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PROYECTO DE AULA – PRIMERA ENTREGA

EFICACIA DE LA TERAPIA DE ACTIVACIÓN CONDUCTUAL EN ADULTO DE


SEXO FEMENINO DIAGNOSTICADO CON EL TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR

DISEÑOS DE INVESTIGACIÓN CLÍNICA I

FANNY YANETH URREGO BETANCOURT

DOCENTE

MARBETH CASTELLANOS, MADAI DE ÁVILA, ANDRÉS MEDINA, MARÍA YINET


MURCIA

ESPECIALIZACIÓN EN EVALUACIÓN CLÍNICA Y

TRATAMIENTO DE LOS TRASTORNOS EMOCIONALES Y AFECTIVOS.

FUNDACIÓN UNIVERSITARIA KONRAD LORENZ

14 DE ABRIL DE 2023
Marco teórico

Los síntomas que hoy asociamos con la depresión han sido reconocidos desde hace
unos 2500 años, de hecho, han sido descritos de manera muy estable a lo largo de la historia
como uno de los trastornos psicológicos más importantes (Horwitz, et al. 2016).

Hoy en día, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales


(DSM-5) la depresión se caracteriza por cambios cognitivos, físicos y comportamentales, los
cuales tienen como rasgos distintivos: una tristeza profunda, alteración del sueño, falta de
apetito, pérdida de interés o falta de motivación por las actividades y objetivos habituales de
una persona. En este sentido, desde el DSM la depresión se define como un trastorno del
estado de ánimo, el cual se divide en las categorías de Trastorno Depresivo Mayor, trastorno
distímico y trastorno depresivo no especificado (Calle, Sánchez y Jiménez, 2022).

Teniendo en cuenta lo anterior, nos centraremos en el Trastorno Depresivo Mayor, el


cual se considera presente si se evidencia por al menos dos semanas de duración una pérdida
de interés, estado deprimido la mayor parte del día, modificación de más de un 5% del peso
corporal en un mes, insomnio o hipersomnia, agitación o retraso psicomotor, fatiga o pérdida
de energía casi todos los días, acompañado de sentimiento de inutilidad, disminución
significativa de las funciones cognitivas (pensar, concentrarse y tomar decisiones) e ideación
suicida recurrente sin un plan específico, es importante mencionar que no son necesarios
todos los síntomas para que se del diagnóstico y que no se pueden atribuir a los efectos
fisiológicos de una sustancia, una afección médica o como la respuesta normal a una pérdida
significativa (duelo, ruina económica, catástrofes naturales o una enfermedad grave)
(American Psychiatric Association, 2014).

Atendiendo a lo anterior, los trastornos de estado de ánimo hacen referencia a una


disfunción en la regulación emocional, que podría manifestarse en diferentes situaciones,
como una respuesta emocional exacerbada o deficitaria (American Psychiatric Association,
2014).

De igual manera, estos síntomas tienen como característica principal un malestar


clínicamente significativo y deterioro en las áreas de ajuste, los cuales no se pueden atribuir a
los efectos fisiológicos de una sustancia, una afección médica o como la respuesta normal a
una pérdida significativa (duelo, ruina económica, catástrofes naturales o una enfermedad
grave) (American Psychiatric Association, 2014).
De acuerdo con la investigación realizada por Vargas (2021), se han determinado
como principales factores situacionales del Trastorno Depresivo Mayor el exceso de carga
laboral y el bajo rendimiento académico. Además, los factores sociodemográficos como la
edad, el género, el lugar de procedencia y el grupo familiar se han encontrado como
determinantes para esta problemática.

Así mismo, Peláez, García y Pesántez (2022), refieren que existen varios factores de
riesgo asociados al Trastorno Depresivo Mayor. Uno de ellos es el aspecto biológico, donde
se ha evidenciado una relación significativa entre esta condición y la enfermedad
cardiovascular. Además, los aspectos sociales como el aislamiento, bajo estatus
socioeconómico, bajos ingresos y disminución de la cohesión social también se suman a estos
factores de riesgo. Por último, los aspectos demográficos, como el género, son determinantes,
ya que se ha encontrado que las mujeres presentan mayor prevalencia de este tipo de
trastornos, con un riesgo dos veces mayor que los hombres.

