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Introducción a la cristología patrística y conciliar

Angelo AMATO*

1. DE LA ESCRITURA A LOS PADRES desarrollo: la patrística (siglo II-VIII), que, cristológi-


camente hablando, ha sido la más decisiva; la me-
La experiencia, el anuncio, el testimonio y la re- dieval (siglos IX-XV), que ha sistematizado no sólo
flexión cristológica de la Iglesia no ha terminado con el aspecto ontológico del acontecimiento Cristo, sino
la revelación neotestamentaria, sino que ha conti- también el aspecto soteriológico; la moderna (siglos
nuado con la vida misma de la comunidad eclesial, XVI-XIX) y la contemporánea (siglo XX), preocupada
que, a la luz del Espíritu del Señor resucitado, ha por valorar la humanidad de Cristo y por la
progresado en la penetración del misterio de Cristo. búsqueda de nuevos horizontes y nuevas síntesis.
Partiendo del dato bíblico fundante, la Iglesia ha Daremos solamente algunas líneas de cristología
leído e interpretado la Escritura «con el mismo Espí- patrística, cuya expresión más completa se encuen-
ritu con que se escribió»1. Actuando así, ha enrique- tra en los pronunciamientos de los primeros conci-
cido la inteligencia de la fe en su Señor: «puesto que lios ecuménicos.
va creciendo en la comprensión de las cosas y de las
palabras transmitidas, ya por la contemplación y el
estudio de los creyentes, que las meditan en su co- 2. LA CRISTOLOGÍA PATRÍSTICA
razón (cf. Lc 2,19 y 51); ya por la percepción íntima
que experimentan de las cosas espirituales; ya por La cristología de los Padres de la Iglesia se ali-
el anuncio de aquellos que con la sucesión del epis- menta de la Sagrada Escritura. Más aún, su cuali-
copado recibieron el carisma cierto de la verdad»2. dad más notable es precisamente la exégesis bíbli-
En esto consiste el dinamismo de la tradición que ca6. Muchos factores determinaron su prodigioso
conduce al progreso de la comprensión. En la tradi- desarrollo7. Primero, la ineludible fides quaerens in-
ción eclesial el dato bíblico es profundizado, explici- tellectum de los escritores eclesiásticos, orientales y
tado, explicado y vivido en toda su riqueza y no co- occidentales. En segundo lugar, el diálogo serio con
mo mera repetición. la filosofía de la época, con las corrientes estoicas y
platónicas, que se oponían radicalmente a la doctri-
Una relectura de la historia de la teología, de na de la creación del hombre y de la encarnación de
Ireneo a Orígenes, de Agustín a Tomás, de Möhler y Dios. La novedad absoluta de la confesión cristiana
Newman a nuestros días, presenta una tradición de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, pedía que
eclesial en búsqueda y en progreso constantes. Y es se justificara adecuadamente la compatibilidad de
que la Iglesia está animada por el Espíritu, que la esta confesión con el monoteísmo judío, y que se
ayuda a leer y a descubrir la verdad en el curso de hiciera ver que esta confesión es superior al poli-
la historia, y además por el desarrollo de la doctrina teísmo pagano y al monoteísmo filosófico griego. Es-
cristiana que permanece en la verdad al mismo te esfuerzo apologético y dialéctico fue uno de los
tiempo que crece3. Más allá de las legítimas diver- elementos más importantes para la correcta incul-
gencias de escuela, la tradición nos transmite prin- turación de la fe. El tercer factor de profundización
cipalmente la interpretación de la Escritura, leída y de progreso fue la confrontación interna de las di-
por la Iglesia y en la Iglesia. La Iglesia es el verdade- versas escuelas teológicas, muchas veces en medio
