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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIAPAS

Dirección General de Investigación y Posgrado


Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades
Doctorado en Estudios Regionales (DER)

Seminario Especializado de
Estudios Regionales

Ensayo
Bases teóricas para la construcción de la
Región de estudio: El Istmo de Tehuantepec
Oaxaca y el Litoral Costero de Chiapas como
espacio de organización de la cadena
agroindustrial de mango

Realiza
Karen Fabiola Ordóñez Trujillo

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Noviembre de 2019.

Introducción
En el presente documento se exponen los elementos teóricos revisados en el
Seminario Especializado de Estudios Regionales, y que han sido retomados para
la construcción de la región de estudio del proyecto de investigación titulado La
reconfiguración de la cadena agroindustrial de mango en el Litoral Costero de
Chiapas y el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, en el periodo 1990 – 2019.

En este sentido, se revisa primero, los conceptos que a lo largo del tiempo y
desde las diversas perspectivas analíticas se han construido sobre región, así
como las principales aportaciones, desarrollos y elementos actuales persistentes
en los estudios regionales. Posteriormente se presenta el posicionamiento teórico
sobre la que se ha construido la región de estudio ya citada, finalizando con las
características de la misma, las cuales dan cuenta de la forma de su delimitación.

De acuerdo con López y Ramírez (2012), el concepto de Región ha sido


utilizado para la descripción, la organización espacial y el análisis del territorio,
adaptándose a través del tiempo a las diversas necesidades, ya sea académicas,
políticas, económicas o de planificación dentro de la función pública. Por ello,
señalan, no es un término monolítico, ya que refleja la multiplicidad de paradigmas
e intereses políticos y económicos de los diferentes escenarios en que se ha
desarrollado.

De manera general, la región es considerada como un ámbito en cuyo


interior se cumplen ciertos requisitos de semejanza u homogeneidad, ya sea que
éste se conciba en el mundo material que conocemos o hasta en cualquier lugar
del universo. También, desde una perspectiva más específica, se ha utilizado para
indicar ámbitos concretos de la realidad física y sus elementos; es decir, para
identificar porciones determinadas de la superficie terrestre, definidas a partir de
criterios específicos y objetivos preconcebidos, los cuales pueden provenir de las
ciencias naturales o de las ciencias sociales (Palacios, 1983).
Por ejemplo, desde la Filosofía, teniendo como principales exponentes a
Lewin y Husserl, la región es vista como una totalidad que integra partes, es decir,
un ente que permite identificar las partes que coinciden en una unidad más amplia.
Sin embargo, López y Ramírez (2012) señalan que esta definición no es clara, ya
que la región es vista como una cosa.

También, se ha dicho que el término región tiene sus orígenes asociados a


una estructura de gestión política centralista, aunque como concepto académico
se remonta al siglo XVIII, cuando se sistematizó a partir de que los geógrafos
consideraron que las áreas políticas no eran adecuadas para el análisis de
variables físico-ambientales, por lo que retoman de la Geología el concepto de
región natural.

Ahora bien, de acuerdo con García (2006), la tradición regional nace con los
primeras representaciones geográficas de la tierra, dadas por la Grecia y Roma
clásicas. Así, la descripción de los pueblos y lugares del mundo constituian lo que
la cultura grecolatina denominaba Geografía, y que algunos autores clásicos
llamaron corografía, término que hasta el siglo XIX fue usado para referirse a los
“estudios, enumeraciones y descripciones geográficas de parcelas concretas de la
superficie terrestre, ya fueran localidades o partes de países, paises enteros o
regiones continentales” (2006:28).

No obstante, el término de geografía regional apareció hasta finales del


siglo XIX, en el marco del proceso de institucionalización universitaria de la
geografía en algunos estados europeos, principalmente Francia, Alemania e
Inglaterra, cuyas escuelas dieron importantes aportaciones.

En el caso de Francia, la principal aportación de la geografía humana


francesa fue la incorporación del hombre y el concepto de paisaje humanizado a la
región natural, surgiendo así el concepto de región geográfica. Aquí se buscaba
mostrar las regiones naturales que formaban los Estados, así como su identidad
cultural. Vidal de la Blache y Hettner eran los representantes más importantes de
dicho debate, en el cual se discutía el peso que debían tener los aspectos
naturales y los culturales dentro de la descripción de una región (López y Ramírez,
2012).

