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¿QUÉ IMPLICACIONES TIENE EL CONOCIMIENTO ANTROPOLÓGICO EN

NUESTRA IDENTIDAD Y EN LA FORMA EN QUE TRATAMOS A LOS/AS


DEMÁS?
El concepto de identidad ha adquirido un creciente interés a lo largo de varias décadas,
como una herramienta analítica de las ciencias sociales en general y de la antropología en
particular; es susceptible de ser estudiada por prácticamente todas las disciplinas y está
presente en todas las sociedades analizadas por científicos sociales.
En un momento histórico como el que vivimos, en el que se replantea el escenario
mundial en sus ámbitos político, económico y social, y en cuyo recambio aparecen y
desaparecen modos de vida, se modifican viejas solidaridades, se borran distancias y se
profundizan las diferencias, es explicable que un concepto como el de identidad sea
puesto en el centro de la polémica como una búsqueda heurística de dichas convulsiones
sociales.
Paradójicamente, su reiterada presencia no ha traído consigo una definición clara, de tal
suerte que en la actualidad este concepto encierra tal polisemia, que su utilidad y
aplicación comienzan a desdibujarse, ya que ha sido utilizado con propósitos y enfoques
muy disímbolos. Su emergencia y su “éxito” como concepto clave de muchas de las
reflexiones contemporáneas marca una manera de abordar los problemas por parte de la
ciencias sociales.
Dubet sintetiza esta forma de mirar la realidad de la siguiente manera: Frente a la imagen
del actor social ciego, definido de manera puramente objetiva y encerrado en el
determinismo de situaciones y sistemas,
Por los cual con lo anterior nos obliga a diferenciar dos procesos, que si bien no son
separables sí son distinguibles: en primer lugar, el comportamiento social del mundo
moderno, que si bien ha mostrado una importante tendencia a la universalización de los
procesos económicos y políticos, también se ha caracterizado porque en él los
movimientos sociales más importantes muestran un sello común la búsqueda de la
distinción y la diferenciación.
Ésta no se restringe al problema de la desigualdad económica; toma matices diversos que
se perfilan como movimientos en torno a la defensa de determinadas formas de hacer, de
ver, de sentir: de ser. Pero lo más relevante es que dicho proceso implica una construcción
cada vez más consciente y activa por parte de los sujetos sociales.
Esto modifica necesariamente un segundo proceso: el de la ciencia, es decir, la manera
en que dicha realidad es asumida y ordenada por los científicos. En este sentido, el
concepto de identidad social es una construcción inseparable de la concepción sociológica
y antropológica que se tiene del sujeto, la cual actualmente está en un proceso de
reformulación y transformación. Ahora bien, el concepto de identidad no es “nuevo”
dentro de las ciencias sociales.
La filosofía lo ha abordado desde diversas perspectivas y en distintos contextos históricos.
Desde el siglo pasado la sicología y el sicoanálisis le otorgaron un lugar preponderante
en el estudio de los procesos individuales y representó un elemento clave en la
comprensión del desarrollo sano de la personalidad y de las posibles generaciones
“LA ANTROPOLOGÍA EN
BÚSQUEDA DE SU IDENTIDAD”.
EN ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA: NOSOTROS: URDIMBRE SOLIDARIA Y RESPONSABLE

el hombre ha sido y es una preocupación constante,


comprender sus comportamientos,actitudes,
ideologías, expresiones sociales, culturales y
biológicas.

Desde su aparición ha tenido la


inquietud de entender la sociedad y la
cultura dentro de sus interrelaciones y
manifestaciones.

Cuando hablamos de la identidad es imposible dejar de lado la


cultura y viceversa, pues son categorías inseparables, guardan
una estrecha interrelación, puesto que la identidad esta
sostenida por los repertorios o elementos culturas que los
conforma y construye.

La Antropología Social y Cultural se ha convertido


en muchos países en una disciplina popular que se
mueve entre las Ciencias Humanas y Sociales y
que resulta útil para afrontar los temas derivados
de la diversidad cultural y otros muchos

carácter transversal hace que sea una disciplina que cuente con unas elevadas
posibilidades de profesionalización, especialmente en campos como la diversidad
cultural, el patrimonio etnológico, el desarrollo territorial y la cooperación internacional,
la docencia y la investigación social básica y aplicada.
EL HOMBRE, UNIDAD BIO-CULTURAL.
CUANDO LA VIDATOMA CONCIENCIA
DE SÍ”.
En Antropología filosófica: Dimensiones de la realidad humana.

los seres humanos somos la única especie animal auto-consciente de sí misma y, por ello,
capaz de preguntarse y cues-tionar su propia realidad. Y lo ha hecho siempre, de una
manera más o menos consciente, más o menos profunda, desde el primer momen-to de
su existencia como especie1. Desde este punto de vista, podría-mos definirnos como un
animal inquiriente o animal preguntón

En cada uno de nosotros es tan natural lo biológico como lo


cultural; no hay desarrollo lingüístico o emocional sin contacto
cultural, por ejemplo, ni cultura sin determinadas capacidades
biológicas. Nuestra identidad está marcada por el desarrollo, al
unísono, influyendo uno sobre el otro de ambas dimensiones

deberemos señalar que, en el ser humano, su dimensión biológica no puede


desarrollarse sin la dimensión cultural sin esos elementos a los que hemos
denominado externos; por otra parte, el hecho de que el ser humano pueda
desarrollar una cultura presupone siempre determinados procesos biológicos.

el desarrollo cultural, ya sea para verlo como una


prolongación de lo biológico o como una realidad
completamente separada de la anterior que complementa
y perfecciona a la especie humana haciéndolo diferente
al resto de los animales. Este modo de explicación no
ayuda a entender suficientemente lo que somos.

Necesitamos de otro modelo que nos haga entender la


relación imbricada que existe entre la biología y la cultura
en el ser humano

La realidad, y el ser humano dentro de ella, tiene dos dimen-siones claramente diferenciadas: la
dimensión fáctica y la del sentido o significado de la misma. Es de-cir, siguiendo la
diferenciación de M. Foucault, no es suficiente para dar cuenta de la realidad humana
detenernos en investigar su funcio-namiento, en todos sus aspectos (biológico-genético,
fisiológico, psicológico, conductual

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