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ESPERANDO AL PRINCIPITO
ilustraciones por n é s t o r p i v a
(1) DEDICATORIA
Dedico esta obra a todos aquellos niños que al igual que el pequeño
príncipe, nunca han podido jugar con otros niños. Pues son ellos quienes
más tienen en común con el pequeño hombrecito del asteroide B 612.
Les pido disculpas a ellos y a todos los demás niños, por ser (yo) egoísta,
y dedicar también este libro a mi futuro hijo. Tengo una seria razón para
ello. He esperado por mi hijo tanto como por el principito. Él y el
pequeño príncipe han ocupado tanto mi mente y mi corazón, que en
ocasiones me confundo y creo que son el mismo niño.
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Siempre estaremos dispuestos a regresar a un mundo que alguna vez nos fascinó.
No se trata de aferrarse a algo que ya ha terminado, sino de regresar a
un mundo que ayer nos hipnotizó, y que al igual que nosotros ha
cambiado.
(3) A TODOS
Debo advertir a los niños que aborden esta obra, que si bien soy una persona
grande, y como tal, alguna vez fui niño. A diferencia de muchas, muchísimas
personas grandes, nunca he olvidado que alguna vez he sido un niño. Y si alguna
vez lo he olvidado, ha sido por tan poco tiempo, que no puedo recordarlo.
Es cierto que los niños no responden (con palabras) a todo, pero (ellos) saben
reconocer lo importante. “El Principito” es importante, aunque muchas personas
grandes nunca puedan llegar a comprenderlo.
El principito sabía que era más lindo y útil tener amigos que una capa de príncipe,
pero una capa era lo que él tenía. A diferencia de muchas, muchísimas personas
grandes, el principito no trato de engañarse, diciendo que era mejor un pedazo de
seda, por el simple hecho de llamarlo “capa de príncipe”.
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Aquel aviador extraviado, (un terrícola, como nosotros), accedió al pedido del
pequeño, (de dibujar un cordero), pero después de varios intentos fallidos, dibujó
una caja, y le dijo que dentro de ella estaba el cordero que deseaba.
Las personas grandes no comprenden las cosas que son verdaderamente simples.
Muchas me preguntaron
- ¿cómo podría el principito ver un cordero, si el dibujo era el de una caja?
Mi respuesta siempre ha sido: “Por el secreto del zorro”.
¿Sabéis cual es el secreto que un zorro le enseñó al principito?
Que “solo se ve con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”...
No es que la apariencia engañe. ¿Acaso el aspecto del principito era engañoso?
Claro que no.
¿Acaso el aspecto del hombre de negocios (otro personaje de la historia) era
engañoso?
Por supuesto que no.
Tampoco el aspecto del bebedor, el vanidoso, el rey o la serpiente era engañoso.
Insisto. No es que la apariencia engañe...
Somos nosotros mismos quienes nos engañamos, si olvidamos que
nuestros ojos solo ven una pequeñísima parte de las cosas, (ven la
corteza, la cáscara), no lo importante, (lo importante es invisible).
Que el principito pudiera ver un cordero donde solo estaba el dibujo de una caja,
prueba que el principito sabía mirar con el corazón. Tal vez sabía hacerlo
desde antes de conocer al zorro, y el zorro solo permitió que el pequeño
descubriera (o redescubriera) su capacidad.
Como dicen algunas personas grandes, que se descubriera a sí mismo.
Sería un consejo para ayudar a las demás personas (y a vosotros mismos) a verse
mejor, (a verse con el corazón).
Este es mi consejo:
Si quieres verte amable, sé amable.
Si quieres verte cansado, cánsate.
Si quieres verte enamorado, enamórate.
Solo siendo auténtico es posible encontrarse a uno mismo (al verse).
Había además, algo en “Juan Salvador Gaviota” que me molestaba, y que recién
hace unos años pude comprender qué era.
El libro trataba sobre la travesía de una gaviota, y contenía fotos (de una gaviota).
Aunque yo era pequeño, ya no lo era tanto, y empezaba a ver más con los ojos
que con el corazón, y mis ojos me decían que esas fotos no eran de Juan Salvador
Gaviota, sino de una gaviota cualquiera, (linda, pero anónima), que había sido
fotografiada y puesta en el libro. Como cuando nuestro superhéroe no es nuestro
superhéroe, sino una persona disfrazada de superhéroe. Es muy divertido, pero
no es lo mismo.
