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Resumen Capitulo Uno y Dos Fundamentacion Metafisica De Las

Costumbres

Fundamentación metafísica de las costumbres.

Capitulo Uno.

Tránsito del conocimiento moral, vulgar de la razón al conocimiento filosófico.

La buena voluntad es lo único que se puede considerar como bueno, si bien las virtudes
bien encaminadas se convertirán en acciones que se interpreten como buenas la primera
máxima de bien será la voluntad bien encaminada.

La buena voluntad es buena no por el fin por el que se realice ni por el motivo que induce a
realizarla si no que es buena en si misma, mientras que en el pensamiento se torne contrario
otorgar a la voluntad como directora de ella a la razón, por que esta tal vez aleje a la
persona de su felicidad.

El destino final de la razón debe ser producir una voluntad buena en las personas, la
voluntad ha de ser el bien máximo, que ha de ser considerado como el deber y que las
acciones se deben hacer conforme al deber y por el deber no por una interpretación egoísta
de las cuestiones.

Conservar la vida conformemente al deber y no por el deber, esto no tiene contenido moral
pues vivir de conformidad al deber no tiene nada que ver con el deber, y vivir cuando ya no
se tiene razón para vivir y se vive solo por deber he aquí que el valor moral se encierra en
esta acción.

El hacer el bien no por inclinación


si no por deber, y el procurar la felicidad por el mismo medio encierran un verdadero valor
mora, por lo que toda acción realizada a efecto de el deber tiene y encierra un valor moral,
el deber es la necesidad de una acción por respeto a la ley, es decir que la representación de
la ley en si misma es el fundamento determinante de la voluntad.

La razón humana vulgar se ve empujada no por necesidad alguna de especulación si no por


motivos prácticos a salir de su círculo y dar un paso dentro del campo de la filosofía
practica, para recibir enseñanzas del origen de si principio y recibir la determinación del
mismo.

Capitulo Dos

Tránsito de la filosofía moral popular a la metafísica de las costumbres.

En realidad para concluir que una acción se realizo por respeto al deber o por el deber pues
aunque se realice un examen muy detallado no se puede determinar que esta acción se
realiza por deber.
No hay ningún verdadero principio supremo de la moralidad que no haya o deba descansar
en la razón pura de las personas. Los conceptos morales tienen su asiento y su origen en la
razón humana más vulgar.

Para derivar las acciones de las leyes se exige razón, por lo tanto voluntad no es otra cosa
que razón practica por medio de la cual las acciones van guiadas
por la razón y de acuerdo a ala voluntad obtienen ese grado de valor mora sin el cual no se
considerarían acciones realizadas por el deber, lo que conlleva ala interpretación de un
principio objetivo, que se convierte en un constrictivo para la voluntad que se llama
mandato y la formula del mandato será un imperativo.

Los imperativos se expresan por medio de un deber ser, el imperativo dice que la acción es
buena y el sujeto la realiza aun cuando sabe que esta no es buena, el imperativo hipotético
dice, las accione son buenas solo cuando se consigue algo posible o tienen un propósito
real.

El imperativo categórico que se refiere no a la materia de la acción o a lo que derivara de


ella si no que se refiere ala forma y al principio donde sucede la acción, y lo bueno que
conlleva dentro de ella, este imperativo se puede llamar el imperativo de la moralidad.

La voluntad es absolutamente buena cuando no puede ser mala y por lo tanto cuando su
máxima se convierte en universal esta no debe ni se podrá contradecir esta por lo tanto será
su ley suprema, obra por una máxima que al final se pueda convertir a una universalidad, y
el imperativo categórico diría, obra de acuerdo a máximas que se tomen por objeto a si
mismas, como leyes universales.

La Autonomía de la
Voluntad como Principio Supremo de la Moralidad.

La autonomía de la voluntad es la constitución de la voluntad, por la cual es ella para sí


misma una ley. El principio de la autonomía es, pues, no elegir de otro modo sino de éste:
que las máximas de la elección, en el querer mismo, sean al mismo tiempo incluidas como
ley universal.

La heteronomía de la voluntad como origen de todos los principios ilegítimos de la


moralidad

Cuando la voluntad busca la ley, que debe determinarla, en algún otro punto que no en la
aptitud de sus máximas para su propia legislación universal y, por tanto, cuando sale de sí
misma a buscar esa ley en la constitución de alguno de sus objetos, entonces produce
siempre heterónoma.

División de todos los principios posibles de la moralidad, según el supuesto concepto


fundamental de la heteronomía

Todos los principios que pueden adoptarse desde este punto de vista son, o empíricos, o
racionales. Los primeros, derivados del principio de la felicidad, se asientan en el
sentimiento físico o en el sentimiento moral; los segundos, derivados del principio de la
perfección, se asientan, o en el concepto racional de la misma, como efecto posible, o en el
concepto de una perfección independiente como causa determinante de nuestra volunta

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