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La imagen pública en Maquiavelo

y su posible actualización en reflexiones


recientes.

Nombre: Paulina Jara W.


CFI : La filosofía como
cosmovisión
Profesor: Juan Gómez Margulis
Fecha : 04.10.09
“Nadie
había sostenido con anterioridad que fuera función
del conocimiento político instruir a los gobernantes
en las técnicas del mal, porque nadie había creído
que la perversidad fuera el precio exigido para
sobrevivir”
[Maquiavelo, El Príncipe]

Si El Príncipe ha podido ser consagrado como la exposición perfecta de la técnica del poder

es porque Maquiavelo cercenó la relación que la política mantenía en su tiempo con el

teocratismo de base medieval que perduraba a través del poder temporal del Papado. Al

independizar la política de la religión, al romper, en suma con la tradición medieval

teocrática que establecía su fin en una vida ultra terrenal, Maquiavelo asigna una nueva

misión a los individuos y a las naciones. La antigua teocracia es sustituida por la patria,

comunidad que cohesiona a los individuos, átomos perdidos fuera de ella. Las naciones, de

manera similar a los individuos, tienen un papel histórico, pero envejecen y son

reemplazadas en su misión por otras naciones. En consecuencia, el poder ha de orientarse

hacia el fin de mantenerlo comprendido en la duración de su tiempo y el espacio de la

nación y para todo ello, es necesaria la aplicación de la VIRTÚ que debe poseer el buen

príncipe, la virtú por lo tanto, es la voluntad de poder de la capacidad para forjar un Estado

en el devenir necesariamente imprevisible de los acontecimientos humanos; siendo

considerados estos elementos que escapan de la voluntad humana como la FORTUNA; de

modo que la virtú del príncipe consiste precisamente en saber actuar en cada situación que

pusiera su poder y soberanía en jaque para salir victorioso; de otro modo, a través de la vitú

de quien gobierna la fortuna puede ser combatida favorablemente para quien gobierna.
Maquiavelo, se ha visto mucho más Maquiavélico de lo que realmente resulta ser.

De hecho es de él de donde proviene este adjetivo calificativo dado por las lecturas

posteriores. Muchas veces leemos sobre Maquiavelo de su despotismo de su casi “falta de

cordura” sobre el actuar del príncipe a quien no le importa nada sobre sus gobernados a

excepción sólo de gobernarlos y saber cómo es que hay que mantener el poder; es entonces

cuando estas lecturas posteriores hacen hincapié en una pequeña frase de Maquiavelo El fin

justifica los medios, “hay una apropiación banal, podríamos decir, que hacen de

Maquiavelo tan sólo el autor de consejos inmorales e inescrupulosos de gobierno, que le

atribuye, podríamos decir, el ser… maquiavélico”1. Sin embargo las relecturas de sus obras,

nos dan a entender otra cosa, y es que el autor, en su principal obra El príncipe,

simplemente hacía una suerte de catalogación del cómo actuaban los gobernantes en la

época , un acercamiento a la realidad política de su contemporaneidad y no así una

idealización de la vida política; sin embargo, “es posible advertir que el realismo objetivo y

el nacionalismo apasionado eran la expresión de dos tipos diferentes de compromiso por

parte de Maquiavelo, quien cuando intentó describir los males políticos de Italia, recurrió al

lenguaje de la pasión moral”2, de modo que lo que hace es una crítica al actual régimen

soberano de su tiempo, y una idealización , u añoranza por los tiempos del republicanismo

de Roma. En sus Discursos da cuenta de su desconfianza del principado, la aristocracia y la

democracia en su gobierno autónomo ya que “el principado se vuelve tiránico, la

aristocracia con facilidad evoluciona en oligarquía, y el gobierno popular se convierte en

licencioso sin dificultad”3. Es entonces cuando se ve el rechazo a las formas puras de


1
Claudia Hilb. Fortuna y virtud en la República democrática. Ensayos sobre Maquiavelo. Buenos Aires:
CLACSO, noviembre, 2000 P. 127
2
Sheldon Wolin. Política y perspectiva. Amorrortu, , 1974 P.219
3
Nicolás Maquiavelo. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Alianza Editorial, Madrid, 2005. p.35
gobierno y plantea esta añoranza antes mencionada por el sistema republicano.

