Nació en Monpellier (Francia), justo en el comienzo de la revolución francesa, influenciado por ella, la tecnología de la revolución industrial y la ciencia moderna; es considerado como el fundador del positivismo como tal. Estudió en la escuela politécnica de París y fue profesor de matemáticas. En el año 1822 surge como pensador independiente a través de su obra “Plano de los trabajos científicos necesarios para organizar a la sociedad”. Su obra más prominente fue “Curso de Filosofía Positiva” (1830-1842). Para Comte, el verdadero punto de partida de la filosofía es “la ley de los tres estado”, según la cual todas las ramas del conocimiento humano pasan por tres estados diferentes, a saber, el estado teológico o ficticio (aunque en la práctica es más bien un ‘Estado Religioso’ más que teológico), el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo. Estos tres estados representan tres métodos diferentes de realizar la indagación humana y tres sistemas de concepciones generales. En el estado teológico (Infancia de la humanidad), se indaga la naturaleza íntima de los seres y de las causas finales y se explican los hechos por la intervención directa y continua de agentes sobrenaturales, es decir, de un número más o menos grande de divinidades. También la autoridad política tiene su origen en la divinidad, de modo que a este estado le corresponde como forma de gobierno la monarquía. En el estado metafísico (adolescencia de la humanidad), la divinidad es sustituida por fuerzas abstractas, concebidas como capaces de generar los fenómenos observados, los cuales se explican asignando a cada uno de ellos la fuerza correspondiente (una fuerza química, vital, etcétera). Este estado surge de la disolución del anterior, pero no crea ningún tipo nuevo de organización social. Es la época del individualismo y del egoísmo que, según Comte, se expresan en política mediante el principio de la soberanía popular. El estado positivo (Madurez de la humanidad), el espíritu humano renuncia a buscar el origen y el destino del universo y las causas íntimas de los fenómenos y se limita a descubrir las leyes de los fenómenos mismos, es decir, de sus relaciones invariables de sucesión y semejanza. Por consiguiente, la ciencia positiva se limita a observar los hechos y a formular leyes, o sea, relaciones constantes entre los hechos mismos. Para Comte, el ejemplo más admirable de explicación positivista es la teoría de la gravitación de Newton, gracias a la cual ha sido posible abordar la inmensa variedad de los hechos astronómicos como un hecho solo y unificar todos los fenómenos físicos. Entre sus aportes pedagógicos podemos mencionar: El Positivismo, considerado como la filosofía basada en la experiencia, en la que todo debe estar demostrado empíricamente. Es un conocimiento de la realidad basado en la ciencia que busca el conocimiento científicamente válido. La clasificación de las ciencias, que indican el desarrollo de las matemáticas, astronomía, física, química, biología y sociología e indican también el orden lógico, de lo más abstracto a lo más concreto y complejo del saber humano. Su sistema positivista de la educación lo divide en dos etapas: ▪ Primera etapa: Aprendizaje informal y sistemático, el cual comprende, para Comte, Lengua, Literatura, Música, Dibujos e Idiomas extranjeros. ▪ Segunda etapa: Estudio formal de las ciencias, que comprende Metafísica, Astronomía, Física, Química, Biología, Sociología, Estética, Lenguas griegas, latinas y la Moral. Para Comte, el Gran Ser es la humanidad en su historia, en su progreso incesante, en su tradición ininterrumpida, en la cual se acumulan todas las conquistas humanas. Es la tradición divinizada.
Bibliografía Abbagnano N. y Visalberghi A. Historia de la Pedagogía. Fondo de Cultura Económico. España. Novena Impresión. 1992