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Por Qué Se Protege La Posesión
Por Qué Se Protege La Posesión
:
Fundamentos de la tutela posesoria
POR
FIORELLA PASTRANA ESPINAL
-
MAYO 18, 2017
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Sumario: I. Introducción, II. La posesión: ¿Hecho jurídico o derecho
subjetivo?, III. Fundamentos de la protección posesoria, III.1. Teorías
absolutas, III.2. Teorías relativas, IV. Conclusiones.
I.- Introducción
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tiene derecho a conservar la posesión, a continuar en ella, a trasmitirla, a defenderla
y recuperarla, etcétera, todo esto al margen de si cuenta o no con un título jurídico
que habilite su posesión.
Por otro lado, es innegable que, una vez manifiesto ese poder de hecho como
condición permanente, opera como un derecho subjetivo de naturaleza real, en la
medida que tiene por contenido un conjunto de facultades de obrar (reflejo de los
atributos del dominio) y mecanismos de protección autónomos al del derecho de
propiedad u otros derechos patrimoniales de naturaleza real que recaigan sobre
bienes. En este sentido, si vamos a la esencia propia de todo derecho subjetivo, la
posesión representa un interés jurídicamente protegido desde un punto de vista
funcional, que incluye en su contenido el despliegue de facultades de obrar que van
más allá de los atributos de la propiedad y que se encaminan a la utilización
económica del bien. Asimismo, conlleva el surgimiento de un deber jurídico general
frente a la colectividad, pues por su condición de derecho real se opone a todos, los
cuales se ven obligados a respetar el statu quo posesorio como garantía para la
realización del interés descrito. Finalmente, como rasgo externo característico al
derecho subjetivo, goza de mecanismos de tutela propios, que protegen el
llamado ius possesionis o derecho de posesión en sí mismo, tal como en el caso de
los interdictos o acciones posesorias y la autotutela posesoria.
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contará el poseedor es con un derecho de posesión, nacido del propio poder de
hecho que ejerce sobre el bien.
PARA SAVIGNY,
En nuestra opinión, esta teoría no resulta del todo satisfactoria, pues se percibe el
fenómeno posesorio únicamente desde una perspectiva individualista y
se soslaya la función social que cumple la posesión en la realidad jurídica
propia de cada sociedad. En buena cuenta, todas las instituciones jurídicas (y no
solo la posesión) se encargan de la protección de los intereses de las personas, pues
en virtud de los distintos intereses jurídicamente tutelados se van creando y
otorgando por el derecho objetivo nuevas prerrogativas y mecanismos de protección
correlativos que responden a razones de índole distinta. Decir, por lo tanto, que la
posesión es tutela de la personalidad indirecta, es un modo simplista de resumir el
debate en torno a su fundamento.
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Son varios los autores que se han adherido a esta posición por su coherencia interna
y el valor que se le otorga al rol social que cumple la posesión. De este
modo, Boulangersostiene que:
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como modo excepcional de resolución de conflictos y, de esta manera, procura el
mantenimiento de la paz social y el orden público.
En virtud de este principio se debe presuponer, hasta que se pruebe lo contrario, que
el poseedor de hecho de un bien es en realidad titular de un derecho de posesión,
sobre el supuesto de que se presume que toda persona es proba y honrada, de modo
que si explota un bien es porque seguramente tiene algún derecho sobre él. Así, la
presunción de probidad se funda no en la posesión en sí misma, sino en la
persona del poseedor, que, por motivos éticos, se considera un sujeto intachable
hasta que se demuestre lo contrario, con lo cual su posesión se reputa justa
mientras no exista prueba que demuestre su ilegitimidad.
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mantenimiento provisional del statu quo, pues constituye un bien socialmente
relevante en sí mismo, con lo cual la única manera de concluir con ese estado de
hecho debe ser litigando ante los tribunales y probando la existencia de un derecho
mejor. Solo así el estado posesorio podrá ser modificado y el poseedor que
carezca de derecho cederá ante el verdadero titular del mismo.
Consideramos que esta teoría, al proponer la defensa del statu quo posesorio, lo que
en realidad se propone mantener y proteger, frente a cualquier sujeto que intente
perturbar o despojar al poseedor, es el orden público y la paz social. En el fondo,
pese a no hacer referencia a la violencia en un sentido privado ni público, de manera
indirecta se proscribe la toma de justicia por propia mano, pues se concibe que la
única manera de variar el estado posesorio es a través de la prueba de que se es
titular de un mejor derecho en sede judicial.
