Borrador - Depresión en Sudamérica

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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

FACULTAD DE EDUCACIÓN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN Y


HUMANIDADES
ESCUELA PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

DEPRESIÓN EN SUDAMÉRICA”

Curso : Psicopatología II
Ciclo : VI
Estudiantes : Rosa Liendo Zegarra
Alittu Rospigliosi
Leonard Mollenido
…..
Docente : Ps. Julio Valencia Valencia

TACNA – PERÚ

2019
ÍNDICE

Introducción

______________________________________________________________ 3

Capítulo 1

Causas de la Depresión en América del Sur

_____________________________________4

Capítulo 2

Conclusiones

_____________________________________________________________ 34

Bibliografía

______________________________________________________________ 35
INTRODUCCIÓN

La depresión es un estado anímico que manifiesta como síntoma principal


el profundo estado de malestar que la persona siente hacia sí misma, lo que se traduce en
sentimientos de inferioridad, en sentirse culpable, a lo que especialistas como Beck, Rush,
Shaw y Emery (2005) denominan como un sentimiento de desesperanza hacia sí mismo,
hacia el futuro y hacia el mundo en general.

La depresión no solo existe, sino que es un trastorno psicológico cuyas


tasas han ido en aumento en los últimos tiempos (Klerman & Weissman 1989; cfr. Pérez,
M. & García, J. M., 2001), al punto de que estos autores hablan de la época de la depresión
(como antes lo fuera la época de la ansiedad y en tiempos de Freud la de la histeria).
Según estos mismos autores, la prevalencia de la depresión en la población general puede
estimarse entre el 9 y el 20% y, aunque sólo la mitad o menos termina recibiendo atención
especializada, los pacientes depresivos constituyen entre el 20 y el 25% de los que
consultan al médico de familia por algún problema psiquiátrico (Bernardo, 2000).
…………………………….nasdjsakj

En la siguiente monografía se ha explorado los distintos factores para la


aparición de la depresión en los países de América del sur, así como el mantenimiento del
trastorno.
CAPÍTULO I

DEPRESIÓN EN AMÉRICA DEL SUR

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al año


mueren 800.000 personas en todo el mundo a causa del suicidio y número superior a este
intentó quitarse la vida, pero sobrevivió. De esta forma el suicidio se ha convertido en
una de las 20 enfermedades causantes de muerte.

Brasil es el país con más depresión en América Latina, según el mismo


informe. El trastorno afecta al 5,8 % de la población brasileña (11.548.577 personas), lo
que ubica a esta nación por encima de la media mundial y la sitúa a la cabeza de los
países de América Latina.

Cuadro n° 1

Depresión en América Latina

Después de Brasil, en la lista aparecen los siguientes países: Cuba


(5,5%); Paraguay (5,2%); Chile y Uruguay (5%); Perú (4,8%); Argentina, Colombia,
Costa Rica y República Dominicana (4,7%), Ecuador (4,6%), Bolivia, El Salvador y
Panamá (4,4%); México, Nicaragua y Venezuela (4,2%); Honduras (4 %) y Guatemala
(3,7%).
CAPÍTULO II
FACTORES ASOCIADOS A LA PREVALENCIA DE LA
DEPRESIÓN EN AMÉRICA DEL SUR

El estudio de los orígenes de la depresión ha permitido conocer que es


multicausal, y que en su aparición intervienen factores biológicos, psicológicos,
sociales y ambientales. Es así como se puede decir que tanto el fenotipo intermediador
(hiperreactividad genética al estrés) como las experiencias tempranas vividas por el
individuo actúan como factores predisponentes de la depresión, ya que modulan la
respuesta más o menos aguda de estrés desencadenada por los acontecimientos
estresantes, la cual, a su vez, es considerada precursora de la depresión (Caspi, Hariri,
Holmes, Uher y Mof¿tt, 2010; Karg, Burmesister, Shedden y Sen, 2011).

