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Autores:
Araujo Zulay
C.I: 7.859.304
Landaeta Yony
C.I:16.587.886
Pernalete Neivi.
C.I: 7.858.714
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CARACTERIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN EN LATINOAMERICA
ii
INDICE GENERAL
p.p
INDICE
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
iii
Autores: Araujo Zulay, Landaeta Yony, Pernalete Neivi. Profesora: Soc.
Sulima Bracho. Caracterización de la Educación en Latinoamérica.
Universidad Nacional Experimental “Rafael María Baralt”. Programa
Educación. Ciudad Ojeda, 2018.
RESUMEN
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INTRODUCCION
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CAPÍTULO I
2
Edificios deteriorados
Carencia de laboratorios
Equipos anticuados
Materiales de instrucción obsoletos
Insuficiente capacitación y dedicación de los profesores
Educación universitaria gratuita (subvención a la clase pudiente)
Poco interés en el manejo del idioma de la ciencia
Sobran psicólogos y faltan ingenieros
Las universidades son poco eficientes
En resumen, si deseamos mejorar la educación, la economía y la
productividad, deberemos invertir más en educación, ciencia y tecnología para
tener una población capaz de producir bienes industriales sofisticados,
servicios y fabricar productos de la economía del conocimiento.
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Entre otras propuestas que se han consolidado y avanzado
gradualmente, testigos vivos de que el “paradigma emancipador para América
Latina” tiene un pie en la educación, camino de transformación cultural en el
continente.Todas estas experiencias reflejan un momento muy especial en la
lucha latinoamericana, donde el: cambio en ese panorama no es,
evidentemente, un problema estrictamente pedagógico.
Los términos del debate sólo pudieron ser modificados con la alteración
de la correlación de fuerzas sociales. Delante de los desafíos de las luchas
anti neoliberales, los movimientos localizaron la formación política (la
educación como hegemonía) en el andar superior de la agenda política,
restableciendo, gradualmente, con avances y retrocesos, los nexos entre
educación, capitalismo y clase. (Leher, 2007, p. 22)
El planteamiento de Leher resalta la problemática de la hegemonía
presente en América Latina. Una reflexión política fundamental para pensar la
profundización de la democracia en el continente es comprender que la
dimensión de la hegemonía pertenece a una cuestión político-cultural, no
restringiéndose a los espacios políticos institucionalizados, como el Estado.
En este sentido, la acción político-educativa de los movimientos sociales
puede contribuir en la construcción de una nueva episteme (Leher, 2007) que
rompa con la lógica de la política neoliberal, por medio de una “batalla de las
ideas” (Anderson, 2003), donde se origine un conocimiento crítico, demarcador
y recuperador de conceptos esenciales, a propósito de Poder Popular, que
orienten la lucha política de estos movimientos sociales rumbo a una praxis
libertaria y emancipatoria.
Por tal razón, lo expresado hasta el momento sugiere reflexionar desde
el siguiente prisma: de la articulación existente entre la emergencia de una
educación libertaria mediada por pedagogías alternativas como camino de
activación del Poder Popular. Es determinante señalar que dos de los
representantes de la ilustración latinoamericana, Simón Rodríguez y José
Martí, defendían la construcción de un proyecto educativo como estrategia
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política, dónde la educación era concebida como general y popular. Para
ambos, la educación era la precursora de un pueblo libre, una vez que
propiciaba la libertad del pensamiento y la capacidad de generar ideas.
Tomando por referente histórico-temporal el final del siglo XX y la primera
década del actual siglo, Barbosa (2011), concibe el hecho de la acción política
como el protagonista para la consolidación de estrategias que aspiren cambios
profundos, reconociendo a la Educación como uno de los principales
instrumentos de ruptura con la lógica excluyente y deshumanizadora del
capital. Muchos investigadores, considera la autora citada, destacan tal
potencialidad en la praxis política de los movimientos sociales: Zibechi (2008),
al analizar los movimientos sociales como espacios educativos; Leher (2007),
al proponer la Educación Popular como estrategia política de los movimientos
sociales en la región.
Las verdaderas repúblicas se construirían bajo un igualitarismo político
entre hombres y mujeres, hecho que sólo sería posible con la ampliación del
derecho a la educación. Pero no una educación instructiva, sino que
emancipatoria. Además, comulgan con el legado de Paulo Freire donde la
Educación posee una dimensión filosófica y política cuando asume un
potencial libertador y es dotada de una función socio-política orientada a la
construcción de la autonomía y emancipación humanas.
