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Derechos Humanos de los Pueblos y Comunidades Indígenas

Módulo 2. Transversalidad de los Enfoques de Género y Derechos Humanos

Importancia de la perspectiva de género en la defensa de los derechos


de los pueblos y comunidades indígenas

En el México de los siglos XIX y XX, el proyecto de nación se basó en las concepciones centradas
en la unidad e igualdad de todos los habitantes ante la ley, principios que dieron origen a la idea
de un solo Estado, nación, pueblo y forma de organización de las relaciones sociales, así como
a una sola ley y forma de administrar justicia. Por estas razones, el doctor Rodolfo Stavenhagen
mencionó que durante muchos años México negó la existencia de los pueblos indígenas, quienes
“eran vistos como un problema y un rezago a ser superado” (2003, p. 22).

Fernández, L. (s. f.). Unidad e igualdad entre habitantes de comunidades y pueblos indígenas [fotografía]

Stavenhagen (2003) consideró que el cambio inició a partir de una toma de conciencia entre
los pueblos indígenas, quienes comenzaron a cuestionar el modelo de nación que se les había
impuesto y del cual se suponía que ellos eran transmisores. Surgió una nueva visión, dejó de estar
en boga la denominada cuestión indigenista y, en su lugar, empezó a generarse una visión crítica
ante las políticas del Estado y recuperadora de sus valores culturales y sus propios planteamientos
sobre política, economía y sociedad.

En las últimas décadas, ha sido posible atestiguar la emergencia de una serie de movilizaciones
por la defensa de los derechos humanos que cuestionan una concepción unitaria de los mismos.
Los derechos asociados a la pertenencia de género o étnica y los vinculados al ejercicio de
identidades diferenciadas son algunos de los reclamos “más beligerantes en las postrimerías del
siglo XX y el nuevo milenio” (Bonfil, 2003, p. 2).

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Por tal motivo, los derechos indígenas han reclamado una defensa y protección basada en la
diversidad cultural para identificar situaciones de injusticia que, por su capacidad económica,
grado de instrucción o pertenencia a un grupo social o étnico, les han impedido alcanzar su
desarrollo humano (PNUD/CDI, 2010) en condiciones de vida digna. Por ello, ha sido necesaria la
construcción de un marco de valoración y respeto de la diversidad, entre otras, lo cual representa
la cultura, así como los usos y costumbres de los pueblos y comunidades indígenas en nuestro
país.

Como parte de ese nuevo marco, se crearon instrumentos internacionales que recuperaron
el principio jurídico de la igualdad y tomaron en cuenta las diferencias entre individuos y
colectividades, en tanto que se visibilizó la existencia de sectores de la población que aún no
cuentan con pleno acceso a sus garantías básicas por razones históricas, culturales, económicas
y políticas, y requieren el reconocimiento de derechos específicos que promuevan la eliminación
de todas las formas de desigualdad y subordinación que han vivido cotidianamente.

¿Sabía usted qué...?

El Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre Pueblos Indígenas y


Tribales, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer (CEDAW), la Declaración y Plataforma de Acción de la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer (Beijing, 1995) y la Declaración sobre Derechos Indígenas de las Naciones
Unidas (2007), entre otros, fueron parte de los instrumentos internacionales que se crearon
con el fin de recuperar el principio jurídico de la igualdad y tomar en cuenta las diferencias
entre individuos y colectividades.

En ese tenor, es indispensable incluir a los pueblos y comunidades indígenas en la toma de


decisiones sobre planes, programas, proyectos y políticas públicas que les afecte directa o
indirectamente, pues “su reconocimiento como pueblos libres de decidir su futuro no tiene
ningún valor si las decisiones fundamentales que afectan a sus tierras y territorios y su sustento
material, cultural y espiritual se deciden en ámbitos que no les son propios, es decir, sin contar
con su participación” (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, 2011, p. 6).

Cabe señalar que los pueblos y comunidades indígenas han reclamado su derecho a la tierra,
pero también al territorio, ya que “la tierra es el agente productivo de la producción agrícola.
Territorio es el espacio geográfico que tradicionalmente corresponde a un grupo humano porque
existe y porque se asentó en él desde tiempos históricos, lo que le confiere valor cultural y valor
simbólico: el territorio es necesario para la reproducción cultural del grupo” (Stavenhagen, 2003,

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29). A partir de esta vinculación con la tierra y el territorio, se puede decir que la existencia misma
de los pueblos indígenas se encuentra en peligro si no se garantiza el pleno disfrute a todos sus
derechos humanos debido a la situación económica que impera en la actualidad.

