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Historia del Pensamiento II

Unidad 1 - Niccoló Machiavelli. La búsqueda de la unidad nacional a partir


de la uirtú principesca

Machiavelli y la filosofía política moderna: la desteologización


de la autoridad y la política como contingencia (el concepto de
Fortuna)

Nicolás Maquiavelo es el primer filósofo político moderno. La idea de “moderno” no es


igual que la idea de “modernidad”. Moderno se refiere a que la política comienza a ser
entendida como una instancia exterior a la creencia íntima de los individuos.

Hasta Maquiavelo, la actividad política tiene como objetivo la conquista de almas, el lograr
que la creencia en Dios no sea algo superficial. La actividad política consistía en ganarse el
alma de las personas; por lo tanto, en el proyecto cristiano el ámbito privado y el público
aparecían fusionados.

Desde Maquiavelo, la política es entendida como el ámbito específicamente de lo público, y


no se relaciona con nuestras creencias privadas; de esta forma, lo moderno es lo que
Sheldon Wolin ha llamado “la desteologización de la política”.

En este sentido Maquiavelo será moderno en cuanto que romperá con la tradición cristiana al sostener
que la actividad política no consiste en ganar el alma de las personas sino en entender a la política como
una forma exterior a las creencias.

Maquiavelo escribe en el contexto de la Italia de fines del siglo XV, principios del siglo XVI. Por entonces,
esta región estaba políticamente fragmentada por dos razones. Por un lado, por la incidencia de dos
poderes tradicionales: el Papado y el Imperio; por otra parte, por razones económicas: el desarrollo
urbano dominado por el capital mercantil (con su limitada capacidad de despliegue político en el
espacio).

Este escenario afectara a Machiavelo, quien no ve que se pueda gestar en este ámbito nada que pueda
llamarse comunidad. Siendo así, la formación de ésta en Italia, deberá ser el resultado de la actividad
política: en la figura del príncipe verá al agente político que, a partir de su autoridad, creará la
comunidad.

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A efectos de estudiar el pensamiento político de Maquiavelo, nosotros nos centraremos en


El Príncipe, si bien muchos de los principios que expone en esta obra ya no los sostendrá en
su etapa final.

En la estructura de El Príncipe analiza distintas formas de organización de principados


y comienza por establecer una clasificación, así diferenciará tres tipos de principados:
hereditarios, mixtos y nuevos, siendo el objetivo de estudio de El Príncipe son los
principados nuevos.

El principado hereditario es el tipo de principado en el cual la autoridad política está


fundada en componentes tradicionales. Una de sus particularidades es que la religión tiene
un lugar central en la legitimación de la autoridad. El ejemplo que utiliza Maquiavelo son los
reinos de Francia y el de España. Esta autoridad política legitimada en la religión no tiene
problemas para reproducirse porque la comunidad que gobierna es católica y en principio
comparte estos valores (recordemos que ningún tipo de análisis puede prescindir del tipo de
individuo que gobierna).

El principado mixto es el caso de un territorio invadido. Tienen un componente de


legitimidad tradicional pero, al mismo tiempo, otro componente de legitimidad nueva. Este
es precisamente el caso de la Italia de Maquiavelo en la cual sobre las comunidades
políticas del lugar se sobreponen las autoridades del invasor que se legitima por medios no
tradicionales como la cohesión. Aquí el problema de la reproducción de la autoridad política
es mayor.

Los principados nuevos son principados donde la autoridad política no reposa en


elementos tradicionales o religiosos ni en la fuerza del invasor, y estos serán el centro de la
atención de nuestro autor, él se enfocará en la reproducción de la autoridad en aquellos
principados que no reposan en la fuerza ni en la tradición.

Una forma de principado nuevo es el principado civil, es aquel principado donde la autoridad del príncipe
está basada en el control que tiene sobre la masa.

Este principado civil terminará siendo considerado por Maquiavelo como la mejor forma de
gobierno.

Este tipo de principado se adquiere por Fortuna y es sustentado tanto por los poderosos cuanto por el
pueblo. Este último es mejor para poder consumar el poder político, el pueblo es menos demandante del
príncipe porque lo único que quiere es no ser oprimido: el que tiene pocos recursos en vistas a
conservarlos responderá mejor al poder del príncipe.

La visión de Maquiavelo sobre los hombres en comunidad es muy negativa, aquí interviene la atmósfera
que el mismo observa en Florencia. El hombre, para nuestro autor, es incapaz de constituir por sí
mismo una unidad política: es egoísta, individualista y poco solidario aun cuando tenga el discurso
público correcto.

En cuanto a la gestión política, esta es ponderada en función de su eficacia y, si esto es verdad, la

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política no se justifica por medios éticos, por esto es difícil la continuidad de la autoridad política.

Al mismo tiempo, hay otra complicación que tiene que ver con la forma en que
conceptualiza la actividad política para lo cual utiliza una término central: FORTUNA,
con esto, Maquiavelo está mostrando que es un renacentista ya que retoma un
concepto que la antigüedad clásica (Tucídides, Tito Livio, Polibio) utilizó para
caracterizar la actividad política.

