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estratégica de la
imagen corporativa
Comunicación
Organizacional
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Dimensión estratégica de la
imagen corporativa
En un contexto de competitividad, es necesario reconocer que las políticas
de imagen de una empresa pueden contribuir al éxito organizacional. Es
decir, junto al proceso de mejoras en sus aspectos funcionales, una empresa
que busque superarse a sí misma debe poder encarar los cambios culturales
precisos para potenciar sus ventajas competitivas reales.
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Figura 1:
En este sentido, podemos afirmar que, más que una acción de comunicación
propiamente dicha, la gestión de la imagen empresarial constituye un acto
de management, debido a que no se limita a comunicar un mensaje, como
podría ser el caso de una publicidad, sino que implica una lectura
organizacional compleja cuya pretensión es identificar los aspectos
estructurales de una organización para luego condensarlos y traducirlos en
una imagen general de la empresa.
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Es decir, la imagen positiva que le permitirá a la empresa posicionarse
socialmente favorecerá su competitividad en el mercado, lo que será
resultado de los esfuerzos en hacer dialogar sus sistemas fuerte y débil en
búsqueda de la construcción de una imagen favorable de la empresa.
Es decir que:
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Figura 2:
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b) Principio estructural: se encuentra vinculado con la simplicidad. En este
sentido, podemos pensar en ciertas preguntas clave para abordar este
aspecto: ¿cuál es la estructura visual que se percibe más fácilmente? ¿Cuál
es la estructura visual más recordable? Y, en esta línea, ¿cuál será el mejor
símbolo para identificar a la empresa? De este modo:
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interpretación, una determinada “respuesta” de adhesión o rechazo al
estímulo recibido.
Figura 3:
De identificación
Es la función primigenia de la identidad visual e implica la necesidad de
identificar clara y concisamente la identidad en cuatro áreas:
Productos y servicios.
Comunicación gráfica.
Entorno (arquitectura, interiorismo y equipamiento).
Equipo humano (comportamiento, relaciones públicas y vínculo
con clientes).
De diferenciación
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La identidad visual debe diferenciar a una empresa de otras. Hay que
considerar la identidad visual del sector y es preciso tomar una decisión
respecto a la asunción de esta.
De memoria
La función de memorización de una marca o un símbolo depende de lo
siguiente:
Simplicidad estructural.
Originalidad y redundancia.
Carácter simbólico.
Pregnancia.
Armonía.
De asociación
Expresa la garantía de vinculación entre la marca y el referente, que en
este caso es la empresa en sí misma. Esto se produce:
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la empresa debe seguir una serie de preceptos, y para ello no debemos
perder de vista el hecho de que es una instancia de producción si nos
remitimos al modelo de comunicación organizacional trabajado en el Módulo
1, aun entendiendo que la imagen fundamentalmente se produce en la
mente de los públicos de la organización, es decir, en la etapa de recepción
de la comunicación.
Figura 4:
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Según sea la actividad de la empresa y de su envergadura, este abanico
presentado puede variar sustancialmente y ampliarse a otras actividades o
reducirse, pero siempre teniendo en cuenta que la acción institucional
escogida estará dirigida a solo una parte del universo de la recepción
(públicos).
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Públicos y roles sociales
De acuerdo con lo que has podido elaborar ya respecto de la imagen de
empresa, podemos aceptar que esta es la materia prima con la que trabaja
la comunicación organizacional, constituyéndose en su fundamental objeto
de estudio. De este modo, es posible pensar que la gestión y evaluación de
una imagen institucional constituye un factor clave para quien decida
intervenir en la comunicación de las organizaciones.
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Ahora bien, no siempre la imagen que se construye de una empresa resulta
favorable, como en el caso que analizamos anteriormente, en relación con
el compromiso comunitario. En este sentido, una categorización basada en
la identificación de cierto estatus para una empresa puede implicar también
efectos no deseados, como podría ser la configuración de un estereotipo
falso que genere descrédito social. Allí se dificultan las posibilidades de
“levantar” la imagen institucional.
En relación con este punto, Capriotti señala que la noción de rol y también
la de estatus guardan un vínculo estrecho con la de público. En este sentido,
el autor define al público de la siguiente manera: “es el rol que desempeñan
un grupo de personas que ocupan un status determinado en relación con una
organización” (1992, p. 38).
A los fines de este módulo, la noción de público nos interesa porque nos
permite arribar a la importancia de la imagen de una empresa en relación
con la sociedad que constituye su entorno, lo cual implica la realización de
un rol en el juego de la opinión pública; no obstante, en el Módulo 3 veremos
este aspecto (públicos) con mayor detalle.
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No lo olvides: es la organización la que genera sus públicos. No existe el
concepto de públicos sin el de organización.
