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Los derechos humanos desde los distintos paradigmas.

Por Ana Juanche y Ma. Luisa González

“... no existe nada más difícil que volverse críticamente consciente de las presuposiciones de
nuestros puntos de vista.”
E. F. Schumacher

“La gente que vive a la orilla del mar llega a acostumbrarse tanto al ruido de las olas que deja de
percibirlo. Por razones semejantes, rara vez oímos las palabras que pronunciamos.”
Víctor Sklovskij

Todos partimos de una noción de lo que son los derechos humanos. Noción que podrá
estar más o menos elaborada argumentalmente, y que enmarca nuestro accionar en cuanto al
reclamo, la defensa y la vivencia de nuestros derechos y los de los otros. En esta ponencia
queremos compartir algunos de los fundamentos teóricos que se han elaborado en torno a qué y
cuáles son los derechos humanos y sus esencias, hacerlos evidentes y comprender algunas de sus
implicancias prácticas. Nuestra propuesta es ubicar las diferentes posturas teóricas y desarrollarlas
siguiendo una doble mirada, poner en manifiesto lo que designamos sus “caras” y sus
“contracaras”, en un paralelismo que permita contrastar, valorar, confirmar y elegir los
fundamentos que a cada uno le resulten más convincentes. También esperamos que esto sea una
puerta de entrada al tema, para que aquellos que lo deseen puedan seguir profundizándolo.

Las definiciones más difundidas de los derechos humanos se mueven en tres grandes
líneas, aquéllas que los consideran específicamente normas jurídicas, aquéllas que los ven en su
dimensión ética y las posturas eclécticas que combinan la juridicidad con la ética.

Concepciones jusnaturalistas

Sus primeras manifestaciones surgen en la antigua Grecia, sin embargo, en esta


oportunidad nos referiremos sólo a sus características más generales a partir de la
conceptualización que se le dio desde el siglo XVII europeo en adelante. Para el jusnaturalismo los
derechos humanos son naturales, innatos, inalienables e imprescriptibles. Se desprenden de un
Derecho Natural no escrito al que acceden los seres humanos bien por la razón, bien por la
revelación. El énfasis, entonces, está dado en su dimensión ética más que en su concreción
jurídica.


Fragmento de la ponencia presentada en el Seminario “Periodismo y Derechos Humanos”,
organizado por Serpaj Uruguay en julio de 2004.

Ana Juanche es Maestra, Lic. en Lingüística y Mag. en Derechos Humanos; Luisa González es
Profesora de Derecho y Sociología.
1
A esta postura adhiere explícitamente nuestro ordenamiento jurídico, a través del artículo 72 de la
Constitución vigente.

Algunas de sus principales características, a nuestro juicio son:

1) los derechos son naturales: la cara, el jusnaturalismo al plantear que los derechos están en la
naturaleza humana aporta un fundamento que es garantía de universalidad, es decir, todos los
seres humanos sólo por serlo tienen los derechos. La contracara: este fundamento se basa en un
axioma, es una generalización abstracta realizada por el hombre (varón) blanco, europeo,
intelectual quien desde su realidad particular extendió a toda la humanidad sus necesidades
privativas. La dificultad aquí está en reconocer las peculiaridades de las personas, de los grupos, de
las etnias, etc.

2) los derechos son anteriores al contrato social: la cara, en consecuencia de lo anterior, los
derechos son naturales y no sociales; pre-existen por tanto, al ser humano y a la sociedad. La
contracara: no es necesaria ni la organización, ni la participación para la conquista de los derechos
porque ya están dados. De alguna manera esta condición paraliza a los sectores sociales en sus
acciones.

3) los derechos requieren un Estado liberal: la cara, reivindica la libertad humana como derecho
fundamental y en ese sentido le plantea límites al Estado en sus actividades, a sus potenciales
abusos. Su presencia queda reducida a garantizar esa libertad y los restantes derechos civiles y
políticos, derechos individuales. La contracara: la defensa de los derechos civiles y políticos por
parte del Estado requiere también una presencia efectiva del mismo, un hacer y no simplemente
un dejar hacer. Y esta concepción, afín al liberalismo político y económico, propone la no
intervención del Estado en el mercado, lo que deja a los derechos económicos, sociales y
culturales y a los derechos de los pueblos sin una garantía efectiva por parte del Estado.

