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Psicología

TRABAJO TERCERA EVALUACIÓN

TRASTORNO PSICOLÓGICO
ANSIEDAD y FOBIAS

IVÁN FERNÁNDEZ GÓMEZ


TRASTORNO PSICOLÓGICO: ANSIEDAD Y FOBIAS

Descripción general

La ansiedad es una emoción que nos prepara para luchar o para huir.
Sentir ansiedad de modo ocasional es una parte normal de la vida. Las personas con trastornos
de ansiedad con frecuencia tienen preocupaciones y miedos intensos, excesivos y persistentes
sobre situaciones diarias. En los trastornos de ansiedad se dan episodios repetidos de
sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que alcanzan un máximo en una
cuestión de minutos.
Los sentimientos de ansiedad y pánico interfieren con las actividades diarias, son difíciles de
controlar, son desproporcionados en comparación con el peligro real y pueden durar un largo
tiempo. Con el propósito de prevenir estos sentimientos, puede suceder que se eviten ciertos
lugares o situaciones. Los síntomas pueden empezar en la infancia o la adolescencia y
continuar hasta la edad adulta.

Síntomas

Los síntomas de la ansiedad más comunes son los siguientes:


Sensación de debilidad o cansancio
Tener problemas para conciliar el sueño
Padecer problemas gastrointestinales
Tener dificultades para controlar las preocupaciones
Sensación de nerviosismo
Sensación de peligro inminente
Aumento del ritmo cardíaco
Respiración acelerada
Sudoración
Temblores

Existen distintos cuadros clínicos en los que la ansiedad es el síntoma fundamental:


Trastorno por crisis de angustia, en el que la ansiedad se presenta como palpitaciones,
sensación de ahogo, inestabilidad, temblores o miedo a morirse.
Trastorno de ansiedad generalizada, con un estado permanente de angustia.
Trastorno fóbico.
Trastorno obsesivo-compulsivo, con ideas intrusivas y desagradables.
Reacciones de estrés.
Trastornos de adaptación a situaciones vitales adversas.

Cuando la ansiedad se convierte en patológica provoca malestar, con síntomas que afectan
tanto al plano físico como al conductual y psicológico, entre los que cabe destacar:
Físicos
vegetativos: sequedad de boca, mareo e inestabilidad
neuromusculares: temblores, tensión muscular y cefaleas
cardiovasculares: palpitaciones y taquicardias
respiratorio: disnea
digestivos: náuseas, vómitos, dispepsia, diarrea, estreñimiento...
genitourinarios: micción frecuente.
Psicológicos
Sensación de agobio.
Dificultad de concentración, sensación de pérdida de memoria.
Inquietud, irritabilidad.
Conductas de evitación de determinadas situaciones.
Inhibición o bloqueo psicomotor.
Obsesiones.

Causas de la ansiedad

Las causas fundamentales son los factores genéticos, presentando mayor riesgo aquellas
personas con dificultad para afrontar los acontecimientos estresantes.
Entre los factores precipitantes de la enfermedad estarían los acontecimientos estresantes, las
dificultades en las relaciones interpersonales, las enfermedades físicas y los problemas
laborales.
Existen una serie de causas que predisponen a sufrir trastornos o tipos de ansiedad como son
rasgos biológicos y genéticos, personalidad, tipo de vida, contexto social, y factores
ambientales.
Existen otra serie de factores desencadenantes de los distintos tipos de ansiedad, como
pueden ser ciertas vivencias muy duras, situaciones excesivamente limitantes para obtener
logros importantes, o depender del consumo de ciertas sustancias que generan adición.
Además de la predisposición personal y otras causas que favorecen la aparición del desorden
de ansiedad, hay una serie de factores que influyen en la duración y mantenimiento de este
tipo de trastornos, de los que se derivan nuevos problemas inicialmente inexistentes.
Estos nuevos problemas alimentan y aumentan la ansiedad, producen frustración frente a
soluciones contraproducentes, o generan fobias.
Los trastornos de ansiedad mental, se producen como consecuencia de la unión de algunos de
estos factores.
Dentro del malestar vital que provoca éste problema cuando se convierte en un trastorno
psíquico intenso y continuado, existen diversos tipos de ansiedad, que se diagnostican en la
consulta de un psicólogo, y se abordan con diferentes tipos de terapia psicológica.
La ansiedad puede estar relacionada con un problema de salud oculto. En algunos casos, los
signos y síntomas de ansiedad son los primeros indicadores de una enfermedad.
Problemas médicos que pueden estar relacionados con la ansiedad:
Enfermedad cardíaca
Diabetes
Problemas de tiroides
Trastornos respiratorios
Abstinencia del alcohol, de medicamentos contra la ansiedad o de otros medicamentos
Dolor crónico o síndrome de intestino irritable
En ocasiones, la ansiedad puede ser un efecto secundario de algunos medicamentos.
Es posible que la ansiedad esté causada por una enfermedad oculta en los siguientes casos:
Si no tienes parientes consanguíneos que tengan trastornos de ansiedad
Si no tuviste un trastorno de ansiedad en la infancia
Si no evitas ciertas cosas o situaciones a causa de la ansiedad
Si la ansiedad se presenta de forma repentina sin estar relacionada con los eventos de la vida o
si no tienes antecedentes de ansiedad

La ansiedad es una emoción

La ansiedad es una emoción que surge de forma automática en situaciones de amenaza o


peligro, para prepararnos a luchar o huir.
Gracias a la ansiedad nuestra especie ha podido subsistir y ha llegado a ser tan poderosa.
La emoción es una reacción automática que nos prepara para enfrentarnos a la situación en la
que estamos. En el hombre entra inmediatamente en funcionamiento el pensamiento que las
matiza y modela.
Uno de los experimentos que definen más claramente qué es la ansiedad es el experimento de
Schachter y Singer. Dos grupos de personas, se da adrenalina a un grupo y un placebo a otro,
sin decirles que es lo que les va a pasar. La mitad de cada grupo se mete en una habitación con
gente eufórica y la otra mitad en una habitación con gente enfadada. Resultado, la emoción
que sienten viene definida por la gente que había en la habitación. Haber recibido o no
adrenalina solamente influía en la intensidad de la emoción que mostraba la persona.
De este experimento se pueden sacar las siguientes conclusiones:
La emoción depende de la evaluación subjetiva que hacemos de la situación.
La intensidad de le emoción depende de la excitación general que tengamos.
Las reacciones fisiológicas que subyacen a muchas emociones que consideramos diferentes
pueden ser muy similares.
La ansiedad, como emoción que es, tiene las siguientes propiedades:
La excitación que la acompaña y las evaluaciones que la definen son automáticas.
La reacción corporal es más lenta que el cambio de situación, luego persisten más allá de la
situación que la causó.
La misma excitación puede dar lugar a emociones diferentes, dependiendo de la interpretación
que hagamos sobre el origen de la excitación.
Ante una situación determinada, importante, que nos requiere una respuesta, se da una
activación general y simultáneamente hacemos dos evaluaciones, una sobre la situación que
ha aparecido y otra sobre nuestras capacidades para afrontarla. De acuerdo con esas
evaluaciones nos preparamos para actuar de determinada forma y esa preparación es lo que
nos genera la emoción. La activación es común a todas las emociones, la evaluación que
hacemos de la situación y de nuestras fuerzas nos produce la emoción específica.
La ansiedad es una respuesta automática de nuestro cuerpo para prepararnos para la lucha o
para la huida ante una amenaza o un peligro.
Cuando tenemos que huir de algo que nos amenaza o luchar contra algo que creemos que nos
ataca, necesitamos respuestas potentes e inmediatas. Es entonces cuando las emociones nos
ayudan, surgen como respuestas automáticas. La angustia, la ansiedad o el miedo nos
preparan para una huida rápida y efectiva; la ira nos prepara para el ataque demoledor.

El miedo y la ansiedad

El miedo es una respuesta automática de nuestro cuerpo para prepararnos para la lucha o para
la huida ante una amenaza o un peligro.
Cuando tenemos que huir de algo que nos amenaza o luchar contra algo que nos ataca, es el
miedo nos ayuda, surge como respuesta automática para prepararnos a la acción.
El miedo surge como una reacción automática ante una amenaza o peligro y la ansiedad
aparece inmediatamente después cuando entra en funcionamiento nuestro pensamiento. El
miedo responde al condicionamiento clásico y es inmediato. En la ansiedad interviene el
pensamiento que nos prepara para lo que va a ocurrir en el futuro.