ro lugar teológico de comprensión y de progreso real de la polémica y de los conflictos. Recordemos la es-
de la palabra de Dios bajo la acción del Espíritu de cuela alejandrina con su cristología Lógos/sarx y la
la verdad4. La Escritura mantiene su identidad co- antioquena con su cristología Lógos/ánthropos. El
mo anuncio vivo y abierto solamente en el ambiente último elemento ha sido la lucha contra los herejes,
eclesial: «Dios, que habló en otro tiempo, no cesa de que negaban de vez en cuando la verdadera divini-
hablar con la Esposa de su Hijo amado; y el Espíri- dad, la verdadera humanidad o la realidad misma
tu Santo, por quien la voz del Evangelio resuena vi- de Jesucristo
va en la Iglesia, y por ella en el mundo, va indu-
ciendo a los creyentes en la verdad completa y hace Pero el gran debate de la cristología patrística
que la palabra de Cristo habite en ellos abundan- llegó a su culmen cuando tuvo que responder al re-
temente» (cf. Col 3,16)5. chazo metafísico de la divinidad de Cristo por parte
del helenismo8, que no era capaz de conjugar, en el
En la historia bimilenaria de la cristología, que acontecimiento de la encarnación, la trascendencia
la Iglesia ha vivido bajo el signo del Espíritu, pode- de Dios con la contingencia histórica de Jesús. Se
mos distinguir algunas etapas significativas de este consideraba imposible la intervención directa y per-
2 INTRODUCCION A LA CRISTOLOGIA PATRISTICA Y CONCILIAR

sonal de Dios en la historia (instancia platónica), y vió en la justicia durante treinta años hasta el bau-
la acogida de esa intervención divina por parte del tismo de Juan. Entonces recibió la plenitud del
cosmos (instancia estoica). La teología patrística fue Espíritu y, transformado en «Cristo», predicó la ver-
un período vital de defensa y de purificación del ke- dadera justicia de la Ley. El segundo grupo conside-
rigma cristológico ante el continuo y multiforme pe- raba a Jesús hijo de María virgen y aceptaba su na-
ligro de su degradación. cimiento de María y del Espíritu Santo. Pero negaba
su preexistencia como Verbo de Dios y Sabiduría
En este laborioso paso de la cristología bíblica a del Padre. Jesús fue un simple hombre, transfor-
la cristología patrística asistimos a un triple proce- mado después en Cristo por el bautismo, a la mane-
so. Primero, hay una selección en la tradición que se ra de los «ungidos» del AT.
refiere a Jesús. Aquí la cuestión de su origen y de
su esencia adquiere un puesto cada vez más central La divinidad de Jesús fue negada también por el
en el debate teológico, como fundamento seguro de adopcionismo. Los adopcionistas12 –el término, em-
su función soteriológica. En segundo lugar, está la pleado en la Edad Media13, fue tardíamente aplicado
transformación del dato bíblico que llega del kerigma a algunas doctrinas heréticas de los primeros si-
al dogma. Por eso, el dogma puede definirse acerta- glos– afirmaban que el Dios unipersonal no tenía un
damente como «kerigma más reflexionado, esclare- hijo natural. Por eso, Dios podía adoptar como hijo a
cido por la teología y sostenido por una conciencia cualquier criatura. El adopcionismo cristológico tie-
eclesial profundizada»9. Y entonces viene la reinter- ne su versión más antigua en la llamada «cristología
pretación del mismo dato bíblico y de la tradición del ángel», según la cual Dios habría adoptado a un
precedente, entendida como reafirmación auténtica, ángel. En esta cristología, Jesús «ángel» no es de
en nuevos ambientes y en nuevas situaciones cul- hecho el hijo natural de Dios. Además del adopcio-
turales, del significado ontológico y soteriológico del nismo «angélico», hubo también un adopcionismo