Fernández, L. (s. f.). Derecho a la tierra [fotografía]

Actualmente el orden económico mundial neoliberal (Escalante, 2015), con sus proyectos de
explotación de recursos naturales y desarrollo inmobiliario, turístico o industrial, están afectando
de forma directa y avasallante a los pueblos y comunidades indígenas en México al invadir
sus territorios y desplazar a sus habitantes1. Por otro lado, ha sido ampliamente analizado y
documentado el impacto de las políticas económicas neoliberales, así como las consecuencias
adversas que han traído consigo la apertura comercial para diversos sectores de la población,
particularmente para integrantes de pueblos indígenas, al aumentar las desigualdades, la
pobreza extrema e incluso en detrimento de su desarrollo humano (Morley y Díaz, 2006).

Lo anterior, es importante por la afectación que conlleva a sus derechos individuales y colectivos.
Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2011) asegura:

Se ha vuelto más insistente el reclamo por parte de los pueblos indígenas


de los derechos a la consulta, al consentimiento previo, libre e informado y
a la participación. Los proyectos de desarrollo han traído consigo grandes
perturbaciones a su vida comunitaria y cultura tradicional, derivadas de las rápidas
transformaciones económicas y ecológicas y de la especial relación de estos
pueblos con sus territorios, relación que va más allá de la subsistencia física (p. 6).

1 Como ha sido expresado en la última década por declaraciones de diversas organizaciones indígenas, así como en
investigaciones académicas (Gutiérrez, 2008, p. 533).

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No obstante, aun cuando formalmente se reconoce en el artículo 2.° constitucional que México
es una nación pluricultural y que ello se hará en las constituciones y leyes de las entidades
federativas, conforme a criterios etnolingüísticos, al contrastar la realidad subyacen situaciones
que ponen en tela de juicio el acceso real y sustancial de los hombres y mujeres indígenas al
goce y ejercicio de sus derechos en condiciones de igualdad, así como la falta de mecanismos
eficaces y eficientes para la protección y defensa de los mismos. Por ello, el ejercicio de sus
derechos humanos como personas y pueblos se erige como una herramienta indispensable para
la construcción de un estado de derecho, de un país democrático cuyo objetivo sea “asegurar que
las comunidades puedan alzar la voz para emitir su opinión y formar parte de los procesos de
toma de decisiones y elegir sus propias prioridades en lo que se refiere a su desarrollo” (Gutiérrez,
2008, p. 540).

Fernández, L. (s. f.). Participación de las comunidades y pueblos indígenas [fotografía]

El Informe sobre Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas en México (2010) refiere que, para
alcanzar la igualdad de oportunidades, es necesario reconocer las desigualdades en los diversos
grupos de población y analizar el impacto diferenciado de la política pública sobre la condición
de las mujeres y hombres indígenas; además, es fundamental contar con diagnósticos precisos
que den cuenta de la posibilidad de acceso a las oportunidades y recursos del país en que viven
para incrementar su bienestar.

No se puede dejar de lado que algunos factores que agravan la situación de desigualdad entre
los indígenas son precisamente las condiciones de pobreza y los rezagos en lo social, así como
la mala distribución del ingreso, deterioro en la inversión económica e inequidad en el acceso al
empleo, educación, servicios básicos de vivienda, salud, alimentación y, sobre todo, a la toma de
decisiones y el ejercicio del poder en sus comunidades. Para conocer a profundidad esta temática,
se puede consultar el Diagnóstico Ampliado, Programa de Derechos Indígenas, de la Dirección de
Derechos Indígenas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (2016).

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Fernández, L. (s. f.). Escuela [fotografía]

Por ello, es muy importante retomar a los derechos humanos como producto de una
construcción social y cultural y, contar con información que reconozca las diferencias culturales
y de género presentes en los distintos fenómenos sociales y, sobre todo, dentro de la diversidad
que caracteriza a los pueblos indígenas, sólo así se podrá comprender la manera en que la
sociedad y el Estado han estructurado formas de relación social e institucional que, en ocasiones,
han dado lugar a espacios de discriminación y violencia, los cuales vulneran la dignidad de las
personas integrantes de pueblos y comunidades indígenas e impiden el acceso en igualdad de
oportunidades a los satisfactores sociales básicos, así como acceder al goce y ejercicio de los
derechos consagrados en el orden jurídico mexicano.

