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Érase una vez, una tierra en donde convivían animales silvestres y

seres del bosque encantados. Vivían en armonía y trabajaban juntos


para el bienestar de Gaia, su madre tierra.

Cada mañana las hadas del bosque despertaban en el alba e iniciaban


su dulce canto para despertar poco a poco a las aves que se hayaban
durmiendo en sus nidos, a medida que abrían sus ojos, despejaban
sus alas, abrían su pico y unían su voz al canto de las hadas, en
menos de un parpadeo hadas y aves cantaban la canción de buenos
días para los seres de aquella tierra.

El sol resplandecía sobre la capa verde de aquellas montañas, los


árboles sonreían al sentir cosquillas por aquellos pajarillos
revoloteando en su cabeza, los micos meciéndose en sus ramas y las
pequeñas hormigas que subían zigzagueando por su tronco. Mientras
las hojas caían, las mariposas revoloteaban de alegría, las abejas en
su panal miel hacían y el viento susurraba la llegada del nuevo día.

La armonía de aquél lugar era especial, cada uno tenía su labor del
día, las hormigas trabajaban fuertemente para nutrir el suelo
marchaban con anillos de colores que hacían mas liviana su carga,
obsequiados por las ninfas al ver el hermoso verdor de los prados y
la belleza de las flores que se alimentaban día a día del rico suelo en
el que laboriosas trabajaban. Los conejos sembraban
cuidadosamente las semillas y los elefantes con sus enormes
trompas rociaban el agua sobre ellas. Los osos recolectaban las
verduras, los leones cargaban agua para toda la aldea, los gnomos
limpiaban y aseaban a los más pequeños para que estuvieran sanos y
fuertes y finalmente las pequeñas tortugas preparaban la cena que
aunque demorada era muy apetitosa.
En esa hermosa tierra existían animales de todas las especies y se
hablaban varios idiomas que todos entendían, el idioma de los bebés
era el idioma más complicado, pues a pesar de mil intentos casi
nadie los entendía y lloraban furiosos, cuando en vez de leche les
daban papilla y en vez de juguito les hacían cosquillas. Las ninfas
(hadas de los bebés), eran las únicas que entendía y calmaban sus
llantos con burbujas mágicas, mimos y caricias.

Un día se reunieron todos los animales y los seres encantados a


celebrar la fiesta de los mil colores, emocionadas iban marchando
las hormiguitas con coloridos anillos, los pajaritos mostraban sus
hermosas plumas y las sacudían hacia arriba y hacia abajo como las
hadas les habían enseñado al despertar cada mañana, los conejitos
saltarines iban saludando a todos los animales con las pañoletas
mágicas tejidos por los gnomos. Junto a las ninfas, las tortugas
llevaban a los bebés sobre sus caparazones y entre sonrisas y
llantos iban llegando poco a poco. Los duendecillos ruidosos tocaban
con sus maracas y tambores, las bellas hadas agitaban sus varitas
mágicas que sonaban como campanitas dando más alegría a todos los
que asistían.

¡Temblaba la tierra! Ya se acercaban bailando el grupo de elefantes


y jirafas que con buen traje y corbata se reían y bailaban sin parar.
Que linda fiesta!- Exclamó la avestruz!! Bailando y comiendo entre
chocolate, dulces, frutas, y verduras los animales muy felices
festejaban, hasta que… un ruido estruendoso interrumpió la alegría
de todos, el silencio invadió todo el lugar y en medio de la multitud
apareció el fauno, quien era un ser emergido de la tierra guardián
del bosque. Hojas secas y caracoles adornaban su cuerpo y su
cabeza, con su boca llena de dientes negros malolientes (por no
lavarse todos los días) dijo: –“Quisiera recordarles amigos míos, que
hace mucho tiempo cuando los animales y los seres encantados no
nos conocíamos otra especie arrasó con el que hoy es nuestro
paraíso.

Destruían todo a su paso, devoraban animales de toda clase,


pisoteaban hormigas, cazaban mariposas por juego, despedazaban
árboles y flores, llenaban nuestro aire de humos malolientes,
esclavizaban animales y los usaban como entretenimiento para sus
hijos más pequeños, los trataban como cosas inertes sin
sentimientos, luego cuando se cansaban o se hacían más viejos, los
abandonaban muriendo solos y hambrientos. No existía el trabajo
en equipo, no había tolerancia ni respeto por los animales ni por la
naturaleza que les brindaba lo mejor de ella cada día, los “humanos”
que así los llamaban era unas criaturas horrendas, a las cuales temo
aún.

