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eduardo ariel lobosco

ESPERANDO AL PRINCIPITO
ilustraciones por n é s t o r p i v a

ilustración de portada por m a n u e l l o a y z a

Dijo Antoine De Saint-Exupéry:

« Desconfío del hombre que nunca puede volver a ser niño »

« No existe más que un lujo verdadero, el de las relaciones humanas »

(1) DEDICATORIA

Dedico esta obra a todos aquellos niños que al igual que el pequeño
príncipe, nunca han podido jugar con otros niños. Pues son ellos quienes
más tienen en común con el pequeño hombrecito del asteroide B 612.

Les pido disculpas a ellos y a todos los demás niños, por ser (yo) egoísta,
y dedicar también este libro a mi futuro hijo. Tengo una seria razón para
ello. He esperado por mi hijo tanto como por el principito. Él y el
pequeño príncipe han ocupado tanto mi mente y mi corazón, que en
ocasiones me confundo y creo que son el mismo niño.
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(2) A LAS PERSONAS GRANDES


Un adulto es (de algún modo), la segunda parte de un niño. Parte que no podría
existir sin la primera; y parte (seguramente) menos bella y menos mágica,
pero absolutamente necesaria.

Cuando asistimos a una nueva escuela nos sentimos extraños, pero


cuando regresamos a la misma al año siguiente, nos sentimos parte de
ella.

Siempre estaremos dispuestos a regresar a un mundo que alguna vez nos fascinó.
No se trata de aferrarse a algo que ya ha terminado, sino de regresar a
un mundo que ayer nos hipnotizó, y que al igual que nosotros ha
cambiado.

Si regresamos a una obra con humildad (respeto) y vocación (inspiración),


puede valer la pena; y sus cambios seguramente hablarán de nuestros
cambios.

(3) A TODOS

Mi nombre no tiene importancia, y probablemente mi relato sea solo un relato


más; pero es lo mejor que puedo ofrecerles y ofrecerme, ya que es lo más
auténtico en lo cual me he involucrado: Mi propia vida, que incluye mis propios
sueños.
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Millones de personas han vivido experiencias más ricas o más


miserables, más fascinantes o más perturbadoras; pero no podría ser
más auténtico con sus experiencias que con las mías. En todo caso...
Creo que para ser auténtico con los demás, es necesario ser auténtico con uno
mismo.
Millones de personas (también) habrán (seguramente) tenido sueños más
nobles, más profundos y más ricos; pero no podría relatar con mayor
autenticidad sus sueños que los míos.

(4) A LOS NIÑOS

Debo advertir a los niños que aborden esta obra, que si bien soy una persona
grande, y como tal, alguna vez fui niño. A diferencia de muchas, muchísimas
personas grandes, nunca he olvidado que alguna vez he sido un niño. Y si alguna
vez lo he olvidado, ha sido por tan poco tiempo, que no puedo recordarlo.

En verdad, no recuerdo un solo día en el cual no haya pensado que he sido un


niño. Tal vez por ello, muchas, muchísimas personas grandes no comprenden las
cosas que pienso, digo u escribo.
Cansado de no ser comprendido, decidí pues escribir para los niños. Ellos son
seres mucho más simples, más francos, y más dispuestos a aprender.
Permítanme por favor, comentar a modo de ejemplo, algo que me ocurrió hace
muy poco.
Resulta que le hice llegar una carta al jefe de una editorial muy importante,
comentándole sobre este libro. Ese hombre, (esa persona grande), nunca contestó
mi carta. Estoy seguro que si el jefe de la editorial hubiera sido un niño, mis líneas
hubieran tenido respuesta.
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Es cierto que los niños no responden (con palabras) a todo, pero (ellos) saben
reconocer lo importante. “El Principito” es importante, aunque muchas personas
grandes nunca puedan llegar a comprenderlo.

(5) DONDE COMIENZA ESTA HISTORIA


Cuando yo tenía ocho años, vi una vez un libro magnífico llamado “El Principito”.
Se trataba de un niño, (un pequeño príncipe), que habitaba en un planeta muy,
pero muy pequeño, en el cual había una flor y tres muy pequeños volcanes.
Tanto para la flor como para los muy pequeños volcanes, era bueno que
el principito los poseyera, pues él los cuidaba.

El principito no poseía a las estrellas (por ejemplo), y ello era lógico, ya


que las estrellas no lo necesitaban.

Antes de ingresar plenamente en mi historia personal, me gustaría contarles un


poco más sobre el pequeño príncipe, porque algunos niños pueden no haberlo
conocido.
El principito nunca dejaba de efectuar una pregunta, cuando la curiosidad lo
asaltaba; y jamás renunciaba a volver a formularla si esta no era respondida.
Está bien que un niño sea persistente en la búsqueda de respuestas, pues tiene
mucho que aprender; y si crece antes de aprender, terminará siendo como
muchas, muchísimas personas grandes, que nunca comprenden nada.

Muchos creen que a menudo el principito no respondía las preguntas que se le


formulaban, pero se equivocan... El principito siempre respondía, solo que muchas
veces lo hacía con su silencio. El silencio (de un niño) dice mucho a las personas
grandes, si estas pueden recordar qué querían decir ellas, cuando en su infancia
no respondían ante una pregunta similar.
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En cambio; para un niño es muy difícil comprender el silencio de las personas


grandes, porque ellos (los niños), aún no han sido personas grandes.

(6) SIGO NARRANDO


Como ya dije, conocí al principito en las páginas de un libro. En la última página de
dicho volumen, el autor (relator de la historia), pide a todos los lectores, que si
algún día alguien vuelve a ver al principito, no lo dejen triste (a él, el narrador de
la historia) y le avisen.
Supongo que este hombre habrá esperado mucho tiempo para tener noticias del
principito. Seguramente esperó más que yo, pues, cuando su libro llegó a mis
manos él ya estaba esperando. Y si no lo estaba haciendo, era seguramente
porque (contra su voluntad) ya no podía.
Seguramente (también) ahora, vosotros esperáis noticias del niño de cabellos de
oro, por ello buscáis en estás páginas.
¿Sabéis que existe gente grande que discrimina al principito porque este tiene
cabellos color de oro?
He llegado (incluso) a conocer a una persona grande, que le reprochaba (al
principito) por poseer una capa de príncipe.
El problema que trae que algunas personas grandes opinen de quien no
conocen, es que algunos niños aprenden de ellos, y (entonces) comienzan
(esos niños) a parecerse a las personas grandes.
Si esas personas grandes, hubieran visto al principito con el corazón (y no con los
ojos), hubieran entendido que...
Así como no se elige ser niño o adulto, (simplemente se es), tampoco se
elige ser príncipe o no. En todo caso, se elige qué hacer con lo que uno es.
Por ejemplo: Yo no puedo elegir ser chico o grande, (soy grande, lo quiera o
no); pero puedo elegir ser una persona grande buena o mala...
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Puedo elegir escribir un libro o no...


Puedo elegir ver con el corazón o con los ojos...
No puedo elegir (en cambio), tener una edad diferenta a la que tengo.

Dejadme regalaros un secreto:


“Más importante que lo que uno es, es lo que uno hace con lo que uno
es”.
Si el principito estuviera aquí, repetiría esta frase a fin de recordarla. Diría pues:
“Más importante que lo que uno es, es lo que uno hace con lo que uno es”.

Volviendo a nuestro tema:


Si bien el principito tenía una capa, casi nunca la utilizaba. De hecho, solo recuerdo
haberlo visto una sola vez con ella; fue en una ocasión muy especial, cuando se
presentó frente un aviador extraviado, (quien después escribiría la historia), a
quien el principito le pidió que le dibujase un cordero, para llevar a su pequeño
planeta. El pequeño príncipe no quería estar solo, y en su diminuto
planeta solo tenía la amistad de una flor algo presumida.
Sé que el principito hubiera cambiado su capa por cualquier disfraz de superhéroe,
villano, o por cualquier otra cosa que le permitiera jugar con otros niños; pues,
nada deseaba más que encontrar amigos. De hecho, a poco de llegar a la
Tierra, se subió al pico de una montaña y gritó:
“Sean amigos míos. Estoy solo” o “Busco amigos. Estoy solo”, según el
ejemplar (la traducción) que tengáis.

El principito sabía que era más lindo y útil tener amigos que una capa de príncipe,
pero una capa era lo que él tenía. A diferencia de muchas, muchísimas personas
grandes, el principito no trato de engañarse, diciendo que era mejor un pedazo de
seda, por el simple hecho de llamarlo “capa de príncipe”.
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Aquel aviador extraviado, (un terrícola, como nosotros), accedió al pedido del
pequeño, (de dibujar un cordero), pero después de varios intentos fallidos, dibujó
una caja, y le dijo que dentro de ella estaba el cordero que deseaba.