A partir del contexto general descrito, cobra sentido integrar no sólo la perspectiva de género,
sino también los enfoques de derechos humanos y el de la interculturalidad en el quehacer de
los organismos protectores de derechos humanos. Por ello, estos marcos teóricos se proponen
como herramienta útil para transformar las relaciones de desigualdad, inequidad, injusticia social,
discriminación y violencia social e institucional de todos los sectores, incluidos los pueblos y
comunidades indígenas.

La perspectiva de género se toma en cuenta para el estudio, promoción y protección de los


derechos de los pueblos indígenas a partir de la siguiente consideración:

[...] Una teoría que busca no sólo entender el mundo de las relaciones de género,
sino también procede a transformarlo [...] En el plano de la teoría, la perspectiva
de género es una construcción de vínculos teóricos, categoriales, hipotéticos e
interpretativos que, ensamblados, permiten dar cuenta de la complejidad de las
determinaciones de los sujetos, mujeres y hombres, así como de las dimensiones
de la organización social y de las esferas en que cada una se reproduce
(Cazés, 2000, pp. 21 y 173).

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¿Sabía usted qué...?

La perspectiva o enfoque de género surge en la segunda mitad del siglo XX, en el ámbito
de las ciencias sociales como una propuesta de transformación democrática y se consolida
como una herramienta enfocada a superar las raíces y manifestaciones de la desigualdad
entre hombres y mujeres [...] El enfoque de género representa una propuesta teórico-
metodológica que integra una amplia visión interdisciplinaria en la que confluyen
diferentes saberes científicos, paradigmas y procesos de construcción del conocimiento
(Cazés, 2000, p. 1).

La perspectiva de género tiene que ver con la definición que se hace de las mujeres y los
hombres de manera específica; identifica ciertos caracteres que los asemejan o diferencian y
explica el género como una variable determinada en un contexto social que cambia según las
normas y valores impuestos desde diferentes ámbitos de poder y, por el hecho de adquirirse
socialmente, es susceptible de modificarse.

¡Importante!
La desigualdad de género, eje alrededor del cual se estructuran o potencian
otras desigualdades sociales, instaura un orden patriarcal que sobrevalora a
los hombres e inferioriza a las mujeres, haciéndose operar así una estructura
asimétrica que asigna a los géneros espacios, poderes, recursos, derechos y
posibilidades vitales, no sólo diferenciados, sino inequitativos y desiguales [...]
La perspectiva de género se construye con una visión interdisciplinaria amplia
y abierta que conjuga diferentes saberes científicos, paradigmas y procesos de
construcción del conocimiento. Así, aborda la realidad y sus transformaciones
históricas para dar cuenta de los múltiples procesos biológicos, psicológicos,
sociales y culturales que, articulados en unidad histórica dialéctica, integran la
sexualidad humana (Cazés, 2000, pp. 3 y 15).

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Estos enfoques teóricos y metodológicos han sido incorporados a los lineamientos que marca
el Plan Estratégico Institucional de la CNDH 2015- 2019, con la finalidad de que sean retomados
en los programas anuales de trabajo (PAT) y se lleve a cabo el desarrollo de las funciones y
atribuciones del personal que integra este organismo, el cual realiza actividades de promoción,
difusión y capacitación, así como de protección y defensa, éstas últimas a partir de la integración
de expedientes de queja y la elaboración de recomendaciones e informes especiales relacionados
con las violaciones a derechos humanos.

¡Importante!
Revise la Ley de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y el Reglamento
Interno de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, donde a grandes
rasgos encontrará las atribuciones y funciones específicas en materia de
observancia y protección de los derechos humanos; de igual manera,
identificará los hechos que competen a la CNDH para saber cuándo y a dónde
acudir en busca de orientación jurídica o a presentar una queja por presuntas
violaciones a derechos humanos.

