Está en la página 1de 3

SESIÓN XII

TRINIDAD EN LA HISTORIA ECLESIAL (CAMINOS DE ARTICULACIÓN DE FE,


PRÁCTICA Y DOXOLOGÍA)

1. Define los conceptos: Significante, significado y significación.


En la historia, Dios se revela como misterio para el hombre. Dentro de nuestra reflexión
teológica; el punto de partida es Dios que se nos ha revelado en Jesucristo. En el Hijo encarnado
se nos revela el misterio de Dios como Uno y Trino. Esta manifestación de Dios encarnado, está
en continuidad con toda la historia creacional-salvífica. No se puede ver como algo aislado de la
historia del hombre, si no que asume caminos que lo van acercando hacia Él, desde la Fe, la
práctica y los modos de celebración y adoración.

Significante. Está constituido por las palabras técnicas utilizadas en la exposición de la verdad
de fe.
Significado. Está constituido por los contenidos de los significantes (naturaleza es lo que une
en Dios, y es la misma en las tres personas; persona es lo que diferencia al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo entre sí, y al mismo tiempo lo que los sitúa en comunión; procesión es el orden
existente entre las tres divinas personas, el Hijo procede del Padre, y el Espíritu santo, del Padre y
del Hijo.
Significación. Es el contenido afectivo, la vibración valorativa que cada término (significante
y significado) produce en nuestra vida. Dentro de las significaciones es donde surgen las
imágenes y los símbolos mediante los que nos relacionamos con el misterio trinitario.

2. ¿Qué función tiene el amor entre el Padre y el Hijo?


El hecho histórico de la encarnación del Hijo de Dios es la irrupción, en la historia, de la
Trinidad. Es el Logos de Dios, que existe desde la eternidad, el que toma carne de hombre y de
quien nos viene el Amor eterno del Padre. La fuente gratuita del amor amante, es la difusividad
original del Amor eterno es la que hace al Padre; lo suyo no es un amor egoísta de sí mismo ni
aprisionamiento lo suyo es un amor generador, originante, fecundo. Amando, Dios se distingue:
es amante y amado, Padre e Hijo en la insondable unidad esencial del amor, en la imborrable
distinción de Aquel que amando engendra y de Aquel que es engendrado en el amor. La
paternidad es la otra propiedad del amor del Padre, junto con su ser principio sin principio.

El Padre se revela como amor porque la relación de Jesús a los hombres es amor, y esta
relación nace de la relación de Jesús con el Padre que lo envió. Si Jesús es pura referencia al
Padre en sus obras (Jn 5,19.30) y en su doctrina (Jn 7,16), si Jesús y el Padre son uno (Jn
10,30.38), y Jesús se revela como el Hijo entregado por amor y que se entrega por amor, esa
referencia amorosa al Padre es la esencia de Jesús el Hijo eterno, por tanto el Padre es amor en
referencia al Hijo, es la kénosis eterna del amor, de la que la entrega trinitaria de la cruz es el
signo per speculum in aenigmate (1 Cor 13, 12).

1
3. ¿Cómo hace presente la Iglesia el misterio Trinitario, y cómo me implica la fe en la
Trinidad personal y comunitariamente?
Para hacer presente el misterio en la Iglesia tenemos que adentrarnos en algunas claves
hermenéuticas propias, por ejemplo; la humildad, porque no siempre se alcanza a reconocer el
misterio, pero si podemos retener palabras y conceptos, para después hacerla vida con los demás.
Además de tener en cuenta la solidaridad que respetando y aceptando a quien es diferente porque
no tiene que ser como uno mismo, sin excluirlo siendo solidario, estar siempre presente con el
otro en una apertura de donación, el misterio nos está gritando hacer valer la dignidad de la
persona, humanizando nuestras relaciones siendo empáticos con el otro.
Nuestra asimilación de la fe, nos pide una identificación con Cristo, siendo un proceso de
ontologización e identificación, tendría que hacer falta un reglamento de comportamiento. Solo
así podríamos glorificar a Dios haciendo las cosas bien.

4. ¿La Trinidad sólo se reduce a un misterio de pura contemplación o podremos hablar


de una Trinidad transformadora y viva?
Es necesario afirmar que la Trinidad es un evento trasformador de las propias vidas en la
Iglesia, porque hasta después de la experiencia viene la contemplación, la fe es una respuesta a la
trasformación para después estar en contemplación. Es necesario ver la Trinidad en nuestra
propia historia, somos protagonistas de la imagen de la trinidad.

5. ¿Por qué decimos que Dios, es un comulgar infinito?


Porque es ver la vida interna de Dios, bíblicamente, el vivir implica comulgar, ya que vivir es
siempre con-vivir para estar en presencia de los demás. La muerte significa la ruptura con todos
los lazos vitales, es por ello la soledad absoluta. Pero a partir de la comunión es como la reflexión
moderna entiende la persona, también, de cómo hemos visto, la naturaleza de Dios. En la Iglesia
antigua la comunidad se autodefinía como communio sanctorum. La eucaristía de cada
comunidad, reconocida expresión de esta vida de comunión que revela la apertura mutua, la
reciprocidad de las relaciones, el reconocimiento mutuo. El comulgar infinito quiere asociar a
todos los seres por la alianza con el pueblo por eso menciona que hay las doce tribus, los doce
apóstoles de forma simbólica reunir a todos los pueblos. Por la fe, la celebración de la cena, la
adhesión al mensaje de Dios, y por la puesta en común de todos los bienes se realizaban la utopía
comunitaria, la multitud de fieles era un solo corazón y una sola alma. La comunión con los
santos eran los fieles que viajaban llevando las litterae communicatorie (cartas de
recomendación), era una especie de pasaporte que significaba la comunión con las otras Iglesias.

6. ¿Cómo actúa el Espíritu de Dios en la Iglesia naciente?


Según el testimonio de la Iglesia naciente el Espíritu de Dios actúa en toda la vida y la obra de
Jesús de Nazaret; se habla en este sentido de una “cristología del Espíritu”, no opuesta, sino
integrada como la cristología del Verbo. Jesús recibe el Espíritu; en su concepción virginal en
María (cf. Mt 1, 18-20; Lc 1, 35), en el bautismo (cf. Mc 1, 10), en las obras y en los días de su
vida (cf. Mc 1, 12s; Mt 12, 28; Lc 4, 14.18), hasta su resurrección gloriosa, Jesús aparece como el
Ungido del Espíritu, el Mesías, el Cristo.

2
Ese mismo Espíritu es derramado luego por el Padre en la hora pascual para que se realice la
reconciliación, el retorno a la patria divina prometida, en la que podrán entrar ahora también los
pecadores, con los que el Hijo se ha hecho solidario. El mismo Cristo es el que recibe del Padre el
poder dar el Espíritu Santo. En la riqueza y en la variedad de sus dones (cf. 1 Cor 12, 4-30), el
más grande es el amor (cf. 1 Cor 13, 13), suscita y hace crecer la unidad del cuerpo eclesial, en el
que se refleja la unidad trinitaria: “Hay diversidad de carismas, pero uno sólo es el Espíritu: hay
diversidad de ministerios, pero uno sólo es el Señor; hay diversidad de operaciones, pero uno
solo es Dios, que lo hace todo en todos” (1 Cor 12, 4-6).

Asesor: Pbro. Lic. Jaime Sarabia Sedano


Alumno: José Ángel Durán García
Fecha: 15 de Noviembre de 2022

También podría gustarte