Si hubieran sido dibujos, tal vez Juan Salvador hubiese sido más real para mi.
Si, si. Ya sé que “la palabra es fuente de malos entendidos”. Pero en la vida
debemos aprender que las cosas tienen un lado positivo y un lado negativo.
La palabra es fuente de malos entendidos, pero ello no quita que:
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En esa misma escuela primaria, había un director que lo comprendía todo, por
ello era el director.
Pero no todas las escuelas eran iguales. Mi primer grado lo hice en una
escuela donde, no tengo más recuerdo que el de una maestra gritona tirándome
de los pelos una y otra vez, mientras decía que iba a expulsarme.
Yo desconocía el significado de la palabra “expulsar”, e imaginaba que sería
arrojado al fondo del océano, donde un gigantesco pulpo me lastimaría.
¿Entienden?
Yo relacionaba la palabra “expulsar” con (la palabra) “pulpo”.
Hasta el día de hoy no he podido comprender las razones de ese asedio, pues yo
era terriblemente tímido. De hecho, repetí tercer grado (en otra escuela), porque
vivía aterrado por algunos compañeros que me amenazaban y golpeaban cada
recreo.
Por ejemplo: Esa escuela donde cursé dos veces tercer grado, y pasé los años
más aterradores de mi infancia, fue también la escuela donde conocí al magnífico
libro escrito por el aviador, pues (“El Principito”) era el libro de lectura de dicha
escuela.
Existe un segundo ejemplo que deseo daros, sobre lo positivo y negativo que
puede encerrar una misma cosa:
Muchas veces pensé que el regreso del principito haría feliz a su amigo
zorro, que vive en la Tierra; pero al mismo tiempo, pondría triste a la rosa
de su pequeño planeta.
Ocurrió entonces que alguien supo del regreso del niño, y envió cartas (que
decían “El Principito ha regresado”) a miles de casas, para que alguien que
conociera a Antoine le avisase.
Una de esas cartas llegó mi. Así supe que el principito había regresado.
Es cierto que hay muchas casas en el mundo, pero quien descubriera el regreso
del principito, envió miles de cartas, pidiendo en cada una de ellas que quien la
recibiera hiciera lo mismo.
En general, solo los niños que encontraban las cartas cumplían con dicho pedido.
Las personas grandes están siempre muy ocupadas, y no pueden atender lo
realmente importante.
Así fue como muchos niños rompieron sus alcancías para comprar sobres.
Así fue como muchos chicos vendieron sus juguetes para comprar sobres.
Así fue como (a la hora de jugar), muchos se organizaron para repartir ellos
mismos las cartas, de modo de no necesitar dinero para el servicio postal.
Los niños ricos contrataban servicios de correo, lo cual permitió ahorrar mucho
tiempo y esfuerzo.
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Es curioso como tantos niños trabajaron para que Antoine supiera que su pequeño
amigo había regresado. Y sin embargo, ni uno de esos niños había conocido
jamás en forma personal al principito, (solo sabían de él a través del
relato y los dibujos de Antoine).
Es curioso que nuestro principito nunca haya podido estar o jugar con otro niño.
El principito además, como muchos otros niños, tampoco había tenido
jamás un juguete, pero eso no era problema para él, porque él sabía que a
diferencia de su rosa o del zorro, los juguetes no necesitan a nadie; Aunque...
Cuando uno no tiene amigos para cuidar, son buenos los juguetes para ir
practicando.
Sospecho que si una nena trata mal a su muñeca, cuando sea grande
tratará mal a su hija.
Algunos niños tienen la fortuna de poder cuidar de un hermanito menor, en vez de
un oso de peluche. Esto es genial siempre y cuando ellos (a su vez) sean
verdaderamente cuidados por algunos mayores.
Y es mejor tener un hermano que dos mil.
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¿Se imaginan tener muchos, muchísimos papás? Sería como no tener ninguno.
¿No es lindo que sea siempre el mismo papá quien os cuida?
En la Tierra, el principito estuvo en un jardín con cinco mil rosas, por ello no
estuvo en realidad con ninguna, ya que él no era único para ni una sola de
ellas, y ni una sola de ellas era única para él.