Los derechos humanos de la población indígena en México aún tienen un largo camino por
recorrer para ser parte central de la agenda gubernamental, toda vez que persisten las violaciones
a sus derechos en los actos de discriminación, marginación y exclusión de que son objeto las
mujeres y hombres pertenecientes a las comunidades indígenas, no obstante los logros en el
diseño de políticas públicas, así como la existencia y protección brindada por los instrumentos
jurídicos nacionales e internacionales tanto del Sistema de Naciones Unidas como del Sistema
Interamericano de Derechos Humanos. Los propios organismos nacionales de derechos humanos
han sido insuficientes para coadyuvar al goce y ejercicio pleno de sus derechos humanos, como
lo demuestran las quejas presentadas ante este la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH); debido a ello, continúa el reclamo por el reconocimiento y protección integral a sus
derechos.

La Cuarta Visitaduría General de la CNDH tiene como objetivo estratégico promover políticas,
criterios y acciones para la divulgación de los derechos humanos de las personas indígenas,
sus pueblos y comunidades, con el propósito de consolidar la cultura de respeto a los derechos
y tradiciones de este grupo de la población y contribuir a la observancia de los derechos
humanos de las personas indígenas recluidas en los centros de readaptación social del país, así
como “conocer sobre quejas, recursos de queja e impugnaciones por presuntas violaciones a
derechos humanos de cualquier naturaleza jurídica, principalmente de grupos indígenas, a fin de
proporcionar la defensa necesaria y el respeto a los derechos humanos” (CNDH, 2010).

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Urdapilleta, A. (2014). Divulgación de los derechos humanos de las mujeres mayas [fotografía]

En este sentido, en materia de protección y defensa de los derechos indígenas, analizar con
perspectiva de género y enfoque de derechos humanos ha permitido identificar y modificar
diferentes tipos de discriminación y violencia, así como sensibilizar, formar y capacitar a personas
servidoras públicas de los ámbitos de justicia, seguridad, salud, vivienda, educación y trabajo,
entre otros, sobre todo a aquellas autoridades que en el desempeño de sus funciones han sido
mencionados en las quejas presentadas ante la CNDH por vulnerar el derecho a la igualdad, la
seguridad jurídica, la vida y la protección de la salud, así como por discriminación en razón de
género, por mencionar algunos de los hechos que afectan a las personas indígenas.

Para cumplir con esas atribuciones, la Cuarta Visitaduría General de este organismo nacional
integra la perspectiva de género, interculturalidad y derechos humanos en el análisis de la
situación de los derechos humanos de los pueblos y comunidades indígenas. A partir de esta
perspectiva, su compromiso como instancia defensora y protectora de los derechos humanos es
realizar acciones para prevenir actos violatorios como la detención arbitraria, la incomunicación,
los tratos crueles, la falta de asesoría jurídica inmediata y la ausencia de traductores en sus
lenguas. Además de conocer, analizar e investigar las quejas e inconformidades sobre presuntas
violaciones a derechos humanos, lleva a cabo actividades específicas como las visitas a las propias
comunidades indígenas del país y la atención brindada a la población indígena en reclusión.

Fernández, L. (s. f.). Divulgación en las comunidades y pueblos indígenas [fotografía]

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Entre las dificultades que enfrentan se pueden identificar la falta de personas traductoras en
diversas lenguas indígenas para realizar las entrevistas a las y los quejosos o agraviados; retraso o
ausencia de respuesta por parte de las autoridades a las solicitudes de información; dificultades
de comunicación o para realizar entrevistas directas con las personas quejosas o agraviadas,
particularmente de quienes residen en comunidades alejadas; ausencia de intérpretes en lenguas
indígenas en los centros de reclusión; insuficiente respuesta de las autoridades penitenciarias
para brindar información sobre la situación jurídica de internas/os indígenas; difícil acceso a las
comunidades indígenas para realizar actividades de promoción y capacitación por el escarpado
de los caminos, lo inaccesible de las poblaciones por exceso de lodo, mal tiempo o carencia de
transporte.

Lo anterior lleva a pensar que velar por la promoción, protección y defensa de los derechos de
este importante sector de la población implica conocer cuáles son los hechos que los vulneran,
qué aspectos de sus usos y costumbres resultan favorables y cuáles afectan la vida e integridad
de sus miembros, desde la percepción que las personas indígenas tienen sobre las violaciones a
sus derechos humanos, con el fin de propiciar una cultura de derechos humanos de protección
integral.