Ansiedad sana y patológica

Sentir ansiedad es desagradable porque nos dispone a acabar con nuestra exposición a una
amenaza; pero a veces se convierte en patológica. Será sana si nos sirve para solucionar el
problema, o para evitarlo eficaz y permanentemente y esa evitación no influye negativamente
en otros aspectos de nuestra vida. Será patológica si nos afecta de manera desmedida en su
intensidad o en otras áreas de nuestra vida, porque la lucha contra ella se convierta en el
centro de nuestra vida y dejemos otras actividades que son más importantes para nosotros.
Hay ansiedad y miedos sanos:
Miedos que nos preservan a las alturas, a cruzar una calle llena de coches...
Hay miedos aprendidos en la especie, miedos de ancestrales.
Miedos de desarrollo, son situaciones nuevas a las que nos vamos enfrentando y que
superamos. Inicialmente nos producen miedo y luego ya no.
Para decidir cuando nuestra ansiedad es sana o patológica podemos acudir a los siguientes
criterios:
Sana si nos sirve para solucionar el problema, o para evitarlo eficaz y permanentemente.
Patológica si no solucionamos el problema y no la aceptamos.
Otro criterio de patología es la intensidad: Síntomas de un ataque de pánico
El problema surge cuando las emociones nos ocurren en situaciones en las que ni la lucha ni la
huida son los comportamientos adecuados. Estamos dando unas respuestas de activación
inadecuadas. Nuestro pensamiento está acelerado, nuestros músculos tensos, la respiración
agitada, nuestra emoción es negativa, pero no tenemos que luchar ni huir.
Quienes padecen de trastornos de pánico experimentan sensaciones de terror que les llegan
repentina y repetidamente sin previo aviso. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora.
Producen una auténtica sensación de falta de control de la propia vida.
Entre los miedos normales está el miedo a la muerte o a la enfermedad. Si no tenemos un
cierto miedo a la enfermedad o a la muerte nos pondremos en peligro de forma inútil... Si hay
múltiples sensaciones que interpretamos como enfermedad o peligro de muerte, aunque no
sea lógico, estamos en un extremo patológico.
La ansiedad normal es adaptativa y permite a la persona responder al estímulo de forma
adecuada, por lo que es necesaria para la supervivencia. Se presenta ante estímulos reales o
potenciales. La reacción es proporcional cualitativa y cuantitativamente, en tiempo, duración e
intensidad.
La ansiedad se considera patológica cuando el estímulo supera la capacidad de adaptación de
respuesta del organismo y aparece una respuesta no adaptativa, intensa y desproporcionada,
que interfiere con el funcionamiento cotidiano y disminuye el rendimiento.
La ansiedad patológica presenta las siguientes características: se manifiesta intensamente, se
prolonga y mantiene en el tiempo más de lo debido, aparece de forma espontánea sin un
estímulo desencadenante, surge ante estímulos que no debieran generar la respuesta de
ansiedad y se presenta una respuesta inadecuada respecto al estímulo que lo suscita.
Ansiedad patológica la que no es eficaz, la que nos afecta a la vida haciéndonos infelices, como
las fobias, obsesiones, manías. Puede tratarse de una ansiedad ligada a una situación o un
estímulo concreto o puede ser generalizada.
La preocupación patológica consiste en predicciones catastróficas de sucesos futuros con baja
probabilidad y la elaboración de planes para evitarlos, pero de forma poco eficiente.
La preocupación salta de un miedo a otro y puede llevar a la preocupación por estar
preocupado. Está asociada a la creencia de que la preocupación es incontrolable y puede
volver loco al que la sufre.
El límite entre la ansiedad normal y la ansiedad patológica no es fácil de definir y puede variar
entre los individuos en función de los rasgos de personalidad.
La ansiedad debe considerarse patológica cuando la preocupación o los síntomas físicos
provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad.
Si una persona reacciona en alguna ocasión con altos niveles de ansiedad ante una situación,
ante la que otras no experimentan tanta ansiedad, se puede considerar simplemente una
reacción de alta intensidad, o aguda en un nivel no demasiado alto, que es puntual y no
extrema. Esto no suele suponer ningún trastorno.
El problema surge cuando esta forma de reacción aguda es excesivamente intensa, como en
los ataques de pánico o en las crisis de ansiedad o cuando dicha reacción aguda se establece
como un hábito.
Una reacción aguda de ansiedad no siempre es patológica, sino que puede ser muy adaptativa.
La ansiedad puede ser una reacción sana cuando nos ayuda eficazmente a enfrentarnos a una
amenaza real.
Ansiedad sana: la asociada a miedos que nos preservan la vida. Podemos haberlos aprendido
por observación o por propia experiencia; pero también nacemos con muchos otros que
heredamos a través de la evolución de la especie, como los, miedos de ancestrales o miedos
de desarrollo.
Cuando la ansiedad nos ayuda a enfrentar y resolver problemas reales y concretos, la ansiedad
es una emoción sana.

Procesos básicos en los trastornos de ansiedad

El impacto de la ansiedad en los procesos básicos que postula la terapia de aceptación y


compromiso es la siguiente:
En el proceso de comprometernos con nuestros valores, la presencia del estímulo
desagradable suprime todas las respuestas que no van dirigidas a evitar o huir de él, hace que
no hagamos la acción que nos llevaría a conseguir nuestros objetivos y en su lugar evitamos el
estímulo desagradable. La exposición en la imaginación, que es un ejercicio clave para superar
los trastornos de ansiedad va dirigido a invertir este proceso.
Se restringe nuestra atención, centrándola en el estímulo desagradable y retirándola del resto
de los estímulos que haya en el contexto. Perderemos ocasiones para poder conseguir lo que
nos interesa.
Se produce una emoción que prepara el cuerpo para evitar el estímulo desagradable. Si no
queremos huir de él, hemos de realizar un proceso de aceptación.
En el proceso de evaluación, lleva a valorar el estímulo desagradable negativamente. Si
necesitamos exponernos a ese estímulo cuando seguimos el camino hacia nuestros valores,
puede llevarnos a redefinirlos o a abandonarlos.
En el proceso de toma de perspectiva, fundamental para la definición de nuestro YO, hace que
tendamos a ver el estímulo aversivo lejano y lo consideramos fuera de nuestro yo.
Evaluamos nuestra capacidad de reacción como elemento esencial de nuestro concepto de
nosotros mismos, considerando nuestra capacidad de afrontamiento como uno de los rasgos
más importantes que nos define. Tiene una gran importancia la consideración de si somos o no
capaces de enfrentarnos a lo que tememos.

Elementos inductores del trastorno de ansiedad.

Girar la cabeza: induce mareos y desorientación.


Correr en el sitio: incrementa la tasa cardiaca y el sudor.
Hiperventilación: mareo, incremento de la tasa cardiaca.
Restricción de la respiración, respirando en una bolsa: asfixia.
Producirse náuseas.
Observar el equilibrio: mareo, inseguridad.
Visión periférica: hipervigilancia e irrealidad.
Mirarse durante más de dos minutos al espejo: sensación de irrealidad.
Aumento de temperatura: sudores.
Sonrisa forzada: rubor.

Factores de riesgo

Los siguientes factores pueden incrementar el riesgo de padecer un trastorno de ansiedad:


Trauma. Los niños que soportaron maltratos o que presenciaron eventos traumáticos tienen
mayor riesgo de manifestar un trastorno de ansiedad en algún momento de sus vidas. Los
adultos que atraviesan un evento traumático también pueden manifestar trastornos de
ansiedad.
Estrés debido a una enfermedad. Tener un problema de salud o una enfermedad grave puede
causar gran preocupación.
Una acumulación de situaciones estresantes en la vida puede provocar ansiedad.
Personalidad. Las personas con determinados tipos de personalidad son más propensas a sufrir
trastornos de ansiedad que otras personas.
Otros trastornos mentales. Las personas que padecen otros trastornos mentales, a menudo
también padecen un trastorno de ansiedad.
Tener familiares consanguíneos que padecen un trastorno de ansiedad, puede ser hereditario.
Drogas o alcohol. El consumo o la abstinencia de drogas o alcohol pueden provocar ansiedad.

Análisis del trastorno de ansiedad

Para analizar el trastorno hay que tener en cuenta de qué se huye y qué conductas de
evitación se dan. Para ello hay que hacer un análisis funcional adecuado para cada paciente.
Tenemos que considerar la topografía más frecuente de la respuesta de ansiedad y las
conductas de evitación más comunes.
En el análisis funcional que es preciso para intervenir terapéuticamente en los trastornos de
ansiedad, es necesario considerar las situaciones en las que se dispara el trastorno y también
las respuestas concretas y detalladas que aparecen en nuestro cuerpo. Es necesario considerar
las respuestas fisiológicas. Como trastorno de evitación experiencial, hay que estudiar también
cómo la persona reacciona a las respuestas fisiológicas y cognitivas.
Hay que considerar la aproximación terapéutica de separar los dos elementos para el
tratamiento: por una parte, la exposición a las sensaciones corporales para que pueda
aprender a aceptarlas cuando aparezcan en las situaciones peligrosas. Por otra parte, la
exposición a las situaciones sin dar las respuestas de evitación.