Así mismo, el ambiente social inmediato actúa como facilitador de la


aparición y agudización de la depresión, más que como desencadenante. Es decir, que
eventos sociales adversos, considerados parte del ambiente social, facilitan la
aparición de una respuesta desproporcionada a la magnitud del evento, y que el evento
en sí mismo solo tiene un cierto nivel potencial dañino, dependiente de las condiciones
socioeconómicas, el grado de soporte social, y los roles de género ejercidos, entre otras
(Mejía Castillo, 2011; Sandín, 2003).

1. Depresión asociada al género:

Tal como lo revelan varios estudios, la proporción de mujeres que padecen


depresión es, el doble de los hombres (excepto en la depresión bipolar, en la que los
sexos están equilibrados). La edad de comienzo es cada vez más temprana, la mayor
incidencia se da entre los quince y los diecinueve años, la cual se mantiene igualmente
elevada hasta los cuarenta años en los hombres y los cincuenta en las mujeres (dentro
de su proporción), si bien se ha observado un despunte para la mujer en edades
posteriores (Wu & Anthony, 2000).

Hernández (1996) encontró, en un estudio sobre depresión, ansiedad y


suicidio en estudiantes de medicina de la Universidad Pontificia Bolivariana, una
prevalencia global de depresión del 21,6%. La distribución por sexo fue: mujeres 25%
y hombres 15%.

Para el psicólogo y psiquiátra brasileño Alexandre Keusen, En el caso de


la población femenina las cifras responderían, a que están luchando para colocarse en
el mercado de trabajo, tienen una meta. Los hombres están perdiendo los valores, de
poder, de liderazgo, están perdidos, no están colocando otros valores, aún hay valores
machistas, como hace 50 años atrás, y esto ya no funciona más. Hay un vacío en la
búsqueda de poder a través del sexo"

En estudios anteriores se ha evidenciado que las mujeres deprimidas son


más proclives que los hombres deprimidos a usar los servicios sanitarios o a solicitar
soporte social, pues la población masculina tiene dificultad para reconocer los
síntomas de depresión, y si los perciben, prefieren evitarlos consumiendo drogas o con
mecanismos extremos de escape como el suicidio. Cabe notar que los hombres se
suicidan más que las mujeres y que al menos en la mitad de los casos lo hacen a causa
de una depresión (Haeffel et al., 2007; Instituto Nacional de Medicina Legal y Forense,
2013; Merikangas et al., 2011; Mittendorfer-Rutz, 2006; Troister y Holden, 2010).

Para Keusen , las mujeres "se asumen más deprimidas que los hombres",
aunque no descarta que la realidad sea muy distinta porque "a veces la depresión
aparece con el alcoholismo. Muchos alcohólicos están deprimidos y muchas veces los
hombres acaban expresando la depresión de una forma que no está reconocida como
tal".

Una proporción importante de la población ha estado expuesta a eventos


violentos y que éstos tienen importantes variaciones por género. Las mujeres presentan
prevalencias más elevadas de abuso sexual, violencia física por parte de la pareja,
violación, persecución y acoso. Por su parte, los hombres experimentaron más atracos
con arma y accidentes; también fueron testigos, en mayor proporción que las mujeres,
de muerte o lesiones a una persona, sufrieron más secuestros y mataron
accidentalmente a otro en un porcentaje mayor. Una proporción de estas personas
desarrolló estrés post traumático (2.3% de las mujeres y 0.5% de los hombres) y
alrededor de 20% de personas que han sufrido uno o más eventos violentos,
presentaron un cuadro de depresión (Berenzon, Lara, Robles, Medina-Mora, 2013)

En otro estudio centrado en la salud mental, se observó que 27% de una


muestra de mujeres adultas de Santiago de Chile padecía un trastorno depresivo y que
los principales factores relacionados eran ser mujer a cargo de las tareas domésticas
(en particular la atención de los niños, la cocina y la limpieza), tener un nivel educativo
bajo o estar separada. (Rojas G, Araya R, Fritsch R, Acuña J, González I. 1999)

En Colombia, y en el resto del mundo, la mayoría de reportes de depresión


provienen de mujeres que acuden a centros asistenciales en busca de ayuda
profesional, y estos centros a su vez reportan a las entidades gubernamentales las
estadísticas acerca de los motivos de consulta, de tal modo que las estadísticas referidas
a la prevalencia de depresión sin duda son predominantemente femeninas. Los estudios
epidemiológicos antes mencionados replican las limitaciones en la evaluación que se
han presentado a lo largo de la historia del estudio de la depresión.

