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“AÑO DEL DIÁLOGO Y LA RECONCIALIZACIÓN NACIONAL”

UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA ADMINISTRACIÓN

INFLUENCIA DEL GRUPO

INTEGRANTE:

-VICENTE LLANOS PAUL ANGEL

HUANCAYO-PERÚ

2018
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DEDICATORIA

El presente trabajo de investigación sobre la influencia del grupo se lo dedico a mi madre por

encaminarme correctamente y así lograr el cumplimiento de mis objetivos.

Dedico también a nuestro profesor del curso de psicología social y organizacional el Mg.

Merardo Américo Osorio Canturín por la guía y la orientación prestada para el logro del

siguiente proyecto.
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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................... 5

1. EL GRUPO ................................................................................................................. 6

2. INFLUENCIA DEL GRUPO ...................................................................................... 8

2.1. INFLUENCIA SOCIAL .......................................................................................... 8

2.2. LA FACILITACIÓN SOCIAL .............................................................................. 10

2.2.1. Norman Triplett ........................................................................................... 10

2.2.2. Robert Zajonc .............................................................................................. 11

2.2.3. Post-Zajonc ................................................................................................. 13

2.3. PERDIDA DE LA PRODUCTIVIDAD GRUPAL ................................................ 14

2.3.1. La Holgazanería Social ................................................................................ 16

2.4. LA POLARIZACIÓN GRUPAL ........................................................................... 17

2.4.1. Procesos Explicativos de la Polarización Grupal .......................................... 18

2.4.2. ¿Proceso Grupal o Individual, de Repetición y Generación de Argumentos

Actitudinales?................................................................................................. 20

2.5. PENSAMIENTO GRUPAL .................................................................................. 22

2.5.1. La reducción del Pensamiento Grupal .......................................................... 25

2.5.2. La Normalización ........................................................................................ 27

2.6. EL CONFORMISMO ........................................................................................... 29

2.6.1. La tendencia al conformismo, Asch ............................................................. 32

2.7. LA OBEDIENCIA ................................................................................................ 33

2.8. LA COHESIÓN GRUPAL .................................................................................... 34

2.8.1. El grupo mínimo. Tajfel, Billig, Bundy y Flament (1971) ............................ 34


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2.9. LA DESINDIVIDUALIZACIÓN .......................................................................... 35

2.9.1. Philip Zimbardo .......................................................................................... 38

BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 41
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INTRODUCCION

Puede resultar hoy utópico afirmar que nuestra vida en sociedad está vinculada de forma casi

insoslayable a múltiples grupos. La experiencia diaria nos proporciona ejemplos de c6mo

pensamos en grupos, hablamos en grupos, trabajamos en grupos ... Hoy apenas es posible hallar

alguna faceta de la vida humana que no esté involucrada o vinculada a sistemas organizativos

diversos en donde se integran los grupos. EI trabajo, la salud, el ocio, la política, las creencias

religiosas, etc., están íntimamente conectados o toman como marco de referencia el grupo o los

grupos.

La gente se empeña en proclamar a diestro y siniestro lo libres que son a la hora de decir una

opinión, de tomar una decisión, que nadie les obliga a comprar determinado producto, que nadie

les “dice” lo que tienen que decir, que ellos son completamente racionales, objetivos, y nada

viscerales. Pero realmente todo eso, como diría Einstein, es “tan sólo una ilusión”.

La influencia del grupo sobre el individuo se ejerce en el proceso de integración social que se

da en su seno. La influencia es un proceso de relación entre dos entidades sociales, una que la

ejerce (el grupo) y otra que la recibe (el sujeto). En este caso el que ejerce la influencia será “el

grupo”; y se verán los fenómenos más importantes que ocurren en este contexto, la influencia

social, además de diversos experimentos que sirvieron de estudio.


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1. EL GRUPO

El grupo constituye quizás la forma más habitual de convivencia del ser humano (el

grupo de trabajo, el grupo de amigos, los compañeros de estudio, el grupo familiar, etc.). El

hombre es un ser social que necesita de otros individuos para desarrollarse y sobrevivir.

Se ha señalado repetidamente (Festinger, 1955; Huici, 1985a; Levine y Moreland, 1998;

Wilder y Simon, 1998) que el tratar de dar una definición de grupo no resulta una tarea fácil,

así para Festinger dos de los conceptos más vagos en la psicología social son el de grupo y

estructura grupal, «estas palabras se usan para denotar una gran variedad de cosas diferentes

con relativamente poca especificación de su significado exacto» (1955). La gran cantidad de

marcos teóricos y de campos de aplicación desde los que se han estudiado y utilizado los

grupos dificulta el establecimiento de una definición unívoca del concepto de grupo.

Algunas de las múltiples definiciones existentes son:

 “Unidad con un cierto número de organismos diferenciados (agentes), que

tienen una percepción colectiva de su unidad y que poseen capacidad para

actuar y/o que actúen, realmente, de un modo unitario frente a su medio

ambiente”

 “Personas que interactúan entre sí en una reunión cara a cara, o en una serie

de reuniones, en la que cada miembro recibe una impresión o precepción de

cada uno de los otros miembros lo suficientemente clara como para que

pueda, en ese momento o al ser preguntado más tarde, reaccionar ante cada

uno de los demás miembros en tanto que personas individuales, aunque sólo

sea recordando que la otra persona se encontraba presente”.


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 “Cierta cantidad de personas que se comunican a menudo entre sí, durante

cierto tiempo, y que son lo suficientemente pocas para que cada una de ellas

pueda comunicarse con todas las demás, no en forma indirecta, a través de

otras personas, sino cara a cara”.

 “Dos o más personas que comparten normas con respecto a ciertas cosas y

cuyos roles sociales están estrechamente vinculados”.

 “Conjunto de organismos en el que la existencia de todos ellos, en sus

determinadas relaciones, es necesaria para la satisfacción de ciertas

necesidades individuales”.

Y la lista continua; sin embargo, una gran definición propuesta por Wilder y Simon

(1998) es la definición dinámica que corresponde a los grupos basados en la interacción y

que pueden caracterizarse del modo siguiente:

a) Los grupos surgen de la relación entre sus miembros y de la interacción entre

ellos.

b) El ajuste de un miembro depende de cómo encaje dentro de la estructura, no

pudiendo hacerse fácilmente inferencias a partir de un miembro hacia el

grupo en su conjunto.

c) El grupo es más que la suma de sus partes, dado que de la interacción pueden

emerger características no presentes en ninguno de sus miembros.

d) Los grupos que surgen de la interacción «están ahí fuera», por lo que resultan

más fáciles de percibir que los grupos categoriales.

En general, se puede definir un grupo como un conjunto de individuos (más de dos) que

se interaccionan entre sí, y comparten cierto grado de interdependencia.


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2. INFLUENCIA DEL GRUPO

No se puede hablar de Influencia del Grupo sin hablar de Influencia Social.