misterio de Cristo10 . «humano». Es decir, Dios habría adoptado como hijo
suyo al hombre Jesús, transformándolo cualitativa
y dinámicamente en un ser divino en el bautismo
3. LAS HEREJÍAS CRISTOLÓGICAS DE LOS PRIMEROS del Jordán.
SIGLOS
Los gnósticos14 (gnosis, «conocimiento»: los fun-
Es difícil presentar todo el archipiélago de herej- dadores de las sectas gnósticas tenían conocimien-
ías cristológicas anteriores a Nicea, porque está sin tos ocultos) constituyen un fenómeno muy articula-
explorar todavía del todo. Después de cuidadosos do, en el que convergen influjos orientales y especu-
estudios comienza a dibujarse un nuevo mapa más laciones cosmológicas de matriz cristiana, judía y
exacto de las distintas clasificaciones tradicionales. pagana. Los elementos centrales de los sistemas
Estas clasificaciones no siempre corresponden al gnósticos son el mito caída-redención y el dualismo
pensamiento de tantas sectas heréticas, porque ese muy acentuado que desprecia la materia y clasifica
pensamiento no es unívoco ni homogéneo. Sin em- a los hombres en distintas categorías (espirituales,
bargo, todas ellas tienen en común un prejuicio de psíquicos e ílicos). El más importante de los grupos
fondo: anteponen su visión religiosa o filosófica a la gnósticos fue el de los valentinianos, cuyo nombre
verdad del kerigma de la encarnación del Hijo de le viene de su fundador Valentín (mitad del siglo II).
Dios y de su pasión y muerte redentora. Por eso, el Muy conocidos fueron también los basilidianos, sec-
conflicto inevitable entre el dato bíblico y la visión ta fundada en Alejandría por Basílides (primera mi-
cultural se resuelve a costa del kerigma. Este queda tad del siglo II). El gnosticismo se deja llevar por
mutilado, reducido, transformado y adaptado inde- una fantasía desenfrenada y tiene un lenguaje mi-
bidamente a concepciones no cristianas de Dios, del tológico tan rico como sibilino. De hecho, usan un
hombre y del cosmos. mismo término trinitario y cristológico de manera
completamente equívoca. «Cristo», «Espíritu Santo»,
Los ebionitas11 –«pobres», en hebreo; no es cierta «Salvador», «Sofía», «Jesús» pueden tener significa-
la derivación de «Ebion», supuesto fundador de la dos muy diferentes según se refieran a la dimensión
secta– eran judeocristianos, que vivían según la ley alta, intermedia, arcóntica o terrena de la compleja
judía. Conocían el evangelio de Mateo, pero ignora- cosmología gnóstica15 . Por eso, es muy difícil clasifi-
ban los otros tres y rechazaban a Pablo. Considera- car estas herejías. Por ejemplo, es difícil describir la
ban a Jesús como un simple hombre, dotado de ex- llamada Geistchristologie («cristología del Espíritu»)
traordinarias virtudes proféticas y carismáticas. Ne- gnóstica. Su significado depende de la diferente po-
gaban su preexistencia y su filiación divina. Se divi- lisemia del término pneûma, que puede referirse al
den en dos grupos. El primero consideraba a Jesús pneuma masculino, al femenino, al methórios («in-
como hijo de José, interpretando así el «hijo del termedio», «de frontera»), al psíquico, o al ílico16. Y si
hombre» de Daniel 7,13s. Jesús fue un hombre ele- el concepto pneûma es polivalente y equívoco, la
gido por Dios para llegar a ser Cristo. Para ello, vi- realidad misma de Cristo se interpreta de múltiples
INTRODUCCION A LA CRISTOLOGIA PATRISTICA Y CONCILIAR 3

maneras. Con este sincretismo, el calificativo «cris- como occidentales (p. e., Clemente Romano, Ignacio
tología del Espíritu» no tiene consistencia17. de Antioquía, Justino, Ireneo, Hipólito, Tertuliano,
Orígenes, Novaciano). Al defender y profundizar la
Cristológicamente hablando, las elaboraciones fe, hicieron prevalecer la novedad y la originalidad
gnósticas más notables son la de los ofitas, que del kerigma neotestamentario sobre la visión filosó-
menciona Ireneo, y la de los valentinianos. Los ofi- fico-religiosa de la cultura de la época. Esta cultura
tas18 aceptan la concepción virginal por obra del sirvió de instrumento expresivo del cristianismo,
Espíritu Santo, pero consideran a Jesús como sim- pero tuvo que someterse a un auténtico proceso de
ple hombre. A él se habría unido, en el bautismo del purificación y de conversión.