Atendiendo a lo anterior, se evidencian como pacientes de alto riesgo para padecer


depresión mayor, aquellos con: antecedentes de depresión, enfermedades concomitantes
psicológicas, síntomas somáticos sin explicación, o dolor crónico. Asimismo, se consideran
como grupos de riesgo: las mujeres por los cambios hormonales o aquellas con alteraciones
en el ciclo menstrual, en el embarazo y en el posparto; en cuidadoras de pacientes
inmovilizados o terminales y en las víctimas de maltratos o violencia de género (Dutazaka,
Orrala, Zumba y Guerrero,2021).

A pesar de que diversos estudios han demostrado que la enfermedad mental es el


resultado de una interacción compleja entre factores biológicos, psicológicos y psicosociales,
estos no son considerados como la causa principal del trastorno. Por lo tanto, se requiere de
un análisis integral riguroso en cada individuo para poder establecer un diagnóstico preciso y
efectivo (Salinas, Peláez, García y Pesántez, 2022).

En esa misma línea, existen diversos factores que pueden contribuir a un mayor riesgo
de depresión en las mujeres, uno de ellos es el rol que desempeñan en la sociedad. Ya que, en
muchas ocasiones, las mujeres son esperadas a ser sumisas y a asumir responsabilidades en el
hogar, aun cuando tienen más responsabilidades que los hombres. Además, existen estándares
sociales que las presionan a conseguir un hombre y casarse, lo que puede generar menos
acceso a la educación, ya que se considera que su labor principal es quedarse en casa
(Páez ,2017).
Asimismo, las vivencias tradicionales del rol de la mujer como madre, esposa, ama de
casa y trabajadora, generan ciertas presiones o expectativas de cómo deben ser sus vidas para
ser aceptadas, no solo por sus familias sino en la sociedad, lo cual es sin duda alguna un
factor desencadenante de este trastorno en las mujeres (Curiel, 2022).

Atendiendo a estos hallazgos, se puede destacar que la depresión representa una


preocupación importante a nivel mundial y según la Organización Mundial de la Salud
(2020), se espera que para el año 2030 esta enfermedad mental ocupe el primer lugar en
morbilidad, ya que actualmente afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo.
Además, se trata de la principal causa de discapacidad a nivel global, afectando en mayor
medida a las mujeres debido a una combinación de factores biológicos, psicológicos y
sociales (Guerrero, 2022).

Según Barlow (2018), la depresión es uno de los trastornos más comunes en todo el
mundo, por ejemplo, en los Estados Unidos, se estima que la prevalencia de este trastorno es
del 29.9%. Además, se han observado diferencias en la prevalencia de la depresión entre
países y culturas. En países de altos ingresos, la prevalencia permanente del trastorno
depresivo mayor es del 14.6%, mientras que en países con ingresos bajos a medios es del
11.1%. Las estimaciones de prevalencia durante 12 meses son de 5.5% en países de altos
ingresos y de 5.6% en países medios.

Asimismo, en los Estados Unidos, el Trastorno Depresivo Mayor tiene un impacto


significativo en la vida laboral de las personas, y se estima que cada año se pierden 27.2 días
laborales debido a este trastorno. Además, el Trastorno Depresivo Mayor es la principal
causa de discapacidad en personas de entre 15 y 44 años y contribuye de manera significativa
a la carga global de enfermedades (Barlow, 2018).

