Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
net/publication/230577055
CITATIONS READS
3 3,195
1 author:
Antonio Cano-Vindel
Complutense University of Madrid
197 PUBLICATIONS 1,003 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
PROEM: Interdisciplinary networks for the promotion of emotional health and well-being in the young View project
Relacion entre las emociones negativas y los trastornos cardiovasculares View project
All content following this page was uploaded by Antonio Cano-Vindel on 27 May 2014.
Índice
1. ¿Qué es la ansiedad?
1.1. La ansiedad nos activa y nos prepara
1.2. La ansiedad, una respuesta ante la amenaza
1.3. ¿Qué situaciones nos generan ansiedad?
1.4. Diferencias individuales
1.5. Factores biológicos y ambientales
2. Lo que sentimos cuando estamos nerviosos
2.1. La ansiedad a nivel cognitivo-subjetivo
2.2. La ansiedad a nivel fisiológico
2.3. La ansiedad a nivel motor
2.4. Las relaciones entre los tres tipos de respuesta
3. La evaluación de nuestro nivel de ansiedad
3.1. Muestra de síntomas o respuestas de ansiedad
3.2. Instrucciones
3.3. Interpretación de los resultados obtenidos
4. ¿Cuándo nos afecta negativamente la ansiedad?
4.1. Ansiedad y trastornos de salud
4.2. Problemas de rendimiento
4.3. Las técnicas de tratamiento
5. Claves para vencer la ansiedad
5.1. Claves para vencerla pensando
5.2. Claves para vencerla a nivel fisiológico
5.3. Claves para vencerla actuando
5.4. Claves para prevenirla
5.5. Servicio gratuito de ayuda
Capítulo 1
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es en cierto sentido muy similar al miedo y comparte una serie de
características comunes con otras emociones como el enfado. Cuando decimos estoy
nervioso, o estoy enfadado, estamos expresando que nos encontramos en un
determinado estado emocional. En el primer caso, ‘estar nervioso’ indica un estado
emocional de ansiedad, mientras que en el segundo se trata de un estado emocional de
ira o enojo.
Los estados emocionales surgen en un momento dado, son una reacción ante una
situación concreta y duran un tiempo. Estamos nerviosos, por ejemplo, cuando tenemos
prisa, y volvemos a estar más tranquilos cuando ya ha pasado esta circunstancia.
Las emociones son reacciones que comprenden varios tipos de respuesta ante
situaciones importantes para el individuo. Quizás el ejemplo más notorio sea el miedo,
que surge ante una situación de peligro. La reacción de miedo ante una situación en la
que está en juego la vida del individuo implica una serie de respuestas (temor, aumento
de la tensión muscular, evitación, etc.) que le ayudan a preservar su integridad física.
La ansiedad es una reacción emocional que surge ante las situaciones de
alarma, o situaciones ambiguas, o de resultado incierto, y nos prepara para actuar
ante ellas.
Esta reacción la vivimos generalmente como una experiencia desagradable con la
que nos ponemos en alerta ante la posibilidad de obtener un resultado negativo para
nuestros intereses. Cuando pensamos, cuando anticipamos, la posibilidad de que ocurra
un resultado negativo, comenzamos a preocuparnos, a activarnos, a ponernos nerviosos.
Así pues, inicialmente la ansiedad es una reacción adaptativa que nos prepara para
dar una respuesta adecuada ante determinado tipo de situaciones, que son importantes
para nosotros.
Por ejemplo, en aquellas situaciones en las que consideramos que está en juego
nuestra imagen ante los demás, cuando nos sentimos evaluados por otras personas que
consideramos importantes, tendemos a experimentar ansiedad. Esta reacción de
ansiedad en principio es buena, puesto que nos ayuda a prepararnos, a poner en marcha
los recursos, la energía suficiente para actuar, para obtener un resultado positivo, para
dar una buena imagen.
Pero en ocasiones surgen falsas alarmas, nos activamos sin saber muy bien la causa,
ya que aparentemente no tenemos que prepararnos para nada en la situación que nos
provoca ansiedad. Así, por ejemplo, muchas personas en un momento dado se asustan
por sus propias reacciones de ansiedad, que en un principio son reacciones naturales, en
absoluto peligrosas para la salud.
A veces la ansiedad aparece simplemente porque nos preocupa que otros se den
cuenta de nuestro estado de nerviosismo, o porque nos preocupan las cosas que
pensamos o sentimos cuando estamos nerviosos (como por ejemplo la posibilidad de
perder el control), o porque les damos una importancia exagerada a algunas respuestas
fisiológicas (taquicardia, dificultades respiratorias, sudoración, etc.) que se disparan con
la ansiedad.
Cuando estamos nerviosos tenemos más pensamientos desagradables o negativos,
como preocupaciones, indecisiones, etc. Estos pensamientos podemos considerarlos
como una manifestación de ansiedad, pero a su vez generan más ansiedad.
Por ejemplo, si estamos preocupados en una situación social por nuestro
comportamiento, si pensamos que nos hemos comportado de una manera torpe,
nerviosa, insegura, es probable que anticipemos un resultado negativo, lo que nos
provocará más ansiedad. Si pensamos que los demás se darán cuenta de nuestras
torpezas, ello puede ser considerado un síntoma de ansiedad, pero también provocará
más ansiedad, puesto que nuestra imagen está en juego y tememos un resultado
negativo, intentaremos prepararnos, activarnos, para dar una respuesta adecuada.
