La fe trinitaria descansa en el hecho de que Dios excelso se nos ha revelado y
comunicado en libertad. Quien entra en relación con Jesús, su palabra su hacer su padecer, entra en relación personal con Dios. Dios es Comunidad. Una comunidad surge cuando personas hasta entonces independientes establecen una relación mutua y siguen siendo personas igualmente independientes en la realización de su comunidad. Pericoresis: uno danza alrededor del otro y el otro danza alrededor de uno. Aplicado a la Trinidad: danzan juntos: el Hijo esta totalmente en el Padre y con el Padre, el Padre totalmente en el hijo y con el hijo y ambos encuentran su unidad mediante el vínculo del Espíritu. Cuando se valora mas la unidad, la armonía, la uniformidad que la pluralidad, la multiplicidad o las opiniones diferentes, entonces no se puede soportar, aceptar, respetar, valorar ni reconocer la alteridad del otro por poner por encima de todo la unidad. Solo la relación con el otro permite acceder a la propia y plena condición personal. La mirada de Dios Trino muestra que la unidad solo es legitima cuando se realiza en la multiplicidad: en la convivencia, en el reconocimiento del otro, en el intercambio con él y en la contemplación por medio de él y cuando se aúna en la unidad del amor con el mutuo dar y recibir. Ser persona no significa ser un ego aislado. ¿Para que creo Dios al mundo, para que lo necesita? Lo creo por amor y el amor necesita del otro, para ser en relación, como es que nos ama: como el cuento de Kierkegaard el rey y la mendiga, no puede quedar más claro la enorme diferencia entre Dios y su creatura, pero entonces como puede amar Dios: abajándose a nuestra condición por medio de su hijo Jesucristo. El pecado es separación y asilamiento, ruptura del dialogo con Dios, y perturbación de las relaciones correctas con los demás hombres. Jesús nos redime en cuanto que pugna por la superación y fronteras y divisiones entre individuos y entre grupos, haciéndose solidario con los pecadores, reestablece relaciones y regresa a la comunidad con los demás. La cruz es el signo mas radical de su sí, que es mas fuerte que el no humano. El sufrimiento de Jesús, Del Padre, del Hijo y del espíritu Santo de dios es el signo de amor. Pues u Dios incapaz de sufrir seria un Dios incapaz de amar al hombre. La expiación del hombre no es ofrecer sacrificios a Dios sino solicitar su expiación: el restablecimiento de reconciliación, posibilidad de conversión, nuevo comienzo. Por tanto, es Dios quien regala la expiación. Y la expiación del hombre consta de tres partes: 1) Reconocer al mal cometido, 2) el ciclo del mal se interrumpe donde las consecuencias pecado se padecen por amor sin causar nuevo sufrimiento y 3) disposición de empezar de nuevo. Jesucristo está en relación personal con todos nosotros y nos puede representar ante Dios y realizar en representación nuestra la obra de expiación, de la restauración personal del mal. Como Cordero de Dios acepta cargar con el pecado del mundo sobre el madero, la Cruz y en la abrumadora experiencia de lo infame, resiste el mal interrumpiendo así el ciclo del mal sin hacer nuevo mal. Así en la cruz queda restaurada la comunión universal por lo tanto la cruz es el lugar propio de la resurrección. El acontecimiento de la redención solo es comprensible si se considera al Dios tripersonal: El Padre es origen y fundamento y meta de toda comunión, el envía al Hijo y al Espíritu Santo para atraer de nuevo a su vida al hombre perdido. Jesucristo, el mediador actúa en dos direcciones 1) Desde arriba como Hijo y Palabra del Padre comunicándonos el amor de Dios y 2) Desde abajo como nuestro hermano y representante pronuncia su si expiatorio al Padre El espíritu Santo consigue, mediante su presencia en el mundo, esa correspondencia y capacitación interior que convierte la figura exterior de Cristo y su exterior invitación a la comunión en la interior forma vital del creyente: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi.”