Por lo anterior, se considera que la principal aportación de la escuela


francesa fue la conexión de los elementos humanos y ambientales, ya que se
definieron las fronteras y diferencias primordiales entre las regiones, considerando
tanto las características físicas como el entorno social. Posteriormente surge la
escuela alemana, la cual, de acuerdo con López y Ramírez (2012), dio un paso
hacia la conceptualización teórica de la región. Surge así la Geografía Cuantitativa
que utilizó la matemática y la estadística para explicar los fenómenos regionales,
conocida después como escuela del análisis espacial. Bajo esta perspectiva, se
concibe a la región como el producto de una clasificación espacial, es decir, al
proceso de agrupar elementos en clases o categorías, obteniendo como resultado
diversas áreas.

Así, desde este análisis espacial, se desprenden tres categorías o tipos de


regiones derivadas de las aportaciones teóricas de Francois Perroux y Jacques
Boudeville, estas son: región homogénea, nodal o polarizada y región plan.
También surge la teoría de conjuntos, en donde una región se compone al unir
elementos que pertenecen a un conjunto o al identificar aquellos que no
pertenecen.

Ahora bien, de acuedo con García (2006), el apogeo de la geografía


regional llegó en el primer tercio del siglo XX, prolongandose hasta mediados del
mismo siglo. Los pricipales teoricos exponentes fueron: Paul Vidal de la Blanche
(Francia), Andrew Herbertson (Inglaterra), Alfred Hettner (Alemania) y Richard
Hartshorne (Estados Unidos). Se observa pues que a partir de 1940 hasta 1970,
los planeamientos de la geografía clásica así como la hegemonía de las
aportaciones corológicas de la disciplina, iniciaron una etapa de agotamiento y
crisis, lo que suscitó diferentes respuestas, entre las que destacan las siguientes:
a) La formulación y difusión de nuevos conceptos regionales, tal como el
concepto de región funcional (polarizada, nodal o urbana), el cual introdujo
a la geografía en el estudio de los procesos modernos de urbanización y
renovó su vocabulario y sus herramientas de análisis;
b) El desarrollo de una definición metodológica de los objetos de la geografía
regional, asentada en una visión de la región como herramienta conceptual
o construcción menta del investigador, contrario a las definiciones
ontológicas o realistas (que conciben a las regiones como realidades
evidentes), las cuales eran usadas en la geografía regional clásica.

Para la década de los setenta, algunos autores integraron la teoría general de


sistemas a los estudios regionales. De acuerdo con Ortega (2000), aquí la región
se considera como un sistema regulado de flujos, abordando al espacio como un
sistema funcional complejo que evoluciona de acuerdo con los condicionamientos
internos y externos, influenciado por elementos físicos y sociales.

Ya a partir de 1983, según García (2006), emerge una “nueva geografía regional”
o “geografía regional reconstruida”, cuyos planteamientos distintivos frente a los
planteados por la visión clásica son los siguientes:
 La consideración de la disciplina como ciencia social.
 El uso de concepciones de los hechos regionales. Los elementos que
definen la especificidad regional son las relaciones sociales mediadas
influidas por el espacio particular en que se desenvuelven.
 Las regiones se entienden comoestructuras y procesos que se articulan o
construyen socialmente a traves de unas instituciones.
 Se parte de un contenido teórico-metodológico para despues pasar al
estudio empírico o de caso.
 Se presta atención a las relaciones entre los procesos de distinta escala.
Esto es, se trata de proyectar teorías que permitan la interpretación de lo
específico y particular de cada región, en el marco de mecanismos de
escalas mas amplias, así como en profundizar en relaciones entre las
estructuras y las acciones individuales, evitando lecturas unidireccionales

Posteriormete, para 1990, los estudios regionales desde la economía


política empiezan a ser tendencia principal en la nueva geografia regional.
Asimismo, desde la perspectiva político-cultural, convergen dos corrientes
distintas: a) las de forma fenomenológico, entradas en las dimensiones subjetivas
del espacio (desde las vivencias y percepción del individuo) y b) la dimensión
ideológica de determinadas prácticas y representaciones espaciales.