“Conociendo este defecto, los legisladores prudentes huyen de cada una de estas formas en

estado puro, eligiendo un tipo de gobierno que participe de todas, juzgándolo más firme y

más estable, pues así cada poder controla a los otros, y en una misma ciudad se mezclan el

principado, la aristocracia y el gobierno popular”4. Y podemos concluir que efectivamente

las relaciones del pensamiento político de Maquiavelo que se tienen en el campo extra

académico, son relaciones absolutamente erradas.

Por otro lado, podemos percatarnos fácilmente del tema de la apariencia en

Maquiavelo, la imagen pública. Pero para ello, es necesario tener un acercamiento aún

mayor a la teoría del poder supuesta por Maquiavelo.

La tesis central del realismo político de Maquiavelo sostendría que existe un

divorcio entre la ética y la política, rompiendo de esta manera con toda la concepción

clásica de que al fin la política sería el desarrollo de la ética del individuo. Esto, porque el

enfoque normativo [propio de los clásicos] insistía en el deber ser y no en el ser mismo al

que apunta Maquiavelo, quien desautoriza por irreal al deber ser. Maquiavelo conceptualiza

lo político en base a la dimensión del poder a diferencia de los clásicos quienes siempre

vieron la degeneración de lo político. De modo que insiste en que este divorcio es un hecho

real [ no es que hable de lo que él quiere que suceda, y es aquí donde se producen las malas

interpretaciones de su pensamiento maquiavélico] y lo que políticamente pueda ser bueno,

no siempre puede serlo en la ética. “Siendo mi intención escribir una cosa útil para quien la

4
Ibid, p. 38.
comprende, me ha parecido más conveniente seguir la verdad real de la materia que los

desvaríos de la imaginación concerniente a ella”5.

Es aquí donde entra en juego la Virtú, siendo esta la capacidad de sobreponer lo

público sobre lo individual, capacidad del gobernador de poner la fortuna a su favor. “Es

necesario que un príncipe que quiere mantenerse aprenda a no ser bueno, y a servirse según

las circunstancias”6 [ Nicolás Maquiavelo hace pie de página diciendo dígase lo que

quiera; lo fundamental es mantenerse y conservar el buen orden del estado ], porque el

autor mantiene esta especie de sarcasmo, que el príncipe debe saber mantener bajo su

control el poder.

Este filósofo tiene la misma concepción que Platón presenta en el discurso de

Adimanto en su libro “La República”; quien sostiene que uno [como gobernador] debe

procurar ser justo pero no serlo. Por ello se tiene fama de justo, sin embargo sin pagar los

costos de serlo. De este modo la ética es políticamente importante pero a modo de

herramienta [por el mismo divorcio] ya que el actor político sabe del divorcio de la ética

con la política, pero públicamente debe disimular esta verdad. En los Discursos es posible

identificar directamente esto a un ejemplo que Maquiavelo da sobre lo que alguna vez

aconteció en Roma: “Tras la expulsión de los Tarquinos, una grandísima unión entre la

plebe y el senado, como si los nobles hubiesen depuesto su soberbia y se hubiesen vuelto de

espíritu popular […] esta impresión engañosa nacía de causas que permanecieron ocultas

mientras vivieron los Tarquinos, pues la nobleza, temiendo a éstos, por un lado, y teniendo

miedo, por otra parte de que la plebe no se le uniese si era maltratada, se portaba
5
Nicolás Maquiavelo. El príncipe. SARPE, Madrid, 1983. P.37
6
IBID. P.98
humanamente con ella, pero apenas murieron los Tarquinos y se desvaneció el temor de los

nobles, comenzaron a escupir contra la plebe el veneno que habían escondido”7.

Parece ser entonces que el énfasis sobre cómo los gobernantes mantienen el poder

se da en la apariencia que dan en el espacio público para no causar pánico sobre el

denominado divorcio, porque la apariencia es parte de la Virtú que ocupan en la fortuna que

les toca para poder mantener el poder en sus manos.

De esto emana la teoría de la doble naturaleza que deben poseer los príncipes

conforme a la virtú esperad [que es la manera de combatir]. Dícese de esta doble naturaleza

que “hay dos maneras de combatir: una con leyes, y otra con la fuerza; la primera es propia

del hombre, la segunda lo es de los animales; pero como muchas veces la primera no basta,

conviene recurrir a la segunda. Por tanto, a un príncipe le es necesario saber hacer buen uso

de una y otra”8.[ A su vez esta fuerza posee una doble naturaleza: la parte del león y la del

zorro; fuerza y astucia respectivamente]. De esta forma la virtú consiste en adecuarse al

cambio de los hechos y no se puede actuar de manera rígida; al ser esto así es que se debe

apoyar en su doble naturaleza.