2. Depresión- conglomeración urbana:

Durante la últimas tres décadas, se ha registrado un continuo incremento


del cuadro depresivo entre las personas que viven en las grandes comunidades urbanas.
Este aumento se ha atribuido al profundo cambio ecológico que ha sufrido el mundo
últimamente. (López, Medina-Mora, Villatoro, Juárez, Carreño, Berenzon y Rojas,
1995)

Dentro de los países de Sudamérica, Brasil presenta el índice más alto de


depresión. Para el psicólogo y psiquiatra brasileño Alexandre Keusen, las cifras
responden a que Brasil tiene una vida más urbana que la mayoría de sus vecinos. "En
Brasil hay una vida más metropolitana que la que hay, por ejemplo, en Paraguay o
Ecuador, todo está mucho más concentrado en las metrópolis".

Un estudio realizado en Gran Bretaña ha demostrado que las tasas de


morbilidad psiquiátrica son mayores entre las personas que viven en las zonas urbanas,
probablemente como consecuencia de las condiciones de vida adversas. Los grupos
sociales que viven en condiciones adversas y están sometidos a estrés crónico podrían
tener mayores probabilidades de presentar trastornos mentales. Ludermir y Melo, en
un estudio realizado en Olinda (Pernambuco), indicaron que la exclusión social,
agravada por el acceso limitado a la educación, era un importante factor de riesgo de
los trastornos mentales.

En los últimos años, los suburbios metropolitanos de las ciudades (favelas


en Brasil, villas en Argentina o asentamientos humanos en Perú), han experimentado
un mayor crecimiento que sus zonas centrales, lo que ha causado un considerable
incremento de las regiones pobres sin las infraestructuras apropiadas.

Según Maricato, el proceso de urbanización del Brasil es como una


máquina que genera barrios marginales y pobres. Entre 1991 y 1996, los suburbios de
São Paulo aumentaron 16,3%. Su población, según los datos del Instituto Brasileiro
De Geografia E Estatística (IBGE), es de 19,7 millones y se encuentra entre las 10
zonas metropolitanas más pobladas del mundo. La zona metropolitana posee los más
importantes complejos industriales, comerciales y especialmente financieros que
controlan las actividades económicas privadas del país, lo cual atrae a un gran número
de inmigrantes de todas las regiones del país debido al empeoramiento de la calidad
de vida en general y la creciente inequidad social y económica en la región. El Mapa
de Exclusión/Inclusión Social de São Paulo muestra que de los más de 19 millones de
habitantes de la ciudad, 89,0% viven por debajo de un estándar de vida aceptable.

Así mismo, el ambiente social inmediato actúa como facilitador de la


aparición y agudización de la depresión, más que como desencadenante. Es decir, que
eventos sociales adversos, considerados parte del ambiente social, facilitan la
aparición de una respuesta desproporcionada a la magnitud del evento, y que el evento
en sí mismo solo tiene un cierto nivel potencial dañino, dependiente de las condiciones
socioeconómicas, el grado de soporte social, y los roles de género ejercidos, entre otras
(Mejía Castillo, 2011; Sandín, 2003).

Diversos estudios han mostrado que las personas que viven con
limitaciones económicas, además de que ven reducida su posibilidad de acceder a
opciones educativas, de vivienda, trabajo, de salud y recreación (Moore y
Hadjiyannakis, 2002;Organización Panamericana de la Salud, 2012) tienden a reportar
problemas de salud mental; parece que la situación de pobreza actúa como estresor
crónico y afecta la capacidad de afrontar el estrés; incluso el apoyo social recibido se
ve disminuido debido a la necesidad de suplir exigencias de supervivencia de cada uno
de los miembros del grupo familiar casi de forma individual (Almeida et al., 2012;
Juárez y Guerra, 2011; Lund et al., 2010; Huurre, Eerola, Rahkonen y Does, 2006;
Palomar y Cienfuegos, 2007).