De la misma forma, en el año 2015, se reportó un aumento del 17 % en la cantidad de


personas afectadas por trastornos depresivos, con un total de aproximadamente 50 millones
de casos. Además, la segunda Encuesta Nacional de Salud Mental en Colombia señaló que el
trastorno depresivo mayor es el segundo más prevalente en el país, siendo la región central la
que presentó el porcentaje más alto de población adulta con 4 a 6 síntomas de depresión en
los departamentos de Antioquia, Caquetá, Caldas, Quindío, Risaralda, Tolima y Huila (Serna,
et ál.,2020)

De igual forma, la gravedad de la problemática de la depresión se hace evidente en


diversos aspectos, como el alto riesgo de recaída, el uso elevado de recursos y la pérdida de
capital humano. Como se mencionó anteriormente se espera que para 2030 la depresión se
encuentre entre las tres principales causas del número total de años de vida perdidos debido a
enfermedades, incapacidad o muerte prematura. Esto destaca la naturaleza debilitante,
costosa y potencialmente devastadora de este trastorno (Barlow, 2018).

Así pues, los pacientes que padecen este trastorno suelen presentar comorbilidad con
otros trastornos, como el trastorno de pánico, el abuso de sustancias, el trastorno obsesivo-
compulsivo, la anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno límite de personalidad. Además, se
ha observado una alta prevalencia de comorbilidad con enfermedades orgánicas cerebrales y
sistémicas, lo que puede tener consecuencias negativas como un peor pronóstico, mayor
riesgo de suicidio, dificultades en el proceso terapéutico, impacto en el funcionamiento
psicosocial y una mayor necesidad de asistencia sanitaria para esta población (Olivas, 2015).

En concordancia a lo anterior, es relevante considerar que por muchos que sean los
datos y cifras para considerar el Trastorno Depresivo Mayor, estos no pueden captar o
comunicar de modo adecuado el dolor o sufrimiento que padecen las personas con depresión.
Gran cantidad de personas con este trastorno no reciben ayuda profesional, y si bien en la
década pasada aumento la cantidad de personas que buscaba ayuda, se evidencian diferentes
dificultades con relación al tratamiento (Urquizo, 2021).

Entre los obstáculos anteriormente mencionados, uno de los más comunes es el costo,
ya que muchas veces los servicios de salud mental pueden resultar costosos y no están al
alcance de todos. Además, la falta de cobertura suficiente por parte de las compañías de
seguros médicos es otro problema que limita el acceso a los servicios de salud mental. A esto
se suma la preocupación por la confidencialidad y el estigma social, lo que puede hacer que
las personas se sientan renuentes a buscar ayuda. La falta de información sobre dónde acudir
y qué tipo de servicio solicitar también puede dificultar el acceso a los servicios de salud
mental (Urquizo, 2021).

Por lo tanto, se hace relevante destacar el impacto de la depresión en la calidad de


vida de los pacientes, ya que es la enfermedad que más influye en el empeoramiento de la
salud de la población. Lo cual se atribuye a los gastos en los recursos dirigidos al tratamiento
médico y la pérdida en la productividad consecuencia del absentismo, el retiro temprano y la
prematura mortalidad (Dutazaka, Orrala, Zumba y Guerrero, 2021).

En este sentido, el diagnostico erróneo también es una de las barreras importantes que
enfrenta esta población, ya que puede desencadenar en peores complicaciones, afectando la
calidad de vida del paciente y su inserción a la sociedad. Por tanto, es fundamental contar con
un diagnóstico adecuado que permita la elección del tratamiento más conveniente para
reducir las tasas de complicaciones, garantizando así la mejora de la calidad de vida y la
inclusión social de esta población (Dutazaka, Orrala, Zumba y Guerrero, 2021).

Por otra parte, Barlow (2018), considera que uno de los desarrollos importantes en el
tratamiento de la depresión ha sido el surgimiento de la terapia cognitiva, la cual se ha
aplicado de forma exponencial desde que Beck publicó en 1979 un detallado manual para el
tratamiento de este trastorno. El exhaustivo trabajo de Beck y sus colaboradores dio lugar a
un cambio significativo de paradigma dentro de la psicoterapia.