Fortuna desde la época clásica era una diosa que simbolizaba el temperamento femenino, era
imprevisible, arbitrariamente cambiante. En los términos modernos es contingencia (no se sabe en que
dirección va a evolucionar).

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La Uirtú principesca: el papel de la humanidad y de la


bestialidad (las ilusiones, la economía de la violencia y
la masa en política)

El otro concepto relevante en la obra de Machiavelo es el de virtú (que no


significa virtud), entendida como una cualidad que se adquiere, que se
aprende (mientras que la virtud es una cualidad de la que el hombre está
dotado). Virtú proviene de virtus que a su vez viene de viris, varón y. por
extensión, refiere a las cualidades o capacidades del varón. Lo que debe de
tener un príncipe que enfrente en forma exitosa a la Fortuna son
capacidades de varón, es decir, virtú.

Para poseer cualidades masculinas, el príncipe debe poseer la doble lógica del
centauro: mitad humano y mitad bestia.

El aspecto humano del príncipe virtuoso es el del legislador, el hombre de leyes, es lo que
permite institucionalizar la realidad en un conjunto de normas. Desde el punto de vista de la
bestia imitará a dos animales: el león y el zorro: fuerza y astucia. Aunque es imprescindible
la fuerza es también muy importante que el príncipe no aparezca como responsable directo
del uso de la fuerza, por esto debe apreciar la astucia del zorro y debe por lo tanto combinar
ambas cualidades. El príncipe debe gobernar una sociedad de zorros y leones, para constituir
un poder político, debe poseer las mismas cualidades de aquellos a los que debe dominar.
Respecto de este conjunto de cualidades dice Maquiavelo que el rasgo humano del príncipe
debe mostrarse, el rasgo brutal debe ocultarse mediante el engaño. El príncipe debe también
crear ilusiones pero nunca creerlas. Un ejemplo es el de la fortaleza que puede funcionar
como un elemento de ilusión.

Un nuevo concepto que analiza el autor es el de “economía de la violencia”.


Maquiavelo es el primero que plantea una dimensión del Estado como una
entidad que emplea la violencia la cual sin control es peligrosa.

El príncipe que accede al poder por crímenes no es virtuoso: debe de ser humano y mostrar
su faceta de legislador. Una manera de que sus dos aspectos se concentren es el empleo
racional de la violencia: el gobernante no debe reproducir su autoridad por mecanismos
puramente coercitivos, como la violencia, sino que debe economizarla. La autoridad política
no puede prescindir de la ética y sobre utilizar la astucia (que es una forma de ocultar la
responsabilidad ante el uso de la violencia para mantener el virtuosismo frente al pueblo); el
príncipe debe buscar el consenso y aquí, a través del estudio del uso racional de la fuerza y
del consentimiento como elemento fundamental para logra el reconocimiento político, es que
Maquiavelo llega al estudio de la masa.

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Cuando evalúa a la nobleza, Maquiavelo no tiene una opinión favorable de la misma,


tengamos en cuenta que él siempre está pensando en la formación y permanencia del poder,
en su institucionalización y desde este punto de vista la nobleza no es confiable. Cuando
habla de “construcción política desde arriba” no significa que acepte a la nobleza como su
vehiculo eficaz. A efectos de mantener el Estado, el pueblo es más noble que la nobleza ya
que ésta compite con el príncipe mientras que el aquél sólo pretende
no ser oprimido.

Ahora bien, una vez logrado el poder y alcanzada las formas institucionales del Estado, se
trata de perpetuarlo; el príncipe virtuoso pretende unir el poder y la gloria, esta última sólo
se alcanza cuando la creación del príncipe lo sobrevive, cuando ha logrado la
institucionalización del poder y del gobierno. Un príncipe puede ser virtuoso (por haber
logrado una forma viable de gobierno) y no ser glorioso (si su obra no sobrevive al
gobernante), lo que el príncipe debe buscar es la gloria.

En Maquiavelo, como en los otros pensadores políticos que estudiaremos, es


fundamental la comprensión del contexto político que ellos mismos viven.

En particular Maquiavelo persigue como fin bueno la unificación de Italia. La óptica de


Maquiavelo tiene dos vertientes:

1) un hombre que persigue buenos fines pero que debe utilizar malos métodos,
2) el príncipe que busca la verdad efectiva pero con moral no se puede construir
poder político en una sociedad que no cree en nada. En este punto es
conveniente establecer la distinción entre ética, que refiere a la conducta
colectiva de los hombres, y moral, que remite a la conducta privada de los
mismos; el parte del reconocimiento de una separación entre ética pública y
moral privada.