2.1. INFLUENCIA SOCIAL

La influencia social puede definirse como el conjunto de procesos mediante los

cuales las interacciones sociales modifican la percepción, los juicios, los modos de

pensar o de actuar de un individuo. Así pues, la influencia social estudia las relaciones

interpersonales, las relaciones en el interior de un grupo y las relaciones entre grupos

con el fin de comprender por qué un individuo responde de una determinada manera a

una situación dada, y cómo hacer para que lo haga de manera diferente. No obstante,

una definición tan amplia de la influencia social la hace coincidir prácticamente con la

definición de la psicología social y, de hecho, el inicio de la psicología social como

disciplina estuvo intrínsecamente ligado al estudio de la influencia social (Asch, 1951;

Sherif, 1936). Una visión más específica de ella la define más bien como el estudio de

los procesos de cambio que acontecen en un individuo cuando se expone a la respuesta

de una fuente de influencia. La influencia social analiza por tanto la relación entre tres

elementos: el «objeto» (una idea, una tarea, un grupo social, etc.) que provoca una

respuesta (un juicio, una actitud, un comportamiento, etc.) en la «fuente» (un individuo

o un grupo de individuos) que ejerce la influencia y en el «individuo» o blanco de la

influencia, que constituye el sujeto de estudio. Se considera que la respuesta de un

individuo a un determinado objeto varía en función de la respuesta que da la fuente. Tal

influencia puede ejercerse independientemente de que la presencia de la fuente, su

respuesta al objeto, o su relación con el individuo sean reales o simbólicas, conscientes

o inconscientes para el individuo.


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Desde la perspectiva de la influencia social se puede analizar la casi totalidad del

funcionamiento humano. Por ejemplo, la influencia social permite dar cuenta de cómo

el aprendizaje de un niño se ve afectado por el tipo de relación que mantiene con su

profesor o con sus compañeros de clase, de cómo una persona cambia su opinión bajo la

presión de un grupo (de un jurado o de un comité de empresa), o de cómo el prejuicio

hacia un determinado grupo social (los gitanos, los magrebíes o las mujeres) depende en

cierta medida de las creencias que un individuo tiene sobre cómo la sociedad en general

trata o considera que se debe tratar a dicho grupo. La influencia social también permite

estudiar determinados comportamientos como, por ejemplo, el consumo de bebidas

alcohólicas, de tabaco o de otras drogas, o el uso del cinturón de seguridad. Ello se hace

en la medida en que no se trata sólo de comportamientos relacionados con la salud, sino

de comportamientos determinados, al menos en cierta medida, por las relaciones que el

individuo mantiene con sus amigos, con sus familiares, o simplemente por su creencia

respecto a la frecuencia con la que los demás realizan dichos comportamientos o su

creencia respecto a si los aprueban o los rechazan.

Ahora, la primera pregunta que surge cuando se revisa la literatura sobre la

influencia social es cómo organizar la gran cantidad de información acumulada. Varios

criterios o factores permiten dar cuenta de una buena parte de ella, pero ninguno de ellos

permite organizarla completa o satisfactoriamente. Es por ello que se va a tratar en este

trabajo exclusivamente los procesos de influencia social que acontecen particularmente

en situaciones de grupo, es decir, cómo un grupo de individuos influye en los juicios o

en el comportamiento de un individuo.
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2.2. LA FACILITACIÓN SOCIAL

La facilitación grupal una tendencia de activación de las capacidades, de tareas en

sencillas, en donde el hecho de estar en un grupo o en presencia de otros, hace que

sacuda nuestro interior y nos motive a sobresalir en dicho grupo, mediante la obtención

de un rendimiento mucho mayor al que tenemos individualmente.

A fines del siglo XIX Triplett descubrió que ciclistas que corrían acompañados

contra reloj lo hacían más rápido que cuando corrían solos contra reloj. Una serie de

estudios han confirmado que la presencia de otros aumenta la velocidad con que las

personas llevan a cabo diferentes tareas, como multiplicaciones simples, descubrir

vocales en palabras, etc. La competición con otros no era necesaria, simplemente

bastaba que los otras personas desarrollaran la misma actividad que el sujeto, es decir,

que estuvieran presentes como co-actores.

2.2.1. Norman Triplett

Norman Triplett (1898, pp. 507-533) comparó sistemática y

experimentalmente diversas estrategias para mejorar el rendimiento del sistema

motor; por ejemplo, observó que los ciclistas eran más veloces cuando entrenaban

contra-reloj en equipo que cuando corrían contra-reloj en solitario, y que unos

niños enrollaban más deprisa carretes de caña de pescar en compañía de otros

chicos -que hacían lo mismo- que en solitario; por lo que concluyó que la

presencia de personas que realizan la misma tarea tiene una influencia benéfica en

nuestro comportamiento. (Zamora, 2007)

Un meta-análisis que sintetiza cerca de 241 estudios llevados a cabo con alrededor

de 24 mil sujetos ha confirmado este efecto de facilitación social de tareas simples. En


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la revisión de Bond y Titus (1983 en Morales, 1994) fue donde se encontró el efecto de

facilitación social más alto. Es decir, si el 50% de la población rendía bien en general,

rendía bien el 68% de las personas que realizaban la tarea (simple o bien aprendida) en

presencia de otros que trabajaban simultáneamente de forma individual en una tarea no

competitiva. En contraposición, de las personas que trabajaban solos en la misma tarea

sólo rendía bien el 32%.

Sin embargo, en tareas complejas o tareas que se estaban aprendiendo, la presencia

de otros hacía más lento o disminuía el rendimiento. Tras varias décadas de

investigación se obtuvieron resultados contradictorios en ambas áreas: la mera presencia

de otros no siempre comporta mejor rendimiento; por ejemplo Wilke & Van

Knippenberg (1990, p. 310) aportan estudios que demuestran que sujetos bien

adiestrados que trabajan delante de una audiencia mejoran su rendimiento en una tarea

de persecución de rotor; y en otras investigaciones la audiencia logra un efecto opuesto

en determinadas tareas, como la de aprender una lista de sílabas sin sentido: los sujetos

requerían menos intentos para aprenderla en solitario que delante de una audiencia.

Allport (1924) denomina Inhibición social al efecto inhibidor que la compañía

ajena produce en el rendimiento individual en determinadas tareas, como por ejemplo la

de evaluar argumentos filosóficos: los sujetos evaluaron de forma más consistente en

solitario que en presencia de otros (Raven & Rubin, 1981, p. 300); los resultados

contradictorios que se obtuvieron en las dos áreas – coacción y audiencia pasiva-

provocaron que los psicólogos sociales abandonaran la investigación del fenómeno en la

cuarta década del siglo pasado aproximadamente (Myers 2004, p. 166).

2.2.2. Robert Zajonc


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El célebre artículo de Zajonc (1965) en la revista Science titulado: Social

Facilitation. A solution is suggested for an old unresolved social psychological

problem, reanuda las investigaciones y propone una solución que parecía

definitiva al problema de la influencia social.

La solución propuesta es la siguiente: “La presencia de espectadores facilita

la emisión de respuestas bien aprendidas, mientras que dificulta la adquisición de

nuevas respuestas”; por lo que: “la audiencia incrementa la emisión de respuestas

dominantes” (1965, p. 270); una tarea sencilla es aquélla en la que hay pocas

respuestas competitivas, mientras que en una tarea compleja muchas

respuestas entran en competición.

Según Zajonc, la mera presencia de otros eleva el nivel de actividad del

organismo (1965, p. 273), facilitando la emisión de respuestas dominantes –que

son las más probables- y dificultando las dominadas –las menos probables-. La

presencia ajena facilita cualquier tendencia que sea dominante y obstaculiza la

dominada, porque los sujetos actúan con peor destreza si presentan mayor

ansiedad de la necesaria.

De esta manera Zajonc explicaba satisfactoriamente los contradictorios

resultados de las décadas anteriores; por ejemplo, pedalear o rebobinar carretes

son tareas sencillas que la compañía facilita, o en términos de Zajonc: la presencia

ajena facilita la emisión de respuestas dominantes; pero aprender sílabas sin

sentido o evaluar argumentos filosóficos son tareas difíciles que la presencia ajena

entorpece, porque no son respuestas dominantes sino dominadas.