La apriencia por lo tanto es necesaria para quienes no conocen la verdad del

divorcio entre la ética y a política y a ellos está dirigida esta apariencia. Lo que conviene es

parecer justo y no serlo, porque lo que importa es el cómo apareces de manera que la ética

debe ocultar y fingir esa verdad para quienes no estén capacitados a saber la terrible verdad,

ya que por bien público, todo príncipe debe ensuciarse las manos y si de esto no sabe el
7
Nicolás Maquiavelo. Discursos sobre la primera década de Tito Livio. Alianza Editorial, Madrid, 2005
8
Op.cit. El príncipe.p.107
pueblo, y ve al príncipe como valioso gobernador que en apariencia busca el buen gobierno.

Dice de alguna manera que si el pueblo está conforme con su actuar, éste le será fiel y en

tiempos de crisis apoyarán al gobernador y lucharán con él y no en contra suya si de otro

modo fuera el caso.

Para esto el libro [El Príncipe] deja ciertos consejos a seguir por parte de los

gobernantes: “Hay más sabiduría en soportar la reputación de avaro, que produce una

infamia sin odio, que en verse, por el deseo de tener fama de liberal, en la necesidad de

incurrir en la nota de rapaz, que produce una infamia con odio”9, esto emana de la teoría de

que es más seguro para un príncipe ser temido que amado, porque el temor infunde respeto

a diferencia del amor que apenas produzca la más mínima de las decepciones los súbditos

darán la espalda y se rebelarán.

Del desastre de que el pueblo se entere de la terrible verdad a causa de que el

gobernante no haya sabido aparentar, nos podemos percatar en los discursos cuando habla

de la función del Oráculo en el actuar del príncipe, que muchas veces no resultaban ser

ciertos y en realidad el gobernante hacía parecer que era voluntad divina y no la de él. Pero

“como éstos comenzaron luego a hablar a gusto de los poderosos, y su falsedad descubierta

por el pueblo, los hombres se volvieron incrédulos y apropiados para destruir cualquier

orden bueno”10.

Sin lugar a dudas, el espacio público del que habla Maquiavelo era reducido por

cuanto a los clásicos ya que éste sólo era posible en un cara a cara. “Remitía entonces a la
9
Maquiavelo, El Príncipe. SARPE, Madrid, 1983.P.102
10
Maquiavelo. Discursos sobre la última década de Tito Livio. Alianza Editorial, Madrid, 2005. P.72
plaza pública […] donde los ciudadanos deben reunirse para debatir sobre asuntos

concernientes al gobierno de la ciudad”11. Por otra parte el contexto en el que habla

Maquiavelo [Modernidad] se ampliaba un poco más tal espacio público en la medida en

que existía ahora la imprenta, lo que traía un mayor número de “espectadores”; sin

embargo, seguía siendo reducido por la escasa amplitud de personas letradas. Jhon B.

Thompson dice que con el desarrollo de la imprenta y otros medios de comunicación los

gobernantes comenzaron a adquirir un tipo de “publicidad” desligada de su aparición

física ante un conglomerado de personas. Los gobernantes usaron los nuevos medios de

comunicación no sólo para promulgar decretos oficiales, sino también para fabricarse una

imagen personal que podía ser transmitida a otros lugares distantes.

Thompson en su ensayo “La transformación de la visibilidad” asegura que los

medios de comunicación terminan radicalmente con el carácter de una discusión cara a cara

como fue en los tiempos de los clásicos estudiados por Maquiavelo; por ello dice que en las

primeras formas de sociedad, la visibilidad de los individuos, acciones y eventos estaba

intrínsecamente unida al hecho de compartir un lugar común: los individuos eran visibles

en la medida en que podían ser vistos por otros que compartían el mismo contexto espacio

temporal. Señala que aún así con el desarrollo de los medios de comunicación, sin

embargo, la visibilidad de los individuos acciones y eventos es independiente de la

circunstancia de compartir un lugar común: los individuos se hacen visibles a otros que se

encuentran en contextos distintos y distantes; además la administración de la visibilidad

[definido por el autor como un arte esencialmente imperfecto] se habría transformado en

una característica inevitable de la política moderna. Es por ello que la distinción de lo

11
Jean-Marc Ferry. “Las transformaciones de la publicidad política” en El nuevo espacio público. P.13
público y lo privado se vio en un gigantesco cambio luego de la llegada de los medios de

comunicación. Antes era público lo que se podía ver en la plaza pública, los comunicados

que mandaba a anunciar el príncipe a sus súbditos mediante funcionarios que salían a gritar

a la calle parados en una tarima para “hacer presencia”. Lo público resultaba encontrarse

ahí en la calle y lo que correspondía a lo que acaecía a la familia era el ámbito de lo

privado. Resultaba extraordinariamente más fácil aparentar una u otra cosa por parte de los

gobernantes hacia los súbditos.

