tiempo, simplemente estando
allí. Era casi una sensación de volver a casa. Lo que sentía en ese
momento era muy simple. Se sintió bien. No escuchó a Reese entrar a la
habitación. Se paró frente al fuego, perdida en sus propios pensamientos.

Reese se sentó tranquilamente a un lado de donde estaba Alex y


se limitó a mirarla. Encontró a Alex tan hermosa. Sus primeros recuerdos
de Alex fueron nebulosos y breves; el coche, el hospital y la mañana
siguiente, cuando llevó a Carly. En cierto modo, todas las visiones que
tenía de Alex eran diferentes, y, sin embargo, de alguna manera, todas
decían quién era Alex.

Se había cautivado, hasta el punto de quedar sin habla, de la


belleza de Alex, luego con su espíritu y, finalmente, con la mujer que se
protegía contra el mundo. Su almuerzo con Alex hace una semana había
sido muy informativo. Alex era una persona privada y llevaba un gran
dolor. Reese recordaba la expresión de dolor cada vez que hablaba de 27
la familia o de Carly. Alex no habló de nada personal. Recogió las señales
y, después de un rato, tampoco lo hizo ella. Fue recompensada con la
conversación. Después de eso, el tiempo se fue volando y se le permitió
ver a una mujer curiosa, brillante y sensible, que estaba sola. Y aquí
estaba Alex en su sala de estar, perdida en sus pensamientos. Al menos
de esta manera podría mirarla y admirar su belleza.

Reese se había sentido atraída por ella desde el primer momento.


Sin embargo, no estaba segura de sí Alex se sentía de la misma manera.
Había miradas intercambiadas y detalles, pero ella no estaba segura. Sin
embargo, lo esperaba. Nunca había sentido una atracción tan fuerte por
nadie. Llevaba tanto tiempo sola, pensando solo en Carly.

Conocer a Alex había traído todas las cosas que extrañaba. Solo
que no se había dado cuenta de que se había perdido nada hasta
ahora. Encontró a Alex tan hermosa de pie allí. Todo lo que había
pensado desde la llamada de Alex, era en Alex durante el almuerzo, Alex
que la rescataba, Alex que había sido tan cariñosa con Carly, Alex que
era tan vulnerable. Alex, Alex, Alex.

Dios, moriría si no besaba a Alex. Casi como si sus pensamientos


hubieran sido expresados en voz alta, Alex se volvió y la miró fijamente.

—Lo siento, creo que me perdí en el fuego —le sonrió a Reese.

—Aquí —Le dio unas palmaditas al sofá—. Ven y siéntate.

—Esta es una habitación encantadora. Es cálida y acogedora —


dijo mientras miraba a su alrededor.

—Gracias. ¿Puedo traerte algo de beber?

—Oh, claro, eso sería bueno. Una coca de dieta si tienes una.

—Está bien, marchando. —Reese salió de la habitación.

Alex se recostó, esperando descansar por un momento. Había


pasado tanto tiempo desde que se había relajado. Recordó haber 28
pensado que solo iba a poner su cabeza hacia atrás por un minuto y
cuando cerró los ojos, se quedó dormida.

Reese regresó a la habitación y se detuvo frente a la mujer


dormida. Puso el refresco en la mesa de café y volvió a la cocina para
ver la cena. Regresó a la habitación varias veces y encontró a Alex
descansando tan pacíficamente, que no tuvo corazón para despertarla.
Reese supuso que probablemente había pasado mucho tiempo desde
que Alex había dormido así.

Así que la hora de la cena iba y venía. Reese puso otro tronco en
el fuego, se sentó junto a Alex en el sofá y decidió leer un libro. Y a medida
que pasaba el tiempo, sus ojos también se pusieron pesados y el sueño
también la alcanzó.

p p p
Reese despertó por el sonido de gemidos. Miró a su alrededor y vio
a Alex. Obviamente estaba teniendo una pesadilla. Sus gemidos se
hicieron más agitados.

—No... No... por favor, no... —Alex repetía una y otra vez. Reese se
acercó y le acarició la cara.

—Alex, despierta, solo es un sueño —dijo suavemente al principio.


Alex pareció no escuchar y se fue agitando progresivamente.

Reese la sacudió un poco mientras se acercaba a ella.

—Alex, despierta.

Los ojos de Alex se abrieron. Tenía una mirada de dolor en sus ojos
y tan pronto como el azul se encontró con el verde, el verde se llenó de
lágrimas que simplemente se desbordaron. Reese la rodeo con sus brazos
y la abrazó con fuerza cuando Alex comenzó a sollozar.
29
—Solo fue un sueño, cariño. Estás a salvo, solo fue un sueño —
murmuró Reese en su oído suavemente. No supo cuánto tiempo la retuvo
hasta que cesaron los sollozos. Siguió tranquilizándola mientras
acariciaba su cabello. Y después de un rato, se dio cuenta de que Alex
estaba respirando normalmente otra vez.

Alex levantó la cabeza lentamente. ¿Qué conexión tenía con esta


mujer? Ella había llorado ante una virtual desconocida cuando ni siquiera
su familia había podido consolarla. Y, sin embargo, Reese la hizo sentir
cómoda y segura. Y ella cedió a la sensación de familiaridad. Cuando
sus ojos se encontraron con los de Reese, estaban completamente
vulnerables y abiertos. No escondió nada de sí misma.

Reese fue golpeada con la apertura de esos ojos y dijo tanto a


cambio, que le pareció natural inclinarse hacia adelante y besar los
labios de Alex. Alex la había visto inclinarse lentamente y no había sido
capaz de romper la conexión. Y cuando los labios de Reese se
encontraron con los de ella, un calor cubrió su cuerpo y sus ojos se
cerraron mientras se inclinaba hacia el beso.

Labios suaves preguntaron y la súplica fue contestada y


progresivamente se volvió exigente. Lo que comenzó como un suave
beso se convirtió en apasionado, lleno de hambre y anhelo. Un gemido
escapó de la garganta de Reese. Sus manos comenzaron a tirar de Alex
hacia ella. Alex la alcanzó, luego, de repente, la empujó con sorpresa y
horror.

Se puso de pie y puso distancia entre ella y Reese.

—Alex, espera...

—No, no quiero esto. Lo... Lo siento, pero no quiero esto. —


Comenzó a mirar alrededor—. ¿Dónde está mi abrigo? Tengo que irme.

—Alex, espera, por favor, no te apresures así. Podemos hablar de 30


esto —suplicó Reese.

—Mira, no hay nada que discutir. No quiero esto. ¡No deberías


haberme besado! —Mientras decía esto, su voz se hizo más fuerte.

—No recuerdo que me alejaras —respondió Reese con sarcasmo.

—¡Me tienes aquí bajo falsos pretextos! —Alex la acuso.

—Te olvidas, tu eres la que me llamó, ¡Alex!

—¡¿Dónde está mi abrigo, maldita sea?!

Reese fue al armario, se acercó y se lo dio a Alex. —Aquí, huye Alex.

—Escucha, no estoy huyendo de nada, no soy así, ¡está bien! —


Exclamo.

—¡Ciertamente me estabas dando todas las señales correctas!

—¡No lo estaba!
—Me invitaste a almorzar, me invitaste al cine, aceptaste mi
invitación a la cena... y Alex, ¡me devolviste el beso! —terminó y miró a
Alex esperando una respuesta. Alex permaneció en silencio, tomó su
abrigo, se lo puso y cuando estaba a punto de salir por la puerta, miró
brevemente a Reese antes de salir, cerrando la puerta detrás de ella.

p p p

¿Cómo pudo haber pasado esto? Repetía una y otra vez Alex en
su cabeza.

—¡De ninguna manera! —comenzó a hablarse en voz alta mientras


paseaba por el piso de su sala de estar—. Nunca la alenté. La gente
almuerza todo el tiempo. ¡Jesús! Salen al cine y no terminan... —Caminó
un poco más—. Sólo... no terminan besándose. —Se detuvo y solo miró 31
por la ventana.

Se acercó al teléfono y lo tomó. Marcó y esperó a que la persona


del otro lado lo contestara.

—¿Hola?

—¿Katherine? —habló suavemente.

—Alexandra, ¿eres tú?

—Sí, soy yo. ¿Cómo estás? —Su voz sonaba tensa incluso para ella
misma.

—Alexandra, ¿qué pasa?

Kate, necesito verte... —dijo apenas por encima de un susurro.

—Alex, estoy en camino.


La línea se cortó y Alex colgó el teléfono. Se sentó en su oscura sala
de estar y esperó.

p p p

—¡Bueno Alex, deberías estar halagada! —dijo Elliot.

—Gracias Elliot.

—Eso fue un cumplido que Peter te dio en la cena de anoche.

—¿Cual? —ella rio.

—Sí... muy graciosa. Tengo que admitir que nunca pensé que lo
lograrías —le dijo a ella. Alex lo miró muy seria ahora.

—¿Dudaste de mi habilidad? —preguntó un poco molesta.


32
—Nunca de tu habilidad, Alex. Nunca pensé que fueras del tipo
yugular. —Él la enfrentó, preparándose para lo que iba a venir.

—Voy a juicio para ganar, Elliot, ese es mi trabajo. Siento si mi


victoria en este caso te decepcionó —terminó sarcásticamente.

—¿Qué demonios te está pasando, Alex?

—¿De qué diablos estás hablando Elliot? ¿Por qué es que siempre
actúas como mi padre?

—Supongo que extraño a la vieja Alex —dijo en voz baja.

—Bueno, ella se ha ido, supéralo.

—¿Ya no te importa nada ni nadie? ¿Qué te pasa? Sí, ganaste ese


caso, Alex, pero fuiste implacable. Ese viejo no necesitaba ser humillado
por todas esas cosas que mencionaste en la corte ayer.

—Gané, Elliot —dijo ella claramente.


—Sí, ganaste Alex, ¿cómo te sientes? —dijo y luego salió de su
oficina.

Alex miró la puerta cerrada y se dio cuenta de que Elliot nunca se


había rendido con la vieja Alex. La vieja Alex... ella ya ni siquiera podía
recordarla. Y de alguna manera, cada vez que pensaba en el pasado,
pensaba en Reese. Reese a la luz del fuego, Reese a la luz del sol, Reese
en la nieve y siempre Reese en sus brazos. Y la boca de Reese.

La voz de Carol llegó por el intercomunicador. —Señorita Masters,


su hermana en la línea cuatro. ¿Desea atender la llamada?

—Sí, gracias, Carol, la tomo.

p p p

33
Reese había esperado que cuando Alex tuviera la oportunidad de
pensar las cosas, ella llamaría, pero nunca lo hizo. Al principio, se enojó y
luego la ira se convirtió en tristeza, porque Reese sabía había visto que
algo especial sucedía entre ellas. A Alex simplemente no le importaba lo
suficiente. De alguna manera, a nadie le importó lo suficiente. Ella había
estado tratando de ser la segunda mejor toda su vida. Y sí, por un tiempo
se entregó a la autocompasión. ¿Cómo pudo haber sido tan estúpida
para enamorarse de alguien tan rápido?

A medida que pasaban los meses, se convenció a sí misma de que


todo había sido un error. Si Alex se negaba a reconocer lo que había
sentido, ese era su problema. Ella solo deseaba poder seguir adelante.
Pero, de alguna manera, incluso después de todos estos meses,
ocasionalmente recordaría y anhelaría ese momento y ese beso.

—Alex —dijo en voz alta hasta que fue interrumpida por su hija.
—Mami, vamos, ¡vamos a llegar tarde! —exclamó Carly mientras
tiraba de su madre.

—Oh, lo siento, cariño. Sí, vamos. ¿Agarraste tu guante?

—Lo tengo. ¿Podemos ir a McDonalds después del juego?

—Sí, creo que eso suena genial. —Agarró la pequeña bolsa al lado
de la puerta y ambas caminaron hacia el auto para ir al juego de ligas
menores de Carly.

p p p

—Katherine, estoy ocupada, ¡no puedo ir a un juego de béisbol!

—Alexandra, se lo prometiste a él. Comenzará a las 4:30 de la tarde.


Alex, te ha vuelto a conocer y te quiere. Y, Alex, creo que tú también 34
necesitas esto —terminó suavemente.

—Kate, se lo compensaré.

—Alexandra, ¡estate allí!

Se cortó la comunicación.

—Ella parece enojada —se dijo Alex a sí misma y colgó el teléfono—


. Odio el béisbol.

Su intercomunicador volvió a sonar y Carol habló. —Señorita


Masters, su hermana en la dos.

—Gracias Carol —Ella cambió de lugar—. ¿Sí, Kate?

—Por cierto, Kevin me pidió que te recordara que prometiste


llevarlo a McDonalds después del juego.

—Está bien, está bien. Estaré allí. Tal vez llegue un poco tarde, pero
estaré allí.
—Adiós.

—Adiós Kate.

Su hermana Katherine era a veces una tirana, pero Kate siempre


había estado allí. Después de que Teddy muriera, ni siquiera Kate podía
alcanzarla. Y luego, después de esa noche con Reese...

¡Dios! Siempre Reese. ¿Por qué no podía sacar a esta mujer de su


mente?, se preguntó a sí misma. Mañana terminaría el informe y vería el
juego de las ligas menores de Kevin.

Ella había tomado parte más activa en la vida de su hermana y su


sobrino desde esa noche que llamó a Kate después de su incidente con
Reese. Lo pensaba en estos días. La habían atrapado en esa situación
porque estaba sola, se decía a sí misma. Así que Kate, la buena y
confiable Kate, había venido a por ella otra vez. Y tenía que admitir que
disfrutaba pasar tiempo con Kevin. 35

p p p

—¡Vamos Carly, lánzala! —Gritó Reese.

El equipo estaba practicando antes de que comenzara el juego.


Carly era miembro de los Blue Jays. Le encantaba jugar, pero
desafortunadamente no era muy coordinada. Reese trató
pacientemente de enseñarle a lanzar la pelota una y otra vez.

—Está bien —respondió ella, lanzando la pelota al lado derecho de


Reese. Reese corrió a atraparla. Había llovido la noche anterior, por lo
que el campo de práctica estaba algo fangoso. Cuando Reese atrapó
la pelota, se deslizó en el barro. Todo lo que recordaba era golpear algo
muy duro y aterrizar en su trasero. Se incorporó y se miró cubierta de barro.
Mirando a su lado, se encontró cara a cara con quien había chocado.
Junto a ella, en el barro, estaba sentada una furiosa Alex con un
traje gris. La blusa blanca, la falda y la chaqueta estaban cubiertas de
barro, al igual que las manos, sus piernas e incluso algunas partes de su
cabello.

—¿Qué crees que estabas haciendo? —le gritó a Reese


sorprendida.

—Estaba tratando de atrapar... Lo siento, Alex.

—¡Dios mío, este barro está frío!

Reese se levantó, se secó las manos en los pantalones y extendió


una mano hacia Alex.

—Aquí déjame ayudarte a levantarte.

—¡No! ¡Sólo mantente alejada de mí! —gritó, tratando de


levantarse, pero deslizándose en el barro y aterrizando de nuevo en su
trasero—. ¡Mierda!
36
—No... barro —dijo Reese riendo ahora.

—¡No es gracioso, Reese!

—Desde aquí lo es. ¿Vas a dejar que te ayude ahora? —preguntó


dulcemente.

—¡No! Puedo levantarme yo misma. —Alex casi lo hizo antes de que


su pie se atascara. Su zapato no soltaba el barro y esta vez cayó sobre su
estómago.

—De acuerdo, suficiente, déjame ayudarte —dijo Reese, y mientras


ayudaba a Alex a subir, ambas volvieron a caer sobre sus traseros.

Esta vez ambas se miraron y se echaron a reír. Algunos de los padres


y la mayoría de los niños, se habían convertido en espectadores de la
fiesta de barro. Cuando escucharon todas las risas, ambas miraron a la
multitud que habían atraído. Kate fue una de ellas.
—Está bien, ¿Intentamos esto de nuevo? —preguntó una sonriente
Alex.

—Estoy lista si tú lo estás —dijo Reese y ambas se ayudaron a


pararse y alejarse del mar de barro en el que habían estado.

Kate se acercó con Carly y Kevin detrás de ella. —Bueno, ustedes


dos son una maravilla.

—No hay chistes de barro, está bien, Kate —dijo Alex con una
sonrisa.

Kate levantó las manos. —¿De la tierra al barro contigo? ¡Oh no! —
Ella comenzó a reír realmente ahora.

—¡Hola Alex! —exclamó Carly.

—Hola cariño, ¿Cómo está ese brazo? —le preguntó a la niña.

—Bien, como nuevo, ¿ves? —Le mostró a Alex su brazo. 37


—Sip, a mí también me parece bien —ella aceptó riendo.

—¡Mami, estás muy embarrada! —rio Carly.

—Sí, cariño, realmente lo estoy.

Kate se quedó allí con una gran sonrisa en su rostro. Estaba a punto
de abrir la boca cuando Alex le dio la famosa mirada de la muerte y
volvió a cerrar la boca.

—Kate, esta es Reese Owens —presentó Alex.

Kate se volvió hacia Alex y al instante sumó uno más uno. Alex
nunca le había dicho el apellido de la Reese a la que se había referido
esa noche. —Conozco a Reese, Alex. Kevin y Carly están en el mismo
equipo.

—¿Kate es tu hermana? —preguntó Reese con incredulidad.

—Pequeño mundo, ¿eh? —respondió Alex.


—Sí... Hola Kate —dijo Reese volviéndose hacia Kate

—¿Por qué no se van a limpiar? Los cuidaré hasta que ustedes


regresen y todos podamos ir a McDonalds después. Pueden ir a mi casa,
creo que está más cerca. Alex, ya sabes dónde están mis sudaderas, dale
a Reese un par de las de Andrea. —Kate miró a Reese ahora—. Reese,
Andrea es mi hija mayor. Ella es de tu estatura y su ropa debería funcionar.
Apúrense, chicas, el juego está a punto de comenzar. —Mientras decía
esto, se fue con Carly y Kevin a cuestas—. Vamos chicos, el juego está
por comenzar.

Alex se quedó en silencio y Reese se veía nerviosa. Kate sabía que


estaba en algo. Alex parecía nerviosa e insegura y eso era todo lo que
Kate necesitaba. Alex le había hablado de esa noche con Reese. Lo que
Alex no sabía era que Kate había visto mucho, mucho más de lo que Alex
había pensado. Kate había conocido a Reese y lo que sabía de ella le
gustaba. Si solo Alex se molestara en mirar, podría ser sorprendida. 38
—Um, bueno... no tiene sentido tomar dos autos —dijo Alex—.
Podemos ir en mi auto. —Miró hacia Reese.

Reese la miró por un momento. —Está bien, tu auto, entonces. Guía


el camino, vieja y embarrada. —Ambas se echaron a reír mientras
caminaban hacia el auto de Alex.

p p p

Una vez que ambas estuvieron en el coche, fueron envueltas por el


silencio. Alex solo miró el volante y Reese siguió mirando fijamente sus
manos, sin decir nada ninguna.

—Reese... lo siento... —Alex se calló.

—Alex, está bien —dijo Reese mirando a Alex ahora.


—YO…

—Alex, aquí es donde nos encontramos, ¿vale? —Miró a Alex


conteniendo la respiración.

—¿Amigas entonces? —Alex pregunto tentativamente.

—Me gustaría eso —dijo Reese con una gran sonrisa.

—Bien, te extrañé —dijo Alex cuando encendió el motor y miró


hacia atrás por la ventana trasera. Reese se limitó a sonreír.

p p p

Reese y Alex se habían vuelto a ver. Hubo ocasionales miradas


robadas y ligeros toques, pero nunca progresó más allá de eso.
Comenzaron a reconstruir el desastroso comienzo de cuando se 39
conocieron. Y lentamente, cada mujer se convirtió en parte de la vida de
la otra. Planeaban los fines de semana con Carly juntas. Alex pasaba
ocasionalmente después del trabajo y luego, gradualmente, comenzó a
quedarse a cenar. Y antes de que lo supiera, lo único que no hacían
juntas era dormir bajo el mismo techo.

Mucho había cambiado en esos pocos meses. Y, sin embargo,


algunas cosas parecían no hacerlo en absoluto. Hasta una tarde en que
sucedió lo inevitable.

—Quiero ir al McDonalds —dijo Carly.

—Carly, no podemos vivir en McDonalds —dijo Reese mientras Alex


entraba por la puerta.

—Alto pequeña —dijo Alex.

—¡Alex! —exclamó Carly mientras corría hacia los brazos de Alex


que esperaban. Reese se limitó a sonreír.
—Oye, eso huele bien —dijo Alex mientras se acercaba a Reese
con Carly en sus brazos.

—Galletas.

—Oye pequeño pececito, te estás poniendo pesada ¿Has crecido


desde ayer? —preguntó en broma.

—No —respondió Carly con una risita.

—Alex, vamos a McDonalds —le rogó Carly a Alex.

—Llegas temprano —dijo Reese mirando a Alex.

—Sí, me di cuenta de que era un hermoso día, así que estoy


haciendo novillos.

—¿Genial, tienes hambre? —preguntó Reese mientras mantenía la


cucharada de masa para galletas en el papel de hornear.

—¿McDonalds, por favor? —Carly pidió 40


—Tengo una idea. ¿Por qué no hacemos una barbacoa y usamos
la piscina de mi casa? —Alex miró a Carly y comenzó a hacerle cosquillas
en el estómago.

—¿Podemos mami? ¿Podemos por favor?

—Claro, eso suena genial. Déjame terminar las galletas y


conseguiré nuestros trajes.

—Tal vez podamos alquilar algunos videos también, si quieres, para


más tarde. —Alex dijo mirando a Carly. Reese se había acostumbrado a
la forma que Alex había adoptado para pedirles que pasaran tiempo
con ella.

—Está bien, tal vez debería seguirte en mi auto para que no tengas
que traernos de vuelta más tarde.

—Oye, es viernes, tengo mucho espacio, ¿por qué no se quedan?


—Oh mami, ¿Podemos? ¿Podemos mami? —Tanto Alex como
Carly esperaban a que ella respondiera.

—Está bien, sé cuándo estoy en desventaja —dijo, luego se limpió


las manos, puso las galletas en el horno y fue a hacerle cosquillas a Carly.

p p p

—¿Ya está listo? —preguntó Carly.

—Casi cariño. ¿Quieres ayudar a mamá a sacar algo para que


bebamos?

—Bueno —dijo la niña mientras corría hacia adentro.

Alex sonrió y pensó para sí misma.

Es una cosita tan dulce, hermosa como su madre. Se había


41
deslizado inocentemente. Alex pensó en ello. Sí, Reese era hermosa, con
su cabello dorado y los ojos más azules que podían mirar directamente a
tu alma. Y su boca... la boca de Reese era suave y acogedora. Negó
mentalmente con la cabeza. Estaba sucediendo de nuevo, pensó Alex.
Estaba pensando en Reese de esa manera otra vez. En ese momento,
Reese salió de la casa con un traje de baño azul cobalto y Alex solo pudo
mirar.

—Vamos Carly, así puedo cerrar la puerta, cariño —dijo, ajena a la


mirada hambrienta en la cara de Alex.

—Está bien mami.

—Pon esas tazas sobre la mesa, de acuerdo. —Reese miró hacia


Alex. Estaba sorprendida y complacida por la expresión de Alex.

—¿Te gusta? —preguntó mientras se giraba para mostrar su traje.


—Sí, se ve bien. —Alex miró rápidamente hacia la barbacoa.

Reese sonrió con renovada esperanza. Ella había atrapado a Alex


mirándola. Tantas veces se había encontrado mirando a Alex,
imaginando cómo sería besarla de nuevo. Tantas veces, Alex la había
tocado y con la misma rapidez cambió de tema o simplemente se alejó.
Reese se había preguntado si se lo había imaginado todo. Pero hoy no.
La mirada que había visto en la cara de Alex la reconoció porque sabía
lo que era querer.

Le dolió cuando Alex se escapó esa noche. Le había dolido mucho.


Pero ahora, no sabía si podría soportar la separación. Porque, ella tenía
que enfrentarlo en este momento, se había enamorado de Alex. Preferiría
tener a Alex como amiga a no tener a Alex en su vida.

Carly se acercó a Alex de nuevo. —¿Ya están listos?

—Sí, están listos —le dio a la niña una gran sonrisa. 42


—¡¡Siiiiiiiiiii!! —Carly dijo saltando arriba y abajo.

—Vamos a comer —dijo una triunfante Alex.

Se sentaron, comieron, y se divirtieron con las travesuras de Carly.


Ambas mujeres pronto olvidaron la incomodidad del momento anterior.
Se rieron y cuando terminaron de comer, empezaron a jugar en la
piscina.

—¡Tíralo, Carly! —Reese seguía gritando. Estaban jugando mono en


el medio y Alex estaba en el medio.

—¡Vamos cariño, tíralo! —gritó Reese, riéndose de Alex que


caminaba lentamente hacia la niña riéndose. Luego tiró la pelota y Reese
la atrapó en el aire. Alex se volvió y jugó el mismo juego, caminando
lentamente hacia Reese con una sonrisa maliciosa en su rostro. Cada vez
que ella estaba a punto de tirarla, Alex se interponía en el camino.
—¡Corre mami, corre! —Carly gritó de alegría. Reese se dio la vuelta
e intentó correr en el agua. Alex la alcanzó y la atrajo contra su cuerpo.

—Te tengo —dijo en el oído de Reese.

De repente, el calor entre ellas explotó y ambos cuerpos se


fundieron. Reese podía escuchar la respiración de Alex cerca de su oreja
y sintió que los brazos de Alex se apretaban alrededor de su estómago y
la apretaba más contra ella. De repente, Carly apareció frente a ellas.

—Pierdes, mami, Alex te atrapó —dijo riendo.

—Sí, cariño, Alex me atrapó —respondió Reese, sorprendida de que


Alex todavía la estuviera abrazando con fuerza. Reese se volvió hacia los
brazos de Alex. Sus ojos azules se llenaron de la pasión de los verdes.
Parecía que Alex estaba a punto de inclinarse y besarla, cuando la soltó,
del abrazo en que la había retenido.

—¡Te voy a atrapar pequeño pececito! —dijo ella mientras 43


juguetonamente iba tras Carly. Reese se limitó a sonreír.

p p p

Todas habían tenido un día maravilloso. Alex esperó abajo mientras


Reese estaba acostando a Carly. La niña se había agotado y se había
quedado dormida durante el video que habían alquilado. Reese iba a
volver a tomar café y postre. Alex le dijo a Reese que podía usar el
dormitorio frente a ella para poner a Carly. Era la habitación de Teddy.
Reese no había preguntado. Sabía que esta noche probablemente sería
una noche para hablar mucho.

Oyó que Reese bajaba las escaleras, se dio la vuelta y se encontró


con esos ojos azules. Podía decir que Reese estaba llena de preguntas.
Pero para su crédito, ella sonrió y se acercó sin preguntar.
—Ese café huele de maravilla —dijo Reese mientras se sentaba en
el sofá frente a la mesa de café. Comenzó a servirse una taza y se volvió
hacia Alex—. ¿Te gustaría algo, Alex?

Alex no dijo nada. Miró hacia el suelo. Sabía que era hora de hablar
con Reese. Después de todo, ella era su amiga, su mejor amiga y la más
cercana. En el corto tiempo que se conocían, se sentía más cercana a
ella que a nadie. Sintió una ligera caricia en su brazo y miró hacia arriba.

—Alex, no tienes que decir nada —dijo en voz baja con su mano
todavía descansando amorosamente sobre el brazo de Alex.

Reese se sorprendió cuando miró a los ojos llenos de lágrimas.

—Cariño, sinceramente, no tenemos que hablar de esto —le dijo a


la mujer angustiada que tenía delante. Ella sostuvo ambos brazos de Alex.
Cuando vio que Alex comenzó a sollozar, la tomó en sus brazos—. Oh,
bebé, lo siento mucho. Lo siento mucho —repetía mientras frotaba la 44
espalda de Alex.

Alex se apartó y se secó la cara. No pudo mirar a Reese a los ojos.


Se volvió de espaldas a ella, mirando hacia la oscuridad. Y entonces, Alex
respiró hondo y comenzó a hablar.

—Su nombre era Teddy. Era mi hijo. —Hizo una pausa para ver si
Reese escuchaba. Su corazón se estaba rompiendo al escuchar la voz
de Alex. Ella sabía que debería dejar que lo dijera a su manera y
simplemente estar allí. Lo más importante que podía hacer por su amada
era escuchar y estar allí para ayudar a recoger los pedazos.

—Conocí a James cuando tenía 12 años. Nuestras familias se


conocían y eran muy cercanas mientras crecíamos. Así que,
naturalmente, con el paso de los años, hicimos lo que se esperaba; nos
comprometimos. Ambas familias estaban extasiadas. James y yo
teníamos mucho en común, más que cualquier otra cosa. Ambos
queríamos ir a la escuela de leyes. Queríamos las mismas cosas. Tenía
sentido. Teníamos sentido. Así que nos casamos. Después de un tiempo,
me di cuenta de que no era feliz. Y en realidad tampoco lo era James. —
Alex se detuvo de nuevo. Reese le frotó la espalda y la animó a seguir
adelante y le dijo que sabía que estaba allí escuchando. Alex sonrió ante
el gesto amoroso.

—Iba a hablar con James sobre el divorcio cuando supe que


estaba embarazada. Recuerdo el día que lo descubrí, Reese. —Ella se
abrazó a sí misma y comenzó a sollozar de nuevo. Esta vez el sollozo fue
diferente, más intenso. Alex comenzó a temblar y Reese se acercó por
detrás y la abrazó—. Recuerdo que pensé en cómo el bebé alteraría
todos mis planes. Yo... en realidad consideré abortar... —Cuando terminó
de decirlo todo su cuerpo temblaba con sollozos incontrolables. Ambas
cayeron al suelo.