Tambien, desde la perspectivas sistémicas y geografía coremática, se hace


un planteamiento que parte de un marco teórico de aplicación pluridisciplinario y
transdiciplinario (teoría de sistemas), tanto en planteamientos cuali y cuantitativos.
Finalmente, desde la geografía regional en el contexto de la globalización, se
plantean una serie de desafíos culturales, educativos y éticos en los que la
geografía regional da un aporte importante.

De esta forma, la mundialización de los flujos migratorios, la diversificación


de los orígenes de esos flujos y las principales regiones receptoras, las sustitución
del predominio de los Europeos por ciudadados de Asia, África y America Latina,
suponen la formación de sociedades multiculturales y pluriétnicas, frente a la
relativa homogeneidad previa a los de los Estados-Nación (García, 2006).

En cuanto inserción en América Latina, el concepto de región ha sido


concebida de acuerdo con diversos enfoques y retomando las experiencias de
otros países. Se perciben tres orientaciones de los trabajos regionales: el estudio
de regiones, la regionalización para la planeación y la del desarrollo regional.

De esta forma, Ramírez (2003), se hace una distinción entre Región y


Regionalización, en donde se refiere región, como un instrumento que permite
identificar zonas homogéneas naturales o de integración natural-social-cultural. La
Regionalización, por su parte, refiere a un recurso técnico usado como
herramienta para hacer diferentes tipologías de regiones, necesarias para trabajos
de planeación, o de comprensión, de diferenciaciones regionales en una zona.

Se considera que actualmente la región tiene múltiples acepciones y


muchas variantes, donde quedan reflejadas tanto las conceptualizaciones
tradicionales, como los enfoques emergentes. La diversidad en las formas de
abordar los problemas regionales, y de regionalización, también cambia según el
ámbito desde donde se abordan, sea este el educativo, la perspectiva académica
o desde el enfoque de la planeación. La región, en el sentido tradicional, sigue
utilizándose para un espacio determinado.

Se consideran tres elementos relevantes de coincidencia entre el debate


inicial y el contemporáneo: primero, la existencia de una dimensión “modelística”
relacionada con la cuantificación y la matemática para representar a las regiones
(Ramírez, 2003); segundo, una dimensión abstracta que se relaciona con la
homogeneidad que existe en la región (Palacios, 1983), en donde entra también la
abstracción de la polarización y la integración como parte integrante de su
concepción; y, por último, la integración de elementos físicos, sociales y
económicos que prevalece en su concepción, especialmente en la geográfica
(Palacios, 1983).

Sin embargo, dentro del debate regional se concluye que es difícil llegar a
un consenso acerca del concepto del Región, aunque a partir de la discusión
académica, se encontraron ciertos puntos en común, como la necesidad de
conocer las características, elementos, procesos y patrones, así como entender
sus relaciones con los espacios que la rodean o que tienen alguna influencia sobre
ésta. No obstante, a lo largo del tiempo se ha enfatizado en la importancia de
pasar al análisis del sistema en su conjunto, considerando las interrelaciones y la
dinámica que conforma a la región como un proceso sujeto al cambio constante.
En este sentido, Palacios (1983), agrupa las principales contribuciones al
estudio del concepto de región en dos grupos: el primero, en donde se incluyen
todas las formulaciones denominadas convencionales, cuyo rasgo característico
es el de hacer abstracción de toda consideración histórico-social y así postular
conceptos que se pretende sean universales. El segundo, agrupa a aquellas
contribuciones cuyo punto de partida es el reconocimiento de la vigencia de un
sistema social históricamente determinado, el cual da origen a toda concepción
regional en la medida en que sostiene que la ocupación de un territorio está
condicionada por el tipo de relaciones sociales prevalecientes entre los grupos
humanos que se asientan en determinadas partes del territorio.