Diagnóstico y tratamientos psicológicos de la ansiedad

La base terapéutica para la ansiedad patológica está en la aceptación.


Aceptar plenamente algo supone vivir con ello, sin querer cambiarlo, sin hacer nada para
modificarlo. Supone conocerlo y experimentarlo. También supone seguir con el propio
proyecto desde esa experiencia, sin renunciar a nuestros valores porque aquello esté presente.
Uno de sus argumentos más potentes es que en la situación en la que nos dejan nuestras
sensaciones no podemos seguir la ruta que nos habíamos marcado.
Aceptar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones es dejar de hacer todo
aquello que empleamos para evitarlos. Se trata de evitar. Se trata de escucharlos y sentirlos y
seguir adelante con lo que nos importa. Aceptar
significa enfocar nuestra vista fuera del microscopio que nos centra en nuestro dolor;
ampliando así nuestro campo de visión sin dejar de ver nuestras molestias. Aceptar sin
dirección no tiene sentido, hay que abrirse a más sensaciones, a todo lo que nos rodea; para
vivir la vida plena, siguiendo el rumbo que deseamos. Aceptar es hacerse amigo de los
pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones que sentimos y tenemos, y recorrer con
ellos nuestro camino.
Aceptando, nos abrimos a nuestros sentimientos y a nuestros pensamientos y vivimos en el
presente, tomando distancia de la predicción catastrófica que nos hacen, para poder seguir
nuestro camino.
Qué no es la aceptación:
No es aguantar. Aguantar tienen la connotación de hacer fuerza para oponerse al empuje que
recibimos de alguien y no es eso. La aceptación supone dejar la lucha.
No es resignarse. La resignación implica el abandono de nuestros intereses, mientras que la
aceptación que se propone implica continuar la lucha por nuestros intereses y el avance hacia
nuestros valores.
No es ignorar nuestros pensamientos, sentimientos, sensaciones y emociones. Es abrirse a
experimentarlos, siguiendo nuestros valores.
No es un camino para no sufrir. Es el sufrimiento preciso para conseguir nuestros objetivos,
metas y valores, sin que nuestra conducta nos provoque mayores torturas.
El diagnóstico de la ansiedad se basa en la evaluación clínica por parte del especialista en
Psiquiatría. Presenta síntomas y signos bastante característicos, lo que hace que no sea
necesario, en muchos casos, realizar ninguna otra prueba diagnóstica.
Entrevista diagnóstica.
Si se sospecha que puede tener una causa orgánica, conviene realizar otras pruebas como la
resonancia magnética, analíticas y valoración por otros especialistas.
La relajación es una conducta contrapuesta a la ansiedad, porque la ansiedad es una respuesta
ante un estímulo amenazante e incluye una preparación para luchar o para huir, lo que implica
una activación tanto física como mental. Si nos proponemos luchar contra la ansiedad, nos
tensaremos y nos pondremos a pensar en soluciones para dejar de sentirla. La relajación
implica dejar la lucha para controlar la ansiedad; para ello tenemos que aceptar que no vamos
a hacer nada para que el estímulo que nos produce ansiedad se vaya.
Mucha gente no es capaz de relajarse o no encuentra que la relajación le ayude a paliar sus
sentimientos de ansiedad. Si queremos relajarnos en una situación que consideramos
amenazante, tenemos que aceptar no hacer nada para evitar la amenaza.
Las emociones repercuten en la respiración, porque incluyen una preparación para actuar, con
lo que la respiración se tiene que acomodar para dar la respuesta requerida. Si decidimos no
dejarnos llevar por la emoción y no hacer aquello para lo que nos ha preparado, lo más
conveniente es que la respiración se adapte a lo nuevo que queremos hacer. La respiración es
una conducta automática que adaptamos de forma inconsciente a la evaluación que hacemos
de la situación en la que nos encontramos y, aunque es automática, la podemos hacer
voluntaria. Haciéndola consciente empleamos capacidades de atención y cognitivas que
restamos de la respuesta concreta que queremos dar a la situación. Se debe aprender a no
intervenir en la respiración para que vuelva a su ritmo e intensidad adecuados. La aceptación
de las consecuencias de nuestra decisión de cambiar nuestra conducta es fundamental para
poder llevarlo a cabo.
La conciencia del presente, incluida la conciencia corporal, es un elemento fundamental de
nuestra salud mental. Ignorar nuestro cuerpo y las señales que nos lanza no puede llevarnos a
nada bueno.
Si nos vemos incapaces de hacer determinados movimientos, evidentemente nos sentiremos
limitados. El deporte, las técnicas y los ejercicios que pretenden mejorar nuestra capacidad de
movernos y dar fluidez a nuestras actividades nos permiten mejorar nuestro rendimiento y
nuestra vida e influyen de forma fundamental en nuestro estado de ánimo y en nuestro
concepto de nosotros mismos.
Cualquier cosa que hagamos o pensemos la hacemos con todo nuestro cuerpo. Cualquier
pensamiento que tengamos influye de forma inmediata, automática e inconsciente en nuestro
cuerpo y viceversa, cualquier sensación que nuestro cuerpo transmita a nuestro cerebro va a
desencadenar una reacción de evaluación cognitiva.

Técnicas terapéuticas

El tratamiento más potente para los trastornos de ansiedad es la terapia de aceptación y


compromiso. Hay alguna indicación de que es mejor de la terapia cognitivo conductual clásica
en algunos entornos; pero también hay datos de que puede ser mejor la terapia cognitivo
conductual clásica en problemas de ansiedad menores.
Lo que es más importante para el progreso de la investigación en la terapia, hay evidencia de
que los cambios se deben a los procesos primarios sobre los que actúa esta terapia.
La ansiedad es una reacción automática que nos prepara para enfrentarnos a una amenaza.
En este sentido es una emoción y se parece a otras muchas emociones.
Aspectos comunes de las emociones: angustia, miedo, inquietud, tensión, preocupación...
Las técnicas terapéuticas parten todas de la aceptación.

Aceptación de sensaciones:
Las instrucciones que se dan están tomadas de Barry Stevens, con modificaciones que incluyen
fundamentalmente un énfasis mucho mayor en la pasividad y en no hacer movimientos ni
evitaciones de las sensaciones que llegan a la conciencia. Las instrucciones concretas que se
dan son las siguiente:
Se trata de centrarse en la sensación más desagradable que tengamos y entrar en contacto
con ella. Permanece en contacto como si fueras un foco de luz que no empuja ni fuerza nada y
que tampoco deja nada como está. Se trata de hacernos amigos de nuestras sensaciones de
ver como son y cómo evolucionan por si solas sin intervenir nosotros. Dejando que la
sensación evolucione como quiera. Al ser una sensación desagradable tendemos de manera
automática a intentar que disminuya y desaparezca, ahora hay que dejarla que crezca, si esa es
su evolución natural. Contactar ligeramente, que sean las sensaciones las que guíen nuestra
conciencia no intentemos sentir lo que queremos sino lo que el cuerpo nos dice. Vamos a
observar la sensación. Lo más importante es observar sin intervenir. Si alguna otra sensación
se hace más fuerte que la que hemos contactado nos vamos a ella. Vamos a dejar que todas
las sensaciones desagradables lleguen a nuestra conciencia.
Evitar los movimientos conscientes puesto que generalmente intentan hacer desaparecer las
sensaciones desagradables. Vamos a trabajar desde la pasividad. Si algún movimiento
involuntario surge dejarlo que ocurra también pasivamente.

Exposición:
La ansiedad es una respuesta sujeta a la ley de la habituación. Si se mantiene el estímulo un
tiempo suficiente la respuesta desaparece. Es una respuesta muy elemental y responde a la ley
del condicionamiento clásico.
Se emplea la exposición en la imaginación, en vivo, la implosión y la exposición graduada, que
es la más empleada.

Desensibilización sistemática:
Exposición al estímulo temido en la imaginación y en un estado de relajación.
El papel de la relajación en la desensibilización sistemática es producir un cambio en el
funcionamiento del sistema nervioso autónomo que inhiba la ansiedad. Se ha probado que la
relajación progresiva reduce la actividad autonómica si estamos ante el estímulo que nos
produce ansiedad sin que esta aparezca, conseguiremos el objetivo terapéutico.

Los experimentos han demostrado que estas técnicas son el tratamiento psicológico adecuado
para los trastornos de ansiedad, otros métodos son menos eficaces o ineficaces.
Controlar la ansiedad puede parecer en principio una buena alternativa, podemos empezar
con que la ansiedad no nos controle a nosotros.
La terapia de aceptación y compromiso, es la alternativa más avanzada para trabajar con las
emociones y en concreto con la ansiedad.
Métodos terapéuticos que se utilizan:
Desensibilización sistemática
Exposición
Asertividad
Relajación
Meditación

Una emoción incluye como elemento fundamental una preparación para actuar de acuerdo
con la valoración que hacemos del estímulo que la produce. Son reacciones automáticas,
inconscientes e involuntarias y, en consecuencia, intentar controlar su aparición es una tarea
inútil. No se trata de controlar las emociones, sino que ellas no te controlen a ti.

