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Derecho Aeronáutico y su Importancia

El Derecho Aeronáutico podemos calificarlo de una relativa modernidad, para


entender su complejidad debemos indagar en su base, la cual no es otra que el
concepto más básico y del cual nacen muchas ramas del Derecho, la propiedad, y
más concretamente, la propiedad del aire, por consiguiente, debemos remontarnos
al clásico Derecho Romano, momento en el que surgieron los primeros problemas
jurídicos en torno al espacio aéreo. Los juristas romanos fueron los primeros en
darse cuenta de que, no sólo la tierra presentaba conflicto de intereses entre las
personas, sino que, en algunas ocasiones, las perturbaciones llegaban con
elementos procedentes del aire.

El Derecho Aeronáutico ha estado, desde su nacimiento, en continua evolución


debido a dos grandes factores que han obligado al legislador a adaptarse estos
cambios. Por un lado, los dos grandes conflictos internacionales que supusieron
las dos Grandes Guerras, han favorecido el desarrollo de la industria aeronáutica,
apenas regulada. Por otro lado, los Estados han mostrado una tendencia paulatina
a la homogeneización de las normas nacionales a través de la creación de
Organizaciones Internacionales con potestad legisladora.

Para el profesor Antonio Ambrosini, autor del libro Instituciones de Derecho


Aeronáutico, lo define como aquella rama del Derecho que estudia todos los
factores esenciales a la navegación aérea, es decir: el ambiente (atmósfera y
superficie) en el que se organiza y desenvuelve, el medio (aeronave) con el que se
actúa, y todas las relaciones jurídicas públicas y privadas, nacionales e
internacionales a las cuales da lugar.

Para el doctor Luís Tapia Salinas, autor del libro Curso de Derecho Aeronáutico, el
Derecho Aeronáutico se entiende de una manera más amplia como “aquel
conjunto de normas que se refieren a la navegación aérea y problemas con ella
relacionados”.

Por consiguiente, se puede aseverar que el Derecho Aeronáutico es el conjunto


de principios y normas, de Derecho Público y Privado, de orden interno e
internacional, que rigen las instituciones y relaciones jurídicas nacidas de la
actividad aeronáutica o modificadas por ella.

Por tanto se puede deducir que el Derecho Aeronáutico no es una materia de fácil
estudio, debido a la gran cantidad de avances y cambios en la regulación que han
tenido lugar en apenas un siglo. Lo que sí está claro es que, tras la II Guerra
Mundial, se hizo patente la necesidad de una Regulación Aérea Común. Cada vez
era más notorio que el sector aeronáutico iba a jugar un papel primordial en la
industria del transporte, tanto de mercancías como de personas, y, por ende, en la
economía de todas las naciones.

Las fronteras geográficas entre Estados pasaron a ser la única barrera de los
aviones, por lo que, como hemos visto, las primeras Convenciones estaban
dirigidas, principalmente, a perfilar el principio de libertad de sobrevuelo inocente
por territorio extranjero. Una vez superado la antigua visión de soberanía total
sobre el Espacio Aéreo Nacional, los Estados se han centrado en cuestiones más
concretas en los posteriores Convenios.

Sin duda, el papel clave en la regulación aérea lo han representado las


Organizaciones Internacionales, surgidas, evidentemente, de la necesidad de un
estudio intensivo de la materia por expertos ad hoc.

El cambio más drástico llegó, en la Conferencia de Chicago, con el Nacimiento de


la OACI, puesto que cualquier Estado podía llegar a ser miembro, y sus directrices
son aplicables incluso a situaciones en las que están implicados Estados No
Miembros. La OACI se ha encargado, desde entonces, de velar por el
cumplimiento de los principios contenidos en el Convenio de Chicago, aún vigente
en nuestros días. Un punto clave, en este sentido, es la obligatoriedad de todos
los Estados de incluir, en su normativa nacional, las directrices y recomendaciones
de este órgano de las Naciones Unidas.

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