Las personas grandes no comprenden las cosas que son verdaderamente simples.
Muchas me preguntaron
- ¿cómo podría el principito ver un cordero, si el dibujo era el de una caja?
Mi respuesta siempre ha sido: “Por el secreto del zorro”.
¿Sabéis cual es el secreto que un zorro le enseñó al principito?
Que “solo se ve con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”...
No es que la apariencia engañe. ¿Acaso el aspecto del principito era engañoso?
Claro que no.
¿Acaso el aspecto del hombre de negocios (otro personaje de la historia) era
engañoso?
Por supuesto que no.
Tampoco el aspecto del bebedor, el vanidoso, el rey o la serpiente era engañoso.
Insisto. No es que la apariencia engañe...
Somos nosotros mismos quienes nos engañamos, si olvidamos que
nuestros ojos solo ven una pequeñísima parte de las cosas, (ven la
corteza, la cáscara), no lo importante, (lo importante es invisible).

Que el principito pudiera ver un cordero donde solo estaba el dibujo de una caja,
prueba que el principito sabía mirar con el corazón. Tal vez sabía hacerlo
desde antes de conocer al zorro, y el zorro solo permitió que el pequeño
descubriera (o redescubriera) su capacidad.
Como dicen algunas personas grandes, que se descubriera a sí mismo.

¿Aceptaríais un consejo de este humilde escritor?


Sería un consejo para sentirse mejor con los demás y con vosotros mismos...
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Sería un consejo para ayudar a las demás personas (y a vosotros mismos) a verse
mejor, (a verse con el corazón).

Este es mi consejo:
Si quieres verte amable, sé amable.
Si quieres verte cansado, cánsate.
Si quieres verte enamorado, enamórate.
Solo siendo auténtico es posible encontrarse a uno mismo (al verse).

Ahora que lo recuerdo. Cuando el principito estuvo en el pequeño planeta de rey...


El monarca le dijo (que):
“Es más difícil juzgarse (conocerse) a sí mismo que a los demás”.
Y agregó:
“Quien logre juzgarse (conocerse) correctamente a sí mismo, es un
verdadero sabio”.

(7) TODAVÍA HAY MÁS


Yo nunca creí verdaderamente que me encontraría con el principito, pero siempre
desee que ello ocurriera.
Uno o dos años después de conocer aquel libro magnífico (“El Principito”); más
precisamente, un día de mi cumpleaños...
Una tía me trajo otro libro magnífico, se llamaba “Juan Salvador Gaviota”.
Era (y es) un libro maravilloso que recomiendo a todo el mundo, pero yo no
podía disfrutarlo verdaderamente, porque (yo) deseaba otro principito. (No otro
ejemplar idéntico, sino una segunda parte, u otro libro que me hiciera sentir las
mismas cosas).
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Yo quería un libro que contase la travesía de un niño (como yo), no de un animal o


una persona grande.

Cuando uno se obsesiona con algo, puede perderse de disfrutar muchas


cosas hermosas, por el simple hecho de que esas cosas no sean
exactamente lo que uno espera.

Había además, algo en “Juan Salvador Gaviota” que me molestaba, y que recién
hace unos años pude comprender qué era.
El libro trataba sobre la travesía de una gaviota, y contenía fotos (de una gaviota).
Aunque yo era pequeño, ya no lo era tanto, y empezaba a ver más con los ojos
que con el corazón, y mis ojos me decían que esas fotos no eran de Juan Salvador
Gaviota, sino de una gaviota cualquiera, (linda, pero anónima), que había sido
fotografiada y puesta en el libro. Como cuando nuestro superhéroe no es nuestro
superhéroe, sino una persona disfrazada de superhéroe. Es muy divertido, pero
no es lo mismo.
Si hubieran sido dibujos, tal vez Juan Salvador hubiese sido más real para mi.

Comencé pues mi carrera de escritor en el cuarto grado de mi escuela primaria.


Se podría decir que desde que conocí a “Juan Salvador Gaviota”.
Tenía entonces un maestro que se llamaba Perillo, en la escuela número ocho de
la ciudad de Buenos Aires. Él permitía que yo escribiera mi propia literatura de
lectura. Si llegáis a verlo, por favor decidle que ello me ha sido muy útil,
pues fortaleció mi interés por la herramienta más poderosa del mundo:
La palabra.

Si, si. Ya sé que “la palabra es fuente de malos entendidos”. Pero en la vida
debemos aprender que las cosas tienen un lado positivo y un lado negativo.
La palabra es fuente de malos entendidos, pero ello no quita que:
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La palabra justa, en el lugar justo, y en el momento justo, puede comenzar


una guerra o terminarla. Puede hacer llorar o reír. Puede dar sentido a lo que
estamos haciendo, o puede hacerlo ver como algo absolutamente inútil.
De hecho, fue a través de las palabras de un libro, que la travesía del principito
llegó a todos nosotros. Y sin duda, serán las palabras de este libro, las que os
darán a conocer los detalles de su regreso.

En esa misma escuela primaria, Tenía un vicedirector que fingía equivocarse,


para que pusiésemos atención en su trabajo, y aprendiésemos a revisar.

En esa misma escuela primaria, había un director que lo comprendía todo, por
ello era el director.

Pero no todas las escuelas eran iguales. Mi primer grado lo hice en una
escuela donde, no tengo más recuerdo que el de una maestra gritona tirándome
de los pelos una y otra vez, mientras decía que iba a expulsarme.
Yo desconocía el significado de la palabra “expulsar”, e imaginaba que sería
arrojado al fondo del océano, donde un gigantesco pulpo me lastimaría.
¿Entienden?
Yo relacionaba la palabra “expulsar” con (la palabra) “pulpo”.
Hasta el día de hoy no he podido comprender las razones de ese asedio, pues yo
era terriblemente tímido. De hecho, repetí tercer grado (en otra escuela), porque
vivía aterrado por algunos compañeros que me amenazaban y golpeaban cada
recreo.

Hay algo que deseo deciros. Se trata de otro secreto:


“No podemos cambiar el pasado, pero podemos cambiar la visión que
tenemos de él”.
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Existen muchas formas de ver la realidad (sin engañarse). No tiene sentido


aferrarse a la visión más dolorosa. Después de todo, esa visión no es la justa
porque no es la completa.

Por ejemplo: Esa escuela donde cursé dos veces tercer grado, y pasé los años
más aterradores de mi infancia, fue también la escuela donde conocí al magnífico
libro escrito por el aviador, pues (“El Principito”) era el libro de lectura de dicha
escuela.

Existe un segundo ejemplo que deseo daros, sobre lo positivo y negativo que
puede encerrar una misma cosa:
Muchas veces pensé que el regreso del principito haría feliz a su amigo
zorro, que vive en la Tierra; pero al mismo tiempo, pondría triste a la rosa
de su pequeño planeta.

A continuación voy a permitirme contaros algo que creo oportuno:


Antoine, (el aviador del cual hemos hablado), tuvo que partir en su avión como
tantas veces, (un año después de publicar su trabajo sobre el principito), y ya
(contra su voluntad) no pudo regresar nunca más.
La vida de los aviadores era muy arriesgada en la época de Antoine. El hecho
que no pudiera regresar es muy penoso para quienes lo admiramos, pero es
maravilloso saber que, también estuvo a punto de no poder regresar en un
viaje que hizo antes de narrar la historia del principito.
Si ello hubiera ocurrido...
Si efectivamente no hubiera podido regresar (contra su voluntad) antes de
escribir su libro sobre el pequeño príncipe; la travesía del principito no se
conocería, y tampoco sus enseñanzas.
Por otra parte. Yo jamás hubiera podido escribir este libro, y ustedes tampoco
estarían leyéndolo, si aquél peligroso viaje (anterior a su relato) hubiera sido el
último.
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Ha sido grandioso que Antoine pudiera dejarnos su relato.

(8) NO ENCONTRÉ UN TÍTULO PARA ESTE CAPÍTULO


Mientras yo crecía, mi corazón seguía esperando que el principito regresara a
nuestro planeta. Mi mente (en cambio), sabía (o creía saber) que ello nunca
ocurriría. Pero...
Cuando la mente y el corazón trabajan en conjunto, se logran cosas
asombrosas.

Un día entonces, pensé que si nuestro pequeño hombrecito no regresaba


en persona, podría hacerlo a través de otro libro.
Siempre tuve miedo que apareciera un principito falso; un engañador disfrazado
que pretendiera quedarse con el prestigio de nuestro pequeño príncipe o su
aviador.
Y como tampoco quería ser yo un engañador, no me atreví a escribir la
continuación de la historia.
Me prometí (entonces), que solo la escribiría, cuando en verdad tuviera
noticias de él. Es decir, cuando descubriera qué pasó con su flor, con sus
volcanes, con su cordero.
Pues debo deciros que si estoy escribiendo estas líneas, es porque he tenido
noticias de él.
Os pido que no me apresuréis con el relato, quiero contaros cada detalle,
quiero que sientáis como si vosotros hubierais estado allí, con él, (como
yo he tenido el honor de estar).
Si mis palabras suenan algo diferente ahora, es porque la emoción del relato se
está apoderando cada vez más de mi.
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Como ya os dije: Antoine (quien se encontró con el niño en el desierto, y


posteriormente narró su travesía), pide al final de su libro, que por favor se le
avise si este regresa algún día a nuestro planeta. Pero Antoine olvidó poner su
domicilio, pueden fijarse si tienen un ejemplar (de “El Principito”) a mano.