En su pequeño planeta (en cambio), donde tenía solo una rosa, el principito la
sentía única en el universo, y ella lo sentía único en el universo a él. Porque
cuando se mezclan dos soledades, surge la mayor oportunidad de
conocerse verdaderamente.
Comenzaré por contarles del quinto vecino al que visité. Me comentó que él
también había recibido una carta similar. Ese vecino, (que había olvidado que
alguna vez él había sido un niño), me dijo que no le dio importancia y la arrojó al
papelero.
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Le pedí que me permitiera revisar su papelero, para ver si su carta estaba escrita
con la misma letra y en el mismo papel; (yo quería saber si su carta había sido
enviada por la misma persona)... Pero me contestó lo que generalmente contestan
las personas grandes... Me dijo que estaba muy ocupado para esa tontería.
Continué pues golpeando las puertas de mis vecinos, (aunque jamás en la hora de
la siesta). Esperaba encontrar un vecino que no solo haya recibido la carta,
sino además, no haya olvidado (por haber crecido), que “el principito es
importante”.
Visité muchos, muchísimos vecinos. Algunos tan lejos de mi casa, que tal vez ya no
deberían ser llamados vecinos. Pero de todos modos, eran vecinos del
corazón... ¿Acaso no vivimos en el mismo planeta?
Encontré pues muchas personas que habían recibido la carta, pero que también,
no le habían dado importancia.
Una incluso llegó a preguntarme ¿quién era el principito?
Le contesté con la más absoluta verdad, pues la fuerza de la verdad es
siempre sorprendente. Le dije entonces:
“Es el niño más conocido en el planeta Tierra...
Millones de personas en todo el mundo han sabido de su viaje a nuestro planeta.
Su historia es el tercer libro más leído del siglo veinte, fue (incluso) publicado en
ciento cincuenta idiomas diferentes”.
¿Saben qué me contestó?
- No tengo tiempo para cosas de niños.
Seguí pues golpeando puertas, (nunca en la hora de la siesta), hasta que un niño
abrió una de las puertas. Supe entonces que el momento de encontrar una pista
importante había llegado.
- Hola – Dije - ¿Conoces al principito? – Agregué.
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Sabemos que Antoine miraba las estrellas por la noche, y le parecía que todas las
estrellas reían, porque el principito reía en una tan pequeña que no se podía
distinguir desde nuestro planeta.
Miré pues (la siguiente noche) las estrellas. Sabía que, si las estrellas aún reían,
eso significaría que el principito seguía en su diminuto planeta. Y la primera ola de
cartas (que generó todas las demás olas de cartas), no habría sido más que el
producto de un bromista. (Un niño que habría extraviado su corazón por
culpa de alguna persona grande).
La verdad es que he pasado horas mirando las estrellas, y no he podido oírlas reír.
Esto puede ocurrir por dos razones:
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Desde luego puede ser que el principito ya no esté en el cielo, (haya regresado).
Pero también puede ocurrir que yo esté muy nervioso, muy triste...
Y esté tratando de escuchar con mis oídos, en lugar de hacerlo con mi corazón.
Esto también puede ocurrir porque tal vez he envejecido, y he olvidado cómo se
escucha con el corazón.
Durante varios días, intenté (sin éxito), que mi corazón escuchara la risa del
principito al mirar las estrellas.
Que no haya cazadores los jueves. Y el zorro estará allí... Recordando los cabellos
color de oro del principito, cada vez que el viento peine el trigo.
Les confieso algo: Me incomoda amar al zorro, porque el zorro (al igual que los
hombres), es un cazador.
Pero “amar no es una elección”. De hecho...
Quien ama maduramente, sabe que quien es amado puede elegir
corresponder, pero no puede elegir amar: Amar no es una elección.
Si se pudiera dar la orden de amar, los reyes darían dicha orden, y todos
los reyes serían amados.
Quien ama no lo hace por ser bueno, sino porque tiene necesidad de hacerlo...
Lo cual no quita que, es de buenas personas tener necesidad de amar.
Hay algo mucho, muchísimo más triste que no ser amado, y es no tener a
quien amar.
Les doy un ejemplo:
Yo amaba al principito sin que él supiera mi existencia...
Y ese amor me dio la fuerza para hacer el viaje.