Maquiavelo es un moralista, él dice que se puede construir poder político con ética pero dado
que estamos en el mundo de zorros y leones, para gobernarlos es necesario ser zorro y león.
Es por esto que dirá que cuando la Iglesia se comporta en política no se comporta
éticamente. Por lo tanto, mientras que la política va por un lado, la ética puede ir por otro.

Maquiavelo plantea la separación entre estos dos aspectos pero en su obra se observa que
hay una dimensión que supone una superación de la división exacta entre ellos (cuando habla
de Agatocles o Fernando de Aragón).

Hay príncipes que quieren el poder por el poder mismo y otros que lo
institucionalizan, estos últimos serán los príncipes legisladores, los que
alcancen la gloria.

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El rol de la historia en el análisis político

El autor presenta su Príncipe como formando parte de una ciencia nueva en


la cual la historia es una fuente central (tenemos como ejemplo el capítulo
que habla de los emperadores romanos) que ayudará a esta ciencia nueva a
prevenir la fortuna (la contingencia) y aquí la memoria es un elemento
central.

Al realizar un análisis científico de la política con los cambios de Fortuna comprueba que la
gente pierde la memoria. La memoria es el resultado de la fortuna, que por sus cambios hace
que la gente olvide rápido, por lo tanto el príncipe debe tener buena memoria y trabajar
sobre la mala memoria de los pueblos. El príncipe no debe ser presa de la falta de memoria
política, la cual crea ilusiones en las que él debe evitar caer, al mismo tiempo, sí puede
crearlas y hacer un uso político de ellas; no se puede evitar la ilusión, pero si se debe
emplearla con fines políticos. La ilusión es inevitable por los cambios de fortuna que borran la
memoria.

A través de El Príncipe Maquiavelo va a tratar de construir una ciencia nueva, y aquello que
hará de la política un “conocimiento científico” será la historia, siguiendo a nuestro autor, se
deben extraer ejemplos de ella porque la política es contingencia, es Fortuna y si hay
memoria, esta sirve para hacer la política más predecible a los cambios de Fortuna.

Maquiavelo tiene muy en cuenta el estado de opinión, la opinión pública es central al menos
en dos aspectos:

Primero el príncipe, a pesar de que debe tener cualidades de bestia debe


mostrarse humano, debe ocultar la parte brutal para poder reproducir la
autoridad a través de la simulación.

El segundo aspecto es el de la masa, él tiene muy en cuenta el nivel de opinión


del pueblo (la masa es el conjunto indiferenciado de individuos que atraviesa a
todos los sectores sociales).

Para Maquiavelo, pueblo es lo que ahora llamaríamos masa, el pueblo está compuesto por
distintas clases sociales y posee creencias que van más allá de su pertenencia económica y
social. Hay que saber captar el estado de opinión para reproducir la autoridad política.

El príncipe virtuoso es así el que combina las cualidades de la bestia (que refieren
a la violencia) con el empleo de la astucia dirigido hacia la manipulación de la
masa como forma de obtener consenso.

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Hacia el final de su obra, Maquiavelo tiene dudas respecto de que el príncipe tenga fuerza
como actor político (no en El Príncipe) concluye que, si bien el príncipe tiene fuerza creativa
(casos de Marco Aurelio y Fernando de Aragón), también tiene mucha fuerza destructiva, por
lo tanto hay que confiar más en el pueblo que en un príncipe.

No debemos olvidar que se trata de un pensador inmerso en un contexto


político cultural determinado: la península itálica. El observa el gran
desorden político, detrás de éste es que ve al hombre como a un ser
egoísta, que no cumple con su palabra.

Concluirá así que la solución de los problemas es la política, por lo tanto no es


oportunismo pragmático: escribe El Príncipe para que exista una casa bajo la cual
se unifique Italia, por esto se combina el oportunismo y el pragmatismo con el
cambio político (este concepto no se puede asumir para nosotros en el siglo XXI,
bajo nuestra visión decepcionada de la política).

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CONCLUSION: El nacionalismo como solución

El tipo de solución que Maquiavelo da a la autoridad, la comunidad y la


representación sugiere una idea: existe comunidad si existe autoridad. El
elemento cohesivo de la sociedad va a ser la autoridad, el príncipe está
puesto como núcleo de esa cohesión. Primero la autoridad y por esta se
funda la comunidad.

El problema de la representación es el de la relación entre la autoridad y la comunidad. El


tema de la representación no está rigurosamente pensado en El Príncipe, da la impresión de
que la virtu del príncipe basta para mantener la cohesión de la comunidad sin que existan
relaciones precisas (sólo da alguna observación general: el príncipe debe ser magnánimo, dar
fiestas, etc.).

Elabora si una solución respecto a la representación cuando la liga al interés: cómo se


cohesionan individuos que son diferentes, que tienen intereses diferentes, es decir cómo
construir un terreno común en un cuerpo social. El dirá que es el nacionalismo el que puede
lograr la cohesión haciendo pertenecer a todos los individuos a una unidad nacional común.

La virtud principesca y el nacionalismo serán entonces el colorario de su obra.

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