Está en la página 1de 14

1

DERECHO CIVIL

TEMA 7

EL DERECHO SUBJETIVO: DERECHOS SUBJETIVOS ABSOLUTOS Y


RELATIVOS. SITUACIONES JURÍDICAS SECUNDARIAS E INTERINAS.
EJERCICIO DE LOS DERECHOS; SUS LÍMITES; REFERENCIA A LA
DOCTRINA DEL ABUSO DEL DERECHO, A LA BUENA FE Y A LA TEORÍA
DEL LEVANTAMIENTO DEL VELO DE LA PERSONA JURÍDICA.
RENUNCIA. EL PODER DE DISPOSICIÓN Y SUS LÍMITES. MODIFICACIÓN,
TRANSMISIÓN Y EXTINCIÓN DE DERECHOS.

I. EL DERECHO SUBJETIVO: DERECHOS SUBJETIVOS ABSOLUTOS Y


RELATIVOS

1.- Concepto

DE CASTRO define el derecho subjetivo como:

”la situación de poder concreto sobre una determinada realidad social,


atribuida o atribuible a una persona, como miembro activo de la
comunidad jurídica y, a cuyo arbitrio se confía su ejercicio y defensa”.

2.- Naturaleza

- SAVIGNY concibe el derecho subjetivo como un poder o señorío de la


voluntad que se desenvuelve dentro de los límites trazados por el
ordenamiento jurídico.

- IHERING niega que la voluntad sea objeto del Derecho y sostiene que el
derecho subjetivo es un interés jurídicamente protegido. Esta protección se
encomienda a su titular, dotándole de un poder que puede ejercitar en vía de
acción.

- DUGUIT niega la existencia de los derechos subjetivos, pues entiende


que todo es derecho objetivo. Cuando se permite a una persona reclamar la
ventaja que una norma le concede, no se está reconociendo un derecho
subjetivo, sino persiguiendo una mayor eficacia en la aplicación de la norma.
También KELSEN niega el derecho subjetivo, pues considera que éste no es
sino la norma objetiva en relación con el sujeto cuya voluntad es decisiva para
que se aplique la sanción ante una conducta prohibida.

- En la actualidad, el derecho subjetivo se contempla desde una óptica


dinámica, como un poder reconocido a la persona por el orden jurídico para
autorregular sus intereses y desplegar una actividad útil a ella misma y al bien
común.
2

Finalmente señala Gete Alonso la noción del derecho subjetivo no es estática,


sino “dinámica”, encuadrado en la sociedad en la que va a ejercerse, más allá
de la pura relación privada e individual. De ahí que en la actualidad, junto a la
función individual o privada del derecho subjetivo, se ha reconocido y
consagrado una “función social” del mismo, al estar delimitado por los intereses
generales de la sociedad en la que se reconoce (en España, el Estado social y
democrático de Derecho que proclama el artículo 1 de la C.E.).

3.- Estructura

En la estructura del derecho subjetivo pueden apreciarse tres elementos:

- El sujeto. Es la persona a quien se le atribuye el poder en que consiste


el derecho subjetivo.

Siempre será una persona física o jurídica, con capacidad jurídica, aunque
carezca de capacidad de obrar, pues un incapaz puede ser titular de un
derecho subjetivo, aunque en tal caso su ejercicio y defensa deberá confiarse a
sus representantes legales.

- El objeto. Es la realidad social sobre la que recae el poder concedido al


sujeto. La doctrina mayoritaria considera que el objeto es esencial para la real
existencia de un derecho subjetivo. Así, pueden ser objeto de los derechos
subjetivos: a) En el derecho de obligaciones, el comportamiento que debe
realizar el que tiene el deber jurídico correlativo; b) En los derechos reales, la
cosa -material o inmaterial - sobre la que recae; c) En los derechos de la
personalidad, ciertas manifestaciones esenciales de la propia persona (ej:
honor, intimidad, propia imagen).