Ocurrió entonces que alguien supo del regreso del niño, y envió cartas (que
decían “El Principito ha regresado”) a miles de casas, para que alguien que
conociera a Antoine le avisase.
Una de esas cartas llegó mi. Así supe que el principito había regresado.

(9) EL PRINCIPITO HABÍA REGRESADO

Es cierto que hay muchas casas en el mundo, pero quien descubriera el regreso
del principito, envió miles de cartas, pidiendo en cada una de ellas que quien la
recibiera hiciera lo mismo.
En general, solo los niños que encontraban las cartas cumplían con dicho pedido.
Las personas grandes están siempre muy ocupadas, y no pueden atender lo
realmente importante.

Así fue como muchos niños rompieron sus alcancías para comprar sobres.
Así fue como muchos chicos vendieron sus juguetes para comprar sobres.
Así fue como (a la hora de jugar), muchos se organizaron para repartir ellos
mismos las cartas, de modo de no necesitar dinero para el servicio postal.
Los niños ricos contrataban servicios de correo, lo cual permitió ahorrar mucho
tiempo y esfuerzo.
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De mano en mano, los sobres viajaron desde África a América; en mochilas o en


bolsillos, en bicicletas o en los autos de algunos papás: por avión o por correo
electrónico... El mundo supo finalmente que el principito había regresado.
Debo corregir mis palabras: Los niños del mundo supieron que el principito había
regresado.
Pero ni uno solo de esos niños, jamás escribió muro alguno anunciando el
regreso del pequeño príncipe, pues no hubiera sido bueno afear las casas y
las ciudades, al principito no le hubiera gustado eso.
Además, hubiera sido jugarle una mala partida, porque muchas personas
se sentirían molestas por su regreso, ya que habría sido precisamente por su
regreso, que el trabajo que costó (en su momento) pintar cada casa se vería mal
preciado.

Es curioso como tantos niños trabajaron para que Antoine supiera que su pequeño
amigo había regresado. Y sin embargo, ni uno de esos niños había conocido
jamás en forma personal al principito, (solo sabían de él a través del
relato y los dibujos de Antoine).
Es curioso que nuestro principito nunca haya podido estar o jugar con otro niño.
El principito además, como muchos otros niños, tampoco había tenido
jamás un juguete, pero eso no era problema para él, porque él sabía que a
diferencia de su rosa o del zorro, los juguetes no necesitan a nadie; Aunque...
Cuando uno no tiene amigos para cuidar, son buenos los juguetes para ir
practicando.
Sospecho que si una nena trata mal a su muñeca, cuando sea grande
tratará mal a su hija.
Algunos niños tienen la fortuna de poder cuidar de un hermanito menor, en vez de
un oso de peluche. Esto es genial siempre y cuando ellos (a su vez) sean
verdaderamente cuidados por algunos mayores.
Y es mejor tener un hermano que dos mil.
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¿Se imaginan tener muchos, muchísimos papás? Sería como no tener ninguno.
¿No es lindo que sea siempre el mismo papá quien os cuida?
En la Tierra, el principito estuvo en un jardín con cinco mil rosas, por ello no
estuvo en realidad con ninguna, ya que él no era único para ni una sola de
ellas, y ni una sola de ellas era única para él.
En su pequeño planeta (en cambio), donde tenía solo una rosa, el principito la
sentía única en el universo, y ella lo sentía único en el universo a él. Porque
cuando se mezclan dos soledades, surge la mayor oportunidad de
conocerse verdaderamente.

( 10) TERMINÓ LA ESPERA Y COMENZÓ LA BÚSQUEDA


Un día entonces, (como ya os dije), recibí una carta que decía: “El principito ha
regresado”... Pero el sobre de la carta no decía quien la había enviado.
Fui (entonces) a la oficina de correo a averiguar. El empleado me dijo que, esa
carta no había pasado por la sucursal de correo, pues no poseía el sello
correspondiente. Deduje pues que alguien la había colocado bajo mi puerta, y
comencé entonces a preguntar a mis vecinos, si alguno de ellos había colocado la
carta bajo mi puerta. En una ciudad se tienen muchos, muchísimos vecinos, y
resulta ciertamente imposible preguntarle a todos, pero...
Yo sabía que preguntando un largo rato, algo aprendería, porque la gente me
haría comentarios de los más diversos, y si yo era lo suficientemente listo,
descubriría cual comentario constituiría una pista para mi búsqueda.

Comenzaré por contarles del quinto vecino al que visité. Me comentó que él
también había recibido una carta similar. Ese vecino, (que había olvidado que
alguna vez él había sido un niño), me dijo que no le dio importancia y la arrojó al
papelero.
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Le pedí que me permitiera revisar su papelero, para ver si su carta estaba escrita
con la misma letra y en el mismo papel; (yo quería saber si su carta había sido
enviada por la misma persona)... Pero me contestó lo que generalmente contestan
las personas grandes... Me dijo que estaba muy ocupado para esa tontería.

Continué pues golpeando las puertas de mis vecinos, (aunque jamás en la hora de
la siesta). Esperaba encontrar un vecino que no solo haya recibido la carta,
sino además, no haya olvidado (por haber crecido), que “el principito es
importante”.

Visité muchos, muchísimos vecinos. Algunos tan lejos de mi casa, que tal vez ya no
deberían ser llamados vecinos. Pero de todos modos, eran vecinos del
corazón... ¿Acaso no vivimos en el mismo planeta?

Encontré pues muchas personas que habían recibido la carta, pero que también,
no le habían dado importancia.
Una incluso llegó a preguntarme ¿quién era el principito?
Le contesté con la más absoluta verdad, pues la fuerza de la verdad es
siempre sorprendente. Le dije entonces:
“Es el niño más conocido en el planeta Tierra...
Millones de personas en todo el mundo han sabido de su viaje a nuestro planeta.
Su historia es el tercer libro más leído del siglo veinte, fue (incluso) publicado en
ciento cincuenta idiomas diferentes”.
¿Saben qué me contestó?
- No tengo tiempo para cosas de niños.

Seguí pues golpeando puertas, (nunca en la hora de la siesta), hasta que un niño
abrió una de las puertas. Supe entonces que el momento de encontrar una pista
importante había llegado.
- Hola – Dije - ¿Conoces al principito? – Agregué.
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- Claro – Me contestó el niño.


- He esperado su regreso por años, quiero escribir qué pasó con su flor, con
sus volcanes, con su cordero. – Dije entonces.
- Las personas grandes me han dicho que el principito no existe realmente.
- Las personas grandes son muy extrañas... Siempre esperan de las
cosas algo diferente a lo que en realidad son. – Le contesté.
- Es más. – Agregué. – Si enseñas a las personas grandes a ver con el
corazón, en vez que con los ojos, descubrirán que es posible saber que el
principito existe, con solo ver el rostro de un niño... Cualquier niño.
- Es muy difícil enseñarle a las personas grandes. – Respondió mi joven
anfitrión.

Desde hace muchos años me tortura una pregunta:


Cuando la serpiente picó al principito, (para que este dejara nuestro planeta)...
¿Lo envió verdaderamente a su planeta, o en realidad lo mató?
La conversación con el pequeño hijo de una persona grande echó luz a mi
pregunta.
¿Puede una serpiente matar la obra de un escritor?
Claro que no.
¿Y si la serpiente es producto del mismo escritor, y de casualidad están
los dos en el mismo libro?
Entonces comprendí algo:
Un hombre puede matar a otro, pero no puede matar la obra de ese
hombre, (no puede borrar el pasado de ese hombre), como tampoco
puede borrar su propia obra, (su propio pasado).
Por eso es muy importante hacer las cosas bien, (hacer las cosas con el
corazón).
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(11) CUANDO LAS ESTRELLAS YA NO RÍEN

Sabemos que Antoine miraba las estrellas por la noche, y le parecía que todas las
estrellas reían, porque el principito reía en una tan pequeña que no se podía
distinguir desde nuestro planeta.

Miré pues (la siguiente noche) las estrellas. Sabía que, si las estrellas aún reían,
eso significaría que el principito seguía en su diminuto planeta. Y la primera ola de
cartas (que generó todas las demás olas de cartas), no habría sido más que el
producto de un bromista. (Un niño que habría extraviado su corazón por
culpa de alguna persona grande).

