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Las microvellosidades se forman cuando se asocian filamentos de actina a una placa densa que se
localiza en en la superficie interna de la membrana plasmática. Para la formación de la
microvellosidad se necesitan además proteínas que agrupen los filamentos de actina en un haz y
los estabilicen. Estas proteínas parecen actuar secuencialmente. Primero parece intervenir la vilina
la vilina, que favorece la formación de haces de filamentos de actina. Además la vilina impide la
nucleación de más actina en el extremo más y podría contribuir a controlar la longitud de la
microvillosidad. La ezrina es más escasa en las microvellosidades pero ayudaría a la conexión del
haz de filamentos de actina a la membrana plasmática. Hay una segunda fase de la formación de
las microvellosidades en las que se produce la elongación, además de organizarse en exágonos.
Esta fase parece mediada por la fimbrina y en menor medida la espina. Durante esta fase también
se establecen conexiones laterales entre microvellosidades que están mediadas por
protocadherinas. Durante todo este proceso se necesita una actividad exocítica que aporta las
membranas y otras proteínas de superficie para la evaginación de la membrana plasmática
provocada por la polimerización de los filamentos de actina. Esta evaginación es lo que
definitivamente creará la microvellosidad.