- Contenido. Es el poder del sujeto sobre el objeto, distinguiendo Puig


Peña: a) el conjunto de facultades que pertenecen al titular del derecho; b) e el
conjunto de deberes jurídicos correlativos que pesan sobre la colectividad en
general o sobre las personas en concreto que estén vinculadas pasivamente
por el derecho subjetivo; y, los medios concretos de defensa, atribuidos al
titular del derecho.

4.- Derechos subjetivos absolutos y relativos

Las clasificaciones tradicionales distinguen entre los derechos transmisibles, e


intransmisibles, personales y patrimoniales, entre otros. Centrándonos en el
estudio de los que exige el programa, los derechos subjetivos absolutos y
relativos, el origen de esta distinción se encuentra en el Derecho romano, en la
distinción entre la “actio in rem” y la “actio in personam”.

Pueden definirse:
3

- Derechos subjetivos absolutos. Son los que tiene eficacia y pueden


ejercitarse y oponerse frente a todos (“erga omnes”). El supuesto más
típico es el de los “derechos reales”.

- Derechos subjetivos relativos. Son los ejercitables frente a la persona


concreta sobre cuya conducta recae el poder concedido al sujeto, como
sucede con los “derechos de obligación”.

Esta definición ha sido criticado modernamente.

- Se ha dicho que los derechos absolutos no pueden tener por objeto


cosas o aspectos de la propia personalidad, sino conductas de otras personas
(prestaciones), porque solo entre las personas se dan las relaciones jurídicas
(KANT). Se considera así como objeto de los derechos absolutos, la obligación
de abstención que pesa sobre todos los miembros de la comunidad ante el
ejercicio por el titular de sus facultades (obligación pasiva universal).

- Al contrario, se ha dicho también que los derechos relativos solo


vinculan al obligado sobre cuya conducta recaen, por lo que nadie más debe
respetar tal derecho.

- Ninguna de éstas dos posturas puede admitirse. Los derechos absolutos


recaen directamente sobre el objeto, y, en efecto, generan un deber de respeto
para la colectividad; pero éste no constituye su esencia ni le es exclusivo,
porque también en los derechos relativos, además de una persona obligada
especial y directamente, pesa sobre todos ese deber general, presupuesto
esencial de actuación del derecho.

En conclusión, cabe decir que la distinción estudiada, aunque válida en


principio, no es sin embargo neta y segura. Así, los derechos de familia pueden
presentar -según se consideren- un aspecto absoluto o un aspecto relativo. Por
otra parte, existen figuras intermedias o dudosas, como el arrendamiento
inscribible, el crédito anotado preventivamente, etc...

II. SITUACIONES JURÍDICAS SECUNDARIAS E INTERINAS

DE CASTRO pone de relieve que las relaciones jurídicas colocan a las


personas en distintas situaciones protegidas. Aunque la principal es el derecho
subjetivo, existen otras, que llama "situaciones jurídicas secundarias", entre las
que se encuentran:

1.- La protección debida a los efectos reflejos de las normas, cuando un


sujeto resulta protegido por una norma que él no actúa, sino que lo hace
la Administración, aunque puede instar su puesta en marcha (v. gr. leyes
de policía).

2.- Las facultades jurídicas o posibilidades de actuar concedidas a una


persona que forman parte de una relación jurídica, pero pueden
independizarse formando un nuevo derecho subjetivo. Así, el disfrute es
4

una facultad del derecho de propiedad que puede desgajarse y dar lugar
al derecho de usufructo. La particularidad de las facultades jurídicas es
que no pueden ser enajenadas, renunciadas o prescritas activa o
pasivamente más que en unión con la situación de que dependen,
mientras no se independicen formando un nuevo derecho subjetivo (DE
CASTRO).

