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El Año Mil - Henri Focillon PDF
El Año Mil - Henri Focillon PDF
Eí libro de bolsillo
Alianza Editorial
Madrid
H enri Focillon:
El año mil
El Libro de Bolsillo
Alianza E ditorial
M adrid
Sección Hum anidades
Título original: L’an mil
T raductora: Consuelo Berges
1
La idea del fin del m undo aparece en casi
todos los antiguos pueblos como un ele
m ento fundam ental de su religión o de su
filosofía, lo m ism o que la idea de la resu
rrección gloriosa, lo m ism o que el tem a de
la periodicidad m ilenaria: así, en el maz-
deísm o iranio, al cabo de once m il años, se
abaten sobre el m undo el invierno y la no
che, pero del reino de Yima descienden,
resucitados, los m uertos p a ra repoblar la
tierra. Análogas creencias se encuentran en
la antigua m itología germ ánica, en algunas
com unidades m usulm anas. La filosofía de
H eráclito y la filosofía estoica estaban ya
El problem a de los terro res 59
2
Es curioso que no encontrem os trazas de
este hecho en los escritos oficiales o en los
cronistas contem poráneos. Tanto m ás ex
trañ o cuanto que la creencia en el fin del
m undo, una vez pasado el plazo del milenio,
recuperó su vigor en el tran scu rso del si
glo xi. Ni en el protocolo ni el texto de los
diplom as de R oberto el Piadoso, rey de
F rancia en el año m il, reaparecen las viejas
fórm ulas sobre la noche del m undo, y Pias
te r 14 señala solam ente «reflexiones triviales
sobre la necesidad de socorrer a las iglesias,
a las abadías, a los servidores de Dios, de
ayudar a los pobres y a los débiles. El rey
expresa la esperana de que, a cam bio de es
tas buenas obras, Dios protegerá a su reino
y después concederá la vida eterna a él y a
los suyos». Igual silencio en m ás de ciento
cincuenta bulas pontificias prom ulgadas en
tre 970 y el año 1000. Igual silencio en los
analistas de la época, varios de los cuales
ni siquiera hacen m ención del año fatídico,
p o r ejem plo Λ:moin de Fleury, Odoran de
Sens, Adhém ar de Chabannes. Lo m ism o
ocurre en las biografías de Abbon y de San
El problem a de los terro res 79
1
El paisaje histórico del año 1000 es toda
vía un paisaje forestal, como en el siglo x,
en el que la gran selva europea cubre una
p a rte considerable de E uropa, los dos te r
cios de la Galia y de Inglaterra, Irlanda, los
Países Bajos, el centro de Alemania. No es
tan seguro que ocu rriera lo m ism o en cuan
to a la E spaña del N ordeste, si es cierto,
como cree Puig i Cadafalch, que la preco
cidad de la construcción de las bóvedas de
piedra en C ataluña se explica, en p arte al
m enos, p o r la abundancia de estos m ateria
les y p o r la escasez de bosques, m ientras
que la «zona de la carpintería», inm ensa en
el siglo X, presenta num erosas iglesias te
chadas de m adera p o r la razón justam ente
inversa. Se puede discutir este punto de
vista, pero sin rechazarle por com pleto. Es
102 Capítulo 2
2
Por el discurso de Arnulfo en el Concilio
de Saint-Basle hem os visto cuán dividida
parecía la cristiandad a los contem porá
neos, y debem os apresurarnos a decir que
lo estaba en realidad. No solam ente la Igle
sia griega tenía su vida aparte, su ortodoxia,
su papel político distinto, sino que la auto
ridad de Roma, debilitada por los prolon
gados escándalos de los papas de Tusculum ,
era discutida y com batida en otros lugares
independientes de los m edios m ozárabes de
112 Capítulo 2
1
G erberto tiene las cualidades de su país
de origen, Aquitania: un su b strato de lati
nidad hum ana que no se había b o rrad o en
teram ente, la vivacidad, el a rd o r y todo eso
que se llam a disposiciones felices. De su fa
m ilia sólo sabem os que era oscura: obscuro
loco natum , dice la crónica de Aurillac, tex
to que confirm a una carta de G erberto al
obispo de S trasburgo W ilderod, en la que
dice que no tuvo la ayuda ni del nacim iento
ni de los bienes de fortuna: nec genere nec
divitiis adjutus, aunque una interpretación
abusiva de o tras cartas ha querido hacerle
p asar p o r pariente de E brard, abad de San
162 Capítulo 3
2.
