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CLASE Nro.

1 DE GEOGRAFIA ARGENTINA II:


DISTINTAS CONCEPCIONES DE REGIÓN Y REGIÓN
GEOGRÁFICA EN LA REPÚBLICA ARGENTINA

1. ASPECTOS CONCEPTUALES
La región es una unidad espacial de trabajo de la Geografía, mientras que el periodo está
asociado a una unidad temporal de la Historia. Estas categorías conceptuales definen un
encuadre temporo-espacial o espacio-temporal.
Una categoría conceptual preliminar es el espacio, cuyas connotaciones exceden a la
Geografía. Comprende diversos universos, dimensiones y variables de análisis. En la
acepción geográfica implica referir al espacio geográfico.
“…durante el último siglo, el espacio ha transitado de ser visto como una entidad existente
en sí misma a ser una construcción social. De acuerdo con los pensadores que se han
abocado a estudiarlo, se ha planteado como una estructura con propiedades, ya sean
absolutas o relativas, dependiendo del enfoque, y en función de ello puede considerársele
como algo objetivo o subjetivo. El espacio implica una serie de relaciones de coexistencia
explicadas desde diferentes perspectivas, en donde se dan los vínculos, las relaciones e
interacciones, que llevan a la construcción, transformación, percepción y representación de
la realidad. En geografía, todo ello se expresa a través de factores tales como la localización,
ubicación, distancia, superficies o zonas, dirección, rumbo, áreas de influencia,
responsabilidad, dominio, resistencia, forma, tamaño, posición (centro-periferia, interno-
externo, cerca-lejos, norte-sur), distribución, vecindad, accesibilidad, procesos de
aglomeración y dispersión, patrones, nodos, flujos y rutas.” (Ramírez Velázquez, Blanca
Rebeca, 2015: 18).
La región comprende una idealización o representación de un área definida por elementos,
relaciones y transformaciones que la hacen relativamente homogéneas. Las concepciones
más tradicionales de la Geografía referían a estas unidades espaciales en función de su
paisajes naturales o ecosistemas comunes -en particular el criterio fisiográfico-, y
prácticamente disociaban la influencia humana. Las regiones eran casi inalterables, con
límites rígidos. El determinismo o positivismo Geográfico del siglo XIX puso en alto esa
visión, incapaz de transmitir una realidad y proponer estudios integrales en cuanto a la
relación sociedad-naturaleza.