Y como amo escribir y amo a los niños, me sobra fuerza para escribir este
libro. Si solo escribiera para ganar dinero, escribiría sin inspiración, mis libros
serían aburridos y nadie los leería. Incluso, “una idea comercial exitosa (muy fría y
calculada), se construye sobre la base de una idea precedente inspirada”.
El corazón (las ganas) es lo que da la fuerza. Incluso, quien hace cosas malas, las
hace porque sus ganas de hacer cosas malas, le da fuerza para hacerlas.
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Ahora bien. Existe un período, en el cual las personas pueden utilizar el trabajo de
los demás sin trabajar ellos. Ese período se llama “vacaciones”.
Yo he pedido que se adelantaran mis vacaciones, dado que tenía un trámite muy
importante qué hacer: Ir a buscar al principito.
¿Porqué era importante ir al encuentro del principito?
Por dos razones:
Porque amaba al principito, y porque al encontrarlo podría escribir sobre él.
De ese modo tendría trabajo, y también tendrían trabajo las editoriales, las
librerías, y finalmente ustedes tendrían la información que tanto esperaban.
Ahora bien. Como yo siempre he sido una persona responsable en mi trabajo.
Es decir. No he sido de faltar, ni de llegar tarde, ni de robar cosas que pudiera
haber en mi trabajo, ni de insultar a alguien... Entonces se me concedió el
adelanto de mi período de vacaciones.
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El límite de tiempo también tiene su ventaja, pues nos moviliza a hacer aquello
que sabemos que mañana no podremos hacer. Nos lleva a encontrar cosas que
jamás encontraríamos si tuviéramos todo el tiempo del mundo.
¿Acaso estudiaríamos una lección que no nos gusta, si supiéramos que la prueba o
calificación sobre dicha lección nunca llegará?.
Podría ser el zorro amigo del principito, pero no era posible que me conociera.
¿Porqué ese zorro no me temía?
Entonces comprendí que yo no era el centro del mundo, pues...
No escapaban de mi, sino de los cazadores (que se acercaban).
Comprendí también que el único zorro que no corría, no corría porque estaba
herido, (seguramente fue herido por un cazador días antes).
Digo que encontrar al zorro sería más difícil que encontrar al principito, porque ni
yo había domesticado al zorro (cuyo corazón pertenecía al principito), ni
dicho zorro me había domesticado a mi. Por lo tanto, para mi todos los
zorros se parecían.
Bueno, salvo el que estaba herido en mis brazos.
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El sol había caído. Esa sería mi última noche en África, ya no tenía tiempo de ir al
desierto, estaba demasiado lejos. Estaba a mucho, muchísimo más de mil millas, y
tampoco podía continuar mi búsqueda, porque tenía que curar a un zorro herido.
¿Porqué?
Porque cuando te lastima descubrir a alguien lastimado, sientes
Cuando desperté (a media noche), estando (yo) acostado boca arriba. Vi entonces
un cielo increíble. Parecía un gigantesco árbol navideño. Las constelaciones
parecían adornos bien diferenciados.
Entonces pensé:
El silencio de las estrellas es bello para quienes vivimos en la Tierra,
porque significa que el principito anda por aquí, en alguna parte.
Si lo que embellece al desierto es saber que esconde un poso de agua en alguna
parte. Lo que embellece a la Tierra, es saber que el principito está en algún lugar
de ella.
Lo que impide que encuentre al pequeño hombrecito, es que no puedo
comunicarme verdaderamente, con los zorros, con los cazadores, con alguien.
Ese es el problema de la humanidad, puede estar el mundo lleno de
teléfonos, pero la gente no logra comunicarse verdaderamente.
Si la gente supiera comunicarse, no habría malos entendidos, y no habría
peleas ni guerras. Y todo el mundo sabría dónde está el principito.
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Entonces, supe que mi búsqueda había sido en vano, cuando oí una risa de niño
que me llegaba desde las estrellas.
“Si todo ha sido producto de una broma (pensé), entonces por lo menos ha
servido para que aprendiera a escuchar con el corazón”; y me dispuse a volver a
escuchar aquella risa inconfundible, pero ya no pude volver a oírla.