Recordemos que, para Freire, la educación constituye un camino en el
proceso de liberación de los pueblos. En este sentido, el educador brasileño
creía en la necesidad de una transformación social profunda para que se
abra camino a los cambios necesarios a la educación latinoamericana. El
transcurso del cambio posee un matiz político, una vez que Freire “rescata
la política como elemento más dinámico de la cultura”, esta entendida como
eje fundamental en el proceso de vinculación dialógica entre culturas
(Puiggrós, 2005, p.25).
El carácter político conferido a la educación se vincula al
entendimiento de la generación de una cultura emancipatoria construida
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entre los sujetos políticos partícipes en este proceso, en el caso, los
movimientos populares, campesinos, indígenas, entre otros que ejercían la
praxis de la Educación Popular como camino de resistencia y lucha rumbo
a procesos de liberación. En este sentido, puntualizo mi argumento que
siempre he sostenido con respecto a la educación afirmando que, entre las
acciones de resistencia propia de estos movimientos, la educación
constituye un elemento valioso en la lucha por la emancipación política y
cultural de los pueblos de América Latina.
Un mirar panorámico sobre el continente nos permite visualizar los
indicios de un proyecto emancipador y que prima por el fortalecimiento del
Poder Popular, vinculado a un papel político conferido a la educación,
manifiestos en:
Las primeras campañas de alfabetización cubana en los años 50 del
siglo XX.
La experiencia de educación popular de Nicaragua, fruto de la
Revolución Sandinista.
La trayectoria del Sector de Educación del MST.
La propuesta de creación de la Universidad del Sur.
Las experiencias de las Universidades Interculturales Indígenas en
Ecuador, Bolivia, Colombia y México.
La expresiva experiencia del Método Cubano de Alfabetización, “Sí, ¡Yo
Puedo!”.
La creación de las Escuelas Rebeldes Autónomas Zapatistas.
El Instituto Agroecológico Latinoamericano de Estudios Campesinos,
Indígenas y Afro - descendientes – IALA, articulado por la Vía Campesina en
Venezuela.
Las experiencias de la Misión Robinson y Sucre, igualmente en territorio
venezolano; la creación de la Universidad de las Madres de la Plaza de Mayo.
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La experiencia pedagógica de los Círculos de Autoeducación Docente,
en Perú.
Podemos analizar los puntos tratados anteriormente, que en la educación
Latinoamericana no se establece como una educación buena, aunque los
gobiernos le han dedicado esfuerzos económicos y sociales para que exista
una magnifica educación, pero si esta sigue tratándose como una dependencia
política sin apartarse de ella, se seguirá obteniendo esa referencia que se tiene
de no muy buena.
Esto es debido a que se debe tomar consciencia que la educación como
lo dice Paulo Freire “la educación constituye un camino en el proceso de
liberación de los pueblos”. Para nuestro pensar debe de existir un cambio
ideológico con respecto a la educación ya que es un sistema netamente
importante para tener individuos capaces de producir bienes industriales,
servicios y fabricar productos económicos del conocimiento.
Si no se logra cambiar siempre obtendremos lo que se muestra en la
actualidad una crisis que se genera producto de: Baja inversiones en la
educación, edificios deteriorados, carencias de laboratorios, equipos
anticuados, insuficiente capacitación y dedicación a los profesores, entre otras.
Es por consiguiente que se debe mejorar la educación, la economía y
productividad, invirtiendo más en educación, tecnología y ciencia; sin pensar
en una educación instructiva que transforma con ella a los individuos para su
conveniencia y creando sujetos marginados y alienados a un pensamiento
político convenible a un grupo de interés. Ha llegado el tiempo de enseñar a
las gentes a vivir, para que hagan bien lo que han de hacer mal, sin que se
pueda remediar.
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b. Estudios comparativos de variables socioeconómicos, político y
cultural en relación de la educación latinoamericana (pobreza crítica,
desnutrición, marginalidad, morbilidad, analfabetismo y exclusión).
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La prioridad otorgada a la educación corresponde un reclamo
permanente de la sociedad. Al mismo tiempo, la sociedad confía a la escuela
el fortalecimiento de valores éticos y cívicos que garantizan la convivencia
armónica. Por lo tanto, la educación en Latinoamérica está vinculada a
consideraciones de carácter económico, requerimientos mínimos de nutrición,
factores de desarrollo humano tales como escolarización, acceso a la cultura
y alfabetismo. Ante este escenario surge la siguiente cuestión: ¿hemos de
ubicar la carencia de educación como una consecuencia de ser pobre? ¿O
como una causa? ¿El no educado será pobre mientras no se eduque?
Es frecuente encontrar el uso del término desigualdad se trata, sin
embargo, de un concepto diferente, pues caracteriza la situación económica
y/o social asimétrica entre clases, grupos, sectores o personas. También se
usa el término marginalidad, referente a la situación de los grupos sociales en
relación con el disfrute, la participación; el concepto de igualdad de
oportunidades de los diferentes sectores y grupos sociales.