Sí en cambio. Las estrellas permaneciesen calladas... Eso querría decir que el


principito ya no ríe en su planeta. Querría decir que su risa seguramente suena
ahora en algún lugar de África.
Entonces, yo buscaría en el desierto del Sahara. O mejor aún, buscaría al zorro,
pues... El principito no volvería a la Tierra sin visitar a su amigo zorro.
El zorro le enseñó cosas muy importantes al principito. El principito (a su vez), se
las enseñó a su amigo aviador (Antoine), y Antoine (a su vez), nos las enseñó a
millones de personas a través de su libro.
Una de las cosas que el zorro enseñó al principito es que...
“Uno es responsable por siempre de aquello que ha domesticado”.
Seguramente el principito volvió para cumplir con su deber, y ver si el zorro está
bien.

La verdad es que he pasado horas mirando las estrellas, y no he podido oírlas reír.
Esto puede ocurrir por dos razones:
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Desde luego puede ser que el principito ya no esté en el cielo, (haya regresado).
Pero también puede ocurrir que yo esté muy nervioso, muy triste...
Y esté tratando de escuchar con mis oídos, en lugar de hacerlo con mi corazón.
Esto también puede ocurrir porque tal vez he envejecido, y he olvidado cómo se
escucha con el corazón.
Durante varios días, intenté (sin éxito), que mi corazón escuchara la risa del
principito al mirar las estrellas.

No supe entonces, si en verdad el principito había partido de su planeta, o yo era


ya una persona demasiado grande para poder escuchar a las estrellas.
Recordé entonces que Antoine tenía exactamente la misma edad que yo cuando
pudo escucharlas por primera vez. Pero Antoine había recuperado su inocencia
porque había estado con el principito, y además, a diferencia de otras personas
grandes, lo había escuchado atentamente.
Muchas, muchísimas personas dejan de escuchar cuando crecen.
Creen que ya tienen suficiente experiencia. Si en verdad tuvieran algo de
experiencia, sabrían que se aprende más cuando se escucha que cuando se
habla. Y que de la persona más humilde se puede aprender infinitamente.

(12) BUSCANDO AL ZORRO


Preparé pues mi equipaje...
Iría entonces a buscar al zorro...
Él me diría donde encontrar al principito.

¿Cómo encontraría al zorro?


Muy simple... Buscando un campo de trigo color de oro, (en algún lugar de África),
que el viento peine de vez en cuando. Que tenga una madriguera no muy lejos.
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Que no haya cazadores los jueves. Y el zorro estará allí... Recordando los cabellos
color de oro del principito, cada vez que el viento peine el trigo.

Les confieso algo: Me incomoda amar al zorro, porque el zorro (al igual que los
hombres), es un cazador.
Pero “amar no es una elección”. De hecho...
Quien ama maduramente, sabe que quien es amado puede elegir
corresponder, pero no puede elegir amar: Amar no es una elección.

Si se pudiera dar la orden de amar, los reyes darían dicha orden, y todos
los reyes serían amados.

Y no se debe ser celoso, pues...


“Quien cela no vela por el otro sino por sí mismo”.

Quien ama no lo hace por ser bueno, sino porque tiene necesidad de hacerlo...
Lo cual no quita que, es de buenas personas tener necesidad de amar.

Hay algo mucho, muchísimo más triste que no ser amado, y es no tener a
quien amar.
Les doy un ejemplo:
Yo amaba al principito sin que él supiera mi existencia...
Y ese amor me dio la fuerza para hacer el viaje.
Y como amo escribir y amo a los niños, me sobra fuerza para escribir este
libro. Si solo escribiera para ganar dinero, escribiría sin inspiración, mis libros
serían aburridos y nadie los leería. Incluso, “una idea comercial exitosa (muy fría y
calculada), se construye sobre la base de una idea precedente inspirada”.

El corazón (las ganas) es lo que da la fuerza. Incluso, quien hace cosas malas, las
hace porque sus ganas de hacer cosas malas, le da fuerza para hacerlas.
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Para poder continuar con mi relato, necesito explicaros antes algo:

Las personas grandes tenemos que cumplir un trabajo. De él surge nuestro


permiso para adquirir el trabajo de otros: Alimento, ropa, libros, juguetes.
No podemos pretender que los demás trabajen, (hagan las cosas que nosotros
necesitamos), y nosotros no trabajar, (no hacer algo que los demás necesiten).

Si no hubiera gente en las editoriales, yo no podría publicar mis libros.


Y si hubiera gente en las editoriales, pero no hubiera escritores, las editoriales no
tendrían qué publicar.
Si no hubiera gente que fabrica computadoras no podríamos utilizarlas.
Para que algunas personas fabriquen lo que nosotros necesitamos, nosotros
debemos fabricar algo que otros necesiten.

Ahora bien. Existe un período, en el cual las personas pueden utilizar el trabajo de
los demás sin trabajar ellos. Ese período se llama “vacaciones”.

Yo he pedido que se adelantaran mis vacaciones, dado que tenía un trámite muy
importante qué hacer: Ir a buscar al principito.
¿Porqué era importante ir al encuentro del principito?
Por dos razones:
Porque amaba al principito, y porque al encontrarlo podría escribir sobre él.
De ese modo tendría trabajo, y también tendrían trabajo las editoriales, las
librerías, y finalmente ustedes tendrían la información que tanto esperaban.
Ahora bien. Como yo siempre he sido una persona responsable en mi trabajo.
Es decir. No he sido de faltar, ni de llegar tarde, ni de robar cosas que pudiera
haber en mi trabajo, ni de insultar a alguien... Entonces se me concedió el
adelanto de mi período de vacaciones.
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El problema de utilizar mi período de vacaciones para encontrar al principito, es


que ese período es limitado. Eso significa que es solo por una determinada
cantidad de días. Por tal razón es muy importante utilizar bien el tiempo.
Si yo hubiera desperdiciado mi tiempo, y mi plazo hubiera terminado antes de
encontrar al principito, hubiera debido regresar sin verlo. Además... También se
hubieran perjudicado (entonces) la editorial, las librerías, e incluso ustedes, porque
no podrían leer este libro.
Del mismo modo. Si otra persona en otro lugar y otro trabajo se perjudica, todos
nos perjudicamos de alguna manera, aún cuando no lleguemos a enterarnos.
Siempre que alguien se perjudica, se perjudican muchas, muchísimas
personas. Eso os aseguro.

El límite de tiempo también tiene su ventaja, pues nos moviliza a hacer aquello
que sabemos que mañana no podremos hacer. Nos lleva a encontrar cosas que
jamás encontraríamos si tuviéramos todo el tiempo del mundo.
¿Acaso estudiaríamos una lección que no nos gusta, si supiéramos que la prueba o
calificación sobre dicha lección nunca llegará?.

Bueno... Los días fueron pasando, y aún no había encontrado al zorro.


Fue entonces cuando encontré un camino, y todos los caminos allí conducían a los
cazadores. Trigo, viento, cazadores... El zorro no podía estar muy lejos.
Tomé mis binoculares y observé gravemente toda la extensión.
Entonces descubrí a una manada de zorros que volvían sus cabezas al unísono
cada vez que soplaba el viento.
Observé qué miraban (a través de mis binoculares), y me pareció ver los cabellos
del principito, pero retiré los binoculares de mis ojos, y comprendí que era el trigal.

Estaba fatigado de tanto buscar, y como mi período de vacaciones se terminaba,


comencé a caminar hacia los zorros.
Todos los zorros comenzaron a huir excepto uno que me examinaba gravemente.
23

Podría ser el zorro amigo del principito, pero no era posible que me conociera.
¿Porqué ese zorro no me temía?
Entonces comprendí que yo no era el centro del mundo, pues...
No escapaban de mi, sino de los cazadores (que se acercaban).
Comprendí también que el único zorro que no corría, no corría porque estaba
herido, (seguramente fue herido por un cazador días antes).

Tomé al zorro herido en mis brazos.


Me aseguré primero que advirtiera que yo no tenía fusil.
Entonces se me acercó un cazador:
- Ese zorro es mío – Dijo.
- Nadie es de nadie – Le contesté. – Uno es de uno mismo – Agregué.
Y continué diciendo:
- En todo caso, es su corazón el que puede tener un dueño... Pero si así fuera,
solo él y nadie más que él conoce el nombre o el rostro de ese dueño.

El cazador vio que el zorro era demasiado viejo y pequeño, y no se preocupó


mucho por recuperarlo, especialmente cuando creyó oír a otros zorros entre las
hiervas.

Seguramente todos los zorros de África conocían la historia del principito, y


miraban al trigo cada vez que el viento lo peinaba.
Encontrar al zorro sería más difícil que encontrar al principito. A menudo los
hombres buscamos lo más difícil antes que lo fácilmente reconocible.