Reese se aferró fuertemente a ella. —Oh, Dios Reese, eso es lo que


pasaba por mi mente cuando lo vi acostado en esa losa en el hospital. 45
—Sus sollozos estaban más llenos de dolor de lo que Reese podría
imaginar. Sabía que nada de lo que pudiera decir en ese momento
detendría las lágrimas y Alex necesitaba que esas lágrimas vinieran.

—Quería matar a mi hermoso niño, y me estaban castigando. Mi


bebé me fue quitado. Mi bebé me fue quitado... —Alex estaba
inconsolable. Y Reese lloró con ella. Ella sintió el dolor que Alex había
estado conteniendo dentro de ella todos estos años y lloró con ella.

Durante la noche se movieron al sofá, y un poco sobre Reese, Alex


se quedó dormida. Reese no podía creer que un ser humano pudiera
haber tenido tanto dolor en su interior. Alex se aferró a ella incluso en su
sueño.

Miró a la mujer de cabello oscuro cuyo rostro estaba en su pecho


y le acarició el cabello. Y Reese volvió a llorar. Lágrimas de tristeza por su
amada. Alex llevaba tanto dolor y culpa dentro de ella. No era de
extrañar que se hubiera separado del mundo entero. Tenía miedo del
dolor. Tenía miedo del dolor que el amor traía consigo. Reese besó la
parte superior de la cabeza de Alex y sus brazos la abrazaron de forma
protectora.

Alex también apretó reflexivamente su agarre. Reese se preguntó


cómo habría sido conocer a la vieja Alex. Kate había dicho que era
alegre y llena de vida. La Alex en sus brazos solo dio tanto, mostró tanto y
solo sintió tanto. Esta Alex estaba llena de incertidumbres y
vulnerabilidades, que no se había dado cuenta de lo frágiles que eran
hasta esta noche. Y en ese momento, Reese la amaba mucho más.

Reese estaba llena de la necesidad de protegerla, amarla y estar


allí para ella. Siempre estaría allí para abrazarla. Esto también le mostró
que Alex nunca podría amarla de vuelta. No quería el riesgo. Y Reese
también lloró porque, al descubrir el secreto de Alex, ahora sabía que
nunca podría ser realmente suya. 46

p p p

Era casi el amanecer. Los ojos de Alex se abrieron lentamente. Ella


se despertó con un sentimiento de seguridad y amor. Levantó un poco la
cabeza y vio a Reese. Reese la había abrazado durante la noche. Reese
había estado allí y la había abrazado, ya que había derramado todas
esas lágrimas que había estado conteniendo durante tanto tiempo. Miró
la cara de la mujer frente a ella y se llenó de asombro.

Reese era un verdadero enigma para Alex. Todo lo que ella le


pedía era amistad. ¿Cómo había pensado que podría simplemente salir
de su vida? Aceptó el hecho de que su vida no sería la misma sin ella. De
alguna manera, Reese le había devuelto algo de paz. Y Alex necesitaba
la paz.
La paz era algo que había perdido hacia muchos, muchos años
atrás. Reese le dio un sentido de equilibrio y seguridad. Todos pensaron
que estaba tan en control, cuando realmente sabía que siempre estaba
llena de miedo. Todos pensaron que era tan fuerte, cuando siempre se
sentía vulnerable y débil. Ellos no lo veían. Pero Reese sí. Sabía que eso
era lo que más la había asustado. Reese lo vio. Reese vio todo y sabía lo
suficiente como para no forzarla o empujarla.

¿Cómo había pasado esto? De alguna manera, esta mujer la


abrazaba, la consolaba, la amaba... y ante ese pensamiento, se detuvo.

Reese la amaba. Alex se llenó de este conocimiento. Y luego miró


la cara de Reese de manera diferente. De repente, se llenó de miedo y
curiosidad. Estudió la cara que tenía delante y notó cada pequeño
detalle. Recordó ese día que había visto a Reese por primera vez y
recordó haber pensado que era hermosa. Pero mirándola ahora, se dio
cuenta de que en realidad no había visto lo hermosa que era. 47
Esta mujer que la sostenía la llenaba de miedo, pero al mismo
tiempo, Reese le daba un sentido de unidad. Sí, eso es lo que Reese la
hacía sentir. Ella la hacía sentir completa de alguna manera. Y por
primera vez desde que podía recordar, Alex no pensó. Se permitió a sí
misma, al menos durante ese momento de su vida, hacer lo que
instintivamente sentía que tenía que hacer. Así que la mano de Alex se
acercó a la cara de Reese y la acarició.

Los ojos de Reese se abrieron lentamente y se apoyó en el toque


de Alex. Ojos azules y verdes se encontraron y no se necesitaron palabras.
La cara de Alex se acercó y sus labios se encontraron con los labios que
se abrieron ligeramente esperando los de ella. Todo lo que se permitía
hacer era sentir.

Reese se despertó por el amoroso toque, el amor mirándola a los


ojos, y los labios del amor besándola.
Ambas mujeres se entregaron lentamente a la sensualidad del
beso. Ambas se llenaron de hambre repentina y nació una llama. Los
brazos de Reese se apretaron acercando a Alex. Alex movió su cuerpo
de modo que estaba completamente tumbada sobre Reese.

Alex estaba llena de una necesidad de poseer. Ella quería y eso era
todo lo que su cerebro registraba. Quería tocar, sentir, besar y acariciar.
Quería hacerle el amor a Reese. Y cuando registró ese pensamiento, su
cabeza se aclaró. Y donde un momento antes estaba llena de
necesidad, ahora estaba llena de miedo. Y se veía en sus ojos.

Reese lo vio. Ella no liberó completamente a Alex, pero la aflojó.


Optó por no reconocer ni negar y quizás este momento podría acercarlas
más en lugar de separarlas. Utilizó toda la fuerza en ella para permitirle a
la mujer que amaba el tiempo que necesitaba. Reese sonrió. —Buenos
días —dijo simplemente—. ¿Te sientes un poco mejor? —Su voz era suave
cuando puso un mechón de cabello de Alex detrás de su oreja 48
amorosamente.

—Sí, gracias —respondió Alex, con los ojos llenos de miedo e


incertidumbre.

—¿Qué tal si preparo un desayuno en esa hermosa cocina no


utilizada que tienes?

Alex levantó la vista y se encontró con juguetones y sonrientes ojos


y ella le devolvió la sonrisa. —Estoy muriendo de hambre.

—Bien, levantémonos y te haré mis famosos huevos —dijo Reese


mientras ambas se levantaban del sofá—. Eso será si tienes algo en ese
refrigerador tuyo.

—¡Oye, tengo comida allí! —Alex caminó detrás de Reese a la


cocina.
—Sí, claro, tienes comida ahí porque la compramos ayer. ¡Juro que
no sé cómo no te mueres de hambre!

—Eso es porque yo como en tu casa —respondió Alex


juguetonamente.

—Oh, entonces es por eso por lo que vienes ¿eh? ¿Porque te doy
de comer? —dijo fingiendo estar enojada.

—Descubriste mi secreto.

—Sí, sí, sí —dijo Reese.

Reese comenzó a revisar los armarios y luego fue a mirar dentro del
refrigerador. —¡Dios! Alex, ¡realmente no tienes comida aquí! —Se volvió
para mirar a su amiga.

Alex miró hacia ella. —Realmente no he vivido aquí por mucho


tiempo. —Tenía una mirada de tristeza otra vez. Reese se acercó a ella y
no pudo detenerse. Besó a Alex ligeramente en los labios y la rodeó con
49
su abrazo.

—Ya no tienes que tener miedo, Alex. Ya no estás sola. —Mientras


decía esto, su abrazo se tensó. Y para su sorpresa, los brazos de Alex la
rodearon.

—¿Mamá?

Ambas mujeres se giraron y vieron a Carly frotándose los ojos. Reese


se acercó a ella y los brazos de la niña se acercaron a ella. Reese la
levantó y la abrazó con fuerza.

—Buenos días mi dulce niña —dijo apretando a la niña. Alex sonrió


ante la visión frente a ella.

—Buenos días mami —respondió Carly con sueño.

—¿Tienes hambre?
—Uh hum. —La cabeza de Carly miró hacia Alex—. Hola Alex —dijo
y le tendió la mano. Alex se acercó y se sorprendió cuando Carly le tendió
las manos y se dirigió a sus brazos. La niña enterró su cara en el cuello de
Alex y sus brazos alrededor de sus hombros.

Alex sintió la misma sensación, de que era lo correcto, que tuvo con
Reese hace solo unos minutos. Ella levantó la vista y Reese le estaba
sonriendo.

—Prepararemos un poco de café —le dijo a Alex con una sonrisa


comprensiva.

—Se quedó dormida otra vez —dijo Alex mirando a Carly y luego a
Reese.

—Ella te ama Alex, se siente segura contigo. —Alex abrió la boca


para decir algo y la volvió a cerrar. Miró a la niña dormida en sus brazos
y la abrazó con más fuerza mientras besaba su cabeza dorada. 50
—Yo la amo, Reese, la amo también. —Alex abrazó a Carly con
amor y comenzó a mecerse lentamente hacia los lados. Reese se limitó a
sonreír y se fue a hacer el café.

p p p

Elliot entró en la oficina de Alex y la encontró mirando por la


ventana, sin darse cuenta de que él estaba incluso en la habitación.

—¿Qué estás soñando despierta, consejera? —dijo medio en


broma.

Alex se volvió y su rostro se veía bastante serio y lejano, antes de


que se pusiera en marcha la sonrisa habitual. Elliot reconoció esa sonrisa
de inmediato. Se había desarrollado lentamente. Fue la sonrisa que hizo
a la gente pensar que todo estaba bien cuando realmente no lo estaba.

—Hola, Elliot —respondió ella ahora, sentada en su silla, detrás de


su escritorio, frente a él—. ¿Estás aquí para volverme loca como siempre?

—No. En realidad, sí. Tengo aquí el archivo sobre ese caso de


contaminación. Quería tu opinión al respecto. Iremos a juicio en tres
semanas.

—Tendré eso para ti el miércoles, ¿de acuerdo? —respondió,


tomando una nota en su calendario.

—¿El miércoles? No creo que te tome tanto tiempo. Planeé tener


tus notas el lunes por la mañana.

—Tengo planes para el fin de semana. No vendré —respondió sin


mirar a Elliot.

—Está bien, ¡finalmente lo has dicho! Ahora, ¿puedes informarme


51
qué ha cambiado? No es que no me guste —dijo antes de que ella
pudiera protestar, y luego continuó—. Alex, has estado más viva estos dos
meses que te he visto en los últimos años. ¿A qué debemos este cambio?
¿A quién estás viendo? ¿Lo conozco?

—¡Elliot! ¡Detente! No estoy viendo a nadie. Estoy pasando tiempo


con una amiga y su hija.

Elliot se sentó en la silla frente a su escritorio, desconcertado. —


¿Oh? Pensé... bueno... no importa. ¿Quién es esta amiga tuya?

—La conociste, vino aquí hace unos meses —respondió Alex


evitando mirar a Elliot.

—¿Lo hice? ¿Cuál?

—Reese Owens, la mujer rubia que vino a mi oficina... —Se calló


mientras intentaba revisar algunos papeles delante de ella.
—La rubia... sí, la recuerdo. Hermosa mujer. Tiene una hija, ¿eh?

—Sí, el nombre de su hija es Carly, pequeña y dulce cosita. —Alex


todavía no podía mirar a Elliot a los ojos. La conocía desde hacía
demasiado tiempo. Y Alex no quería responder preguntas ni tampoco
quería pensar en ellas.

—Entonces, ¿qué vas a hacer? —preguntó inocentemente.

—¿Qué es esto, la inquisición? —preguntó una molesta Alex. Ahora


se enfrentaba a un Elliot totalmente confundido.

—¿Qué te está molestando? Simplemente hice una pregunta muy


inocua. ¡Jesús, Alex! ¡No es como si estuvieras saliendo con ella o algo así!
—dijo burlonamente, poniéndose de pie. Alex lo miraba fijamente. Elliot
le devolvió la mirada y de repente volvió a sentarse lentamente, sin
perder el contacto visual con Alex—. Alex, ¿la estás viendo? —preguntó
suavemente. 52
Alex quiso negar la implicación, pero en ese momento se hizo la
misma pregunta. ¿Lo estaba? No estaba segura de sus acciones o sus
sentimientos en lo que a Reese se refería. Ella no quería ver lo que estaba
pasando. Y ahora, Elliot había preguntado y ella no sabía muy bien cómo
responder.

—¿Alex? —Él esperó. Ella miró hacia otro lado.

—Elliot... me gusta pasar tiempo con ella. Me hace sentir alegre. No


tengo que pensar cuando estoy con Reese. Es divertida y activa; ella y
Carly de alguna manera llenaron algunos de los espacios vacíos. Eso es
todo —le respondió—. Disfruto de su compañía.

—Está bien, Alex. No quise decir nada —dijo bastante avergonzado


ahora.
—¿Te habría importado si hubiera sido más que una amistad, Elliot?
—Sabía que debería haberlo dejado y, sin embargo, tenía que saber la
respuesta a su pregunta.

—¿Qué? ¿Si estuvieras saliendo con una mujer? Supongo que lo


sería por un tiempo. Quiero decir, ciertamente sería una sorpresa. Todavía
sería tu amigo, Alex.

—Gracias, Elliot —dijo ella con una sonrisa.

—Oye, casi lo olvido. Necesito una cita para la cena de los Premios
Carlton. ¿Qué te parece? ¿Vas a ir con alguien?

—No, no tengo a nadie. Claro, podemos ir juntos. —Ella comenzó a


mirar los papeles en su escritorio de nuevo.

—Genial, es una cita. ¿Te recojo?

—Claro, suena bien.


53
—Bueno, te dejaré volver a tus archivos. —Y con eso dejó su oficina.

Tan pronto como la puerta se cerró, los ojos de Alex se elevaron.


¿En qué se había metido? Había aceptado una cita con Elliot. Sus dedos
pasaron por su cabello. Él le había pedido todos los años que fuera con
él a esa estúpida cena de premios y ella siempre había dicho que no. Y
ahora había aceptado porque... ¿Por qué? ¿Por qué había dicho que sí?

p p p

Después del tercer timbre, Reese levantó el teléfono. Se había


apresurado en la casa con su maletín para contestar.

—¿Hola? —dijo un poco sin aliento.

—Oye, ¿estás bien chica?


—Hola Kate. Acababa de entrar.

—Lo siento.

—Está bien Kate, ¿qué pasa?

—Pensé que les gustaría venir este sábado para una barbacoa y
un chapuzón en la piscina. Rob está preparando su famoso pollo
salteado. No te preocupes, todos sobrevivimos a la parrilla de Rob —
terminó de decir riendo.

Reese se rio a cambio. —Cuenten con nosotras. A Carly le encanta


jugar con Kevin.

—Dile a mi hermana que podemos pasar un día entero y luego


nosotros, los adultos, tal vez podamos salir a ver una película más tarde.
Tengo una niñera para pasar la noche.

—Suena genial. ¡Hey! ¿Por qué no se lo preguntas tú misma?


54
—Reese, ella prácticamente vive en tu casa. Desearía que
simplemente se mudara y terminara con todo esto.

Reese estaba en silencio. No se había dado cuenta de lo


observadora que era Kate. Pensó que tenía tan controlados sus
sentimientos y, sin embargo, aquí estaba Kate comentando sobre su
relación. Y tuvo que admitir que estaba contenta de que la hermana de
Alex lo aprobara.

—¿Reese? ¿Estás ahí? —preguntó Kate—. Mira Reese, no soy ciega,


mi hermana puede serlo, pero no yo.

—Kate...

—Eres buena para ella. Aún no sabe cuánto, pero lo hará —dijo
Kate a Reese, que tenía los ojos muy nublados.

—¿Se nota mucho?


—Cariño, podrías verlo desde kilómetros a la redonda. Lo supe en
el momento en que las vi a las dos cubiertas de lodo —respondió riendo.

—¿Y estás bien con eso Kate? ¿Conmigo?

—Eres una gran persona, Reese. Alex es muy afortunada de que el


amor la haya encontrado por fin.

—Kate, no estamos juntas de ninguna manera, honestamente.


Ojalá lo estuviéramos, pero no lo estamos.

—¡De ninguna manera! Pero pensé... La forma en que te mira,


pensé... —dijo una incrédula Kate.

—No.

—Escucha Reese, Alex ha pasado por el infierno, pero no está


ciega. Lo verá. No te rindas. Sé que tiene sentimientos por ti. Puedo verlo
cada vez que te mira —Kate intentó tranquilizar a Reese en el otro lado
del teléfono.
55
—Espero que tengas razón, Kate. La amo más de lo que puedo
soportar a veces —respondió con voz triste.

—Lo hará, dale su tiempo Reese. Mi hermana puede ser lenta, pero
no es estúpida —se rio de nuevo—. ¿Así que hablarás con ella sobre el
sábado?

—Sí, lo haré. ¿Y Kate?

—¿Sí?

—Gracias.

p p p
Alex conducía como de costumbre hacia la casa de Reese
después de que había terminado en la oficina. Se detuvo frente a la casa
y se sentó en su auto. Ella se hizo tantas preguntas. Sobre todo, ¿Cómo
había llegado allí? ¿Qué estaba haciendo viniendo aquí todos los días?
Había pasado una semana desde el momento en que ella y Reese se
habían besado por última vez. Y tenía que admitir que lo había pensado
mucho. Cuando Elliot le preguntó si la estaba viendo, ella respondió
rápidamente que no. ¿Es por eso por lo que aceptó la invitación de Elliot
a esa cena de premiación el sábado? Estaba tan confundida que no
sabía qué hacer o pensar.

Bueno, pensándolo. No estaba saliendo con Reese. Eran sólo


amigas. Amigas que se besaban, ¿no es así? No tenían ningún
compromiso y, por el amor de Dios, Reese era una mujer. Estas preguntas
eran ridículas. ¿No lo eran? Y, sin embargo, cada vez que recordaba
haberse despertado con esos ojos azules, recordaba la boca de Reese. 56
Nunca había pensado en las mujeres de esta manera. Realmente
nunca había pensado mucho en el sexo, si decía la verdad. Solo pensó
que, lo que había leído y escuchado sobre el encanto del sexo, era
mucha exageración. Ella no podría sentirse atraída por Reese.

Simplemente no me atraen las mujeres. Y en ese sentido, salió de su


auto y entró a la casa de Reese.

—Hola —dijo Alex mientras caminaba hacia la cocina.

—Hola —dijo Reese con la sonrisa más hermosa que Alex había visto
nunca.

Si, debo admitir que Reese es hermosa, pero puedo admirarla sin...
Luego miró a su alrededor, evitando los ojos de Reese.

—¿Dónde está Carly?


—Ella tiene chicas Scouts. Comenzaron hoy, ¿recuerdas? —
respondió Reese mientras abría la puerta del refrigerador—. ¿Quieres una
Coca-Cola?

Sí, gracias —dijo Alex mientras se sentaba en el taburete junto a la


isla en la cocina.

Reese sacó una coca y se la puso delante. —Kate quería saber si


queremos ir el sábado. Aparentemente Rob estará cocinando —se rio y
luego continuó—. ¡Oh! Y nosotros los adultos podemos ir al cine por la
noche, Kate ha organizado una niñera. —Reese estaba sacando algo de
los armarios y, viendo que Alex no había respondido, se dio la vuelta para
mirar a una Alex en silencio.

—¿Alex?

—Suena genial. Carly y tú deberían ir. Tengo una cena para ir el


sábado —respondió. Alex siguió mirando su refresco y no a Reese. 57
—Oh... no sabía que tenías planes... —Reese se calló.

—Sí, Elliot me pidió que fuera a la cena de los Premios Carlton con
él y acepté. Es este sábado. —Alex todavía no miró a Reese.

Reese sintió que alguien la había golpeado con fuerza en el pecho.


Ella estaba enraizada en el lugar donde estaba parada.

Alex tiene una cita. Alex está saliendo con alguien más. Alex será
besada de buenas noches. Alex... Alex... Alex. No estaba segura de
cuánto tiempo estuvo parada frente a Alex en silencio. Alex nunca
levantó la vista. Finalmente, ella fue capaz de hablar.

Ya veo... bueno, espero que la pases bien, Alex —dijo suavemente,


dándose la vuelta antes de que Alex levantara la cabeza. Alex bebió su
Coca- Cola en silencio mientras Reese fingía que no le importaba.
Después de unos momentos incómodos, Alex levantó la vista y algo
dentro de ella la hizo querer caminar hacia Reese y tomarla en sus brazos.
Pero en lugar de hacer eso, trató de entablar una conversación.

—Entonces, ¿cómo estuvo la escuela hoy?

—Lo de siempre. Tuvimos un maestro en servicio hoy. Ya sabes, es


como un taller para maestros —respondió ella.

—Suena interesante. Entonces, ¿Cuándo recuperarás a tus


alumnos de segundo grado?

—La próxima semana. Están pensando en ofrecer español a los


maestros, así como en agregarlo en la currícula escolar.

—¿Te interesa tomar un idioma?

—Por supuesto que estoy interesada en aprender, Alex. ¡Soy una


maestra! —respondió más fuerte de lo que había querido. Alex la miró
fijamente. Ambas se enfrentaban ahora.
58
Alex no pudo evitar notar las lágrimas que brotaban de los ojos de
Reese. Ella miró la lata de Coca-Cola en sus manos. —Lo siento —dijo en
voz baja.

—¿Por qué?

Alex miró hacia arriba. —¿Qué por qué?

—¿Por qué es tan difícil para ti amarme? —preguntó mientras las


lágrimas corrían por su rostro. Reese ya no podía ocultar sus sentimientos
por Alex. Ella lo había intentado tanto. Tantas veces diciéndose a sí misma
que estaría satisfecha con ser amiga de Alex. Tantas noches solitarias.
Tantos días queriendo y no pudiendo; tanto que decir, una palabra
amorosa, un toque amoroso. Todo brotó dentro de ella y le dio la espalda
a Alex. Sus manos se acercaron a su cara cuando comenzó a sollozar, y
su cuerpo comenzó a temblar. Alex se sentó a mirarla hasta que no pudo
soportarlo más. Se acercó a Reese y trató de tomarla en sus brazos.
—¡No! —Reese dijo empujándola lejos.

—¡Déjame abrazarte! —dijo una sorprendida Alex. Ella no había


esperado esta reacción.

—¡No! Vete, Alex. ¡Por favor, vete! Duele amarte. —Rompió a llorar
de nuevo.

—Reese… —dijo suavemente.

—Pensé que podría hacerlo Alex... pero no puedo. Esperaba que


algún día... Por favor, vete Alex. —Se quedó de espaldas a Alex, apoyada
en el mostrador delante de ella.

—Reese, no me quiero ir —la escuchó decir suavemente.

—Pero ¿Quieres quedarte Alex? —preguntó mientras se daba la


vuelta. Alex no dio respuesta—. Hay una diferencia entre nosotras. ¡No
estoy corriendo como tú! —gritó
59
—No estoy corriendo. ¡No puedo darte lo que quieres! —Alex gritó
de nuevo.

—¿Y qué quiero, Alex? ¿Qué quiero?

Ambas mujeres se miraron la una a la otra. Alex rompió el contacto


visual primero. —No sé lo que quieres —dijo finalmente.

—¿No es así? —Reese preguntó suavemente—. ¿No es así


Alexandra? Te quiero. Eres lo que quiero.

Alex se quedó mirando, incapaz de hablar. Reese se acercó a ella


lentamente. Y cuando Alex no se apartó, sus brazos se elevaron alrededor
del cuello de Alex. Sintió la respiración de Alex cuando sus cuerpos se
fundían. La mano de Reese se acercó al cabello de Alex y lo acarició,
finalmente poniendo un mechón detrás de su oreja.

Alex estaba hechizada. Todo lo que sentía era el calor que


irradiaba del cuerpo de Reese. Todo lo que podía oír era un rugido en sus
oídos. El corazón latía con tanta fuerza en el pecho que pensó que podría
salirse.

Reese era todo lo que su mente seguía diciendo. Todos sus sentidos
estaban inundados por la necesidad de Reese. Y cuando la boca de
Reese se acercó, Alex no esperó. Su boca salió a su encuentro.

Las manos de Alex viajaron sobre el cuerpo de Reese. Su boca


quería más. Ella no podía acercar a Reese lo suficientemente cerca de
ella. Y esa llama que una vez se había encendido dentro suyo, se convirtió
en un fuego furioso. Estaba absorta en su necesidad de tocar, sentir,
probar.

Reese. Sus sentidos estaban llenos solo de su necesidad.

Reese solo conocía su necesidad de Alex. Sus manos atravesaron


el cabello de Alex, luego una viajó por su espalda. Estaba consumida con
tanta necesidad como Alex. Y contuvo el aliento mientras la boca de 60
Alex bajaba por su cuello hacia su pecho.

Alex estaba llena de un deseo sin sentido. Si no tocaba a Reese, se


quemaría. Quería la piel de Reese. Mientras su boca viajaba por el cuello
de Reese, sus manos bajaron por su espalda, sobre su parte inferior y la
acercó aún más a ella. Podía escuchar la respiración entrecortada de
Reese y, cuando la atrajo hacia ella, escuchó el gemido que escapó de
la boca de Reese.

—Oh Alex...

RINGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.

—¿Qué es eso?

—El timbre de la puerta... —respondió Reese jadeando.

—¿Quien...? —Alex preguntó tratando de recuperar el aliento.


—¡Oh Dios, es Rose! Ella trajo a Carly —dijo Reese a Alex. Ambas
tenían sus frentes juntas, tratando de recuperar el aliento.

RINGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.

—Será mejor que vaya... —Intentó quitarse del abrazo de Alex. Alex
tiró de ella de nuevo en sus brazos. Alex sonrió, besó sus labios ligeramente
y luego la soltó. Reese le devolvió la sonrisa y se sonrojó. Se estaba
alisando el pelo y la blusa mientras caminaba para abrir la puerta.

Alex perdió su sonrisa cuando Reese se alejó.

p p p

Mientras Reese estaba hablando con su amiga Rose, Carly entró


corriendo en la casa.
61
—Alex! —gritó mientras corría hacia los brazos abiertos de Alex.

Alex recogió a la niña y la hizo girar.

—Oye pequeño pececito. ¿Cómo estuvo las chicas Scouts? ¿Te


gusta? —preguntó mientras le sonreía con indulgencia a la niña en sus
brazos.

—Sí, fue divertido. Vamos a un viaje de campamento. ¿Quieres


venir Alex?

—Wow, un viaje de campamento, ¿eh?

—Sí, con osos y todo eso —dijo la niña con seriedad mientras
negaba con la cabeza.

—Wow, ¿Osos reales?

—Sí, es por eso por lo que tenemos que practicar todas estas cosas
de seguridad —explicó.
—¿Qué es esto que escucho sobre un viaje de campamento? —
preguntó Reese riendo.

—Alex, va a venir —le dijo Carly.

—Oye, ahora espera un minuto pececito, nunca dije... —Alex se


detuvo tan pronto como vio la mirada abatida en la cara de Carly.

—Cariño, es posible que a Alex no le guste acampar. —Reese


repitió el razonamiento con la niña de aspecto triste.

Carly permaneció en silencio mirando hacia el suelo. Alex siguió


mirando por detrás de Carly a Reese.

—Carly cariño, Alex tiene que trabajar —dijo Reese suavemente


mientras tomaba a Carly de los brazos de Alex. Alex se sintió bastante
vacía de repente.

—Oye, espera un minuto pececito, no dije exactamente qué no —


tartamudeó. La cabeza de Carly se levantó con una sonrisa
62
esperanzada. Reese también la estaba mirando.

—¿Eso significa que vendrás también? —preguntó con entusiasmo.

—Eso significa que lo intentaré. Si a tu madre no le importa... —Se


calló Alex mirando a Reese que le devolvió la sonrisa.

—También me gustaría, Alex —dijo Reese sonriendo. Alex sonrió a


cambio.

—¡Hurra! ¡Todos vamos a acampar! —exclamó una feliz Carly.

—¿Esto significa que tengo que dormir en una tienda de


campaña... al aire libre... en el bosque? —Alex comenzó a parecer
preocupada. Reese negó con la cabeza y se echó a reír después de ver
la expresión de preocupación de Alex.

p p p
Durante los días siguientes, simplemente volvieron a la vieja rutina.
Era como si ambas temieran asustar a la otra. Alex solía ir todas las noches,
y las tres cenaban, veían televisión o jugaban a juegos de mesa. Alex solía
despedirse y besar a Carly y luego besar a Reese en la mejilla.

Para el jueves, Alex aún no había roto su cita con Elliot.

¿Qué estaba esperando? Se preguntó a sí misma. Sus


pensamientos fueron interrumpidos por Carol en el intercomunicador. —
Srta. Masters, es su hermana en la línea dos.

—Gracias Carol —dijo Alex y levantó el auricular.

—¿Si Katherine?

—¿Por qué tan formal? —pregunto Kate juguetonamente

—No formal... ¿Qué quieres Kate? —preguntó Alex, más relajada. 63


—Solo comprobando lo del sábado. Hablé con Reese y ella no
estaba segura. Alex, sonaba un poco rara cuando le pregunté. ¿Ocurrió
algo? —Kate preguntó, esperando que Alex respondiera.

—Tengo una cita con Elliot —dijo simplemente.