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Según Zajonc, la audiencia elicita respuestas dominantes porque aumenta el

nivel de activación del sujeto, y la mera presencia física de otras personas es

suficiente para inducir ese incremento: en las tareas complejas la mayoría de las

respuestas que el sujeto domina son incorrectas porque la excitación incrementa la

emisión de respuestas equivocadas. (Zamora, 2007)

2.2.3. Post-Zajonc

Dos teorías posteriores a la de Zajonc han intentado resolver la siguiente

pregunta: ¿por qué la presencia ajena provoca un incremento de la activación?

Influido por la teoría del impulso de Hull y Spence, Zajonc había resuelto esta

cuestión aludiendo al hecho de que los seres humanos (y otros animales) disponen

de una tendencia innata a ser estimulados por otros miembros de su misma

especie. Dos teorías posteriores a la de Zajonc, que se denominan la teoría de la

aprehensión de la evaluación y la teoría de la distracción-conflicto, reinterpretan

la teoría de la facilitación social.

La primera sostiene que la facilitación social tiene lugar cuando los sujetos

saben que su desempeño será evaluado y observado por los demás, por lo que la

facilitación social deriva de la aprensión evaluativa (Baron & Byrne, 1998, p.

514).

La segunda es la teoría de la distracción-conflicto de R. S. Baron (1986), que

ofrece nuevas herramientas para la comprensión de la facilitación social, sin

alterar las hipótesis básicas de los modelos anteriores: establece que la presencia

ajena puede afectar al rendimiento porque distrae al ejecutor de la tarea (Mackie

& Smith, 1997, p. 560); según esta teoría, nuestros impulsos parecen entrar en
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conflicto cuando efectúan simultáneamente dos tareas al mismo tiempo

(concentrarse y reaccionar ante los demás), provocando un incremento en la

excitación del ejecutor de la tarea.

El miedo a la evaluación y la excitación -derivado del conflicto de impulsos-

contribuyen a desempeñar mejor las tareas simples y a interferir en las difíciles, lo

que confirma en lo sustancial la teoría de la facilitación social de Zajonc (Mackie

& Smith, 1997, p. 561). (Zamora, 2007)

2.3. PERDIDA DE LA PRODUCTIVIDAD GRUPAL

Como ya se habló, se da el fenómeno de felicitación social en tareas simples sin

embargo hay casos en los que sucede todo lo contrario.

Un paradigma clásico es el del estudio en colaboración grupal de la Generación de

Ideas. Un grupo de personas colabora en una tarea de "tormenta cerebral" para generar

el máximo de ideas innovadoras. Otro paradigma clásico es el del Recuerdo Grupal: un

grupo de personas colabora hasta llegar a una versión consensual de un hecho - por

ejemplo, lo que ocurrió en un atraco a un banco.

Al contrario de la representación social de superior productividad grupal ("dos

cabezas piensan mejor que una") los grupos de "Brain Storming" o "tormenta cerebral"

generan menos ideas y de menor calidad que los individuos. La cantidad de ideas

generadas por un grupo se ha comparado con el resultado medio de ideas o recuerdos

individuales, así como con grupos nominales - formados al azar uniendo

estadísticamente la producción de sujetos trabajando individualmente-. Comparando

grupos de 4 individuos con individuos solos generando ideas, los grupos producían el

doble de ideas que el individuo medio. Ahora bien, cuando se descartaban las ideas
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redundantes y las ideas generadas individualmente se agregaban en grupos nominales de

4, los grupos reales producían una media de 37 ideas frente a 68 de los grupos

nominales (Brown, 2000).

En síntesis, en los estudios de tormenta de ideas, cuando las personas trabajan en un

grupo, producen menos ideas y en los de recuerdo colaborativo recuerdan menos

información que si trabajan individualmente y luego ponen sus respuestas individuales

en común. Aunque un grupo recuerda más que la media de las personas individuales.

Esto sugiere que los grupos sufren de una pérdida de productividad potencial.

La pérdida de productividad grupal (p.e. la menor creatividad o el menor recuerdo

potencial en grupo) se puede explicar por varios procesos.

Primero, un problema de aprehensión a la evaluación - en el caso de tareas

cognitivas o conductuales que se someten al escrutinio público -. Sin embargo, los

estudios sobre pérdida de ideas generadas sugieren que esta explicación sólo explica una

parte muy pequeña de la pérdida de productividad (Diehl y Stroebe, 1995). Segundo, un

problema de descoordinación y bloqueo de la productividad. El proceso de colaboración

puede producir interferencia, dado que la producción de cierta información por los otros

impide el acceso de la persona al resto del material disponible en su memoria. Algunos

estudios confirman que cuando los materiales a recordar son muy extensos (categorías

de 15 ítems) y, por ende, las personas tienen que organizarlos de forma idiosincrátrica,

el recuerdo colaborativo o en grupo disminuye su rendimiento. En cambio, cuando los

materiales son menos ricos, más fáciles de ordenar y todo el mundo lo hace de forma

similar (p.e. pares de palabras) el recuerdo de grupos es tan bueno como el de grupos

nominales. Esto sugiere que la pérdida de recuerdo se produce en parte porque escuchar
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el recuerdo de otros altera la organización personal que se hace de un material

complejo. Los estudios sobre pérdida de ideas generadas en grupos frente a grupos

nominales han confirmado que este es un proceso importante (Diehl y Stroebe, 1995).

Sin embargo, grupos de personas aplauden con menor intensidad media que las

personas aisladas, inclusive cuando se controlaba la interferencia del ruido provocado

por los otros mediante auditorios que lo enmascaraban. Es decir, la pérdida de

productividad no se puede explicar solo por interferencia o falta de coordinación.

La pérdida de productividad se explica también por un problema de déficit

motivacional:

2.3.1. La Holgazanería Social

Término acuñado por Latane, Willians y Harking (1979), se puede definir

como la reducción del esfuerzo al trabajar colectivamente y en comparación con

el trabajo individual en la misma tarea.

Existe una amplia evidencia de este fenómeno en la realización de tareas, no

sólo motoras (animar, gritar, aplaudir, tirar de una cuerda, pedalear en una

bicicleta tipo tándem, competir en una prueba de natación por relevos, etc.), sino

también en tareas perceptivas o cognitivas (Baron & Byrne, 1992ª). Se ha

observado en una gran variedad de condiciones laborales y en todo tipo de

poblaciones: tanto en adultos como niños, en mujeres como en hombres, etc.

(Baron & Byrne, 1992ª). Réplicas transculturales han confirmado la generalidad

del fenómeno, incluso en culturas orientales, más centradas en valores grupales,

aunque en estas culturas, en las que predomina una orientación colectivista, se ha


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encontrado un efecto menos acusado que en culturas con orientación más

individualista (Baron & Byrne; 1992ª).

El fenómeno de la holgazanería social no es un problema general de los

grupos (no hay nada en ellos inherentemente desmotivante), sino algo que ocurre

en determinadas condiciones. Además de una reducción en el rendimiento del

grupo, la holgazanería social puede producir resentimiento e ira en las personas,

el deseo de cambiar la situación y el abandono del grupo.

2.4. LA POLARIZACIÓN GRUPAL

En los años 50 del siglo pasado, se daba por sentado que los grupos moderaban las

decisiones de las personas - se suponía que el grupo normalizaba consensualmente las

opiniones de sus miembros. Sin embargo, los estudios de Stoner y otros autores

mostraron que los grupos tomaban decisiones más arriesgadas que el promedio de

opiniones individuales. Posteriormente se mostró que en realidad los grupos no siempre

reforzaban el riesgo, sino que cuando predominaba la cautela, las decisiones grupales

eran más moderadas que las individuales.