La terapia de aceptación y compromiso plantea que el trastorno de ansiedad es un trastorno


de evitación experiencial. Surge cuando nos centramos en eliminar la ansiedad que sentimos,
en lugar de actuar sobre aquello que nos la causa. Se basa en un principio falso:
El sufrimiento tiene una causa.
Los pensamientos y sentimientos son causas, acompañan al sufrimiento e incluso lo preceden.
Para acabar con el sufrimiento hay que controlar las causas.
Hay que controlar los pensamientos y sentimientos para acabar con el sufrimiento. El intento
de controlar los pensamientos y sentimientos negativos fracasará.
Al centrar la vida en controlar la ansiedad evitando sentirla dejaremos de hacer lo que
realmente deseamos. Sufrimos por los fracasos en controlar la ansiedad y no por no realizar las
cosas importantes que queremos. La
mayor ansiedad se da cuando se produce la respuesta de evitación. Como la ansiedad es una
respuesta para huir o luchar la respuesta fisiológica se incrementa cuando se está huyendo o
luchando. No es el peligro que supone el estímulo desagradable, sino la respuesta que se da a
él la que determina la intensidad de la ansiedad que se genera.

Evolución de la ansiedad

Los trastornos de ansiedad pueden hacerse crónicos si persisten los acontecimientos


estresantes que los han provocado o se mantienen estilos de pensamiento que ocasionan un
temor a la presentación de los síntomas, creándose un círculo vicioso entre la ansiedad y el
temor a presentarla.
En general, el curso es crónico con fluctuaciones y, en particular, en el trastorno de ansiedad
generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo y trastorno fóbico de inicio en la infancia, el curso
es especialmente fluctuante.
Si la ansiedad es crónica, pueden presentarse con frecuencia estados de depresión
acompañantes. Con tratamiento, la mitad de los pacientes no vuelve a presentar crisis de
angustia.

Complicaciones

El trastorno de ansiedad no implica solamente estar preocupado. También puede ocasionar, o


empeorar, otros trastornos mentales y físicos, como los siguientes:
Depresión u otros trastornos de salud mental
Abuso de sustancias
Problemas para dormir
Problemas digestivos o intestinales
Dolor de cabeza y dolor crónico
Aislamiento social
Problemas en la escuela o el trabajo
Mala calidad de vida
Suicidio

Prevención

No es posible prever con certeza qué causa que una persona presente un trastorno de
ansiedad, pero se pueden tomar medidas para reducir el impacto de los síntomas de ansiedad:
Pedir ayuda. La ansiedad, como muchos otros trastornos mentales, puede ser más difícil de
tratar si se demora.
Mantenerse activo. Participar en actividades placenteras y que hagan sentirse bien a la
persona. Disfrutar la interacción social y los afectos, que pueden aliviar las preocupaciones.
Evitar el consumo de alcohol o drogas. El consumo de alcohol y drogas puede provocar
ansiedad o empeorarla. Si se es adicto a cualquiera de estas sustancias, la idea de dejar de
consumir puede crear ansiedad.

Algunas consecuencias de la ansiedad

La ansiedad también tiene la tendencia desafortunada de hacernos actuar de tal manera que
terminamos empeorándola. Al intentar librarse de la ansiedad rápidamente, reducimos
nuestra capacidad de tolerar un cierto grado de tensión y entramos, en un ciclo generador de
ansiedad, o incluso en un estilo de vida basado en la evitación de la ansiedad, que nos hace
aún más vulnerables y ansiosos de lo que éramos cuando empezamos a intentar liberarnos de
ella.
Tener acceso continuo a situaciones de gratificación instantánea, tales como los que nos
ofrece la tecnología, tiende a incrementar el nivel de ansiedad.

Trastornos de ansiedad más frecuentes

Una cuidadosa evaluación permite identificar los diferentes tipos de trastornos y así poder
aplicar con más precisión los tratamientos adecuados para cada uno de ellos, aunque no es
infrecuente que algunos tipos coincidan en un mismo paciente.
Algunos de los principales trastornos de ansiedad son los siguientes:

Fobia específica

Estas personas tienen un miedo intenso y persistente ante determinados objetos o


situaciones.
Una fobia es un miedo intenso y progresivo o ansiedad por un determinado objeto, animal,
actividad o situación que ofrece poco o ningún peligro real.
Causas
Las fobias específicas son un tipo de trastorno de ansiedad en el cual una persona puede
sentirse extremadamente ansiosa o tener un ataque de pánico cuando es expuesta al objeto
del miedo.
Las fobias comunes son, el miedo a:
Estar en lugares donde es difícil escapar
Sangre, inyecciones ...
Ciertos animales
Espacios encerrados
Volar
Lugares altos
Insectos o arañas
Relámpagos Diagnóstico

El diagnóstico de las fobias específicas se basa en una entrevista clínica exhaustiva y en pautas
de diagnóstico. El médico hará preguntas sobre los síntomas y hará una historia clínica, social y
psiquiátrica.
El mejor tratamiento para fobias específicas es una forma de psicoterapia llamada terapia de
exposición. En ocasiones, el médico también puede recomendar otras terapias o
medicamentos. Entender qué es lo que causa una fobia en realidad es menos importante que
centrarse en cómo tratar la conducta de evasión que se desarrolló con el tiempo.
El objetivo del tratamiento es mejorar la calidad de vida. Por lo general el tratamiento se
centra en una fobia específica por vez.

Fobia social

Estas personas tienen un miedo intenso y persistente cuando se encuentran ante otras
personas ya que temen quedar de una forma humillante ante ellas. Perciben que la gente los
juzgará negativamente y frecuentemente tienen la sensación de ser inferiores. Se preocupan
por síntomas como ruborizarse, sudar o temblar ante los demás. Este miedo se da en
situaciones concretas o en la mayoría de relaciones sociales.
Es normal sentirse nervioso en algunas situaciones sociales. Pero en el trastorno de ansiedad
social, las interacciones de todos los días causan muchísima ansiedad, temor, inseguridad y
vergüenza por la opinión de los demás.
El miedo y la ansiedad provocan una evasión que puede alterar la vida. El estrés intenso puede
afectar la rutina diaria, el trabajo, el estudio u otras actividades.
El trastorno de ansiedad social es una afección crónica de salud mental, pero aprender a hacer
frente a desafíos o situaciones en sesiones de psicoterapia y tomar medicamentos puede
ayudar a ganar confianza, así como a mejorar la capacidad para interactuar con los demás.

La timidez o incomodidad en ciertas situaciones no son necesariamente signos de trastorno de


ansiedad social, especialmente, en los niños. El nivel de comodidad en las situaciones sociales
varía y depende de los rasgos de la personalidad y de las experiencias de vida. Algunas
personas son reservadas por naturaleza, y otras son más extrovertidas.
A diferencia del nerviosismo diario, el trastorno de ansiedad social comprende miedo,
ansiedad y evasión, que interfieren en la rutina diaria, el trabajo, la escuela u otras actividades.

Síntomas emocionales y conductuales:


Temor a situaciones donde podrías ser juzgado
Angustia por sentirte avergonzado
Temor hablar con extraños
Temor a que los demás noten que estás ansioso
Temor a tener síntomas físicos que puedan causarte incomodidad
Dejar de hacer algunas actividades o dejar por miedo a sentirte avergonzado
Evitar situaciones donde puedas ser el centro de atención
Tener ansiedad en los momentos previos a enfrentar una situación que te da miedo
Esperar las peores consecuencias posibles de una experiencia negativa en una situación social
En el caso de los niños, es posible que exterioricen la ansiedad al interactuar con adultos a
través de llantos, berrinches, aferrarse a los padres o negarse a hablar
Las personas que padecen el tipo de trastorno de ansiedad social de ejecución padecen temor
intenso y ansiedad solo al hablar o actuar en público, pero no en otros tipos de situaciones
sociales.

Síntomas físicos:
Rubor
Latidos del corazón rápidos
Temblores
Sudoración
Malestar estomacal
Dificultad para respirar
Mareos
Sentir que la mente se pone en blanco
Tensión muscular

Situaciones frecuentes que pueden ser difíciles de soportar cuando padeces un trastorno de
ansiedad social:
Interactuar con personas poco conocidas o con extraños
Asistir reuniones sociales
Ir al trabajo o a la escuela
Iniciar conversaciones
Hacer contacto visual
Tener citas
Entrar a una habitación donde los demás ya estén sentados

Los síntomas del trastorno de ansiedad social pueden cambiar con el tiempo.
Evitar situaciones que producen ansiedad puede hacerte sentir mejor a corto plazo, es
probable que tu ansiedad continúe en el largo plazo si no recibes tratamiento.