3.- Los derechos potestativos o de modificación jurídica, que permiten


actuar sobre una situación jurídica mediante una declaración de voluntad
o un acto, como:
 los derechos negativos que suspenden o resuelven otros derechos
(rescisión, anulación, resolución, revocación).
 Los que permiten adquirir un derecho subjetivo (preferencias,
derecho de aceptar una herencia, etc..).
 Los que modifican una relación jurídica anterior (elección en las
obligaciones alternativas).
 Los que crean una relación nueva (la ocupación de res nullius).
 Los que ponen fin a una relación jurídica (disolución de la
sociedad, división de la herencia).

.
Por otro lado, están lo que DE CASTRO denomina las "situaciones
interinas" que son aquellas que nacen bajo el signo de la limitación y
responden a la finalidad transitoria de mantener un cierto status quo, en
tanto se dan las circunstancias necesarias para sustituirlas por las
definitivas.

DE CASTRO distingue tres tipos de situaciones interinas:

a) Las titularidades temporalmente limitadas, en que, nacida la relación


jurídica, el ejercicio efectivo del derecho se encuentra aplazado, pero
con la certeza de que, llegado el día, se ejercitará (v.gr. sustituciones
fideicomisarias).
b) Las situaciones jurídicas de pendencia que son las creadas en una
masa patrimonial o un derecho subjetivo mientras dura la
indeterminación de su titular (derechos condicionales, reservas
hereditarias, derechos eventuales del concebido, del ausente, etc..).
Durante ellas deben protegerse los intereses de los titulares
preventivos, llamados a convertirse en definitivos cuando desparezca
la situación de pendencia.
Para ello se nombra un titular interino que provea a la conservación
del patrimonio o del derecho (representante del ausente,
administrador de la herencia,…)
c) Las situaciones jurídicas carentes de firmeza, es decir, aquellas que
por diversas causas están llamadas a desaparecer. Comprenden tres
tipos principales:

1. Las situaciones jurídicas débiles (por ejemplo la


propiedad no inscrita respecto de la inscrita, o la
posesión respecto de la propiedad).
5

2. Las situaciones jurídicas viciadas por carecer de un


requisito legal y que pueden ser impugnadas o
confirmadas (por ejemplo la falta de capacidad).
3. Las situaciones jurídicas en litigio, que están puestas
en cuestión.

III. EJERCICIO DE LOS DERECHOS; SUS LÍMITES; REFERENCIA A LA


DOCTRINA DEL ABUSO DEL DERECHO, A LA BUENA FE Y A LA TEORÍA
DEL LEVANTAMIENTO DEL VELO DE LA PERSONA JURÍDICA

III. I EJERCICIO DE LOS DERECHOS; SUS LIMITES

El ejercicio de un derecho es la actuación de su contenido, su uso y goce o


disfrute. En cuanto a tal ejercicio deben destacarse tres reglas distintas:

- El ejercicio de los derechos es, por regla general, voluntario,


distinguiéndose: a) Derechos de "ejercicio voluntario", que el sujeto puede
ejercer libremente, aunque, si no lo hace, puede incurrir en prescripción o
caducidad; b) Derechos de "ejercicio obligatorio" (o “derechos-función”), que el
sujeto debe ejercer necesariamente para no incurrir en responsabilidad u otra
sanción jurídica, porque el derecho protege, además de su interés particular, un
interés superior, generalmente supraindividual - familiar o social-.

- El ejercicio de los derechos debe ser “legítimo”. Así, está “legitimado”


quien de acuerdo con el ordenamiento jurídico puede ejercitar los derechos,
pudiéndose distinguir en este punto: a) La “legitimación directa”, cuando quien
ejercita el derecho es su titular. b) "La legitimación “indirecta”, cuando ejercita el
derecho un tercero por cuenta del directamente legitimado. Así suceden los
casos de representación (legal o voluntaria), sustitución legal (artículos 507,
1.001, 1.111 y 1.869 del Cc). en los casos de gestión de negocios ajenos,
siempre que sea ratificada (art. 1888 a 1894 Cc)

- El ejercicio de los derechos produce efectos distintos según la clase de


derecho ejercitado. Fundamentalmente, los “derechos reales” con su ejercicio
se consolidan, mientras que los “derechos de crédito” con su ejercicio se
extinguen. Sin embargo, existen excepciones a estas reglas, ya que el derecho
real de “hipoteca” se extingue con su ejercicio, mientras que derechos de
crédito como la “sociedad” o el “arrendamiento” se consolidan con su ejercicio.