Así también, señala que existen las denominadas concepciones avanzadas,


en donde destaca la teoría de Coraggio, quien parte de la noción de "ámbito" de
una relación, para llegar a un concepto de región que incorpora consideraciones
de la realidad social y material; es decir, de los diversos órdenes del ser. En este
sentido, Coraggio define como ámbito territorial de una relación social al
"segmento de territorio que incluye la localización de los agentes y medios
directamente acoplados por la relación, así como a los senderos de los flujos
materiales que la realizan" (Coraggio, 1979:6).

En resumen, Palacios (1983) considera que la región podría reducirse a una


porción de la realidad geográfica en cuyo interior prevalece alguno o algunos
atributos que le confieren la homogeneidad suficiente para distinguirse de otras y
así tener identidad y existencia propias. Esto no significa que toda la revisión
realizada carezca de sentido, sino que más bien han aportado a la construcción de
este recurso conceptual que ha permitido designar de manera general a las
distintas partes de la realidad geográfica en donde tiene lugar la existencia
humana.

Ahora bien, de acuerdo con Ortega (2006), la incorporación del


materialismo histórico a la geografía proporcionó mayor presencia al espacio en la
organización de las sociedades, lo que llevó a impulsar una concepción del
espacio como reflejo de la sociedad, en donde se abre un mayor margen de
interrelación entre los territorios socio-históricamente determinados, pero
espacialmente diferenciados.

Otra concepción es la del espacio como construcción social, concepto


generado desde la geografía, pero configurado en un largo proceso de
intercambios teórico-metodológicos con la hermenéutica, la fenomenología y el
constructivismo, que contribuyeron de manera fundamental en la conformación de
la geografía humana actual. Desde esta perspectiva, el espacio como un elemento
determinante y determinado de las sociedades adquiere la misma importancia que
lo económico y social y, por lo tanto, favorece una visión más integral y compleja
de los grupos sociales que se analizan.

En este sentido, y considerando los elementos teóricos sobre región


expuestos anteriormente, defino como mi región de estudio al espacio que
comprende a las regiones político-administrativas “Costa” y “Soconusco” de
Chiapas e “Istmo de Tehuantepec”, Oaxaca, regiones históricamente productoras
de mango, a lo largo de las cuales se ha construido la cadena productiva de esta
fruta, articulándose una serie de relaciones productivas y comerciales:

Es decir, agricultores y acopiadores de la Costa de Chiapas que venden o


suministran a acopiadores y empacadoras hidrotérmicas tanto del Soconusco
como del Istmo de Tehuantepec, cuyos vínculos comerciales fungen a la vez como
mecanismos de trasmisión de información, establecimiento de acuerdos y
relaciones de coordinación y de poder. Asimismo, dada la proximidad geográfica,
estas microrregiones han establecido relaciones de convivencia, amistad e
intercambio cultural a las que refieren los autores citados.

Parto entonces de que mi región de estudio es del tipo funcional, en cuanto


a que es considerada como “una categoría de análisis”, construida de acuerdo a
las necesidades de mi investigación y, específicamente, en función a la forma en
que está organizada y construida la cadena de mango, la cual es objeto de mi
investigación. Además, agregando lo señalado por Ornelas (2014), porque se
deberá ordenar, con base en la finalidad de la misma, los diversos aspectos de la
realidad, considerando los elementos naturales (el espacio físico) y el ambiente
social (conformado por las relaciones sociales de producción, económicas, el
sistema político, las diversas formas de expresión cultural e ideológicas) dados en
el territorio.

Ahora bien, también es una región método, porque se regionaliza tratando


de explicar los procesos sociales y cómo éstos se dan de manera diferenciada en
el territorio, considerando los aspectos naturales, económicos, históricos y
culturales, es decir, los elementos del territorio, ya que, como puede verse en la
investigación, existen fuerzas productivas que hacen que los procesos ocurran de
manera diferente tanto en Oaxaca como en Chiapas. Esto se puede observar en
los esbozos que a continuación se presentan de cada una de las microrregiones
que, en conjunto, conforman la región de estudio en su totalidad.

De acuerdo con Rodríguez (2001), el Istmo de Tehuantepec, es la franja de


tierra continental más estrecha en México, la cual conecta al Océano Atlántico
(Golfo de México) con el Océano Pacífico (Golfo de Tehuantepec) a través de los
puertos de Coatzacoalcos y Salina Cruz. Histórica, política y económicamente, se
constituye por una porción del sur de Veracruz y la región oriental de Oaxaca. Sin
embargo, geográficamente, se integra también por los municipios de Tabasco y
Chiapas, ubicados al oeste.