Por lo tanto, la ansiedad tiene un cierto carácter recursivo o circular: si
repasamos nuestras preocupaciones, nos activamos más; si nos preocupa tener
ansiedad, ésta aumentará.
Algunas situaciones no son realmente peligrosas o amenazantes para nosotros y sin
embargo nos producen ansiedad. Podemos ser conscientes de que no nos deberían
afectar, recordar épocas pasadas en las que no les dábamos importancia, e incluso
podíamos disfrutar en tales situaciones, sin tener ansiedad en ellas; y, sin embargo, en la
actualidad nos producen nerviosismo, incomprensiblemente.
En este caso es probable que podamos recordar que hubo una primera ocasión en la
que surgió ansiedad en esa situación. Después de esta primera vez, la ansiedad quedó
asociada a dicha situación. Se trata de un aprendizaje asociativo. De esta manera,
aunque en un principio una situación no sea objetivamente amenazante, ya que no nos
jugamos nada en ella, puede ser que nos provoque ansiedad.
El temor a la reacción de ansiedad lleva a algunas personas a evitar las situaciones
ante las que previamente ha surgido dicha reacción. Así, por ejemplo, algunas personas
evitan volar en avión, otras huyen de las situaciones sociales, etc. Evitando las
situaciones temidas, se consigue que no surja la ansiedad. Pero esta evitación hace que
aumente el temor y la inseguridad ante las mismas, de manera que cuando no podamos
evitarlas, cuando tengamos que volver a enfrentarnos a ellas, surgirán reacciones de
ansiedad más fuertes. De esta manera habremos desarrollado una fobia a tales
situaciones.
Si queremos reducir la ansiedad que nos provoca una situación es bueno exponerse a
ella, poco a poco, por aproximaciones sucesivas, controlando cada vez un poquito más,
dándonos ánimos por cada pequeño éxito, por cada exposición (aunque estemos
nerviosos), tratando de calmarnos, intentando no preocuparnos aunque tengamos
ansiedad.
La exposición a situaciones fóbicas, bajo condiciones de control, ayuda a
reducir el temor, la activación fisiológica, la reacción de ansiedad ante dicha
situación. Por el contrario, la evitación de situaciones que nos provocan ansiedad,
aunque a corto plazo nos libre de la reacción de ansiedad, a largo plazo hará que
aumente el temor.
Capítulo 2
Lo que sentimos cuando estamos nerviosos
Hemos visto en el capítulo anterior que la ansiedad es una emoción natural, que
guarda algunas similitudes con otras reacciones emocionales, tales como el miedo, el
enfado, la tristeza, etc. También vimos que la ansiedad se experimenta como una
reacción emocional desagradable, negativa, que surge en una situación ante la que el
individuo percibe una amenaza, prevé posibles consecuencias negativas para sus
intereses, e intenta reducir estas consecuencias negativas poniéndose en alerta.
La reacción emocional de ansiedad comprende un buen número de respuestas,
que pueden clasificarse en tres tipos diferentes.
Los pensamientos que denotan ansiedad (preocupaciones, sentimientos negativos,
inseguridad, etc.) tienen más en común entre sí que con los cambios fisiológicos
(aumento de la tasa cardiaca, de la tasa respiratoria, de la tensión muscular, etc.) o con
las respuestas motoras (evitación, movimientos repetitivos, etc.) Cada uno de estos
tres tipos de respuestas parece obedecer a reglas diferentes, y por ello se entiende que
existen tres sistemas de respuesta, que son parcialmente independientes, aunque
relacionados. Así, la ansiedad puede observarse a un triple nivel de respuesta:
cognitivo-subjetivo (la experiencia),
fisiológico (cambios corporales) y
motor (conductual-observable).
Hay que señalar que las personas que muestran muchas respuestas de ansiedad, de
manera intensa, y tienden a mantener esta alta intensidad a lo largo del tiempo, poseen
un alto rasgo de ansiedad o un alto nivel general de ansiedad (son muy nerviosas o
ansiosas).
Tener un elevado nivel general de ansiedad puede ser considerado como un factor
de riesgo para el desarrollo de trastornos de ansiedad (crisis de ansiedad, agorafobia,
fobia social, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo compulsivo,
trastorno por estrés postraumático, trastorno de ansiedad por abuso de sustancias, etc.)
Pero un alto nivel de ansiedad puede estar asociado a otros desórdenes, como por
ejemplo los trastornos psicofisiológicos o psicosomáticos, en los que se produce una
alteración física (hipertensión arterial, cefalea o dolor de cabeza tensional, dolor de
espalda crónico, desórdenes gástricos, trastornos de piel, etc.), que empeora
notablemente cuando el individuo tiene más ansiedad.
Las personas con algún trastorno de ansiedad (por ejemplo, ataques de pánico,
agorafobia, trastorno de ansiedad generalizada, etc.) presentan niveles de ansiedad muy
elevados en los tres sistemas de respuesta. A su vez, las personas con algún trastorno
psicofisiológico, como por ejemplo los sujetos hipertensos, presentan también niveles
de ansiedad altos, aunque menores que los de las personas con trastornos de ansiedad.
Comparativamente, en este caso, la ansiedad a nivel fisiológico es más elevada que en
los otros dos sistemas (cognitivo y motor).
Para cuantificar el nivel de ansiedad de un individuo habitualmente se suele estimar
la frecuencia o la intensidad de aparición de las respuestas de ansiedad que se han
descrito en este capítulo, pero lo vamos a ver con más detalle en el siguiente.