En años recientes se ha incorporado el uso del término exclusión para
especificar mejor las consecuencias. Se trata de un concepto donde la
sociedad excluye a algunos individuos, les impide el acceso a las
oportunidades. Entonces, se trata de reestructurar la educación no sólo en
Latinoamérica, sino en el mundo entero; esta implica cambios no sólo en el
modo en el que se financia, sino también en la lógica que guía las actividades
académicas y no académicas.
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Es necesario reflexionar sobre lo que ha significado para la formación
continuo civilizador que une la Grecia clásica a la Europa moderna, versión
naturalizada e interiorizada por los sistemas de socialización con los cuales
cuenta la Colonialidad del poder. Wallerstein comenta sobre cómo las ciencias
sociales han contribuido a la perpetuación de ese mito, reproduciendo la
noción según la cual la Antigüedad clásica representa la aurora de la sociedad
moderna como "etapa inicial de un único proceso histórico continuo que
culminaba en la civilización 'occidental' moderna y por lo tanto era visto como
parte de una saga singular.
En América, las poblaciones colonizadas supieron producir una cultura
que se apropió del lenguaje de los colonizadores y lo transformó, produciendo,
de esta manera, expresiones que si ya no representaban la cultura originaria
en su pureza, tampoco podían ser reconocidas por los colonizadores como
suyas. El intento de pensar la educación a partir de América Latina tiene como
varios tipos que deben ser, estas sí, comprendidas, teorizadas, historiadas, y
de las que el(la) investigador(a) no puede prescindir. Simón Bolívar creó los
elementos que componen la categoría Nuestra América.
No utilizó precisamente esta expresión sino su significado. Bolívar
mencionaba la "base fundamental" del conjunto de "Repúblicas americanas de
habla española. La historia la escriben los vencedores; sin embargo, está
hecha por todos", afirma Cerutti (1991), quien también sostiene que la entrada
de los pueblos originarios de América en la historia mundial fue forzada y se
dio a pesar de la resistencia de los mismos. Considerados pueblos sin historia.
Educación siempre han estado vinculadas en la historia de "América".
Varios de entre los más grandes pensadores y realizadores de las luchas
políticas y los movimientos sociales más representativos de las
necesidades y de los anhelos de los pueblos colonizados, en la búsqueda
de autonomía y soberanía, han tenido presente que la educación,
principalmente la educación escolar, es un elemento primordial en la tarea
de construir "otro mundo posible".
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d. Proceso de Globalización y de integración
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de que las políticas educacionales se conviertan en prácticas efectivamente
desarrolladas en las escuelas y las aulas.
La globalidad es un problema ineludible de la vida contemporánea. Este
proceso que abarca como hemos visto, todos los aspectos de la vida social
contemporánea, en donde la economía, la política, la cultura, se ve reflejada
en la conciencia social, la forma en que la gente concibe al mundo, tanto su
mundo local como el mundo en su totalidad está sufriendo un cambio
considerable.
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CAPÍTULO II
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São Paulo a fines de los 80), las campañas de alfabetización de Cuba y
Nicaragua, la educación popular en El Salvador durante la guerra y en los
campos de refugiados salvadoreños y guatemaltecos en Costa Rica y México.
Desde el punto de vista cuantitativo, hacia la década de 1980 los
sistemas escolares y las universidades de la región tenían un funcionamiento
relativamente constante. Sus ritmos de desarrollo eran insuficientes pero
permanentes. Simón Romero Lozano, demuestra que:
El 43% de la población latinoamericana de 15 años y más era
analfabeta absoluta en 1950, tasa que en 1970 había descendido al 27% y en
1985 al 17%.
En 1950 sólo 2 países sobrepasaban el 80% de escolarización del nivel
primario de niños de 7 a 12 años y la mayoría no alcanzaba el 60%.
Pero en 1985 prácticamente la totalidad de los sistemas se encontraba
en condiciones de incorporar el 100% de ese grupo de edad.
La educación media y superior fueron las que más se expandieron.
En 1950 sólo 3 países habían superado el 15% de la población
alcanzada por enseñanza media y la mayoría estaba por debajo del 7%.
En 1985, la cobertura en la región fue del 52%.
En cuanto a la educación superior, en 1950 sólo 1 país había logrado
incorporar el 10% de la población entre 19 y 22 años, 1 país el 8% y la mayoría
estaba bajo el 4%.
Pero en 1990, la tasa en América Latina sobrepasó el 27%.
La tasa de escolarización para el nivel medio, entre 1980-1991 pasó del
33,4 al 53,5%, y la del nivel superior pasó del 5,1 en 1980 al 10,6% en 1991.
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CONCLUSIÓN
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REFERENCIAS
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