Está en la página 1de 3

Primer Parcial Domiciliario de Teóricos

Asignatura: Ética - Turno Mañana

Docentes: Gabriel D’lorio y Virginia Cano

Docente de Prácticos: Milton Abellón

Estudiante: Matías Gabriel Courau

D.N.I: 42.341.636

Correo Electrónico: mat.courau@gmail.com


Kant en el capítulo 2 de su libro La Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres,
introduce la noción de imperativos. Estos son representaciones de principios objetivos en
tanto son constrictivos para la voluntad, también dicen qué acción posible para uno es buena y
representa la regla práctica en relación con una voluntad que no realiza una acción solo por el
hecho de que es buena, sino porque es el deber. Cuando estos imperativos representan una
acción en sí misma como objetivamente necesaria, van a mandar de manera categórica. Este
imperativo categórico no refiere a la materia de la acción ni a su resultado, en cambio, refiere
a la forma y al principio que esta sigue y lo esencialmente bueno de una acción consiste en la
convicción que esta conlleva, más allá del éxito de la misma
Cuando pensamos un imperativo categórico ya conocemos su contenido, gracias a que solo
posee la necesidad de la máxima de ser conforme a la ley. Por esto el imperativo categórico es
único y Kant lo enuncia como “Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo que se vuelva ley universal”1 mediante este único imperativo, se pueden derivar todos
los imperativos del deber y así mostrar lo que pensamos al pensar al deber y a qué se refiere
este concepto. Por ejemplo el imperativo práctico, que se encuentra dentro de los principios
prácticos, explica que todo ser racional existe como fin en sí mismo y no como medio. En
todas sus acciones el ser racional, tanto él mismo como los otros, deben ser considerados
siempre como fin.
Debido a las inclinaciones el valor de todos los objetos que obtenemos por medio de nuestras
acciones es siempre condicionado, entonces no podemos establecer un principio práctico
supremo. Para poder establecerlo y a su vez establecer un imperativo categórico con respecto
a la voluntad humana se debe constituir un principio objetivo de la voluntad que pueda servir
como ley práctica universal. El fundamento de ese principio será: La naturaleza racional
existe como fin en sí mismo. Así se representa la propia existencia del hombre y esta como
principio subjetivo de las acciones humanas. De este principio objetivo se pueden derivar
todas las leyes de voluntad, y su imperativo categórico será: “Obra de tal modo que uses la
humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al
mismo tiempo y nunca solamente como un medio.”2 Este principio es universal y no tiene
representada la humanidad como fin subjetivo del hombre, sino como fin objetivo que pone
como ley suprema la condición limitativa de todos los fines subjetivos. Para Kant el
fundamento de toda legislación práctica se halla en la regla y en la forma de la universalidad

1 Kant, Immanuel, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Eudeba, Buenos Aires, 1998,
Pág. 63
2 Kant, Immanuel, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Eudeba, Buenos Aires, 1998
Pág. 74
que la capacita para ser ley, además el sujeto de todos los fines es todo ser racional en sí
mismo.3 Según el tercer principio práctico de la voluntad se rechazan todas las máximas que
no concuerdan con la propia legislación universal de la voluntad. Entonces esta no está
sometida exclusivamente a la ley, sino que se puede considerar que se legisla a sí misma. En
base a esto se desarrolla una nueva fórmula del principio, la idea de la voluntad de los seres
racionales como voluntad legisladora universal.
Este concepto de que todo ser racional debe considerarse por todas las máximas de su
voluntad como universalmente legislador conduce a un concepto de reino de fines. Donde
todos los seres racionales son sujetos a la ley de que cada uno debe tratarse, tanto a sí mismo
como a los demás, como fines y no medios. Además en este reino todo tiene un precio o
dignidad, lo que tiene precio puede sustituirse por alguna equivalencia, en cambio lo que tiene
dignidad se halla por encima de todo precio.
Los seres racionales pertenecen al reino como miembros cuando son legisladores universales
sujetos por leyes, cuando legislan de esta manera sin someterse a la voluntad de otro
pertenecen como jefes. Por esto la moralidad consiste en las relaciones de cualquier acción
con la legislación que hace posible este reino de fines. Esa legislación tiene que estar en todo
ser racional, es decir, debe ser universal y tiene que poder originarse a partir de su voluntad, el
principio de esta legislación siendo; no hacer ninguna acción cuya máxima no pueda ser
universal y, por lo tanto, que la voluntad no pueda considerarse como universalmente
legisladora. Si las máximas no son por su naturaleza necesariamente acordes con ese
principio objetivo, entonces la necesidad de la acción se llama constricción práctica, es decir,
el deber. Este no se apoya en inclinaciones, sino en la relación de los seres racionales, en
donde la voluntad de un ser racional tiene que considerarse siempre como legisladora, sino no
podría pensarse como fin en sí mismo dentro del reino.
Las formulaciones del imperativo categórico y la moralidad están intrínsecamente vinculadas,
ya que ambas son propias de los seres racionales y deben ser necesariamente universales. A su
vez, sin moralidad los seres racionales no podrían participar del reino de los fines ya que no se
podrían considerar a sí mismos como fines y se verían únicamente como medios

3 Kant, Immanuel, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, Eudeba, Buenos Aires, 1998,
Pág 76

También podría gustarte