Ahora bien, para mi investigación, el Istmo de Tehuantepec refiere al


espacio que comprende la división política-administrativa perteneciente al estado
de Oaxaca, ya que es aquí donde se ha construido dicha cadena, eso sí, sin dejar
de lado los rasgos contextuales que lo conectan con el resto de la región
geoeconómica que representa en su totalidad el Istmo.
De acuerdo con Velázquez, Leonard, Hoffmanny y Prévót-Schapira (2009),
la concepción del Istmo de Tehuantepec, como región y punto de integración de
los ejes norte y sur, es un proyecto vinculado a la expansión del sistema capitalista
mundial, ya que se ha construido y reconstruido en cada etapa histórica y de
expansión de este sistema.

Así, relatan que ha estado presente desde la conquista de Mesoamérica,


siendo hasta el siglo XIX que la idea toma forma, a partir de las representaciones
de la riqueza del territorio que Alejandro de Humboldt hizo en el año 1811, en su
obra Ensayo sobre el reino de la Nueva España, sosteniendo que la naturaleza en
dicha región es beneficiosa y que sólo faltaba el trabajo del hombre. Esto pues,
inspiró de manera inmediata, las políticas de colonización europea dadas una vez
consumada la Independencia. Desde aquí podemos ver las primeras formas de
regionalización de este espacio.

Por su parte, Velázquez et al (2009), señalan que la realización del eje


ferroviario transístmico vino acompañada de una política de ordenamiento del
espacio económico istmeño y su ocupación en la parte central (la cual estaba
escasamente poblada), ello a través de concesiones de tierras a particulares y
empresas capitalistas, de quienes se esperaba la instalación de plantaciones
orientadas hacia los mercados internacionales.

No obstante, explican que la comunicación transístmica eficaz se da 13


años después, tras concluirse, en 1907, la construcción de los puertos de Salina
Cruz y Coatzacoalcos, también por la compañía inglesa Pearson and Sons Ltd. El
Istmo se convierte entonces en la plataforma de la fase de expansión del
capitalismo industrial, comercial y de la revolución de los transportes en México,
impulsando además una reorientación estratégica de las relaciones comerciales
interoceánicas. Según Revel-Mouroz (1980), el ferrocarril del Istmo captó casi en
su totalidad el tráfico de azúcar entre la cuenca del pacífico y la costa oriental de
Estados Unidos.

La actividad petrolera llegó a ser un motor fundamental del desarrollo y del


poblamiento del Istmo mexicano hasta el último cuarto del siglo XX. Ahora bien,
Michel (2009) indica que entre los años 1940 y 1960, la reforma agraria jugó un
papel importante en la región: intervino sobre los territorios que debían ser objeto
de ordenamiento o de algún proyecto de desarrollo, dentro del marco de una
política federal, apoyada en el crecimiento mundial y luego en la renta petrolera.
De acuerdo con Segura y Sorroza Polo (1994), esto se utilizó para la construcción
de caminos asfaltados entre 1944 y 1947. Por ello, la mayoría de los ejidos
formados en esos años se asentaron a lo largo de las carreteras.

Se observa entonces que, de la misma forma en que la explotación forestal,


la construcción, el tráfico ferroviario y las plantaciones comerciales lo habían
hecho anteriormente (y lo seguían haciendo, pero en menor proporción), la
extracción y la transformación del petróleo incidieron en la reestructuración de los
procesos de poblamiento de la región del Istmo. De esta forma, durante más de 50
años, la "vocación económica" del Istmo estuvo subordinada a la explotación de
los recursos naturales y la producción de materias primas: extracción petrolera,
extracción de maderas y de productos agropecuarios, principalmente, ganaderos;
esto último derivado de proyectos de colonización del trópico a partir de 1950
(Velázquez et al., 2009).