3
Se inicia entonces p a ra G erberto un nue
vo período. No deja de ser un hom bre de
pensam iento, pero en tra en una vida de
plena acción, erizada de dificultades, de lu
chas su b terrán eas y de inquietudes. En la
conferencia de Ravena se encontraba sólo
ante un cofrade descontento. En lo suce
sivo se va a en co n trar con adversarios m ás
duros. Su destino es de los que sólo en la
lid tom an vuelo. D ispuesto está, arm ado de
pies a cabeza, p a ra otras luchas que no son
las rivalidades intelectuales. No nos gusta
ría verle constantem ente dichoso.
A finales del 982 o a principios del 983
fue nom brado abad de Bobbio, en Lom bar
dia. Al designarle así p ara gobernar la ilus
tre fundación de San Colombiano, Otón II
daba al escolástico de Reims una nueva
prueba de su am istad. Bobbio era im por
tan te p o r los bienes, y acaso m ás aún por
su antigua fam a, p o r su biblioteca, por los
184 Capítulo 3
2
El adolescente en quien recae el terrible
peso del Im perio es a la vez un héroe de
novela, un político idealista y un santo. Ha
210 Capítulo 4
3
E stos vastos designios no tienen, en rigor,
contornos definidos, y es ju sto señalarlo.
Pero en esto radica su interés y su originali
dad. No se tra ta de co n stitu ir un im perio
com pacto, definido por la posición de te rri
torios y p o r un riguroso trazado de fronte
ras. No se tra ta tam poco de considerar la
conversión de los b árbaros como un in stru
m ento de germ anización, sino de p erm itir a
las nuevas naciones cristianas vivir y desen
volverse d en tro del m arco im perial. El lazo
que ha de u n ir al im perio es m ás espiritual
que feudal. En el fondo, esta concepción no
es m ás constantiniana que carolingia. Se ba
sa en la estrecha unión entre el em perador
y el papa. Es, si se quiere, un aspecto de lo
que se llam a el césaropapism o, pero no la
explotación de un papado vasallo por la
realeza germ ánica. G erberto conjuga los po
deres del em perador con los suyos en una
218 Capítulo 4
Introducción
1 H. Pirenne, M ahom et et Charlemagne, Pa
ris, Í937.
2 F. Henry, La sculpture irlandaise dans les
douze prem iers siècles de l'ère chrétienne, Pa
ris, 1933.
Capítulo 1.
' Raúl Glaber, Les cinq livres de ses histoires
(900-1044), ed. M. Prou, 1886, livre III, chap. IV;
E. Pognon, L ’an mille, Paris, 1947, p. 89.
2 A. H arnack, artículo «Millenium», en Ency
clopedia Britinnica, ed. 1934, vol. 15, p. 89.
3 E. G ebhart, L ’état d'âm e d ’un m oine de l’an
mit, en Revue des Deux M ondes, sept. 1891, pá
ginas 600 y ss.; M oines et papes, essais de psy
chologie historique. On m oine de l’an 1000 etc.
Véase tam bién E. Pognon, L ’an mille, Paris, 1947,
páginas 41 y ss.
Notas
Capítulo 2.
1 Richer, H istoriarum lihri IV, pub. Pertz in
M onum enta Germaniae, 1833 (ed. y trad. R. Latou-
che, Collection des Classiques de l’H istoire de
France au m oyen âge, t. I. París, 1930).
2 G. Pfister, E tudes sur le règne de Robert le
Pieux, Paris, 1885, pp. 110 y ss.
3 Texto de Mabillon, Acta Sanctorum Ordinis
Saneti Benedicti, Saec. IV, vol. II, p. 364.
4 Sobre las fundaciones de R oberto el Piado
so: Helgaud, Vie du roi Robert. Recueil des H is
toriens des Gaules et de la France, vol. X, col. 115.
(E. Pognon, op. cit., p. 364.)