—¿Tú qué?

—He aceptado la invitación de Elliot a una cena de premiación el


sábado. —No hubo respuesta de Kate—. ¡Oye! ¿Todavía estás ahí? —ella
preguntó.

—Alex... no sé muy bien qué decir —Kate sonó molesta.

—No hay nada que decir.

—Alex, ¿estás segura de que quieres hacer esto? —preguntó Kate


con cuidado.

—¿Qué quieres decir?


—Oh Alex, corta la mierda, ¿vale? Tengo ojos, veo cómo miras a
Reese. —Kate dijo finalmente.

—YO…

—Alex, ten cuidado de no perder lo que te han dado. El amor es


un regalo, Alex. —Esta vez fue Alex quien no respondió—. Adiós,
Alexandra. Sé feliz con tus convenciones y tus apariencias. —Kate dijo
sarcásticamente.

—¡Eso no es justo Kate! —Alex protestó.

—No, no lo es. A veces tenemos amor solo por un rato. No lo


desperdicies. Supongo que no quiero que lo dejes pasar —dijo Kate con
voz triste...—. Piensa en esto Alex —ella terminó y luego colgó el teléfono.

Alex colgó el teléfono y quedó envuelta en sus pensamientos.


Reese no había vuelto a preguntar por el sábado después de... su
conversación en la cocina esa noche. ¿Cómo reaccionaría Reese si Alex 64
fuera a ir con Elliot el sábado? ¿Y por qué iba con Elliot el sábado? Esa
era la verdadera pregunta.

p p p

El viernes por la noche actuaron como cualquier otra noche. Alex


besó a Carly y le dio un abrazo de buenas noches. Reese la acompañó
a la puerta como de costumbre. Alex se volvió para despedirse de ella,
pero la mirada en los ojos de Reese la detuvo. Ambas mujeres se
quedaron un momento mirándose la una a la otra. Alex rompió el
contacto visual primero. Reese dio un paso adelante y besó a Alex
ligeramente en los labios y luego se apartó.

—Buenas noches Alex —dijo ella suavemente.


Alex levantó la vista y una vez más quedó hipnotizada con esos
hermosos ojos azules. Dio un paso adelante y luego, con la misma rapidez,
retrocedió.

—Buenas noches, Reese —dijo Alex suavemente mientras se daba


la vuelta y se alejaba.

p p p

—Hola Reese, entra —dijo Kate con una sonrisa—. Carly, cariño,
¡me encanta ese traje rosa!

—Gracias, señora Stenbeck —dijo Carly cortésmente.

—Traje un pastel de mousse de chocolate para el postre. —Reese


le dijo a Kate mientras ella y Carly entraban en la casa.
65
—¡Dios te amo! —Kate exclamó.

—¿Qué pasa con tu familia y este fetiche de chocolate? —Reese


preguntó riendo—. ¡Alex jadea por el chocolate, lo juro!

—Deberías saberlo —dijo Kate riendo a Reese.

—Ojalá —respondió Reese abatida.

Kate la miró con consternación. —Carly cariño, Kevin ya está en la


parte de atrás en la piscina. ¿Por qué no vas y te lanzas? El agua esta
perfecta.

—Mami, ¿puedo? —preguntó Carly implorando.

—Rob está allí supervisando.

—Está bien, Carly, cariño, pero escucha al señor Stenbeck, ¿vale?

—Está bien, mami —dijo Carly mientras corría hacia las puertas
corredizas que conducían a la piscina.
—¡No corras, Carly!

Carly dejó de correr y miró hacia atrás. —Lo siento. —Ella comenzó
a caminar lentamente hacia las puertas y salió.

Kate miró hacia Reese. —¿No viene Alex? —le preguntó a Reese.

—No sé nada, Kate. Anoche nos dijimos buenas noches y eso fue
todo. No quería presionar demasiado. —Reese parecía desamparada.

—Oh Reese, lo siento —dijo Kate, tratando de consolarla.

—Ella nunca me prometió nada, Kate. No tengo derecho a esperar


nada de ella.

—¿Así que no ha pasado nada? —Kate preguntó, esperando.

—Bueno, no exactamente nada... —Reese se calló.

—¿Qué? ¿Qué? —Kate preguntó con entusiasmo.


66
—Bueno... tuvimos el beso más apasionado que he tenido en mi
vida, en la cocina el otro día. Si el timbre de la puerta no hubiera... bueno,
quién puede decirlo. —La cara de Reese pasó de una sonrisa a una
expresión decepcionante.

—Lo juro, Alexandra puede ir de brillante a tonta —dijo Kate con


exasperación.

—Tal vez a ella no le gusto lo suficiente como eso...

—¡Sí claro! —exclamó una incrédula Kate.

—No lo sé, Kate. Tal vez debería tratar de dejar esto atrás. Me está
haciendo miserable. Y Alex... bueno, Alex puede necesitar una amiga, no
una amante.

—Lo siento, Reese. Ella está tan perdida en esto —dijo Kate mientras
ambas salían a la piscina.
p p p

La cena fue ruidosa. Habían terminado con los premios y ahora la


música estaba sonando fuerte.

—¿Quieres bailar, Alex? —preguntó Elliot.

—Claro, por qué no —dijo Alex, levantándose.

Caminaron a la pista de baile y Alex se dirigió a los brazos de Elliot.


Pensó que era un buen bailarín. Y ella acaba de empezar a balancearse
con la música. Cuando su cuerpo comenzó a relajarse, los pensamientos
sobre Reese comenzaron a abarcar gradualmente su mente.

Recordó claramente cómo se había sentido sosteniendo a Reese


en sus brazos. Besar a Reese, olerla, cómo se sentían su boca y su abrazo...
Y luego se dio cuenta de que Elliot había estado hablando con ella y
negó con la cabeza tratando de aclararse.
67
—¿Qué? ¿Pensé que te gustaba el océano? —le dijo a ella
confundido.

—Oh... Lo siento, Elliot. No estaba escuchando. ¿Qué dijiste otra


vez?

Eso marcó la tendencia para el resto de la noche. Ella se iba a la


deriva y Reese llenaba sus pensamientos. Cuando Elliot sugirió que se
fueran, ella aceptó encantada. Finalmente, la noche había terminado. Y
Alex se encontró pensando que mañana era domingo y que vería a
Reese.

Elliot la llevó a su casa y la acompañó hasta la puerta.

—Gracias, Elliot. Me lo pasé muy bien —le dijo y, mientras retiraba


la mano, la tomó en sus brazos y la besó. Alex se sorprendió y se congeló
en el lugar con este beso inesperado de Elliot. Cuando ella estaba a
punto de retirarse, la soltó y sonrió. Alex solo lo miró fijamente.

—Buenas noches, Alex. Gracias. También me lo pasé de maravilla


—dijo con una gran sonrisa en su rostro. Luego se dio la vuelta y se alejó.
Elliot entró en su auto saludando con un gesto y se alejó mientras Alex
seguía parada en el mismo lugar mirándolo.

Finalmente se dio la vuelta y entró.

p p p

Alex dio vueltas toda la noche. Finalmente se levantó y bajó a la


cocina por un vaso de leche. Sacó un vaso del armario y se sirvió un vaso
de leche con chocolate. Luego se acercó a la mesa y se sentó en una
de las sillas.
68
La leche la hizo sentir mejor y, cuando estaba a punto de terminar,
se levantó y caminó hacia su estudio para comprobar su contestador
automático.

Tal vez Reese había dejado un mensaje.

Tocó el botón que estaba parpadeando. Había un mensaje


dejado de 22:00 de Kate.

¡Dios Alex, espero que sepas lo que estás haciendo! Todos la


pasamos muy bien aquí. Los niños se divirtieron en la piscina y luego todos
fuimos al cine. Reese es una gran persona, y tú, mi querida hermana, eres
una idiota. Creo que fuiste un poco demasiado lejos hoy. Espero que no
te haya costado tu felicidad. A veces Alex... bueno, llámame mañana.
Adiós Alex

La máquina pitó dos veces y ese fue el mensaje.


¿Qué había querido decir Kate? Ella sabía exactamente lo que
Kate quería decir. Deseaba que Kate se mantuviera fuera de esto. Ella y
Reese eran solo amigas. Bueno, tal vez un poco más que amigas. Se
habían besado. Y menudo beso.

Alex volvió a la cama y pasó el resto de la noche atormentada por


el mensaje de Kate y las visiones de Reese.

Cuando finalmente se despertó por la mañana, se sentía cansada,


y su cabeza se sentía aturdida. Después de ducharse y hacer un poco de
café, llevó su taza al estudio y comenzó a llamar a Reese. Después de la
quinta vez que sonó, Alex miro fijamente su mano como si fuera un objeto
extraño. Miró el reloj de su escritorio. Decía 10 am. ¿Dónde estaba Reese?
Marcó nuevamente, pensando que tal vez había marcado el número de
manera incorrecta. De nuevo no había respuesta.

Alex comenzó a pasearse. ¿Dónde estaba Reese? ¿Por qué no le


había dicho que iba a salir hoy?
69
¿Por qué debería ella decirme? Dijo una vocecita en su cabeza.
Alex siguió llamando cada hora hasta el principio de la tarde. No había
comido ni hecho nada más que sentarse en la silla detrás de su escritorio
en el estudio; nada, excepto descolgar el teléfono cada hora, y marcar
el número de Reese.

Cuando llegaron las 7 de la tarde, se levantó, agarró las llaves de


su auto, se subió a su auto y se dirigió a la casa de Reese.

¿Supongamos que algo le ha pasado? Esa tenía que ser la razón


por la que no estaba en casa. No, ¿Por qué habría pasado algo? Cuando
ella se detuvo en el camino de entrada de Reese, un automóvil casi
inmediatamente se detuvo detrás de ella. Salió y esperó junto a su coche.

Reese se bajó del lado del pasajero y le sonrió. Alex miró al


conductor del coche. Luego se abrió la puerta del conductor y salió una
mujer joven con el delicioso cabello rojizo. Le sonrió a Reese y luego se
dio la vuelta para ayudar a Carly a salir del asiento trasero del auto.

—Hola Alex —dijo Reese.

Alex siguió mirando a la mujer de cabello oscuro mientras iba a


sacar algunas bolsas del maletero del coche. Alex luego miró hacia
donde estaba Reese.

—Hola —dijo ella resueltamente.

—No te esperaba. Esta es Gail. Vamos a hacer algunas Quesadillas.


¿Te gustaría quedarte a cenar? —Reese acabó diciendo inocentemente.

Alex estaba en silencio. Reese miró a Gail, cuyos brazos estaban


llenos de bolsas de comestibles.

—¡Alex! —exclamó Carly mientras corría a los brazos de Alex.

—Hola pececito —dijo Alex sonriendo a la niña. 70


—Gail va a hacer unas Quesadillas. ¿Te gustan? —preguntó la
pequeña niña.

—Claro —respondió Alex mirando a Reese y Gail.

Reese hizo las presentaciones. Gail fue amigable. Mientras todas se


dirigían a la casa, Alex notó la forma en que Gail miraba a Reese. Decidió
allí mismo que no le gustaba. No le gustaba Gail ni un poco.

p p p

Habían pasado dos semanas desde que Gail había entrado en la


imagen perfecta de Alex. Comenzó gradualmente. Primero, ella había
notado las llamadas telefónicas. Entonces Reese había llamado para
decirle que estaría ocupada una, y luego dos noches. Poco a poco fue
cambiando y Alex comenzó a entrar en pánico.

Se sentía rara, de alguna manera, ahora que entraba en la casa


de Reese, como antes había entrado. Reese le había dado una llave y le
había pedido que la usara y entrara cuando empezó a venir todos los
días después de haber terminado en la oficina. Ahora se sentía extraño.
Empezaba a sentirse como una visitante. Algo había cambiado después
de ese fin de semana. Reese se estaba alejando. Lo veía cada día más y
más. Y Alex descubrió que la extrañaba.

Ella extrañaba la intimidad. Extrañaba el sentimiento de


pertenencia. Ya ni siquiera se besaban para desearse buenas noches.
Reese la estaba alejando. ¿Por qué debería esto molestarla? Se preguntó
a sí misma. Seguían siendo amigas. No como antes, pero aun así amigas.
Si no quería una relación más física con Reese, entonces ella debería ser
feliz. Pero, Alex se dio cuenta, no lo era. Ella no era feliz en absoluto. 71

p p p

Una semana después, todo se vino abajo. Cuando Reese la llamó


para romper los planes que habían hecho para el fin de semana, Alex se
dio cuenta de que había perdido algo muy valioso. Había sentido la
pérdida de la alegría que había encontrado cuando conoció a Reese y
Carly.

Había perdido la alegría. Y esto la aterrorizaba. Cuando colgó el


teléfono después de hablar con Reese, se puso de pie, apoyada contra
la pared, y se deslizó hasta el suelo. Se cubrió la boca mientras un sollozo
se le escapaba. La oscuridad comenzó a cerrarla. Alex lloró hasta la
noche.
p p p

Habían pasado cuatro días desde la última vez que había hablado
con Reese. Estaba hosca y la dureza, que había empezado a dejar sus
rasgos, había vuelto a aparecer en su cara otra vez.

—Sra. Masters, Reese Owens en la línea 4. —La voz de Carol se oyó


por el intercomunicador. Alex se recostó en su silla y permaneció en
silencio—. ¿Señora?

—Dígale... No estoy disponible, Carol —dijo por el intercomunicador


y volvió a su papeleo.

p p p

72
Reese llamaba todos los días durante el resto de la semana y Alex
no estaba disponible. Alex había empezado a sentir el frío deslizarse de
nuevo en su vida. Sus días estaban llenos de trabajo y más trabajo.

Elliot había sido enviado fuera de su oficina. Se había peleado por


algo totalmente banal. Kate le había regañado en términos inequívocos.
Lentamente, volvía a la vida que había creído haber dejado atrás.

Después de dos semanas, Reese dejó de llamar.

Una noche, Alex se detuvo en su camino de entrada, entró en una


casa vacía y cerró la puerta.

De repente, comenzó a temblar.

¿Qué ha pasado? comenzó a preguntarse y luego comenzó a


mirar alrededor. Todo lo que podía ver era el vacío y el silencio. Se
preparó y entró en la sala de estar. Abrió la botella llena, de whisky de 30
años, se sirvió un vaso y se lo tragó. Luego procedió a rellenarlo, caminó
hacia el sofá y se sentó mientras bebía el contenido del segundo vaso.

No estaba segura de cuánto tiempo había estado sentada en la


oscuridad cuando sonó el timbre de la puerta. El zumbido incesante la
hizo levantarse y caminar hacia la puerta principal y abrirla.

—¡Qué! —gritó mientras abría la puerta. Su expresión cambió


completamente cuando vio a Reese parada frente a ella.

p p p

Alex se quedó atónita, en silencio.

¡Reese! Reese se paró frente a ella. Todo lo que tenía que hacer
era acercarse y podía tocarla, abrazarla, besarla...
73
—¿Me vas a dejar entrar o me odias tanto? —Reese preguntó con
enojo.

—Entra —respondió Alex con sarcasmo. Reese pasó caminando


junto a ella.

—Bueno, ¿Podemos encender las luces o estás viviendo en la


oscuridad literalmente? —espetó Reese mientras se giraba para mirar a
Alex. Alex cerró la puerta de golpe.

Ambas se quedaron en la oscuridad, iluminadas por la luz


difuminada que entraba a través de los paneles de vidrio a los lados de
las puertas, creando un resplandor difuso a su alrededor. El aire estaba
tan cargado, que las mantenía físicamente separadas. Alex cedió,
extendió la mano y encendió el interruptor de la luz. Volvió a la sala de
estar seguida por Reese. Regresó directamente a la licorera y se sirvió otra
copa. Ella lo tragó, respiró hondo y se volvió para mirar a Reese.
—¿Quieres un poco? —Alex preguntó mostrándole el vaso vacío.

—Beber no hará que desaparezca —dijo Reese en voz baja.

Alex sacudió la cabeza y miró el vaso que tenía en la mano. —Me


embota de mis problemas —respondió como si hablara consigo misma.

Reese no estaba dispuesta a dejarla revolcarse en la


autocompasión. —¿Por qué me has estado evitando? No has atendido
mis llamadas. No has venido por la casa. ¡Simplemente me has eliminado
de tu vida y me has echado a la basura! —Reese la acusó con enojo.

La cabeza de Alex se levantó. Se volvió y comenzó a llenar su vaso


de nuevo. Reese estaba de repente junto a ella y le arrebató el vaso de
la mano a Alex, derramando el líquido dorado por todas partes. —¿Qué
estás haciendo? —Alex exigió con irritación tomando el vaso de vuelta.

—Estoy... estoy aquí, Alex. —Reese de repente sonaba cansada—.


Estoy aquí, amándote. —Los ojos de Reese se encontraron con los heridos 74
de Alex. Alex se alejó de ella y el silencio se interpuso entre ellas.

—¿Dónde está Gail? —Alex exigió sin volverse a mirar a Reese.

—Probablemente donde la dejé, ¡En la cama! —Alex se giró para


mirar a Reese con el ceño fruncido. De repente, Alex cerró la distancia
entre ellas y agarró a Reese por los brazos y la sacudió.

—¿Por qué estás aquí? ¿Estás tratando de volverme loca? —gruñó,


mirando a los ojos de Reese con tono acusador.

—¿Por qué debería importarte con quién duermo mientras no seas


tú? —Reese gritó de nuevo.

—¿Cómo pudiste dejar que te tocara? ¿Cómo pudiste dejar que


te besara después de mí? —exigió con enojo.
—¡¡Después de ti!! —exclamó Reese mientras se alejaba del agarre
de Alex—. ¡Después de ti! No te pertenezco. No me quieres, ¿recuerdas?
—Cuando terminó de gritar sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Fuera! ¡Fuera! —Alex gritó.

Alex se quedó de pie mirándola mientras las lágrimas empezaban


a rodar por la cara de Reese y ella empezó a hablar en voz baja. —No
me quieres, Alex. Ella lo hace. Me mira cómo me gustaría que lo hicieras.
Ella quiere todo lo que tú no quieres. Y yo… La mandé lejos porque todo
lo que quiero es a ti. —Reese respiró profundamente antes de continuar.
Alex se quedó de pie y le miró fijamente—. Nunca me acosté con ella,
Alex. Estoy enamorada de ti. —Su voz tembló al llorar—. ¿Por qué luchas
tanto contra mí? ¿Es tan terrible amarme?

Alex no respondió. El silencio creció entre ellas.

Finalmente, Reese habló. —Estoy maldecida por amarte, quererte, 75


soñar contigo, llorar por ti. ¿Sabes qué Alex? Me he visto obligada a llorar
por ti. No me avergüenzo de decirte porque amar a alguien es hermoso.
No lo hago. No me importa lo que piense el mundo. Lo único que sé es
que te amo, pero tengo que poner un poco de distancia entre nosotras
porque amarte me va a matar, Alex. No puedo vivir así. No puedo, no te
molestaré más. —Reese terminó de hablar suavemente y comenzó a
caminar hacia la puerta.

El sonido de los cristales rotos llenó el silencio. Reese miró hacia atrás
y encontró a Alex todavía parada en el mismo lugar mirándola, el piso
debajo de ella estaba cubierto por vidrios rotos. —¿Estás huyendo? —
preguntó una Alex enojada.

Reese se limitó a mirar hacia atrás. En lugar de responder, parecía


lucir más triste.

—¡Estás huyendo! —exclamó Alex aún más fuerte con incredulidad.


Alex rápidamente cerró la distancia entre ellas y se paró frente a
Reese, lo suficientemente cerca para sentir su respiración, pero sin
tocarla.

Un sollozo escapó de Reese cuando su cabeza se inclinó. Ella se


balanceó en los brazos de Alex y la sostuvo mientras su llanto se volvía
audible. Agarró a Alex mientras su cuerpo temblaba. De repente, los
brazos de Alex la rodearon y la atrajo hacia sí.

El abrazo de Alex se apretó rápidamente y Reese hundió la cara en


el cuello de Alex. —Alex —lloró respirando. Reese dijo su nombre con una
mezcla de dolor y placer. Y cuando estaba a punto de alejarse, Alex la
abrazó y su boca cubrió la de ella con una necesidad que tomó a Reese
por sorpresa. Los labios de Alex eran cálidos y atractivos y Reese se
entregó a sí misma por las sensaciones. Los labios de Alex rozaron los de
ella ligeramente ahora.

—No... no te vayas... —dijo Alex antes de que cubriera nuevamente


76
la boca de Reese con la suya.

Los besos de Alex exigieron y demandaron. Reese se enfrentó con


un hambre que la tomó por sorpresa. Se apartó tratando de recuperar el
aliento y miró a Alex con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Ambas
se miraron la una a la otra, ambas sorprendidas. Alex habló primero.

—No quiero que te vayas —dijo en voz baja—. No quiero que te


vayas —repitió. Reese la miró confundida—. Te necesito. Te necesito —
dijo dos veces mientras tiraba de Reese de nuevo en su abrazo.

—Alex —dijo Reese suavemente mientras intentaba separarse del


abrazo que la sostenía.

—Estoy aterrorizada Reese —dijo Alex suavemente en el cabello de


Reese. Reese se quedó quieta, escuchando. Alex continuó—. Tengo
miedo de amarte. Pero tengo más miedo de perderte... —se calló.
Reese besó el cuello de Alex con ternura. —Estoy aquí, Alex. Estoy
aquí y quiero amarte. Déjame amarte, Alex. —Alex fue la que se alejó
esta vez.

Reese miró a los ojos vulnerables. Ella vio tanto dolor. Su mano fue
a acariciar la cara de Alex. —No te haré daño cariño —dijo en voz baja.

Alex se alejó. —¿Y si te pierdo? —Ella estaba de espaldas. Reese


apareció detrás de ella y la giró.

—No puedo prometer que no moriré, Alex. Desearía poder hacerlo.


Pero no puedo. Prometo amarte hasta el día de mi muerte —dijo con
todo el amor posible visible en sus ojos. Su mano se extendió y acarició el
rostro de Alex con ternura. Alex se apoyó en la caricia dada y sus ojos se
cerraron mientras se rendía al calor que parecía estar infiltrándose en su
cuerpo. Estaba cansada de luchar contra Reese. Estaba cansada de
necesitar, y de la soledad del tiempo que había pasado extrañando a
Reese, queriendo a Reese... amándola.
77
El cuerpo de Reese era acogedor y cuando Alex se entregó
completamente al abrazo, experimentó el calor de la rendición. Reese la
sostuvo y su cuerpo respondió. Se sintió inclinada hacia el objeto de su
necesidad.

—Reese, Reese, te he echado de menos —le susurró al oído a


Reese cuando una mano se metió en su cabello y la otra la acercó aún
más. Alex quería fundirse con la mujer en sus brazos.

—Alex, oh Alex —dijo Reese antes de que su boca fuera reclamada


una vez más. Alex se apartó, la tomó de la mano y la condujo escaleras
arriba.

Reese se llenó de emoción y anticipación. Su respiración se hizo


pesada. Se detuvo a mitad de las escaleras sin poder creer lo que estaba
sucediendo. Miró a Alex y fue recompensada con la más brillante de las
sonrisas. Estaba de pie junto a ella en medio de la escalera sin vuelta
atrás. Sus ojos estaban completamente abiertos y todo lo que Reese
podía ver en ellos, era el amor reflejado. Alex la besó suavemente al
principio. Y cuando su boca respondió, la necesidad entre las dos mujeres
se intensificó. Reese ahora estaba apoyada contra la pared mientras la
boca de Alex viajaba por su cuello, y sus manos tiraban de la cadera
contra ella.

—Reese, quiero verte —dijo Alex, con una voz sin aliento tan llena
de pasión que apenas la reconoció como propia.

—Sí, hazme el amor, Alex —dijo Reese mientras inclinaba su


cabeza, hacia atrás, aún más.

—¡Ven! —Tomó a Reese de la mano otra vez y subió más rápido los
escalones restantes.

Alex la llevó a su habitación. Se inclinó hacia la lámpara y miró a


Reese. Hizo una pregunta silenciosa y Reese asintió y la habitación se llenó 78
de una iluminación suave. La luz brillaba y llenó la habitación con la ilusión
de una neblina. Alex se acercó a Reese de nuevo. Los ojos se
encontraron, expresando mucho más de lo que las palabras podían.

Alex comenzó a quitarle la blusa de sus pantalones. Reese levantó


las manos y la blusa se levantó sobre su cabeza.

Alex nunca apartó sus ojos de los de Reese. Reese se quitó el sostén
y, mientras caía al suelo, los ojos de Alex bajaron hasta los pechos de
Reese. Recordó que tenía la boca abierta. Su mano se extendió y
acarició. Sus ojos miraron hacia arriba y vio cuando los ojos de Reese se
cerraron y su cabeza se inclinó ligeramente hacia atrás. Sus manos
comenzaron a acariciar el abdomen y luego comenzaron a desabotonar
los pantalones.

—Alex... —gimió Reese.


Alex se apartó y los ojos de Reese se abrieron. Sus ojos buscaron,
cuestionaron, y todo lo que vio fue la admiración y el deseo que
expresaban los ojos de Alex. Los ojos azules se encontraron con los verdes.
Por un momento, vio tal vulnerabilidad en esos ojos verdes, que la llenaron
con tanta ternura que rápidamente acortó el espacio. Besó a Alex
suavemente.

—No tenemos que hacer esto si no estás lista, tenemos todo el


tiempo del mundo —le dijo con cariño a Alex.

Los ojos de Alex se suavizaron. —No es miedo. Estoy tomando el


momento. Quiero recordarlo para siempre. Eres tan hermosa, mi amor,
eres tan hermosa. —dijo Alex sin soltar los ojos de Reese por un momento.
Reese comenzó a quitarle la ropa lentamente. Cuando terminó, vio
mucho amor en sus ojos. Reese luego se permitió mirar hacia abajo al
cuerpo de la mujer que se había apoderado de sus pensamientos y había
sostenido su corazón. 79
Reese miró los pechos llenos de Alex y sus ojos viajaron por las
caderas perfectas. Podía sentir su cuerpo reaccionando a su necesidad
de poseer a Alex. Reese estaba llena de un deseo de provocar esos
pechos y de tocar y acariciar el cuerpo de la mujer que tenía delante.
Ninguna de las dos habló. Ambas instintivamente entraron en los brazos
de la otra. Manos acariciando y bocas explorando mientras las mujeres
caían sobre la cama en dulce abandono.

Alex estuvo arriba un minuto, luego Reese. Parecía que no podían


acercarse lo suficiente. Alex estaba sobre Reese, levantándose para
recuperar el aliento. Se detuvo y miró a la hermosa mujer debajo de ella,
y su boca bajó lentamente y encontró los labios que había querido besar
incluso el primer día que la había visto.

Lentamente, se movió contra el cuerpo debajo de ella y, cuando


sus emociones estaban fuera de control, reaccionó solo a la necesidad
que la llenaba. Cuanto más se movía Reese, más se intensificaba su
ascenso hasta que ya no pudo contener el torrente de emociones. Y
mientras sentía ola sobre ola de placer llenando todos sus sentidos, la
liberación de Reese también se produjo. El aire estaba lleno de
respiraciones y deliciosos gemidos de liberación y satisfacción.

Y a medida que avanzaba la noche, los cuerpos se movían, los


labios se besaban y los corazones daban y recibían.

80
El timbre del teléfono al lado de la cama de Alex las despertó. Los
ojos de Alex se abrieron molestos y rápidamente sus rasgos se convirtieron
en una sonrisa que alcanzó sus ojos cuando vio a la mujer tendida sobre
ella. Alcanzó el auricular.

—¿Hola? Será mejor que sea bueno —dijo con irritación.

—Alexandra, ¡Quiero hablar contigo! —dijo una Kate sonando


molesta.

—Ahora no Kate.

—¡Escucha, idiota! ¡Vi a Reese ayer y esa chica merece algo mejor
81
que tú! —Kate dijo con indignación.

—Estoy de acuerdo con eso —dijo Alex con calma.

—Alex, lo digo en serio. ¿Qué demonios te pasa?

—Ahora nada, hermanita, nada en absoluto —respondió con una


gran sonrisa en su rostro. Vio a una Reese sonriente que la miraba. Alex se
inclinó hacia ella y la besó ligeramente.

—¡Alex! ¡Voy a golpearte hasta que recobres el sentido! —exclamó


una irritada Kate.

—En realidad Kate, ¿Podríamos juntarnos mañana, tal vez? —Alex


dijo, tratando de contener su risa.

—¡Alex!

—Hola Kate —dijo una somnolienta Reese en el receptor.

—¿Reese? —pregunto una Kate sorprendida


—Sí, soy yo, Kate. —Reese dijo con una sonrisa en su rostro, mirando
a Alex.

—Está bien, podemos hablar más tarde. Adiós.

El aire se llenó del sonido del tono del teléfono.

Reese miró el teléfono en su mano y se echó a reír mientras miraba


a Alex.

—Colgó... Creo que la asustamos —dijo Reese sonriendo a Alex.

Alex extendió la mano y tiró de Reese hacia ella. —Buenos días,


amor —dijo Alex mientras la besaba directamente en la boca.

—Buenos días a ti también.

—¡Desayuno! —Alex dijo mientras levantaba sus cejas


cómicamente, levantando las sábanas y zambulléndose debajo. Reese
se echó a reír. 82

p p p

—¿Cómo te gustan tus huevos, Alex? ¿Tienes huevos? —Reese


preguntó, apoyándose en el refrigerador abierto. Levantó la vista cuando
no recibió una respuesta. Alex tenía una mirada divertida en su cara.