4) los derechos fundamentales son los civiles y político: la cara, prioriza las libertades individuales
en relación directa al presupuesto de la igualdad de todos los seres humanos. La contracara: el
supuesto de la igualdad no se asienta en realidades sociales sino que es un principio abstracto que
trajo aparejado el aumento de las desigualdades reales. Ello generó la necesidad de crear, por
ejemplo, el derecho laboral; a través de él se propone crear una situación de equilibrio entre dos
sujetos (obrero-patrón) que en la práctica ocupan lugares de poder y riqueza diferentes.

Concepciones Positivistas

Son propias del siglo XX, cuando los derechos humanos se expanden de la mano de las
democracias liberales y sus ordenamientos jurídicos comienzan a explicitarlos en documentos
nacionales e internacionales. Uno de sus principales exponentes es el italiano Norberto Bobbio. El
término positivismo en este contexto hace referencia a la manifestación jurídica, o dicho de otro
modo, a formar parte del Derecho Positivo de un Estado. En consecuencia, los derechos humanos
son normas jurídicas aprobadas por los gobiernos nacionales y por la Comunidad Internacional. No
son, por tanto, naturales sino políticos. Sí son inalienables e imprescriptibles, en la medida que
cada legislación nacional así lo prevea.

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Algunas de sus principales características, a nuestro juicio son:

1) los derechos están escritos: la cara, al tener forma y contenido de norma jurídica son una
referencia y una garantía para la población frente a los abusos y desconocimientos de parte del
Estado y de los sectores poderosos en general. La contracara: la aprobación jurídica del derecho
los deja fijos, dificultando su dinamismo, su adecuación a los cambios sociales. Las modificaciones
del ordenamiento jurídico tienden a ser más lentas y tardías que las que vive la sociedad misma,
generándose un atraso entre la evolución de la conciencia ética de la población y la puesta al día
por parte de las autoridades nacionales en su accionar legislativo.

2) los derechos son para todos: la cara, una característica de la norma jurídica es su generalidad. La
aprobación jurídica de los derechos se realiza con ese carácter, por tanto, toda la población es
considerada sujeto titular de derechos humanos. La contracara: al igual que en el jusnaturalismo,
al generalizar se está desconociendo las realidades particulares de género, de edad, de etnia, de
situación socio-económica, etc. Esto puede favorecer los escenarios de injusticia.

Concepción Histórico-Crítica

Desde la antigüedad existen posturas críticas frente a las hegemónicas. Los aportes para
desarrollar una mirada cuestionadora del ordenamiento vigente vienen de muchas corrientes,
siendo la dialéctica una de ellas. Para este enfoque los derechos humanos son un todo complejo
de normas jurídicas y de valores éticos que se influyen mutuamente en un proceso de cambio
constante. Existen en una relación de interdependencia conflictiva.

Algunas de sus principales características, a nuestro juicio son:

1) los derechos son producto de la lucha: la cara, el reconocimiento del Estado y de la Comunidad
Internacional de los derechos se da con posterioridad a la movilización, organización, reclamo de
las personas, grupos o comunidades. La contracara: para que se dé una lucha organizada en pos
de la conquista de un derecho es necesario el desarrollo de la conciencia sobre la injusticia de una
situación. Sin que se sienta esa necesidad no va a darse la búsqueda, ni la denuncia, ni el reclamo.

2) los derechos son culturales: la cara, en palabras del filósofo uruguayo Mario Sambarino, en la
naturaleza hay hechos no derechos. Por tanto, estamos frente a una realidad creada
culturalmente y que refleja la diversidad cultural de la humanidad. Tampoco se trata simplemente
de un descubrimiento realizado por las culturas europeas de los siglos XVII y siguientes. Todas las
sociedades humanas de todos los tiempos han hecho sus aportes a la construcción de las éticas
universales. La contracara: la diversidad cultural (que es uno de los derechos humanos) genera un
conflicto con la igualdad de derechos para todos. Estamos frente a una tensión entre relativismo
social y cultural por un lado, y universalidad por otro. Por ejemplo, ¿qué pasa con los derechos de
las minorías gays?, ¿qué pasa con los derechos de etnias insertas en las geografías de Estados
occidentales?

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3) los derechos son conflictivos en sí mismos: la cara, la mirada dialéctica de la realidad nos alerta
sobre las situaciones conflictivas y rechaza una visión armoniosa de la misma. Visualizar las
contradicciones nos facilita la toma de conciencia sobre las dificultades en el diálogo, en la lucha,
en la confrontación de intereses, etc. y por ende nos evita caer en posturas ingenuas. La
contracara: la puesta en práctica de los derechos genera tensiones entre ellos porque la plena
vigencia de uno puede limitar a otro/s, la interrelación se da en un interjuego de poder entre
todos los derechos y todos los actores sociales. La dificultad estriba en que no siempre se
encuentran soluciones a los conflictos, y menos aún de consenso. Citemos como ejemplo la
legislación sobre la salud reproductiva.