En este sentido, Medina-Mora y colaboradores señalan que si bien no hay


diferencias significativas por nivel socioeconómico en la prevalencia de trastornos
depresivos, la población que vive en condiciones de pobreza presenta una depresión
más grave que aquélla que se encuentra en mejores condiciones económicas.

3. Depresión y corrupción política:

En los últimos años, la corrupción se ha vuelto un asunto transcontinental


en Latinoamérica. De ello se ha encargado la revelación de casos, auténticos
entramados, de corruptores y corrompidos que traspasan las fronteras nacionales.
Oderbrecht, el nombre de la empresa que compró a políticos para expandir sus obras
por toda la región, es hoy una palabra que suena familiar en las costas pacíficas y en
las atlánticas, en ciudades andinas, en veredas, en corregimientos. Así, la corrupción
se ha convertido también en creadora de debates, provocadora de protestas, e incluso
determinante del voto

Cuadro n°
Percepción de la corrupción INDEX 2017
La organización alemana, Transparencia Internacional, reveló su más
reciente informe sobre la percepción de corrupción para el año 2017. El índice se calcula
de 0 a 100, respectivamente de altamente corrupto a muy transparente y se establece
gracias a expertos y actores del sector privado y su apreciación de la transparencia.

En la tabla de 180 naciones, la peor calificada en América del Sur según


el índice es Venezuela puntuando 18 sobre la percepción de corrupción. Paraguay obtuvo
una calificación de 29. Otros países como Perú y Ecuador puntuaron con un 32 y Bolivia
con un 37, en el caso de Argentina y Colombia alcanzaron un 38, todos muy alejados a la
mejor calificada de todo el Continente Americano: Canadá, con 82 de puntaje en
transparencia y un honroso octavo lugar en el ranking mundial.

Una de las determinantes sociales de la salud mental es la calidad de las


relaciones sociales que se establecen. La corrupción ejercida por individuos ligados a la
justicia o al poder político, no sólo afecta a los bienes individuales y comunitarios
concretos, sino también los bienes comunes simbólicos, de ahí que su efecto sea
devastador.

La tolerancia hacia la corrupción, cuando esta es concebida solo como una


desviación, también puede ser usada para ocultar sus causas más profundas: la supremacía
de la riqueza material y del mercado por encima de cualquier consideración humana y
social. Así podemos observar que los modelos de relación que se van adquiriendo en este
marco son relaciones marcadas por la arbitrariedad.
La manera en que impacta y en que se reproducen las relaciones de
dominio y arbitrariedad en el contexto de las relaciones cotidianas genera sentimientos
de inseguridad en las personas, propiciando un contexto de violencia permanente y
promoviendo que en los distintos escenarios de la vida cotidiana los valores dejen de tener
sentido y se acepte la trasgresión de normas como una forma de relación habitual.

Ella otorga espacio a la aceptación de modos violentos de relacionarse


entre las personas, que se expresan también en la presencia cada vez mayor de las
pandillas juveniles, las que crean sus propios códigos de ética ante la ausencia de un
código común promovido desde el mundo adulto. Muchas veces se percibe conformismo
como resultado de una desesperación silenciosa. Hay desorden, ausencia de metas, de
planes a futuro, etc.