Causas
Surge de una interacción compleja entre factores biológicos y ambientales. Las posibles causas
son las siguientes:
Rasgos hereditarios. Aunque no está completamente claro hasta qué punto pueden deberse a
la genética o a conductas adquiridas.
Estructura del cerebro. Una estructura del cerebro puede influir en el control de la respuesta
ante el miedo. Las personas que tienen un núcleo amigdalino hiperactivo experimentan un
aumento de ansiedad en situaciones sociales.
El entorno. El trastorno de ansiedad social puede ser una conducta adquirida; algunas
personas pueden manifestar esta enfermedad después de una situación social desagradable.

Factores de riesgo:
Antecedentes familiares. Si tus padres o hermanos tienen trastorno de ansiedad social, tienes
más probabilidades de padecerlo.
Experiencias negativas. Los niños que padecen burlas o humillación pueden ser más propensos
a desarrollar el trastorno de ansiedad social. El trastorno de ansiedad social puede estar
relacionado con otros acontecimientos negativos de la vida.
Carácter. Los niños que son tímidos, al enfrentar situaciones o personas nuevas pueden tener
un riesgo mayor.
Nuevas exigencias sociales o laborales. Los síntomas del trastorno de ansiedad social, por lo
general, comienzan durante la adolescencia, pero conocer gente nueva, pronunciar un
discurso en público o hacer una presentación importante en el trabajo puede desencadenarlos
por primera vez.
Tener una apariencia o enfermedad que llame la atención, pueden aumentar la timidez y
provocar trastorno de ansiedad social.

Complicaciones
Si no se trata, el trastorno de ansiedad social puede controlar tu vida. El trastorno de ansiedad
social puede producir:
Baja autoestima
Problemas para actuar
Diálogo interno negativo
Hipersensibilidad a las críticas
Habilidades sociales deficientes
Aislamiento y relaciones sociales difíciles
Logros académicos deficientes
Abuso de sustancias
Suicidio
Pueden ocurrir otros trastornos de ansiedad y trastornos de salud mental

Prevención
No es posible prever qué causará que una persona presente un trastorno de ansiedad, pero
puedes tomar medidas para reducir el impacto de los síntomas si te sientes ansioso:
Pedir ayuda enseguida. La ansiedad, al igual que muchos otros trastornos mentales, puede ser
más difícil de tratar si no se busca ayuda de inmediato.

Lleva un diario personal, puede ayudar a identificar cuál es la causa.


Establecer prioridades en tu vida. Administras bien el tiempo y realizar las actividades
placenteras.
Evitar el consumo de sustancias no saludables. El consumo de alcohol y de drogas, e incluso de
cafeína o nicotina, puede provocar o empeorar la ansiedad.

Crisis de angustia o ataques de pánico

Es un episodio repentino de miedo muy intenso que se acompaña generalmente de síntomas


físicos y pensamientos negativos sobre estos síntomas.
Los síntomas son muy rápidos, llegan al máximo de intensidad en unos minutos y duran
generalmente menos de una hora. Algunas personas, después de sufrir una crisis de angustia,
suelen estar muy preocupadas y notan mucha inseguridad.
Un ataque de pánico es un episodio repentino de miedo intenso que provoca reacciones físicas
graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente. Los ataques de pánico pueden
provocar mucho miedo. Cuando se presenta un ataque de pánico, puedes sentir que se está
perdiendo el control, que se está teniendo un ataque cardíaco o, incluso, que se va a morir.
Los ataques de pánico no ponen en riesgo la vida, pueden provocar mucho miedo y afectar, de
manera significativa, tu calidad de vida. El tratamiento puede ser muy eficaz.
Suelen comenzar sin advertencia, en cualquier momento. Pueden ser ataques de pánico
ocasionales o frecuentes.
Los síntomas suelen alcanzar su punto máximo en cuestión de minutos.
Síntomas
Sensación de peligro
Dolor en el pecho y de cabeza
Mareos
Sensación de entumecimiento
Sentimientos de irrealidad
Miedo a perder el control o a la muerte
Taquicardia
Sudor
Temblores
Falta de aliento
Escalofríos
Sofocos
Náuseas

Uno de los peores aspectos de los ataques de pánico es el miedo intenso a que se repitan. Ese
miedo puede ser tan fuerte que puede hacer evitar determinadas situaciones en las que
podrían ocurrir.
Se debe consultar con un médico
Si hay síntomas de ataque de pánico, se busca ayuda médica lo más rápido posible. Los
ataques de pánico son sumamente incómodos, no son peligrosos, son difíciles de controlar por
cuenta propia y pueden empeorar si no se tratan.
Los síntomas de los ataques de pánico pueden ser similares a los de otros problemas de salud
graves, por lo que es importante una rápida atención médica.

Causas
Se desconoce la causa de los ataques de pánico pero estos factores pueden influir:
La genética
Un alto nivel de estrés
Ciertos cambios en la manera en que funcionan las partes del cerebro

Los ataques de pánico pueden aparecer de forma repentina y sin previo aviso la primera vez,
pero con el paso del tiempo, se desencadenan a causa de ciertas situaciones.
La reacción natural de nuestro cuerpo de luchar o huir ante el peligro está relacionada con los
ataques de pánico. Aunque se desconoce por qué ocurren los ataques de pánico cuando no
hay un peligro evidente.
Los síntomas del trastorno de pánico suelen comenzar al final de la adolescencia o a principios
de la adultez y afectan a las mujeres más que a los hombres.

Factores de riesgo
Antecedentes familiares
Estrés importante en la vida
Un suceso traumático
Cambios importantes en la vida
El consumo de tabaco o cafeína en exceso
Antecedentes de maltrato físico o abuso sexual

Complicaciones
Si no se tratan, los ataques y el trastorno de pánico pueden afectar casi todas las áreas de la
vida.
Manifestación de fobias específicas
Atención médica frecuente por preocupaciones de salud y otras enfermedades
Rechazo de situaciones sociales
Problemas en la casa y en la escuela
Depresión, trastorno de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos
Riesgo elevado de suicidio

Prevención
No existe una manera segura de evitar los ataques de pánico o el trastorno de pánico. Sin
embargo, estas recomendaciones pueden ayudar.
Buscar tratamiento para los ataques de pánico cuanto antes para ayudar a evitar que
empeoren o se vuelvan más frecuentes.
Cumplir con el plan de tratamiento para ayudar a evitar las recaídas.
Realizar actividad física regularmente.

Agorafobia

Algunas personas tienen miedo a estar en determinados espacios o situaciones, porque


perciben que puede ser difícil escapar de ahí o recibir ayuda si tienen una crisis de angustia.
Algunos pacientes sólo pueden realizar estas actividades si van acompañadas de una persona
de confianza. La mayoría de veces, el trastorno de angustia y la agorafobia se dan juntas.
La agorafobia es la aparición de temor o ansiedad por el hecho de estar en situaciones o en
lugares donde puede resultar difícil escapar o en los que puede que no se disponga de ayuda si
aparece una angustia intensa. Estas situaciones o lugares a menudo se evitan o bien se toleran
con mucha angustia.
La mayoría de las personas afectadas desarrollan la agorafobia alrededor de los 35 años de
edad.
Algunas personas desarrollan agorafobia después de experimentar una crisis de angustia en
una de estas situaciones. Otras personas pueden sentirse simplemente incómodas en estas
situaciones y no sufrir nunca, o solo posteriormente, crisis de angustia en esas circunstancias.
La agorafobia a menudo afecta a la vida diaria, en ocasiones de forma tan intensa que hace
que la persona se recluya en casa.

Diagnóstico
Evaluación de un médico que diagnostica agorafobia cuando el miedo, la ansiedad o la
evitación dura 6 meses o más y comporta al menos dos de las situaciones siguientes:
Utilizar el transporte público
Permanecer en un espacio abierto
Permanecer en un espacio cerrado
Hacer cola o formar parte de una multitud
Estar solo fuera de casa
Los temores deben estar relacionados con preocupaciones del tipo de que escapar podría ser
difícil o de que la ayuda no estará disponible si la persona sufre una crisis de angustia o se
queda incapacitada.
Además, se debe cumplir todo lo que se indica a continuación:
Los síntomas casi siempre están desencadenados por las mismas situaciones.
La persona afectada altera su comportamiento para evitar la situación o bien necesita la
compañía de alguien que le ayude
Los síntomas son desproporcionados respecto al peligro real y provocan un malestar
significativo a la persona afectada.

