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LA COMIDA DE CONFRATERNIDAD CON EL MARGINADO Y EL EVANGELIO

COMO PARABOLA DE LUCAS

La parábola del banquete (Lucas 14, 16-24)


Más que cualquier otro de los evangelios, el de Lucas acentúa tanto la comida de
confraternidad con los pecadores y otros marginados de la sociedad (por ejemplo, 5, 29;
7, 33-34. 36-50; 15, 1) como las comidas como lugar de enseñanza de Jesús (5, 31-39; 7,
36-50; 10, 38-42; 11, 37-52; 14, 1-24; 22, 14-38; 24, 20-49) 1. Dentro de los capítulos
14-16 hay una significativa colección de parábolas en un contexto, diríamos, de charla de
sobremesa o evocadas en un entorno de comida de confraternidad. Aunque mucho de
este material es o de Q o de L (esto es, material tomado de la fuente especial de
Lucas), su distribución se debe claramente al evangelista. En 14, 1 Jesús come en la casa
de una autoridad (cf. 7, 36; 11, 37) lo cual proporciona el contexto para los dichos
acerca de lo que podríamos llamar la «etiqueta en los banquetes» de 14, 7-14 (cf. Prov
23, 1-12; Eclo 31, 12-32, 13) y la parábola del banquete en 14, 16-24 2.
Las cinco principales parábolas de los capítulos 15-16 (15, 3-7. 8-10.11-32; 16, 1-
13.19-31) son narradas sin un cambio explícito del contexto de 15, 2: «Este recibe a
pecadores y come con ellos». Mientras que aquí Lucas puede estar imitando el antigua
convencionalismo literario del «simposio» o conversación durante el banquete, el
polivalente símbolo de «sentarse a la mesa» con su evocación tanto de la comida
eucarística como del banquete escatológico (cf. 13, 29; 22, 29-30) ofrece una dimensión
añadida para la comprensión de estas parábolas.

La parábola como texto


Al tratar la versión de Mateo de la fiesta de bodas, ya sugerí que Mateo, Lucas, y
el Evangelio de Tomás ofrecían variantes de una parábola original. El texto original es
prácticamente imposible de reconstruir, por tanto, tampoco es posible la exacta
delineación del trabajo editorial de Lucas. Sin embargo, su mano es evidente de diversas
formas. Lucas coloca la parábola a continuación de las instrucciones que da Jesús a
aquellos que invitan a un banquete (14, 12-14) con la promesa de que los que invitan a los
marginados serán recompensados en la resurrección de los justos. Más importante
todavía es que la parábola está suscitada por la afirmación de uno de los invitados al
banquete (14, 15; cf. 14, 1): «¡Dichoso el que coma en el Reino de Dios!» Esto traslada el
foco de atención del invitado que se excusa, como en Mateo y en el Evangelio de Tomás,
a aquellos que de hecho están asistiendo al banquete. En la parábola misma, en contraste
con Mateo, y quizás con la primitiva versión Q, Lucas dedica un considerable espacio a
las excusas (vv. 18-20), describe en detalle a los invitados sustitutos como «pobres,
lisiados, ciegos y cojos» (v. 21), y, ya que hay todavía sitio, añade una tercera invitación
a los que van por caminos y veredas (v. 23). A diferencia de Mt 22, 5-6, Lucas no hace

1
Ver Navone (Themes of St. Luke, 11-37) sobre el tema banquete en Lucas.
2
Ver Ringe (Jesus, Liberation, and Biblical Jubilee, 54-60) sobre la «etiqueta en el banquete» de Lucas.
mención del violento tratamiento a los mensajeros o el castigo a los invitados que
rechazaron la invitación. Tres son, pues, los principales énfasis que emergen del texto
de Lucas: primero, las excusas; segundo, los invitados sustitutos; y, tercero, la tercera
invitación.