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La mencionada conceptualización determinista, donde se consideraba que el medio natural
ejercía un dominio sobre la organización espacial de la sociedad era acrítico, estático,
descriptivo y carecía de un perfil geográficos con ojos del presente. El Posibilismo
Geográfico, impulsado por la Escuela Francesa da el primer paso en el naturalismo
determinista de la Escuela Francesa. Si bien Vidal De La Blanche es el referente desde una
geografía regional e histórica, cabe reseñar la fuerte impronta de Fébvre, quien en 1922 acuño
el término “posibilismo”, el cual pretendía generar una ruptura de las leyes naturales en la
praxis metodológica.
La región, según Vidal de la Blache “es una realidad concreta, física, existe como un
marco de referencia para la población que vive ahí. Como realidad, esta región no depende
del investigador en su estatuto ontológico; le corresponde al geógrafo develar la combinación
de factores responsables de la configuración que asume (Da Costa, 1998:51).”
Sin embargo, el Posibilismo Geográfico no instituyó una visión enteramente integral,
susceptible a contemplar dimensiones complejas de la realidad, tanto como cambios dentro
de la concepción humana. Recién las Geografías Radicales, con mayor profundidad en los
años setenta se integran las dimensiones sociales o más humanas. Johnston (1978) explica
que, durante la mitad del siglo XX, el Neopositivismo o Geografía cuantitativa intentó
reimponer el determinismo, pero a la suerte de una adecuación de la región a la modelización
de áreas, cuyas reglas o leyes son lógico-matemáticas, como por ejemplo la regla rango-
tamaño, afín a demarcar centros de influencias estrictos, estructurales y con funcionalidad
teórica, disociados de la realidad social.
Según Ramírez Velázquez (2007) las propuestas neopositivistas retrasaron la concepción
integral y de cambio de las regiones. Por ejemplo, Christaller (1933) y Lösch (1938)
explicaron la localización regular y jerárquica de las ciudades, a partir de centros urbanos
que se organizan en forma geométrica. Así, las ciudades con su tendencia a concentrar,
organizan al territorio a partir de la distancia en que se encuentran los poblados (urbanos y
rurales) en relación con los centros de mayor importancia (Gutiérrez Puebla, 1984). De
hecho, la teoría de los hexágonos fue ampliamente divulgada durante años y aplicada por
algunos autores, incluso en la actualidad, con fines de planeación o de comprensión de las
actividades terciarias en relación con centros jerárquicamente organizados (Berry y Garrison,
1968).
También los economistas intentaron imponer su visión funcional en la época. Hasta 1960,
Walter Isard, promovió un método espacial y regional donde daba respuesta a las formas de
localización industrial a partir de modelos gráficos y sintéticos que intentaban explicar el
espacio, en particular el urbano. Lo llamaron “ciencia regional” (Isard, 1960).
Los cambios introducidos por las Geografías Radicales fueron claves. Instauraron una
idea de cambio y de espacio transformado por las sociedades, donde coexisten problemas,
debates e incertidumbres sobre los escenarios. En resumidas palabras, se interpelaba la
continuidad y permanencia natural, tanto como el modelo o estructura lógico-matemática del
espacio. Así comenzó a hablarse de regionalizar, tanto como de cambios regionales y
planificaciones regionales.
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En el caso del territorio argentino, existió cierto retraso en la connotación contemporánea
de la región y una historicidad atada a la toponimia regional, no siempre congruente con la
realidad, incluso con los criterios paisajísticos. Por ejemplo, llamar Mesopotamia a las
provincias de Entre Ríos, Corrientes y Misiones no guarda relación fisiográfica y menos
socioeconómica. Esta región y otras se perpetuaron en el imaginario social, al igual que la
lógica o criterio de clasificación tradicional. Aun la Región Pampeana, instituida hace unos
140 o150 años cambió sus límites y parte de sus características.
“…las regiones suelen ser presentadas como elementos dados, poseedoras de
características sociales y naturales propias e inalterables, partes de un rompecabezas que
conforma la regionalización en su conjunto y que, como tal, siempre completa el territorio
de la Argentina, entidad que también se asume como una permanencia. Estas formulaciones
se asientan sobre una visión estática y centralista del país que, consolidada a lo largo de las
primeras décadas del siglo XX, ha condicionado y distorsionado desde entonces –y aun hasta
el presente- las interpretaciones de conjunto del territorio nacional a través de la
hegemonización del discurso de las regiones geográficas argentinas.” (Benedetti y
Salizzi, 2016: 2).
Otra discusión o ámbito de análisis corresponde al concepto de región geográfica. Por
inercia u omisión: ¿Es lo mismo que decir región?... En general, al expresar el término
región y complementarlo con un nombre afín a un área estamos definiendo una región
geográfica. Deben aclararse algunas premisas, entre ellas, que la connotación geográfica
implica incluir un conjunto de aspectos, variables o dimensiones, las cuales están
relacionadas, emparentadas o guardan algún grado de vinculación. No se puede decir que la
región turística de Traslasierra en Córdoba es una región geográfica, del mismo modo que la
región andina en el occidente del territorio argentino. Ambas refieren a un elemento en
común, pero no a una multiplicidad de relaciones, características y hasta problemáticas
vinculantes.
Con detenimiento, reflexionemos acerca de la mirada de región geográfica de Federico
Daus (1982): “es un espacio continuo que, por diversas características provenientes del medio
físico, biótico o de la actividad humana adquiere, en el tiempo, coherencia interna y unidad
funcional.” Es una aproximación a la concepción contemporánea, pero más afín al sesgo
funcionalista que a la visión compleja de la realidad. Otros aportes contemplaron esta visión
omitida por el geógrafo argentino, aunque se reconoce como una tradición argentina aferrada
a los criterios del pasado (véase próximo apartado).
El enfoque radical puso en alto la necesidad de introducir y relacionar al marco físico-
ambiental la perspectiva de la economía política, en particular el tratamiento las
desigualdades espaciales. Así la derivación de una construcción social, no solo abrió paso al
proceso histórico, sino también a otros enfoques que sumaron una mirada más integral de la
definición de región y región geográfica. La segunda comprende una síntesis de las
características, procesos, problemas y complejidades que alcanzan a un área, susceptible a
cambios internos o en su frontera. Por ello, la concepción de región también alcanzó a un
marco de especificidad o síntesis de otras ciencias o disciplinas, como para ejemplo definir
regiones económicas, políticas, sanitarias, entre otras. Y la acción de concebir, comprender,

