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Caperucita Roja a la luz de “La mirada antropológica sobre la infancia.

Reflexiones y perspectivas de abordaje” de María A. Colángelo.

(Jorge Montano)

En lo individual. El personaje principal, que es una niña, es presentada como


dócil e ingenua, lo cual se ve en su actitud a responder al lobo (aunque era un
desconocido) y al notar lo extraña que se veía su abuela (que era el lobo
realmente) pero no poder asegurar que no se trataba de ella; de sentimientos
inmaduros (una persona incompleta), lo cual resalta, por ejemplo, en lo
apegada que es a su caperuza roja, hecha por su madre y que hasta le ha dado
su apodo; también en su obediencia “absoluta” a su madre, lo cual lo vemos,
no solo en su proceder, sino explícitamente en la frase “Caperucita que siempre
era obediente asintió…”. Por otro lado, lleva en sí la despreocupación y alegría
“típica” de la noción común de la infancia, expuesta en el hecho de salir a la
casa de su abuela “cantando y bailando como acostumbraba”. Se muestra
también como débil, el mismo lobo se dice a sí mismo “No debe estar tan jugosa
y tierna, pero igual servirá” respecto a la abuela en relación a Caperucita.

En lo Familiar. La exponente de la niñez en el cuento (Caperucita) presenta


una relación familiar “típica”, es decir, obediente a su madre y a los adultos
de la familia en general, afectuosa con ellos, notar que la abuela es para ella
“la abuelita”, como era muy común llamar a las abuelas hasta hace no más de
una generación.

En lo Social. Una niña de pueblo que “no debe hablar con extraños” pero que,
en última instancia, lo hace, no puede “no responder” al adulto cuando le habla
(el lobo) y le cree cando la envía por otro camino asegurando que es un atajo,
el adulto debe saber más “indiscutiblemente”. También aparece la figura del
adulto en el cazador, que es quien puede salvar a la niña, que no puede por sí
misma, y a la abuela, figura también débil tradicionalmente por su edad y
condición de género.

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