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La mujer primitiva para dar a luz, en su trance de parto, se alejaba de los suyos
para aislarse y no tener a nadie en frente, estando sola, en las orillas de los
ríos o también de las lagunas, o según la circunstancia y lugar donde se
encuentre, en la soledad del bosque, en la oscuridad de la caverna,
padeciendo de fuertes dolores sin gritos ya que las fieras merodeaban muchas
veces a su alrededor.
La posición que adoptaban era de manera instintiva (cuclillas), pues así le era
más fácil y productivo pujar. La mujer primitiva igualmente de manera instintiva
sabía que tenía que separar la placenta de su hijo, eso lo hacía trozando el
Cordón umbilical con el filo de una piedra o también por machucamiento. El
agua, que en muchas tribus era denominado como elemento purificador o una
deidad, se encargaba de limpiar la sangre del cuerpo del recién nacido y
también de la exploración ginecológica de la recién parida.
Las mujeres que se dedicaban a ayudar a dar a luz estaban bien preparadas,
pero no recibían una formación oficial. El oficio era aprendido como otros
trabajos artesanales, por medio de la repetición, la observación y la adquisición
de responsabilidades cada vez mayores.
Una característica que debía de poseer una comadrona era el ingenio, para
poder resolver situaciones complicadas, y por último ser moderada y tener
buenas costumbres.
Renacimiento de la Obstetricia
El siglo XVI es testigo del renacimiento de la obstetricia, o también llamado
advenimiento de la obstetricia moderna, donde Francia es la cuna. Aquí las
mujeres seguían a cargo del oficio, pero los hombres (cirujanos) eran los
encargados de subsanar sus fracasos. Ambos, parteras y cirujanos pertenecían
a la Cofradía de San Cosme. El padre de la cirugía, Ambrosio Paré tuvo un
papel destacado en el desarrollo de la Obstetricia, mostrando que era posible
dar la vuelta al niño antes del parto cuando se presentaban complicaciones
debidas a su posición.
En 1701, Deventer publicó su famoso libro titulado “Nueva luz para las
parteras”, en lo cual, se convirtió en el primer estudio completo de la anatomía
de la pelvis y sus deformaciones, así como la relación entre éstas y el
desarrollo del parto. Su publicación tuvo una inmensa influencia en el ejercicio
obstétrico durante 150 años.