Cientos de investigaciones han mostrado que los grupos tienden a polarizar sus

juicios. En el paradigma clásico, los sujetos primero eligen alternativas o toman

decisiones; posteriormente lo discuten en grupo; y finalmente toman por segunda vez

una decisión. Se constata generalmente que la media de la segunda decisión es más

arriesgada que la primera (o en ocasiones más cauta). Lo que se encuentra es que la

media grupal después de una discusión no es la simple media de las actitudes

individuales previas, sino que está más polarizada o reforzada en el sentido de la

tendencia grupal. En otros términos, los grupos adoptan posturas más exageradas que
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las opiniones promedias de sus miembros. Por ejemplo, después de una discusión

grupal, estudiantes franceses reforzaban su actitud a favor de De Gaulle, así como su

actitud contraria a los EEUU. La media grupal posterior a la discusión era más extrema

que el promedio de las opiniones y actitudes previas de las personas que componían los

grupos.

Wallach y Kogan (1959) fueron los autores del Cuestionario de Elección de

Dilemas que sirvió como base para mostrar que los grupos tomaban decisiones más

extremas que las opiniones promedio de sus miembros.

La polarización consiste en un cambio en la posición en la escala, de forma que, si

el promedio del grupo previo a la discusión se sitúa hacia uno de los polos de la escala,

es decir, no en el punto neutro, tras la discusión se sitúe hacia el mismo polo dominante

previamente, pero en una posición más extrema. Así, por ejemplo, en una discusión

sobre la pena de muerte en un grupo se puede pasar de un promedio, antes de la

discusión, de –1 a un promedio tras la discusión de –1.5. Es importante distinguir la

polarización de la extremización (Lamm, Trommsdorff y Rost-Chaude, 1973 véase

Morales 1985 b). La polarización, como se ha visto, supone un cambio hacia el extremo

previamente dominante. La extremización tiene que ver con la “extremosidad” que se

define simplemente por la distancia respecto al punto neutro de la escala, es decir, se

produce si aumenta esa distancia tras la discusión. Así en el caso del ejemplo si tras la

discusión se obtiene un promedio de grupo de +2, ello indicaría extremización sin

polarización, mientras que el resultado antes citado de –1.5, indica que se ha dado

extremización con polarización.

2.4.1. Procesos Explicativos de la Polarización Grupal


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Isenberg (1986) hizo un meta-análisis sobre 33 efectos independientes y 21

artículos publicados para contrastar las dos teorías explicativas centrales de la

polarización grupal.

La primera teoría es la de la Comparación Social. Según ésta, los sujetos

desean mostrar su conformidad superior a la norma o mostrarse de forma

socialmente positiva. El conocimiento de la norma (la media grupal) mediante la

discusión grupal hace que los sujetos intenten acercarse lo más posible a esta

posición o, mejor aún, que intenten mostrarse Primus Inter Pares manifestando ser

diferentes de los otros mediante un acuerdo superior a la norma. Otro proceso de

comparación social ligeramente diferente del anterior es el que postula que la

discusión hace manifiesta la ignorancia plural de los sujetos: Según este proceso

de ignorancia pluralista, las personas desconocen y subestiman la norma real antes

de la discusión, por lo que después de ella, una parte de los sujetos se aproxima

más a la norma ideal, provocando la polarización. Es decir, tienen la impresión

falsa que los sujetos son menos extremos que ellos y cuando descubren la realidad

de la actitud de los otros, tienden a polarizar su opinión, pues ya no se ven

inhibidos por la percepción errónea de una norma menos extrema.

La segunda teoría es la de los Argumentos Persuasivos. Según ésta, la

discusión de los sujetos hará que conozcan más y mejores argumentos a favor de

la norma grupal. Mientras más se expone el sujeto a argumentos que él perciba

como válidos y que sean novedosos, más tenderá en su segunda decisión a

polarizar la decisión. Varios estudios han mostrado que, a mayor cantidad,

novedad y calidad de argumentos escuchados, mayor polarización.


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La revisión mostró que ambos procesos actuaban, aunque era más fuerte el

proceso de argumentación persuasiva que el de la comparación social. Aunque la

mayoría de los experimentos mezclaban la exposición a argumentación persuasiva

con la comparación social, se encontró un efecto de polarización en experimentos

que tenían condiciones de mera exposición a argumentos y baja comparación

social, y en experimentos con alto nivel de comparación social y exposición a

argumentos pobremente persuasivos.

2.4.2. ¿Proceso Grupal o Individual, de Repetición y Generación de Argumentos

Actitudinales?

Ahora bien, la participación verbal activa en la discusión produce más

cambio de actitud que escuchar de manera pasiva, lo cual es importante ya que

reflexionar o pensar repetidamente sobre un tema hace que la actitud sea más

enfática. Esto sugeriría que en realidad el fenómeno de explicación de la

polarización grupal sería un seudo-fenómeno de grupo: bastaría la repetición

mental de la actitud y el pensar sobre los argumentos de una actitud para provocar

una polarización actitudinal. La discusión grupal sólo sería el contexto de un

proceso psicológico individual. Sin embargo, Brauer y Judd (1996) demostraron

que la mera repetición no explicaba la polarización. En su experimento, las

personas participaban en grupos que discutían diferentes temas polémicos. Se

indujo que los sujetos expresaran entre 0 y 6 veces su opinión sobre un tema, así

como que escucharan entre 0 y 5 veces la opinión de otra persona. Se construyó el

escenario de discusión de forma que la cantidad de veces que el sujeto opinaba o

escuchaba sobre un tema fueran independientes. Se encontró que la cantidad de


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veces que la persona hablaba predecía la polarización de su actitud después de la

discusión. Es decir, la polarización grupal se explica en parte porque la persona, al

repetir sus pensamientos sobre un tema, extrema en el sentido inicial sus

opiniones y actitudes. Sin embargo, el efecto de la repetición se veía reforzado

cuando los argumentos de la persona se veían reproducidos por los otros

miembros del grupo - en comparación con grupos en los que los argumentos de la

persona no eran utilizados y validados por los otros miembros del grupo-.

Además, la polarización era mayor si se escuchaba a tres personas diferentes que

si se escuchaba a una persona hablando tres veces. Es decir, la dinámica social de

ver sus argumentos validados, así como escuchar diferentes puntos de vista

explicaba también la polarización actitudinal. Se puede suponer que el simple

hecho de repetir sus argumentos y escucharlos validados por otros, los hace más

salientes y vividos en la memoria. Esta mayor saliencia y peso de los argumentos

refuerza la actitud y la polariza. Otra explicación puede ser que el hacer pública

repetidas veces su opinión y verla compartida por otro, refuerza el compromiso

con la actitud y su centralidad, provocando una polarización de ésta. Finalmente,

el que los otros repitan los argumentos de la persona hace que ésta los perciba

como compartidos y validados socialmente, por lo que los valore más fuertemente

("que brillante idea he tenido que los otros incluso repiten…") y refuerce su

actitud (Brauer y Judd, 1996).

Estos resultados muestran que la interacción social tiene un efecto propio en

la polarización. Además, es convergente con la idea de que la polarización grupal

es un proceso de conformismo con la norma grupal. La idea básica es que el


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sujeto, si se identifica con un grupo y está en un contexto intergrupal, percibirá

una posición prototípica que diferencia a su grupo del otro y que es más

polarizada que la media del grupo. Esto ocurre porque la posición prototípica del

grupo es la que mejor lo diferencia del otro y esto generalmente es una posición

más extrema que la media. La polarización no es más que la adopción de la

posición típica. No se daría por comparación de la posición personal con la de los

otros, como sugiere la comparación social, sino por la comparación entre la

posición personal y la posición típica grupal. A favor de esta explicación está el

hecho de que la repetición de argumentos por la persona extrema su actitud

personal, pero no la posición grupal típica (Brauer y Judd, 1996). También se

pueden citar los estudios que muestran que escuchar argumentos a favor de una

actitud dominante - por ejemplo, a favor de un examen de ingreso en la

universidad - provenientes de un endo-grupo refuerza esta actitud. En cambio, el

mismo mensaje proveniente de un exo-grupo provocaba un efecto menor y de

boomerang o de rechazo del examen de admisión (Brown, 2000). (Páez, s.f.)

