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UNIVERSIDAD DE CUNDINAMARCA

TRANSVERSAL HUMANIDADES
COMUNICACIÓN II 
PROFESOR: YUBERNEY SÁNCHEZ PARRA
NOMBRE DEL ESTUDIANTE: MIGUEL ÁNGEL AYALA DOMÍNGUEZ

Lenguaje no sexista desde una perspectiva Kantiana.

El cotidiano uso indebido del lenguaje es un triste reflejo de la sociedad en la que nos
encontramos, una sociedad que normalizó el maltrato desde hace tanto tiempo que el propio
lenguaje adoptó características en donde se fomenta un desprestigio hacia la mujer o hacia
cualquier otro individuo con diversidad de pensamiento sobre su género, esta problemática
generó en aquella población de personas la necesidad de corregir de cualquier forma esa
lengua española con matices opresivos, lo que dio lugar a las modificaciones gramaticales
con caracteres tales como (x, @, e) para evitar dar un género a los individuos de una
población, sin conocer sus verdaderas inclinaciones, esto nos conduce a la siguiente
pregunta: ¿se deberá entonces considerar como imperativo de habilidad aquel uso no
sexista del lenguaje?
Considerando entonces la pregunta problema, la respuesta es que el uso de un lenguaje no
sexista, en principio si es un imperativo de habilidad. Se debe tener en cuenta que este
lenguaje no solo está apelando a un cambio gramatical, sino también a un cambio de
pensamiento y por ende una corrección de la forma en que nos expresamos hacia otras
personas, por estos motivos, al estar buscando un fin que justifique esas acciones, se puede
decir que existe un imperativo hipotético o de habilidad.
Kant postula que: “los imperativos tienen como fundamento un principio racional práctico
de la voluntad cuya acción busca ser buena, por lo tanto, si la acción es buena como medio,
el imperativo es hipotético; si la acción es buena por sí misma, el imperativo es categórico.”
(p.29). por consiguiente, realizar una acción como medio para alcanzar un determinado fin
es lo que se conoce como imperativo de habilidad porque se encuentra condicionado, es
hipotético y únicamente es bueno cuando está en función de un objetivo.
Si se entiende que los colectivos que buscan corregir el lenguaje para evitar una postura
machista e invisibilizante sobre él, entonces es allí donde se puede identificar la razón que
impera en la voluntad de aquellos que buscan el cambio. De esta forma se hace posible
encontrar el fin que mueve la necesidad de una transformación que es buena y por lo tanto
busca el bien común.
Sin embargo, este cambio en el lenguaje es una acción condicionada, subjetiva y
heterónoma, por lo tanto, está sometida a un poder externo que puede ser visto de buena o
mala manera conforme al individuo, además la máxima de este acto no puede ser universal
por no ser autónoma y tampoco proveniente de las leyes de la razón práctica, este postulado
permite que pueda existir una inclinación egoísta como a su vez intereses personales.
¿De alguna manera podrá ser el uso del lenguaje no sexista un imperativo categórico? Este
tipo de lenguaje inclusivo pretende ser una acción buena a la hora de defender los derechos
de las personas que han vivido marginadas tanto por el sistema, como por un lenguaje
sutilmente agresivo; pero se debe recordar que lo que determina si una acción es moral o
no, nunca son las consecuencias o resultados de los actos. El valor moral de una acción
recae únicamente en la máxima por la cual se ejecutó. Esto permite ver tres tipos de actos:
los que están en contra del deber, los que están hechos conforme al deber y finalmente los
actos hechos por deber; de aquí es de donde se puede apreciar que existen actos que,
aunque aparentan ser buenos, no son provenientes de la buena voluntad, aquella que actúa
por deber.
Sin embargo, Kant más explícitamente menciona que: “El imperativo categórico que, sin
referencia a propósito alguno, es decir, sin ningún otro fin, declara la acción objetivamente
necesaria en sí, tiene el valor de un principio apodíctico-práctico.” (p.29). Lo que abriría la
siguiente posibilidad: cuando un individuo decida hacer uso de un lenguaje inclusivo bajo
ese principio apodíctico-práctico, bajo una voluntad autónoma y libre, solo entonces estaría
actuando conforme a las características de un imperativo categórico, sin importar el fin o
consecuencia que tenga dicho acto, lo único relevante, y lo que en definitiva haría moral a
la acción es que su máxima pueda ser universal y no genere contradicciones lógicas.
En conclusión, el uso de un lenguaje no sexista puede ser un acto que se ejecute conforme
al deber, o por deber. Justo aquí es donde se sintetiza si el hecho de hablar y expresarse de
una forma no sexista o inclusiva, es o no es, un imperativo de habilidad. En analogía con un
caso que plantea Kant, refiriéndose a los preceptos de un médico y un envenenador los
cuales seguramente tienen el mismo valor, en cuanto a que cada uno actúa conforme a su
propósito; así mismo, quien habla de forma inclusiva tiene el fin de cambiar el lenguaje
para que nadie se sienta excluido, y quien no habla de forma inclusiva supone defender la
economía del lenguaje como también su gramática o incluso desconoce la existencia de esta
dicotomía, con esta visión es claro que se esta frente a imperativos de habilidad; pero la
percepción cambia cuando se actúa conforme a una máxima apodíctica la cual redefine el
acto como una acción objetivamente buena. Finalmente, y en consideración de la filosofía
moderna ¿será inmoral hablar de forma no inclusiva? Con el planteamiento anteriormente
expuesto, probablemente nuestra lengua nos hace cómplices de una inferiorización de los
pensamientos y definiciones propias del ser que cada individuo asimila.
Bibliografía:
Kant, Immanuel. 1923. Fundamentación Metafísica de las Costumbres. Madrid: Pedro M.
Rosario. 16/10/2020. Recuperado de: 
https://pmrb.net/books/kantfund/fund_metaf_costumbres_vD.pdf  

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