Digo que encontrar al zorro sería más difícil que encontrar al principito, porque ni
yo había domesticado al zorro (cuyo corazón pertenecía al principito), ni
dicho zorro me había domesticado a mi. Por lo tanto, para mi todos los
zorros se parecían.
Bueno, salvo el que estaba herido en mis brazos.
24

(13) MI ÚLTIMA NOCHE EN ÁFRICA

El sol había caído. Esa sería mi última noche en África, ya no tenía tiempo de ir al
desierto, estaba demasiado lejos. Estaba a mucho, muchísimo más de mil millas, y
tampoco podía continuar mi búsqueda, porque tenía que curar a un zorro herido.
¿Porqué?
Porque cuando te lastima descubrir a alguien lastimado, sientes

la necesidad de curar a ese alguien para curarte a ti mismo.


Comencé pues a curarlo, y me acosté cerca de él al terminar. Estaba yo realmente
exhausto.

Cuando desperté (a media noche), estando (yo) acostado boca arriba. Vi entonces
un cielo increíble. Parecía un gigantesco árbol navideño. Las constelaciones
parecían adornos bien diferenciados.
Entonces pensé:
El silencio de las estrellas es bello para quienes vivimos en la Tierra,
porque significa que el principito anda por aquí, en alguna parte.
Si lo que embellece al desierto es saber que esconde un poso de agua en alguna
parte. Lo que embellece a la Tierra, es saber que el principito está en algún lugar
de ella.
Lo que impide que encuentre al pequeño hombrecito, es que no puedo
comunicarme verdaderamente, con los zorros, con los cazadores, con alguien.
Ese es el problema de la humanidad, puede estar el mundo lleno de
teléfonos, pero la gente no logra comunicarse verdaderamente.
Si la gente supiera comunicarse, no habría malos entendidos, y no habría
peleas ni guerras. Y todo el mundo sabría dónde está el principito.
25

Entonces, supe que mi búsqueda había sido en vano, cuando oí una risa de niño
que me llegaba desde las estrellas.
“Si todo ha sido producto de una broma (pensé), entonces por lo menos ha
servido para que aprendiera a escuchar con el corazón”; y me dispuse a volver a
escuchar aquella risa inconfundible, pero ya no pude volver a oírla.

- Buena noche – Me dijo entonces una vocecita.


- Buena noche – Contesté respetuosamente, y me levanté de un salto, como
golpeado por un rayo.
El zorro herido se asustó y como ya estaba mejor corrió a su madriguera.
Yo di una vuelta pero no vi nada.
- Estoy aquí – Dijo la vocecita – Sobre el manzano.
- ¿Eres el principito? – interrogué, pero no contestó. O mejor dicho, me
respondió con su silencio.
- Tú eres parecido a mi aviador, pero no eres él. – Dijo finalmente.
- Soy parecido porque también soy un hombre – Contesté, pero comprendí
que no era suficiente y agregué:
- Tengo la misma edad que él tenía cuando te conoció, y al igual que él no
tengo fusil.
- ¿Cómo sabes de él y de mí? – Interrogó riéndose en vez que
preocupándose.
- Él ha escrito sobre su viaje al desierto. Él ha escrito sobre ti. Su libro es uno
de los más leídos en todo el planeta, y ha enseñado mucho a las personas.
Él también te ha retratado... No has cambiado nada muchachito.
- ¿Dónde está él? – Interrogó.
- Regresó al lugar de donde alguna vez vino. – Contesté.
- ¿Lo picó una serpiente? – Preguntó.
- No exactamente... Partió en su avión, y (contra su voluntad), ya no pudo
regresar. ¿Cómo está tu rosa hombrecito? – Dije para salir de un tema tan
penoso.
26

- Debí haberla jusgado por sus actos y no por sus palabras...

Como sentí que el principito me debía una respuesta más concreta, lo imité, y
repetí mi pregunta. De ese modo obtuve una respuesta satisfactoria y
comprendí como es que los niños aprenden:
- Las rosas son tan bellas que no duran demasiado. – Y agregó:
- Las flores parten (contra su voluntad) antes que los hombres. Por
ello estoy aquí.
- Estamos en la Tierra – Dije entonces. – Aquí hay muchos jardines. Puedes
tener todas las flores que quieras. Sé que ninguna en particular es especial
para ti, pero puedes seducir a una, solo a una, y tendrás una nueva flor. No
será lo mismo. Nada reemplaza a nada, y además te llevará mucho tiempo,
pero no será un tiempo perdido, pues harás que su vida se llene de sentido.
– Y agregué aún:
- No se ama porque se es bueno, se ama porque se tiene necesidad de amar,
pero es de gente buena tener necesidad de amar. Tú eres puro principito.
Sería penoso que privaras a otra flor de tu amor.
- No he venido por otra flor, he venido por mi amigo el zorro. Uno es
responsable por siempre de lo que ha domesticado. – Y agregó:
- Las rosas parten antes que los zorros. Y los zorros antes que los hombres.
- ¿Y tus pequeños volcanes? – Le pregunté mientras tomaba nota de cada
detalle.
- Los volcanes no son seres vivos – Contestó.
- Y luego agregó: - Cuidarlos es bueno para el planeta, y lo que es bueno
para un planeta, es bueno para quien vive en él, pero ellos (los
volcanes), ni se enteran que son cuidados.
- ¿Y tu cordero? – Pregunté ya sin sacar la vista de mi cuaderno de notas.
- Mi cordero es un dibujo. Es obra de un hombre.
- Y agregó: - Las rosas parten antes que los zorros... Los zorros parten antes
que los hombres... La obra del hombre trasciende al hombre – Terminó.
27

Se quedó en silencio un rato, y finalmente continuó:


- Pero yo no puedo saber cómo le irá a mi cordero cuando yo (algún día,
dentro mucho, muchísimo tiempo) ya no esté. Tal vez lo agarre la humedad
o el fuego, tal vez se cubra de hongos; por eso es importante preparar a
otros, para que alguno, (el que lo sienta verdaderamente), continúe nuestro
trabajo, (si es que nuestro trabajo merece ser continuado).
- No te preocupes pequeño hombrecito. Sé que algún día tendré un hijo. Él
cuidará de tu cordero. Yo le explicaré. – Dije.
- No podemos cargar a los demás con nuestra responsabilidad. Debemos
dejar que cada quien descubra para qué está verdaderamente en este
mundo. Veo que eres escritor... Si pones a mi cordero en alguna
página de tu libro, algún lector cuidará de él.
- Y agregó: - Tu no elijas al lector, él mismo debe elegirse. Así es
como debe ser... Será genial que cuentes esta charla. Cuando sea leída,
será como si millones de chicos hubieran estado aquí. ¿Nunca has escrito
sobre mi antes?
- No. He deseado hacerlo, pero no supe de ti, y no se debe falsear los
eventos de la vida de una persona. – Contesté.
- Debo ir con mi zorro, ya me ha esperado demasiado, creo que he sido
desconsiderado con él. ¿Vas a poner mi cordero en tu libro? – Dijo apurado.
- Solo te diré una cosa más principito, y podrás marcharte. Ya sé como será
el capítulo 14 de mi libro (nuestro libro)... Dirá:

14) A TODOS LOS LECTORES:


(
28

Quiero pedir a todos los lectores de este libro, que observen muy atentamente al
cordero del principito. Por favor, vedlo con el corazón (no los ojos), con los ojos
solo veréis líneas...
No es solo un dibujo. Es, además de una reproducción fiel, y la obra de un amigo;
“el cordero adoptado por el principito”. Digo "adoptado", ya que los animales,
como las personas no se regalan verdaderamente, se dan en adopción. No
podemos regalar algo si no es nuestro. Y nadie es dueño de alguien
verdaderamente. Nada que tenga alma se debe regalar, solo nosotros
mismos podemos regalarnos. Por favor, os pido que no dejéis que el
cordero del principito sea presa del agua, la tierra o el fuego.
Deberíais para ello cuidar este libro.

No es posible mantener nuestros pulmones sanos sin utilizar nuestro


estómago (es decir, sin comer).
No es posible cuidar la rama de un árbol, sin cuidar todo el árbol.
Es importante que conservéis muy bien el ejemplar, y lo enseñéis a hijos y
alumnos. Porque entonces, naturalmente... Alguno de ellos querrá cuidarlo, y
el cordero del principito seguirá protegido por muchos años.

Si estáis un poco nerviosos porque se acerca el final del relato sobre el principio, y
no podéis ver realmente al cordero, (veis solo una caja). Confiad en mi. He
pensado cómo hacer que vuestro corazón (aún nervioso) pueda verlo hoy y
siempre que lo desee.
Solo tengo (para ello) que confesaros algo:

Resulta que yo iba a pediros disculpas por no haber ilustrado yo mismo este libro,
(como Antoine, que él mismo realizó cada dibujo de “El Principito”).
Ocurre que yo solo aprendí a dibujar a Juan Salvador Gaviota...
Pero tengo un amigo que dibuja bien, y siempre hay que reconocer y valorar
las virtudes de los demás.
29

El primer paso para ser admirado es admirar a alguien.