Tratamiento
Terapia de exposición
Terapia cognitivo-conductual
Antidepresivos

Si la agorafobia no se trata, generalmente sigue un curso fluctuante, con altibajos; incluso


puede desaparecer sin un tratamiento específico, posiblemente debido a que la persona ha
desarrollado su propio método de terapia de exposición, es decir se ha expuesto
repetidamente a la situación que le generaba miedo hasta conseguir su desaparición. Otras
personas ya no se quejan de los síntomas de la agorafobia porque han aprendido a evitar
situaciones que desencadenan su ansiedad. El hecho de limitarse a evitar situaciones puede
restringir de forma significativa la vida de la persona.
Con la terapia cognitivo-conductual, las personas aprenden a hacer lo siguiente:
Reconocer cuándo su forma de pensar está distorsionada
Controlar el pensamiento distorsionado
Modificar su comportamiento en consecuencia

Prevención
No hay una forma garantizada de prevenir la agorafobia, pero es cierto que el miedo engendra
miedo. Si se nota que se está empezando a sentir miedo de ir a lugares que son lógicamente
seguros, es mejor enfrentarte a ese miedo antes de que se convierta en una verdadera fobia.

Trastorno de ansiedad generalizada

Estas personas se preocupan por muchas cosas durante la mayor parte del día y durante
muchos meses. Estas preocupaciones van acompañadas de otros síntomas físicos, como
sentirse inquieto o impaciente, con tensión muscular, con problemas para dormir, incapacidad
para relajarse, no poderse concentrar, con mucha fatiga o sentirse en general irritables.
Es normal sentirse ansioso en algunos momentos, si tu vida es estresante. Sin embargo, la
ansiedad y la preocupación excesivas y continuas que son difíciles de controlar e interfieren en
las actividades diarias pueden ser signo de un trastorno de ansiedad generalizada.
Tiene síntomas similares a los del trastorno de pánico, el trastorno obsesivo compulsivo y otros
tipos de ansiedad, pero todas son enfermedades diferentes.
En la mayoría de los casos, el trastorno de ansiedad generalizada mejora con psicoterapia o
medicamentos. También puede ser útil hacer cambios en el estilo de vida, aprender a hacer
frente a desafíos o situaciones y practicar técnicas de relajación.

Síntomas
Preocupación o ansiedad persistentes por determinados asuntos que son desproporcionados
en relación con el impacto de los acontecimientos
Pensar demasiado los planes y las soluciones a todos los peores resultados posibles
Temperamento indeciso y miedo a tomar la decisión equivocada
Incapacidad para dejar de lado u olvidar una preocupación
Incapacidad para relajarse
Dificultad para concentrarse
Los signos y síntomas físicos pueden ser los siguientes:
Fatiga
Tensión muscular
Temblor
Nerviosismo
Sudoración
Náuseas
Irritabilidad

La ansiedad y los síntomas físicos provocan angustia considerable en situaciones sociales,


laborales y en otros ámbitos de la vida. Las preocupaciones pueden cambiar de una inquietud
a otra, y pueden variar según el momento y la edad.
Causas
Como sucede con muchas enfermedades mentales, la causa del trastorno de ansiedad
generalizada probablemente surge de una interacción compleja de factores biológicos y
ambientales.
A las mujeres se les diagnostica trastorno de ansiedad generalizada de manera un poco más
frecuente que a los hombres. Los siguientes factores podrían aumentar el riesgo de padecer un
trastorno de ansiedad generalizada:
Personalidad. Una persona que es tímida o que tiene un temperamento negativo o que evita
cualquier situación peligrosa puede ser más propensa a padecer un trastorno de ansiedad
generalizada que otras.
Genética. El trastorno de ansiedad generalizada puede ser hereditario.
Experiencias. Es posible que las personas con trastorno de ansiedad generalizada tengan
antecedentes significativos de cambios de vida, experiencias negativas o traumáticas durante
la infancia, o un suceso negativo o traumático reciente. Las enfermedades crónicas u otros
trastornos de salud mental podrían aumentar el riesgo.

Complicaciones
Afecta la capacidad de realizar ciertas tareas de manera rápida y eficiente
Aumentar el riesgo de sufrir depresión.
Puede provocar o empeorar otras afecciones físicas

El trastorno de ansiedad generalizada a menudo se presenta junto con otros problemas de


salud mental, lo cual puede hacer que el diagnóstico y el tratamiento resulten más desafiantes.
Algunos trastornos de salud mental que con frecuencia se manifiestan junto con el trastorno
de ansiedad generalizada.

Trastorno obsesivo-compulsivo

Estas personas tienen pensamientos o ideas recurrentes y persistentes que temen y realizan
comportamientos repetitivos con el intento de controlar el miedo. Estos comportamientos
pueden llegar a limitar en gran medida la actividad diaria de la persona que los sufre.
Las personas con un trastorno obsesivo-compulsivo también pueden preocuparse por el orden
y la simetría, o tener dificultades para deshacerse de cosas. Aunque la mayoría de personas
con esta enfermedad se sorprenden ante lo que les pasa, es posible que algunos adultos y la
mayoría de niños no sean conscientes.
Los pensamientos ansiosos pueden influenciar nuestro comportamiento, lo que puede ser
positivo algunas veces. Sin embargo, si este tipo de pensamientos son recurrentes puede llevar
a un individuo a llevar a cabo comportamientos poco saludables.

Es una de las cinco enfermedades psiquiátricas más frecuentes. Se trata de un problema


neurológico que se traduce en un trastorno de ansiedad caracterizado por pensamientos
obsesivos, es decir, ideas fijas recurrentes y persistentes que generan inquietud, temor,
ansiedad.
Suele empezar a manifestarse durante la infancia o la adolescencia. Su evolución suele ser
progresiva, aunque puede aparecer también de forma repentina por estrés o ante un
acontecimiento concreto que actúa como desencadenante. Se considera como un trastorno
crónico, si bien cursa con periodos de clara mejoría, aunque la desaparición total de los
síntomas únicamente se produce en un 20% de los casos.
Los pensamientos obsesivos pueden ser de diferentes tipos:
Impulsos, que se caracterizan por ser agresivos y causar un miedo irracional a causar cualquier
tipo de daño a las personas más cercanas.
Temores o fobias, generalmente enfocados al temor de contaminarse al tocar cualquier cosa o
ser tocados por alguien, o la obsesión por defectos físicos que perjudican su imagen corporal,
o actitudes hipocondriacas.
Ideas, que se manifiestas por una obsesión por el orden, la limpieza, el transcurrir del tiempo,
etc.
Dudas que les llevan a comprobar todo de forma reiterada para evitar problemas.

Los pensamientos obsesivos, a su vez, generan en la persona que los padece una reacción
defensiva que se traduce en actos repetitivos cuyo fin es evitar las consecuencias de los
propios pensamientos. Puede reconocer que son actos absurdos, pero si no los realiza
aumenta la ansiedad.

Síntomas
Intolerancia a la incertidumbre: todo tiene que estar bajo control como única vía de obtener
seguridad, ya que tiene grandes dificultades a la hora de afrontar situaciones inesperadas o
desenvolverse en situaciones ambiguas.
Sobreestimación de la amenaza: se magnifica la probabilidad de que ocurra una catástrofe.
Perfeccionismo: no se toleran errores y todo tiene que ser perfecto, por lo que se revisan las
cosas una y otra vez.
Responsabilidad excesiva: se construyan reglas y esquemas de conducta basados en la
responsabilidad de hacer siempre lo correcto y que se ponen en práctica cuando se producen
unas circunstancias concretas.
Creencias sobre la importancia de los pensamientos: se magnifica la importancia de los
pensamientos propios.
Rigidez de ideas: las ideas inamovibles, es un medio para adquirir seguridad.

Causas
No se conocen bien las causas, aunque se han identificado diferentes factores que pueden
intervenir en el desarrollo de esta enfermedad psiquiátrica. Desde una perspectiva biológica se
ha constatado que las personas que la sufren presentan alteraciones del lóbulo frontal del
cerebro y en la secreción de serotonina.
Se sabe que existen factores genéticos que condicionan el desarrollo del TOC, aunque se
desconoce el modo en que se transmiten. Hay que tener en cuenta que existen
acontecimientos o situaciones puntuales en la vida de una persona que pueden actuar como
desencadenantes.