Aunado a lo anterior y ante este panorama,


la CNDH continúa con la difusión,
seguimiento, promoción e implementación
de las recomendaciones emitidas al
Estado mexicano en el Examen Periódico
Universal de la ONU, para generar espacios
de discusión en la toma de decisiones y
ejecución de políticas públicas concretas
que fortalezcan los derechos humanos de los
pueblos indígenas y sienten las bases para
que el Estado, en consulta y cooperación con
los pueblos indígenas, adopte las medidas
apropiadas, incluidas las legislativas, para
alcanzar los fines del Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT)
y la Declaración de las Naciones Unidas
sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas,
así como con la finalidad de presentar
Gómez, S. (2017). Difusión y promoción del
propuestas y resultados que contribuyan
Derecho a la Consulta Previa en comunidades
y pueblos indígenas [fotografía] a mejorar las condiciones de vida de los
pueblos y comunidades indígenas del país,
para que, de igual manera, tome en cuenta
la relación entre los sistemas normativos indígenas y los del orden jurídico positivo, respecto a
lo referido por la reforma constitucional publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10
de junio de 2011, donde se elevan a rango constitucional en materia de derechos humanos, los
tratados internacionales celebrados por el Estado mexicano.

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También persiste como objetivo primordial de este organismo continuar con la construcción de
una cultura de respeto que modifique las prácticas selectivas, discriminatorias y de exclusión
social que aún persisten en México, así como conocer sobre las omisiones en el ejercicio de la
autoridad frente a las obligaciones y deberes que tienen de respetar los derechos humanos y
promoverlos, protegerlos y garantizarlos frente a los integrantes de los pueblos y comunidades
indígenas.

En algunas ocasiones la interacción entre los géneros femenino y masculino, tanto en la interacción
social e institucional, como en las comunidades indígenas, conlleva a hechos de violencia de
género, venta y tráfico de mujeres indígenas y migrantes, entre otras problemáticas que pueden
llegar a constituir no sólo delitos, sino violaciones a derechos humanos en los ámbitos individual,
familiar, institucional e incluso estatal.

En este sentido, es fundamental contar con referentes cuantitativos y cualitativos sobre las
personas indígenas, que permitan identificar demandas e intereses específicos según el grupo
étnico al que pertenezcan y el lugar donde residan, que señalen los problemas prioritarios de
atención, combatan los rezagos y brinden igualdad de oportunidades a mujeres y hombres con
la intención de sentar las bases para una real y sustancial vigencia de sus derechos humanos.

Por ello, y a partir de la transversalidad de los enfoques de derechos humanos, género e


interculturalidad, se establece el eje para entender la problemática de las personas indígenas
frente al ejercicio pleno de sus derechos, al tomar en cuenta su forma de ser y estar en sus
comunidades y en la sociedad, por la manera en que viven sus condiciones reales de existencia
y al visibilizar la complejidad que adquiere la explicación de derechos diversos reconocidos en el
ámbito formal-legislativo, pero que en la práctica no han sido plenos para este sector.

Utilizar esta perspectiva de género como marco referencial ha hecho posible localizar en las
quejas interpuestas ante la CNDH los hechos violatorios de derechos humanos, esas situaciones
de desigualdad, inequidad e injusticia social que obstaculizan la eliminación de comportamientos
y prácticas administrativas discriminatorias y violentas que vulneran los derechos individuales y
colectivos de las personas indígenas en los ámbitos públicos y, en el caso de la violencia contra
las mujeres indígenas, también en los espacios privados, toda vez que a partir de un enfoque de
género y de derechos humanos se pueden identificar esas diversas formas de violencia contra las
mujeres y las niñas indígenas y entender tales hechos como una violación a derechos humanos,
además de combatir el fenómeno de la violencia de género a partir de las manifestaciones que
reviste en las propias comunidades indígenas.

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La Conferencia Mundial de Derechos Humanos subraya en especial la importancia
de la labor destinada a eliminar la violencia contra la mujer en la vida pública y
privada, a eliminar todas las formas de acoso sexual, la explotación y la trata de
mujeres, a eliminar los prejuicios sexistas en la administración de la justicia y a
erradicar cualesquiera conflictos que puedan surgir entre los derechos de la mujer
y las consecuencias perjudiciales de ciertas prácticas tradicionales o costumbres,
de prejuicios culturales y del extremismo religioso (Conferencia Mundial de
Derechos Humanos, 1993, p. 42).

De igual manera, la perspectiva de género permite hacer visible que la violencia constituye un
hecho de desigualdad de poder, tanto entre los géneros como dentro de ellos; particularmente,
permite analizar y entender la forma en que se despliegan esas relaciones desiguales e
inequitativas entre mujeres y hombres dentro de pueblos indígenas, así como en los espacios
laborales, educativos, culturales, médicos, de justicia, entre otros.

