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“En defensa de la sobreinterpretación” - Culler

1) ¿Qué plantea Culler? ¿Por qué este autor defiende la sobre interpretación y que aporta a la misma?

En su texto, además de comentar las conferencias de Eco y Rorty, Culler se ubica en el papel de defensor de la
sobreinterpretación.

Para ello, afirma que la interpretación no necesita defensa debido a que siempre está presente. Sin embargo,
considera que, al igual que otras actividades intelectuales, solo es interesante cuando es extrema. Para el autor, la
interpretación moderada y articuladora de un consenso, por más que pueda ser valiosa en algunas circunstancias, no
tiene mucho interés.

Teniendo en cuenta lo anterior, Culler considera que, si bien la producción de interpretaciones de obras no es la única
meta de los estudios literarios, los críticos que se dediquen a esta tarea deben llevar su pensamiento lo más lejos que
les sea posible. Si sus interpretaciones son extremas, continua el autor, cuentan con una mayor posibilidad de sacar a
la luz conexiones no observadas o sobre las que no se ha reflexionado que si permanecen moderadas.

Para Culler, entonces, la oposición entre interpretación y sobreintepretación en tendenciosa. Además, compara la
sobreintepretación con la sobrealimentación, lo que daría lugar a una interpretación o alimentación correcta y otras
realizadas en exceso y desastrosas.

2) ¿Qué criticas hace Culler?

Culler, en el texto “En defensa de la sobreintepretación”, critica la oposición planteada por Eco entre interpretación y
sobreinterpretación. Entiende que dicha oposición resulta tendenciosa y que no logra capturar los problemas que Eco
desea encarar. Además, compara la sobreintepretación con la sobrealimentación, lo que daría lugar a una
interpretación o alimentación correcta y otras realizadas en exceso y desastrosas.

Propone, entonces, la oposición formulada por Wayne Booth entre comprensión y superación, la cual para Culler logra
capturar los problemas que Eco quiere resolver. La comprensión, explica Culler, es algo parecido a lo que Eco concebía
como “lector modelo” y consiste en hacer las preguntas y encontrar las respuestas sobre las que el texto insiste. Por
su parte, la superación consiste en hacer preguntas que el texto no plantea a su lector modelo. Culler afirma que la
ventaja de la oposición de Booth sobre la de Eco es que permite darle mayor importancia a la superación que cuando
este tipo de práctica recibe el nombre de sobreinterpretación. El autor señala que la “interpretación” es
reconstrucción de la intención del texto, pero la critica moderna no se pregunta qué tiene en mente la obra. Sino lo
que olvida y da por sentado.

Por otra parte, la crítica hacia la postura de Rorty se vincula a la afirmación de este último de que los estudios literarios
deberían abandonar la búsqueda de códigos y dejar de intentar de identificar mecanismos estructurales para pasar a
disfrutar la literatura sin analizarla. Culler señala que, si bien entiende que para muchos propósitos es irrelevante
averiguar cómo funcionan los discursos literarios, para el estudio académico de la teoría y crítica literaria la cuestión
es precisamente comprender «cómo funcionan dichos lenguajes, qué le permite funcionar como funcionan y bajo qué
circunstancias podrían funcionar de manera diferente».

Agrega que Rorty parece poder imaginar a la gente usando la literatura para aprender acerca de sí misma, pero no
aprendiendo algo de la literatura. En ese sentido, Culler entiende que decir a la gente que debe abandonar el intento
de identificar estructuras y sistemas subyacentes es negar cualquier estructura pública de debate a quienes puedan
desafiar las opiniones y lugares de los que ocupan posiciones de autoridad en los estudios académicos.

Para finalizar, Culler afirma que Eco y Rorty comparten el deseo por rechazar la desconstrucción. Eco, según el autor,
considera a la desconstrucción como “una forma extrema de la crítica orientada al lector, como si afirmara que un
texto significa lo que un lector quiera que signifique”. Por otra parte, dice que Rorty culpa a la descontrucción de no
abandonar la idea de que un texto posee una estructura que puede imponerse al lector y que hay que descubrir. A
partir de este desacuerdo entre Eco y Rorty, Culler entiende que mientras la postura del segundo permite explicar
cómo puede la desconstrucción afirmar que un texto es desbaratar expectativas; la de Eco parece querer afirmar que
los textos ofrecen un margen muy amplio a los lectores, pero que existen límites. Contrariamente, Culler afirma que
la desconstrucción hace hincapié en que el sentido está limitado por el contexto (una función de relaciones dentro de
los textos o entre ellos) pero que el contexto es ilimitado: “siempre podrán presentarse nuevas posibilidades
contextuales, de forma que lo único que no podemos hacer es poner límites”. Sin embargo, para el autor, esa falta de
límites a la semiosis no implica que el significado sea una creación libre del lector, sino que la desconstrucción muestra
que los mecanismos semióticos descriptibles funcionan de maneras recursivas y que sus límites no pueden fijarse por
adelantado.

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