Jordán, Cristo, Hijo de Dios. La encarnación sería,
por tanto, el descenso de Cristo sobre el hombre La cristología patrística es, por tanto, la crema-
Jesús en el bautismo para la salvación del hombre. llera y la auténtica base de continuidad entre el
Esa comunión fue, sin embargo, temporal. Duró el Cristo bíblico y el Cristo de la reflexión teológica y
tiempo de la predicación pública y terminó antes de del dogma. A la cristología patrística debemos la
la pasión, cuando Cristo abandonó a Jesús a su adquisición de algunos núcleos centrales del miste-
destino. Entre los valentinianos hay varias escuelas rio de Cristo, como son la profundización del Cristo-
cristológicas. Todas tienen en común tres afirma- Logos, no sólo como palabra creadora, reveladora y
ciones centrales: a) se considera a Jesús como sim- salvadora, sino como Verbo engendrado del Padre y
ple hombre; b) Cristo se une a Jesús en el bautismo en relación intradivina con él; la afirmación de la
del Jordán por un tiempo limitado; c) Cristo se se- humanidad real de Jesús; la reflexión sobre la uni-
para de Jesús antes de la pasión. En estas herejías dad del Hijo de Dios encarnado.
desaparece lo esencial del kerigma neotestamenta-
rio, es decir, la encarnación del Hijo de Dios y su
pasión redentora. 4. LA CRISTOLOGÍA CONCILIAR

El docetismo19 (del griego dokésis, «apariencia») En esta segunda parte vamos a presentar algu-
no es propiamente una secta particular. Consiste nas líneas de cristología conciliar, que recogen las
más bien en la tendencia a disminuir la realidad aportaciones más significativas de la reflexión
humana de Jesús, afirmando que su cuerpo es apa- patrística sobre Cristo. De hecho, los primeros con-
rente, celeste, angélico, espiritual, y negando las ac- cilios ecuménicos fueron los que definieron el
ciones indignas de su divinidad, como, por ejemplo, símbolo de la fe, que sigue siendo hoy el centro de
el sufrimiento. Los verdaderos docetas fueron los nuestra profesión de fe cristológica. Fijando con sus
gnósticos valentinianos. definiciones los diques más consistentes de la orto-
doxia, trazaron de hecho el camino seguro del desa-
En una óptica semejante se mueven los monar- rrollo de la cristología patrística, muchas veces
quianos20, que mantienen la única naturaleza y la fragmentaria y con momentos frecuentes de pausa y
única persona del Dios veterotestamentario. Como de ruptura. Los concilios son ciertamente puntos
consecuencia, niegan la personalidad distinta de privilegiados de suprema concentración cristológica
Jesucristo, cuyas acciones, incluidas la pasión y la y de auténtico desarrollo en la continuidad. Es sig-
muerte, son atribuidas al Padre. Para los monar- nificativo al respecto que se citen explícitamente
quianos, Padre e Hijo son nombres de Dios correla- unos a otros antes de proceder a nuevos pronun-
tivos el uno del otro, y su distinción es puramente ciamientos. De esta manera, se convierten en crite-
terminológica. Dios en su soledad eterna es Padre, rio válido para la interpretación «en contexto» del
después de la encarnación es Hijo. Consiguiente- dato bíblico original. Y hemos elegido esta orienta-
mente, confesar a Cristo como Dios es confesar al ción también con un matiz ecuménico, puesto que
Padre, que es el único Dios. Los monarquianos ad- se trata de concilios de la Iglesia todavía sustan-
miten la divinidad de Cristo; pero se refieren a la cialmente unida, antes de los grandes cismas de
única naturaleza y persona de Dios Padre. Estaban Oriente (1054) y de Occidente (siglo XVI).