La percepción de la organización
Resulta atinado señalar y recordar algunas cuestiones respecto de la
percepción de la organización. En este sentido, retomaremos a Capriotti para
reconocer que “la percepción es un proceso complejo por el cual el individuo
obtiene información del exterior y le asigna un significado determinado”
(1992, p. 47). De este modo, es posible pensar que el sujeto actuará de
acuerdo con el significado percibido, es decir, la percepción guarda un
vínculo con la acción, aunque esta relación no es inmediata o directa, sino
mediada por el contexto externo que condiciona el pasaje de la intención al
acto concreto.
Recepción de la información
Figura 6:
DE PÚBLICO A PÚBLICOS
DE IMAGEN A IMÁGENES
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Se comprende que este no es un simple paso de lo singular a lo plural, sino
más bien una toma de posición estratégica en relación con
mensajes;
destinatarios;
atributos que comunicar.
La diferenciación de públicos
Insistimos con la idea de que el universo de la recepción en las
comunicaciones de la organización es muy vasto y variado. De acuerdo
con los diferentes procesos perceptivos que diferencian a los públicos, estos
pueden poseer subcódigos propios, desarrollando roles y estatus
diferenciados.
Teniendo en cuenta este aspecto, podemos pensar que cada público, con sus
características particulares y sus disposiciones para la percepción, se formará
una imagen distinta del mismo mensaje. Así, la investigación debe ser capaz
de sumergirse en la realidad de cada público, buscando averiguar la
intensidad y direccionalidad de la imagen que se construye de la
organización.
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Asimismo, este procedimiento pretenderá reconocer las motivaciones que
llevan a un público a formarse una imagen determinada de la organización,
ya que esto permitirá planificar las acciones más adecuadas para la gestión
de la imagen institucional y la relación con ese público que consideramos
nuestro objetivo comunicacional. En este punto adquiere suma importancia
el concepto de mapa de públicos planteado por Villafañe (1993), que
consiste en la elaboración de un documento operativo para la gestión de la
comunicación de la organización. En dicho documento queda establecido el
repertorio de públicos con los que la organización debe comunicarse, fijando
las prioridades. ¿Qué queremos decir con esto? Que, según sea el momento
que atraviesa, la institución se comunicará con un determinado público y no
con otro.
Proveedores.
Medios de comunicación.
Clientes.
Sindicatos.
Agencia de publicidad.
Entidades gubernamentales.
Accionistas.
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Influencia en la opinión pública.
Intereses económicos.
Composición interna.
Difusores de imagen.
Instrumentos no científicos
Sobre este último punto, conviene recordar que los resultados obtenidos
pueden ser cuestionados desde cierta postura rigurosa en relación con
criterios metodológicos, pero no negamos que llevando a cabo esta tarea
recogemos información valiosa para realizar nuestro diagnóstico.
Instrumentos científicos
Son aquellos que se basan en las teorías matemático-estadísticas. Se trata de
instrumentos fiables, pero que requieren la inversión de tiempo y dinero
(recuerda lo visto en el Módulo 1 sobre las auditorías de la comunicación
organizacional).
Vale aclarar que estos mismos índices pueden utilizarse para analizar la
identidad visual de la organización, tema que ya abordamos con
anterioridad.
Estos índices deben ser aplicados a cada público específico, para lograr así
un vínculo más directo entre la imagen de la organización y las expectativas
de los sujetos.
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A continuación, describiremos de manera sintética los índices mencionados:
Índice de notoriedad
“Con este índice se intenta saber si los públicos tienen conocimiento de la
existencia de la organización, porque no se puede pretender que haya una
imagen si los públicos no conocen el nombre de la entidad” (Capriotti,
1992, p. 97).
Índice de contenido
“Con este índice se busca averiguar la dirección y la intensidad de la imagen.
El índice de contenido es una investigación de las actitudes de los públicos
con respecto a la organización” (Capriotti, 1992, p. 99).
Índice de motivación
Partiendo de la idea de que los públicos les dan prioridad a algunos aspectos
sobre otros y de que son los más importantes los que forman la imagen,
podemos utilizar este índice para marcar aquellos aspectos prioritarios a
los que reconocemos como rasgos organizadores centrales de la percepción.
Por medio de este procedimiento, entonces, podemos establecer las
principales causas que dieron origen a una imagen determinada. Una de las
técnicas apropiadas para abordar este índice es la encuesta de opinión,
donde se puede preguntar, por ejemplo, qué aspectos son considerados los
más relevantes de una organización y por qué.
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Para ello, se procede a realizar una comparación de las investigaciones entre
ambas imágenes (sector y empresa).
Figura 7:
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Referencias
Avilia Lammertyn, R. (1999). RR. PP. Estrategias y tácticas de comunicación
integradora (3.a ed.). Buenos Aires, AR.
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