Como sentí que el principito me debía una respuesta más concreta, lo imité, y
repetí mi pregunta. De ese modo obtuve una respuesta satisfactoria y
comprendí como es que los niños aprenden:
- Las rosas son tan bellas que no duran demasiado. – Y agregó:
- Las flores parten (contra su voluntad) antes que los hombres. Por
ello estoy aquí.
- Estamos en la Tierra – Dije entonces. – Aquí hay muchos jardines. Puedes
tener todas las flores que quieras. Sé que ninguna en particular es especial
para ti, pero puedes seducir a una, solo a una, y tendrás una nueva flor. No
será lo mismo. Nada reemplaza a nada, y además te llevará mucho tiempo,
pero no será un tiempo perdido, pues harás que su vida se llene de sentido.
– Y agregué aún:
- No se ama porque se es bueno, se ama porque se tiene necesidad de amar,
pero es de gente buena tener necesidad de amar. Tú eres puro principito.
Sería penoso que privaras a otra flor de tu amor.
- No he venido por otra flor, he venido por mi amigo el zorro. Uno es
responsable por siempre de lo que ha domesticado. – Y agregó:
- Las rosas parten antes que los zorros. Y los zorros antes que los hombres.
- ¿Y tus pequeños volcanes? – Le pregunté mientras tomaba nota de cada
detalle.
- Los volcanes no son seres vivos – Contestó.
- Y luego agregó: - Cuidarlos es bueno para el planeta, y lo que es bueno
para un planeta, es bueno para quien vive en él, pero ellos (los
volcanes), ni se enteran que son cuidados.
- ¿Y tu cordero? – Pregunté ya sin sacar la vista de mi cuaderno de notas.
- Mi cordero es un dibujo. Es obra de un hombre.
- Y agregó: - Las rosas parten antes que los zorros... Los zorros parten antes
que los hombres... La obra del hombre trasciende al hombre – Terminó.
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Quiero pedir a todos los lectores de este libro, que observen muy atentamente al
cordero del principito. Por favor, vedlo con el corazón (no los ojos), con los ojos
solo veréis líneas...
No es solo un dibujo. Es, además de una reproducción fiel, y la obra de un amigo;
“el cordero adoptado por el principito”. Digo "adoptado", ya que los animales,
como las personas no se regalan verdaderamente, se dan en adopción. No
podemos regalar algo si no es nuestro. Y nadie es dueño de alguien
verdaderamente. Nada que tenga alma se debe regalar, solo nosotros
mismos podemos regalarnos. Por favor, os pido que no dejéis que el
cordero del principito sea presa del agua, la tierra o el fuego.
Deberíais para ello cuidar este libro.
Si estáis un poco nerviosos porque se acerca el final del relato sobre el principio, y
no podéis ver realmente al cordero, (veis solo una caja). Confiad en mi. He
pensado cómo hacer que vuestro corazón (aún nervioso) pueda verlo hoy y
siempre que lo desee.
Solo tengo (para ello) que confesaros algo:
Resulta que yo iba a pediros disculpas por no haber ilustrado yo mismo este libro,
(como Antoine, que él mismo realizó cada dibujo de “El Principito”).
Ocurre que yo solo aprendí a dibujar a Juan Salvador Gaviota...
Pero tengo un amigo que dibuja bien, y siempre hay que reconocer y valorar
las virtudes de los demás.
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Si yo escribo un poquito mejor que mi amigo, y mi amigo dibuja mucho mejor que
yo, entonces es de personas inteligentes que yo escriba y él dibuje.
Mis manos no dibujaron este libro, pero mis palabras (a través de mi relato),
guiaron a las manos de mi amigo, de ese modo mi amigo pudo dibujar cada
detalle sin haber hecho el viaje conmigo.
Es como si mis ojos fueran los suyos, y sus manos mis manos:
Él (entonces), dibujó con sus manos (y con su corazón), lo que yo vi con mis ojos
(y con mi corazón). Eso se llama trabajar en equipo.
Como una flor, que es feliz si ve sanas a las hojas que la rodean, si es
bueno el sol que la baña, y si es agradable el viento que la toca.
Una persona puede acariciar con su mano, pero también puede crear una hermosa
música (por ejemplo), para que otra persona la escuche. En ese caso, esa persona
acaricia el corazón de otra a través de su música.
Los libros, la música, las películas, no son más que ecos de los hombres.