2.5. PENSAMIENTO GRUPAL

Un proceso extremo de polarización, considerado como una patología de aquél, y

que puede afectar de forma muy importante a la toma de decisiones grupales, lo

constituye el pensamiento grupal.

Un buen número de estudios se ha centrado en determinados procesos que pueden

estar presentes en el pensamiento grupal o han tratado de ampliar el modelo. De entre

ellos seleccionamos algunos por su interés teórico. Mc Cauley (1989) se centra en la

distinción entre internalización (acuerdo privado con el consenso de grupo) y


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acatamiento (acuerdo público pero no privado), y trata de determinar si en el

pensamiento grupal se da uno y otro, pues parece existir una cierta ambigüedad en la

propia descripción de Janis (1982) quien se centra en el proceso de internalización, pero

por otra parte en su descripción proporciona indicadores de acatamiento al hablar de

presiones hacia los disidentes, o de la existencia de autodenominados «guardianes de la

mente». Mc Cauley analiza 8 casos, que incluyen los clásicos de pensamiento grupal,

más los casos de decisión vigilante, y muestra que en por lo menos dos de los seis casos

hay indicaciones de acatamiento. Así, por ejemplo, en el análisis de la decisión sobre la

invasión de Cuba de Bahía de Cochinos a través de las cuatro «explicaciones oficiales»,

según Janis, hay indicadores de acatamiento cuando se señala que se trataba de una

nueva administración y que, si bien el grupo mostraba «espíritu de cuerpo», no habían

alcanzado un grado suficiente como para expresar abiertamente sus dudas acerca de las

propuestas. Por otra parte, algún miembro manifestaba preocupación por su reputación.

Así, por ejemplo, Schlesinger admitió que tuvo reservas

«A la hora de poner objeciones en las reuniones de la Casa Blanca por temor a

que se viese como pretencioso que un catedrático de universidad se permitiese disentir

con las cabezas augustas de las principales instituciones del gobierno». (Janis, 1982, p.

32)

El análisis de Mc Cauley lleva a resaltar la importancia del acatamiento. También

destaca el papel del liderazgo promocional y el aislamiento de grupo en el

desencadenamiento del pensamiento grupal. Otra línea de interés la representa la

investigación sobre la influencia del intento de mantener la identidad social por parte

del grupo que toma la decisión (Turner, Praktanis, Probasco y Leve, 1992). Estos

autores realizaron varios experimentos con grupos que tenían que tomar decisiones, en
24

los que mostraron la influencia de la cohesión (manipulada a través de resaltar la

pertenencia al grupo y el empleo de etiquetas de grupo), y de la amenaza a la autoestima

de los miembros (a través de indicar que la decisión en grupo se grababa en vídeo con el

fin de mostrarla a estudiantes con fines de entrenamiento, en caso de que la toma de

decisión tuviera fallos). En el tercero de sus experimentos, partieron de la idea de Janis

de que el pensamiento de grupo supone el intento de mantener una idea positiva

compartida acerca del propio grupo en una situación que implica el desafío de afrontar

adecuadamente una amenaza colectiva. El estudio mostró que en los grupos que operan

bajo condiciones de pensamiento grupal (alta cohesión + alta amenaza), el proporcionar

una excusa (presencia de un elemento distractor, como era una música) para los posibles

fallos, daba lugar a menos síntomas de pensamiento grupal que si no se les facilitaba esa

posibilidad de excusa. El estudio, además de mostrar la función de mantenimiento de la

identidad de grupo, pone de relieve el interés de definir la cohesión en línea con la

teoría de la autocategorización (J.C. Turner et al., 1987). Como indican los autores, si

los miembros se autocategorizan como grupo y tienen una identidad positiva esto

proporciona la base sobre la que opera la amenaza al grupo. Otro de los desarrollos, éste

propuesto por Street y Anthony (1997) consiste en establecer un vínculo entre el

pensamiento grupal y la escalada del compromiso por parte de los grupos. La escalada

de compromiso se da cuando el grupo ha incurrido en costes al buscar un objetivo que

es improbable que se logre, independientemente de lo que se haga. La escala de

compromiso se da cuando se persiste en el curso de acción ya iniciado (Whyte, 1989;

Brockner, 1992 citado en Street y Anthony, 1997). Los autores argumentan que se da
25

una mayor probabilidad de que esa escalada de compromiso se produzca en los grupos

que manifiestan pensamiento grupal.

2.5.1. La reducción del Pensamiento Grupal

Janis (1982) propone una serie de prescripciones para reducir el

pensamiento grupal, y favorecer las decisiones vigilantes, señalando los límites de

su aplicación para que no produzcan efectos contraproducentes:

 Asignar el rol de evaluador crítico a todos los miembros del grupo,

dando prioridad a las objeciones que les suscitan las medidas a

adoptar. Ello implica que el líder sea capaz de aceptar las críticas.

 Que el líder clave en la jerarquía de la organización mantenga una

postura imparcial, en lugar de decir sus preferencias y expectativas

por una alternativa al comienzo del proceso de toma de decisión.

Debe limitarse a definir el alcance del problema y los límites de los

recursos, sin abogar por una alternativa preferida.

 Tener como una práctica de rutina la creación de varios grupos de

planeamiento de las medidas y de evaluación que se centren en la

misma cuestión y que tengan líderes distintos. Evita el no tener en

cuenta la información relevante y la opinión de expertos que puede

cuestionar la decisión. Exige que se especifiquen la responsabilidad

de cada grupo, destacando la lealtad para evitar la difusión de la

responsabilidad.

 En la etapa en que se evalúa la efectividad y la posibilidad de

aplicación de la decisión dos o más subgrupos deben reunirse por su


26

parte para analizar la cuestión, y en particular para revisar

críticamente los supuestos ilusorios en los que se basa la decisión.

 Discusión periódica con asociados de confianza de cada miembro

para discutir la cuestión, siempre que se mantenga la seguridad de la

información. Se supone que se hará la consulta con personas de

formación y experiencia variada. El papel del miembro de grupo ha

de ser de buscador de información y posteriormente de trasmisor al

grupo de la información recabada.

 Invitar a uno o más expertos o colegas cualificados que no sean

miembros del grupo a cada sesión, estimulándoles a que pongan en

cuestión las decisiones. Conviene hacerlo antes de haber llegado a

un consenso.

 Por lo menos un miembro del grupo debe de hacer de abogado del

diablo, señalando los puntos débiles de la decisión. Es importante

que este papel no se ritualice, de forma que se escuchen

superficialmente las objeciones, sin tomarlas en cuenta, dando

simplemente la apariencia de controversia. Debe ser un papel

rotatorio.

 Cuando implica relaciones con otras entidades rivales (empresas,

naciones) evaluar las señales de advertencia de los rivales y crear

diversos escenarios de las intenciones de los otros, para controlar la

ilusión de invulnerabilidad y la tendencia a ignorar las señales de

aviso. Sirve para preparar planes de contingencia para las diversas


27

eventualidades. Es importante que este proceso no derive en una

interpretación ominosa de las intenciones del contrario, lo que daría

lugar a ataques preventivos encaminados a anticiparse a supuestos

ataques del adversario.