también los monarquianos patripasianos o modalis-
tas. Para ellos, el Hijo es un nombre del Padre o un
modo de ser y de manifestarse éste. Noeto de Es- 5. LÍNEAS DE HERMENÉUTICA CONCILIAR
mirna, iniciador de esta doctrina (finales de siglo II),
afirmaba que el Padre, presentándose como Hijo, Las definiciones dogmáticas de los primeros
nació y padeció como hombre y, finalmente, se re- concilios ecuménicos están bien ancladas en la base
sucitó a sí mismo. firme de la Escritura, pero no dejan de ser formula-
ciones humanas. Y, como tales, están insertas y
Las herejías fueron combatidas y superadas en condicionadas necesariamente por un envoltorio
su momento por los escritores eclesiásticos de los lingüístico y por un ambiente histórico-teológico.
primeros siglos del cristianismo, tanto orientales Como hacemos con el lenguaje bíblico, también con
4 INTRODUCCION A LA CRISTOLOGIA PATRISTICA Y CONCILIAR

el lenguaje dogmático es necesaria una adecuada Esta historicidad, como podemos ver, no signifi-
metodología hermenéutica21. ca recorte o error, sino progreso en el conocimiento
cada vez más profundo y consciente del misterio. Lo
demuestra el desarrollo histórico de las formulacio-
A) Lenguaje y fórmula dogmática nes del dogma cristológico conciliar. Este proceso
está regulado por criterios concretos que han ma-
Lingüísticamente, un pronunciamiento conciliar durado desde el comienzo en la conciencia de fe de
consiste en un intento oficial de transportar el len- la Iglesia antigua: en primer lugar, las definiciones
guaje bíblico, más bien evocador y narrativo, al len- tienen que estar de acuerdo con la intención de Cris-
guaje técnico de la teología, dentro del esfuerzo por to y con la letra del kerigma neotestamentario; en se-
presentar un mensaje concreto de fe con enuncia- gundo lugar, tienen que ser aceptadas y vividas por
dos y proposiciones. Este trabajo de conceptualiza- toda la comunidad eclesial; y, finalmente, tienen que
ción no puede traducir toda la riqueza y la vitalidad corresponder y ajustarse a la misión misma de la
del kerigma bíblico. Se trata realmente de un ver- Iglesia.
dadero proceso kenótico. El desvío inevitable que
hay entre la realidad del misterio de Cristo y su ex-
presión lingüística se agranda con el que se da en- C) Principios hermenéuticos
tre expresión bíblica y enunciado dogmático.
En la lectura de los concilios nos hemos atenido,
Ahora bien, la tarea de interpretar un concilio aunque muy sintéticamente, a los siguientes princi-
consiste en rescatar el acontecimiento narrado en la pios hermenéuticos, claramente inspirados en la me-
fórmula y el misterio que el acontecimiento refleja, todología que se aplica a la Sagrada Escritura. Pri-
evitando ulteriores hemorragias de significado y de- mero, una adecuada interpretación de los pronun-
volviendo incluso a la fórmula toda la vitalidad que ciamientos conciliares debe realizar un diligente
tenía en su contexto. En este proceso delicado de análisis histórico-filológico y literario del texto, que
reconstrucción lingüística es importante señalar nos acerque lo más posible al significado exacto de
cuál es la intención comunicativa del concilio. Hay la fórmula en el contexto lingüístico de la época. En
que especificar si la fórmula es simplemente infor- segundo lugar, hay que buscar los posibles géneros
mativa, o si es una automanifestación, o si reclama literarios que se encuentren en el texto, el ambiente
la adhesión de fe. Teniendo esto en cuenta, las defi- vital de las mismas declaraciones, y la historia de su
niciones cristológicas de los primeros concilios no redacción. En los pronunciamientos cristológicos de
son simples comunicaciones informativas o auto- los primeros concilios ecuménicos, por ejemplo, se
manifestativas del misterio de Cristo. Son una lla- da una cierta variedad de géneros literarios («credo»,
mada autorizada a la fe en el misterio, que se ex- «carta», «definición» propiamente tal, «anatemas»,
presa en la fórmula. «textos redactados»), cuya intención comunicativa
queda fijada no sólo por el texto, sino también por
la historia de la redacción.