Por lo tanto, la terapia cognitiva ha recibido una gran atención por parte de los
profesionales gracias a Beck, quien propuso hipótesis y protocolos clínicos que podían ser
sometidos a más estudios empíricos de validación y aplicación clínica. En la actualidad, la
terapia cognitiva se ha convertido en el tratamiento de elección para diversos trastornos,
especialmente aquellos relacionados con la depresión. Su efectividad ha sido respaldada por
una gran cantidad de estudios científicos y se ha demostrado que puede mejorar
significativamente la calidad de vida de las personas que la reciben (Barlow, 2018).

Según Gillihan (2018), la terapia cognitivo conductual es un potente tratamiento


psicológico que tiene sus raíces en una teoría integral, coherente, de las emociones y de los
comportamientos relacionados con esas emociones. De igual manera, La terapia cognitivo
conductual es una forma de psicoterapia centrada en las soluciones, diseñada para reducir los
síntomas y aumentar el bienestar lo más rápidamente posible. Como su nombre lo indica,
incluye un componente cognitivo, que se centra en cambiar los patrones problemático de
pensamiento, y un componente conductual, que ayuda a desarrollar acciones que nos resulten
efectivas.

Atendiendo a lo anterior, desde el enfoque cognitivo-conductual, se considera que la


depresión mayor es el resultado de una interacción entre factores biológicos (historial familiar
de la enfermedad), estresores externos (perdidas o cambios importante en la vida)
psicológicos (tendencia de preocuparse excesivamente) y ambientales (aislamiento social)
(Navarro, 2018).

De esta manera, la literatura resalta a la terapia de activación conductual, la cual se


engloba dentro de las conocidas terapias de tercera generación, como un enfoque terapéutico
ampliamente utilizado para tratar el Trastorno Depresivo Mayor. Este enfoque terapéutico
permite identificar y modificar patrones de comportamiento y pensamiento negativos que
contribuyen a la depresión (García, 2019).

En este sentido se ha demostrado que la terapia de activación conductual puede ser un


procedimiento efectivo para reducir los síntomas depresivos en pacientes con Trastorno
Depresivo Mayor. Al involucrar al paciente en actividades gratificantes y significativas, se
busca mejorar su calidad de vida y reducir la sensación de desesperanza y aislamiento. La
importancia de este enfoque terapéutico radica en que proporciona una alternativa efectiva a
la terapia farmacológica y se enfoca en mejorar la capacidad del paciente para participar
activamente en la vida diaria y alcanzar sus objetivos personales (Valencia, 2019).

Asimismo, en el estudio llevado a cabo por Valencia (2019), se pudo comprobar la


eficacia de los tratamientos que combinan la terapia cognitiva y la activación conductual. Los
resultados indican que esta intervención redujo tanto la intensidad como la frecuencia de los
síntomas depresivos, así como las distorsiones cognitivas, las estrategias de afrontamiento
compensatorias y la evitación. Además, gracias a la activación conductual, los beneficios del
tratamiento se mantuvieron después de finalizar el mismo, lo que contribuyó a mejorar el
bienestar de los pacientes.

Justificación
Existen diversas razones para considerar el Trastorno Depresivo Mayor como tema
interés para este estudio; en los últimos años dicho padecimiento ha venido incrementado de
manera significativa. Asimismo, al ser considerada como una afección multifactorial que se
caracteriza por la intervención de diversos factores biológicos, genéticos, sociales y
psicológicos, es probable que presente efectos negativos en el bienestar físico, social y
emocional de las personas que lo padecen, lo cual evidencia la necesidad de abordar de
manera integral esta problemática con el fin de establecer un diagnóstico preciso y efectivo
(Olivas, 2015).