Trastorno por estrés postraumático

Este trastorno de ansiedad puede aparecer después de un acontecimiento que es vivido con
miedo muy intenso, frecuentemente ligado a sufrir daños físicos graves o ante la amenaza a la
vida de uno mismo o de otros. Estas personas se pueden asustar con facilidad, paralizarse en el
ámbito afectivo, perder interés para disfrutar, sentirse más irritables o agresivas y evitar
situaciones que les recuerden el accidente original. Además, habitualmente reviven el suceso
traumático en sus pensamientos durante el día y tienen pesadillas al dormir.
El trastorno de estrés postraumático es una enfermedad de salud mental desencadenada por
una situación aterradora. Los síntomas pueden incluir reviviscencias, pesadillas y angustia
grave, así como pensamientos incontrolables sobre la situación.
Muchas personas que pasan por situaciones traumáticas quizás tengan dificultad temporaria
para adaptarse y afrontarlas, pero con el tiempo y el autocuidado generalmente mejoran. Si
los síntomas empeoran, duran meses e incluso años, e interfieren con tus actividades diarias,
es posible que se dé trastorno de estrés postraumático

Síntomas
Los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT) pueden comenzar dentro de un mes
de un suceso traumático, pero a veces pueden no aparecer hasta años después. Estos síntomas
ocasionan considerables problemas en situaciones sociales o laborales y en las relaciones.
También pueden interferir en la capacidad de hacer las tareas normales de todos los días.
Los síntomas del trastorno de estrés postraumático por lo general se agrupan en cuatro tipos:
recuerdos intrusivos, evasión, cambios en el pensamiento y en los estados de ánimo, y
cambios en las reacciones físicas y emocionales.
Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático
Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez
Pesadillas acerca del hecho traumático
Angustia emocional grave o reacciones físicas a las cosas que te recuerdan el suceso
traumático
Tratar de evitar pensar o hablar acerca del suceso traumático
Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el suceso
Pensamientos negativos
Desesperanza acerca del futuro
Problemas de memoria
Dificultad en mantener relaciones cercanas
Sentirte distanciado de tus familiares y de tus amigos
Falta de interés en las actividades que antes te gustaban
Dificultad para sentir emociones positivas
Sentirte emocionalmente insensible
Cambios en reacciones físicas y emocionales
Estar siempre alerta al peligro
Conducta autodestructiva
Trastornos del sueño
Dificultad en concentración
Irritabilidad o conducta agresiva
Sentimientos de culpa o vergüenza
Sueños aterradores
Los síntomas del trastorno de estrés postraumático pueden variar en intensidad.

Consultar con el médico


Si se tienen pensamientos y sentimientos perturbadores acerca de una situación traumática
durante más de un mes, si son graves, o si se siente que tienes problemas en retomar el
control de la vida.

Trastorno de pánico
El trastorno de pánico es un trastorno de ansiedad muy debilitante. Mientras el trastorno de
ansiedad generalizado se conoce como ansiedad rasgo, es más duradero, el trastorno de
pánico se conoce como ansiedad estado, pues su sintomatología es aguda.
Las personas con trastorno de pánico experimentan sensaciones de muerte o la posibilidad de
quedarse sin aire, que puede causar tanto problemas psicológicos como físicos. La sensación
puede ser tan intensa que requiera hospitalización.
El ataque de pánico se caracteriza por:
La presencia de ataques de pánico recurrentes e inesperados.
Preocupación por las implicaciones o consecuencias de un ataque de pánico.
Cambios significativos en el comportamiento.
Los ataques de pánico alcanzan su pico a los 10 minutos y suelen durar hasta media hora,
haciendo que la persona sienta cansada o agotada. Pueden ocurrir varias veces al día o sólo
una vez cada pocos años.
Tipos de ansiedad en el trastorno de pánico:
Ataques de angustia, o episodios repentinos en los que se siente un intenso miedo,
acompañado de manifestaciones físicas como aceleración de la respiración, taquicardia,
temblor, escalofríos, sequedad de boca, dificultad para tragar, aumento de la sudoración,
mareo, sentimientos de muerte inminente, miedo a enloquecer, o perder la consciencia.
Este tipo de ansiedad severa, frecuentemente tiene su origen en situaciones previas en las que
se ha generado una tensión continua durante cierto tiempo.
El origen de los ataques de pánico, puede estar en un cambio importante en la vida, en que
frente al estrés prolongado el organismo y la mente piden un descanso.
Tratamiento del ataque de pánico:
El tratamiento suele controlar los episodios. La mayoría de los pacientes tratados consiguen no
tener ningún síntoma y muchos de ellos pueden retirar el tratamiento sin que vuelva a
aparecer la enfermedad. Desgraciadamente muchas personas con ataques de pánico no
acuden al médico y pueden sufrir alteraciones importantes en su calidad de vida.
El objetivo del tratamiento es reducir el número de ataques de angustia y su intensidad.
El tratamiento fundamental de estos pacientes son los antidepresivos. Generalmente se inician
a dosis más bajas que las utilizadas para tratar la depresión y se mantienen hasta 2 años
después de que hayan desaparecido los ataques. Los ansiolíticos suelen usarse cuando se
diagnostica inicialmente la enfermedad y de forma esporádica posteriormente.
Las intervenciones psicoterapéuticas pueden ayudar al paciente a controlar los síntomas
durante los ataques. Son estrategias utilizadas por profesionales para explicar y ayudar a
enfrentarse al problema.
WEBGRAFÏA