 Después de llegar a un consenso preliminar acerca de la alternativa,

debe hacerse una reunión de «segunda oportunidad» para expresar

dudas y repensar la cuestión y las otras alternativas no elegidas.

Entre los hallazgos de la investigación sobre pensamiento de grupo, es

preciso citar la investigación de Kroon y colaboradores (Kroon, t’ Hart y van

Kreveld, 1991) que mostró que el hacer a cada miembro y al grupo

colectivamente responsables de la decisión hacía que se repartieran más los

intentos de influencia y que resultara más difícil llegar a la decisión que cuando

no existía esa responsabilidad individual o colectiva.

2.5.2. La Normalización

Se entiende por normalización como influencia recíproca, cuando ninguna

de las dos partes dispone de un juicio o norma previa.

La Normalización se caracteriza por la ausencia de una norma colectiva en

el grupo y su consiguiente creación de una norma común, basándose en la

intención e influencia recíproca entre los sujetos del grupo. Entonces ante la

ausencia de un marco referencial externo, el individuo se pone un marco

referencial interno.

La creación de las normas grupales. Sherif (1936): Muzafer Sherif fue un

psicólogo social nacido en Turquía, aunque estudió parte de su carrera en Harvard


28

y Columbia. Los trabajos de Sherif demostraron que la interacción dentro de los

grupos tiende a crear normas y que dichas normas influyen posteriormente sobre

los individuos. Para demostrar esto, Sherif se basó en una ilusión perceptiva

denominada “efecto autocinético”, que consiste en que, en un entorno de

oscuridad, existe la tendencia a percibir que el punto luminoso se mueve, aunque

dicho punto permanece totalmente inmóvil. El experimento llevado a cabo por

Sherif radicó en pedirle a un participante que se encuentra solo en la habitación,

que indique la amplitud de desplazamiento del punto luminoso. Al realizar el

mismo ensayo a varias personas por separado, cada una establecía una norma

individual sobre la que realizaban las estimaciones. Sin embargo, al poner a varias

personas juntas, aunque cada una tuviese una norma individual diferente, se

observó un efecto de convergencia en las opiniones sobre la amplitud del

movimiento. ¿Qué quiere decir esto? Pues que ante una situación de ambigüedad

perceptiva –recordemos que el punto no se mueve, es una ilusión, y por lo tanto,

es confuso- la persona tiene en cuenta la opinión de los otros, y al final se

establece una especie de consenso entre las observaciones de todos los

participantes, lo que constituye la norma grupal. Pero aquí no acaba todo,

posteriormente, se volvió a poner a las personas por separado, solas, en la

habitación a oscuras con el punto luminoso, y al preguntarle por el movimiento

del punto, la persona contestaba en esta ocasión la estimación que previamente

había dicho con el grupo, no la que dijo al principio cuando estaba sola.

Conclusión: se había producido la interiorización de la norma grupal, es decir, da


29

igual lo que opinemos cuando estamos solos, en cuanto pasamos a formar parte de

–o interactuamos con- un grupo, nuestra opinión pasa a ser la grupal.

2.6. EL CONFORMISMO

El «conformismo» puede definirse como el resultado de un proceso de influencia

mediante el cual un individuo modifica su respuesta respecto a un objeto acercándola a

aquella expresada por una mayoría de personas (la fuente) en el seno de un determinado

grupo. Hablar de influencia mayoritaria equivale prácticamente a hablar de «influencia

normativa» o de influencia de las normas sociales. En efecto, lo que hace o dice la

mayoría de un grupo o de una sociedad determina, por lo general, la norma de dicho

grupo en una situación dada: cómo se actúa o cómo es normal actuar (norma

descriptiva) y cómo se espera que se actúe (norma prescriptiva). El conformismo

constituye pues un tipo de influencia normativa en el que, por un lado, la respuesta de la

fuente es explícita y, por otro lado, se resalta el hecho de que la respuesta que da el

individuo es diferente o incluso opuesta a aquella que daría sin la presencia de la fuente.

Imaginemos que andamos por la calle y vemos una persona tendida en mitad de la

acera. También vemos que todos los peatones que pasan por su lado la miran y siguen

su marcha. Sin saber muy bien lo que pasa, de esta situación interpretamos que la

persona no debe necesitar asistencia y por tanto cuando pasamos junto a ella seguimos

nuestra marcha sin detenernos. Lo sorprendente de ello es que en determinados casos

dicha persona puede efectivamente necesitar ayuda (por ejemplo, que alguien llame a un

médico) y que los otros peatones en realidad simplemente reaccionaron como nosotros,

es decir, interpretaron el comportamiento de los demás como un signo de que la persona

no necesitaba ayuda.
30

Esta anécdota constituye un ejemplo de cómo la información social (lo que hacen o

dicen los otros) influye en el individuo debido a la incertidumbre en la que éste se

encuentra (véase la noción de «ignorancia plural»; Latané y Darley, 1968). Festinger

(1950) consideraba que los juicios (opiniones, creencias y actitudes) deben tener una

base sobre la que reposa su validez. Cuando se trata de juicios acerca de la realidad

física, para dar una respuesta válida basta simplemente con examinar el objeto

detenidamente o, en caso de necesidad, utilizar instrumentos adecuados que permitan

estimar la validez de una respuesta. En tales casos, un individuo no necesita conocer la

respuesta de los demás para saber si su propia respuesta es válida. Por el contrario,

cuando se trata de juicios acerca de la realidad social, el individuo se encuentra según

Festinger en una situación de «incertidumbre», es decir, es incapaz de determinar por sí

mismo la validez de una respuesta debido a la ambigüedad de la situación. En tales

circunstancias, lo que hacen los demás, y en especial lo que hacen aquellos que

constituyen una referencia pertinente para el individuo (por ejemplo, los similares),

describe lo que es «normal» hacer (norma descriptiva), y constituye por tanto un modo

de validar subjetivamente cuál es la respuesta más adecuada. En definitiva, para

Festinger los demás ejercen una influencia cuando se trata de juicios acerca de la

realidad social (juicios subjetivos), pero no cuando se trata de juicios acerca de la

realidad física (juicios objetivos). Festinger considera que una respuesta es válida para

el individuo en la medida en que es compartida por un grupo de personas que a su vez

comparten sus mismas creencias, opiniones y actitudes.

No obstante, la respuesta de los demás a una determinada situación no siempre es

suficiente para reducir la incertidumbre en el individuo, incluso cuando se trata de otros


31

similares a él. En efecto, para reducir la incertidumbre se requiere que tal respuesta sea

considerada como válida, es decir, como una evidencia de la realidad. A este respecto,

el consenso social constituye un factor determinante de la validez acordada a tal

respuesta, es decir, ésta será percibida como correcta cuando una mayoría de individuos

responden del mismo modo en una determinada situación. El consenso social, es decir,

la posición mantenida por una mayoría de los miembros de un determinado grupo,

constituye un criterio de objetividad en la medida en que indica que el juicio en cuestión

no depende de la idiosincrasia de uno o varios individuos sino de la naturaleza de la

realidad misma (Kelley, 1967). Evidentemente, cuando un individuo está confrontado a

la opinión de un grupo de personas que defienden la misma respuesta, y que no se duda

de su independencia, objetividad y honestidad, se puede concluir lógicamente que estas

personas están en lo cierto. En definitiva, nos encontramos aquí con el heurístico de

decisión según el cual la evidencia acerca de la realidad viene dada por el consenso

social.