Pero lo que sin duda no previó Maquiavelo fue la llegada de “los medios masivos de

comunicación quienes crearon nuevas formas de la concepción de lo público […] esta

nueva publicidad de los individuos, acciones o eventos ya no está ligado a la circunstancia

de compartir un lugar común, las acciones son independientes de la capacidad de ser vistos

u oídos directamente por una pluralidad de individuos copresentes” 12 de manera que las

imágenes de los monarcas no sólo se difundían en las pinturas o por la voz de la opinión

pública sino también por la imprenta y más tarde medios masivos. La imprenta no fue gran

problema para los gobernadores debido a que casi la mayoría de las veces [si es que no es

todas] quienes escribían eran parte del cuerpo de funcionarios del rey, de modo que la

imagen que se formaba era de acuerdo a lo que el rey quería que se supiese de él en lo

público y su apariencia podía continuar cubriendo sucesos no muy favorables a la imagen

del gobernante.

Sin embargo, los medios masivos de comunicación electrónicos como la radio y,

sobre todo, la televisión, representó en alguna medida una diferencia en los tipos de

12
Jhon b. Thompson. “La transformación de la visibilidad”. Estudios públicos, 90, 2003. p.281
publicidad, ya que crearon una forma de publicidad que podríamos llamar “simultaneidad

desespecializada”: personas distantes podían ser vistas de manera virtualmente

simultánea, podían oírse en el mismo instante en que hablaban o verse en el mismo

momento en que actuaban. Las cosas tales ya no cabían dentro de lo que pudiese ser

premeditado, ahora el espacio era de lo natural; las cosas de la apariencia se iban haciendo

un poco más difíciles o más fáciles; lo que Thompson describe como un arma de doble filo.

La radio y la televisión son objetos a los cuales cada vez más las personas tenían

acceso. Lo público comenzaba a aposentarse en lo privado, el político daba conferencias

que eran transmitidas de inmediato vía medios electrónicos. Y lo que antes sólo podía verse

en la calle o la plaza pública ahora se puede ver en la comodidad del hogar, en el mundo

privado. “Ahora los líderes políticos pueden dirigirse a sus gobernados como si fueran

miembros de la familia o amigos” 13, esto, diría Maquiavelo, políticamente es muy útil, es

un arma perfecta para combatir, representaría la ambivalencia natural de lo político estando

presente el lado racional y el del zorro, la astucia, ya que al aparentar ser amigo o familiar

adquiere más seguidores que sienten a éstos como cercanos. Pero, como dice Thompson, es

también un arma de doble filo ya que este medio de aparición en cualquier caso resultaría

ser favorable, sin embargo no contando con las intenciones propias del medio, es decir la

línea editorial. “Las formas mediáticas podían ser usadas no sólo para promover y exaltar a

dichas personalidades, sino también para atacarlas y denunciarlas” 14. La revelación de

ciertas cosas que ocurrían en el ámbito de lo privado del personaje político a veces se veían

en lo público al ser divulgadas en los medios de comunicación, y viéndolo de este modo, la

política de la apariencia analizada por Maquiavelo, se ve absolutamente mermada, puesto


13
IBID.p.283
14
Op. Cit.p.284.
que la apariencia del gobernador, se daba sólo en lo público y mantenía en lo privado, lo

que encubría, que resultaba ser éticamente corrupto. Por lo que en lo público el gobernador

se podía ver como un buen gobernador, que actúa en beneficio del pueblo, los mantendría

satisfechos y al darle el trabajo sucio [que proponía Maquiavelo] a otros, eran estos otros

quienes se veían envueltos en malos pasos y eran éstos por lo tanto quienes eran vistos

públicamente con malos ojos. En lo privado por lo tanto se mantenía este pacto del

gobernador de dejar a otros el trabajo sucio y de este modo se comprueba la teoría del

divorcio de la ética con la política y que para que esto no cause una impresión tan grande

que haga que el pueblo se rebele contra el gobernante, éste debe aparentar ser bueno

conforme a la virtú que posee para colocar la fortuna a su favor.

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