La corrupción está afectando al bienestar subjetivo de la sociedad que vive


con frustración, fatalismo y depresión. “La corrupción incrementa la pobreza de un país
y esto tiene relación con la salud mental, en especial con el episodio depresivo, lo que
influye en la economía de las familias y en mayor inequidad y desigualdades sociales”
así lo señala el médico psiquiatra de la Dirección de Salud Colectiva del Instituto
Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado – Hideyo Noguchi” INSM “HD-HN”.
CAPÍTULO III
MANTENIMIENTO DE LA DEPRESIÓN EN AMÉRICA DEL SUR

1. Brecha de atención:

2. Falta de cultura de prevención:

La depresión tiene una alta prevalencia en América Latina y el Caribe. Los


servicios de salud mental tradicionalmente se han dedicado fundamentalmente a la
atención de los trastornos mentales y a los que están bajo la categoría más amplia de
trastornos neuropsiquiátricos, como la epilepsia. Algunos países, dependiendo de sus
recursos y de su forma habitual de llevar a cabo la planificación, limitan los programas
de salud mental al tratamiento exclusivo de los trastornos mentales más graves.

Una visión tan estrecha de lo que constituye la atención de la salud mental


podría no ser suficiente dadas las cambiantes estructuras poblacionales. Se espera que la
atención de la salud mental desempeñe un papel cada vez más importante en la prevención
y el tratamiento de las enfermedades crónicas y los trastornos emergentes con
componentes conductuales. En los países industrializados se está dando un cambio en
cuanto a la importancia del papel que debe desempeñar la atención de salud mental,
haciendo hincapié en la detección de los problemas en los servicios de atención primaria,
la creación de programas de medicina conductual y la salud de las personas de edad
avanzada. El rol de la conducta en la salud general es igualmente importante en los países
en vías de industrialización, pero pasa inadvertido como resultado de la excesiva
dependencia del modelo médico y de la escasez de recursos.
Prevalencia/mantenimiento (en general
Los resultados del estudio sobre la carga mundial de las enfermedades (Global Burden of
Disease, GBD) efectuado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) demostraron
que el trastornos de depresión mayor es la principal causa de años de vida perdidos por
discapacidad (APD) y que en 1990 a esta afección le correspondió el 10,5% de los APD
en el mundo como menciona Lopez y Murray (1996) citado en Gomez, Bohorquez y
Pinto, 2004. En los países en desarrollo, esta enfermedad constituye el cuarto problema
de salud más importante, con una morbilidad total de 3,4%.

En América, se estima que un 7,7% de la población femenina sufre de un trastorno de


ansiedad, mientras que en los varones la incidencia es del 3,6%. La prevalencia no
diferencia edad, aunque hay una leve tendencia hacia los grupos de mayor cantidad de
años. Se estima que unos 264 millones de personas viven con este trastorno en todo el
mundo. (abc, 2017)

Según las estimaciones realizadas en el estudio GBD, para el año 2000 al trastorno de
depresión mayor le correspondería el 4,4% de los años de vida ajustados por discapacidad
(AVAD) en todas las edades y ambos sexos, y 5,8% de los hombres y 9,5% de las mujeres
podrían experimentar un episodio depresivo en un período de 12 meses, aunque este
porcentaje podría variar de una población a otra. Se estimó también que para el año 2020,
este trastorno podría ser la segunda causa de morbilidad en el mundo y provocar 5,7% de
los AVAD, además de mantenerse como causa principal de APD, con valores superiores
a los encontrados en 1996 como menciona Lopez y Murray (1996) citado en Gomez,
Bohorquez y Pinto, 2004.

Previamente se ha expuesto que Brasil ocupaba el primer puesto en lo que respecta a


detección de depresión puesto que tiene la mayor tasa de depresión de América Latina.
Según la entidad, el 5,8 % de los brasileños (unos 11,5 millones de personas) sufre
depresión, superando la media mundial del 4,4 %.