B) Historicidad y fórmula dogmática
Si aplicamos estos dos principios, la fórmula
Las proposiciones dogmáticas hay que conside- cristológica no hay que considerarla de manera ab-
rarlas también a la luz de la historicidad del hombre soluta, sino en relación con la doctrina a la que se
y de su verdad. Sus pronunciamientos dogmáticos, refiere y a la que responde de manera solemne y
como sucede con la vida de la Iglesia, se sitúan en «definitiva». Por eso, no puede considerarse como la
un proceso continuo de asimilación de la verdad. única y la más perfecta expresión de ese misterio
Este proceso tiene categorías diversas no sólo dia- concreto, o porque no era ésa la intención expresa
crónicamente a través de la historia, sino también del concilio (aunque fuera esmerada la criba en su
sincrónicamente en las distintas zonas y escuelas elaboración), o porque el tono polémico tendía a
eclesiales. Por eso hay una diferencia legítima a la acentuar algunos elementos en perjuicio de otros.
hora de entender y expresar la misma verdad. Una Además, no podemos pretender que una fórmula,
es la definición de Éfeso, de escuela claramente ale- inserta en su contexto, consiga dar una respuesta
jandrina, y otra es la de Calcedonia, en la que con- directa a problemas que están completamente fuera
fluyen también las aportaciones de la escuela antio- del horizonte de la mentalidad concreta de la época.
quena y de la teología occidental. Una es la expre-
sión del misterio cristológico de la fórmula calcedo- El tercer principio hermenéutico podría formu-
nense, y otra es la de la fórmula del concilio de larse así: la interpretación de la fórmula dogmática
Constantinopla III, que amplía el significado de la debe intentar ante todo captar cada vez más pro-
perfecta humanidad de Cristo fundamente la realidad del misterio divino revelado,
porque entiende el pasado en la perspectiva del pre-
sente, y porque abre el pasado y el presente al hori-
INTRODUCCION A LA CRISTOLOGIA PATRISTICA Y CONCILIAR 5

zonte de la promesa futura. Además de captar el dogma y de la verdad divina que éste expresa. Esa
significado histórico, hay que transportar a la ac- verdad se encarna continuamente en nuevos con-
tualidad el misterio profundo que subyace en el textos noético-existenciales. Y, además, la interpre-
pronunciamiento cristológico. El objetivo de este tación del dogma no puede hacerse cumplidamente
camino hermenéutico no es arqueológico, sino vital. a base de una cristología «metadogmática», apoyada
A través de la expresión lingüística hay que entrever exclusivamente en el dato bíblico fundante de la Es-
la realidad del misterio que ahí se encierra y que se critura. En la Iglesia actual el dato bíblico hay que
expresa en ella históricamente. leerlo necesariamente en el contexto de toda la tra-
dición eclesial, que es vida y comprensión auténtica
Esta importante y delicada fase interpretativa de Cristo en el Espíritu.
consta de dos momentos. En el primero, se interro-
ga al pasado con la luz que aporta la fe eclesial en el
momento actual. En este diálogo surgirán necesa- 6. NOTA BIBLIOGRÁFICA
riamente aspectos nuevos y originales de la verdad
divina revelada, sacando de ella virtualidades todav- Señalamos sólo algunas obras de síntesis de la
ía inexpresadas. Con esto, no sólo el pasado revive cristología patrística.
en el presente, sino que el presente, al profundizar
la comprensión del misterio, se hace capaz de inter- BERGAMELLI, F., «Sulla storia del termine “Pantokra-
pretar la verdad revelada en plena sintonía con el tor”: da gli iniflzi fino a Teofilo di Antiochia», en
dato tradicional. Salesianum 46 (1984) 439-472.