—¿Qué? —preguntó Reese.

—Te amo, sabes —respondió Alex con una sonrisa más grande.
Reese se acercó a ella y la tomo en sus brazos—. Y no, no tengo ningún
huevo. No creo que tenga mucho de nada allí.

—Nos prepararemos un café y luego tal vez podamos ir a


desayunar a mi casa —sugirió Reese. Alex aceptó sacudiendo la cabeza,
pero no soltó a Reese.
—¿Planeas quedarte conmigo? —Reese preguntó
soñadoramente.

—Siempre. —La boca de Alex buscó los maravillosos y lúcidos labios


de Reese y el desayuno fue olvidado.

p p p

—¿Varicela? —Alex exclamó en el teléfono.

—Me temo que sí, cariño. —Fue la respuesta de Reese.

—Oh Dios, no... —dijo Alex desinflándose.

—¿La has tenido?

—No —respondió Alex.


83
—Oh, no…

p p p

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —Kate preguntó.

—7 días, 4 horas y 17 minutos —dijo Alex mirando su reloj.

—Tema delicado, ¿Eh? —Kate tenía una expresión de lástima en su


rostro.

—Es un tema delicado en este momento. —Alex volvió a los


papeles en su escritorio.

—¿Estás bien? —Kate estaba repentinamente preocupada.


Alexandra miró hacia arriba y hacia otro lado, mirando hacia la ventana.

—Yo... sí, todo está bien. —Volvió a los papeles que tenía delante.
—¿Alex?

—Sí, realmente todo está bien. Ahora déjame volver al trabajo.


¿Tienes una vida o solo gira en torno a la mía? —Su tono era de broma.

—Alex, ¿me dirías la verdad? —Kate preguntó, no permitiendo que


Alex se saliera con la suya.

Alex se levantó de repente y caminó hacia la ventana en la


esquina de su oficina. Se paró frente a ella de espaldas a Kate.

—Se supone que todo está bien, pero no es así Kate.

—¿Qué quieres decir? Estás bromeando, ¿no? —Alex estaba frente


a ella ahora, con una mirada de sorpresa en su rostro.

—Alexandra, no hagas esto.

—¿No haga qué? —Alex levantó sus manos en el aire.

—Tienes miedo, eso es todo. Va a estar bien. Esta separación es 84


desafortunada, pero... Alex, la amas.

Alex se pasó los dedos por el pelo y de pronto pareció cansada. Se


acercó a su escritorio y volvió a sentarse en su silla. —Sí, tengo miedo.
Tengo miedo de no poder manejar esto. Solo puedo verme a mí misma
en la cena de los socios diciendo; Me gustaría presentar a mi amante. Sí,
ella es una mujer, pero no dejen que eso les preocupe, sigo siendo la
misma vieja Alex. ¿Puedes decir honestamente que no importará? Kate...
Tengo miedo. No sé si puedo hacer esto. Y no sé si puedo renunciar a ella.
—Alex estaba muy confundida.

—Bueno... supongo que la única pregunta es, ¿la amas?

Alex levantó la vista y pensó por un momento. De repente una


sonrisa y una mirada lejana, llenaron su rostro. —¿La amo? Sí, oh sí.

—Un paso a la vez hermanita, un paso a la vez.


p p p

—¿Hola?

—¿Quién es? Alex preguntó al receptor del teléfono.

—Habla Gail. ¿Quién eres?

—¿Está Reese ahí? —Alex preguntó con ira reprimida.

—Sí, pero está un poco ocupada en este momento.

—¿Podrías decirle que se ponga al teléfono?

—No, no puedo, está en la ducha. Alex, ¿verdad? Le diré que


llamaste —respondió Gail enojada antes de que la línea se cortara. Alex
golpeó el teléfono.

85
p p p

El teléfono había sonado varias veces después de que llegara a


casa, pero Alex no levantó el auricular. Se sentó en su sala oscura con su
escocés de 30 años. Ella no fue a la oficina al día siguiente.

Habían pasado dos días desde que no había hablado con Reese.
La puerta de su oficina se abrió de golpe, y frente a ella había una rubia
muy enojada, seguida poco después por una Carol muy molesta. —Lo
siento, señora Masters...

—Está bien Carol, somos viejas amigas. —Alex dijo con aire de
suficiencia. Carol salió de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.

Reese se quedó en el mismo lugar echando humo.

—¿La varicela te ha asustado? —Alex pregunto cómicamente.


—¡No voy a jugar este juego contigo! —Reese exclamó con las
manos en las caderas.

—No estoy jugando. Fue agradable, pero se ha vuelto un


aburrimiento. —Alex comenzó a leer los papeles delante de ella.

Reese se quedó allí sin creer lo que acababa de escuchar. Se


sentía como si alguien la hubiera golpeado y le hubiera arrebatado el
aire. Se quedó en silencio, sorprendida, sin poder hablar hasta que Alex
la miró de nuevo.

—No te creo —dijo Reese en voz baja.

—¿Qué es lo que no hay que creer? Lo pasamos bien, pero se


acabó, ¿No te parece? Fuiste, digamos, una gran experiencia. —La voz
de Alex estaba llena de sarcasmo.

—Alex, no te creo. ¿Por qué haces esto? —Reese se sorprendió.

—¿Hacer qué? Querías que te llevara a la cama. Y fue bueno,


86
tengo que darte eso. —Alex se levantó, se acercó a su escritorio y se sentó
con los brazos cruzados frente a ella.

—También quedaste satisfecha por lo que puedo recordar. Sí, creo


que estuviste satisfecha varias veces.

Reese se acercó a ella y la abofeteó con fuerza. Alex se levantó y


agarró a Reese por los dos brazos.

—Nunca me vuelvas a tocar —gruñó Alex entre dientes.

—¡Te odio! —Reese gritó cuando las lágrimas comenzaron a correr


por su rostro. Alex la acercó más y la besó con fuerza en la boca y la soltó
repentinamente.

—¡Ahora, vuelve con Gail!


Reese se detuvo por un momento solo mirando a la mujer que
amaba. ¿Qué ha pasado? Esta no era su Alex. ¿Realmente todo había
sido una mentira? Si lo era, era un monstruo quien estaba delante de ella.

—Nunca te perdonaré, Alex. Me usaste. Te amé y me usaste —dijo


Reese sollozando en tono de acusación mientras salía corriendo de la
oficina de Alex.

Alex se quedó en su oficina vacía por un momento, luego caminó


hacia la puerta y la cerró. Regresó a su escritorio, se sentó y comenzó a
revisar su papeleo.

p p p

Reese no podía recordar que la hubieran lastimado tanto. ¿Cómo


pudo estar tan equivocada? Todo parecía tan real. ¿Cómo podría seguir
87
adelante con su vida? Cerró los ojos mientras las lágrimas corrían por sus
mejillas. Arrancó su auto y condujo a casa.

Se detuvo en su camino de entrada y entró en la casa. Tenía que


preparar la cena. Rose iba a dejar a Carly después de las chicas Scouts.
Se terminó. Todos sus planes para un futuro con Alex habían terminado.
Se quedó en medio de su cocina y de repente se desplomó en el suelo
llorando.

—Oh Dios, ¿Por qué tiene que doler tanto? —Se cubrió la cara y los
sollozos llegaron—. Alex... Alex.

p p p

—Reese, ¡espera! —gritó Rose.


—Hola Rose, ¿Qué pasa? —Reese dijo mientras Rose se acercaba
a ella.

—¿Puedes recoger a las chicas mañana? Sé que es mi turno, pero...

—Claro, no hay problema. Las recogeré y dejaré a Lindsey en tu


casa.

—Gracias, espero una entrega mañana y ya sabes cómo son. Te


dicen en cualquier momento entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde.
Lo odio. —Ambas comenzaron a caminar hacia el estacionamiento—.
Oye, pareces algo preocupada en estos días, niña.

—Solo algunas cosas con las que lidiar. Pero está bien —dijo Reese
en voz baja.

Rose se detuvo y Reese la miró. —Oye, algo está mal. No quiero


entrometerme, pero ¿estás bien Reese?

—Lo estaré Rose, lo estaré.


88
—¡Mamá! —Carly gritó y Reese abrió los brazos que se llenaron
inmediatamente con su hija.

—Hola pequeño pececito. —Reese besó a Carly.

—Alex solía llamarme así —dijo Carly mientras Reese la bajaba


suavemente.

—Sí, lo hacía. Bueno, será mejor que nos vayamos. —Reese trató de
controlar las lágrimas que amenazaban con derramarse—. Adiós Rose,
no te preocupes por mañana. —Ella tranquilizó a su amiga.

—Está bien —respondió Rose mientras observaba a Reese y Carly


alejarse. Rose no la conocía desde hacía mucho tiempo, pero se habían
convertido rápidamente en amiga. Reese, pensó, era una buena mujer
que trataba de criar a su hija por su cuenta como lo hacía Rose.
Rose había notado un cambio en su amiga. Reese era por
naturaleza una persona feliz. Y durante algunos meses realmente parecía
feliz y, de repente, hace unos meses, notó la diferencia. Su amiga se
había puesto triste.

Rose sabía todo acerca de estar triste. Recordó cómo había sido
cuando Paul se fue. Ella pensó que eso iba a matarla, pero no lo hizo.
Había visto la misma tristeza en Reese. Sabía que algunas cosas, las
personas solo lo hablaban cuando estaban listas. Y Reese, pensó Rose,
no estaba preparada. Tal vez la tristeza era este hombre llamado Alex.

No podía recordar a ningún Alex que Reese hubiera mencionado,


solo a su amiga. Recordó la tristeza en los ojos de Reese cuando Carly
mencionó a Alex. Y de repente Rose se congeló. Reese había
mencionado a su amiga antes. Recordó la mirada en los ojos de Reese,
pero de alguna manera, Rose no había hecho la conexión. Ahora todo
se hizo bastante claro. 89
—¡Mierda!

Rose se congeló en el lugar. Sacudió la cabeza y miró hacia el


estacionamiento donde Reese estaba poniendo a Carly en el asiento
trasero y luego se metió en su auto.

Ella se parece a cualquier otra persona, pensó Rose,


reprendiéndose rápidamente por la ignorancia que expresaba el
pensamiento. Ese tipo de pensamiento es con lo que probablemente
tiene que lidiar, pensó Rose y se sintió aún más triste por su amiga.

Rose pensó mucho sobre lo que había comprendido y decidió


hablar con su amiga lo antes posible.

p p p
—¡Kate, es el 23 de septiembre, no sé qué haré para el Día de
Acción de Gracias! —Alex dijo irritada.

—¿Sabes qué, Alex? Te estás volviendo cada vez más difícil. ¡Si no
te amara, me lavaría las manos! —Kate gritó de nuevo.

—Lo siento, tengo mucho papeleo y voy a juicio en un caso muy


complejo en unas pocas semanas. Estoy realmente abrumada, Kate. —
Alex parecía cansada ahora.

—Alex... sobre Reese...

—No quiero hablar de Reese, Kate, no pelees conmigo por esto. No


voy a discutir esto. Si quieres que lo hagamos... No quise decir eso, Kate.
Es sólo que no quiero discutirlo, ¿de acuerdo?

—De acuerdo, Alex. Eres mi hermana y te quiero. Recuérdalo, ¿de


acuerdo? —Algo horrible había pasado entre Reese y Alex. Ninguna de
las dos había querido discutirlo. Y Alex estaba más retraída que nunca. 90
Pero Kate también sabía, que cuando Alex se ponía así, no se podía
hablar con ella. Algo terrible había pasado y Alex había cerrado todas
las puertas.

—Intentaré ir el día de acción de gracias, ¿De acuerdo Kate?


Adiós.

—Bien, te amo, lo sabes. Y te queremos —dijo Kate suavemente.

Hubo un silencio desde el otro lado de la línea y Kate pensó que


había escuchado un sollozo antes de que la línea se cortara.

¿Qué pasó? Kate se seguía preguntando. Alex había cobrado vida


durante esos pocos meses con Reese. Se veía tan feliz. Y por un tiempo
pensó que Alex y Reese habían encontrado algo especial entre ellas. Su
hermana había superado todas sus dudas con los convencionalismos y lo
que “diría la gente”. Pensó que, finalmente, Alex sería feliz. Entonces, de
repente, todo había salido terriblemente mal.
Ella tampoco veía a Reese mucho más. Se dio cuenta de que
Reese la había estado evitando a excepción del momento en que se
encontraron por casualidad en el supermercado.

—Reese, hola.

—Hola, Kate.

—Te he echado de menos, ¿Dónde has estado metida?

—Oh, ya sabes, ocupada con Carly y todo. ¿Cómo está la familia?


—Reese parecía querer cambiar el tema.

—Bien, empezando la escuela. Ya sabes cómo es eso.

—Sí lo hago. —Reese miró hacia abajo por un momento—. ¿Cómo


está Alex? —preguntó suavemente.

—Ella está bien. Reese, realmente creo...

—No Kate, pero gracias. Fue agradable verte de nuevo. Adiós. — 91


Y Reese se fue muy triste.

Kate seguía preguntándose qué podría haber pasado. Ella solo


debería ocuparse de sus propios asuntos. ¡Pero maldita sea si ella lo haría!
Alexandra era miserable y también Reese. Obviamente, no habían
podido arreglarlo ellas mismas, así que ella lo haría. Estas dos mujeres se
pertenecían incluso si era la única que lo pensaba por el momento. Kate
comenzó a elaborar un plan.

—¡Siiiiii! —gritó una emocionada Kate.

p p p

—Muchas gracias por recoger a las chicas de las Scouts por mí hoy.
Entra —dijo Rose.
—De nada, puedo quedarme un minuto. Las chicas están llevando
su proyecto al garaje. —Reese entró en la casa de Rose.

—¿Quieres un poco de café?

—Me encantaría —respondió Reese mientras ambas caminaban


hacia la cocina.

—Me encanta lo que has hecho aquí, Rose. Me gusta el contraste


de las paredes claras con los gabinetes.

—Reese, hay algo que me gustaría decirte. Y te pediría que no


digas nada hasta que lo diga todo, ¿de acuerdo?

—Está bien —respondió Reese con una expresión curiosa.

—Reese, creo que eres una maestra maravillosa. —Rose miró a una
sonriente Reese—. También creo que eres una persona muy agradable.
Y, también eres mi amiga. Quiero que sepas que estaré aquí para ti sin
importar lo que pase. Reese, creo que deberías hablarme de Alex.
92
La boca de Reese se abrió y se cerró. Parecía incómoda y se
notaba.

—Reese, sé que eres gay.

Reese levantó la vista rápidamente y miró a su amiga. Y lo que vio


hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas. —Oh Rose —dijo, poniendo su
mano sobre la de su amiga.

—¿Qué pasó con esta persona, Reese?, con Alex.

Reese vaciló y luego miró a los ojos comprensivos de su amiga y


comenzó a hablar.

Reese lloró todas las lágrimas que había estado conteniendo


durante los últimos meses. Rose estaba allí y escuchaba. Y Reese se dio
cuenta en este dolor, que había encontrado consuelo en la comprensión
de Rose. Y por primera vez en meses, Reese pudo hablar de lo que había
significado perder su amor a otro ser humano. Y se sintió bien contarlo.

p p p

Elliot entró a la oficina de Alex después de haber tocado varias


veces. Asomó la cabeza y vio que Alex era ajena a todo. Se acercó a la
mesa donde ella estaba sentada y la observó mientras jugaba con una
llave en la mano. Y se le ocurrió que la había visto mirar una llave, si no la
misma, en más de una ocasión y en cada una de esas ocasiones también
había estado muy lejana.

—¿La llave de tu corazón, Alex? —le pregunto gentilmente. Miró


hacia arriba notándolo por primera vez y luego volvió a mirar la llave. Elliot
no esperaba una respuesta. Ella miró la llave un momento más antes de 93
volver a ponerla en su cajón y cerrarla.

—Sí —respondió en voz baja—. La llave de mi corazón. —Ella no


levantó la vista.

Elliot se encontró sin palabras. Él había sabido que algo estaba mal.
Ya no podía entender lo que estaba pasando con Alex. Por un tiempo
pensó que podría haber conocido a alguien y luego esto.

—Alex —comenzó a decir con suavidad.

—Elliot, en cuanto a la recaudación de fondos del 12, iré contigo.


—Ella sonaba más como la Alex a la que estaba acostumbrado. Parecía
segura de sí misma y fuerte. ¿Había sido todo una ilusión? ¿Qué le estaba
pasando a su amiga?

—Está bien, genial. ¿Asistirán Katherine y Robert también? —Él era


todo negocios ahora.
—Van todos los años. No sé a quién van a tener en sus mesas. La
compañía de Rob generalmente compra de dos a tres cada año.
Hablaré con Kate más tarde hoy y luego te lo haré saber lo antes posible.

—Está bien, suena genial. Pasaré la información a los Bradley. Esta


es una gran causa. Estos fondos mantendrán el centro de niños abierto
para el próximo año.

—Sí, es una causa maravillosa. Los Bradley han hecho maravillas


con ese centro. ¿Sabías que perdieron a su hijo debido a la leucemia
hace dos años?

—No, no lo sabía.

—Lo conocí una vez. Era un niño encantador. Me he convertido en


patrocinadora este año.

—Alex, ¡eso es maravilloso!

Ella levantó la vista. —Sí, bueno, esperaré un cheque bastante


94
grande de todos los socios, así que pásenlo. —Ella le dio una sonrisa
calculadora.

Elliot negó con la cabeza. —Reenviaré la información.

—¿Bien, ahora que querías?

p p p

—Hola Reese, soy Kate.

—Hola Kate, es bueno saber de ti.

—Reese, la compañía de Rob por lo general obtiene tres lugares en


la recaudación de fondos para el Children's Cancer Center. ¿Sabes, la
de Hamilton Street?
—Sí, sé de lo que estás hablando. La escuela también ha estado
tratando de recaudar algunos fondos para ellos. —Reese dijo interesada.

—Bueno, sé que diriges esa labor en Roosevelt Elementary y quería


pedirte ser uno de nuestros invitados a la recaudación de fondos que
están haciendo los Bradley. Por supuesto, puedes traer una cita contigo.
—Kate esperó con anticipación.

—Oh... creo que me gustaría eso. Gracias, Kate. Es una causa


maravillosa. —Reese realmente quería participar. Ella vaciló antes de
preguntar—. Kate, ¿Alex estará allí?

Kate no quería mentir, pero pensó que podía ser creativa con la
verdad. —Alex está inundada de trabajo estos días. Dudo que ella vaya
a asistir. Pero si lo hace o no, me gustaría que vinieras.

—Gracias Kate. Me encantaría. ¿Cuándo es?

—El 12 de noviembre. La próxima semana. Déjeme saber el nombre 95


de tu invitado el lunes para que pueda ponerlos a ambos en la lista de
invitados. —Kate tenía una sonrisa muy amplia en su cara.

—Está bien, te lo haré saber antes del lunes. Gracias Kate.

—Claro, hablamos luego Reese, adiós.

p p p

Kate colgó el teléfono y sonrió para sí misma.

Después de todo, no era una mentira tan grande. Alex estaba


ocupada y no había escuchado técnicamente aún que iba, no
realmente, pensó Kate mientras recogía la chaqueta y salía a hablar con
Vanessa Bradley. Ella estaba ayudando con los arreglos de asientos en la
recaudación de fondos. Esa iba a ser una noche para recordar. De una
forma u otra, Alex le agradecería, o nunca volvería a hablarle. De
cualquier manera, tenía que hacer algo. No iba a quedarse sin hacer
nada mientras Alex se hundía más y más en el abismo.

p p p

Llegó el 12 de noviembre. La recaudación de fondos se llevó a


cabo en el prestigioso Club de Campo Ranal's. La orquesta se podía
escuchar cuando los invitados estacionaron sus autos y avanzaban por
la escalera que los llevaría al gran salón de baile.

Asistieron aproximadamente 300 personas. Los Bradley eran muy


respetados y la causa era querida y cercana a sus corazones. La cena
estaba a punto de comenzar, por lo que se pidió a todos los invitados que
procedieran a los asientos asignados. 96
Kate y Rob llegaron a su mesa primero, seguidos por algunos otros
amigos. Luego llegaron Reese y su compañera, Gail Ashby, y Alex y Elliot
llegaron al final. Los ojos de Alex y Reese se encontraron al instante.
Ambas estuvieron congeladas por un momento, luego Alex miró en
dirección a Kate. Kate miró hacia abajo. Alex estaba a punto de decir
algo cuando Vanessa Bradley pidió una vez más que todos se sentaran.
Entonces Alex, sin esperar a Elliott, sacó su propia silla y se sentó.

Ambas mujeres evitaron mirarse la una a la otra. Al principio Alex


solo quería irse. Entonces se dio cuenta de que Gail estaba sentada junto
a Reese y decidió que no les daría la satisfacción. Si las miradas pudieran
matar, Gail Ashby habría muerto un millón de veces.

La noche pareció durar para siempre y Reese parecía más


incómoda a cada minuto. Gail, que parecía bastante presumida, se
inclinó y le susurró al oído a Reese. Alex se veía furiosa. Y Kate estaba
reconsiderando su plan.
Rob se inclinó hacia Kate y susurró. —Cariño, ¿en qué estabas
pensando?

—No estaba pensando —respondió.

Rob la miró y sonrió. —Eres una romántica Kate. No sé qué haría sin
ti. —Él levantó la mano de ella y la besó.

Kate sonrió y miró a Alex. Alex la miró y ella se estremeció. Reese


todavía se veía miserable. Esto era un desastre total.

Vanessa comenzó a anunciar los nuevos patrocinadores. Se


mencionó el nombre de Alex y se le pidió que se levantara. Reese la miró
y sus ojos se encontraron cuando Alex comenzó a sentarse. Por un
momento, los ojos de Alex estaban descuidados y Reese sonrió. La
conexión solo duró un minuto. Después de que se hicieron todos los
anuncios, comenzó la fiesta y todos se fueron por caminos separados.
Reese y Gail se alejaron en una dirección, Alex caminó en la otra 97
dirección, y Kate y Rob se sentaron y soltaron un suspiro de alivio.

Alex había dejado su teléfono celular en la mesa, pero ella no


quería volver a buscarlo. Así que se acercó a los teléfonos públicos e hizo
sus llamadas. Cuando terminó, se topó con Reese cuando salía del baño
de damas. Ahora que las dos mujeres estaban una frente a la otra,
ninguna podía encontrar nada que decir. Reese habló primero.

—Alex, fue maravilloso de tu parte convertirte en una


patrocinadora —dijo ella dándole un cumplido genuino. Alex no apartó
la mirada.

—Gracias —respondió, incapaz de encontrar otras palabras.

—Bueno, adiós Alex —dijo Reese con tristeza cuando comenzó a


alejarse.

Alex comenzó a decir adiós cuando recordó la ira. Y esa ira era
todo lo que la consumía. —¿Dónde está tu otra mitad? —Su voz estaba
llena de veneno. Reese se sobresaltó por el repentino cambio y se volvió
para mirarla.

—Gail es mi amiga. No es mi “otra mitad”, como dices. ¡Y, en


cualquier caso, no es asunto tuyo! —Reese estaba enojada ahora.

—¿Sabe ella que eres del tipo de chica de las que “aman y dejan”?
—Alex pregunto insultando.

Reese no estaba preparada para tal ataque. No podía entender


de qué estaba hablando Alex.

—Alex, ¡esta conversación ha terminado! —Se dio la vuelta para


alejarse. Alex la agarró del brazo y la llevó a un rincón donde no podían
verlas, colocando a Reese entre la pared y ella.

—¡Qué diría tu amiga si supiera lo hipócrita que eres! ¿O ya lo sabe?


¿Se reían ambas de mí? ¿Se ríen de mí cuando estas en la cama con
ella? —Alex dijo entre dientes. 98
—Sal de mi camino Alex.

—¿Te reías en la cama con ella sobre cómo me habías hecho


amarte? ¡Dios, me repugnas! —dijo amenazadoramente a Reese.

—Nunca me reí de ti, Alex. Nunca me he acostado con Gail. Ahora


sal de mi camino —dijo Reese mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y
su ira también comenzaba a crecer.

—Hablé con ella ese día cuando estabas en la ducha. ¡Lo sé,
Reese! —Alex finalmente gritó—. Dios, ¡cómo te odio! —gruñó. Apretó a
Reese contra la pared hasta que ninguna de las dos pudo respirar aire sin
que la otra lo sintiera. Y como antes, Alexandra no pudo resistir el deseo
de besar esos labios que perseguían sus sueños noche tras noche durante
los últimos meses.

El beso fue apasionado, pero no amable. Por un momento ambas


mujeres respondieron de la misma manera. Reese encontró en ella la
conexión con Alex que había echado de menos, pero se apartó con
indignación. Alex se quedó incapaz de moverse, como si el descanso la
hubiera agotado de toda su energía.

—¡Nunca me beses así otra vez! —Reese exclamó. La espalda de


Alex estaba con ella ahora. Reese no podía ver el dolor que cubría la
cara de Alex ni las lágrimas rodando por sus mejillas—. Aléjate de mí. No
sé qué te estás creyendo sobre Gail y yo, y ya no me importa, Alex.
¡Nunca me he acostado con ella! Pero si alguna vez lo hago, no es asunto
tuyo. No sé qué te pasa, Alex. Solo sé que no puedo y no volveré a tratar
contigo nunca más —y mientras se alejaba, Alex levantó la vista y se
encontró con Gail.

Gail miró a Reese y, mientras la guiaba, Gail sonrió a Alex. Y en ese


momento; Alex se dio cuenta de que había sido una tonta. Ella había sido
una tonta de primera clase.

De repente todo se volvió tan claro. Alex se quedó allí y vio a Gail
99
guiando a Reese a través de la multitud. ¿Qué había hecho?

De repente, entró en acción. Alex fue tras ellas. Las perdió en la


multitud y luego salió a ver si estaban cerca del estacionamiento. Las
había perdido. ¿Cómo pudo estar tan equivocada?

Alex entró, recuperó sus cosas y salió a buscar su auto. Todo lo


demás fue olvidado. Tenía que ver a Reese. Tenía que hablar con Reese.
El único pensamiento que pasaba por su mente mientras conducía
directamente a la casa de Reese era si Reese la perdonaría alguna vez.

Se detuvo en el camino de entrada y estacionó junto al auto ya


estacionado allí. Debe ser el auto de Gail, pensó Alex mientras caminaba
más rápido hacia la puerta principal.

Tocó el timbre. No hubo respuesta, así que volvió a llamar. Y otra


vez. Reese abrió la puerta y su boca se abrió con sorpresa, sus labios
hinchados como si acabaran de ser besados. Reese se quedó
sorprendida al ver a Alex parada frente a ella.

p p p

—¿Qué quieres Alex? —Reese preguntó, irritada.

—Te deseo. Eres lo que quiero, Reese. Una vez me dijiste casi esas
mismas palabras. —Alex miró hacia abajo y luego a los ojos sorprendidos
de Reese—. Te quiero —susurró ella.

—No.

—Cometí un error. Fue todo un error, Reese. Te amo. Por favor,


déjame hablar contigo. Puedo explicarte —suplicó Alex. Reese estaba a
punto de decir algo cuando Gail apareció detrás de ella.
100
—¿Qué estás haciendo aquí? ¿No la has lastimado lo suficiente? —
Gail estaba junto a Reese con su brazo posesivamente alrededor de sus
hombros. —Tuviste tu oportunidad.

—Reese, te amo y tú me amas. Por favor, déjame hablar contigo.


¡Por favor!

—Alex... —Reese se calló.

—¿Qué se necesita para deshacerse de ti? —preguntó Gail.

Furiosa, Alex dirigió su ira a Gail. —¡Tú! Esto es todo culpa tuya, tus
mentiras... —Alex fue interrumpida.

—No, Alex, esto fue tu culpa. No sé lo que intentas decir, pero no


quiero nada. —Reese estaba visiblemente molesta.
—No me iré —dijo Alex en voz baja, sin interrumpir el contacto visual
con Reese—. ¿Recuerdas esa mañana? Dijiste que no estaba sola. Dijiste
que siempre me amarías. Te necesito Reese. Dios, cómo te necesito.

—¡Sal de aquí ahora mismo! Ella no te quiere, ¿Entiendes? —gritó


Gail.

—¡Solo cállate! ¡No te estoy hablando! —Alex gritó de vuelta.

—¡Está bien! ¡Suficiente! —Reese les gritó a las dos—. ¡Ambas!


¡Fuera!

Tanto Alex como Gail la miraron fijamente. Gail entró y tomó sus
cosas. Mientras caminaba junto a Reese, dijo; —Eres lamentable. Me voy
de aquí.

—No me iré hasta que hable contigo —le dijo Alex nuevamente a
Reese—. ¿Por favor?

—¡No! Vete —dijo Reese, tratando de cerrar la puerta. Alex


101
extendió el brazo para evitar que la puerta se cerrara, caminando
rápidamente hacia adentro—. Alex, por favor vete.

—Reese, necesito hablar contigo. Prometo que me iré si quieres que


lo haga después de haber dicho mi discurso, ¿de acuerdo? —Reese la
miró y respiró hondo antes de volver a hablar—. Alex, me tomó mucho
tiempo acostumbrarme a la idea de no tenerte. Me dolió dormir por la
noche y soñar contigo. Me entregué a ti, Alex, como nunca antes lo había
hecho. Estuve allí a cada paso, esperándote, perdonándote,
queriéndote, amándote. No puedo hacerlo. No quiero.

Alex se quedó paralizada delante de ella. ¿Qué podría decir a eso?


