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“La fuerza reconciliadora de la Trinidad”.

Buscando desde mi interior viendo como es vivir la Trinidad  Y los subtítulos  y escuchando algunos
discursos de Papa Francisco donde decía que: “No estamos llamados a vivir unos sin los otros, sino   los
unos con los otros, por los otros y en los otros, significa acoger y testimoniar la belleza del evangelio, vivir
el amor reciproco hacia todos,  compartiendo alegrías y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el
perdón”. Lo que nos lleva a vivir una comunión de Hermanos experimentando la Trinidad en la vida en todo
momento y en todo lugar.

La comunión del Espíritu santo.

¿Es el  espíritu de Dios el que graciosamente entra en comunión con nosotros para introducirnos en su
comunión eterna con el Padre y con el Hijo? ¿Por qué hablando del Espíritu, no se alude a omnipotencia
divina ni a la dependencia humana, sino solo a la comunión? 
Comunión que libera sin hacer violencia, de apertura del uno al otro,  comunión reciproca. ¿Qué sentido
tiene todo esto cuando se aplica la comunión vivificante del Espíritu Santo  con nosotros, y a través de
nosotros,  a la comunión trinitaria del espíritu Santo con el Padre y el Hijo?
La soberanía divina no puede ser ejercida más que por un sujeto. El Hijo debe someterse al único Dios y el
Espíritu al Hijo. Pero el Dios Trino es en sí mismo una comunión, donde el Espíritu recibe con el 
Padre y el Hijo una misma adoración y gloria y el que recibe la misma adoración y gloria no puede ser
subordinado.
¿Cómo ha de entenderse esta comunión Trinitaria  del Espíritu con el Padre y el Hijo?. 
Las personas Trinitarias poseen el ser divino y ejercen la soberanía divina en comunión, la una con la otra
donde la comunión trinitaria precede a su interna unidad sustancial y a su unidad subjetiva externa. El
termino tri-(u)nidad significa teres personas en comunión única.

Fundamentos de la doctrina Trinitaria

 Tres nociones básicas de la doctrina de la Trinidad: fundamentales para el concepto de  “comunión”
como lo son: persona, relación, perijóresis .
Persona. Significaba “mascara” Se corresponde  a la noción sociológica de rol y designa las funciones
sociales del hombre. Este término persona tal vez  fue introducido  en el tema trinitario por los modalistas
que profesaban un solo Dios en tres funciones.
La teología griega prefirió servirse para expresar la realidad del padre, del Hijo y del Espíritu vocablo
hipóstasis  que remite al ser concreto y único. Con lo que persona ya no alude a la máscara, sino al ser
singular e individual.
Las personas divinas no existen cada una por sí mismas, sino la una por la otra, son personas en relación. El
Padre solo pude ser Padre en relación al Hijo, el Hijo solo puede ser Hijo con respecto al Padre. El Espíritu
Procede del Padre en el instante eterno  en que pronuncia aquella palabra  que conocemos como Hijo. Las
tres personas divinas existen cada una como ser personal, sin confusión, en relación.  
Unidad de la Trinidad:  las tres personas en virtud de sus relaciones , existen cada una en la otra y por la
otra, son esas mismas relaciones las que constituyen la unidad Trinitaria de las personas.
Para explicar la unidad (San Juan Damasceno) formuló la teoría de la perijóresis para expresar la  unidad en
que viven las tres Personas en relación.
Esta unidad del Dios Trino se nos ha revelado en el acontecimiento de Jesús. (Jn17,21).
La comunión del Dios Trino es tan abierta y acogedora  que engloba la comunión  de los hombres en el
Espíritu hasta la Vida Divina.

Antropología Trinitaria: una imagen social de Dios

 Volvemos a la imagen social de Dios de los padres griegos si entendemos al ser humano en su totalidad
varón-mujer-hijo como imagen de Dios  reconoceremos en la autentica comunidad humana  la imagen de
Dios Trino, no solo en su soberanía ad extra sino en su ser ad intra. En la “Comunión del Espíritu Santo”  la
comunidad de los hombres se asimila a la comunión única e incomparable del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo.

Una eclesiología Trinitaria: una comunidad de hermanos y hermanas.


En  la comunión del Espíritu Santo  se forja una comunidad humana que no conoce ni superiores, ni
súbditos, comunidad de hombres y de mujeres liberados por el amor. Para comprender esta comunión
podemos  recurrir a una antigua imagen pneumatólogica  referente de la maternidad el Espíritu Santo. “El
Padre de nuestro Señor Jesucristo  es verdadero Padre y el Espíritu de Jesucristo es nuestra verdadera
Madre; porque el Hijo de Dios vivo es nuestro verdadero hermano…El Padre nos ama necesariamente… La
Madre nos guía necesariamente por el mundo… el Hijo, nuestro hermano, ama necesariamente nuestra alma
como su propia alma, y nuestro cuerpo como su propio cuerpo, porque somos carne de su carne. Huesos de
sus huesos… lo que de verdad intenta sugerir es que la maternidad de Dios permite una plena y autónoma
integración de la feminidad  en la dignidad de la imagen de Dios, así como la formación de una comunidad
de hermanos y de hermanas. 
Zinzendorf llego al descubrimiento a través de las homilías de Macario Simeón que fueron traducidas. El
hebreo y el siriaco  permiten designar al Espíritu Santo   “Madre celeste” por cuanto Ruah y ruho son
términos femeninos.
Macario Simeon se apoya en dos argumentos teológicos para justificar la maternidad del espíritu Santo:
1. El Espíritu santo es el Paráclito consolador que nos conforta como una madre de Jn14,26 con
Is66,13.
2. Solo los que nacen de nuevo pueden entrar en el reino de Dios, algunos nacen de nuevo por el
Espíritu Jn3.3-6) por tanto los que han nacido del  Espíritu  tienen el Espíritu como madre.
La atribución de la maternidad al Espíritu Santo es de origen Siriaco. En oposición a S. Irineo  que compara
al Hijo y al Espíritu con las manos del Padre; San Agustín, para quien el Espíritu es el vinculo de amor entre
el Padre y el Hijo, los padres de la iglesia siriaca y más tarde los de la iglesia de Etiopia   introdujeron la
imagen de la feminidad y de la maternidad del Espíritu, y de la familia en el discurso de la pneumatologia
trinitaria. 
 Esta concepción permite superar el carácter exclusivamente masculino que se encuentra entre la idea de
Dios y en la Iglesia.
La imagen de la madre permite definir mejor la personalidad del Espíritu Santo y la comunión única de la
Trinidad.  