La parábola en el contexto de la teología de Lucas


- Las excusas
El primer grupo que fue invitado ofrece tres excusas:
- He comprado un terreno y tengo que ir a examinarlo (4, 18).
- He comprado una yunta de bueyes y voy a probarlos (14, 19).
- Me acabo de casar y no puedo ir (14, 20).
Aunque algunos comentaristas intentan establecer la verosimilitud histórica de
estas excusas y al tiempo que el Evangelio de Tomás las interpreta como inmersión en
las influencias corruptoras del mundo -«los comerciantes y mercaderes no entrarán en
las mansiones de mi Padre»- en Lucas pueden ser mejor explicadas en relación con el
Antiguo Testamento3.
En el Deuteronomio (20, 5-7 y 24, 5) el comprar una casa, plantar una viña, y los
esponsales excusan a una persona de la llamada a filas para la «guerra santa». Estas
excusas fueron invocadas ya en 1 Mac 3, 56 cuando Judas Macabeo exceptúa del
alistamiento «a los que estaban edificando una casa, a los que iban a casarse, y a los que
acababan de plantar una viña». El Mishnah (Sotah 8, 1-7) trata también sobre las
excusas (8, 2), pero añade la distinción entre «una batalla emprendida por iniciativa
libre» y una batalla «por una causa religiosa» cuando todos deben salir fuera, incluso «el
novio de su alcoba y la novia fuera de su tálamo» (8, 7) 4. El Mishnah es similar a Lucas en
cuanto que describe una ocasión en la que no se aplican las excusas del Deuteronomio.
Un conjunto de motivos extraídos del Antiguo Testamento y más tarde de la
literatura judía posterior (por ejemplo, los Pseudoepígrafes) sirven también como telón
de fondo a esta perícopa 5. La era escatológica o la intervención final de Dios en la
historia para salvar al pueblo y restaurar la salud y la integridad es inaugurada por la
violencia. A la victoria con frecuencia sigue un banquete en el que Dios o el mesías es el
anfitrión (Is 25, 6-8; Ap 3, 20-21; 19, 9). Lucas, influenciado por esta ideología, sin
embargo la modifica. Dado que el final de los tiempos ya ha sido inaugurado en el
ministerio de Jesús, su enseñanza tiene que ser recibida con la misma urgencia que las
llamadas a la guerra santa. Es tan radical que no soporta excusas, ni siquiera las
permitidas por la ley divina en una situación crítica -lo mismo que en una guerra santa-
como sería proteger a la casa o a la familia.
Lucas subraya esta urgencia al colocar el párrafo 14, 25-35 a continuación de la
parábola del banquete en el que advierte a los que quieran ser sus discípulos que piensen
3
Sobre la verosimilitud histórica, ver Bailey, Through Peasant Eyes, 94-95; y J. Jeremias, Pa rables, 172-80. Sobre la influencia del
Antiguo Testamento, ver Ballard, «Reasons for Refusing the Great Supper»; and Derrett, Law, 126-55.
4
Danby, The Mishnah, 302-303.
5
Is 25, 6-8; 55, 1-2; 65, 13-14; 1 Henoc 62, 14; 2 Apoc. Bar. 29, 4; Ap 20-21.
cuidadosamente sobre las exigencias del discipulado con la ominosa conclusión: «quien no
renuncia a sus bienes no puede ser discípulo mío» (14, 33). Como importante
modificación de este motivo, en la línea de su insistencia por la paz y la no violencia (2,
14; 10,5; 12, 50-51 [Mt 10, 39]; 19, 38; 22, 50-51), Lucas omite aquellos elementos
violentos (cf. Mt 22, 7) normalmente asociados al banquete escatológico 6.