Por su parte, la Costa de Chiapas, al igual que el Istmo, tiene una ubicación
geográfica estratégica, ya que es la vía de acceso hacia el estado de Chiapas y
demás regiones dentro del mismo. Sin embargo, la transformación de los medios
de transporte, junto a otros factores, representó un elemento importante en la
reconfiguración de diversas cadenas productivas existentes en esta microrregión,
entre ellas, la cadena agroindustrial de mango.
De acuerdo con Lorenzana (2013), Molina (2016) y Bassols (en Fletes,
2008), en el periodo que va del año 1910 hasta 1960, el principal medio de
transporte que conectaba al estado de Chiapas con el resto del país era el
ferroviario, teniendo éste como sus principales estaciones ferroviarias de conexión
a los municipios de Arriaga y Tonalá.

Por ello, durante dicho periodo, ambos municipios tuvieron un gran auge
económico y, principalmente Arriaga, se convirtió en el nodo central para la
movilización de mercancías que salían y entraban al centro del estado, siendo el
lugar de asentamiento de grandes empresas, principalmente, distribuidoras de
productos primarios, así como en el destino de comerciantes, agricultores y
población de distintos orígenes.

Sin embargo, la construcción de la carretera costera Arriaga-Tapachula en


1964 permitió conectar vía carreteras ─a partir del entronque con la carretera
Panamericana─ al estado de Chiapas con el centro del país, logrando una mayor
rapidez en la transportación de todos los productos agrícolas y ganaderos (Molina;
2016). Con ello, los municipios de Arriaga y Tonalá, empezaron a sufrir,
paulatinamente, una transformación en su dinámica económica y social.

De acuerdo con Molina (2016), para el año 1970 ya era muy clara la
deficiencia del servicio ferroviario, por lo que dejó de ser el medio de transporte
idóneo para el flujo de mercancías, entre ellos, el ganado en pie. Así, uno de los
sectores productivos más afectados en estos municipios fue la ganadería, cuyos
costos de producción se elevaron al pasar ─para fines comerciales─ de un medio
de transporte más barato como el férreo (en donde se transportaban grandes
cantidades de ganado y alimento a menor costo), a uno más oneroso (Ordóñez,
2018).

Así pues, la decadencia del ferrocarril (que alcanza su punto crítico en


1970) conllevó a nuevas dinámicas económicas, comerciales y de producción en
tales territorios, ocurriendo un reordenamiento poblacional alejado de las
estaciones, enfocadas a las carreteras pavimentadas. Así, para 1983, se crea el
Comité de Planeación para el Desarrollo del Estado (COPLADE), con el que se
divide a éste en nueve regiones económicas. Y es a partir de esta nueva
regionalización ─sostiene Molina (2016) ─ que surgen otras actividades, entre
ellas, la producción de mango como actividad comercial, la cual era hasta antes de
la década de los ochenta, un cultivo de traspatio. De esta manera es como se
inicia con dicha producción.

En cuanto al Soconusco chiapaneco, su condición de frontera mexicana con


Guatemala, le otorga un papel destacado en la macroregión conformada por los
estados del sur-sureste de México y los países de Centroamérica. Asimismo,
debido a esta condición de frontera, existen diversos dinámicas y vínculos que no
sólo establecen a nivel interno, sino a un lado y otro de la frontera. Dichos
vínculos, señala Damián (1988), afecta la dinámica interna de nuestro país y las
relaciones con los países vecinos: al norte con Estados Unidos y al sur con Belice
y Guatemala.

Destaca la ciudad de Tapachula, cabecera regional conocida como la Perla


del Soconusco, ya que es el centro comercial y político de la región. Cuenta con
una importante red de establecimientos financieros, comerciales, de comunicación
y transporte, hospedaje y alimentación, los cuales dan soporte a la actividad
agropecuaria municipal y regional (PRDD, 2013-2018). Aun así, al interior de la
región, su población sufre marcadas desigualdades entre un municipio y otro,
además de tener altos niveles de pobreza y marginación.

Cabe señalar que el Soconusco ha sido histórica y tradicionalmente


productor de café. Sin embargo, en el periodo que va de la posguerra a la gran
depresión del año 1929, sucede un acontecimiento que desencadenaría procesos
importantes subsecuentes: diversos productos y materias primas destinadas a los
países que sufrieron la gran depresión se vieron afectados y con ello los
productores. El precio del café empieza a tener altas y bajas.

Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, al cerrarse el mercado


alemán debido al conflicto, la producción del Soconusco se reorientó hacia los
Estados Unidos. En esa época, señala Damián (1988), debido a las agresiones del
Eje Berlín-Roma-Tokio contra México, el gobierno decidió expropiar las
propiedades que los residentes de esas nacionalidades tuvieran en el país,
afectando a los caficultores alemanes en el Soconusco.

En la etapa cardenista, como resultado de la política agraria, se comenzó


un reparto de tierras para trabajadores demandantes de ellas, el cual fue frenado
por los caficultores a través de la creación de "cinturones protectores" alrededor
de sus fincas, es decir, repartieron tierras en torno a su propiedad a algunos de
sus peones y de esta manera no se vieron afectados en forma en gran manera.
No obstante, la organización de los trabajadores en esa época sí permitió que se
llevara a cabo el reparto de tierra en algunas zonas de la región, en donde se
crearon zonas ejidales.

Ya finales de 1940, se construye la Carretera Panamericana, que le dio


mayor accesibilidad y dinamismo a la región, siendo de gran importancia para el
desarrollo de la región, permitiendo una mejor interacción del Soconusco con el
mercado nacional e internacional. En este contexto surgen cultivos como el
mango, exactamente en el año 1948.

De acuerdo con Infante, Quilantán y Rocha et al. (2011), el Sr. Ataulfo


Morales es quien compra un predio urbano de Tapachula, Chiapas, donde yacían
algunos árboles que se cree se dieron de manera natural, en la variedad Ataulfo,
nombre que después adquiriría esa variedad de mango en honor al Sr. Ataulfo
Morales. Ahora bien, se cree que es a partir de 1950 esta variedad se empezó a
dar a conocer.
Aquí es importante señalar que en esta misma década (1950), se introduce
el cultivo del algodón en la región, el cual llegó a tener una importancia
fundamental en términos económicos, ya que en esos años se dio un auge de la
industria textil en México. Sin embargo, la producción de algodón cayó debido al
desarrollo de materiales sintéticos utilizados por la industria textil (Báez Landa,
1985).
Es así que para el año 1958, se inician los primeros estudios sobre los
árboles de mango y seleccionar varetas para su propagación asexual. Estos
hechos coinciden con un programa que entonces pone en marcha el extinto
Instituto Mexicano del Café (IMC), cuyo objetivo era mejorar la cafeticultura y
sustituir el café por árboles frutales en las áreas marginales de este cultivo,
específicamente en zonas bajas que no son aptas para producir café de calidad
(Infante, Quilantán y Rocha et al, 2011)

Asimismo, como parte del proyecto, se propaga masivamente un clon de


mango denominado imc-m2 Ataulfo. Años más tarde, el cultivo sería conocido sólo
como “Ataulfo” (Infante, Quilantán y Rocha et al, 2011). Estos mismos autores
señalan que, en el año 1965, se establece la primera plantación comercial con 10
hectáreas, en la Finca Buenavista. Y a inicios de la década de 1970, el cultivo se
expande de manera rápida. Actualmente, existen alrededor de 11 empresas
agroexportadoras en la región, tal como puede observarse en la siguiente tabla.

Como puede observarse, las tres microrregiones que en conjunto integran a


la región de estudio en su totalidad, pese a la proximidad geográfica, tienen
características y procesos productivos, económicos, culturales e incluso biofísicos
diferenciados: una microrregión tradicionalmente petrolera, otra ganadera y otra
cafetalera, que dado a diversos procesos acontecidos tanto a escala global como
en el territorio, reconfiguran sus actividades productivas principales, emergiendo y
cobrando importancia la actividad agro-exportadora de mango.
Esto pues, me permite analizar, a través del enfoque de cadena
agroindustrial (CAI), la forma en que se da la articulación entre actores de una
misma escala, pero con experiencias diversas, al tiempo que se identifica la
interdependencia y articulación entretejida entre la escala local y global vía la
cadena de mango, la cual está organizada y construida a lo largo de esta región.

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