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organizar y promover acciones en esta porción del territorio, adquirió la denominación de
regionalizar (Benedetti y Salizzi, 2016).
También Benko (1999) y Capella (2003) se suman a aquellos geógrafos que proponen una
multidimensionalidad o enfoque integrador de las regiones geográficas, aunque aclara que
por omisión o para evitar la redundancia, es frecuente decir o escuchar la mención de
“región”, de la misma manera que cuando se hace referencia al medio ambiente y se señala
al “ambiente” como síntesis. Además, coinciden que más allá de la visión holística o
integradora, siempre hay variables que ponderan más que otras. Y así como Daus destaca
una influencia de la variable física-natural y Velázquez lo hace con la calidad de vida -que a
la vez, incluye variables e indicadores con ponderaciones diferentes a otros geógrafos-, el
primer autor exalta que esta unidad espacial es “un producto social”, mientras que el segundo
considera que “la cultura sintetiza o traduce el conjunto de elementos o aspectos de la región
y el marco territorial de análisis.”
A modo de cierre:
“….el intento de adentrarnos en la interpretación de la realidad desde la geografía regional no
es una construcción intelectual estática y estable, sino que se redirecciona con el tiempo en espacios
cambiantes que nos invitan también a observarlos y analizarlos a través de sus movimientos y
transformaciones. En la década de los setenta, Frémont (1976:209) ya planteaba la necesidad que
había de redescubrir al mundo a partir de sus cambios, tal y como lo habían hecho los primeros
geógrafos; Gómez (2001) ejemplifica esta necesidad a partir de analizar algunas cuestiones
conceptuales y de método que atañen a la geografía, y que parten de los cambios surgidos en la
realidad regional española contemporánea. Los debates y las posturas siguen abiertos a nuevos
cambios: es preciso entonces descubrirlos y ubicarlos en la realidad diferencial que el mundo
presenta, para integrarlos como parte de un ejercicio de geografía regional que se encuentra
entonces en continua renovación y búsqueda”. (Benedetti y Salizzi, 2016: 14).

2. LAS ESCALAS DE LA REGIÓN


En general atribuimos la región a una parte o división interna de un país. Sin embargo,
una región geográfica puede traspasar ese límite y así, está abierta la posibilidad de ampliar
la mirada a zonas contiguas, prácticamente contiguas. Por ejemplo, si se hace referencia al
Chaco como región comprende más allá de los límites de la provincia homónima, e incluye
parte de Paraguay. Del mismo modo, puede sumarse el ejemplo de parte del Noroeste
argentino y el occidente boliviano. Localidades contiguas como Villazón y La Quiaca tienen
más aspectos en común, si se considera a esta última ciudad con la capital de su provincia.
Estos límites de la región también se emparentan con la circunscripción del concepto de
territorio, muchas veces atribuido a un país, provincia o jurisdicción local. Por el contrario,
el territorio es un proceso complejo, el cual implica un dominio económico-político y una
apropiación simbólico-cultural, arraigadas y asignadas por la sociedad (Haesbaert, 2004). Por
ende, hasta la concepción de región geográfica puede ser vista, concebida y demarcada de
distinto modo, según el lugar, la cultura, la ideología, los intereses económicos, etc. Véase el