Una buena parte de las posiciones individuales (juicios, comportamientos,

actitudes) tienen su origen en las normas sociales, es decir, reproducen las normas

aceptadas por un grupo (Sherif y Sherif, 1953). Nuestra actividad cotidiana está influida

por normas, más o menos formales, que hemos interiorizado a través de nuestras

interacciones sociales, y de las que no somos necesariamente conscientes. Esta

influencia es tan importante que los modelos teóricos centrados en la predicción del

comportamiento individual, que inicialmente se basaban sólo en la actitud individual,

han incorporado medidas de la norma subjetiva: de la percepción que tiene un individuo

sobre cuál es la respuesta a un determinado objeto que dan aquellas personas que
32

constituyen un punto de referencia importante para él, y sobre cuál es la respuesta que

éstas aprueban (Fishbein y Ajzen, 1975).

Sin embargo, en contradicción con el pensamiento de Festinger, Asch descubrió

que la influencia también se daba en juicios objetivos.

2.6.1. La tendencia al conformismo, Asch

Solomon Asch fue un psicólogo estadounidense nacido en Varsovia

mundialmente conocido debido precisamente a sus trabajos en psicología social.

En este caso, los trabajos de Asch demuestran que la opinión de la mayoría,

aunque esta sea errónea, influye significativamente en el individuo. Asch

solicitaba a los participantes en su experimento que compararan la longitud de una

línea patrón con otras tres líneas. De estas, una era idéntica a la línea patrón, y las

otras dos claramente diferentes. En un principio, el participante hacía el

experimento solo, y aquí no había prácticamente respuestas erróneas: todas las

personas señalaban claramente las líneas similares. Sin embargo, por sorprendente

que parezca, en la condición experimental en la que se contaba con ocho personas

cómplices con el experimentador que daban respuestas erróneas, el participante

se dejaba influir por la opinión de la mayoría, y el porcentaje de respuestas

erróneas subía al 32%. Este resultado fue replicado numerosas ocasiones, con lo

que está más que demostrado. Estos resultados obtenidos por Asch indican

claramente que ante un grupo que se manifiesta unánimemente equivocado, la

persona tiende a expresar una opinión que es conforme con la que tiene la

mayoría, aunque esta sea errónea. Esto es debido a un instinto ancestral social

que poseemos los seres humanos para protegernos de ser marginados, de ser
33

diferentes, para que el grupo no nos excluya ¿Entendéis ahora cómo y porqué

funciona la política? (Rodríguez, 2012)

En contra de las expectativas de Asch, los resultados de numerosos estudios

mostraron que el porcentaje de conformismo, es decir, de respuestas dadas por el

sujeto en la dirección errónea avanzada por un grupo mayoritario, puede

sobrepasar el 30 por ciento. Sin duda, lo más sorprendente de estos resultados es

el elevado porcentaje de individuos que se conforman con las respuestas del

grupo, pese a que éstas son evidentemente incorrectas. Así pues, y en contra de los

postulados de Festinger a este respecto, cuando la realidad es objetiva el individuo

es capaz de negar la evidencia perceptiva y conformarse con el grupo.

2.7. LA OBEDIENCIA

Otra forma de influencia social observada por la teoría de la influencia social es la

obediencia a la autoridad. Explorada entre otros autores por Milgram, se entiende la

obediencia como el seguimiento de las instrucciones de un individuo que es considerado

por encima o tiene poder o mayor estatus social, independientemente de la propia

actitud, juicio o creencia.

La obediencia es menos frecuente que la conformidad porque las personas que

poseen autoridad y poder generalmente prefieren ejercerlo a través de peticiones más

que de órdenes directas. Sin embargo, la obediencia dista mucho de ser infrecuente y

puede llegar a ser destructiva.

Milgram (Milgram, 1974) realizó unos estudios cuyo objetivo era descubrir si un

grupo de personas elegidas al azar obedecerían las órdenes de un extraño, en las cuales

se incitaba a causar daño a otra persona también desconocida. Los resultados mostraron
34

como gente corriente estaba dispuesta, aunque con cierta reticencia, a dañar a un

inocente si una autoridad, apoyada por un consenso social (dos cómplices), se lo ordena.

Estos resultados impresionaron mucho a los psicólogos. Una de las razones por las

que los resultados aportados por Milgram son tan inquietantes es que son análogos a

muchos hechos de la vida real que implican atrocidades contra víctimas inocentes.

2.8. LA COHESIÓN GRUPAL

La fuerte atracción e identificación hacia el grupo en el que se está inmerso.

2.8.1. El grupo mínimo. Tajfel, Billig, Bundy y Flament (1971)

Este grupo de investigadores de la Universidad británica de Bristol y la

francesa de Aix-Marsella, llevaron a cabo un experimento en el que pusieron de

manifiesto que cuando las personas se consideran –se categorizan- como

miembros de un grupo, aunque sea bajo criterios sin importancia y completamente

absurdos, inmediatamente se produce un favoritismo endogrupal en sus

actuaciones y opiniones –es decir, tratan de favorecer a los miembros de su grupo.

En este experimento los participantes eran estudiantes de enseñanza

secundaria y debían realizar dos tareas: la primera era manifestar sus preferencias

estéticas acerca de una serie de diapositivas de los pintores Klee y Kandinsky.

A partir de sus elecciones, los chicos eran clasificados en dos grupos. La

segunda tarea consistía en asignar recompensas monetarias, mediante un

cuadernillo, a una serie de sujetos anónimos con los cuales no existía contacto real

y que estaban identificados tan sólo por su pertenencia grupal (Klee o Kandinsky).

¿Qué se encontraron los investigadores? Pues que los participantes mostraron

favoritismo endogrupal tratando de beneficiar a los miembros de su grupo –es


35

decir, los de Klee le daban más dinero a los sujetos anónimos que les gustaba Klee

y lo mismo hacían los de Kandinsky. Diversas réplicas de este curioso

experimento con firmaron los resultados obtenidos, con lo que se demuestra que

incluso bajo condiciones absurdas de categorización –que te guste el mismo pintor

que a mí- se produce ya una tendencia a favorecer a los que piensan igual que tú o

pertenecen al mismo grupo que tú –paradigma del grupo mínimo. De esto se

deduce que, si además la pertenencia a un grupo es relevante para el sujeto, el

sesgo será mucho más fuerte. (Rodríguez, 2012)

2.9. LA DESINDIVIDUALIZACIÓN

La pérdida de identidad y responsabilidad en el grupo, conducente a la realización

de conductas anti-sociales, es un efecto atribuido a los grupos.

La desindividuación es la pérdida de la aprensión de evaluación individual que se

da en situaciones de grupo que favorecen el anonimato. Al no ser identificable en la

multitud y por ende no tener que rendir cuentas por sus actos, las personas realizarían

conductas que normalmente inhibirían. Otros autores han planteado que la inmersión en

la multitud disminuiría la auto-conciencia pública - el anonimato y la difusión de la

responsabilidad harán que el sujeto no focalice la atención en la imagen personal que él

da ante los otros. Por otro lado, la activación (producida por la presencia de los otros

y asociada a la facilitación social) así como la cohesión grupal (la fuerte atracción

hacia el grupo en el que se está inmerso) disminuirían la auto-conciencia privada: harían

al sujeto menos consciente de su conducta y de sí mismo. Ambos procesos llevarían a la

persona a prestar menos atención a sus normas morales de conducta prosocial y


36

resultarían en una menor regulación o planificación razonada de su conducta (Postmes y

Spears en Hogg y Vaughan, 2002).