Fue una época muy triste para Gaia nuestra madre, que enfermó
gravemente y tuvo que ocultar a sus seres más preciados -nosotros
-para volver a reconstruir un nuevo mundo de armonía y paz como es
el nuestro, pero entre aquellos seres ocultó también a un grupo de
ellos que ha crecido entre nosotros silenciosos, pero ella….”

¡No es posible que aún vivan!-Interrumpió la gallina escondiendo sus


pollitos entre sus alas, ¡Tengo miedo a que me coman¡-Gritaron las
vacas y los conejos, -¡No quiero ser maltratado y abandonado
gritaron los perros y los gatos a la vez!!- ¡No quiero que me corten
ni que me arranquen! Gritaron los árboles- babaguu daaa bbaaa gaaa
duuuu!!!! Gritaron los bebés y tradujeron las ninfas: ¡Quiero
respirar un aire limpio!
Lo que antes era una fiesta de alegría se convirtió en un caos, los
animales y los seres encantados corrían buscando un escondite
seguro, el fauno trataba de seguir hablando pero el ruido impedía
entender alguna otra palabra.

Se desplegó una tormenta, los árboles entraron en pánico agitando


sus largos brazos de madera, el viento susurraba- “Ya vienen los
humanos”- mientras toda aquella tierra se estremecía de miedo y
pánico por la noticia del fauno. Las gotas de lluvia impedía ver con
claridad y la noche se hacía mas espesa, la luna fue cubierta por
grandes nubarrones y el frío congelaba los huesos, se escuchaban
los llantos de los pequeñitos- mientras el fauno insistía en que lo
escucharan. De repente los árboles dejaron de moverse, el calor
poco a poco regresaba al cuerpo y las gotas de lluvia dejaron de
caer dejando ver que en la mitad de las montañas estaba el fauno
llorando inconsolablemente mientras Gaia lo abrazaba con ternura.

Los animales del bosque al ver a su madre por primera vez se


alegraron, y en silencio se empezaron a acercar, hasta que rodearon
a Gaia que iba vestida con gran vestido azul que representaba todos
los mares, ríos y lagunas de aquella tierra, y en su largo cabello
adornado de mil flores que representaba la vida de aquella tierra,
en su mano derecha llevaba una varita mágica semejante al de las
hadas representando la existencia de aquellos seres
extraordinarios. La madre tierra se elevo y suavemente dijo, -he
visto como el fauno trató de contarles lo sucedido hace un tiempo, y
como temerosos no lo dejaron terminar su relato y ante su tristeza
y la confusión que se generó, vine a contarles lo que pasó. Como ya
le había dicho el fauno, fue una época oscura y triste para la
naturaleza y los animales, después de un largo sufrimiento provoque
terremotos que extinguieron esa raza que nos hacía daño, pero tuve
compasión de ellos y rescate un pequeño grupo de humanoides, junto
con ustedes -mis hijos- para que crecieran juntos y aprendieran del
ejemplo mutuo de amor y respeto. Tomé precauciones por si su
naturaleza destructora afloraba de nuevo y decidí encantarlos para
que pudieran vivir eternamente hasta que aprendieran la lección de
vida que les quería enseñar. Todos sorprendidos guardaban silencio-

Es así que hoy envié al fauno para que les diera la buena noticia, que
hoy se termina el encantamiento de los “humanoides” mezclados
entre nosotros! Deben sentir tranquilidad y felicidad al recuperar a
nuestros hermanos que hace un buen tiempo habíamos perdido! Y
así, tocando con su varita mágica a cada uno de los seres del bosque
empezaron a ver que las hadas que cantaban todas las mañanas se
convertían en hermosas niñas, los gnomos que alegres tocaban sus
tambores eran niños muy alegres y las ninfas que cuidaban de los
bebes eran mujeres que aprendieron el arte de educar bajo la ley
del amor a los bebes de todas las criaturas y el fauno era la única
criatura mágica guardián de la naturaleza, que al ver todo el
alboroto lloraba de alegría. Gaia abrazó dándoles la bienvenida y así
se fueron acercando todos los animales del bosque, empezaron a
saltar de alegría, abrazaron a las ninfas agradeciendo sus cuidados
desde pequeños y ellas agradecidas por todo lo que había aprendido
por tanto tiempo.

Así fue que al final de la noche Gaia su madre tierra, animales,


plantas, niños, niñas y mujeres festejaron con alegría la fiesta de
los mil colores y el nacimiento de una nueva raza de humanos más
sensibles y amorosos, conscientes de la importancia de cada ser
viviente en la tierra. Cantaron y bailaron hasta que dormidos de
cansancio se quedaron. Y colorin colorado esta historia con final
feliz ha terminado.

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