Del mismo modo que los ojos no alcanzan para mirar...
Los brazos no alcanzan para abrazar.
Los libros o la música (por ejemplo), son brazos largos...
Los buenos libros acarician, los malos libros lastiman (a veces sin que uno se de
cuenta). En ocasiones, uno se da cuenta cuando ya es demasiado tarde.
Dadle buenos libros, buena música, buenas películas a tus hijos.
Cuando un libro o un disco acaricie tu corazón en vez de lastimarlo...
Cuídalo mucho. No hay muchas cosas que acaricien el corazón.
Si encuentras alguna no dejes que se arruine.
Si se conserva bien, podrá acariciar el corazón de alguien más algún día.
O podrá volver a acariciar tu corazón, cuando estés triste, o cuando tu quieras.
Seguramente este libro está lleno de errores, pero ha sido escrito con el corazón,
(con todo el corazón).
Y solo pretende ser una luz más en el camino de un niño.
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Quiero (también) a través de estas páginas, mandar un abrazo largo a Javier Silva,
(un hombre hoy, que además vive en otro país, pero) que alguna vez fue un
principito. Y cuando lo fue, se cruzó un ratito en mi vida, he hizo
mágicamente, que durante ese ratito yo sintiera que era Antoine.
Sin duda él (sin saberlo) aportó mucho al corazón de esta obra.
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- Existe una flor, apartada del camino que conduce al pueblo de los
cazadores. Está sola, y creo que me mira con su corazón cuando (yo) paso.
No la he buscado y nada reemplaza a nada, pero siento algo especial por
ella... ¿Crees que me estará domesticando?
El Principito
- Postdata: Por favor; que cada persona que reciba esta carta haga mil
copias; pues no conozco la dirección de mi nuevo amigo “el escritor”.
Gracias.
(20) FINALMENTE
Casi olvido deciros (al igual que Antoine), donde podréis encontrarme en caso que
viereis al principito. Mi único sitio oficial es www.loboscop.com.ar
Es un sitio para personas grandes, pero ya mismo me pondré a hacer un
“lugarcito” para los niños.
Después de todo, las personas grandes, siempre deberían tener un niño en un
“lugarcito” de su corazón.
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FIN DE LA HISTORIA
A LOS JÓVENES
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A LOS EDUCADORES
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ERICH FROMM asegura que amar es un arte, y por ende una facultad... Y dice:
- “Casi nadie piensa que hay algo que aprender acerca del amor. Para la
mayoría de la gente, el problema del amor es el de un objeto y no de
una facultad. La gente cree que amar es sencillo, y lo difícil es
encontrar un objeto para amar”.
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No es cierto que todas las personas grandes estén muy ocupadas hablando
siempre de trabajo. Veo a muchas cada día hablando de football o chismes (entre
ellas) más que de la educación de sus hijos (los principitos).
Las personas grandes suelen delegar las cosas realmente importantes, o dejarlas
para mañana, pero mañana ya es demasiado tarde porque:
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Algunas personas que han tenido una infancia traumática, procuran una niñez
paradisíaca para sus hijos. Estas personas pueden fallar si cometen el error de
temer perder el amor de sus retoños.
Es quien se aterra por el vacío quien pierde primero la estabilidad.
Dijo Tom Lickona: “Una escuela moral es una escuela donde la gente
dedica mucho tiempo a definir qué es moral”.
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Agradezco a los lectores por ser creadores de parte del efecto de esta
obra. Cuando digo “efecto”, me refiero al impacto emocional (directo u
indirecto).
Por ello...
(Porque los hombres no se dan cuenta que los niños esperan)...
Los niños quieren gritar que lo hacen,
para que alguna persona grande en algún lugar
pueda escucharlos y avisar a los demás hombres.
Si sos un niño,
una persona grande que no ha olvidado que alguna vez fue un niño,
o si sos una persona grande que está preocupada
por el mundo en el cual vivirá su hijo,
o si sos simplemente una persona que
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Dijo también:
“Más vale prender una vela, antes que maldecir por no tener luz”.
han obrado con la más absoluta buena fé. Sin duda ha fallado el
sistema, que por exceso de discreción prefirió decir “no” ante un caso llamativo,
(antes que investigar en profundidad). Debo agradecer sin embargo, por haber
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