¿Cómo podría luchar contra la obvia verdad de esas declaraciones?
Decidió que no lo haría. Por primera vez desde que llegó a la puerta de
Reese, Alex parecía derrotada.
—Tienes razón. —Respiró hondo y se pasó los dedos por el pelo en
un gesto cansado—. Nunca fuiste tú. Siempre fui yo. Tenía miedo. Podía
haber creído en ti como tú creías en mí. Era más fácil dudar y no
arriesgarme.

—Alex, no entiendo. —Reese se adentró en el salón y se sentó,


cubriéndose parte de la cara. Alex se arrodilló delante de ella.

—Caí en el truco más antiguo del mundo. Pero eso no es lo


importante. Lo importante es que debería haber confiado en ti. Me he
estado diciendo a mí misma que me habías traicionado.

—Gail. —Reese levantó la vista y estaba a punto de hablar cuando


Alex interrumpió.

—Sé que no me traicionaste, Reese, que me amabas. Lo sé. Verás,


nos estábamos convirtiendo en una familia. Tú y Carly se estaban
convirtiendo en mi familia y yo... —Las lágrimas comenzaron a caer por 102
su rostro. Reese estaba escuchando atentamente—. Tenía miedo de
amarlas a ambas, de necesitarlas. Las he extrañado, tanto a ti como a
Carly, Reese. Estaba tratando de evitar el dolor de perderlas, pero esto es
peor. Mucho peor. Tienes el derecho de enojarte conmigo. Sé que quizás
ya no sientas lo mismo por mí. ¡Pero por favor, por favor, no me eches de
tu vida! Por favor. —Le rogó Alex mientras inclinaba la cabeza sobre el
regazo de Reese y lloró mientras abrazaba a Reese con fuerza—. No me
odies, por favor, no me odies. No podría soportarlo.

Reese acarició el pelo oscuro en su regazo. Cómo podría una


persona estar tan confundida, se preguntó a sí misma. Alex estaba tan
asustada de amar que no se permitía vivir. Se preguntó a sí misma si podía
permitirse ser herida de nuevo. ¿Alex huiría de nuevo? Ella necesitaba
tiempo.

—Alex, no te odio —dijo con suavidad. La cara llena de lágrimas


de Alex miró hacia arriba. Levantó la mano y atrajo a Reese en su abrazo.
—Reese, por favor, ámame. Por favor, oh Dios, por favor, ¡ámame!

Reese no tuvo el corazón para alejarla. Alex se apartó y buscó los


labios que su alma necesitaba para poder curarse.

El beso fue de ternura y amor. Alex la besó con suavidad una y otra
vez y durante todo ese tiempo, siguió susurrando las únicas palabras que
sabía que eran ciertas. —Te amo, Reese, te amo.

Reese se sentó en su sofá toda la noche con Alex. Alex había


llorado hasta dormirse en sus brazos. Reese miró por la ventana y vio los
primeros rayos del sol y luego miró a la mujer en sus brazos. Su mano
acariciaba los mechones oscuros del cabello. Y se preguntó qué debería
hacer.

Cuando Alex dejó su vida, ella pensó que moriría. Reese nunca
había experimentado tanto dolor. Le había costado tanto no caer en
pedazos delante de Carly como hacía todas las noches cuando estaba 103
sola en la cama, deseando y llorando por Alex. Las noches fueron las
peores. Las noches de Reese eran oscuras y solitarias. Había esperado y
amado tanto a Alex. Le había dado todo lo que había ocultado de los
demás antes. Y Alex la había abandonado.

Reese se perdió en sus pensamientos y no se dio cuenta cuando los


ojos de Alex se abrieron. Alex vio la expresión de ansiedad y luego el dolor
apareció en el rostro de Resse, y se preguntó si ella era la razón. Lo más
probable es que no lo fuera. Incluso después de todo lo que había hecho,
Reese había estado allí. Ella nunca le fallaría de nuevo.

Reese miró hacia abajo cuando sintió que la palma de Alex


acariciaba suavemente su mejilla. Cuando miró a los ojos de Alex, se
sorprendió al ver los ojos que la habían ofendido y atormentado durante
todas esas largas y solitarias noches. Vio ojos llenos de amor, deseo y la
promesa de pasión más allá de lo que jamás había conocido. Reese
cerró sus propios ojos, tratando de dejar fuera la memoria.
—Te lo compensaré un día a la vez, amor. Dame esa oportunidad.
Esperaré todo el tiempo que sea necesario. Por favor, dame esa
oportunidad, Reese. Te lo juro. Por favor, mírame. —Alex esperó
pacientemente hasta que Reese la miró a los ojos—. No te fallaré nunca
más. Amaré a esa pequeña y rubia traviesa como si ella fuera mía y estaré
a tu lado hasta mi último día si me quieres.

Reese se levantó del sofá y Alex la siguió. Reese miraba por la


ventana con sus brazos alrededor de su cuerpo protectoramente. —Alex
yo...

Alex estaba un poco por detrás de ella. Cerró la distancia


rápidamente y sostuvo a Reese cerca de ella desde atrás. —No tienes
que responderme ahora. No tienes que prometerme nada. Día a día. Solo
dame la oportunidad de mostrarte, día a día. —Sintió que Reese se
recostaba contra su cuerpo.

Reese cerró los ojos. Sería tan fácil simplemente rendirse.


104
Necesitaba a Alex desesperadamente. Siempre sería así. Las palabras de
Alex habrían significado el cielo para ella hace unos meses.

Ahora eran las palabras de promesa para un mañana que ella


temía esperar y volver a perder.

—Te amo Reese, te amo —Alex le susurró al oído. Reese se dio la


vuelta en los brazos de Alex y se apartó.

—Rose dejará a Carly pronto. Le prometí que le haría un


panqueque de cara feliz para el desayuno. Será mejor que vaya a la
cocina y comience. —Reese comenzó a alejarse cuando Alex se estiró y
la abrazó.

Casi inmediatamente, sus labios cubrieron los de Reese. Había


pasado tanto tiempo desde que la había besado así. Toda la necesidad
que se había guardado todos esos meses, vino a través del beso. Ambas
mujeres se acercaron. Esto siempre lo habían compartido. Siempre
habían tenido su necesidad de conectarse. Toda la resolución por la
paciencia se perdió en la ola de deseo que cubrió sus cuerpos. Manos
buscando y acariciando. Los labios de Alex fueron a los lados de la cara
de Reese y luego a su cuello, cuando la cabeza de Reese se inclinó hacia
atrás para permitir el paso.

Lo único que ambos cuerpos reconocieron fue su necesidad de


conectarse. Tanta pasión había sido contenida y todo amenazaba con
desbordarse. Bocas hambrientas de piel y manos ansiadas por explorar.

De repente, Reese sintió que la boca de Alex le chupaba un pecho.


Miró hacia abajo y no pudo recordar cómo se había abierto la blusa. Pero
un gemido escapó de sus labios cuando dio la bienvenida a las olas de
placer que siguieron.

RINNNNNGGGGGGGGGGGGGGGGGGGG.

—¡Oh Dios, otra vez no! —Reese exclamó—. Alex, Alex, es la puerta. 105
—Intentó poner algo de orden en las emociones que en ese momento
habían sido tan densas que restringían la respiración. Alex la sostuvo por
un momento sin decir una palabra. Reese podía escuchar su respiración
mientras Alex intentaba controlarla. Podía sentir los latidos del corazón de
Alex contra su propio pecho. Y cuando empezaron a separarse, Reese
vio unos ojos llenos de amor y pasión por volver mirándola.

Ambas frentes se encontraron con amor. Ambas respiraron hondo


y se separaron. Reese se abotonó la blusa y Alex trató de alisar su ropa.
Reese caminó inestablemente y abrió la puerta principal.

La sala se llenó de repente con una dinamo rubia de siete años muy
enérgica. Quien tan pronto como vio a Alex corrió a sus brazos.

—¡Alex! ¡Alex! —exclamó Carly mientras se lanzaba a los brazos de


Alex.
Reese se quedó mirando a Carly en los brazos de Alex. Sus ojos se
llenaron de humedad cuando vio el rostro de Alex cubierto de lágrimas
mientras abrazaba a Carly con fuerza. Podía ver a Alex susurrándole algo
al oído de la niña y luego Carly miró a Alex, se secó las lágrimas, la besó
en la mejilla y la abrazó con más fuerza. Reese se llevó la mano a la boca
para contener las emociones que ella misma sentía en ese momento.

Rose vio todo esto y juzgó. Ella sabía todo acerca de Alex. Alex
había lastimado a Reese terriblemente y ella no estaba dispuesta a
hacerle favores. Después de que Reese había confiado en ella esa tarde
tomando café en su cocina, Rose se había vuelto muy protectora con su
amiga. Reese se había convertido en las últimas semanas en su amiga
más querida. Rose sabía que Reese era una persona amable y cariñosa.
Y ahora, poniendo cara a la persona que había lastimado tanto a su
amiga, la desaprobación de Rose era claramente visible.

—Rose, está bien. —Reese le dijo amablemente a su amiga. Rose 106


miró de Alex a Reese ahora—. Todo va a estar bien, Rose. —La sonrisa de
Reese se mezcló con las lágrimas.

—Reese, ¿estás segura? —Rose no ocultó su preocupación.

—Día a día, Rose. Lo voy a tomar día a día. —Reese observó a Carly
y Alex. mientras no se hablaban, con entusiasmo. Vio a Alex bajar a la
niña y, tomadas de la mano, caminaron hacia la cocina. Reese miró a
Rose que también había estado observando.

—Reese, por favor, piensa en esto antes de volver a tener una


relación con esta mujer —dijo Rose.

—Rose, la amo. —Reese sonrió, pasando su mano por el brazo de


su amiga—. Vamos, desayuna con nosotras. Conócela. Dale una
oportunidad, Rose. Te gustará —dijo mientras ambas caminaban hacia
la cocina.
Rose murmuró en voz baja —No quiero que me guste. —Y Reese se
rio mientras ambas entraban a la cocina.

Carly estaba sentada en un taburete mientras Alex estaba


apoyada en el mostrador hablando con ella cuando Reese y Rose
entraron a la cocina. Alex levantó la vista y sonrió a Reese.

—Alex, esta es mi amiga Rose.

—Hola. —Alex se acercó y extendió su mano hacia Rose. Rose


vaciló y estrechó la mano de Alex. La vacilación no pasó desapercibida
para Alex.

—Rose se va a quedar a desayunar —dijo Reese mientras sacaba


la sartén para comenzar con los panqueques.

—Voy a hacer el café. —Rose y Alex dijeron al mismo tiempo.


Ambas se miraron la una a la otra hasta que finalmente Rose rompió la
tensión—. Entonces, alta, oscura y guapa, ¿Puedes realmente hacer 107
café? —Reese se echó a reír. Rose y Alex se unieron. El hielo parecía
haberse roto.

—Bueno, eso es lo único que puedo hacer en una cocina. —Alex


bromeó de vuelta.

—Oh no, Alex, no lo es. No lo es —dijo Reese con una sonrisa tímida.
Alex sonrió con ternura a cambio. Ambas mujeres se miraron la una a la
otra por un momento con Rose mirando. Esperaba que esta vez Alex se
quedara. No quería que le gustara, pero de alguna manera, parecía
correcto. Estas mujeres se pertenecían.

Como de costumbre, la alegría de Carly rompió el aire cargado en


la habitación. —Alex, ¿podemos quedarnos contigo este fin de semana?

Alex miró a Carly y sonrió. —Ya veremos, pequeño pececito. —Ella


sonrió y fue a acariciar la cabeza rubia, colocando un beso sobre su
cabeza, antes de mirar a Reese.
—Entonces, está bien, ¿Quién quiere panqueques? —Reese
preguntó.

p p p

La idea de que Reese estaba de vuelta en su vida seguía pasando


por la mente de Alex mientras conducía hacia la oficina. Durante los
últimos días había estado visitando a Reese y Carly como lo había hecho
antes. Fue maravilloso tenerlas en su vida. Cada cosa era tan diferente
ahora. Encontró que, de alguna manera, su vida había tomado sentido.
Iba a la casa de Reese después de terminar en la oficina y hacían algo
juntas, como solían hacerlo. Ella ayudaba a poner a Carly en la cama y
luego miraban un poco de televisión. Se habían besado ligeramente
durante los últimos días, ambas anticipándose, pero sin querer empujar a
108
la otra.

Importaba mucho ahora hacerlo bien. Alex no quería hacer nada


para alejar a Reese de ella. Sería paciente y esperaría todo el tiempo que
fuera necesario. Sus pensamientos estaban llenos de un deseo de hacerle
el amor a Reese como lo había hecho hacía mucho tiempo. Cada día
que pasaba se hacía cada vez más difícil no tocarla.

Esta noche, Alex decidió que recogería un postre especial para


después de la cena. Sabía que a Carly le encantaba el chocolate tanto
como a ella, así que pasaría por la panadería francesa que tanto le
gustaba y tomaría un pastel de mousse de chocolate.

Alex intentó concentrarse, en vano, toda la mañana en su


papeleo. Finalmente, simplemente se rindió y se recostó en su silla y dejó
que sus pensamientos se perdieran. Cerró los ojos y se le llenaron los
brazos. Estaba siendo burlada por los ojos más azules. Su boca se abrió
ligeramente en previsión de la boca que ella sabía que traería su paraíso.
—Señora Masters, su hermana está en la línea cuatro —dijo Carol.
Alex sacudió la cabeza con irritación al ser interrumpida.

—Está bien Carol, gracias.

—Hola Kate —dijo Alex al teléfono.

—Hola Alex, ¿Cómo estás? —Kate preguntó con cautela. No


habían hablado desde la noche de la recaudación de fondos.

—Estoy muy bien, hermana, ¿Cómo estás tú?

Kate se quedó en silencio por un momento.

—Kate, ¿estás ahí?

—Sí, estoy aquí. Todo está bien, ¿eh?

—Sí Kate, ¡todo es glorioso! —Alex exclamó.

—¡Dios mío, Reese y tu están de nuevo juntas! —Kate gritó.


109
—¿Cómo supiste?

—Porque eres feliz, idiota. ¡Dios, Alex! —Ella dijo alegremente—.


Estoy muy contenta por ustedes dos. ¿Cómo sucedió? ¿Cuándo sucedió?
¿Cuáles son sus planes?

—¡Whoa, whoa! Una pregunta a la vez, ¿de acuerdo? —Alex dijo


alegremente.

p p p

—Mami, ¿nos vamos a quedar con Alex este fin de semana? —


preguntó Carly.

Reese miró a su hija con curiosidad. —¿Por qué te gusta ir a la casa


de Alex tanto, enana?
—Porque cuando estamos juntas, no está tan triste por Teddy —
respondió Carly simplemente mientras estaba comiendo su galleta.
Reese solo la miró y sonrió mientras se acercaba y acariciaba a su hija.

—¿Por qué crees que es bebé?

—Una vez me dijo cuándo me estaba arropando, que cuando


estaba allí, ya no estaba triste por Teddy. Dijo que le había devuelto la luz
del sol. —Carly miró a su madre—. Mami, ¿Por qué tuvo que morir Teddy?
¿Estaba enfermo? —Reese inspiró profundamente por lo que Carly había
revelado—. No, cariño, Teddy murió en un accidente automovilístico. Un
hombre que había estado bebiendo se estrelló contra el auto en el que
estaba y murió. —Reese miró a Carly para ver su reacción.

—¿Entonces ella nunca se despidió de él? —preguntó su hija.

—No cariño, nunca se despidieron.

—No es justo mamá. 110


—No cariño, no es justo.

Ambas se quedaron en silencio por un rato. Carly cubrió la mano


de su madre y luego la abrazó antes de volver a mirar a su madre.

—La amas, ¿verdad mamá?

Reese miró a esos ojos inocentes y respondió con sinceridad. —Sí


bebé, la quiero mucho —respondió mientras sus ojos se llenaban de
lágrimas.

—Tal vez si ambas la amamos con fuerza, ya no estará triste —dijo


Carly cuando Reese la tomó en sus brazos y la abrazó con fuerza.

—Sí, cariño, la amaremos tanto que ya no estará triste.

Mientras la madre y la hija se abrazaban, Alex entraba en la cocina.

—Hola señoritas.
Tanto Carly como Reese miraron hacia arriba. Alex dejó una caja
que decía “Panadería La Bonne” y sostuvo en sus brazos un ramo de una
docena de rosas rojas. Reese sonrió.

—Esto, pequeña, es para ti. —Señaló la caja.

—¿Qué es Alex? —preguntó Carly emocionada.

—Pastel de mousse de chocolate.

—¡Delicioso! —Carly exclamó, mientras Alex caminaba hacia


Reese.

—Y estas son para ti —dijo mientras le daba las rosas a Reese. Se


inclinó para besar a Reese y luego se detuvo mientras miraba a Carly que
miraba a la caja y sonrió. Reese puso su dedo en la barbilla de Alex y la
retiró. Luego ella procedió a besar los labios de Alex ligeramente.

—Gracias por las rosas —dijo Reese y Alex sonrió.


111
p p p

Había pasado un mes entero y Alex no podía recordar sentirse


nunca tan feliz. Después de tanta tristeza y dolor, nunca pensó que
volvería a encontrar la felicidad. Y, sin embargo, aquí estaba
conduciendo a casa de Reese y pensando en lo maravillosa que era su
vida en este momento. Ella haría que Reese la perdonara. Le demostraría
que esperaría. Esperaría por siempre si tenía que hacerlo. Pero estaría allí
cuando Reese estuviera lista.

Alex se detuvo en el camino de acceso y, al salir del auto, Carly


entró en el garaje con algunos amiguitos.

—Hola Alex.
—Hola pequeño pececito, ¿quiénes son tus amigos? —Alex
preguntó con una sonrisa.

—Este es Kevin, —señaló Carly a un niño pequeño con corto


cabello rubio en una bicicleta verde—. Esta es Patty. —Patty tenía cabello
castaño que colgaba en dos trenzas a los lados de su cabeza.

—Encantada de conocerlos niños —dijo Alex.

—Voy a jugar a la casa de Kevin, acaba de conseguir un nuevo


gimnasio en la jungla.

—¿Mami sabe?

—Sí.

Los otros dos niños estaban en sus bicicletas esperando. Alex miró a
su alrededor. —Oye pequeño pececito, ¿dónde está tu bicicleta?

—Está rota, —dijo con un pequeño puchero. 112


—Oh ya veo.

—Sí..., bueno, te veré más tarde, ¿de acuerdo? —Carly la abrazó y


siguió a sus dos amigos al patio de Kevin.

Alex la observó mientras corría detrás de sus dos amigos al patio de


al lado. Ella los vio entrar por la valla trasera y luego procedió a entrar.
Entró en la casa sin anunciarse y fue recompensada con una sorpresa
única. Reese estaba cantando. Alex sonrió mientras seguía el canto.

Alex asomó la cabeza en la lavandería cuando Reese estaba


cargando la lavadora. “Quiero fundirme contigo, quiero que tus besos
me lleven al paraíso”.

Alex vino detrás de ella y la atrajo hacia sí misma. —También quiero


eso, —dijo al oído. Reese se dio la vuelta rápidamente, muerta de miedo.

—¡Alex! ¡Me has asustado!


—Lo siento amor, —se rio Alex. Reese la golpeó en el brazo con la
palma de la mano.

—¡Realmente me asustaste!

—Lo siento, —dijo Alex en voz baja. Reese miró a los ojos que
siempre le habían quitado el aliento, y ambos pares de ojos se
conectaron y ambas bocas se tiraron al tacto.

Sus cuerpos apenas se tocaban. El beso creció en pasión y Alex


probó la dulzura de los labios que tanto anhelaba en cada momento de
su día. Reese se quedó quieta, sin acercarse, tratando de capturar la
belleza del momento. El hecho de que apenas se tocaban creaba más
hambre entre ellas. E inevitablemente, las pasiones colisionaron para
crear un gran fuego que ansiaba ser alimentado. Finalmente, las manos
de Alex rodearon la cintura de Reese y la acercaron más.

Los brazos de Reese rodearon el cuello de Alex, mientras su cuerpo 113


parecía fundirse en el calor frente a ella. Sus dedos se metieron en el
cabello de Alex. Le encantaba sentir el pelo de Alex. Y a medida que su
deseo por Alex crecía, sus dedos se apretaron alrededor de las trenzas
oscuras y acercó más la boca de Alex hacia la suya.

Las manos de Alex bajaron por el trasero de Reese, acercándola


más mientras su boca bajaba por su cuello. Le encantaba el sabor de la
piel de Reese. Los sonidos que salían de la boca de Reese solo la
alentaban a ir más lejos.

—Alex..., Alex... cómo te he echado de menos, —dijo Reese


apasionadamente. La boca de Alex fue a reunirse con sus labios de
nuevo. Cuando ambas cedieron al calor de su pasión, Reese pronunció
las palabras que Alex había anhelado escuchar—. Hazme el amor, Alex,
por favor, hazme el amor.

p p p
Una hora y media después, Carly entró en la cocina y miró a Alex
con curiosidad.

—¿Que está pasando? —Preguntó Carly.

—¿Qué quieres decir cariño? —Reese le preguntó a su hija.

—Ustedes dos tienen un aspecto gracioso, —dijo Carly y ambas


mujeres se echaron a reír—. ¿Qué? No entiendo.

—Nada, cariño, de verdad. Estamos haciendo la cena, —dijo


Reese cuando el teléfono comenzó a sonar. Se acercó al teléfono y
contestó.

—¿Hola?

—Sra. Owens, esta es la Sra. Perry. Quería que la llamara para que
pudiéramos programar las lecciones de Carly. 114
—¡Oh sí, señora Perry! ¿Qué hora tiene disponible? —Reese
preguntó con entusiasmo. Alex y Carly escucharon atentamente.

Tengo solo los jueves a las 3:30 pm, me temo.

—Oh, puedo avisarle mañana. No sé si puedo arreglarlo para ese


momento. —Reese sonaba decepcionada.

—Muy bien, querida, házmelo saber. Adiós.

—Adiós señora Perry. —Reese colgó y se detuvo, considerando sus


opciones.

—¿Qué está mal cariño? —Alex preguntó mientras ayudaba a


Carly a subir al taburete.

—Era la señora Perry. Ella da clases de piano. Carly quería tomar


algunas, —respondió Reese, todavía distraída.

—¿Cuál es el problema? —preguntó Alex.


—No creo que pueda arreglarlo para los jueves y Rose está tan
ocupada.

—Yo la llevaré, —dijo rápidamente Alex con una sonrisa.

Reese se volvió hacia ella con sorpresa. —¿Puedes? ¿Puedes Alex?

—Por supuesto, lo arreglaré en la oficina. Si tengo algún conflicto


serio, te lo haré saber con anticipación, ¿de acuerdo? —Alex terminó de
decir con una sonrisa.

—¡Genial! —Reese la besó ligeramente en los labios y sonrió a Carly.

—Entonces, ¿Alex me va a llevar a mis clases? —Preguntó Carly.

—Sí —respondió Reese mientras caminaba para comenzar la cena.

Alex se inclinó y le susurró al oído a Carly. —Y si te esfuerzas mucho,


podemos tomar un helado de chocolate de camino a casa, ¿de
acuerdo? 115
—Es un trato, —dijo Carly, estrechando la mano de Alex.

—¿Qué están haciendo ustedes dos? —Reese les dio una sonrisa
interrogante.

—¿Nosotras? Nada, —respondió Alex mientras ella y Carly


intercambiaban una sonrisa de complicidad.

p p p

Reese estaba poniendo sus papeles de pruebas en el cajón


derecho de su escritorio cuando Rose entró al aula.

—Hola. —Rose sonrió mientras caminaba hacia Reese.

—Hola Rose, veo que sobreviviste a tu prole hoy.


—Sí, los pequeños queridos. Juro que es lo mismo todos los años.
¿Por qué los chicos notan a las niñas en el quinto grado y piensan que la
mejor manera de llamar la atención es ponerles chicle en el pelo?

—Día duro, ¿eh? —Reese simpatizaba.

—No realmente. Entonces, ¿cómo te va con la alta, oscura y


hermosa? —Rose preguntó mientras se sentaba en una silla frente al
escritorio de Reese.

—Oh Rose, es la persona más maravillosa... —Reese se fue


apagando con una sonrisa en su rostro.

—Sí, sí. Puedo ver que te tiene envuelta alrededor de su dedo. —


Rose sonrió.

—Dime que te agrada. Vamos. ¡Sabes que sí! —Reese esperó


mientras cruzaba los brazos frente a su pecho.

—¡Está bien, me agrada, me agrada!, de acuerdo —Exclamó Rose


116
de buen humor—. Oye, ¿dónde está Carly? —Rose preguntó mirando
alrededor del salón de clases. Carly solía esperar en el aula a que Reese
terminara su papeleo antes de irse a casa.

—Alex la llevó a su clase de piano.

—Así que ella se está quedando, ¿eh? —Preguntó Rose con


cautela.

—Si lo está. —Reese sonrió.

—Me alegra, saberlo, —dijo Rose con afecto.

Y Reese respondió con una gran sonrisa. —Si lo sé.

p p p
Unos días después, Reese y Carly se detuvieron en su camino de
entrada y encontraron que Alex ya estaba allí. Cuando Reese salió del
auto, notó una enorme caja de cartón vacía junto a los botes de basura
en el costado de la casa.

—¿Qué estará haciendo? —Reese preguntó en voz alta. Ella y Carly


subieron hacia la puerta principal y entraron.

—¡Mami mira! —Carly exclamó mientras corría hacia una hermosa


bicicleta roja. Era exactamente la que había deseado y de la que habían
hablado de la posibilidad de conseguir. Reese se quedó en shock.

Carly caminó alrededor de ella y luego corrió hacia Alex,


abrazándola antes de correr nuevamente hacia la bicicleta. La sonrisa
de Alex no podría haber sido más amplia.

—¿Te gusta? —Alex pregunto con entusiasmo.

—¡Sí, es perfecta! Mira, esta es la cosa de la que te hablé en la 117


tienda. —Tiró de la campana—. Y luego así.

Alex estaba totalmente perdida en su fascinación por la alegría


que había traído a Carly. Cuando finalmente levantó la vista, vio a Reese
parada allí con los brazos cruzados frente a su pecho. Alex se levantó y
caminó hacia ella.

—Quería sorprenderla, —dijo dócilmente. Reese descruzo los brazos


y sonrió.

—Alex, es una bicicleta hermosa, —dijo Reese con paciencia. Ella


coloco su dedo y levantó la barbilla de Alex—. Pero, acabas de darle un
Playstation la semana pasada.

—Pero Reese, eso la hace feliz. —Alex tomó a Reese en sus brazos
con entusiasmo.

—Tú eres el flautista, ¿lo sabías? —Reese preguntó justo antes de


que Alex la besara.
p p p

—Hola Kate, —le dijo Alex a su hermana cuando se abrió la puerta.


Kate se hizo a un lado cuando Alex entró.

—Bueno, finalmente puedo verte. ¿Cuándo vendrán ustedes a


cenar? No planean hibernar todo el invierno, ¿verdad?

—Yo también te amo Kate.

—Entonces, ¿a qué debo este honor? —Kate preguntó mientras se


sentaba.

Sentándose, Alex cruzó las piernas. —Necesito tu opinión sobre


algo... —Antes de que Alex pudiera terminar, Kate la interrumpió.

—¿Tú? ¿Necesitas mi opinión? ¡Dios mío, los cielos y las mareas! — 118
Kate exclamó con humor.

—Está bien, está bien, es muy gracioso, pero en serio. Quiero darle
un anillo a Reese. —Alex dijo, buscando la reacción de su hermana.

—Alex, creo que es maravilloso! —Kate dijo seriamente. Sabía a qué


se refería Alex. Le estaba diciendo que iba a pedirle a Reese que fuera
parte de su familia. Kate se inclinó hacia adelante y tomó la mano de su
hermana—. Ella te ama, Alex. Y sé que te hará muy feliz.

—Sí, lo hace. —Alex estuvo de acuerdo mientras se sonrojaba.

—¿Le has preguntado?

—No.

—¿Por qué no? —Kate preguntó preocupada.

—Temo que me rechace.

—¡Alex, ella te ama! ¡Y Carly te adora! —Kate estaba asombrada.


—La lastimé, Kate. La lastimé mucho. Si me dijera que no, creo que
moriría, —Alex dijo muy seriamente.

Kate se inclinó más cerca y puso un mechón de cabello oscuro


detrás de la oreja de su hermana antes de responder con suavidad. —
Alex, Reese te ama. Confía en eso.

La cabeza de Alex se levantó mirándola y Kate pudo ver el miedo


en esos ojos verdes. —No puedo perderla Kate.

Kate la estrecho con fuerza. —No vas a perderla, no lo harás. —Alex


sonrió y sus ojos parecían esperanzados—. Ahora, ¡vamos de compras! —
Kate exclamó.

p p p

119
Reese estaba furiosa. Estaba pisando fuerte y despotricaba. —¡No
puedo creer que hayas hecho esto!

—Pero... —Alex trató de decir.

—¡No! Nada de peros. ¡No puedo creer que fuiste e hiciste esto sin
hablar primero conmigo de ello!

—Reese, si solo supieras…

—Alex, ¡estoy furiosa contigo! —Reese gritó, pisando fuerte de


nuevo mientras Alex se levantaba, reprendiéndola.

—Reese, trata de entender…

—¿Entender? ¡Entender!

—Está bien, tal vez esa no sea la palabra adecuada. —Alex intentó
sonreír.
—Alex, no me estoy riendo y esto no es gracioso. ¡No puedo creer
que saliste y compraste un piano de 5,000 dólares para Carly y no me lo
dijiste!