– Cristianesimo primitivo e inculturazione greca.
El segundo momento –pasado y presente en L’esperienza dei Padri preniceni, en A. AMATO, A.
perspectiva de futuro– es una consecuencia de la STRUS (eds.), Inculturazione e formazione salesia-
historicidad del hombre, pues el hombre amplía na (SDB, Roma 1984), p. 57-73.
continuamente sus horizontes, aspirando a una CANTALAMESSA, R., Dal Cristo del Nuovo Testamento
comprensión cada vez más adecuada del misterio al Cristo della chiesa: tentativo di interpretazione
divino revelado. Y es también consecuencia del con- della cristologia patristica, en Il problema cristolo-
cepto de verdad propio de la Biblia, que se presenta gico oggi (Cittadella, Assisi 1973), p. 143-197.
como «epifanía-manifestación», y como «epangelía- – «La divinità di Gesù Cristo dal Nuovo Testamento
promesa», con un carácter peculiar de continua no- al Concilio di Nicea», en Gregonianum 62 (1981)
vedad que hay que captar, expresar y vivir. La defi- 629-660.
nición dogmática, por tanto, pretende sacar las vir- Il Cristo, I. Testi teologici e spirituali dal I al IV seco-
tualidades del misterio para el presente y para el fu- lo, a cargo de A. ORBE. II. Testi teologici e spiri-
turo. La definición queda siempre radicalmente tuali in lingua greca dal IV al VII secolo, a cargo
abierta al futuro, porque la riqueza total de la reali- de M. SIMONETTI (Mondadori, Milano 1985-1986).
dad divina no se puede expresar de una vez para DANIÉLOU, J., La teologia del giudeo-cristianesimo (Il
siempre, ya que en la fórmula se encuentra no ple- Mulino, Bologna 1974).
namente expresada, sino tensionalmente indicada. – Messaggio evangelico e cultura ellenistica (Ii Muli-
no, Bologna 1975).
Como consecuencia inmediata de todo esto, no DAVIS, L. D., The First Seven Ecumenical Councils
podemos considerar la interpretación del dogma (325-787). Their History and Theology (Glazier,
como si fuera una aventura desacralizante del pa- Wilmington 1987).
sado, sino como una urgencia inevitable del mismo

6
Cf. M. Simonetti, Lettera e/o allegoria. Un contributo
*
A. AMATO, «Introducción a la cristología patrística y alla storia dell’esegesi patristica (Augustinianum, Roma
conciliar», en Id., Jesús el Señor (BAC, 584), Madrid, BAC, 1985); I. De la Potterie, «La lettura della Sacra Scrittura
2006, p. 167-179. “nello Spirito”: ii modo patristico di leggere la Bibbia e
possibile oggi?», en La Civiltà Cattolica 137 (1986) III, p.
1
DV 12: EV 1/893. 209-223.
7
2
DV 8: EV 1/883. Para una presentación sistemática de la historia de la
cristología patrística, cf. la nota bibliográfica al final del
3
Cf. J.H. Newmann, Lo sviluppo della doctrina cristiana capítulo. Aquí señalamos la obra de A. Grillmeier, Jesus
(Il Mulino, Bologna 1967). der Christus im Glaubem der Kirche, I: Von der apostolis-
chen Zeit bis zum Konzil von Chalcedon (451); II/1: Das
4
Cf. DV 8-13: EV 1/882-894. Konzil von Chalcedon, Rezeption und Widerspruch (451-
518) (Herder, Freiburg 1979-1986); y A. di Berardino (ed.),
5
DV 8: EV 1/884. Diccionario patrístico y de la antigüedad cristiana, 2 vols.