Por otra parte, es importante considerar que en distintos países del mundo la pandemia
de COVID-19 originada en 2020, condujo a un incremento significativo en las cifras
asociadas al Trastorno Depresivo Mayor. En Latinoamérica países como Costa Rica,
evidencian un aumento del 51% entre las personas que reportaron sintomatología depresiva
entre marzo (10 %) y octubre de 2020 (61 %) (Sequeira, A., et al., 2022).

Gómez (2015) señala que en la población adulta colombiana los trastornos depresivos
tienen una prevalencia del 5,4%; 4,4% en hombres y 6,4% en mujeres, dentro de los cuales el
trastorno depresivo mayor ocupa un 4,3%; 3.2% en hombres y 5,4% en mujeres. De este
modo se establece como uno de los niveles más altos en problemáticas de salud mental en
comparación con los trastornos bipolares y los trastornos de ansiedad.

En cuanto a los modelos efectivos de intervención, la literatura resalta a la terapia de


activación conductual como un procedimiento estructurado para la depresión que se
encamina a reducir o mitigar efectivamente los síntomas depresivos, desde la puntualización
jerárquica de tareas, programación de objetivos vitales, el reforzamiento de conductas de
contacto social o la realización de actividades gratificantes (Fernández, 2020).

De igual manera, el modelo de activación conductual puede complementarse con otras


técnicas, observándose resultados favorables para los pacientes. Así, por ejemplo, la
activación conductual puede combinarse con mindfulness hallándose que no solo es útil para
la reducción de los síntomas, sino también para la prevención de recaídas y manejo de
manifestaciones subclínicas (Wong, et al.,2018)

Por lo tanto, se considera relevante realizar un diseño de caso único, puesto que es una
metodología rigurosa y personalizada que permite una evaluación sistemática y detallada de
los síntomas y el comportamiento de un individuo, lo cual determina la efectividad del
tratamiento y permite el ajuste de la terapia de manera individualizada. La realización de un
diseño de caso único para evaluar la eficacia de la Terapia de Activación Conductual en un
adulto de sexo femenino diagnosticado con el Trastorno Depresivo Mayor es una herramienta
valiosa para mejorar la atención y tratamiento de esta enfermedad y puede ser beneficioso
para la población en general (Gutiérrez, 2020).

Considerando lo anterior, estudios de investigación como este constituyen un aporte


valioso a la disciplina, puesto que proporcionan información relevante para comprender la
naturaleza del trastorno depresivo mayor, permite evaluar la validez de teorías y modelos
psicológicos, brinda un apoyo a la práctica clínica; lo cual repercute en la mejora de la
calidad del servicio. Asimismo, la publicación continua de estudios de casos en la literatura
psicológica destaca la utilidad de esta alternativa para comunicar resultados entre
investigadores y profesionales, lo cual constituyen una fuente de información confiable como
marco de referencia valioso para realizar un diagnóstico preciso y precoz como base
fundamental de un adecuado manejo y, por ende, permite aumentar las probabilidades de un
mejor pronóstico y una mejor calidad de vida para el consultante y su reinserción a la vida
cotidiana y a la sociedad (Vicent, A. et al., 2020).
Problema de Investigación

¿Cuál es la eficacia de la Terapia de Activación Conductual en un adulto de sexo


femenino diagnosticado con el Trastorno Depresivo Mayor?

Definición de la Variable Dependiente: Trastorno Depresivo Mayor

Trastorno Depresivo Mayor se define como un conjunto de síntomas que ocurren la


mayor parte del día, casi todos los días por un periodo mínimo de dos semanas en donde debe
estar presente un estado de ánimo deprimido la mayor parte del tiempo o la pérdida de interés
o placer en actividades que antes resultaban satisfactorias, también junto con estos síntomas
deben estar están presentes sentimientos de culpa o falta de autoestima, alteraciones del sueño
o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración, y pensamientos de muerte o
ideación suicida. Además, se presentan síntomas cognoscitivos como alteración en la
habilidad para pensar y concentrarse. Todo esto puede interferir significativamente con las
áreas de ajuste del consultante. (Sancho, Brenes y Villalobos, 2020).