—Pero Reese, ella necesitaba uno y pasamos por esta tienda y este
le encantó y...

—¿Y lo compraste? —Reese la miró fijamente, toqueteando con su


pie.

—Sí, así ocurrieron las cosas.

—Alex, no puedes hacer esto. Tenemos que tomar estas decisiones


juntas. Eso es lo que hacen los padres. Se consultan entre sí. Quiero decir,
supongamos que ella quiere un auto algún día, llego a casa y hay un
nuevo vehículo en el camino de entrada, Alex, créeme que te torturaría.
—Reese dejó de hablar tan pronto como se dio cuenta de que Alex la
estaba mirando de una manera extraña—. ¿Qué es? 120
—Dijiste “eso es lo que hacen los padres” —repitió Alex.

—Si ¿y? —Reese confirmó, más confundida que nunca.

—Tú y yo, Reese. ¡Dijiste que sí! —Alex gritó y tomó a Reese en sus
brazos—. ¡Dijiste que sí! —Gritó. Reese la miró y sonrió mientras negaba
con la cabeza. Alex coloco un dedo debajo de la barbilla y la miró a los
ojos mientras esas palabras resonaban en su corazón—. Dijiste que sí, —
repitió. Ambas se quedaron mirando a los ojos del amor.

—Sí, Alex, sí, —y cuando terminó de decir las palabras, la boca de


Alex selló su promesa con un beso.

p p p
Alex tuvo una sonrisa en su cara todo el día. Los cambios que se
habían producido en su conducta y su carácter eran tan obvios que todo
el personal del bufete de abogados se le quedó mirando al pasar. Alex
se veía feliz.

Elliot entró en su oficina preparado para obtener la verdad sobre lo


que estaba sucediéndole. —Hola Alex, —dijo Elliot, mientras se sentaba
en la silla frente a su escritorio.

—Buenos días, Elliot, —contesto Alex alegremente.

—Está bien, solo derrámalo.

—¿Derramar qué? —Alex preguntó confundida.

—La sonrisa en tu cara, el cambio en las últimas semanas, ¡todo!

—Elliot, estoy locamente enamorada, —dijo Alex felizmente.

—¿Enamorada? 121
—Sí.

Elliot se levantó, dio la vuelta y volvió a sentarse. —¿De quién? ¿Lo


conozco? —Elliot preguntó seriamente.

—Sí, ya sabes quién es.

—¿Quién? —Elliot preguntó esperando la respuesta.

—La has visto varias veces, Elliot, —dijo Alex simplemente


esperando la respuesta de Elliot.

Se quedó en silencio, luego se levantó de nuevo, caminó como


antes y se sentó de nuevo. La miró y no dijo nada.

—Supongo que esa no es la respuesta que esperaba. —Alex trató


de ocultar su decepción.

—Alex, lo siento. No sé qué decir. Es la rubia, ¿verdad?

—Su nombre es Reese Owens.


—Estaba en la recaudación de fondos con... —se calló.

—Con alguien más, —terminó por él.

—Eso no es lo que quise decir…

—Sí, lo es. Eso es exactamente lo que quisiste decir. —Alex se


levantó, se acercó a su ventana y luego volteo para hablar con Elliot—.
Supongo que esperaba que estuvieras allí para mí incluso en esto, Elliot.

—Alex...

Se dio la vuelta y no lo miró cuando se sentó y comenzó a revisar


los papeles sobre su escritorio. —Bueno, eso es todo. Realmente estoy
ocupada, Elliot.

Se levantó y, antes de marcharse, volvió a mirarla. —Lo siento Alex.

Ella volvió a mirar hacia arriba. —Yo también, Elliot. —Ella


rápidamente volvió a su papeleo. Cuando oyó que la puerta se cerraba, 122
sus ojos volvieron a subir y se empañaron—. Yo también lo siento, Elliot.

p p p

—Reese, me alegro por ti. Es una dama muy, muy afortunada, —


dijo Rose mientras le daba un abrazo a su amiga.

—Oh, Rose. Ella es todo lo que quiero y necesito. Nunca sentí nada
por nadie como lo que siento por Alex, —confesó Reese a su amiga.

—Puedo decirlo. Tu cara se ilumina cuando ella entra en una


habitación, chiquilla.

—Sí. —Reese sonrió.

—Bueno, ¿qué están planeando y todo eso?

—¿Qué quieres decir?


—Bueno, esto significa que las cosas cambian, —dijo Rose a una
Reese muy confundida—. ¡Ya sabes, Reese, dices que sí y luego dadum!

—¿Qué es “dadum”?

—Bueno, generalmente significa, ya sabes, vivir juntas, invitar a


amigos a cenar, compartir una vida, envejecer, tener nietos. Pero creo
que empiezas viviendo en la misma casa, —terminó Rose con una risita
ahogada.

Reese se sentó aturdida. —¡Dios mío!

—Sí, es el gran paso, nena.

En ese mismo momento Alex irrumpió en la sala de estar. Tanto Alex


como Reese se miraron la una a la otra. Rose sonrió. —Supongo que
también te afectó, ¿eh? —dijo cómicamente a las dos amantes que
estaban paradas allí, mirándose una a la otra en shock.

Alex miró a Rose y reconoció la pregunta de Rose con un gesto de


123
asentimiento y luego se acercó a Reese. —Quiero vivir contigo desde
ayer, —dijo Alex simplemente.

Reese sonrió y asintió también. —Bien.

—¿Tu casa o la mía? —Alex preguntó mientras ambas se


acercaban más y más la una a la otra, olvidando a su amiga ahora.

—Donde quieras.

—Lo que sea que te haga feliz, —respondió Alex, dando un paso
más cerca.

—Tú me haces feliz.

—Te amo, —dijo Alex cerrando la distancia mientras tomaba a


Reese en sus brazos y ambas comenzaron a besarse.

—Bueno, ambas se aman, pero todavía no han descubierto dónde


vivir, —dijo Rose para sí misma. Rose sonrió y se sentó sacudiendo la
cabeza—. Tengo que decirles, chicas, tendrán que hablar más que esto
para planear una mudanza. —Rose siguió hablando mientras las dos
continuaban besándose aún sin prestar atención a nada que no fuera
ellas.

p p p

—¡Alexandra! ¿Cuáles son tus planes? —Kate preguntó con


irritación.

—¿Qué pasa con todo el mundo? Rose está en la misma onda.


¿Has conocido a Rose? ¿Ustedes son clones o qué? —Alex bromeó.

—En serio Alex, ¿qué planes han hecho ustedes dos?

—Realmente no hemos hecho planes concretos. Pensé que tal vez


124
en una buena cena romántica para dos podríamos discutir todos los
detalles, —dijo Alex con una sonrisa.

—Se escucha perfecto.

—¿Puedes cuidar a Carly

—Absolutamente, ella es una cosita adorable. A Kevin le encanta


jugar con ella. ¿Cuándo?

—¿Es esta noche demasiado pronto?

—No, perfecto.

—Genial, gracias Kate. —Alex besó a su hermana y comenzó a


caminar hacia la puerta.

—¿Alex?

—¿Sí? —Alex se volvió hacia su hermana.

—¿Qué pasa con mamá y papá? —Kate miró seriamente a Alex.


—Ellos nunca entenderán, Kate, lo sabes.

—Lo sé. Pero Alex, tienes que decirles. ¿Reese sabe qué esperar de
mamá y papá?

—No, realmente no hemos hablado de sus padres o los míos. —Alex


se sentó.

—Tal vez deberías, —Kate sugirió gentilmente.

—¿Qué le digo? ¿Que preferirían verme ser miserable, para seguir


siendo su hija perfecta que feliz con ella? —Alex dijo sarcásticamente.

—Alex, puedes decirle la verdad y prepararla. Tiene derecho a


saberlo. —Kate caminó junto a su hermana y le puso la mano
amorosamente en el hombro. Alex miró hacia arriba—. Ella te amará sin
importar qué. Construye esta relación sobre una base sólida, Alex. Para
que siempre sea fuerte.

—¿Cómo te volviste tan inteligente? —Alex le preguntó a su


125
hermana amorosamente.

—Siempre ha sido así, —respondió Kate con una sonrisa.

—Eres la mejor Kate. La mejor. Te amo, lo sabes. —Alex abrazó a su


hermana. Kate fue sorprendida al principio, pero luego sus brazos
también rodearon a Alex.

—Te amo, también apestosa.

Alex se alejó con una sonrisa en su rostro. —Oye, no me has llamado


apestosa en años.

—No has existido en años, —respondió Kate y abrazó a su hermana


otra vez mientras susurraba—. Bienvenida de nuevo, Alexandra. Te
extrañé.

p p p
—He conocido a alguien que amo mucho y que me ama, —dijo
Reese. Hubo silencio en el otro extremo del teléfono—. ¿Papá?

—Sí, estoy aquí. ¿La conocemos? —Donald Owens preguntó con


aprensión.

—No, no la conocen papá,

—Her papá, —dijo Reese esperando pacientemente de nuevo a


través del silencio de su padre en la línea.

—Bueno, me alegro de que seas feliz, Reese.

—¿De verdad papi? —Reese preguntó incapaz de controlar el


sollozo que se le escapó.

—Sí, bebé, lo soy. Sé que no siempre sé qué decirte, pero me alegro


de que seas feliz. 126
—Gracias papá. Desearía que pudieras conocerla. Ella es tan
maravillosa. Carly la adora y me ama. Realmente me ama. —Reese se
detuvo para tomar una respiración.

—Me alegro, Reese. Hablaré con mamá sobre ella. Será difícil al
respecto, ya sabes, pero cederá, siempre lo hace. Bueno, te amo, bebé.

—Yo también te amo papá, adiós. —Reese colgó el teléfono y se


quedó absorta un momento pensando. Eran personas maravillosas, sus
padres. Habían sido cariñosos y comprensivos cuando ella y su hermana
Patricia habían crecido. Estaban tan orgullosos cuando fue a la
universidad. Y estaban tan decepcionados cuando finalmente les dijo
que era gay. Nada había sido igual después de eso. El dolor que vio en
esos dos pares de ojos todavía lastimaba.

De alguna manera, el hecho de que ella fuera gay había borrado


todo lo demás que había procedido a su conocimiento. Reese tuvo que
admitir que había esperado una reacción diferente de ellos. En cierto
modo, sabía que habían cortado algunos lazos con ella. Patricia, su
hermana, había abandonado la escuela y se había ido con este chico.
Finalmente había vuelto embarazada y sola. Reese había estado allí para
apoyarla y ayudarla. Eso la había acercado más a su hermana menor.

Después de un año, Patricia conoció a un joven agradable, como


lo había dicho papá, y se estableció. Mark había sido un buen padre
para su sobrino Christopher y ahora tenían dos hijos más, Donny y
Amanda.

A medida que pasaban los años, sus padres nunca tuvieron tiempo
de venir a verla a ella y a Carly porque se habían involucrado tanto con
Patricia y sus otros nietos. Reese había sentido el desaire más de una vez.
¿Por qué le importaba? Porque simplemente lo hacía, fue la respuesta
que siempre se dio.

De repente, fue rodeada por un cuerpo cálido que la atrajo hacia


127
un abrazo amoroso. —Hola señora, —dijo una voz suave en su oído.

—Hola, extraña. Ni siquiera te oí entrar. —Reese se recostó en el


agarre reconfortante.

—Parecías a kilómetros de distancia.

—Lo estaba —dijo Reese suavemente. Alex le dio la vuelta y la


atrajo hacia ella otra vez.

—¿Estás bien, amor? —Alex preguntó, preocupada.

—Lo estoy ahora, —dijo Reese mientras se adentraba en los brazos


de Alex. Alex la abrazó con más fuerza.

—¿Qué pasó?

—Le dije a mi padre sobre nosotras.

—¿Oh? ¿Y qué dijo?


—Está contento de que yo sea feliz, y que seas tan maravillosa, y
que Carly esté tan feliz... —Reese rompió a llorar. Alex la acercó más y le
acarició el pelo.

—Todo está bien, dulzura, —susurró en el cabello de Reese—. Todo


estará bien.

—Alex, ¿por qué no pueden estar contentos de que seamos


felices? —Reese preguntó ahora mirando a los ojos de Alex.

—No lo sé Reese. No lo sé

p p p

—Hola madre, —dijo Alex cortésmente.

—Alexandra, qué maravillosa sorpresa. ¿Cómo estás querida? — 128


Carolyn Masters le preguntó a su hija.

—Muy bien gracias.

—¿Cómo está tu hermana? No he tenido noticias de ella y he


dejado varios mensajes en su contestador automático.

—Katherine está bien.

—Bien, dile que me llame.

—Voy a pasarle el mensaje madre.

—Ahora, ¿por qué me llamas Alexandra? Sé que debe ser


importante

—Madre, he conocido a alguien que me hace muy feliz y me he


enamorado. —Alex se sacó eso del pecho antes de respirar
profundamente.
—Alexandra, eso es maravilloso. Estoy muy feliz por ti querida. ¿Lo
conocemos? ¿Cómo se llama? —Carolyn Masters preguntó con genuino
interés.

—Su nombre es Reese, y no, no la conoces, —dijo Alex


simplemente. El silencio duró toda una vida. Finalmente, Carolyn Masters
habló.

—Debo haber entendido mal lo que dijiste, Alexandra, pensé...

—No madre, no lo hiciste, —Alex la interrumpió.

—Has perdido la cabeza, —declaró Carolyn.

—¿Es eso lo que quieres pensar? ¿Qué estoy loca? ¿Eso haría que
esto esté bien, madre? ¿Preferirías que estuviera loca que feliz? —Alex
gritó en el teléfono.

—¡No levantes la voz conmigo, Alexandra! ¿Qué has estado


haciendo? ¡Sabía que no estabas bien pero no me di cuenta de que
129
habías perdido tu dominio de la realidad! —Exclamó Carolyn Masters—.
¡Obviamente no estás bien Alexandra!

El silencio se hizo pesado entre ellas. Sin querer ceder ni darle un


punto de apoyo a la otra. Finalmente, Alex respiró hondo y habló, su voz
estaba llena de dolor y una nota de cansancio.

—Madre, he encontrado a alguien a quien amar y que me ama.


Por primera vez en años me despierto y no quiero morir. No puedes
imaginar lo que es querer morir cada vez que abres los ojos. Yo despierto
ahora y tengo la esperanza de que el día no solo se llene de recuerdos
que me llenen de dolor. Ella me da alegría, madre. Hace que el dolor
dentro de mí sea soportable. Sé feliz por mí. ¿No puedes ser feliz por mí?
—Alex terminó suavemente, casi en una súplica.

—No puedo discutir esto contigo ahora, Alexandra... No puedo.


La línea telefónica se cortó. Alex mantuvo el teléfono contra su oído
hasta que el zumbido la sacó de su trance. Colocó el auricular en su lugar
y las lágrimas rodaron por sus mejillas.

p p p

—¡Alex ! —Carly llamó.

—Oye pequeño pececito, —abrió los brazos y se llenaron de


inmediato con una pequeña persona rubia muy enérgica—. ¿Dónde está
mamá?

—Dentro. ¿Vamos a algún lugar hoy?

—Sí, vamos a ir al zoológico del Bronx.

—¿Qué zoológico? 130


—El zoológico del Bronx es un lugar maravilloso. Te va a encantar.
—Alex comenzó a hacer cosquillas en la barriga de la niña.

—¡Detente! —Gritó Carly entre carcajadas.

—Ahora llévame a tu líder o el monstruo de las cosquillas atacará,


—dijo Alex en voz baja. Bajó a Carly y la persiguió hacia la casa.

—¡¡Mamá mamá!! —Carly gritó, mientras la perseguía el monstruo


de las cosquillas.

—¡Guau!, ¿qué está pasando? —Reese preguntó cuándo entró a


la sala de estar.

Alex inmediatamente tomó a Reese en sus brazos. —El monstruo de


las cosquillas necesitaba ser alimentado.

—¿Oh en serio? —Reese sonrió de su hija a Alex.

—Sí —dijo Carly muy seriamente.


—Oh, bien, procede. —Reese salió del abrazo de Alex. Carly chilló
cuando Alex la persiguió, dejando a Reese riendo.

p p p

—¿Crees que tuvo un buen día en el zoológico? —Alex preguntó


suavemente cuando ella y Reese estaban acostando a Carly, que
dormía.

—Creo que se divirtió mucho.

—Dame, los pondré en la cesta de su baño. —Alex agarró la ropa


que había sido usada por Carly.

—Está bien, voy a terminar de ponerle el pijama.

Alex se detuvo y sonrió. Reese le devolvió la sonrisa. Alex se dio la 131


vuelta y salió de la habitación.

Una hora más tarde, ambas se sentaron en la sala de estar,


finalmente, haciendo planes sobre su futuro.

—Deberíamos hablar con ella, ¿no crees? —Alex dijo con


preocupación en su voz.

—Sí, hablaremos con ella mañana, —dijo Reese mientras se


acercaba a Alex.

—Quiero decir, quiero que sea feliz con todo esto.

—Será feliz. Te quiere, —dijo Reese, acercándose aún más.

—Quiero que ella, ya sabes, me mire un día como... no lo sé, —


murmuró Alex.

—Como su madre. —Reese terminó la frase por ella.


Alex miró a los ojos amorosos y respondió. —Sí, como si fuera su
madre.

—Oh, amor, ya te mira de esa manera, —dijo Reese mientras


pasaba los dedos por el cabello de Alex. Fue recompensada con una
dulce sonrisa.

—¿Eso crees?

—Lo sé.

—Te amo Reese Theodora Owens.

Reese le dio una gran sonrisa antes de preguntar —¿Quién te dijo


mi segundo nombre?

—Nuestra hija, —dijo Alex antes de que su boca buscara a su


compañera.

—Alex... no quiero que te vayas, —dijo Reese con voz ronca. 132
La boca de Alex encontró la de Reese. Nunca dejó de sorprenderla
cómo en un instante su cuerpo se llenaba de deseo con una simple
palabra de esta mujer en sus brazos. Había querido a Reese todo el día.
Sus manos se metieron dentro de la blusa de Reese y encontraron y
ahuecaron los pechos que buscaba.

Reese respiró rápidamente cuando todos sus sentidos fueron


atacados por la necesidad que Alex produjo en ella. Desde el primer
momento, Alex pudo reducir sus defensas a nada. Reese se rindió a la
pasión que se creaba cada vez que Alex la tocaba. Sus manos tiraron de
los pantalones de Alex.

Ambas sintieron que la pasión anulaba cualquier sensación de


espera. Bocas probando y manos tocando. Gemidos de placer y de
necesidad llenaban el espacio de su mundo. Y finalmente el sueño las
reclamó y se durmieron abrazándose.
p p p

Alex fue despertada por la luz que entraba por la ventana. Sintió el
cuerpo de la mujer que amaba parcialmente sobre ella. Besó el pelo
rubio con una sonrisa y la abrazó. Sus ojos comenzaron a mirar a su
alrededor y luego se abrieron de golpe. Se habían quedado dormidas en
el sofá y ambas estaban completamente desnudas. Sus ojos miraron a su
alrededor mientras sus oídos escuchaban a Carly bajar las escaleras.
Agarró un chal de Reese que colgaba sobre el sofá y trató de cubrirlas lo
más posible. Reese se acercó y se aferró más a su amante.

—¡Reese! Reese, Carly está bajando las escaleras, —susurró Alex.

—Eso está bien, cariño, —murmuró Reese, medio dormida.

—Reese, cariño, tú y yo estamos desnudas, —dijo Alex en su oído.


133
Los ojos de Reese se abrieron de golpe.

—Buenos días, chicas, —dijo Carly mientras se sentaba en la silla


frente a las dos mujeres parcialmente cubiertas en el sofá—. ¿Podemos ir
a McDonalds para el desayuno?

Ambas mujeres sacudieron la cabeza en señal de afirmación.

—Mamá, ¿puedo ir a la casa de Kevin? Él me llamó y me invitó a


que fuera hoy. Olvidé decírtelo, —terminó de decir Carly con un bostezo.

—Claro, cariño, lo hablaremos, ¿está bien? ¿Por qué no vas y te


vistes para que podamos desayunar?, —La alentó Reese.

—Está bien, —dijo Carly mientras subía las escaleras.

Reese y Alex se miraron y sonrieron. —Supongo que esto requiere


de una conversación, —dijo Alex en voz alta.
—Carly sabe de mí, Alex. Siempre he sido honesta con ella. Debo
confesarte que hable con ella de nosotras.

—¿Lo hiciste?

—Bueno, no exactamente, pero le dije que te amo y entiende que


me amas. Y la amamos. Entonces, ella está bien, porque está feliz y
segura con nuestro amor por ella. Simplemente no esperaba probarlo así,
eso es todo, —dijo Reese con una sonrisa.

—Reese, quiero que esto funcione. Necesito que esto funcione. Me


preocupaba que ella no lo entendiera.

—Te preocupas demasiado, ¿lo sabes?

—Has mencionado eso antes.

—Mejor nos vestimos.

—Sí, solo puedo tener un ataque al corazón por día, —dijo Alex con 134
alivio.

p p p

Alex y Reese acordaron que solo Carly y Alex deberían ir a Mc


Donalds para el desayuno. Alex necesitaba tener esta conversación con
Carly. Reese se dio cuenta de que Alex tenía que dejar de lado sus dudas.
Reese estaba segura de lo que Carly sentía por ellas, pero Alex tenía que
estar segura y solo Carly podía quitarle esas dudas. Reese se sintió
conmovida por la preocupación de Alex por los sentimientos de Carly.
Carly tenía suerte de tener ahora dos madres para cuidarla.

—¿Cómo está el chocolate? —Preguntó Alex.

—¡Delicioso! Ojalá pudiéramos tener Mc Donalds todo el tiempo.


—Bueno, si lo hiciéramos, tal vez no sería tan especial, ¿verdad?

—Tal vez, —dijo Carly después de una pausa.

—Hey chica, quería hablar contigo.

—Está bien, ¿qué pasa?

—Sobre mamá y yo, —dijo Alex, incómoda.

—¿Te vas de nuevo? —Preguntó Carly visiblemente molesta.

—No... No, quiero vivir con ustedes dos para siempre, —dijo Alex
rápidamente.

—¿De verdad?

—Sí, quiero asegurarme de que está bien contigo. —Alex esperó


ansiosamente.

—¿Quieres decir que serías como una segunda mamá? —Preguntó


135
Carly.

—Me gustaría serlo si me dejas. —Alex esperó nerviosamente.

—Sí, me gustaría Alex, —respondió Carly con una sonrisa.

—Te amo hasta el infinito de ida y de regreso lo sabes, —dijo Alex


mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Sí, lo sé —Carly sonrió y puso su pequeña mano sobre la más


grande de Alex.

—Sabes, amo mucho a mamá, —Alex se preparó para la última


parte de su discurso.

—Lo sé —Carly estuvo de acuerdo cuando comenzó a tomar su


chocolate nuevamente.

p p p
Alex respiró hondo y continuó su conversación. —Carly, cuando
dos personas se aman como tu madre y yo... bueno, quieren construir una
vida juntas. Quieren planificar un futuro y construirlo para que dure. Y para
hacer eso se debe construir sobre la honestidad y el amor. —Alex miró a
Carly, quien la miró confundida—. Está bien, déjame intentarlo de nuevo.
Cuando dos personas se aman como tu mamá y yo ...

—¿Alex?

—¿Si cariño?

—Tú, mamá y yo deberíamos vivir juntas, ¿verdad?

—Sí, eso me gustaría mucho, —respondió Alex con asombro.

—¿Dónde viviremos? ¿En tu casa o en la nuestra? —Carly preguntó


mientras comenzaba a masticar su chocolate nuevamente.
136
—Umm... Bueno, esa es una muy buena pregunta. Pensé que tal
vez deberíamos buscar una nueva casa juntas. Sabes algo para que
todas podamos elegir como familia. ¿Qué piensas al respecto? —
Preguntó Alex.

—Sip, supongo.

—¿No te gusta la idea?

—¿Puede tener una piscina como tu casa?

—Absolutamente, —dijo Alex con una gran sonrisa.

—Está bien, ese es un plan entonces.

—Bueno, creo que será mejor que hablemos con mamá, ¿no es
así?

—Sí, —Carly le devolvió la sonrisa.


p p p

—¡Katherine! ¿Qué ha estado pasando allí?

Kate sacó el teléfono de su oreja. —Hola madre.

—Katherine, ¿has hablado con tu hermana últimamente?

—Madre, sé todo sobre Reese y Alex. —Kate se preparó para el


ataque.

—Katherine, ¿por qué no nos llamaste? Ella necesita ver a un


psiquiatra. No me di cuenta de que había empeorado. Querido señor, si
la gente lo descubre su reputación se verá arruinada.

—¡Madre! ¿Cómo puedes decir tales cosas? Alexandra ha


pensado en nada más que en otras personas durante toda su vida. Ella
era la buena hija. Era la perfección que tú y papá querían que fuera. Esta
137
vez es su turno, Madre. No lo arruines para ella. Ama a Reese; la necesita.
Alex ha vuelto a nosotros, madre. Si solo pudieras ver lo feliz que está
ahora. —Kate trató de persuadir a su madre.

—Katherine Anne, me sorprendes. Has sabido de esto por un


tiempo, ¿verdad? —Preguntó Carolyn con indignación.

—Madre, no escuchaste una palabra de lo que dije. ¡Alex ya no es


suicida! ¿Lo entiendes ahora? Honestamente pensé que un día recibiría
la llamada de que ella estaba muerta. —Kate solo escuchó silencio por
lo que continuó—. Tú no querías verlo, tampoco papá. ¿Sería mejor si
hubiera muerto, mamá? Mi hermana está viva. En realidad, está ansiosa
por vivir. Recuérdalo la próxima vez que hables con ella.

—Katherine, sabes que amo a Alexandra, —dijo Carolyn


suavemente.

—Tal vez deberías hacérselo saber a ella.


—No creo que pueda manejar esta situación con Alexandra, —dijo
honestamente Carolyn.

—Lamento escuchar eso madre. Estaré aquí para ella. La amo


como es ahora más que cómo era antes de conocer a Reese.

—Hablaré contigo más tarde, Katherine. Dale mi amor a Rob y los


niños. Los veremos a todos en el día de acción de gracias.

Kate colgó el teléfono y suspiro. Esto lastimaría terriblemente a Alex.


Acción de gracias iba a ser una prueba real.

—Dios, espero que Alex sea lo suficientemente fuerte para esto, —


dijo Kate con tristeza en voz alta.

p p p

138
—Hola a las dos, —Reese dio la bienvenida a Alex y Carly a la casa.

—Hola mamá. Alex y yo tenemos algo de lo que nos gustaría hablar


contigo, —dijo Carly emocionada.

—Lo tienen, ¿eh?

—Sí, tenemos que tomar algunas decisiones familiares —dijo Carly


con una sonrisa. Reese miró a Alex y fue recompensada con una gran
sonrisa.

p p p

—Bueno, eso está progresando. ¿Ustedes dos comenzarán a


buscar una casa pronto? —Preguntó Rose.
—Este fin de semana. Llamamos a un agente de bienes raíces y
pusimos en venta ambas casas. Tratar con dos movimientos va a ser
peligroso para nuestra salud. Tenemos que deshacernos de toneladas de
basura y luego mezclar de alguna manera lo que ambas tenemos. No sé.
Puede que sea mejor comenzar desde cero. Sé que esto va a ser difícil
para Alex, —dijo Reese con tristeza.

—Sí, ella tendrá que desmantelar la habitación de Teddy, —estuvo


de acuerdo Rose.

—Rose, esto va a ser muy difícil. No la viste esa noche. Se deshizo.


No sé cómo va a tomar esto. —La voz de Reese mostraba su
preocupación.

—Como te dijo antes. Un día a la vez. Te tiene ahora. Ella no tenía


eso antes. Reese, la haces feliz. Y por lo que he oído, eso es algo que no
le ha pasado en un largo tiempo. —Rose trató de tranquilizar a su amiga.
139
—Rose, a veces se le ve como muy fuerte e inaccesible para la
gente. La he visto cortar a alguien con sus palabras en su oficina y fuera
de ella. Todos piensan que está hecha de piedra. No es así, Rose. Ella es
tan frágil por dentro. Si le tocas las heridas, se hace pedazos. Creo que
de alguna manera solo ahora está empezando a tolerar el haber perdido
a Teddy. Dios, esa noche pensé que su dolor la mataría. Rose, tengo
miedo. —Reese terminó de decir cuando sus ojos comenzaron a
derramarse con lágrimas. Rose la tomó en sus brazos.

p p p

Alex había decidido quedarse en la casa de Reese durante la


semana. De esta manera ella estaba allí para arropar a Carly y ayudarla
a prepararse para la escuela. Amar a Reese le había hecho volver a la
vida. Amar a Carly había ayudado a llenar ese vacío que Teddy había
dejado en ella.

Había ido a recoger algo a la tienda y de repente se volvió hacia


su casa. Entró y miró a su alrededor. Esta había sido su casa. Ella la había
compartido con Teddy. Le había enseñado a nadar en esa piscina.
Recordó cuántas veces había bajado las escaleras. Y en su memoria se
perdió en su presente.

—¡Mamá! ¡Mamá! Vamos. —Teddy salió corriendo y saltó a la


piscina. Alex había saltado justo detrás de él.

—¡Te tengo! —Alex exclamó mientras lo levantaba y jugaban en el


agua.

—Enséñame a nadar bajo el agua mamá.

—Está bien, te diré una cosa. Cuando papá te deje mañana,


iremos a comprar un snorkel y aletas, y luego podremos comenzar a 140
practicar el próximo fin de semana, ¿vale?

