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Hattie y Marzano
Prácticas que funcionan
Robert Marzano y John Hattie son dos de los principales promotores de la enseñanza basada
en evidencias. Cada uno, junto con su equipo de investigadores, han venido realizando
importantes trabajos de revisión de estudios para “poner algo de luz” sobre lo que funciona
en educación. Pese a utilizar metodologías de trabajo diferentes, han llegado a las mismas
conclusiones. A continuación, vamos a hablar sobre 8 estrategias educativas efectivas que
ambos encontraron en sus trabajos de investigación.
Marzano encontró que iniciar la clase con una pregunta es una buena forma de conseguir la
atención del alumnado. Por ejemplo:
Por su lado, Hattie sugiere presentar las cuestiones de una forma algo distinta:
John Hattie no revisó el factor de “la enseñanza explícita” de forma aislada, pero encontró
que la instrucción directa era muy efectiva (ver entrada sobre esto). La instrucción directa
requiere enseñar de forma explícita y cuidadosamente secuenciada el currículo, además de ir
acompañada de tiempos de práctica progresiva.
Además, Hattie remarca el poder que tiene el darle a los alumnos “ejemplos resueltos”
cuando se están explicando los diferentes pasos de una tarea. Marzano también destaca la
importancia de dar ejemplos y no-ejemplos (semejanzas y diferencias) del concepto que estás
enseñando. Por ejemplo, cuando enseñes los números primos sería útil remarcar que el 2 es
un ejemplo de número primo, y que el 9, el 15 y el 21 no son ejemplos de números primos
(para evitar confusiones con los conceptos de par-impar).
Marzano también encontró en sus revisiones que puedes enseñar explícitamente niveles
profundos de conocimiento utilizando organizadores gráficos. Debes usarlos para enseñar
cómo diferentes ideas se relacionan entre sí (por ejemplo, para mostrar pasos a realizar,
relaciones de causa-efecto, jerarquías, listas, comparaciones, etc.)
En resumen, ni Hattie ni Marzano creen que enseñar bien sea solamente ponerse delante de
la clase a “repartir” conocimiento. Sin embargo, los dos están de acuerdo en que decirle a los
alumnos qué necesitan saber y enseñárselo son dos partes esenciales del aprendizaje.
Marzano y Hattie están de acuerdo con que esto se consigue haciendo que los alumnos vean
una relación entre lo que tú les enseñas por primera vez y lo que ellos ya saben sobre el tema.
Los alumnos necesitan “engancharse” al nuevo contenido tan pronto como sea posible. Esto
se puede conseguir añadiéndolo a lo que ya saben o utilizándolo para aclarar algunos
conceptos mal comprendido que mantienen.
Tus alumnos podrán entonces concretar con tu información de otra forma. Hattie habla sobre
el valor de que los alumnos tomen apuntes. Marzano también encontró que tomar apuntes y
trabajar con materiales manipulativos es importante. Además, encontró que el mero hecho
de pedirle a los alumnos que recuerden información que les acabas de enseñar tiene un
impacto sustancial en su grado de dominio final del contenido. Todas estas estrategias son
útiles, pero sólo sirven para que los alumnos conecten con el contenido a nivel superficial.
Robert Marzano también ha encontrado otras maneras de enganchar a los alumnos al nuevo
contenido y hacerles profundizar en su aprendizaje, como por ejemplo, utilizar analogías: “la
Carta Magna ofrece a los ciudadanos lo que un árbitro ofrece a un partido de fútbol.”
Robert Marzano indica que lo alumnos necesitan recibir feed-back mientras aún se
encuentran en disposición de mejorar (por ejemplo, antes de terminar una redacción
personal). John Hattie va un poco más allá, diciendo que los alumnos con dificultades
necesitan feed-back inmediato y que el resto de alumnos se adapta mejor al feedback
“retardado”. Esto nos viene a decir que diferentes tipos de alumnos necesitan diferentes tipos
de feedback (ver entrada sobre feed-back)
Siguiendo con este tema, Hattie subraya que el feed-back es un recurso de doble vía, donde
los resultados del alumno, también le dicen al profesor el grado en el que sus esfuerzos están
dando sus frutos. Cuando los profesores conciben el feed-back de esta forma, tiene incluso
un impacto mayor en el resultado de los alumnos.