(Sígueme, Salamanca 1991).
6 INTRODUCCION A LA CRISTOLOGIA PATRISTICA Y CONCILIAR

8
Cf. R. Cantalamessa, «La divinità di Gesù Cristo dal
Nuovo Testamento al Concilio di Nicea», en Gregorianum
62 (1981), p. 629-660.
9
Cf. Grillmeier, Gesù il Cristo..., I/1, p. 25-38 (aquí, p.
34).
10
Este triple proceso conduce a la «ontologización» del
kerigma, o sea, a que aparezca, más alla de los aconteci-
mientos, la estructura metafísica de Cristo; a su «desesca-
tologización», en cuanto hay una tendencia a desplazar el
centro de la cristología de la resurrección a la encarnación
y a la preexistencia del Verbo. Cf. R. Cantalamessa, «Dal
Cristo del Nuovo Testamento al Cristo della Chiesa: tenta-
tivo di interpretazione della cristologia patrística», en Il
problema cristologico oggi (Citadella, Assisi 1973), p. 144-
160.
11
Cf. A. Orbe, «Errores de los ebionitas (Análisis de
Ireneo, Adversus haereses, V, 1, 3)», en Marianum 41
(1979) p. 47-170; editado por el mismo autor, cf. Il Cristo I:
Testi teologici e spirituiili dal I al IV secolo (Mondadori, Mi-
lano 1985), p. XVII-XXIII.
12
Cf. A. Orbe, Il Cristo I, p. XLVII-LVIII.
13
Cf. DS 595, 610s.
14
Cf. A. Orbe, Cristología gnóstica. Introducción a la so-
teriología de los siglos II y III, 2 vols. (BAC, Madrid 1976);
Id., Il Cristo I, p. XXIIIXL.
15
Cf. Orbe, Cristología... I, p. 6.
16
Cf. Orbe, Cristología... II, p. 623s.
17
Ibid., 245-248.
18
Cf. Orbe, Il Cristo I, p. XXIV.
19
Cf. ibid., p. 424.
20
Ibid., XL-XLVII.
21
Cf. A. Amato, «Prolegomena ad un’ermeneutica delle
proposizioni dogmatiche», en I pronunciamenti tridentini su-
lla necessita della confessione sacramentale (LAS, Roma
1974), p. 2l-58; G. Bof, «Ermeneutica delle definizioni con-
ciliari», en Asprenas 29 (1982) 109-140; 223-255; P. F.
Fransen, Hermeneutics of the Councils and Other Studies
(UP, Leuven 1985); A. Grillmeier, Ermeneutica moderna e
cristologia antica (Queriniana, Brescia 1974); W. Kasper,
«Storicità dei dogmi?», en Humanitas 23 (1968) 275-282;
362-376; Id., Il dogma sotto la parola di Dio (Queriniana,
Brescia 1968); T. B. Ommen, «The Hermeneutic of Dog-
ma», en Theological Studies 35 (1974) 605-631; K. Rahner,
«Sobre el problema de la evolución del dogma» y «Reflexio-
nes en torno a la evolución del dogma», en Id., Escritos de
teología I (Taurus, Madrid 1962) 51-92; II 13-101; J. Rat-
zinger, Storia e dogma (Queriniana, Brescia 1971); G. B.
Sala, Dogma e storia nella dichiarazione «Mysterium eccle-
siae» (EDB, Bologna 1976); L. Sheffczyk, Dogma der Kir-
che-heute verstehbar? Grundzüge eine dogmati chen Her-
meneutik (Monus-Verlag, Berlin 1973).

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