3 H. Pirenne, Les villes du m oyen âge, Bruxe
lles, 1927, p. 72.
6 Sobre San Odilón y Cluny hacia el año mil,
G. de Valois, Le m onarchism e clunisien, Ligugé,
1935, 2 vol.; en últim o lugar: E. Amann y A. Du
mas, H istoire de l'Eglise, vol. V II, Paris, 1948,
páginas 325 y sig.
Notas 235
C a p ítu lo 3.
Capítulo 4.
1 Para todo este capítulo sobre Otón III, cf.
A. Fliche, L ’Europe occidentale de 838 à 1125,
París, 1930, pp. 218 y sig.; M. Ter B raak, Kâiser
Otto III, ideal und Praxis im frühen M ittelalter,
Amsterdam, 1928; E. Schramm , Kâiser, R om und
Renovatio (Studien der B ibliotek Warburg, vol.
XVII), Berlin, 1929, 2 vols.
2 Sobre este texto, véase A. Lapotre, L ’Europe
et le Saint-Siège à l'époque carolingienne, Paris,
1895, vol. I, pp. 192 y s.
3 W idukind, R erum gestarum saxonicarum li
bri, Libro II, cap. 1-2; cf. R. Koepke y F. Duemm-
ler, Kâiser Otto der Grosse, Leipzig, 1876, pp. 37
y siguiente.
4 J. Havet, op. cit., Epist. 186; F. Picavet, op.
cit., p. 105. Sobre esta correspondencia véase
p. 195 del presente texto. Cf. los térm inos del
Libellus de rationali et ratione u ti de G erberto
(dedicado a Otón), A. Olleris, op. cit., p. 298,
y J. Havet, op. cit., p. 236.
5 Cf. tam bién Ph. Jaffe-G. W attenbach, Reges
ta pontificum romanorum , nueva éd., 1885-1888,
núm. 3.914. Sobre esta política de G erberto, véase
p o r últim o, con referencias: E. Amann y A. Du
mas, H istoire de l’Eglise, vol. 7, L’Eglise au pou
voir des Idiques, Paris, 1948.
6 Sobre los sellos y m onedas del año mil, véa
se sobre todo E. P. Schramm , Die deutschen Kai
ser und Konige in Bildern ihrer Zeit 751-1152,
Berlín, 1928, pp. 99 y s.
7 F. Picavet, op. cit., pp. 195 y s.
238 El año mil
Introducción
El año m il como m om ento histórico:
Antigüedad m editerránea. E dad Media germ ánica y
E dad Media occidental. Romanos y bárbaros. Con
tradicciones del im perio de Carlomagno. Tradicio
nes, influencias, experiencias .....................................
Capítulo 1.
El problem a de los terrores:
Origen y desarrollo de las creencias m ilenaristas.
D espertar de los estudios apocalípticos. Apocalip
sis m ozárabes y carolingios. Testim onios históri
cos: Raúl Glaber. Papel de los terrores en el estu
dio arqueológico de la Edad Media ......................
Capítulo 2.
Construcción de Occidente:
Paisaje histórico del año mil. Condiciones de vida.
Las ciudades y las fundaciones religiosas. Estado
de la cristiandad. La reform a m onástica del si-
240 Indice
glo X: San Odilón y el medio cluniacense. Gui
llerm o de Volpiano. Abbon de Fleury. El medio
catalán. Abades y obispos del año mil. Aconte
cim ientos políticos del año m il en Occidente: el
A tlántico norte; el m undo ibérico; la Francia de
los Capetos. R oberto el Piadoso ............................. 98
Capítulo 3.
El papa del año m il:
G erberto de Aurillac. Su juventud. Años de C atalu
ña. Rom a y la Casa de Sajonia. Años de enseñanza
en Reims: Richer. G erberto, abad de Bobbio. Ger
berto y Otón II. G erberto, arzobispo de Ravena.
Silvestre II ....................................................................... 158
C a p ítu lo 4.
El im perio del m undo:
El retorno al im perio. La personalidad de Otón III.
Nuevo concepto del im perio. La Rom a de Otón III.
Fracaso de la m onarquía universal ......................... 200
Notas 232