Toda persona admirada alguna vez admiró a alguien.

Si yo escribo un poquito mejor que mi amigo, y mi amigo dibuja mucho mejor que
yo, entonces es de personas inteligentes que yo escriba y él dibuje.
Mis manos no dibujaron este libro, pero mis palabras (a través de mi relato),
guiaron a las manos de mi amigo, de ese modo mi amigo pudo dibujar cada
detalle sin haber hecho el viaje conmigo.
Es como si mis ojos fueran los suyos, y sus manos mis manos:
Él (entonces), dibujó con sus manos (y con su corazón), lo que yo vi con mis ojos
(y con mi corazón). Eso se llama trabajar en equipo.

Otro amigo (Daniel Gestoso), me explicó una vez, que:


Si nuestro cuerpo solo tuviera pulmones, o solo tuviera intestinos, o solo
tuviera huesos, nosotros no seríamos posible. Gracias a que tenemos
diferentes partes, cada una se complementa, y podemos (entre todas las
partes) ser una persona.
Si todos quisieran leer libros, pero nadie los quisiera publicar, o nadie los quisiera
escribir, sería inútil querer leerlos.
Mi amigo Néstor y yo hemos formado un equipo, para que todos los
chicos estuvieran un ratito con el principito.

A propósito: Gracias Néstor.


Por no preguntar si te iba a pagar.
Por no preguntar cuánto te iba a pagar.
Por no preguntar dónde iba yo a presentar el libro.
(Y todo eso, antes de haberlo leído).
Estoy seguro que has hecho el mejor negocio de toda tu vida.
Así es como se hacen los verdaderos negocios.
30

Volviendo a nuestro tema:


¿Alguna vez les han contado algo que ocurrió, o les han hablado de unas
vacaciones en tal o cual lugar, o simplemente de una película?
Claro que si. En esa oportunidad habéis visto lo que os contaron sin utilizar los
ojos, (habéis visto lo que os contaron solo con el corazón).
Por ello, si queréis ver al cordero, imaginad al cordero del principito y lo verás.

Las personas malas son malas porque han perdido toda


imaginación, y no pueden imaginar verdaderamente todo el
dolor que causan, ni toda la felicidad que podrían causar. Ni
todo lo feliz que hace ser una persona confiable.

Cuando ya nadie crea en ti. Tu mismo ya no podrás creer en ti.

Como una flor, que es feliz si ve sanas a las hojas que la rodean, si es
bueno el sol que la baña, y si es agradable el viento que la toca.

Si amáis al principito cuidad este libro, de ese modo cuidarás al


cordero, y de ese modo, estaréis cuidando al principito, (porque el
cordero es un pedazo del corazón del principito).

Ah!!! Y por sobre todas las cosas:


No dejéis el ejemplar al alcance de las personas grandes.

(15) ALGO MÁS


31

Una persona puede acariciar con su mano, pero también puede crear una hermosa
música (por ejemplo), para que otra persona la escuche. En ese caso, esa persona
acaricia el corazón de otra a través de su música.

Los libros, la música, las películas, no son más que ecos de los hombres.
Del mismo modo que los ojos no alcanzan para mirar...
Los brazos no alcanzan para abrazar.
Los libros o la música (por ejemplo), son brazos largos...
Los buenos libros acarician, los malos libros lastiman (a veces sin que uno se de
cuenta). En ocasiones, uno se da cuenta cuando ya es demasiado tarde.
Dadle buenos libros, buena música, buenas películas a tus hijos.
Cuando un libro o un disco acaricie tu corazón en vez de lastimarlo...
Cuídalo mucho. No hay muchas cosas que acaricien el corazón.
Si encuentras alguna no dejes que se arruine.
Si se conserva bien, podrá acariciar el corazón de alguien más algún día.
O podrá volver a acariciar tu corazón, cuando estés triste, o cuando tu quieras.

(16) PEDIR PERDÓN (DE CORAZÓN) ES TENER HONOR


Quiero pedir disculpas a todos, por los errores que seguramente he
cometido al realizar esta obra. Sin duda, mi apuro por que conozcáis mi
encuentro con el principito, no me ha permitido corregir correctamente la misma.
Además. No soy un escritor profesional. Solo soy una persona grande que
nunca jamás olvidó que alguna vez fue un niño.

Seguramente este libro está lleno de errores, pero ha sido escrito con el corazón,
(con todo el corazón).
Y solo pretende ser una luz más en el camino de un niño.
32

Mientras el hombre mediocre busca culpables, el hombre con grandeza prefiere


descubrirse a sí mismo como errante, porque de esa forma adquiere el derecho de
corrección (o reparación) del error.
La reparación de un error, resulta incierta cuando depende de alguien más.

(17) GRACIAS POR DUDAR DE MI


Dudar es “creer un poco”. Si vosotros no hubiereis creído un poco (en mi),
jamás hubierais abordado este volumen.
Se requiere infinitamente más grandeza para “creer un poco” en algo
desconocido, que para creer plenamente en algo que ya conocemos
satisfactoriamente.

(18) NO HAY QUE OLVIDARSE DE QUIENES


NOS HICIERON BIEN ALGUNA VEZ

Quiero (también) a través de estas páginas, mandar un abrazo largo a Javier Silva,
(un hombre hoy, que además vive en otro país, pero) que alguna vez fue un
principito. Y cuando lo fue, se cruzó un ratito en mi vida, he hizo
mágicamente, que durante ese ratito yo sintiera que era Antoine.
Sin duda él (sin saberlo) aportó mucho al corazón de esta obra.
33

(19) ÚLTIMO MOMENTO: MUY IMPORTANTE


PARA TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO
Os informo a todos los niños, que he recibido carta del principito.
La carta dice:

- Existe una flor, apartada del camino que conduce al pueblo de los
cazadores. Está sola, y creo que me mira con su corazón cuando (yo) paso.
No la he buscado y nada reemplaza a nada, pero siento algo especial por
ella... ¿Crees que me estará domesticando?

El Principito

- Postdata: Por favor; que cada persona que reciba esta carta haga mil
copias; pues no conozco la dirección de mi nuevo amigo “el escritor”.

Gracias.

(20) FINALMENTE

Casi olvido deciros (al igual que Antoine), donde podréis encontrarme en caso que
viereis al principito. Mi único sitio oficial es www.loboscop.com.ar
Es un sitio para personas grandes, pero ya mismo me pondré a hacer un
“lugarcito” para los niños.
Después de todo, las personas grandes, siempre deberían tener un niño en un
“lugarcito” de su corazón.
34

Es muy importante que aviséis a vuestros padres, (o a las personas


grandes que os cuidan bien) si llegáis a escribirme...
Un niño no debe tener secretos con personas grandes, que las
personas grandes que lo cuidan bien no conocen.

A propósito. Si algún amiguito os dice que vio al principito, y por alguna


excepcional razón sospecháis que ello no ha sido posible...
Por favor no te enojéis con él. “Cuidadlo mucho”.
Seguramente lo vio con el corazón porque se sintió solo...
Seguramente solo deseó portar alguna noticia interesante, para

que se acerquen a él.

FIN DE LA HISTORIA

Siempre sospeché que la maldad y la indiferencia


no son otra cosa más que
una forma (poco feliz) de ingenuidad.
35

A LOS JÓVENES
36

(21) EL PLACER DE PENSAR


Me fascina pensar. Me parece el acto más íntimo que pueda efectuarse
conscientemente. Se puede ser ilimitadamente sincero, soberbio o delirante, sin
correr el menor riesgo.
Aunque me encuentre entre una multitud, me acompaña la soledad de mi
pensamiento cada vez que lo deseo.

(22) EL PLACER DE ESCRIBIR


Podemos organizar nuestros pensamientos de muchas formas. Un libro (o
una película) es un complejo trabajo de organización de pensamientos.
Organizar nuestros pensamientos puede ayudarnos a comprender mejor nuestro
pasado, y aceptar con más serenidad el éxito, el fracaso, el envejecimiento y la
muerte.
Cuando encuentro un libro (o una película) a mi medida, algo mágico ocurre, un
mundo paralelo me atrapa; pero mi libertad se ve coartada al saber que, soy
espectador de algo que no puedo modificar (ni negociar), y cuyo final es
histórico aunque aún no lo haya explorado.

Como autor (en cambio), tengo la obvia libertad de crear y modificar


omnipotentemente cada situación, sentir la revolución interna entre lo
racional y lo emocional, y padecer la emoción que (supongo) no puede ser
trasmitida al lector/espectador: La emoción de la creación.