Esta labor institucional ha permitido visibilizar que, al recurrir a estas perspectivas


tridimensionales, de género, derechos humanos e interculturalidad, se puede posibilitar
una mejor convivencia, respetuosa de la legalidad, los derechos humanos y la diversidad que
caracteriza a los pueblos y comunidades indígenas, es decir, pacífica y armónica, con la firme
intención de que se les excluya de los grupos en situación de vulnerabilidad, lo cual significaría
brindarles expectativas de vida que les posibiliten trascender esa “vulnerabilidad”, es decir,
cambiar las condiciones de marginación, explotación, dominación y sometimiento en que han
permanecido por años, pasar a una diferente condición ya no de victimización, sino a otra donde
las personas indígenas sean consideradas como actores sociales y políticos, sujetos de derecho y
con derechos.

El interés por utilizar estos enfoques o perspectivas de análisis reside además en la posibilidad
de hacer visibles y analizar las situaciones de inequidad que atraviesan las políticas públicas
en materia de igualdad, no discriminación, acceso a la justicia y prevención de la violencia, con
la intención de modificarlas y motivar a las instancias de la Administración Pública en los tres
órdenes de gobierno y de los tres Poderes de la Unión a aportar a la construcción de una cultura
de legalidad y respeto a la dignidad de todo ser humano en el Estado mexicano.

Transversalizar el enfoque de derechos humanos desde una perspectiva de género amplía


aún más las posibilidades y especificidades que revisten los derechos humanos de las personas
integrantes de pueblos y comunidades indígenas, a partir de las determinaciones de género,
clase, etnia, edad, salud, condición social, situación jurídica, etcétera.

Este acercamiento hecho a la realidad indígena, desde un punto de vista sociológico que incluye
una visión intercultural y la perspectiva de género y de derechos humanos, ha posibilitado
conocer las categorías y conceptos que cada una de sus metodologías aporta no sólo para
entender las relaciones heterogéneas que han permitido la existencia de amplios grupos en
desventaja social, sino especialmente para integrar nuevos y diferentes enfoques teóricos que
expliquen esta realidad y proporcionen mecanismos para transformarla desde un punto de vista
ético, político y académico. Cumplir con este cometido implica ciertas premisas; una de ellas sería

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configurar una ciudadanía intercultural donde se establezcan reglas de convivencia democrática
con base en la redefinición de los conceptos de igualdad, equidad, universalidad y cultura, entre
otros, lo cual contribuiría, de ser el caso, a superar los conflictos entre el denominado orden
jurídico positivo mexicano (derecho) y los sistemas jurídicos indígenas (usos y costumbres).

De esta manera, utilizar la perspectiva de género y entenderla como una herramienta de análisis
socialmente propicia aporta elementos para explicar cómo se manifiestan las diferentes actitudes
individuales, los comportamientos colectivos y las expectativas sociales de mujeres y hombres
indígenas, así como identificar los enfoques teóricos y estereotipos que reproducen patrones
culturales de intolerancia, disfrazados de conductas humanitarias hacia sectores que a lo largo
del tiempo han sido considerados “débiles y vulnerables”.

Además, esa visión tridimensional posibilita diseñar estrategias de prevención a las violaciones
a derechos humanos a través de la emisión de recomendaciones, informes especiales, estudios o
diagnósticos, actividades de promoción, difusión, formación y capacitación, entre otras acciones
enfocadas a erradicar toda forma de discriminación y desigualdad hacia las personas indígenas,
tanto la que se da desde el Estado hacia los pueblos y comunidades, como la ejercida por la
propia sociedad en contra de estos sectores y sus integrantes.

Lo anterior implica contribuir a dejar de lado las ideologías etnocentristas que refuerzan la pobreza,
así como múltiples factores de desventaja por causas étnicas, territoriales o socioculturales que
limitan el acceso de los pueblos indígenas a los canales institucionales y mecanismos adecuados
para proteger sus derechos humanos, lo cual en la práctica se traduce en el menosprecio a su
cultura e identidad.