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caso argentino para definir Patagonia a lo largo de la historia. Además de exceder el territorio
argentino, no está claro el límite septentrional.
La escala trasnacional puede incluir un agrupamiento de países o regiones contiguas y
afines de éstos. Así por ejemplo geógrafos como Soja, Harvey y Milton Santos refieren a
regiones como espacios o territorios con afinidades en el contexto de una mundialización o
globalización del espacio. Por ello, esta diferenciación puede ser macro-regional, como suele
atribuirse al diferenciar América Latina y América Anglosajona; Europa Occidental y Europa
Oriental; Medio Oriente y Lejano Oriente; entre otras. Cabe entonces hacer una previa
aclaración, ya que el uso de región tiende a ser generalizado, además de multidisciplinario.
En el plano nacional, dentro de las regiones se emplean diversos nombres para referir a
espacios más específicos. Algunos los llaman micro-regiones, sub-regiones, zonas y también,
se emplea en forma redundante el término región dentro de otra. Si se considera el caso de la
Región Pampeana, áreas como Pergamino, Mar del Plata, Trenque Lauquen y Bahía Blanca
guardan diferencias importantes. A su vez, puede repetirse el razonamiento dentro de otras
regiones argentinas, cuyo análisis recaerá en las próximas unidades del programa.

3. LAS VISIONES O TRADICIONES CLÀSICAS DE LAS


REGIONES EN ARGENTINA
Como se anticipó en el apartado anterior, las acepciones de región y región geográfica
tuvieron una fuerte influencia de los enfoques o escuelas de pensamiento geográfico de la
época. En Argentina, los cambios o renovaciones epistemológicas tardaron en materializarse.
No tanto en los ámbitos académicos, a diferencia de los usos y costumbres del colectivo
social.
Entre los geógrafos argentinos -incluido como fuente de consulta en la materia-, Mario De
Jong sostiene que el alance de la región es emergente de cuestiones teóricas, metodológicas
e ideológicas. Y en esa dirección reconoce avances, aunque tardíos por la parálisis que
produjo el positivismo y otras formas facilistas o simplificadoras de la realidad. Califica de
un accionar ausente de los geógrafos en demandas sociales, propias de cada región, con
aristas especiales. Así, observa que otras disciplinas abordaron este natural objeto de
conocimiento geográfico, en particular en la Argentina.
“Los geógrafos están acostumbrados a percibir las regiones con cierto grado de precisión en los
límites (…) los límites de la región no son otra cosa que el resultado de la comprensión de la
problemática analizada. La región de límites precisos, compuesta por un espacio donde se suceden
las regiones sin solución de continuidad, no es otra cosa que la “necesidad” de percibir objetos
mediante los sentidos. Esta necesidad, como se ha visto, fue urdida e introducida en el pensamiento
universal hace sólo 200 años. El problema, fuertemente incrustado en la conciencia social. Es, por
lo tanto, ideológico. Todo problema regional requiere del geógrafo fluidez intelectual, suficiente
como para poder introducirse en el problema sin las restricciones aludidas. Con seguridad, la
inmensa mayoría de los problemas (…), escaparán al ámbito inicial de estudio e inducirán al
investigador a realizar largos viajes, físicos o mentales, para adentrarse en territorios que abarcará