Operacionalización de la conducta

La paciente reporta sentir un estado de ánimo bajo la mayor parte del tiempo
(sensación de tristeza profunda, disminución del apetito, dificultad para experimentar
emociones positivas y frustración, así como un sentimiento de vacío y falta de esperanza). El
malestar emocional se caracteriza por dificultades para conciliar el sueño, taquicardia, tensión
muscular y fatiga persistente. Además, en situaciones de interacción, la paciente experimenta
un deseo intenso de aislarse, evitando el contacto con otras personas, lo cual se acompaña de
pensamientos recurrentes como "no valgo la pena", "nadie me quiere", "nunca voy a superar
esto" y "todo está perdido”. En estas situaciones, la paciente tiende a abandonar sus tareas
laborales y aislarse, perdiendo interés en las actividades que antes disfrutaba.

Registros de la conducta

Los registros y autorregistros son herramientas fundamentales para el seguimiento y


tratamiento de diversas problemáticas, incluyendo el trastorno depresivo mayor. El uso de
registros de la conducta permite una mejor comprensión de los síntomas y comportamientos
del paciente, lo que a su vez puede conducir a una mejor calidad del proceso terapéutico
(Álvarez, 2023). En este sentido, para nuestro estudio hemos seleccionado varios registros y
escalas como línea base y durante el tratamiento, teniendo en cuenta el trastorno a intervenir
y la estrategia de intervención de activación conductual.

El primer instrumento que utilizaremos será inventario de Depresión de Beck-II (BDI-


II) para evaluar la sintomatología depresiva pre y post tratamiento en la consultante. Esta
escala cuenta con buenas propiedades psicométricas y ha sido estudiada para la población
universitaria colombiana, por lo que consideramos que es pertinente para nuestro estudio
(Maldonado-Avendaño, N., Castro-Osorio, R., & Cardona-Gómez, P., 2021).

El segundo instrumento que utilizaremos será la Escala Behavioral Activation for


Depression Scale Short Form (BADS-SF), considerando su pertinencia para evaluar el
proceso y la efectividad de la intervención, teniendo en cuenta los objetivos y enfoque
terapéutico. Esta escala también cuenta con buenas propiedades psicométricas y ha sido
estudiada para la población universitaria colombiana (García, 2019).

Además, como principal elemento de registro de conducta, elaboraremos un formato


digital de auto registro que permitirá a la consultante registrar actividades diarias que realiza
cada dos horas, así como los pensamientos y el grado o presencia de estos pensamientos en
una escala Likert de 0 a 10, emociones(sensación de tristeza, sentimiento de vacío, falta de
esperanza, ira) junto con su intensidad en una escala Likert de 0 a 10, disfrute de la actividad
en una escala Likert de 0 a 10 y la relevancia o importancia de la actividad también con una
escala Likert de 0 a 10, que tuvo en este intervalo, esto teniendo en cuenta el enfoque y
objetivo de la activación conductual (Barraca, 2016) y basándonos en un tipo de auto registro
elaborado para un caso similar (Gacha Cañón, J., 2021). Esto permitirá una recopilación más
precisa y fácil de los datos, así como una revisión más sencilla por parte del profesional
encargado del tratamiento. Además, al ser un registro que la consultante puede completar
desde su hogar, permite una mejora en el seguimiento y tratamiento del Trastorno Depresivo
Mayor (Arenas, Canal, Contreras y Montaño, 2023).

Tabla de auto registros


Adaptación de Gacha Cañón, J. (2021)

Hora Actividades Pensamiento Estado Disfrute Importancia


s emocional 1-10 1-10
7:00 am –
9:00 am
9:00 am –
11:00 am
11:00 am –
1:00 pm
1:00 pm –
3:00 pm
3:00 pm –
5:00 pm
5:00 pm –
7:00 pm
7:00 pm –
9:00 pm
9:00 pm –
11:00 pm
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