La síntesis de 60 estudios con cerca de 5 mil participantes confirmó que una

situación de desindividuación reforzaba conductas antisociales ligeramente. Además, las

conductas antisociales se veían reforzadas también por factores como el ser anónimo

ante el exo-grupo, es decir cuando el sujeto no era identificable por los observadores,

por una menor conciencia pública o cuando el sujeto no era vigilado por una audiencia,

y por el mayor tamaño del grupo: También se encontró que las situaciones que

combinaban las tres anteriores características reforzaban la tendencia a llevar a cabo

conductas anti-sociales (p.e. mentir, robar o dar castigos más fuertes en estudios

experimentales)2. En particular, el anonimato ante el exogrupo y una menor

autoconciencia pública mostraban efectos estables en la conducta anti-normativa. Esto

sugiere que la explicación clásica de la desindividuación es correcta: el anonimato ante

los observadores y miembros del exogrupo reduce el sentido de la responsabilidad. Esta

ausencia de tener que rendir cuentas ante otros conduce a aumentar las conductas anti-

normativas. En cambio, la disminución de la autoconciencia privada (el sujeto no debía

reflexionar sobre sí mismo) y del anonimato ante el endo-grupo (el sujeto no era

identificable por los otros participantes y sus conductas no eran discutidas públicamente

con los otros participantes) no tenían un efecto claro de reforzar las conductas anti-

normativas. Es decir, la disminución de la auto-conciencia privada como factor esencial

de refuerzo de la conducta anti-normativa en las multitudes no es un mecanismo

explicativo con base empírica (Postmes y Spears, 1998 en Hogg y Vuaghan, 2002).
37

En contra de la explicación de la conducta antinormativa por estar en una multitud,

por menor autoconciencia privada y tener menor regulación de la conducta, lo que se

encontró empíricamente es que los sujetos desindividualizados eran más reactivos ante

la norma social contextual. Es decir, los sujetos guiaban o regulaban la conducta por las

claves contextuales salientes, incluyendo las normas grupales dominantes en ese

momento - como postulaba la teoría clásica de la norma emergente. En otros términos,

el anonimato y la falta de conciencia pública ante el exogrupo hace a la persona más

sensible a las claves presentes en la situación. Si estas son positivas o pro-sociales,

habrá un aumento de las conductas normativas o positivas. Por ejemplo, en un contexto

que hace saliente normas altruistas, las personas desindividualizadas dan más dinero

(Myers, 1995).

Estos resultados son congruentes con la idea de que en situaciones en las que el

sujeto está en una multitud, anónimo ante exogrupos y sin tener que preocuparse de

rendir cuentas públicas ante sus miembros, se "despersonaliza" en el sentido de que

su identidad colectiva (la persona no es que pierda su sentido del yo, sino que

focaliza menos su atención en su identidad personal y la focaliza más en su

identidad colectiva). La desindividualización aumenta su reactividad ante las

normas grupales contextualmente salientes (p.e. castiguemos o aprovechemos del

exogrupo) lo que puede ser contradictorio con normas generales (no robarás, no

matarás, etc.) (Reicher, 1987 en Morales, 1994). Esta explicación "normativa" de las

conductas colectivas violentas es coherente con tres características regulares de éstas: a)

el patrón ordenado y consistente; b) un cierto grado de regulación y c) el refuerzo de la

identidad social de la multitud. Estos procesos son manifiestos en los "ritos de


38

violencia" en los que se ataca selectivamente a unos y no a otros, siguiendo ciertas

pautas y que generalmente, si las conductas son "exitosas", refuerzan el sentido de

identidad social (racial, grupal, etc.). Estos efectos se han encontrado en el caso

abominable del linchamiento y en los disturbios étnicos o raciales.

2.9.1. Philip Zimbardo

En 1971, el psicólogo Philip Zimbardo quiso demostrar cómo el entorno

puede cambiar a las personas. Para ello puso en marcha un estudio al que

denominó el experimento de la cárcel de Stanford. La duración inicialmente

prevista era de dos semanas. Pero la situación se desbordó de tal manera que hubo

que cancelarla a los seis días de su comienzo.

El ensayo pretendía recrear la situación en un contexto muy específico y se

eligió una cárcel. Para llevarlo a cabo se buscó la participación voluntaria de

ciudadanos anónimos. Su trabajo consistiría en desempeñar el rol ficticio de

guarda o prisionero que aleatoriamente se les asignara. Para incitar a la

desindividualización y despersonalización, Zimbardo, ayudado de consultores,

simuló un entorno lo más real posible. A pesar de que todos los voluntarios, tanto

guardas como prisioneros, estaban interpretando roles, los sujetos no fueron

capaces de separar la ficción teatralizada de su propia realidad.

En calidad de superintendente, Zimbardo explicó a los voluntarios que

desempeñaban el rol de guardas que su trabajo consistiría en mantener el orden de

“su” cárcel sin recurrir a violencia física. Los abusos de estos fueron

incrementándose de forma exponencial. Aunque todos eran conscientes de que

quienes representaban el papel de presos eran voluntarios como ellos, no dudaron


39

en recurrir a la violencia física a la hora de mantener el orden. Para ellos la

violencia quedaba justificada, como ya describimos en otro artículo sobre la

maldad grupal: era una herramienta para ejecutar su trabajo, hacerse respetar o

deshacer cualquier atisbo de unión entre los presos.

Análisis: A nivel individual, la situación los despersonalizó. Todos los

voluntarios, independientemente del rol que estuvieran desempeñando, se

desvincularon de su identidad durante el experimento y, al sentirse exentos de

responsabilidad, se convirtieron en otras personas, como detalle en un artículo

anterior en el que explicaba porque existen grupos violentos.

La mayor parte de los voluntarios aceptaron su rol y fueron fieles a la

ideología del grupo. Además, se produjo un fenómeno colectivo de

desindividualización. Las opiniones y actuaciones de los individuos se polarizaron

en los “estereotipos” de comportamientos que tenemos asociados a esos roles:

cualquier atisbo de individualismo era eliminado por el propio sistema. La

desindividualización y despersonalización se produjo mucho más rápido y en un

grado mayor de lo esperado.

Los voluntarios no se cuestionaron lo que estaba bien o mal: los guardas se

volvieron obedientes y los presos sumisos. La obediencia se convirtió en un

determinante para la conducta de todos. Tras la rebelión de los presos, los guardas

respondieron a la violencia con violencia. El abuso de poder de los guardas

aumentaba cuanto más se identificaban con su rol; se volvieron imaginativos en el

uso de los castigos y algunos llegaron a ser sádicos. En su mayoría, no sentían


40

remordimientos o culpa; cumplían con su trabajo, con las órdenes de mantener

bajo control a los presos.

Los reclusos se volvieron sumisos y aceptaron un tratamiento denigrante.

Discriminaron a los alborotadores del grupo y acataron las órdenes de los guardas,

aunque esto implicara humillar a sus compañeros. Las diversas estrategias que los

guardias utilizaron para enfrentar a los presos fueron efectivas: los reclusos

dejaron de solidarizarse con sus compañeros y la desconfianza se apoderó del

grupo.

Los guardas, en general, apoyaron el abuso de poder sin sentirse juzgados.

Hacían lo necesario para no ser discriminados por el resto. Sustituyeron la

moralidad y los principios por el sentido de pertenencia al grupo. Hubo muy

pocos que manifestasen su disconformidad con la ideología del grupo, y aunque la

declarasen, terminaban cumpliendo con las exigencias establecidas para no ser

discriminados o castigados por sus compañeros. Se creó un efecto de pertenencia

al grupo y la responsabilidad personal se perdió con ello. Un claro ejemplo de

presión grupal.

Por el contrario, los presos discriminaron a los alborotadores, abuchearon a

los héroes e incluso delataron a quienes no seguían las indicaciones de la mayoría.

Se volvieron pasivos y depresivos.


41

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