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la propiedad tiene por condición la posesión. En este sentido, la posesión no es un
fin en sí misma sino un medio para un fin, pues hace posible el ejercicio de los
distintos atributos de la propiedad. Por ende, el propietario privado de la posesión se
encuentra paralizado en cuanto a la utilización económica de su propiedad y con ello
su derecho vacío de contenido. Finalmente, si para ser protegido basta con la
posesión, esta protección aprovecha lo mismo al propietario que al no
propietario, con lo cual la protección posesoria establecida en principio para el
propietario alcanza a una persona sin derecho alguno, siendo tal consecuencia
inevitable, en la medida que el derecho busca facilitad la prueba de la propiedad.
Este es justamente el precio que la ley debe pagar para facilitar la protección de la
propiedad.
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Por otro lado, de acuerdo con las teorías absolutas, la posesión es protegida en sí
misma y no por consideraciones extrañas a ella. De este modo, es reconocida
jurídicamente y tutelada por sus propios fundamentos entre los cuales se encuentran:
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realidad, como se mencionó anteriormente, todas las instituciones jurídicas (y no
solo la posesión) están planteadas al servicio de fines que apuntan a la realización o
el desarrollo de los intereses humanos subyacentes.
Según Stahl,
III. Conclusiones
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sistema jurídico que sirve a una realidad social concreta. En nuestra opinión, el
ordenamiento jurídico peruano protege la posesión, tanto por motivos de
interés particular cuanto por motivos de interés social, pues ambos intereses,
lejos de excluirse, se complementan mutuamente. Por lo tanto, es necesario
tener en cuenta que pueden coexistir varios fundamentos de la posesión en un
mismo sistema jurídico.
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De este modo, si al supuesto titular del derecho le estuviese permitido hacer justicia
por sí mismo, resultaría afectada de modo drástico la pacífica convivencia social. La
tutela jurídica de la posesión encuentra su fundamento en la necesidad de
impedir que las situaciones de hecho establecidas sobre los bienes se vean
alteradas por vías de hecho, en donde es característico el uso de la violencia
privada como mecanismo de autotutela. El uso de la justicia por propia mano está
proscrito por el ordenamiento jurídico. Por la necesidad de preservar el orden
público y la paz social, el statu quo posesorio debe ser preservado, hasta que la
administración de justicia determine la existencia de un mejor derecho a poseer y
por ende ordene la desposesión.
En nuestro país, esta función es de suma importancia por las consecuencias nefastas
que tendría legitimar el uso de la fuerza privada para perpetrar despojos a cargo de
los supuestos titulares de los derechos sobre bienes. Legalizar este tipo de
comportamientos equivaldría a legalizar el uso de la violencia indiscriminada y con
ello poner en riesgo todo el sistema jurídico en general.
[2] SAVIGNY, Friedrich Carl von. Traité de la possession en droit romain. Traduit
de l’allemand par Henri Staedtler. París: A. Durand et Pedone Lauriel, 1893, pp. 33-
34.
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[6] VON IHERING, Rudolph. Op. cit., p. 24.
[7] MEJORADA CHAUCA, Martín. Op. cit., p. 239: «En nuestro caso es conocido
que el legislador peruano asignó a la posesión el mismo contenido que Ihering
describe en sus trabajos. […] Las reflexiones sobre el trabajo de Ihering son
plenamente aplicables a la posesión de nuestro Código Civil». Efectivamente, en el
Perú, desde la dación del Código Civil de 1936, la posición preponderante en el Perú
sobre el fundamento de la posesión y sus alcances ha acogido la tesis doctrinal de
Ihering.
[8] GONZALES BARRÓN, Gunther. Op. cit., pp.396-397: «es innegable pues, que
la posesión se encuentra en el centro de la economía. Por tanto, desde una
perspectiva funcional, la acción del poseedor es más valiosa que la del propietario
que se conforma con inscribir un título, pero que permanece inactivo e
improductivo, esto es, que literalmente se queda con los brazos cruzados, pues no
realiza actos económicos de producción de riqueza». Por lo tanto, la explotación
económica de los bienes es otro de los fundamentos posesorios que a nuestro criterio
juegan un rol trascendental en la economía de nuestro país.
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