Escribo porque siento necesidad de expresar y explicar, (expresarme y


explicarme a mi mismo) en forma textual y/o material, aquello que me
preocupa, ocupa y/o seduce.
37

A LOS EDUCADORES
38

( 23) SINOPSIS DE MI ENSAYO SOBRE PATERNIDAD


Escribió Robert Fulghum:
“Todo lo que hay que aprender sobre cómo vivir, qué hacer y cómo debo
ser, lo aprendí en el jardín de infantes. La sabiduría no estaba en la cima
de la montaña de la universidad, sino allí, en el arenero de la escuela”.

LUO MARINOFF escribió:


“Cuando se deja que las personas se las arreglen solas, y no se las
alienta a adoptar sistemas éticos, con frecuencia eligen el vicio antes que
la virtud”.

JEAN PIAGET escribió:


“El ideal de la educación no es el aprender lo máximo, ni de maximizar
los resultados, sino es, ante todo, aprender a aprender. Se trata de
aprender a desarrollarse y aprender a continuar desarrollándose después
de la escuela”.

Rose Vincent y Roger Mucchielli escribieron:


“No se educa un buen carácter sino siguiendo sus propias inclinaciones...
A nadie se le ocurriría obtener de una flauta los sonidos de un
violín; más vale aprender a tocar la flauta que desesperarse
por no disponer de un violín”.

ERICH FROMM asegura que amar es un arte, y por ende una facultad... Y dice:
- “Casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Para la
mayoría de la gente, el problema del amor es el de un objeto y no de
una facultad. La gente cree que amar es sencillo, y lo difícil es
encontrar un objeto para amar”.
39

Escribió Michael Thompson:


“No hay garantía para el futuro social de su hijo, pero el buen vínculo es
la mejor póliza de seguros que puede brindarle”.

Dijo Alberto Migré:


“Se ama, cuando la necesidad del otro es nuestra necesidad”.

Dijo Antoine De Saint-Exupéry:


“El amor, no es más que comprensión”.

Cuando te lastima descubrir a alguien lastimado, sientes la


necesidad de curar a ese alguien para curarte a ti mismo.
Nunca creáis que hacéis algo por los demás verdaderamente, y menos que
menos si ese alguien es vuestro hijo. Nadie arregla su casa por la casa misma.
Nadie arregla su automóvil por el automóvil mismo. Es por uno mismo que uno
arregla su casa o su automóvil. Aún cuando ese arreglo sea para otra persona (por
interés o compromiso de alguna naturaleza), es por uno mismo que uno lo hace.
No saber decir “no” (por ejemplo), es evitar una situación que nos molesta
más que lo que nos han pedido: “Decir no”.
AYN RAND (ferviente defensora del objetivismo) sostiene que: “Cuando
ayudamos a los demás lo hacemos movidos por nuestro propio interés”.
Sin ir tan lejos, aceptemos que no ayudamos a nuestros hijos por altruismo.

En mi opinión: El principal problema de la paternidad, radica en el hecho que, la


mayoría de las personas se consagran padres, antes de desarrollar una
verdadera vocación paterna, o antes de prepararse para ser tales.
A nadie se le ocurriría ser profesor u psicólogo sin una preparación para ello.
Un maestro solo brilla a través de sus alumnos.
Un padre solo brilla a través de sus hijos.
40

Calidad y cantidad (en un niño) no son múltiplos divisibles.


Para un bebé de dos días de vida, un día sin su madre es media vida sin su madre.
Para los niños, sus padres son omnipotentes, la ausencia de ellos es
interpretada (en forma consciente o inconsciente) como abandono.

Los derechos de una madre (o padre), terminan donde comienzan los


derechos de su hija/hijo.
El derecho de una hija a estar con su madre, es superior al derecho de su
madre a desarrollarse profesionalmente.
En todo caso... El desarrollo profesional de un adulto es negociable o
postergable. El desarrollo afectivo (directo y sostenido) de la criatura, es
impostergable.

No existe mayor lujo para un niño, que estar con su madre/padre.

Estimado lector: Lo más importante de su infancia, y de la infancia de toda la


gente del mundo, (incluyendo sus hijos), es sin duda: La forma en que sus
padres ejercieron, ejercen o ejercerán la paternidad.

El planeta va a estar en mejores manos cuando los individuos sean


formados sabiamente.

No es cierto que todas las personas grandes estén muy ocupadas hablando
siempre de trabajo. Veo a muchas cada día hablando de football o chismes (entre
ellas) más que de la educación de sus hijos (los principitos).
Las personas grandes suelen delegar las cosas realmente importantes, o dejarlas
para mañana, pero mañana ya es demasiado tarde porque:
41

Las grandes decisiones de la vida se toman (sin ser consciente de ello),


durante la infancia, solo que (estas) se establecen en forma racional,
consciente o visible a lo largo de la adultés.
Un niño (por ejemplo), puede desconocer las profesiones posibles, pero será la
forma en que habrá llevado su infancia la que determinará su preferencia
profesional en la adultés.
Del mismo modo, un niño puede desconocer la existencia de ciertos vicios, pero su
vulnerabilidad a ellos una vez llegada la adultés, no será (seguramente) más que
el fruto de sus experiencias infantiles.

Un maestro que se siente ajeno al fracaso de su alumno, no es tal.


El padre que culpa a su hijo (en vez a sí mismo), es un completo ignorante de su
rol, (o finge serlo para eludir/ocultar la falta de compromiso/vocación con la cual
afrontó su paternidad).
Muchos padres miden su éxito en función de cómo sus hijos rinden en la escuela.
Olvidan (o desconocen) que, muchos niños tratan de brillar en la escuela (o
en el club), porque no pueden hacerlo en su hogar. En otros casos, procuran
conseguir una tribuna propia mediante la violencia, o llamar la atención a través
del bajo rendimiento.

Es con el ejemplo (y solo con el ejemplo) que se debe educar.


Incluso: La mejor manera de enseñar a un animal “donde hacer sus necesidades”,
no es lastimándolo, sino llevando su excremento al sitio que debería corresponder,
para que dicho animal, visualice, olfatee y reconozca el lugar que le cabe a su
acción.
Hace algunos años, tuve un empleador (Manuel García) que “cuando veía algo
demasiado sucio” se disponía a limpiarlo; en un instante solía encontrarse rodeado
de empleados dispuestos a reemplazarlo, y ya resultaba muy raro que esa cosa
volviera a caer en semejante dejadez.
Dijo Cicerón: “Si quieres hacerme llorar, llora primero tu”.
42

Escribió un canadiense experto en educación preescolar:


“La mejor manera de conseguir que nuestros hijos se comporten como
nos gustaría, es comportándonos nosotros mismos de esa manera”.

Es recomendable trasmitir principios. Los cuales llevarían automáticamente (a


nuestros hijos), a no participar de aquellas cosas que atentasen contra sus
principios. Pero no se puede pretender trasmitir esos principios fácilmente, si
recién nos acordamos de ellos cuando nuestros hijos ya han descubierto el mundo.

El niño necesita sentir protección.


El adolescente necesita sentirse aceptado por sus pares, (ser reconocido por
el mundo).
El adulto necesita dar protección.
El anciano necesita un poco de cada cosa: Ser aceptado, recibir algo de
protección, brindar algún legado.
El mundo está lleno de adultos que no sienten esa necesidad (de velar por otros),
dado que el mundo está lleno de personas inmaduras.
Creo conveniente (entonces) aportar algunos ejemplos de inmadurez:
El esposo que busca a una madre en su mujer.
El padre que busca a un amigo en su hijo.
Los amigos tienen igualdad de responsabilidad (moral) el uno por el otro.
Un padre posee infinita responsabilidad sobre su hijo.

En cuanto a la adaptación en una relación adulto-niño: “Generalmente se intenta


enmascarar los problemas de adaptación del adulto de muchas formas,
especialmente achacándoselos al menor” (*).
(*) Esta frase pertenece a un padre adoptivo consumado por tercera vez.
43

Algunas personas que han tenido una infancia traumática, procuran una niñez
paradisíaca para sus hijos. Estas personas pueden fallar si cometen el error de
temer perder el amor de sus retoños.
Es quien se aterra por el vacío quien pierde primero la estabilidad.

Para no equivocarnos sin necesidad, no saquemos conclusiones sin


necesidad.
Fracasar no es equivocarse, sino quedarse en el error.

Solo quien conoce (o sospecha intuitivamente) las reglas (y las cumple),


puede llegar a cualquier punto sin lastimar, y sin ser (o salir) lastimado.
Se deben conocer las reglas morales (fundamentalmente), pero también, las que
(para bien o mal) el hombre ha impuesto en su mundo social.
Las leyes sociales (escritas o no) no indican qué está bien y qué está mal, sino
qué está permitido y qué no...
Existe un punto donde ambos tipos de reglas (las morales y las sociales
o institucionales) coinciden, en ese punto se encuentra el camino que
permite llegar a cualquier lugar libremente.

