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Coordinación – Centro Local Lara
Pese a que los países no están obligados a cumplir los artículos o garantizar
estos derechos, la Declaración sirve como documento de trabajo para garantizar
que todas las personas pueden vivir con dignidad y en condiciones de igualdad y
libertad. Hoy en día, la violencia provocada por las guerras, la pobreza y la
situación de desamparo que afecta a migrantes y refugiados nos recuerdan la
grave situación en la que se encuentran millones de personas en todo el mundo.
Por eso, la defensa de los derechos humanos sigue siendo totalmente necesaria.
El estado de derecho y los derechos humanos son las dos caras del mismo
principio: la libertad para vivir con dignidad. El estado de derecho y los derechos
humanos, por tanto, guardan una relación indivisible e intrínseca. Los Estados
Miembros han reconocido plenamente esa relación intrínseca desde la aprobación
de la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la cual se afirma que es
esencial que «los derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho,
a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión
contra la tiranía y la opresión». En la Declaración del Milenio , los Estados
Miembros se comprometieron a no escatimar esfuerzo alguno por fortalecer el
estado el derecho y el respeto de todos los derechos humanos y las libertades
fundamentales internacionalmente reconocidos. En el Documento Final de la
Cumbre Mundial 2005 , los Estados Miembros reconocieron que el estado de
derecho y los derechos humanos se encontraban entre los valores y principios
fundamentales, universales e indivisibles de las Naciones Unidas. En
la Declaración de la Reunión de Alto Nivel sobre el Estado de Derecho, los
Estados Miembros hicieron hincapié en que los derechos humanos y el estado de
derecho estaban vinculados entre sí y se reforzaban mutuamente.