4) los derechos son interdependientes, indivisibles e integrales: la cara, la construcción de


categorías de derechos responde a criterios ajenos a esta mirada holística. Los derechos humanos
son una totalidad compleja y toda clasificación es arbitraria y su elaboración debe responder sólo
a necesidades de comprensión pero no puede justificar una jerarquización. La contracara: las
relaciones recíprocas de unos derechos respecto de los otros genera dificultades en sus abordajes,
en sus puestas en práctica, en el diseño de las garantías jurídicas que los protejan.

Concepciones desde Culturas no Hegemónicas

Si estamos de acuerdo en reconocer que todas las culturas de la humanidad han diseñado
sus códigos éticos, y si partimos de comprender que los derechos humanos tienen una doble
dimensionalidad ético-jurídica, entonces tendremos que hacer un recorrido por esa diversidad
cultural para recoger esos aportes, generalmente no escritos y de orígenes étnicos tan variados. El
surgimiento, por tanto, se debe rastrear desde los umbrales mismos de la humanidad. Su
expresión es muy heterogénea, sin concebirlos en términos jurídicos y, menos aún, sin usar el
término derechos humanos. Lo que sí se ha podido apreciar desde la antropología y otras
disciplinas es que estas culturas tienden (o tendieron, en el caso de las extintas) a desarrollar una
ética de convivencia integral del ser humano con el todo que es el cosmos. El ser humano es una
parte más de la naturaleza, ante ella y sus múltiples manifestaciones, se coloca en pie de igualdad,
no como un ser superior autorizado a explotarla, dominarla y apropiarse de ella. Todo esto no
significa que fueran “perfectas”; en todas ellas existen ejemplos de grupos, sectores de la
sociedad que quedaban excluidos de la participación política, religiosa, económica, etc.

Creemos que todas las teorizaciones comparten aspectos que podrían valorarse como más
propicios y otros como más inconvenientes en la defensa, promoción y vigencia de los derechos
humanos. Por tanto, todas las posturas hacen sus aportes importantes en esta lucha. Sin descartar
alguna de ellas de plano, nos sentimos más afines con la tendencia teórica que subyace a la
concepción histórico-crítica. Y nuestros argumentos al respecto son:

1) Porque considera imprescindible la participación social, entendida en tanto facultad para la


toma de decisiones. Los derechos humanos son una conquista que requiere de la intervención de
las personas en todos los niveles de acción: en la vida cotidiana, en el conjunto de la sociedad y en
instancias internacionales. Es coherente por tanto con el reconocimiento de los derechos civiles y
políticos: el sujeto de derechos tomando parte en el ejercicio de las libertades y los poderes.

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2) Porque parte del supuesto que todo está en constante cambio, posibilitándolo, fomentándolo.
Se opone a la resignación, denunciando las situaciones de injusticia del status quo y proponiendo
alternativas para su modificación.

3) Porque la mirada integradora rompe con la dicotomía entre lo público y lo privado. Los
derechos humanos no son sólo una cuestión estatal sino que nos involucran a todos. El Estado es
el principalísimo sujeto pasivo, titular de todos los deberes frente a la población; si esta afirmación
la conectamos coherentemente con el primer punto de esta argumentación, entonces, tenemos
que ver en nosotros mismos qué hacemos y dejamos de hacer cotidianamente a favor de la plena
vigencia de los derechos nuestros y los de los otros.

4) Porque rompe con todo tipo de fragmentación a nivel del pensamiento (negación de un
pensamiento único); a nivel de la organización social, aquélla generadora de exclusión; a nivel de
la persona, asumiendo una subjetividad compleja.

5) Porque devela las coherencias y contradicciones entre el decir y el hacer, entre las
declaraciones y la instrumentación de los derechos.

6) Porque pone en evidencia los poderes que circulan en la sociedad: busca, intenta limitar el
poder de los poderosos y potenciar el de los excluidos (empoderamiento).

7) Porque, como se desprende de todo lo anterior, mira la subjetividad y no sólo lo estructural ni


sólo lo jurídico.

En síntesis creemos que, de todas las tendencias teóricas, la histórico-crítica es la que refleja un
mayor grado de coherencia entre lo declarativo (en términos de intención) y la realidad de los
derechos humanos (en términos de su materialización).

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