— Los invitados sustitutos


El segundo punto principal en el que insiste Lucas es la identificación de los
invitados sustitutos como los pobres, tullidos, ciegos y lisiados. Jesús comienza su
ministerio público anunciado la buena nueva a los pobres (cf. Is 61, 1), y ellos son
bendecidos en el Sermón de la Llanura (6, 20). En 7, 18-23, Lucas toma de Q (cf. Mt 11,
2-6) la respuesta de Jesús a Juan Bautista de que él reconocerá la presencia «del que
viene» cuando los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan
limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la buena noticia (7,
22).
Todo esto ocurre durante el ministerio de Jesús y estos grupos han de ser
invitados al banquete en 14, 13; ellos serán precisamente los invitados sustitutos en 14,
21.
Lucas coloca a los invitados sustitutos y a la parábola misma como un todo dentro
del contexto de los dichos referentes al banquete escatológico. Precediendo
inmediatamente al discurso del banquete, Lucas menciona explícitamente el banquete
escatológico cuando los pueblos «vengan de oriente y occidente, del norte y el sur, y se
recuesten a la mesa del Reino del Señor» (13, 29 = Mt 8, 11-12). Después de una
curación en sábado durante una comida (14, 1-6) y después de enseñar sobre la
«etiqueta del banquete» (14, 7-13), Jesús declara que el que invite al pobre, al manco, al
tullido y al ciego será recompensado en la «resurrección de los justos» (14, 14).
La parábola misma es introducida en Lucas sólo con ocasión de la afirmación de
uno de los invitados a la comida: «¡Dichoso el que coma en el Reino de Dios!» (14, 15).
Lucas retorna a este tema en su versión de la Ultima Cena donde Jesús dice a sus
discípulos: «Yo os encomiendo el Reino como mi Padre me lo encomendó: para que comáis
y bebáis y os sentéis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel» (22, 29-30).
Aunque Lucas toma este dicho de Q (cf. Mt 19, 28), únicamente en su versión se hace
referencia a «comer y beber a mi mesa»: esto lo coloca en relación cercana con 13, 29.
El banquete escatológico anticipado tiene su contrapartida en las acciones del
Jesús terreno y resucitado. Ya hice notar (ver más arriba, pp. 184-186) la importancia
tanto de las comidas de confraternidad de Jesús con los marginados como las comidas
como lugar de enseñanza de Jesús. Junto a esto, sólo en Lucas, de entre los Sinópticos,
Jesús resucitado come con sus discípulos y durante estas comidas él aclara tanto el
significado de su muerte como el de la misión en el sentido de que sean testigos ante
todas las naciones (24, 28-49). Yo quisiera sugerir, por tanto, que Lucas crea una
6
Sobre Lucas y la violencia, ver Ford, My Enemy Is My Guest, 102-105 (sobre el banquete); Fitzmyer, Luke 1-IX, 224-25 (sobre la paz).
correspondencia a tres niveles entre las comidas del Jesús terrestre, la presencia del
Jesús resucitado en la Cena del Señor, y el banquete escatológico.
Jesús inauguró la nueva era con su proclamación de la buena noticia a los pobres
(Lc 4, 18) y celebró su advenimiento en comidas con los despreciados. La conducta de
Jesús en las comidas y sus «pláticas en la mesa» habrían de ser la normativa cuando los
cristianos fuesen a celebrar la Cena del Señor. En recuerdo de Jesús y como
anticipación al sentarse a la mesa del Reino de Dios, invitarían y darían la bienvenida en
medio de ellos a los marginados7.
Los invitados sustitutos poseen una importancia añadida. Tanto el primitivo
cristianismo (Lc 22, 28-30; 1 Cor 11, 26) como la comunidad de Qumran consideraron sus
comidas como una anticipación del banquete escatológico. Qumran enfatizaba que la
comunidad debía estar libre de toda impureza ritual o moral, ya que ello preparaba para
la guerra santa final entre el bien y el mal, que ya debía ser anunciada en este banquete.
De aquí que entre los no aceptables para una participación plena en la vida de la
comunidad, y por tanto en las comidas, eran los «inválidos, ciegos y tullidos» o el afligido
(1QM 7, 4-6), o «el paralítico, inválido, ciego o sordo» (1QSa 2, 6-10). Tales defectos
físicos causaban impureza ritual. La historia de Cornelio en Hechos 10 y la acusación
contra Pedro en Hch 11, 3 muestran que las comidas con personas consideradas
ritualmente impuras era una preocupación para la primitiva iglesia (cf. Gal 2, 12).
Estudios recientes sobre el Nuevo Testamento, continuados por la investigación
antropológica de Mary Douglas, han arrojado luz sobre la importancia simbólica de la
impureza ritual8. Una comunidad atenta a la integridad corporal y a los tabúes rituales
está también preocupada por preservar a sus miembros -el cuerpo social- libres de
impureza y de influencias extrañas. Esto crea barreras sociales equivalentes a las
barreras rituales.
En el discurso del banquete de Lucas 14 Jesús anula esas barreras. El banquete se
inicia con Jesús que no sólo cura a un hombre enfermo de hidropesía, sino que además lo
hace en sábado (14, 1). Jesús, a continuación, critica que se elijan puestos de honor, que
establece barreras sociales, y urge al anfitrión a invitar también a los impuros (14, 7-
14). La parábola del banquete es una imagen de la clase de cena que la comunidad debe
tener cuando celebra su comida escatológica. En la misma línea del cambio escatológico
de todo su evangelio y del acento lucano en lo «cotidiano» de la vida cristiana, el mismo
Lucas despoja de rasgos apocalípticos el banquete escatológico 9. Tiene su origen en el
ministerio de Jesús y su ethos ha de ser vivido en las comidas de la comunidad. La
comida de confraternidad de la iglesia de Lucas, en su caminar hacia el fin del mundo (Lc
24, 47; Hch 1, 8), ha de incluir esto que normalmente estaba excluido tanto por razones
sociales como por las leyes rituales.
7
Este es un aspecto de un tema más amplio dentro del Nuevo Testamento: la bienvenida y hospitalidad con los extranjeros. Ver
especialmente Koenig, New Testament Hospitality, 85-123 (sobre Lucas).
8
Douglas, Purity and Danger; idem, Natural Symbols. Para la aplicación al Nuevo Testamento, ver Malina, Christian Origins and Cultural
Anthropology; y Neyrey, «The Idea of Purity in Mark's Gospel».
9
El cambio desde una fuerte preocupación por la inminencia de la parusía a las exigencias de la vida cristiana lo propone Conzelmann en
su obra St. Luke. Para su clara exposición y crítica, ver Fitzmyer, Luke I-IX, 231-235.
— La tercera invitación
Singular en la versión de la parábolas de Lucas es una tercera invitación después
que los invitados sustitutos han llegado.
Aunque Lucas, como Mateo, alegoriza la parábola en la línea de la historia de la
salvación -la invitación rechazada por los judíos ahora ha sido traslada a la comunidad-
tiene él su propio esquema particular. La primera invitación se refiere a la oferta de
gracia hecha por Jesús a todos sus contemporáneos, y especialmente a los fariseos (14,
1). Los invitados sustitutos, tomados de las calles y veredas de la ciudad, representan a
aquellos grupos de «los más pequeños» a los que Jesús se acercó de un modo especial en
su ministerio. A la comunidad de Lucas, que incluía un cierto número de personas de
estratos sociales y económicos más altos, se le recuerda su origen (cf. 1 Cor 1, 26-29) 10,
que tiene que ver con la llamada de Jesús a los pecadores. Sus antepasados son los
humildes de la tierra.
Los encontrados en caminos y senderos, presumiblemente fuera de la ciudad, son
los que responden a la misión cristiana. La obra en dos volúmenes de Lucas tiene un claro
acento misionero: la urgencia de esparcir la buena noticia desde Jerusalén hasta los
confines de la tierra (Hch 1, 8). El mandato a los siervos de «obligar a la gente a entrar»
-que, por desgracia, ha servido de justificación en la historia de la Iglesia para la
conversión forzosa y la adherencia forzada a la doctrina de la iglesia- subraya esta
urgencia escatológica11. Desde la llegada de Jesús, el Reino de Dios ha sido anunciado y
todos hacen violencia para entrar en él (16, 16). El lenguaje de «obligar» a la gente a una
violenta entrada es metafórico a causa de la índole urgente y arrebatadora de las
exigencias del evangelio, motivo que Lucas desarrolla en los siguientes versículos (14,
25-34)12.
En suma, Lucas toma una parábola original acerca del rechazo de una invitación y
la sustitución de comensales no invitados. Quizá tan pronto como surgió la versión Q,
usada por Mateo y Lucas, la parábola comenzó a ser una alegoría de la historia de la
salvación: los gentiles no invitados sustituyen a los contemporáneos de Jesús que
rechazaron su invitación. Lucas amplía esta dimensión añadiendo un segundo envío a ir
afuera, a los caminos y senderos para traer gente al banquete (14, 23). La descripción
de los invitados sustitutos como pobres, mancos, ciegos, lisiados, da a la parábola su
rasgo característico. Lejos de permitir a la comunidad ser condescendiente en su
elección después del rechazo de los invitados, Lucas convierte a la parábola en una
exhortación a la comunidad para que llegue a ser completa. Igual que en la parábola del
buen samaritano, el extranjero es el que cumple la ley, por lo tanto, el extranjero debe
estar presente cuando la comunidad se reúne para celebrar la cena. Entre el recuerdo y
la anticipación, los miembros de la comunidad de Lucas han de mostrar gracias a su