Para la psicóloga Celia Resende, el avance de la depresión en Brasil se debe a "la falta
de valores" de la sociedad. "Hay una inseguridad económica muy grande, los jóvenes
están sin esperanza y la droga está muy extendida", lamentó que "los jóvenes se embarcan
en la cuestión de la felicidad inmediata, es aterrador". (RPP, 2017)
Algunos expertos han mencionado que hay una cuestión cultural de pérdida de valores,
en un país extremadamente erotizado. Hay un pedido de libertad a través del sexo que
comenzó en los años 60, era un movimiento con una filosofía por detrás, pero es algo que
se perdió en los años 90, ahora solo hay erotización por erotización.
Para el psicólogo y psiquiatra brasileño Alexandre Keusen, las cifras responden a que
Brasil tiene una vida más urbana que la mayoría de sus vecinos. "En Brasil hay una vida
más metropolitana que la que hay, por ejemplo, en Paraguay o Ecuador, todo está mucho
más concentrado en las metrópolis". (RPP, 2017)

En Colombia se han realizado diversos análisis de la prevalencia de la depresión a partir


de los datos obtenidos en la Primera Encuesta Nacional de Salud Mental y Consumo de
Sustancias Psicoactivas aplicada a 25 135 personas de todo el país en 1993 (Posada &
Torres de Galvis, 1994). En 1997 se reprocesaron los datos obtenidos mediante la
aplicación de la escala de Zung para la depresión y se demostró que 11,8% de la población
encuestada mostraba depresión leve y que 4% sufría de depresión mayor (moderada o
grave), lo que indicaba que en Colombia había una elevada prevalencia de síndrome
depresivo en 1993.
También se encontró una asociación estadísticamente significativa entre la depresión y el
sexo femenino, al igual que entre aquella y la ansiedad, los intentos de suicidio y los
antecedentes de problemas mentales en la familia. Al evaluar la relación de la depresión
con algunos aspectos socioeconómicos, como las condiciones físicas de la vivienda, se
evidenció un leve aumento de la depresión cuando la persona consideraba su espacio
físico desfavorable. Otros elementos, como la poca cohesión familiar, los ingresos
insuficientes, el mal estado de salud y la poca satisfacción con los logros alcanzados, se
percibían desfavorablemente en la medida en que aumentaba la gravedad de la depresión.
Finalmente, se observó un ligero aumento en la proporción de personas con elevado
consumo de alcohol que presentaban síndrome depresivo.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) sitúa a la depresión como primera causa


de discapacidad en la región. Paraguay es el país con mayor cantidad de años perdidos
por discapacidad, por depresión, en la región con un 9,4% del total de años. (La Nación,
2019)
Paraguay ocupa el cuarto lugar en toda América. La tasa de personas con esta enfermedad
es de 5,2%, un total de 332.628 personas que sufren de este trastorno. Las edades de
prevalencia varían de acuerdo con la edad, aunque la mayoría de los casos se da en
personas de entre 55 a 74 años. También se da en niños y adolescentes por debajo de los
15 años, aunque en un nivel menor de los grupos de mayor edad. (abc, 2017)

Los datos suelen variar levemente, según el instrumento usado cada vez, pero nunca dejan
de ser preocupantes: Chile es uno de los países cuya población presenta un mayor número
de síntomas depresivos en todo el mundo. La última Encuesta Nacional de Salud, de 2017,
situó la cifra en un 15,8%; y un informe del Centro de Estudios del Conflicto y la
Cohesión Social (COES), publicado el mes de febrero del año pasado, elevó esa cifra
hasta el 18,3%, muy lejos del 12% del promedio mundial. En total, se estima unos 800
mil chilenos que presentan, por lo menos, los primeros indicios de una enfermedad tan
común como estigmatizada.
Según Mariane Krause (2019) en Chile ha habido un deterioro importante de los vínculos,
desde la década del 80. La mencionada ha participado en tres estudios del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo, y ha podido observar el aumento de los
sentimientos de soledad, de los problemas de ánimo, relacionados con un bienestar
deteriorado. Los chilenos se sienten más solos que la gente de otros países, y eso ha ido
aumentando progresivamente, y ha tenido un cambio muy rápido hacia un mayor
individualismo. Estamos hablando de ver la competencia como motor básico de la
sociedad, de que tus éxitos y tus fracasos sean atribuibles a ti mismo y no al entorno, de
la sensación de que todo depende de ti. Ahí se pierden los referentes colectivos.