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a diferentes escalas y diferentes morfologías físicas y sociales. Pero podrá enriquecer su espíritu con
la comprensión de un objeto de conocimiento complejo, para el cual tendrá la satisfacción de realizar
sólidos a portes para su transformación. Los límites son un producto y no un envoltorio.” (De Jong,
2001: 70).
Otro planteo desarrollado en varios países latinoamericanos tiene que raíz en las
desigualdades de carácter regional. Ya no solo disparidades internas o entre sectores o grupos
socioeconómicos. Estas asimetrías entre regiones fundaron la categoría y la diferenciación
entre regiones ganadoras y perdedoras. En Argentina, Verónica Hollman (2008) afirma que
éstas constituyen una consecuencia geográfica relevante, necesaria de reconocer. En sí, esta
brecha se gesta a la par del proceso de cambio tecnológico y la reestructuración productiva
en una nueva división espacial del trabajo, entre otras características de la globalización.
También De Jong coincide en repensar esta nueva categoría, y revisar la delimitación de
regiones. Así, por ejemplo, es difícil incluir criterios de antaño, como Entre Ríos dentro de
una idealizada Mesopotamia (hoy es una provincia casi completamente pampeana, salvo el
borde septentrional o áreas litorales trasfronterizas), entre otros casos.
De esta forma, algunas regiones “ganan” y otras “pierden”. Hollman (2008) detalla que
las ganadoras son aquellas con fuertes redes inmateriales, constituidas por las relaciones entre
empresas, los territorios, los individuos y los grupos que intercambian información,
conocimientos y decisiones, mediante las redes mundiales de transporte, las líneas de
comunicación, las redes de tendido eléctrico, las canalizaciones de agua, la disposición de
gasoductos, etc. Por ello, dentro de una clásica región argentina persisten marcadas
diferencias que incitan cambios o reconceptualizaciones.
Lejos de estas discusiones, en la geografía escolar, al menos hasta la educación
secundaria, se presentan viejos soportes cartográficos, afines a criterios de regionalización
de ataño. Tampoco se inscribe una reseña histórica de la progresión de la geografía regional
argentina. Y es en este punto, puede comprenderse una transposición educativa-social atada
a una postergada renovación en el plano áulico, la cual se extiende al ámbito de la cultura
general y se repite de generación en generación. Véase por ejemplo cómo se presentan los
informes del tiempo meteorológico en los distintos canales de televisión y podrán coincidir
que todos o casi todos representan regiones disociadas de la Geografía Regional Argentina.
En total, en los últimos 50 años -desde el surgimiento del enfoque radical-, en la
República Argentina se propusieron un total de 23 propuestas de regionalización, sin incluir
la moción compartida por De Jong y Hollman. Véase al pie algunas de ellas:

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Ahora bien, pensemos que la representación de las regiones geográficas no se reduce a
cómo se publica en un libro escolar y, por ende, cómo se aprende en la escuela secundaria.
La definición de estas unidades regionales para el análisis integral de un territorio tiene
distintas connotaciones y alcances. Por ejemplo, a la hora de autorizar una actividad
económica o limitar otra; también cuando se establece una política de subsidios o también
para fijar impuestos; o por el contrario, para organizar circuitos turísticos; y hasta para

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proyectar áreas de influencias de una nueva universidad u organismo público. De hecho, gran
parte de los problemas de la Argentina actual derivan de la planificación regional…

4. LOS APORTES DE LA GEOGRAFÌA A LAS CIENCIAS


AMBIENTALES Y A DISCIPLINAS APLICADAS

La Geografía es más que una ciencia con objeto propio, ya que tiene un alcance
multidisciplinar e interdisciplinar, incluso fuera del campo de estudio de las Ciencias
Sociales. Tiene a la vez, una transposición transversal en la praxis científica-académica. Por
ejemplo, a partir de la flamante Ley de Educación Ambiental (2021) en los contextos de la
educación formal y no formal (Lapena, 2021), ya que forma parte de las Ciencias
Ambientales. Y a su vez, el carácter regional disciplinar es indispensable para comprender
aspectos propios o relativos al lugar.
Sin embargo, en ocasiones es omitido el rol de la Geografía, dado a que se asume que, en
las disciplinas aplicadas, auxiliares o instrumentales rige lo específico. Así pueden
visibilizarse diversos problemas afines a la transposición de políticas territoriales (planificar,
gestionar, investigar, etc.). En este contexto, la Geografía Regional resulta imprescindible,
máxime si contemplamos que no pueden aplicarse los mismos criterios a todos los lugares,
más allá de que se localicen en una misma jurisdicción. La ciudad de Carmen de Patagones
tiene aristas propias de su región, diferentes a Mar del Plata, Pergamino, Tandil, Avellaneda,
Tigre, Trenque Lauquen y otras localidades bonaerenses. En el mismo sentido se replica si
comparamos las urbanizaciones de Patagonia Andina y Patagonia Extra-andina, y esta última
respecto a Patagonia Costera, como ser Esquel, Gaiman y Puerto Madryn en la provincia de
Chubut. Dicha situación no deja exento al turismo, la sanidad, la arquitectura, la agronomía,
entre otros campos de estudio. Véase también las inconsistencias palpables en la imposición
de normas y restricciones diferentes en poblaciones contiguas, y viceversa durante el bienio
2020-2021 a instancias del Covid-19.
En el caso del turismo, por citar un ejemplo, según Padilla (2019), necesita de los aportes
de la Geografía, en especial de su perspectiva regional (Geografía Regional), máxime en un
país tan geodiverso como la República Argentina. Además, advierte que no se trata de una
mirada con perfil circunscripto a lo económico, sino más bien desde una mirada
multidimensional:

“La complejidad de la actividad turística produce la concurrencia de diversas


disciplinas y perspectivas que contribuyen a su interpretación, aportando marcos
conceptuales y metodológicos. El abordaje del turismo ha cambiado a lo largo de su
desarrollo histórico y con la influencia de la Geografía. La investigación propone un
análisis teórico de la vinculación entre Geografía y Turismo, a partir de una revisión
del concepto de espacio turístico y su aplicación en estudios provenientes de la
Geografía del Turismo.

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Desde los autores tradicionales de la Geografía del Turismo, con sesgo
economicista, los resultados permiten dar cuenta que la comprensión del espacio
turístico se basa en la presencia y distribución territorial de los atractivos turísticos
que representan la oferta. Desde un visón actual con influencia de la geografía
Crítica y Posmoderna, el turismo es una práctica social que abarca mucho más que
el desplazamiento físico entre dos lugares. Estos estudios incorporan los impactos
territoriales de la actividad, tanto sociales como ambientales.
Del análisis se concluye que el estudio del turismo con influencia de la Geografía
permite incorporar la interrelación entre los fenómenos ambientales y los sociales,
estudiando las cuestiones propias del mundo físico natural en su cercanía, epistémica
y material, con los procesos sociales que origina el turismo en los espacios locales.”
(Padilla, 2019: 1).

BIBLIOGRAFIA:
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continuidades en las propuestas de regionalización del territorio nacional (1839 a 1988).
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https://www.researchgate.net/publication/317530687_150_anos_de_geografia_regional_en
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o_nacional_1839_a_1988
Benedetti, A. (2009). Los usos de la categoría de región en el pensamiento geogràfico
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http://ffyl1.uncu.edu.ar/IMG/pdf/la_region_en_el_pensamiento_geogrA_fico_argentino.pdf
Benko, G. (1999). La ciencia regional. Colección Sociedad y Territorio. París: Presses U.
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http://ffyl1.uncu.edu.ar/IMG/pdf/la_region_en_el_pensamiento_geogrA_fico_argentino.pdf
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file:///C:/Users/Usuario/Downloads/2159-6299-1-PB.pdf
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http://www.gdejong.com.ar/docs/libros/Introduccion_Metodo_Regional_1.pdf?i=1
Padilla, N. (2019). Los aportes de la Geografía en Estudios Turísticos. Observatorium:
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LECTURA COMPLEMENTARIA:
Bertoncello, R. (2008). Turismo y geografía: lugares y patrimonio natural-cultural de la
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Hollman, V. (2008). La globalización en la geografía escolar: continuidades y rupturas en la
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Lapena, J. (2021). Los aportes de la Geografía en la implementación de la Ley de Educación
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Ramírez Velázquez, R. y López Levi, L. (2015). Espacio, paisaje, región, territorio y lugar:
la diversidad en el pensamiento contemporáneo. UNAM, Instituto de Geografía: UAM,
Xochimilco. Recuperado de: https://web.ua.es/es/giecryal/documentos/blanca-uam.pdf

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