—Oh mamá, ¿por qué no podemos hacerlo ahora?

—Porque estamos en la piscina, mojados, mono tonto —dijo Alex


mientras le hacía cosquillas a Teddy y él chillaba.

Más tarde esa noche James lo había recogido. Ella había besado
a Teddy y le había revuelto el pelo. Mientras se alejaban, él se volvió y ella
pudo verlo despedirse a través de la ventana trasera. Recordó haberle
devuelto el saludo. Más tarde esa noche pensó que lo sorprendería y fue
a comprar el snórquel y las aletas en la tienda de deportes. Los tenía
envueltos para regalo.

Alex se dirigió al armario del vestíbulo y sacó las cajas envueltas


para regalo. Se acercó y se apoyó contra la pared. Ella se deslizó hasta
el suelo y su angustia fue escuchada por la casa vacía. Las lágrimas
seguían llegando. Se había aferrado a ellos durante tanto tiempo.
Repasó el último día con Teddy una y otra vez en su mente hasta
que escuchó algo. Estaba perdida en sus recuerdos. Perdida en su dolor
cuando Reese se arrodilló frente a ella, ella no podía hablar. Reese
extendió la mano y le acarició la cara y las lágrimas volvieron a aparecer.
Agarró las cajas de nuevo y las miró.

Reese también miró hacia abajo y atrajo a Alex a su abrazo con


suavidad. —Te amo Alex, te amo, —susurró al oído de Alex. Alex se acercó
a ella mientras el sollozo sacudía su cuerpo. Reese aguantó con fuerza.

—Se ha ido. Le prometí que le enseñaría a bucear. ¿Ves? —Se


apartó el tiempo suficiente para mostrarle a Reese las cajas que ahora
estaban aplastadas—. Reese, me duele. Me duele mucho, —terminó de
decir Alex mientras se dirigía una vez más a los únicos brazos que la
reconfortaban.

Reese lloró con ella y la abrazó con fuerza. Después de mucho


tiempo, Alex miró a los ojos de su amada. Porque eso es lo que Reese era
141
para ella. Reese era amor; El amor finalmente había venido a salvarla.

Reese acarició la cara de Alex. —Podemos vivir aquí si quieres Alex.


Quiero que seas feliz.

Alex sonrió. —No, tenemos una vida para construir y Carly merece
un hogar. Esta era la casa de Teddy, no la de Carly. Teddy estará
conmigo para siempre. Carly merece su propio tiempo y espacio.

—Alex, te amo más de lo que mi corazón puede soportar a veces.


—Los ojos llenos de lágrimas de Reese expresaron su amor—. Mi hija está
bendecida de tenerte en su vida.

Reese se inclinó y besó la boca de Alex ligeramente. Ambas se


levantaron y Reese sostuvo a Alex mientras caminaban hacia la puerta
principal. Alex dejó las cajas aplastadas. Mientras caminaban hacia
afuera. Alex se dio la vuelta y miró hacia atrás una vez más. Este había
sido su tiempo con Teddy. Sabía que tenía que dejar ir esta casa para
poder construir una vida con Reese y Carly. Después de todo, sus
recuerdos siempre estarían con ella. Ella tenía la risa y la alegría que
Teddy le había dado. Reese le había devuelto eso. Reese le había hecho
recordar la alegría. Alex se despidió y se alejaron.

p p p

—¿Cómo supiste dónde encontrarme? —Alex preguntó mientras se


adentraba en el abrazo de Reese. Ambas estaban ahora en la cama
después de haber recogido a Carly de la casa de Kate y acostarla.

—Me preocupé cuando no regresaste. Dejé a Carly en casa de


Kate. Sabía que te encontraría en la casa. —Reese dijo mientras besaba
la cabeza de Alex.

—Te amo, lo sabes, —susurró Alex.


142
—Yo también te amo querida.

—¿Estás bien?

—Lo estaré. Lo estaré. —Alex abrazó a Reese con fuerza y sintió el


estrechamiento de los brazos de Reese a su alrededor.

Sí, estaré bien. Pensó Alex. Estaré bien.

p p p

—¿Tienes que estar bromeando? —Preguntó Alex mirando a Kate.

—No.

—¿Van a venir para Acción de Gracias?

—Sí, eso es lo que ella dijo.


—Oh no Kate, esto no es bueno. —Alex comenzó a pasearse en la
cocina de Kate.

Kate seguía haciendo un pastel.

—¿Por qué? ¿Por qué vienen?

—¿Por qué nuestra madre hace algo?

Alex se detuvo y miró directamente a su hermana. —¿Por qué estás


tan bien con esto?

—Alex, he aprendido a lidiar con decisiones más importantes que


la vida de mi madre. Sabes tan bien como yo que no importa lo que
digamos tú y yo. Ella vendrá.

—Sí, lo sé.

—¿Alex? —Kate dejó de hacer lo que estaba haciendo y Alex la


miró de nuevo—. ¿Amas a Reese? 143
—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Es una pregunta sincera. ¿La amas?

—Esto es ridículo. —Los brazos de Alex se elevaron en el aire cuando


ella comenzó a caminar fuera de la cocina.

—El amor es quedarse Alex no huir, —dijo Kate con dureza.

Alex se dio la vuelta y miró a Kate. —¿De qué estás hablando?

—Responde mi pregunta. ¿Amas a Reese?

—Sabes que lo hago.

—Dilo.

Alex se mantuvo y miró a Kate. —Da miedo Alex. Pero recuerda


cómo te sientes. Si es real, las palabras son fáciles. —Alex miró hacia abajo
y cuando su rostro volvió a aparecer. Kate podía ver la emoción cruda
en sus ojos.
—La verdad es más de lo que puedo manejar a veces, —dijo Alex
con sinceridad—. No quiero que mamá la asuste. No podría perderla. No
sabría cómo vivir sin ella. Temo eso Kate.

Kate se acercó a Alex y la tomó en sus brazos. —Has estado lidiando


con mucho últimamente. Se llama volver a vivir. —Alex se apartó y Kate
sonrió.

—¿Alex? —Kate Gritó.

—¿Sí? —Alex esperó de espaldas a su hermana.

—Reese te ama más de lo que sabes. Nada la hará alejarse. Solo


tú puedes hacer eso.

—Gracias Kate, —dijo Alex mientras se iba.

Kate tenía una amplia sonrisa en su rostro. Ella se sintió bien. Alex
iba a estar bien.
144
p p p

—La agente de bienes raíces me llamó hoy. Ella dice que hay una
casa que es perfecta para nosotras. Pasé a ver a Kate, mi madre y mi
padre vienen para el Día de Acción de Gracias. Ah, y la agente de bienes
raíces dice que tiene una hermosa piscina. Recuerdas lo gracioso que fue
cuando Carly comenzó a decirle... —Reese interrumpió.

—Espera, espera. ¿Tus padres vienen para el día de acción de


gracias? —Reese preguntó esperando una respuesta.

—No se te pudo pasar, ¿eh?

—No, suelta la lengua abogada.

Alex se acercó a Reese y la miró muy seria.


—Llamé a mi madre hace unas semanas y le conté sobre nosotras.
Mi madre me sugirió que viera un psicólogo. Debería habértelo dicho. Lo
siento, —dijo Alex sin saber qué esperar como reacción de Reese.

Reese caminó hacia la ventana y miró hacia afuera sin decir nada.
Alex esperó donde estaba.

—Sí, Alex, deberías haberme dicho. Te dije que llame a mi padre.

—Reese, lo siento.

—Sé que lo haces —Reese se dio la vuelta y la miró—. Tienes que


incluirme en tu vida. Eso significa todo. Recuerda, Alex, es para bien o
para mal.

Alex acortó la distancia entre ellas. Se paró lo bastante cerca de


Reese para tocarla y, sin embargo, no lo hizo.

—Sabía que te molestaría. Mi madre es... bueno, difícil, —dijo Alex


secamente.
145
—¿Crees que fue fácil decirle a mi padre? Sabía lo que iba a decir.
Es la misma frase todo el tiempo. “Me alegra saber que estás bien, pero,
Oh... sigues siendo nuestra hija gay”. —A Alex le dolía—. Pero quería que
supieran que tú existes para mí. Sigo esperando eso algún día. Pero lo
compartí contigo. —Reese estaba ahora muy emocionada—. ¿Cuándo
aceptarás que ya no estás sola? ¿Tu dolor y tu felicidad también son
míos?

Eso era todo lo que Alex necesitaba escuchar. Tomó a Reese en sus
brazos y la abrazó con fuerza.

—Lo siento amor. No sé qué hice para merecerte. Le agradezco a


Dios que hayas entrado en mi vida todos los días. No te rindas conmigo
Reese. No te rindas conmigo, ¿por favor?
—Alex, a veces eres realmente estúpida. —Reese dijo mientras se
alejaba y miraba a los ojos de Alex—. Te amo. Acostúmbrate. No voy a
ninguna parte. Nunca, ¿me oyes? Nada ni nadie me va a alejar de ti.

—¿Acabas de llamarme estúpida? —Preguntó Alex divertida.

—Bueno... lo siento, cariño. ¡Pero a veces me vuelves loca! —Reese


le devolvió la sonrisa.

—Me llamaste estúpida, —dijo Alex con un puchero.

—Oh, no seas así, mi niña boba, —dijo Reese en una charla infantil.

—¡Ahora estoy realmente insultada! —Alex hizo un puchero, cruzó


los brazos y le dio la espalda a Reese.

Reese se colocó detrás de ella y se apretó contra la espalda de


Alex. —¿Qué puedo hacer para compensarte amor? —Reese dijo
susurrando al oído de Alex. Los brazos de Alex bajaron a sus costados y
jalaron a Reese incluso más cerca de ella mientras se recostaba.
146
—Solo puedo pensar en una manera.

—¿Oh?

Alex se dio la vuelta y vio la misma pasión que sentía encendida en


ella en los ojos de Reese. La mano de Alex acarició la cara que amaba
mientras sus labios rozaban la mandíbula de Reese. Dejó que sus dientes
frotaran la piel de Reese. Un gemido escapó de la boca de Reese
cuando sus manos acercaron a Alex más hacia ella. Las manos de Alex
encontraron su camino dentro de la blusa de Reese. Los pezones ya
estaban duros en anticipación al toque. La acerco a si y comenzó a besar
el cuello de Alex cada vez más.

—¿Carly? —Alex pregunto en un gemido.

—Chicas Scouts.

—Me encantan las chicas Scouts.


—Alex, deja de hablar y hazme el amor.

—Sí, señora.

p p p

—Entra, Elliot. —Alex llamó a Elliot dentro de su oficina.

—Sé que estás ocupada, pero necesitaba revisar estos archivos


contigo.

—¿Seguro, que pasa?

—Alex, Brian Stravinsky está demandando a LNSG por


incumplimiento de contrato.

—Estás bromeando. ¿Y quieren que lo manejemos?


147
—Quieren que lo manejes, —dijo Elliot con aire de suficiencia.

—Elliot... esto es grande. Quiero decir realmente grande.

—Lo sé. Si logras esto, Alex, estamos hablando de una asociación


total.

—No podría haberle pasado a una mejor persona, —dijo en tono


de broma. Elliot también se rio—. Dame esos archivos. Me muero por
comenzar mis notas. ¿Ya tenemos todos los papeles de Stravinsky?

—Disminuye la velocidad, —dijo Elliot aun riendo—. ¿Qué tal si


vamos y celebramos?

—Suena genial, no puedo creer esto. Wow. Ah, y querré una


cláusula de paracaídas de oro1 junto con esa asociación.

1
Un paracaídas de oro es un acuerdo para pagar una gran cantidad de dinero a un alto ejecutivo de una
empresa si se ven obligados a irse.
—Absolutamente, —dijo Elliot con una sonrisa—. Has trabajado
duro por esto Alex, felicitaciones. —Elliot se levantó y se acercó a Alex. Él
la tomó en sus brazos y le dio un cálido abrazo.

Alex le devolvió la sonrisa. —Gracias Elliot, gracias, —dijo con una


sonrisa. Elliot se inclinó y la besó. Cuando ella se apartó, él se mantuvo
inmóvil.

—Déjame ir, —dijo con seriedad; la amistosa camaradería entre


ellos se esfumo.

—Dame una oportunidad Alex —Elliot preguntó aun abrazándola


con fuerza.

—¡Déjame ir ahora!

Elliot la soltó. —Estoy con alguien Elliot.

—Estás con una mujer, Alex. Es una fase. Pasará.


148
—Estás delirante, —le espetó ella.

—Alex, tú y yo tenemos cosas en común. Sé que puedo hacerte


feliz. He estado esperando que salgas de tu autoimpuesto luto durante
estos últimos dos años. —Elliot terminó de decirlo y Alex lo miró como si
ella lo estuviera viendo por primera vez.

—Pensé que éramos amigos Elliot, lamento que hayas pensado en


otra cosa. Estoy involucrada. Te lo dije hace unas semanas. Has elegido
no reconocer esa información. Ese es tu problema, no el mío. —Alex no
dejó motivos para la discusión.

Sin embargo, Elliot no se rendiría tan fácilmente. —Ella no puede


satisfacerte, Alex.

—¡Por qué, culo pomposo! La amo. La quiero. Ella me satisface en


todos los sentidos, Elliot.

—No te creo.
—¡No tienes que hacerlo! —gritó de regreso.

—Alex, ella es hermosa, pero...

—Elliot, esta conversación ha terminado, ¡sal! —le dijo mientras


señalaba a su puerta.

—Alex, nos conocemos desde hace mucho tiempo...

—Elliot, no hay nada más que decir entre nosotros. ¿Qué parte de
eso no entiendes?

Elliot caminó hacia la puerta y antes de llegar se dio la vuelta para


enfrentar a Alex una vez más.

—Ella nunca podrá compartir lo que tuvimos entre nosotros.

—Ya lo comparto todo con ella, Elliot. No hay nada que no haya
compartido con ella. Ella tiene mis sueños, mis esperanzas, mi futuro y mi
pasión, Elliot. Lo tiene todo. 149
La miró con incredulidad, luego se dio la vuelta y salió de su oficina.
Alex había aceptado que su relación con Reese acabaría con otras que
tenía con amigos, familiares y el mundo en el que vivía. Pero Reese era su
vida. Con gusto lo dejaría todo por la felicidad que ahora sentía en su
interior.

p p p

—Carly, ¿lo atiendes, cariño? —Alex gritó.

—Está bien Alex. ¿Hola? —Carly contestó el teléfono.

—¿Quién habla? —Preguntó la voz censuradora de una mujer.

—Soy Carly, ¿quién eres?

—Soy Vanessa Masters. ¿Quién eres?


—Soy... soy la hija de Alex, —dijo Carly finalmente. Sí, eso es lo que
era ahora que Alex y su madre se lo habían explicado todo.

—¿Quién?

—Sabes, soy Carly, —dijo Carly inocentemente.

—Sé tu nombre. ¿Qué quieres decir con que eres la hija de


Alexandra?

—Porque lo soy. Ella es mi madre también ahora.

Alex entró en la habitación con una gran caja. —¿Quién es, cariño?

—¿Quién debería decir que está llamando? —Preguntó Carly.

—Dile que es su madre.

—Está bien, espera ¿está bien?

—Bien.
150
Carly le dio el teléfono a Alex. —Ella dice que es tu madre. —Alex
miró a Carly e inmediatamente le quitó el teléfono.

—¿Estás bien pequeño pececito? —Alex buscó la cara de la niña.

—Sí, ¿puedo ir afuera Alex?

—No, cariño. No te quiero afuera cerca de la piscina. Espérame e


iremos a Mc Donalds cuando terminemos con esta caja, ¿de acuerdo?

—Sí... tienes un trato, Alex, —dijo Carly emocionada.

—Está bien entonces, déjame atender esta llamada y nos


pondremos en camino.

—Bueno, —dijo Carly mientras caminaba hacia la cocina.

—Hola madre, —dijo Alex al teléfono.

—Alexandra, ¿qué estás haciendo?


Alex alzó los ojos hacia el techo.

—¿De qué estás hablando madre?

—¿Quién era esa niña que se hacía llamar tu hija?

Alex miró hacia la cocina y luego se volvió con una sonrisa en su


rostro.

—Mi hija, madre. Ella es la hija de Reese.

—Alexandra, a tu padre y a mí nos gustaría aprovechar la


oportunidad para hablar contigo durante nuestra visita de Acción de
Gracias.

—Me gustaría eso. Puedes conocer a Reese y Carly. Te van a gustar


madre y...

—Alexandra, no quiero reunirme con nadie más que tú, —dijo


Vanessa rápidamente. El silencio creció entre ellas. Alex estaba enraizada 151
en el suelo—. Por eso llamé. Quería pedirte que no las traigas a casa de
Kate para el día de acción de gracias. Es solo para la familia, Alexandra.
Después podemos hablar y resolver todo esto.

Alex se quedó en silencio sorprendida. Vanessa Masters pensó que


había anotado hasta que Alex sacudió la cabeza con incredulidad y
respondió. —¿Pensaste que esto funcionaría?

—¿Qué?

—¿Cómo te atreves a decirme esas cosas?

—Alexandra...

—No, esto es algo tuyo. No tengo nada que discutir contigo. Voy a
llevar a mi familia a la casa de Kate y Rob porque nos han invitado. Si te
parece inaceptable, tal vez no deberías ir, madre.

—Alexandra, ¿qué te ha pasado?


—No tendré a nadie, ni siquiera a ti, diciéndome a quién amar. No
te tiene que gustar. No tienes que aceptarlo. Pero debes saber que esta
es mi vida y si quieres permanecer en ella entonces quizás deberías
pensar en lo que me dirás enseguida.

Vanessa estaba aturdida. De repente se dio cuenta de que su hija


había aprovechado algo que ella nunca había visto. Alexandra se quedó
sola y fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo. Vanessa decidió
que retirarse por ahora era mejor que una guerra total.

—Alexandra, estás muy emotiva. Tal vez deberíamos discutir esto


más adelante, —dijo Vanessa cortésmente.

—No lo entiendes, ¿verdad? Mi vida no está abierta a discusión.


Elijo. Ahora, tengo que irme, mi hija está esperando a que la lleve a Mc
Donalds. Es una lástima madre; si les hubieras dado la mitad de una
oportunidad las habrías amado. —Alex colgó el teléfono y nunca miró
hacia atrás.
152
Vanessa se quedó mirando el teléfono en su mano, incapaz de
creer lo que acababa de suceder. Alexandra le había colgado y no
estaba segura de cómo estaban las cosas entre ellas en este momento.
No le gustaba este lado nuevo de su hija. A ella no le gustaba nada.

p p p

—Hablé con la agente de bienes raíces hoy. Todos los papeles del
banco están resueltos. Tenemos una oferta por tu casa y ella cree que
tiene una pareja que podría estar interesada en esta. ¿Alex? —Reese
esperó a que Alex respondiera. Alex estaba junto a la ventana,
aparentemente ajena a la conversación, perdida en sus propios
pensamientos—. ¿Alex?
—¿Qué? Lo siento amor. ¿Qué dijiste? —Preguntó Alex mientras se
giraba para mirar a Reese.

—Te estaba diciendo que podemos empezar a buscar nuestra


casa ahora.

—Eso es genial, —dijo Alex mientras caminaba y tomaba a Reese


en sus brazos.

—¿Oye? ¿Estás bien?

—Los últimos días han sido difíciles. Pero, sí, estoy bien, —dijo Alex
con una sonrisa.

—Alex, me dirías si algo sucediera, ¿verdad?

Alex soltó a Reese y se alejó unos pasos. Reese se quedó detrás de


ella esperando.

—¿Alex? ¿Ha pasado algo? ¿Has cambiado de opinión sobre 153


nosotras?

Alex se dio la vuelta de inmediato. —No, no, nada ha cambiado


entre nosotras. Te amo, Reese. —la tomó en sus brazos de nuevo para
tranquilizarla—. Tuve una muy desagradable conversación con Elliot ayer
y con mi madre hoy.

—¿Por qué no me lo dijiste? —Reese preguntó.

—Lo iba a hacer.

—Amarme te está alejando de tu vida, ¿no es así?

—Amarte me ha dado una vida, —dijo Alex mientras besaba a


Reese a la ligera.

—Siento que estés teniendo semejantes problemas, cariño.

—Te amo, mi cara graciosa, —dijo Alex con una sonrisa.


—Alex, te amo. —Reese miró a los ojos de la mujer que amaba. Alex
le devolvió la mirada. Las nubes que habían llenado esos ojos empezaron
a desvanecerse.

—Nunca dudes de mi amor por ti, Reese. Esa es la única cosa en


este mundo que nunca te fallará. Siempre estaré aquí. Siempre y para
siempre. Estás atrapada conmigo.

—Siempre y para siempre es algo que puedo manejar. —Reese dijo


cuándo su boca encontró la de Alex para sellar la promesa. Alex se alejó
rápidamente.

—¡Oye! ¡Tenemos que casarnos!

—¿Qué? —Reese fue tomada por sorpresa.

—Sé que solo es simbólico y todo eso, pero quiero casarme contigo,
—dijo Alex con todo el amor que sentía por dentro.

—A mí me gustaría eso también.


154
—Deberíamos planear esto. Tal vez podamos tener una recepción
en el...

—¿Alex?

—Si amor?

—Bésame. Podemos planear todo lo que quieras por la mañana,


—dijo Reese. Alex sonrió y besó a la mujer en sus brazos.

p p p

Alex fue despertada por el timbre del teléfono en la mesita de


noche. Cuando ella trató de alcanzarlo, Reese protestó ante su
movimiento mientras dormía apretando sus brazos alrededor de ella. Alex
sonrió, se acercó y cogió el molesto teléfono.

—¿Hola?

—Buenos días Alex.

—Dios, ¿qué pasa contigo y despertarme? ¿No tienes nada mejor


que hacer los fines de semana? Ve a hacerle el amor a tu esposo o algo
así, —dijo Alex bromeando.

—Ya me encargué de eso, —se rio Kate.

—Está bien, así que tienes una vez más que yo.

—Recibí una llamada de madre anoche. Nos bendecirá con su


presencia. Llamó para confirmar. Pensé que debías saberlo.
Probablemente te llamará.

—Ya recibí la llamada de ayer. 155


—¿Todo bien? —Kate preguntó la preocupación se mostraba en su
voz.

—No, no lo está Kate. Tuvimos un desacuerdo muy marcado.


Ambas tomamos una esquina, si sabes a qué me refiero.

—Lo siento Alex, hablaré con ella.

—No, será mejor que no. Algunas cosas solo tienen que resolverse
o no. Recordé lo que dijiste, Hermana, luché por mi felicidad.

—Bien por ti Alex. Bien por ti. —La voz de Kate mostró la sonrisa que
lucía.

—¡Oye! ¡Me voy a casar! —Alex dijo con entusiasmo.

—¿Tú harás qué?


—¿Ya sabes, casarse? ¿Por siempre y para siempre? —Alex se rio—
Cuando Reese se despierte y todas desayunemos, iremos y haremos
planes, ¿vale?

—Suena genial. Prepararé el almuerzo para todos nosotros. ¿Y


Alex?

—¿Sí?

—Lo hiciste bien hermanita.

—Gracias Kate. Gracias. —Alex colgó el teléfono y encontró a


Reese mirándola.

—Buenos días, —dijo Reese con una sonrisa soñadora.

—Buenos días —respondió Alex, abrazándola con más fuerza.

—¿Alex?

—¿Si amor? 156


—Te necesito.

Alex sonrió.

p p p

Alex estaba a punto de llamar a la puerta de Kate cuando se abrió.


Kate las metió dentro con entusiasmo.

—Está bien, empieza a contar, —dijo Kate con entusiasmo.

—Hola a ti también, —dijo Alex con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Dónde está Kevin? —Carly preguntó de inmediato.

—Está en el gimnasio de la selva, cariño, ¿por qué no sales a jugar


con él?
—¿Un gimnasio de selva? —Preguntó Alex.

—El nuevo proyecto de Rob.

Reese sonrió. Rob siempre estaba en un nuevo proyecto. A Reese


realmente le agradaba. Siempre fue una sorpresa tras otra. Y por mucho
que Kate se exasperara cada vez que él tomara otro proyecto, como lo
hacía, no podría dejar de ver la mirada de amor en sus ojos cada vez que
pronunciara su nombre.

—¿Alguna vez se cansa de nuevos proyectos? —Alex bromeó. Las


dos hermanas ahora lo estaban haciendo. Los ojos de Reese miraron
hacia arriba con falsa exasperación.

—Voy a la cocina a tomar un café, —dijo Reese y las dejó a ambas


de pie. Alex y Kate se miraron y se echaron a reír al mismo tiempo que
seguían a Reese a la cocina.

—Está bien, dime, —dijo Kate nuevamente cuando las tres estaban 157
en la cocina.

—Nos vamos a casar, —dijo Alex muy orgullosa de sí misma.

—Tengo esa parte genio, —se burló Kate.

—Todavía no hemos hecho ningún plan. —Reese dijo, luego miró


con adoración a Alex, cuyo rostro se veía tan bobo.

—Está bien, está bien, tú también. Mírala encantada más tarde;


detalles ahora, —Kate insistió—. ¿Cómo va a pasar esto? ¡Detalles por
favor!

Reese y Alex se sonrieron y las tres mujeres comenzaron a compartir


ideas.

p p p
—Hola tío Rob.

—¿Tío Rob? Me gusta cómo suena eso, —dijo Rob con una sonrisa
mientras abría los brazos para la niña.

Fue recompensado con una sonrisa y un beso. —Gracias, —dijo


Rob antes de soltarla.

—Sí, ahora eres mi tío. Alex dijo que, ya que yo también soy su hija,
ahora eres mi tío Rob. —Rob sonrió.

—Hola, —dijo Carly a un Kevin de aspecto muy molesto.

—¿Qué significa? ¿Se supone que eres mi prima ahora? —Preguntó


Kevin.

—Sí, somos primos.

Kevin se fue corriendo dentro de la casa. Rob lo miró sorprendido.


Carly parecía rechazada. Rob giró a la niña para que lo enfrentara. 158
—Oye, Kevin solo está confundido. Sabes que él piensa que eres
fabulosa, ¿verdad? —Rob trató de consolar a la niña cuyos ojos se
llenaban de lágrimas.

p p p

Kevin corrió a través de la cocina mientras tres pares de ojos


miraban hacia arriba. —¡Oye! ¡No corras en la casa! —exclamó Kate—.
¿Kevin? —Kate se levantó y lo siguió. Reese y Alex se miraron entre sí antes
de que ambas fueran atraídas hacia la puerta de la cocina de nuevo.
Rob estaba caminando con una Carly obviamente molesta a su lado.

—¿Qué pasó? —Reese preguntó preocupada mientras se


arrodillaba frente a su hija. Alex levantó la vista y Rob le indicó que saliera
de la cocina.
Alex y Rob dejaron a Carly y Reese en la cocina y entraron a la sala

—¿Qué pasó? —Alex preguntó preocupada.

—Carly me llamó tío Rob, y Kevin se enfadó y salió corriendo.

—¿Por qué? Pensé que se llevaban muy bien. A los dos les encanta
jugar juntos. —Alex no podía entender lo que estaba pasando.

—¿Dónde está Kate?

—Ella fue tras Kevin, —dijo Alex distraída—. Será mejor que vea
cómo están las cosas en la cocina.

Alex entró a la cocina con una niña que todavía lloraba. Reese
estaba sentada en una silla con Carly en su regazo meciéndola adelante
y atrás. —Cariño, estoy segura de que aún le gustas. Debe haber estado
molesto por otra cosa. —Reese trató de consolar a su hija. Alex se quedó
allí sin entender lo que acababa de suceder.
159
p p p

—Kevin? —Kate gritó cuando entró en la habitación de su hijo—.


Oye, ¿qué pasa cariño?

Kevin se quedó en silencio mirando por la ventana. Kate se acercó


a él, acercó una silla a su lado y se sentó.

—¿Quieres decirme que está mal?

—Nada está mal. Sólo quería estar solo, —dijo con seriedad.

—Ahh ya veo. —Kate intentó otro enfoque—. ¿No preferirías jugar


afuera?

—No, quiero estar aquí arriba. —Respondió mirándose las manos.

—¿Te enojaste con papá?


—No.

—¿Por qué estás tan de mal humor?

—No estoy de mal humor. Sólo quiero estar en mi habitación. —


Kate sabía que no llegaría a ninguna parte rápido. Kevin era más como
el hijo de Alex que el suyo a veces. Kevin se parecía tanto a su tía que a
veces pensaba que así era como entendía sus cosas—. Kevin, cariño,
¿por qué no me dices lo que está mal y tal vez pueda ayudarte?

Kevin la miró con ojos llenos de preguntas. Él optó por permanecer


en silencio mientras miraba por la ventana otra vez. Kate esperó
pacientemente mientras tantas emociones pasaban por su rostro.
Finalmente la miró.

—¿Carly es mi prima ahora? —Preguntó Kevin y Kate pareció


aliviada.

—Sí, cariño, la tía Alex y Reese van a ser una familia. Así que sí, ella 160
también es tu familia ahora, —dijo Kate con una sonrisa.

—No quiero que ella sea mi prima. —Declaró Kevin.

Kate no había esperado esto. —Kevin, pensé que te gustaba Carly.

Kevin miró hacia otro lado. —No quiero que sea mi prima, —repitió.

—¿Por qué? Te gusta. Es la cosita más dulce, —Kate no podía creer


ni entender por qué su hijo reaccionaba de esta manera.

—¡No quiero que sea mi prima! —Gritó mientras salía corriendo de


la habitación.

—¡Kevin, Kevin! —Kate fue tras él.