La santa Trinidad es nuestro programa Social.


La doctrina social de la Trinidad  puede ayudarnos a superar el monoteísmo en teología como el
individualismo en la antropología, puede promover el desarrollo de un “personalismo social”  y de un
socialismo de la persona” de indudable importancia en el mundo dividido en que vivimos.
El personalismo occidental desde el punto de vista religioso conserva la impronta del monoteísmo, por eso
tiende a caer en lo individualista.
El socialismo en el mundo oriental a su vez y también desde el punto de vista religioso, es monoteísta, por
eso tiende a degenerar en colectivismo.
Un personalismo social y un socialismo de la persona con la ayuda de la doctrina social de la Trinidad,
podrían llegar a un punto de convergencia teológica.
Solo una comunidad cristiana y portadora de unión, sin poder de clase, ni opresión puede reflejar la imagen
del Dios Trino en dicha comunidad, se definen  por su relación interpersonal y no por su poder o su “haber”.
En ella todo se da en común, se comparte excepto las cualidades personales.
El Dios de la comunión, de la relación, del Dios Trino, es el Dios perfecto, que borra las divisiones
religiosas, y sana las heridas.
El camina a nuestro lado, en Jesús, como hermano;  nosotros estamos delante de El cómo ante el Padre; de
su Espíritu vivimos, como una madre. El ser humano en su totalidad, en comunión plena con el otro vivirá
colmado delante de Él, con El, y en El. 

Doxología Trinitaria: la Comunión del Espíritu “con el Padre y el Hijo”

La tradición teológica nos ha transmitido dos formas de doctrina Trinitaria: la monárquica y la doctrina
eucarística. 

La imagen monárquica de la Trinidad se manifiesta en las obras  de Dios. El Padre Crea mediante el Hijo en
la fuerza del Espíritu, el Padre envía al Hijo y al Espíritu; EL Padre redime por el don de Si que hace el Hijo,
en la fuerza del Espíritu.  En todos estos casos la iniciativa parte siempre del Padre, pasa por el Hijo y
alcanza su culminación en el Espíritu. 
En este orden monárquico la obra del Espíritu consiste  en no hacer nada para sí,  en llevar a término la obra
del Padre y del Hijo.  En esta doctrina la personalidad del Espíritu Santo  es apenas reconocible, casi
anónima.
Esta Doctrina  tiene detrás de Si al Dios de la creación  y de la revelación  y delante como campo de misión,
al mundo.
 En un polo opuesto esta la figura Eucarística de la Trinidad, en la oración, en la  adoración, en la acción de
gracias, en la alabanza, en la glorificación de Dios toda la actividad e iniciativa procede del Espíritu. El es
quien glorifica al Hijo, y en el Hijo y con El, al Padre. Por eso, en la “comunión del Espíritu”, no solo
experimentamos la obra de Dios, sino que, mediante la acción de gracias comenzamos a percibir su
consumación.
Cuando nuestro pensamiento teológico se sitúa en esta perspectiva Eucarística, tenemos a Dios delante de
nosotros y el mundo está con nosotros y en torno nuestro. No solo somos representantes de Dios frente al
mundo, sino que somos del mundo ante Dios, al cual glorificamos y damos gracias  en nombre de la
Creación.
Las dos figuras de la trinidad son entre sí irreductibles. Por lo que respecta al Espíritu, en la figura
monárquica  aparece subordinado  al Padre y al Hijo, cuya acción es como una resultante.
En la figura eucarística  el Espíritu aparece como el autentico sujeto de la glorificación divina.
Las dos figuras están expresadas en doxología trinitaria que el símbolo formulado en el  Nicea  “con el
Padre y el Hijo reciben una misma Adoración y gloria”   alude a la visión beatifica, que es la visión A Dios
cara a cara. El Espíritu es comunión eterna  con el Padre y el hijo. La doxología Trinitaria muestra la
Trinidad en su perfección eterna. 

Conclusión: 

En este trabajo puedo seguir reflexionando  que la Trinidad es una comunidad perfecta en  el Padre, El Hijo
y la Espíritu Santo. 
 Imagino una comunidad donde la fuerza paterna fortalece, Dios padre que camina con nosotros  y la
Ternura materna de la Espíritu  dando armonía, delicadeza a tanto desborde de amor en esta creación donde
podemos contemplar y alabar el misterio del Dios de Jesucristo,  que es Uno en la comunión de tres
Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  
La Trinidad habita en cada uno de nosotros, es la experiencia del misterio de Dios, que se encarna en lo más
íntimo, en una relación brindando carismas para seguir alabando al  Creador, que es la trinidad.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los
siglos amén.

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