Cuando Marzano estudió las claves para mejorar el vocabulario de los alumnos, encontró que
un factor crítico era el hecho de exponer a los alumnos a una misma palabra muchas veces.
Observó que, cuando dicha exposición iba acompañada de un comentario explícito sobre su
significado, el grado de adquisición de la palabra se multiplicaba por dos.
John Hattie profundiza en este tema y afirma que es muy importante utilizar técnicas como
el “ensayo” y la “revisión”. Con ensayo se refiere la idea de repasar y trabajar varias veces
el contenido hasta que os alumnos son capaces de recordarlo por sí solos, mientras que la
revisión hace referencia a volver a trabajar sobre contenidos ya asentados en lecciones
anteriores.
No obstante, Hattie advierte que la práctica sin feed-back puede ser peligrosa porque puede
llevar a los estudiantes a interiorizar algunas cosas de forma errónea.
La aplicación del conocimiento es un proceso deductivo donde los alumnos ponen en práctica
diferentes principios en un problema o contexto concreto. Marzano encontró que enseñar a
los alumnos a pensar deductivamente y darles una práctica guiada a la hora de hacer esto, les
ayuda a generalizar su aprendizaje más allá de un tema o una tarea en concreto.
Hattie confirma que los procesos deductivos (aplicar un principio general en una situación
concreta) es mucho más efectivo que la los procesos inductivos (pedirle a los alumnos que
descubran principios generales a partir de la observación de un caso específico).
También están de acuerdo que la competición intergrupal puede incrementar el efecto del
aprendizaje cooperativo.
Sin embargo, ni Marzano ni Hattie cree que el aprendizaje cooperativo debe reemplazar
completamente la instrucción a toda la clase ni las actividades de trabajo individual.
Hattie remarca cómo los alumnos necesitan que les enseñes datos y habilidades sobre un
tema en concreto, para que puedan hacer buenas aportaciones al trabajo de su equipo. SI los
alumnos no han adquirido suficientes conocimientos sobre un material, no pueden participar
activamente en tareas cooperativas.
Marzano añade que si los alumnos tienes que llegar a dominar una materia, deben tener
oportunidad de practicarlo de forma individual y recibir feed-back.
Hattie y Marzano han encontrado que la autoeficacia tiene un impacto sustancial en el logro
del alumno. Observaron que aquellos alumnos que “creían” que iban a aprender a dominar
las fracciones tenían mayor probabilidad de hacerlo, mientras que los alumnos que se
consideraban a sí mismos como malos lectores mostraban menor probabilidad de mejorar su
lectura.
Los trabajos de Marzano demuestran que puedes contribuir a mejorar la autoeficacia a través
del elogio, y a través de expresar tus creencias a tus alumnos de que lo van a conseguir. Sin
embargo, para ser efectivo, los elogios deben presentar las siguientes características:
Deben ser sinceros y reales: solo hay que darlos cuando los alumnos han tenido un
logro o progreso real.
Deben hacer referencia a éxitos concretos relacionados con las tareas.
Como indica Carol Dweck, si constantemente estás alabando al alumno por todo lo que hace,
acabarás promoviendo la mediocridad, y le estarás mandando el mensaje de que no crees que
pueda dar más de sí (ver entrada relacionada).
Hattie subraya el hecho de que existe una relación recíproca entre autoeficacia y logro
académico. Esto es, que si aumentamos los logros del alumno, aumenta su autoeficacia,
mientras que si aumentamos su autoeficacia, también aumentarán sus logros.