Kevin pasó junto a Rob y salió por la puerta principal. Alex entró en
la sala de estar y se encontró con dos pares de ojos desconcertados.

—¿Qué ha pasado? —Alex preguntó a Kate y Rob.


—Kevin está muy molesto y no entiendo por qué. Acaba de salir
corriendo, —explicó Kate mientras seguía a su hijo. Rob y Alex se
quedaron confundidos. Parecía que todo se había desmoronado de un
minuto a otro.

p p p

Kate regresó unos minutos después. —No puedo encontrarlo Rob,


estoy preocupada.

Rob se acercó y tomó a Kate en sus brazos. —Saldré a buscarlo,


solo relájate. Lo encontraré, no te preocupes. —Besó a Kate y fue tras
Kevin.

—No sé lo que pasó. —Kate dijo mientras se sentaba—. ¿Dónde


están Reese y Carly?
161
—Todavía en la cocina. Carly tampoco deja de llorar. Está
realmente molesta. Pensé que se llevaban tan bien. ¿Crees que es por mi
culpa Kate? —La cara de Alex contenía el dolor que ella trató de
controlar.

—¿Tuya? ¿Por qué tuya? —Kate no entendía.

—Ya sabes, sobre que soy gay y que vivo con Reese. ¿Crees que
tal vez eso le molestó? —Finalmente ella lo había dicho.

—No, Alex, no creo que fuera eso, —Kate trató de tranquilizarla.

—¿Entonces por qué? Le gusta Reese y ama a Carly. Esa es, la


única razón que puedo pensar. Debe odiarme Kate. —La voz de Alex
sonaba realmente molesta.

—Alex, Kevin te ama. Él cree que eres la mejor tía. Y Alex, tú lo eres.
Has pasado tiempo con él y sabe que lo amas. Él es más parecido a ti
que a mí. Dios sabe que es igual de malhumorado. —Kate terminó de
decir con falsa exasperación.

—Me encanta el pequeño monstruo, —dijo Alex con una sonrisa


mientras las lágrimas rodaban por su rostro.

—Alex, no es lo que piensas. Resolveremos esto.

p p p

Rob finalmente encontró a Kevin en el patio de recreo sentado en


un columpio arrastrando los pies sobre la tierra.

—Oye, muchacho. Dejaste a la gente allí realmente preocupada.


—Rob dijo y se sentó en el columpio junto a su hijo.

Kevin solo se sentó mirando al suelo. Rob se sentó a su lado por un 162
rato antes de intentar hablar con él.

—¿Quieres decirme qué es lo que realmente te molesta?

Kevin levantó la vista y miró a su padre. Quería decírselo, pero no


pudo.

—No, —dijo Kevin en voz baja y comenzó a jugar con la tierra otra
vez.

—Algunas veces, la única forma de sentirse mejor es hablar con


alguien en quien se confía.

Siguieron sentados en silencio y luego de repente. —No quiero que


Carly sea mi prima.

—¿Por qué? —Rob preguntó simplemente.

—Simplemente no lo quiero, —respondió Kevin aun mirando hacia


el suelo.
—Sabes que no cambiaría nada si se convirtiera en tu prima. Eso
significaría que siempre estaría cerca. Y sé que te gusta jugar juntos. —
Rob intentó otro enfoque. No podía entender por qué su hijo era tan terco
sobre este tema.

Kevin levantó la vista y lo miró a los ojos en desafío. —¡Cambiaría


todo!

—No Kevin, no lo haría. —Rob trató de tranquilizarlo.

—No quiero ser su primo, —repitió Kevin de nuevo—. No quiero ser


su primo.

—Entonces, ¿qué te gustaría ser? —Rob dijo en controlada


frustración.

Kevin miró a su padre otra vez y luego de nuevo hacia el suelo. De


repente Rob entendió cuál era el problema. Se sentó un rato más en
silencio e intentó hablar con su hijo otra vez. 163
—Te gusta mucho, ¿verdad? —Rob preguntó con simpatía.

Kevin no respondió.

—Sí, claro, está bien, —dijo finalmente Kevin, como por casualidad.

¡BINGO! Pensó Rob.

—Sabes que el tío Tom se casó con su prima, —mencionó Rob de


manera casual.

Kevin levanto la vista de inmediato. —¿De Verdad? —Luego volvió


a mirar la tierra.

—Sí, —respondió Rob mirando hacia el cielo.

—Pensé que los primos no debían hacer eso. —Kevin finalmente


estaba hablando.
—Bueno, en realidad no eran primos. Quiero decir que eran primos,
pero por matrimonio. Está bien casarse si son primos por matrimonio,
sabes. —Rob seguía actuando como si solo fuera una conversación
regular. Rob finalmente miró a su hijo. Kevin estaba perdido en sus propios
pensamientos.

—¿Crees que deberíamos volver y terminar de construir ese


gimnasio en la jungla? —Rob preguntó.

Kevin levantó la vista con una sonrisa. —Sí, mamá quiere que se
termine hoy. —Kevin se levantó y comenzó a caminar. Rob sonrió y
sacudió la cabeza mientras seguía a su hijo a casa.

p p p

Kevin entró en la sala de estar dos pares de ojos lo siguieron y fue a


164
la cocina. Se detuvo frente a Reese que todavía estaba sosteniendo a
Carly.

—¿Quieres ir a nadar? —Kevin le preguntó a Carly.

—¿No estás enojado conmigo? —Carly preguntó con mal humor.

—No, —respondió, avergonzado—. Son cosas de hombres. Estoy


bien ahora. Vamos. —Se acercó a ella y ella lo siguió por la puerta de la
cocina tomándose de las manos con una sonrisa en la cara. Reese se
sentó asombrada.

Alex y Kate se quedaron mirando desde la puerta. Rob pasó junto


a ellas y se dirigió a la nevera para tomar un refresco. Tres pares de ojos
lo miraron fijamente.

—Ya saben, solo son cosas de hombres, —dijo mientras salía por la
puerta de la cocina. Tres mujeres quedaron desconcertadas y aliviadas.
p p p

—¡Alex! ¿Por qué sigues ahí? —Reese preguntó.

—Reese cariño, algo surgió en el último minuto, —dijo Alex al


teléfono—. Estoy terminando. Te encontraré allí, ¿vale, cariño?

—Está bien, llamaré a Joanne y le diré que llegaremos unos 30


minutos tarde. ¿Y Alex?

—¿Si amor?

—Yo... estoy muy nerviosa. Lamento haberte gritado. —Reese


sonaba fuera de lugar.

—Está bien, ¿por qué estás tan nerviosa amor? —Alex parecía
preocupada ahora, sus papeles frente a ella olvidados—. Este es un gran 165
paso, Alex. Te… te quiero. —Reese se echó a llorar.

—¡Reese, estas llorando! —Alex comenzó a levantarse.

—Alex...

—¿Qué pasa Reese? Voy a casa. —Alex colgó y salió corriendo por
la puerta.

Quince minutos más tarde, Alex entró por la puerta y encontró a


Reese acurrucada en el rincón más alejado del sofá. Alex se acercó a
ella lentamente. Se sentó con suavidad y Reese se dirigió directamente a
sus brazos. Acarició el cabello de Reese con suavidad y la abrazó con
fuerza.

—¿Qué está mal, bebé? —Alex preguntó suavemente en el


cabello de Reese.

—Alex, nunca te haría daño, —dijo Reese.


—Lo sé, cariño. ¿Qué te ha molestado tanto? —Alex estaba
teniendo dificultades para ser paciente. Estaba preocupada. Algo
andaba mal.

—Tal vez deberíamos esperar antes de casarnos, —dijo Reese y el


silencio fue tolerable.

—¿Has cambiado de opinión? —La voz de Alex sonaba hueca.


Podía sentir el cuerpo de Reese tenso.

—Creo que tal vez deberíamos tomarnos un tiempo antes de dar


este gran paso, —respondió Reese.

—Reese, ¿es eso lo que quieres? —Alex pensó que su corazón se


rompería.

—Creo que realmente hemos apresurado esto y quizás deberíamos


darle un tiempo a esta relación. Si perdura, tal vez deberíamos
considerarlo más a fondo... —Antes de que Reese terminara, Alex la soltó 166
y se levantó. Reese no podía decir cuál era la reacción de Alex. Todo lo
que notó fue que los hombros de Alex se enderezaron.

—Creo que es una buena idea, Reese. Llamaré a Joanne para


cancelar. Te llamaré más tarde. —Alex salió corriendo por la puerta.

p p p

—¿Kate está Alex ahí? —Reese preguntó.

Kate se quedó en silencio al otro lado del teléfono. —¿Qué pasa


Reese?

—No la he visto desde ayer. Tuvimos unas palabras... —Reese se


rompió.
—Reese, estará bien. ¿Qué pasó? —Kate estaba preocupada. No
era normal en Alex que se fuera corriendo y no se lo dijera.

—Es complicado Kate. Creo que cometí un error Kate. —Reese


hablaba sin ningún sentido.

—Reese, ¿qué pasó?

—Kate, estaba tan confundida. La amo Kate. La amo... —Reese se


echó a llorar.

—Oh, mierda.

p p p

Kate había ido a la casa de Alex y la encontró vacía. Estaba


empezando a preocuparse. ¿A dónde había ido Alex? Reese realmente 167
no le dio ningún detalle. Estaba casi histérica diciéndole que amaba a
Alex. ¿Qué demonios estaba pasando? Algo se le ocurrió a Kate.

—¡Oh Dios, Dios no! —Kate dijo mientras corría hacia su coche.

p p p

Kate condujo a través de las puertas de hierro del cementerio de


Deslend. Kate sintió que su pecho se apretaba cuanto más se acercaba
a su destino.

—Oh, Dios, por favor, déjala estar bien, por favor, —repitió Kate.

Kate se detuvo y miró hacia la gran piedra blanca en forma de un


ángel. Salió del auto y, tan pronto como vio a alguien tendido en el suelo,
corrió. Kate se detuvo y miró el cuerpo de Alex sobre la tumba de Teddy.
Kate cayó de rodillas.

—¡Alexandra, levántate! —Kate gritó sin atreverse a tocarla. Alex


no se movió—. Oh, Dios Alex, no me hagas esto. ¡Por favor Alex, por favor,
levántate! —Kate lloró, no creía que pudiera soportar esto. No después
de haber recuperado a Alex. Alex se agitó y se puso de rodillas. Sus ojos
estaban inexpresivos. Kate se desplomó en sus brazos—. ¡Alex, oh Alex! —
Kate la agarró con fuerza mientras lloraba en el cabello de su hermana.

Alexandra no dijo nada cuando se rindió y cayó en el abrazo de


Kate. Kate la abrazó con fuerza. —Está bien, Alex. Vamos a estar bien. No
hay nada que no podamos arreglar juntas, ¿recuerdas? —Kate siguió
hablando mientras acariciaba el pelo de Alex—. Reese está preocupada
por ti, sabes. Me llamó llorando.

—Ella no me quiere, Kate, —Alex finalmente habló—. Estoy tan


cansada, Kate. Estoy tan cansada, —dijo Alex en un susurro. La mano de
168
Alex se abrió y se derramaron unas pastillas blancas. Kate veía
horrorizada. Alejó a Alex de ella y la miró a los ojos. Un nuevo miedo se
apoderó de su corazón.

—¡Alex! ¿Alex tomaste algo? —Kate estaba histérica ahora—. ¡Alex,


mírame! —Alex miró a Kate con confusión y luego a su mano.

—No.

Kate la atrajo hacia su abrazo. Ambas se sentaron una sobre la otra


en la tumba de Teddy. Kate sostuvo a Alex con fuerza como a un niño
mientras se mecía hacia adelante y hacia atrás.

p p p
Kate entró en la casa sosteniendo a Alex. Tan pronto como
entraron en la sala de estar de Kate, se encontraron cara a cara con
Vanessa Masters.

—¡Madre! —Kate dijo sorprendida. Alex no dijo nada.

Vanessa dio un paso adelante mirando a su hija y al estado en que


se encontraba.

—¿Alexandra? —Vanessa miró de Alex a Kate—. ¿Qué ha pasado?


—Vanessa exigió.

—Está alterada, —dijo Kate sin dar más detalles. Kate ayudó a Alex
a sentarse en el sofá. Vanessa se sentó junto a Alex.

—Alexandra, pasará, —dijo Vanessa suavemente cuando su mano


alcanzó a sus hijas. Alex no dijo nada. Vanessa miró a Kate.

—La encontré en la tumba de Teddy, —dijo Kate mientras sus ojos


comenzaban a llenarse de lágrimas nuevamente. Kate se dio la vuelta,
169
pero no antes de que Vanessa notara las lágrimas—. No ha dicho una
palabra desde entonces.

—Alexandra, pasará. Con el tiempo lo llegarás a aceptar querida.


Esto es lo mejor, dijo —Vanessa trató de consolar a su hija. Algo la golpeó
como una cuerda y los ojos de Alexandra se dirigieron a su madre.
Vanessa sonrió y acarició la mano de su hija.

—Hablaste con ella, ¿verdad? —Alex dijo acusadoramente. Kate


se arremolinó con la sorpresa escrita en su cara. Vanessa se limitó a mirar
a Alex.

—Alexandra, no sé qué... —Vanessa comenzó a decir.

—Hablaste con ella. ¿Cómo pudiste haber ido tan lejos? —Alex
continuó. Kate se quedó mirando en incredulidad.

Vanessa se levantó y cruzó los brazos delante de ella.


—¡Madre! ¡No lo hiciste! —Kate dijo con horror.

—¡Sí, lo hice! —Vanessa respondió con severidad—. La carrera de


Alex se destruiría. Está tan confundida que no sabe lo que está haciendo.
—Vanessa se defendió.

—¿Me hiciste esto? —Alex se levantó y las lágrimas llenaron sus


ojos—. No lo hiciste por mí. ¡Lo hiciste por ti! No te importó que yo amara
a Reese y que ella me hiciera feliz. ¡Sólo pensaste en ti!

—Alexandra, no eres tú misma, —trató de explicar Vanessa.

—¡Nunca te perdonaré por esto! —Alex le dijo a Vanessa mientras


salía corriendo por la puerta.

—¡Alexandra! ¡Vuelve aquí! —Vanessa exigió. Cuando la puerta se


cerró detrás de Alex, Vanessa se enfrentó a Kate.

—¿Qué has hecho madre? —Kate estaba furiosa.


170
—Hice lo que nadie más hubiera hecho por ella. Traté de salvarla
de esta depravación. No es natural, Katherine, —dijo Vanessa con
disgusto.

—¿No es natural? ¿Qué es natural para ti, madre? Preferirías ver a


tu hija muerta que, con una mujer, ¿no? —Kate dijo en tono acusador.
Vanessa la miró en shock—. Deja mi casa madre. ¡Vete ahora mismo!

Vanessa la miró con incredulidad. Kate se mantuvo firme. Vanessa


se dio la vuelta, recogió su bolso y salió.

p p p

Alex corrió a la casa buscando a Reese. Kate ya había llamado.


Reese, al oír a Alex, corrió escaleras abajo y se dirigió a sus brazos. Ambas
se aferraban fuertemente.
—Te amo. Te amo, Alex. Te amo, —Reese repetía una y otra vez.

—Yo también te amo bebé. Yo también te amo. —Alex abrazó a


Reese con fuerza.

—Alex, lo siento, Kate me lo dijo. —Reese dijo mientras miraba la


mano de Alex, acariciando el cabello de Alex—. Lo siento Alex. Yo…

—Sé por qué, —dijo Alex, miró a Reese con los ojos llenos de
lágrimas. Reese la tomó en sus brazos de nuevo. Reese la besó una y otra
vez, luego se desprendió suavemente de los brazos y la condujo escaleras
arriba a su habitación.

—Ven, ven mi amor. —Reese la ayudó a quitarse la ropa y, después


de quitarse la ropa, se metió debajo de la sábana con Alex—. Te quiero
Alex.

Las lágrimas corrieron por la cara de Alex y Reese comenzó a


besarlas. —Prometo que nada se interpondrá entre nosotras de nuevo. — 171
Sus besos eran suaves y calmantes. Hacer el amor esa tarde selló su
relación para siempre. Los besos eran suaves y las caricias lentas. Cuando
las dos llegaron, se abrazaron con el entendimiento de que nunca más
se soltarían la una a la otra.

p p p

—Bueno, tengo que admitir que la casa es hermosa Reese, —dijo


Rose mientras miraba a su alrededor.

—Carly se enamoró de la piscina. Y eso es todo lo que Alex


necesitaba escuchar. Esta niña la tiene envuelta alrededor de su dedo
meñique, —dijo Reese sonriendo.

—Sí, es un lugar hermoso. Ahora todo lo que necesitas son muebles.


—Eso... sí.

—¿Qué?

—¿No te gustaría por favor sentarte Rose? —Reese señaló


extravagantemente hacia el suelo.

Rose se echó a reír y se sentó en el suelo.

—Bueno, al final decidimos comenzar desde cero. Pusimos la


mayoría de los muebles en consignación y el resto lo acabamos de donar
al Ejército de Salvación.

—A partir de cero ¿eh?

—Nueva vida en todos los aspectos de la palabra, —dijo Reese con


una gran sonrisa.

—Bueno, la casa es enorme. ¿Ya empezaste a comprar muebles?


—Dijo Rose mirando a su alrededor. 172
—Alex ha estado realmente ocupada con un caso últimamente...
—La sonrisa de Reese se apagó un poco.

—¿Algo no está bien?

—Creo que está teniendo dificultades en la oficina con uno de sus


colegas. —Reese se miró las manos mientras hablaba.

—¿Le has preguntado sobre eso?

—Alex, está procesándolo... me vuelve loca, pero esa es la forma


en que trata con ello. He aprendido a ver las señales. Hemos discutido sin
cesar al respecto. A ella le ha costado mucho Rose. No quiero insistir.
Ahora mismo.

Rose puso su mano sobre la de su amiga. —La madre hizo su trabajo


en ella, ¿verdad?
—Sí, realmente lo hizo. Alex ha pasado por el infierno. Y no ayudé
en nada, —dijo Reese con tristeza.

—No te culpes, Reese, esa mujer va más allá de lo que he visto. Usó
tu amor por Alex para persuadirte. Estás totalmente libre de culpa, —
insistió Rose.

—No debí escucharla Rose, debí haber tenido un mejor juicio.

—Cariño, la retrospectiva es algo que todos deseamos, —dijo Rose


con tristeza.

—No la viste ese día, Rose. En cierto modo, no ha sido la misma, —


dijo Reese con tristeza.

—Reese, Alex te adora. No vayas a poner ninguna idea en tu


cabeza. Lo que sucedió no fue tu culpa. Fue esa mujer la que tiene la
culpa. Las dos se aman. No dejes que nada te impida disfrutar de tu
buena fortuna. Porque Reese, si lo permites, ella gana. 173
Reese abrazó a su amiga. —Te amo Rose, eres una buena amiga.

—¡Hummm! —Vino una voz detrás de ellas. Ambas mujeres giraron


simultáneamente.

—¿Qué estás haciendo con mi futura esposa? —Preguntó Alex con


sus manos en las caderas. Reese y Rose se miraron la una a la otra y luego
volvieron a mirar a Alex. Alex no pudo soportarlo más y se echó a reír.

Reese se levantó de un salto y fue a los brazos de Alex. Rose se


levantó y comenzó a desempolvar sus pantalones.

—Hola hermosa, —dijo Alex mientras miraba a Reese.

—Hola preciosa.

—¿Qué tal tu día?

—¡Esclavizada, limpiando todos estos muebles!


Alex miró a su alrededor críticamente y luego asintió. —Hiciste un
buen trabajo, el lugar se ve genial.

—De acuerdo, ustedes dos, —interrumpió Rose—, ¿Cuándo van a


comprar muebles?

Alex y Reese miraron a Rose. —¡Mañana! —Ambas dijeron al mismo


tiempo y comenzaron a besarse.

Rose negó con la cabeza en burla. —Sólo tienen que trabajar en


los detalles cotidianos, —se dijo a sí misma.

p p p

—Kate, ¡te dije que odio ese color! —Alex dijo por cuarta vez.

—Pero Alex, el malva está muy de moda. 174


—Es rosa... ¡Odio el rosa Kate!

—Está bien, entonces, ¿qué color sugieres?

—No lo sé. Lo que sea que Reese elija está bien, supongo.

—Eso es lo que ella dice. Ambas van a matarme, lo saben,


¿verdad?

Alex se echó a reír. —Está bien, está bien, veamos los colores de
nuevo.

—¿Qué tal este azul entonces?

—Ummmm... No, está muy ñoño —dijo Alex mirando la muestra


frente a ella.

—¡Ñoño! ¿ñoño? ¿Cuál esta ñoño? —Kate dijo con exasperación—


. Reese dijo que decidirías. ¡Ahora decide! Te vas a casar en dos semanas
y necesito pedir este vestido. ¡Elige un color o muere!
—Está bien... está bien, —dijo Alex, mirando el libro de nuevo. Sonó
el teléfono y Kate contestó.

—¿Hola?

—Hola Kate.

—¡Reese, ella todavía no ha elegido el color! —Kate se quejó y Alex


le sacó la lengua.

—Déjame hablar con ella Kate.

—Está bien, mira si puedes razonar con ella. Si no lo haces, es


posible que tengas una baja en tus manos para cuando regreses. Te lo
juro, ¡me está volviendo loca! —Kate terminó de decir antes de devolverle
el teléfono a Alex.

—Hola cariño, —dijo Alex con una gran sonrisa en su rostro.

—Hola, cariño. ¿Le estás haciendo pasar un mal rato a Kate? 175
—¿Yo?

—¡Sí tú! —Reese se rio—. Sácala de su miseria, querida. ¿Harás eso?


—Reese siguió el juego.

—Ahora que me lo pediste... Sí, —Alex soltó una carcajada—.


¿Cuándo vas a estar de vuelta?

—Pasado mañana. Mamá está mucho mejor.

—Siento que no pude ir contigo Reese, realmente me siento muy


mal por eso.

—Entiendo, Alex. Este caso es muy importante para ti. Concéntrate


en ese caso para que podamos tener una luna de miel ininterrumpida,
todo está bien aquí.

—¿Les dijiste? —Alex preguntó con preocupación.

—Sí.
—¿Y?

—Te amo, Alex, eso es todo lo que me importa, —dijo Reese con
tristeza.

—Lo siento cariño.

—Sí, yo también lo siento.

—Te amo. Ven a casa, Reese o yo iré a buscarte, —Alex comenzó


a sentirse agitada.

—Alex...

—¿Por favor?

—Cariño, nada se interpondrá entre nosotras, te lo prometo. Te


amo, Alex. Te amo más que a la vida misma. Ahora escoge el color del
vestido de tu hermana para que podamos estar un paso más cerca de
nuestra boda, ¿de acuerdo? 176
—Bien, te amo Reese.

—Te amo, también, cariño. Recuerda eso. Siempre recuerda eso.

—De acuerdo, cariño, te hablaré esta noche.

—Adiós, querida.

Alex colgó el teléfono y miró a Kate. —Está bien, negrera. —Cogió


las muestras y señaló una.

—¡Eso es rosa! ¡Dijiste que odiabas el rosa! —Kate dijo con


frustración.

—No es rosa, es coral.

—Alex, me vas a matar. ¡Me vas a matar!

p p p
Alex se despertó con un beso. Sus ojos se abrieron, mirando a los
ojos más azules que había visto y sonrío.

—Hola amor.

—¿Cómo?

—Tomé el último vuelo, te extrañé. —Y después de decir eso volvió


a besar la boca a Alex.

—Bienvenida a casa.

p p p

—Alex, ¡deja de pasearte!


177
—¡No estoy paseando Kate!

—Está bien, si no dejas de caminar de un lado a otro de la


habitación, ¡Me voy a enfermar!

—¿Crees que tal vez algo sucedió?

—No, no pasó nada. Todavía es temprano. ¡Ahora relájate!

—Pero Katie…

—¡Oh no! Nada, ni un, pero Katie. He tenido al menos tres ataques
cardíacos contigo y casi me conseguiste una úlcera con el vestido.
¡Ahora siéntate!

—Está bien, —dijo Alex mientras hacía un puchero.

Ambas oyeron que un auto se detenía y corrieron hacia la ventana.

—¡Ella está aquí! —Alex dijo con entusiasmo y alivio.


Kate miró a Alex y sonrió. —Ahora vamos. Y recuerda Alex. Solo
déjate ser feliz.

—Kate... —dijo Alex cuando sus ojos comenzaron a llenarse de


lágrimas no derramadas.

—Lo sé.

Ambas hermanas se abrazaron. —Ahora vamos a casarte.

p p p

La iglesia estaba llena de flores. Y cuando empezó la música todos


los ojos se volvieron hacia atrás. Lentamente, todos los rostros se llenaron
de una sonrisa al ver a Carly caminar con un hermoso vestido de encaje
blanco con una banda de color coral alrededor de su cintura. Dejando
178
caer pétalos de una canasta al suelo mientras caminaba por el pasillo.
Kevin caminaba a su lado en un traje negro que sostenía un pequeño
cojín con los anillos que Alex y Reese se estarían dando. Luego caminó
Kate con un vestido de gasa color coral suave. Caminó lenta y felizmente,
sabiendo que finalmente había llevado a Alex a este momento.

Alex finalmente sería feliz, pensó Kate y eso la hizo sonreír aún más.
Cuando ambos niños alcanzaron el altar y Kate se colocó junto a ellos,
enseguida Rose caminó por el pasillo y se paró junto a Kate, sonriendo
también. La música una vez más anunció un nuevo arribo.

Alex era una visión de belleza mientras caminaba por el pasillo. La


felicidad brotaba de ella. Caminó lentamente y con un nuevo sentido y
propósito. Ella haría que esta relación funcionara. Finalmente, Reese sería
suya para siempre. Alex miró a Carly mientras se acercaba al altar y le
dirigió una gran sonrisa. Carly sonrió a Kevin y el tiró de su cuello.
Alex llegó al altar, besó a Kate y le guiñó un ojo a Rose, quien le
devolvió la sonrisa. Entonces, una vez más, la música comenzó y Reese
comenzó a caminar por el pasillo. Ambas mujeres se miraron con
asombro. Habían acordado no ver los vestidos de la otra. Y ahora Reese
se quedó mirando a Alex y Alex capturó a Reese con sus propios ojos. Se
ve tan hermosa ambas pensaron. Cuando la música volvió a sonar, Reese
comenzó a caminar hacia su amor.

Ambas se enfrentaron mientras el ministro decía las palabras. Bellas


palabras que ninguna de las dos escuchó porque todo lo que llenaba sus
oídos era el latido de sus corazones. El ministro tocó el brazo de Alex y
asintió. Esta fue la señal para que hablara. Alex tomó la mano de Reese
entre las suyas y colocó el anillo en su dedo.

—Reese, te amo. Nunca pensé que volvería a sentir amor. Al


encontrarte encontré toda la belleza que creía perdida para mí. Al
encontrarte, encontré eso que me llena. Al encontrarte no solo encontré 179
amor, también esperanza. Al encontrarte... Encontré una niña; una niña
que amaremos, compartiremos y criaremos juntas. Te amo Reese. Te amo
con todo lo que soy.

Reese sonrío mientras una lágrima corría por su mejilla. Entonces


Reese tomó la mano de Alex y colocó el anillo en su dedo. Respiró hondo
y miró a los ojos de la mujer que amaba.

—Alex, eres un gran regalo para mí. Solo soñé con el amor. Lo
deseé a los cielos y mi regalo fuiste tú. Eres un alma tan hermosa, Alex. Me
has demostrado que la ternura existe y que el amor perdura. Me
demostraste que no hay límite para amar. Quiero pasar el resto de mi vida
amándote. Prometo compartir tus días y tus noches. Prometo ayudar a
que tus sueños se hagan realidad. Prometo darte toda la alegría que este
en mi poder. Prometo ser tuya para siempre hasta el fin de los tiempos.
Alex apretó la mano de Reese. —Te amo, —dijo suavemente
mientras una lágrima escapaba de sus ojos también.

Entonces el ministro dijo las palabras. —Ahora son una, —y con esto,
los labios se encontraron y dos corazones ahora latían como uno.

El mundo se detuvo y las dos únicas personas que existían entre la


niebla eran las dos amantes.

—Eres tan hermosa Alex.

—Tú eres la hermosa. Si solo supieras.

—¿Saber qué, cariño?

—Lo que me hace feliz.

—¿Qué te hace feliz, cariño?

—Solo pensar en ti... solo pensar en ti, mi amor.


180

Fin

Lisa

Mia, mi corazón, mi pasión, para ti, mi gran amor ha sido creado. Fue
escrito para ti y por ti. Como esta historia mi vida comenzó contigo. Como
esta historia, mi alegría y mi mañana están contigo y por ti. Contigo
construyo un futuro, contigo construyo un mundo. Todo lo que ha existido
y llegará a existir es siempre mi amor por ti. Como con todo lo que es bello;
tú me inspiras. Porque yo, una simple mortal, solo puedo esperar tocar
aquello que más deseo. Como con esta historia; lo que me da alegría es
solo pensar en ti, mi amor.

Siempre tuya.
Biografía de la Autora

S. Anne Gardner

S. Anne Gardner es el seudónimo de una escritora americana que


reside en la costa este de los EE.UU. A pesar de haber vivido en diferentes
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partes del mundo y haber tenido más experiencias de las que
probablemente jamás se hubiera imaginado, ha sobrevivido con el
deseo constante de proteger a los que ama: a su mujer, a sus hijos, a sus
tres gatos y a la gran cantidad de amigos que tiene.
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