¿Porqué un hombre sin principios no puede ser libre?


Aquello que resulta moralmente indeseable, no se ejerce “libremente” sino
“compulsivamente”, (ya que ha de ejercerse contra la voluntad de quienes se ven
perjudicados por dichos actos).
Un neurocirujano argentino solía decir:
“No es lo mismo es ser libre que andar suelto”.

Generalmente creemos que decide nuestra mente, pero en realidad


decide nuestro corazón, haciendo que nuestra mente busque (y
encuentre) razones para justificar aquello que nuestro corazón desea o
acepta; o descalificar aquello que no desea o no acepta.
44

¿Qué es ser educado?


Sin duda es mucho más que esto, pero en principio (por lo menos), es:
Velar porque nuestros actos no perjudiquen a los demás.

He buscado infatigablemente, y no he podido encontrar


pensamiento más inmaduro, que el de suponer (que es)
posible lastimar a alguien y salir ileso.
(Y aclaro que no creo en la existencia de una justicia divina).

Michael Thompson escribió:


“Además de proporcionar seguridad básica, las escuelas deben pensar en
producir buenos ciudadanos con capacidad de liderazgo, empatía y

responsabilidad, no simplemente alumnos que puedan sacar

cierto puntaje en un examen común”.

Michael Thompson también escribió:


“Con solo decirle a los chicos que sean buenos con los otros chicos no se
logra mucho, por ello no doy conferencias a los chicos...
Una conversación que siempre continúa, sobre valores y principios
morales, proporcionará una base sólida para cualquier acción que se
decida”.

Dijo Tom Lickona: “Una escuela moral es una escuela donde la gente
dedica mucho tiempo a definir qué es moral”.
45

( 24) SOBRE LA FELICIDAD


Llegué a los cuarenta años de vida, convencido que la felicidad era una utopía...
Tres razones básicas sostenían mi hipótesis:

1) Las necesidades fisiológicas, emocionales y económicas que padecemos a cada


instante. El mismo hecho de tener que respirar constituye una tortura a la cual
nos hemos acostumbrado. En resumen: Nuestra fragilidad y
vulnerabilidad. La ausencia de moral en la naturaleza.
2) La conciencia de finitud, representaba también (para mi) una sombra
demasiado pesada para permitirnos una sincera felicidad.
3) La infelicidad ajena: ¿Se puede ser feliz en un mundo de infelices?

Al momento de escribir este volumen, mi visión ha cambiado radicalmente (con


motivo de mi condición de preadoptante por elección de vida)...
Creo hoy, que mi anterior análisis omitía dos detalles fundamentales:

1) No se puede ser feliz si no se tiene la capacidad para serlo. De hecho,


se puede vivir en un mundo perfecto, (un mundo ideal), y no ser feliz.
Sería como tener la pareja perfecta siendo incapaz de enamorarse.
2) Existiendo la capacidad, y el alimento que chicha capacidad necesita, las
adversidades mencionadas al inicio de este capítulo resultan pequeñas.

La felicidad es (sospecho mientras escribo estas líneas), aquello que describe la


obra “Algo para recordar”, y su remaker “Cita de amor”:

“No es conseguir lo que se desea, sino desearlo cuando ya se


lo ha conseguido”.
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25) SOLO PARA MI HIJO...


(

(PERO PUEDEN LEER LAS PERSONAS DISCRETAS)

Querido (futuro) hijo: Te amo, aún sin conocerte; y


no veo ninguna razón para no decirlo.

No pretendo que me ames, (aunque mucho me


gustaría que lo hicieras)...
Solo aspiro a que me permitas cuidarte (amarte), y
ayudar a encontrarte a ti mismo, (para que puedas
ser un hombre verdaderamente libre).

No me importa cual será tu nombre. Sé que


(cuando llegue a mis oídos por primera vez), se
convertirá en el nombre más maravilloso que jamás
haya conocido.

No me importa cual será tu vocación. Sé que


despertará mi admiración el día que la descubra.

No le temo a tus reproches; porque serán, (además


de una oportunidad de crecimiento mutuo), un
precio ínfimo, comparado con toda la luz que habrás
derramado sobre mis días; comparado con el
inmenso sentido que le habrás otorgado a mi
vida.

Si existe algo de lo cual podrás estar seguro, es


que “tendrás un padre que en verdad te amará”. Y
porque será un amor verdadero, es que te
ayudará a encontrar (más) gente que te ame, y
por sobre todo, (gente) a la que puedas amar.
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(Y) desde ya, te pido disculpas por todos los errores


irremediables que sin duda voy a cometer cuando
sea tu papá.

(Tu futuro) papá


PD: Te espero.

(26) POSTDATA (DEL LIBRO)

Antoine De Saint-Exupéry, ha tenido la visión y discreción de no revelar


el nombre de su principito. De ese modo, permitió que todos los niños
del mundo fuesen principitos. (Y que todos los adultos del mundo, hayan
sido principitos alguna vez).

El objeto de toda obra (sin excepción) no se encuentra en su contenido


sino en su efecto.
¿Cuál podría ser el sentido de un montón de instrumentos sincronizando
entre sí, si ello no produjera efecto alguno?

Agradezco a los lectores por ser creadores de parte del efecto de esta
obra. Cuando digo “efecto”, me refiero al impacto emocional (directo u
indirecto).

Una obra que no tiene difusión también es portadora de un efecto,


sobre su autor, y sobre quienes se vinculan (de algún modo) con el autor
(a través de la influencia que el autor ha recibido de su propia obra).
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A todos los padres, (en especial a quienes cometen el error de creer

sacrificarse por sus hijos) recomiendo un libro (de Robert Fisher):

“El Caballero de la Armadura Oxidada”(*)


(*) Conocí este libro gracias a Patricia Surdo
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A la cruzada que comienza con este libro la denomino:


PROYECTO “LOS NIÑOS ESPERAN”

¿Porqué los niños esperan?

Porque el mundo debe ser cuidado por las personas grandes...


Pero las personas grandes no están cuidando bien al mundo...
Y no están sabiendo cómo enseñarle a los niños
a cuidar el mundo “mañana”.

¿Qué esperan los niños?

Esperan que el hombre reaccione...


Esperan que alguien les enseñen “hoy” a salvar al mundo “mañana”.

Por ello...
(Porque los hombres no se dan cuenta que los niños esperan)...
Los niños quieren gritar que lo hacen,
para que alguna persona grande en algún lugar
pueda escucharlos y avisar a los demás hombres.

También hay niños que esperan ser adoptados


legal y rápidamente.

Si sos un niño,
una persona grande que no ha olvidado que alguna vez fue un niño,
o si sos una persona grande que está preocupada
por el mundo en el cual vivirá su hijo,
o si sos simplemente una persona que
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está de acuerdo con este mensaje.


Entonces no permitas que el sueño te venza.

Dijo Teresa, Gouxha Bajaxhiu


Premio Nobel de la paz 1979
(quien se consagró por completo a los enfermos y marginados de Calcuta):
“Solo el 3% de la humanidad se despierta”.

Dijo también:
“Más vale prender una vela, antes que maldecir por no tener luz”.

La propiedad intelectual de “Esperando al principito”, fue protegida el día 14 de


septiembre de 2005, e incluye una sinopsis de mi ensayo sobre paternidad,
cuya propiedad intelectual fue protegida con anterioridad, (el 27 de diciembre
de 2004).

El 24 de octubre de 2005, el CONSEJO DE LOS DERECHOS DE NIÑAS, NIÑOS Y


ADOLESCENTES (de la ciudad autónoma de Buenos Aires), me informa que la
gestión de mi trámite de adopción queda suspendida, (aparentemente
por falta de contacto con la realidad por parte de mi persona).

Expongo las fechas de estos acontecimientos para dejar constancia que:


He escrito la presente obra desde mi condición de preadoptante, y en
absoluto desconocimiento de la suerte (merecida o no) que habría de
sufrir, y sobre la cual no me considero apto para opinar (desde el punto de
vista psicológico).
Así mismo, tampoco considero que el lector esté en condiciones de emitir
un juicio de valor sobre la decisión tomada por el consejo en relación a mi
persona.
Con todo. Me consta que las partes que intervinieron en mi caso

han obrado con la más absoluta buena fé. Sin duda ha fallado el
sistema, que por exceso de discreción prefirió decir “no” ante un caso llamativo,
(antes que investigar en profundidad). Debo agradecer sin embargo, por haber
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sido informado de mi situación, en lugar de haber sido engañado durante


años.
Sin perjuicio de lo expuesto. Debo reprochar al consejo, por la existencia de niños

explotados en las calles de la ciudad que preside. (Reproche que también

le hago a las administraciones precedentes, y que


seguramente deberé hacerle a las futuras).

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