Desde un enfoque sociológico de los derechos humanos se considera que, junto a la


internacionalización y positivización de esos derechos (sistematización en los ordenamientos
jurídicos nacionales), es fundamental la etapa denominada de multiplicidad o especificidad de
los derechos humanos, la cual aporta la particularidad de los aspectos clave para el análisis de la
situación de esos pueblos y comunidades indígenas, ya que retoma la categoría o sector social
del que forman parte las personas que los integran, su condición económica y social, género,
edad, estado de salud o situación jurídica; con ello, se busca identificar los aspectos que pueden
favorecer su desarrollo integral como pueblos y como personas, aportar en la participación y
toma de decisiones para que sean el vehículo que lleve al beneficio de sus propias comunidades.

A nivel mundial, junto con la universalización se ha enfatizado el proceso de particularidad,


multiplicación y especificidad de los derechos humanos, lo cual ha hecho válida su inserción en
el Sistema de las Naciones Unidas como sistema universal para la promoción y protección, pero a
partir de esa especificidad que revisten no sólo los derechos indígenas, sino también los derechos
de las mujeres.

Acercarles esta visión sociológica puede aportar a las personas y pueblos indígenas, instrumentos
que faciliten el conocimiento de sus derechos y de los instrumentos jurídicos e instancias para
hacerlos valer. Por ello, si esta circunstancia se concreta en la realidad, contribuye a imponer
límites tanto al Estado como a la ciudadanía para que no afecten la vida, integridad, libertad,
seguridad y dignidad humana de las personas indígenas; por otro lado, permite delimitar la esfera

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de autonomía dentro de la cual se puede actuar libremente, al quedar protegidas las personas
contra los abusos de las autoridades o personas servidoras públicas y de particulares; por lo
anterior, puede ser favorable para contener los abusos de poder y todas las formas de violencia
en la sociedad.

Ante este amplio panorama y este importante cometido, no se puede dejar de lado la perspectiva
de la interculturalidad, ya que es complementaria de las metodologías de género y derechos
humanos, y sirve como sustento para modificar visiones racistas y discriminatorias que ignoran la
diversidad cultural y la heterogeneidad social, ya que legitiman la desigualdad social al imponer
una visión que ubica como inferiores a ciertos grupos étnicos y legitima la superioridad de otros
colectivos.

Para la interculturalidad es fundamental, entre otros aspectos, conocer la percepción que tienen
las comunidades indígenas sobre las violaciones a sus derechos humanos, desde los puntos
de vista de la perspectiva de género y de sus propias cosmovisiones, tradiciones e identidades
culturales, con el fin de erradicar de las legislaciones las concepciones discriminatorias de atraso
cultural, así como las prácticas administrativas y patrones culturales que atentan contra su
dignidad como personas.

Desde una visión intercultural, se establecen reglas a partir de la equidad, sin ignorar las
diferencias, y la convivencia implica el acuerdo de un mínimo de valores respetados por quienes
integran las comunidades. Se parte de reconocer la fuerza y potencialidades que tienen los
pueblos indígenas tanto en México como en América Latina de manera individual y colectiva, al
participar activa y conscientemente para cuestionar el modelo de desarrollo y de nación a partir
de una nueva ideología crítica ante las políticas del Estado mexicano, de manera que recuperan
sus propios valores y planteamientos para poder romper con cualquier tipo de opresión histórica,
como la marginación, la violencia de género, la discriminación, el racismo y todas las formas de
intolerancia en la sociedad.

Finalmente, integrar la perspectiva de género, interculturalidad y derechos humanos en el


análisis de los derechos de los pueblos y comunidades indígenas tiene como finalidad eliminar
criterios racistas y discriminatorios de las políticas públicas, las normas jurídicas y las prácticas
administrativas de las personas funcionarias públicas para propiciar espacios más dignos de
vivirse, donde la igualdad y los derechos humanos sean el parámetro de la convivencia social.

Algunos beneficios alcanzados en la promoción de los derechos humanos de los pueblos y


comunidades indígenas son la difusión y conocimiento de los derechos de los pueblos indígenas
que les han sido reconocidos en la Constitución mexicana, los instrumentos internacionales y,
en su caso, las leyes secundarias; saber la responsabilidad del Estado y las personas servidoras
públicas y dar a conocer los mecanismos e instancias a que pueden acudir si consideran
vulnerados sus derechos. En cuanto a las personas servidoras públicas, se ha logrado que
conozcan los derechos humanos de los pueblos y comunidades indígenas, su importancia y las
responsabilidades y obligaciones que tienen con ellos.

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Fuentes de información
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14
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