Por otra parte, las mujeres son el grupo más afectado por esta patología, ya que 10,1% de
ellas padece depresión, en contraste con apenas 2,1% de la población masculina. Según
lo señalado por la médico psiquiatra de Clínica Dávila, Eugenia Escorza, estas cifras se
explican no solamente debido a que las mujeres suelen buscar ayuda médica en un mayor
número, sino que además los cambios hormonales que ellas experimentan las hacen más
susceptibles de padecer depresión en algún momento de la vida.

Por otro lado alrededor de un millón 700 mil personas padecen de depresión en el Perú y,
aunque el número de casos no deja de crecer en todas las edades, la mayor parte de la
población no lo ubica como un problema grave, pese a que sus efectos pueden ir desde
un daño neuronal hasta la muerte a causa del suicidio.
Así lo informó el director general del Instituto Nacional de Salud Mental Honorio
Delgado-Hideyo Noguchi, Humberto Castillo Martell, quien enfatiza que los trastornos
mentales no son respuestas inmediatas a las circunstancias que uno está viviendo.

Un estudio realizado por Navarro, Moscoso y Calderón (2017) en el que se analizaron


diversos estudios sobre la depresión en población peruana llego a la conclusión de que,
en lo que respecta a la prevalencia de la depresión en adolescentes, en la unidad de
análisis, solo fue reportada en nueve estudios y las cifras fueron variadas debido a las
características de la muestra, instrumentos y puntos de corte utilizados. Por otro lado, el
estudio de variables asociadas a la depresión señala un claro interés de los investigadores
por identificar las diferencias de género, lo cual concuerda con la literatura científica que
señala que las niñas presentan más problemas emocionales que los niños y que esta
diferencia, y los síntomas, se agravan durante la adolescencia. Esto se debe a que, en la
adolescencia, los eventos negativos de la vida o estresantes a nivel de familia, relaciones
sentimentales, amicales, entre otros, aumentan, por lo que pueden convertirse en
predictores de la depresión, además de diferenciarse según el sexo del adolescente
(Rudolf, 2002). En cuanto al estudio de variables psicológicas asociadas a la depresión
en adolescentes, en la unidad de análisis, las relacionadas con la ansiedad son el foco de
interés para los investigadores. Está reportado que la ansiedad se encuentra entre los
trastornos comórbidos de mayor frecuencia a la depresión, lo que aumenta la gravedad de
los síntomas y está asociado al incremento de los trastornos adictivos en varones.
Bibliografía
abc. (04 de Agosto de 2017). Un país enfermo de mente. Obtenido de
https://www.abc.com.py/especiales/fin-de-semana/cuando-la-mente-pide-
ayuda-1619188.html
Gomez, C., Bohorquez, A., & Pinto , D. (2004). Prevalencia de depresión y factores
asociados con ella en la población colombiana. Revista panamericana de salud
pública, 378-386.
Krause, M. (01 de Febreo de 2019). Chile requiere un cambio sociocultural para
superar la depresión. (C. d. investigación, Entrevistador)
La Nación. (2 de Julio de 2019). Paraguay liderea la cantidad de discapacitados por
depresión. Obtenido de
https://www.lanacion.com.py/pais_edicion_impresa/2019/07/02/paraguay-
lidera-la-cantidad-de-discapacitados-por-depresion/
Lopez, A., & Murray, C. (1996). The global burden of disease: a comprehensive
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1990 and projected to 2020. Cambridge: Harvard University Press.
Ministerio de Salud de Chile. (Enero de 2018). Encuesta nacional de salud. Obtenido
de https://www.minsal.cl/wp-content/uploads/2018/01/2-Resultados-
ENS_MINSAL_31_01_2018.pdf
Posada, J., & Torres de Galvis, Y. (1994). Estudio Nacional de Salud Mental y
Consumo de Sustancias Psicoactivas. Bogotá: Ministerio de Salud.
RPP. (25 de Junio de 2017). La 'felicidad' brasileña esconde la mayor tasa de
depresión de América Latina. RPP.

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