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Ahora se analiza la relación que se puede dar entre la historia y el método teológico:
los humanistas del siglo XV y XVI se plantean el problema de la comprensión de la historia
desde las fuentes mismas para abordar la comprensión histórica de la verdad, para ello usan
el método de la crítica histórica, los protestantes, por su parte, intentan valorar las fuentes
desde el Evangelio. Melchor Cano, en el siglo XVI aporta el estudio y la proyección del
estudio positivo de la teología para la que intenta establecer una metodología histórica. Este
hecho representa un gran valor documental cuantitativo, sin embargo solo se constituye en
una etapa dentro del trabajo teológico sistemático, ya que la historia, en sí misma, no puede
afirmar la fe de la Iglesia, se constituye, entonces en un apoyo o ayuda para el intellectus
Fr. Fabián Leonardo Rueda Rueda, O.P.
fidei. La escuela católica de Tubinga busca un estilo renovador de teología, esto en el siglo
XVIII en la que la historia es mucho más que simples hechos ocurridos en el pasado, lo que
aconteció es también una entidad viva que impulsa el presente. Ya en el siglo XIX Newman
afirma que la idea del Cristianismo es real, que viene de Dios por su Revelación, existe en
la Iglesia, y se desarrolla en sus integrantes a través del tiempo. Este pensador remarca la
relación entre historia y verdad ya que el desarrollo del dogma imprime en el misterio una
realidad histórica que se va dando a conocer en la vida de la Iglesia de forma progresiva.
Finalmente el Concilio Vaticano II semana diversos puntos de inserción del pensamiento
cristiano en el curso de la historia. La Iglesia necesariamente entra en la historia de la
humanidad por su estrecha vinculación con la realidad de Jesucristo verbo encarnado en el
mundo. De esta manera el hombre recuerda el pasado, se proyecta al futuro y esto impulsa
su presente. La construcción del mundo terreno se convierte en proyección hacia la
eternidad y la salvación.