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https://www.sanitas.es/sanitas/seguros/es/particulares/biblioteca-de-salud/psicologia/toc-
sintomas-causas.html
REFLEXIÓN
Como hemos visto a lo largo del trabajo podemos llegar a la conclusión que la ansiedad es un
sentimiento de inquietud, preocupación, temor o pánico por lo que puede ocurrir o está a
punto de ocurrir.
No necesariamente experimentamos las personas este sentimiento de ansiedad por algún
suceso o noticia nefasta y perjudicial para nosotros, sino que es habitual sentir ansiedad por la
impaciencia de que un suceso agradable, que estábamos esperando desde hace mucho
tiempo, suceda.
Bajo mi punto de vista el grado de ansiedad de las personas está estrechamente unido al grado
de desarrollo de las sociedades en las que viven, ya que cuanto más avanzada y desarrollada
están, más problemas psicológicos tendrá el individuo.
Una sociedad competitiva genera unas personas exigentes en todos los aspectos de la vida,
con la presión psicológica que ello conlleva y que puede acarrear grandes problemas entre los
distintos tramos de edad de esa población.
Antes, las sociedades eran mucho más humanas. El tiempo y los resultados no tenían tanto
valor como ahora y eran sociedades mucho más saludables desde el punto de vista psicológico
y de bienestar emocional.
La ansiedad afecta y se ceba más con los colectivos más vulnerables y en etapas de la vida en
las cuales todavía no está formada una personalidad definida.
Yo, como chico de 17 años y estudiante, observo cómo cuando llegan épocas de exigencia en
los estudios o en las relaciones sociales entre grupos, nuestro nivel de ansiedad crece
desmesuradamente llegando a sentirnos inseguros, de mal humor y queriendo que pase todo
de forma rápida sin importar en muchas ocasiones cómo acabe.
Este año, que estamos cursando segundo de bachillerato y que es decisivo para nuestras vidas,
estamos sufriendo de ansiedad por la incertidumbre de si nos llega la nota para una
determinada carrera u otra, que si apruebo o no la selectividad…
También la pandemia que estamos sufriendo en este último año ha provocado que
muchísimas personas estén padeciendo fobia social a relacionarse con otras personas por
temor a contagiarse del virus y nos ha hecho muy individualistas y reservados, procurando
escapar del ojo ajeno que todo lo juzga.
Está demostrado que la ansiedad genera fobias y las fobias generan más ansiedad, por lo que
están íntimamente relacionadas.
La pandemia ha agudizado todas nuestras inseguridades y nos ha provocado grandes dosis de
ansiedad.
Las consecuencias de un trastorno de ansiedad son muy variadas, pero generalmente
producen; pérdida de sueño, mal humor, impaciencia, te haces más introvertido, pérdida de
ganas de trabajar o hacer algo…
En mi caso, tengo realmente miedo a hablar en público. Es algo que me supera y me agarrota
completamente el solo hecho de pensar que los demás me van a juzgar y mirar con lupa.
Yo creo que esta fobia social la voy a tener de por vida.
Cuando entras en un período de ansiedad, dejas de ser tú, convirtiéndote en una persona
incapaz de resolver un pequeño problema y lo que es peor, no dejes que nadie te ayude para
aparentar que dominas la situación, cuando en realidad sabes que estás perdido.
A pesar de mi corta edad, he podido comprobar por mí mismo, que la mayor parte de las
ocasiones en las que he tenido episodios de ansiedad y miedo, la solución pasa única y
exclusivamente por mí. Todo pasa por tranquilizar mi cabeza, vaciarla de malos pensamientos
y dejar de darle tantas vueltas a las cosas.
Me ha pasado muchas veces que, ante un examen complicado, he estado en pánico
permanente durante una o dos semanas antes de dicho examen y cuando llega la hora del
examen, me siento, leo el examen y me encuentro mucho mejor, más seguro y tranquilo.
Por lo tanto, ni el problema que tenía era tan grave ni yo era tan torpe como para no poder dar
una respuesta efectiva al problema.
Es importantísimo saber tener la cabeza fría, no machacarnos el cerebro con pensamientos
negativos y no tener miedo a realizar ciertos cambios en nuestra vida que nos motivarán a
atajar y solucionar los problemas que se nos presentan.
En muchos casos, realizar estos ejercicios mentales no es sencillo. Depende del grado de
ansiedad, su duración y de la persona en concreto, a veces hay que acudir a un especialista
para que nos pueda sacar del atolladero en el que nos hemos metido y podamos volver a ser
nosotros mismos.
Opino que es importantísimo la labor que en este caso puedan hacer los padres y madres de
cada uno y todo el entorno familiar. En muchos casos, se heredan miedos y fobias de nuestros
familiares y con la experiencia de haberlo sufrido ellos antes, los consejos que nos pueden dar
han de ser de mucha ayuda.
Opinó también que los trastornos de ansiedad afectan por igual a hombres y mujeres. Todo va
de acuerdo al grado de responsabilidad que cada persona vaya asumiendo en su vida. A mayor
responsabilidad de la persona, mayores cuotas de ansiedad que la persona puede llegar a
sufrir.
Desde pequeño también he tenido fobia a los caballos, ya que me caí con cuatro años de uno.
Ha sido fundamental para que haya desaparecido ese miedo en mí, el enfrentarme
directamente al problema. Desde hace un par de años, casi todos los días estoy con caballos;
peinándolos, dándoles de comer, poniéndoles la silla, montándoles cada día y de esa manera
he ido cogiendo confianza en mí y en los propios animales.
La ansiedad yo creo que es necesaria y a la vez en la mayor parte de los casos buena, ya que
sin ella muchas veces no seríamos capaces de hacer determinadas cosas. Nos sentimos muy
seguros en nuestra zona de confort y nos conformamos, con la vida que llevamos sin
sobresaltos. Pero a veces tiene que venir la ansiedad y el miedo para dar un paso adelante y
cambiar nuestra dinámica de vida, haciéndola un poco más excitante.
La ansiedad nos baja de esa nube en la que estamos y nos pone los pies en la tierra para que
sepamos que no somos tan guapos, tan exitosos, ni tan listos como nos creemos.
Todo esto que nos ocurre sirve para formarnos como personas y forjar en nosotros una
personalidad definida capaz de afrontar los problemas de la vida diaria.
Todos a largo de la vida necesitamos que nos pasen cosas buenas y malas. Debemos caer para
volver a levantarnos y esa es la gran utilidad que debemos aprovechar de los trastornos de
ansiedad y fobias.
Es necesario cuando una persona ha sufrido un episodio de ansiedad, entrar en su propio
interior, aparcar los trastos que tenemos dentro y estar en silencio, meditando para poder ver
con claridad el problema y cómo atajarlo.
La meditación es un método eficaz para encontrarse con uno mismo y para reducir los
síntomas de ansiedad.
Así el yoga es un método muy efectivo y cada vez más utilizado por las personas, para de una
manera natural hacer frente a la ansiedad. Además, no crea dependencia como ocurre con los
medicamentos antidepresivos que se utilizan muy a menudo para tratar dicho trastorno.
Después de investigar y hablar con muchas personas, me doy cuenta de que todo el mundo ha
padecido episodios de ansiedad y tiene fobias. Existe un número elevadísimo de fobias y bajo
mi punto de vista se trata de una enfermedad mental muy común.
No por común que sea, esto significa que es menos importante o menos traumática que otras.
Por ello es necesario tomarlas en serio y tratar de atajar cuanto antes, ya que si no se hace así
estas fobias pueden crecer y evolucionar con el paso del tiempo, con los avances de la
sociedad, con el progreso…
Resulta curioso que preguntando a mis padres y abuelos, me comentan sobre todo mis
abuelos, que en su época eso de las fobias era algo que se superaba a la fuerza. Si algo te
producía agobio o miedo, te daban doble ración de ello y así en muchas ocasiones se superaba.
Pero me pregunto yo, cuántos casos se quedarían sin arreglar e incluso empeorarían con el
tiempo.
Lo que ocurre es que para personas con un desarrollo emocional y psicológico saludable toda
esta problemática pasa desapercibida y no le dan importancia.
El hecho que queda claramente contrastado, es que cuanto más evoluciona una sociedad
desde el punto de vista económico, social, político... más fobias y episodios de ansiedad
crónicas aparecen, puesto que el ser humano se va difuminando en esas sociedades qué van
dejando paso a los robots, maquinas, ordenadores…
Se acentúan nuestras inseguridades y en muchísimos casos tenemos miedo a los cambios que
se avecinan, que no sabemos si podemos afrontarlos. El ser humano en muchos casos se
encuentra indefenso y solo, acaba entrando en un bucle que nos acaba desembocando en
grandes depresiones con periodos de ansiedad y fobias.
El miedo a irte al paro, el miedo a no saber reinventarte, el miedo a no poder hacer frente a
tus deudas y el miedo a contagiarte de coronavirus han provocado en este último año de la
pandemia un aumento generalizado de la ansiedad, depresiones y estrés postraumático. Eso
que los efectos psicológicos del confinamiento y de la crisis sanitaria según los expertos
pueden aparecer más tardíos en el tiempo y tener una tendencia a ser crónicos.
A lo largo de este trabajo podemos equivocarnos al equiparar la fobia y el miedo. Son cosas
parecidas, aunque diferentes ya que cualquier persona a cualquier edad puede sentir miedo
en situaciones y a cosas amenazantes y ello puede ser algo natural que no implica ningún
desequilibrio psicológico.
En cambio, las fobias vienen producidas por sentir miedo en circunstancias en las que no hay
ningún tipo de peligro, habiendo ya en estos casos un trauma previo que ha evolucionado en
fobia. En este caso ya podemos hablar de desequilibrios emocionales con consecuencias
directas en la calidad de vida de la persona que lo sufre.
Hemos hablado que los episodios de ansiedad, con sus miedos y fobias son más propios de
etapas de juventud, adolescencia, en las que todavía la persona no está preparada para hacer
frente a sus problemas vitales.
Aunque también hay que comentar que suelen ser más dramáticos y son de mayor
complejidad los episodios traumáticos desde un punto de vista psicológico, sufridos en las
etapas en los que una persona ya ha alcanzado la madurez y ha acumulado muchas
experiencias vitales como pueden ser; el afrontar la realidad de un matrimonio que está
fracasando, comprobar que tu carrera profesional no ha resultado como esperabas, la cercanía
de la muerte en las personas de edad avanzada…
Estas personas pueden transformar toda esta tensión psíquica en verdaderos ataques de
pánico o ansiedad generalizada y deberán estar vigilados muy de cerca sobre todo por las
familiares para que les den el apoyo necesario para superar todos los problemas.
También es necesario complementarlo con terapias de Psicología impartidas por expertos,
técnicas de meditación y yoga, compartiendo sus problemas con otras personas en su misma
situación y evitando siempre que se pueda la utilización de antidepresivos, que pueden causar
efectos secundarios desagradables como náuseas, aumento de peso o problemas de sueño.
También pueden crear una fuerte dependencia, ya que al dejarlos porque ya nos sentimos
bien y pensamos que estamos curados, los síntomas pueden volver a aparecer y causar
síntomas parecidos a los de las abstinencias con episodios muy violentos y desagradables.
En lo referente a toda esta problemática, es importantísimo conocernos a nosotros mismos.
Debemos saber cuáles son nuestras limitaciones para así poder evitar o minimizar los efectos
de una situación que nos puede provocar ansiedad. Debemos saber realmente qué fobia
tenemos para evitarla en la medida de nuestras posibilidades, o saber cómo manejarla para
dar una respuesta efectiva.
Con respecto a las fobias, sabemos que no representan un peligro real para las personas que
las padecen, pero aun así somos incapaces de controlarlas, pudiendo llegar a tener ataques de
pánico.
Estamos utilizando los términos ansiedad, pánico, fobia y miedo y sabemos que están
íntimamente relacionados.
Tanto los ataques de pánico, como las fobias y el miedo son situaciones estresantes que nos
provocan ataques de ansiedad con mayor o menor intensidad.
Lo importante es que sepamos controlar toda la energía producida por esa ansiedad para
utilizarla y gestionarla en nuestro bien propio, dando una solución y respuesta efectiva al
problema que se nos ha planteado.
Por ello, creo que debemos aprender a convivir con la ansiedad ya que nos hace más humanos
y en muchos casos nos beneficia.
Las personas aprendemos más en las situaciones difíciles y ante presión que en los momentos
plácidos en los que no tenemos que discurrir, sino dejar que las cosas fluyan por sí solas.
Lo que no podemos hacer es que la situación nos consuma y bloquee llevándonos a un callejón
sin salida.
La experiencia de la vida nos ayudará a manejar todos nuestros miedos e inseguridades, pero
para ello debemos poner todo de nuestra parte desde el momento de la adolescencia que es
cuando en cierta medida empezamos a independizarnos y tomar ciertas decisiones por nuestra
cuenta.
Debemos ser valientes a la hora de tomar nuestro camino en la vida, pero siempre dejarnos
aconsejar por la gente que nos quiere y saber pedir ayuda cuando no sepamos salir de una
situación angustiosa.

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