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Conflictos laborales: ejemplos y soluciones para la oficina

Pasamos una media de 38,5 horas a la semana en el trabajo según la última


Encuesta de Condiciones de Trabajo elaborada por el Instituto Nacional de
Estadística. Casi ocho horas de lunes a viernes dan para mucho y son más que
suficientes para que afloren conflictos en la empresa.

Como directivos o responsables de área no vamos a poder impedir que surjan


pequeñas disputas, debemos asumirlas como algo inherente a las relaciones
interpersonales que se dan en el ámbito empresarial.

Pero nuestra capacidad en la gestión de conflictos en los equipos va a


determinar que las desavenencias no se conviertan en problemas serios ni se
extiendan por la oficina. De hecho, los conflictos laborales son el tercer motivo de
las renuncias en las empresas y generan dos de cada diez despidos, según un
estudio del portal de empleo Trabajando.com.

Pero, ¿cómo atajar esos pequeños desencuentros en el lugar de trabajo? En


cuestión de conflictos laborales, ejemplos hay muy variados, pero veamos algunos
de los detonantes más habituales y mecanismos para ponerles freno.
Impuntualidad
¿Qué hacemos con ese trabajador que llega cinco o diez minutos tarde de forma
sistemática? La aceptación no es una opción, porque de este modo sólo
provocaremos que el resto de compañeros, ante la impunidad de esta falta, imite su
comportamiento convirtiendo un caso aislado en un auténtico problema laboral.

Este conflicto en el trabajo puede solventarse a través de la instalación de


sistemas de medición en la oficina y la implantación de una estrategia
positiva, como un sistema de bonos por puntualidad, de modo que los empleados
responsables vean premiada su profesionalidad.
Mentiras, rumores y comportamientos negativos

Obviamente, la clave para evitar este problema reside en desarrollar un proceso


de selección de personal de calidad, prescindiendo de aquellos candidatos que
pueden influir negativamente en el ambiente laboral.

Pero si ya contamos con algún empleado que no para de quejarse, criticar a sus
compañeros, extender rumores o inventar historias para justificar su falta de
productividad, nuestra mejor baza para superar el conflicto laboral es mantener un
encuentro con la persona en cuestión, ejerciendo un liderazgo motivacional
que provoque un cambio de actitud y, por ende, mejore el clima en el trabajo.
Un problema de ruido
Cuando los empleados no cuentan con despacho propio y trabajan codo con codo
en una misma sala, el volumen de una radio, estridentes charlas entre compañeros
o conversaciones telefónicas con un tono de voz excesivamente alto pueden
molestar al resto de miembros presentes, generando desconcentración, falta
de productividad y estado de crispación en el equipo.

Estas consecuencias en el rendimiento laboral pueden evitarse mediante la


elaboración de un código de conducta en la oficina, un compendio de reglas que
regulen la convivencia en la oficina, como usar auriculares para escuchar música,
trasladar las charlas a las zonas comunes o definir un lugar para las reuniones de
trabajo.

Dar a conocer estas pautas de comportamiento cívico será importante si


queremos que los empleados sean conscientes de las mismas y no está de más
colgar carteles recordatorios en lugares visibles con las prácticas más
habituales.
Cuando la jornada laboral se pasa en la red

Hoy día, no debemos prohibir el uso de las redes sociales ni internet, puesto
que se han convertido en una herramienta de interactuación y búsqueda de
información fundamental.

Ahora bien, si los empleados dedican su tiempo a chatear y publicar post y tweets
o navegar por páginas que nada tienen que ver con su trabajo, debemos intervenir.

¿Cómo? Fijar objetivos e implantar una evaluación del desempeño que


determine la consecución de las metas de cada puesto nos permitirá conocer si el
trabajador está invirtiendo su jornada laboral adecuadamente.

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