10
Para una discusión del nivel económico y social de la comunidad de Lucas, ver Karris, «Poor and Rich», 112-124, especialmente la p.
124.
11
Norwood, «Compel Them to Come In».
12
Fitzmyer (Luke X-XXIV, 1057) interpreta el «obligar» (anankason) como «urgidos por una predicación convincente» (cf. Mc 6, 45; Mt 14,
22).
comida de confraternidad con el marginado y el no invitado que ellos oyen y siguen las
palabras de Jesús.
La proclamación contemporánea se debería amoldar a esta dimensión de la
parábola, que emplaza a todos los cristianos a recordar sus raíces. Ellos son los
herederos del pobre, del tullido, del ciego, de los débiles físicos y los despreciados de la
sociedad (cf. 1 Cor 1, 26-31). Las comunidades cristianas contemporáneas también han
levantado barreras entre «puros e impuros», quizás diferentes a aquellas del siglo
primero pero no menos exclusivistas. Hay poca inquietud por aumentar la comunidad con
extranjeros indeseables. Dentro de las comunidades cristianas, se siguen dando con
agresividad algunas de las más violentas disputas sobre esa inclusión, frecuentemente
centradas en la celebración de la Cena el Señor. Así pues, cuando el Jesús de Lucas
narra la parábola sobre comer el pan en el Reino de Dios, deshace las expectativas de
sus oyentes sobre quiénes deberían ser sus compañeros de mesa. ¿Podrá su palabra
parabólica continuar cambiando nuestros prejuicios?

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