En cuanto a los límites, pueden ser:

- Los límites intrínsecos derivados de la propia naturaleza del


derecho, según la función económica o social que trata de realizar
(arts. 467, 543 o 1.767 del Cc).
- Los procedentes de los principios generales de buena fe en el
ejercicio y de la interdicción del abuso de derecho, que luego
veremos.
6

- Los que pueden surgir de la colisión entre un derecho y otro


perteneciente a distinta persona. Para resolver este problema, el
ordenamiento puede: a) Proteger al que primero haya ejercitado el
derecho subjetivo b) Imponer la igualdad de todos los derechos en
colisión (par conditio creditorum);c) Establecer un rango o
preferencia entre los derechos. Así la antigüedad en los derechos
reales (prior tempore potior iure), su naturaleza en los de crédito
(arts. 1.922 y ss del Cc) o consideraciones sociales (por ejemplo
en caso de retracto).

III. II DOCTRINA DEL ABUSO DEL DERECHO.

Soslayando los antecedentes históricos, la redacción original del Código Civil


no contenía ningún precepto que formulara esta doctrina. Nuestros juristas
entendían que la interdicción del abuso del derecho podía deducirse del
artículo 1.902 si se interpretaba de manera amplia; otros señalaban que la
figura podía aceptarse como impuesta por la costumbre o los principios
generales del Derecho.

Fuera del Código, algunas leyes habían reprimido casos concretos de abusos:
la Ley para la represión de la usura, la Ley Hipotecaria con la acción de
devastación, etc..

El Tribunal Supremo se mostró en principio contrario a aceptar esta doctrina


por entender que quien ejercita un derecho no daña a nadie. Sin embargo, a
partir de la famosa sentencia de 14 de febrero de 1944, sobre la Zona Franca
de Barcelona, recogió la doctrina del abuso de derecho, fundándola en la
equidad y en la buena fe. La citada sentencia entendió que, para que existiera
un abuso del derecho, debían darse conjuntamente los siguientes requisitos:
- Que se ejercite un derecho de manera objetiva o externamente legal.
- Que se dañe un interés no protegido por una específica prerrogativa
jurídica, es decir, que lo que se dañe sea un interés legítimo, pero no
un derecho subjetivo, porque entonces el titular puede ya ejercitar
todas las acciones que lo protegen.
- Que el daño sea inmoral o antisocial, lo que puede manifestarse en
forma subjetiva (actuar con intención de perjudicar o simplemente, sin
un fin serio o legítimo) o en forma objetiva (exceso o anormalidad en el
ejercicio).

Posteriormente, el art. 9 de la LAU de 1964 ordenó a los Tribunales rechazar


las pretensiones que impliquen manifiesto abuso del derecho o ejercicio
anormal del mismo.

Esta doctrina se encuentra, esencialmente, consagrada expresamente en el


art. 7.2. del C.c. que indica:

“La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo.
Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las
circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los Imites
normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la
7

correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o


administrativas que impidan la persistencia en el abuso. “

No obstante, también se refiere a ella el artículo 7 de la LOPJ, que prohíbe las


acciones o pretensiones ante los tribunales que entrañen abuso del derecho.

III.III LA BUENA FE.

El principio de la buena fe puede entenderse en dos sentidos.

a) En sentido subjetivo la buena fe consiste, positivamente, en la


creencia o confianza que tiene una persona en la corrección de
ciertos hechos y, negativamente, en el desconocimiento o
ignorancia de que esos hechos no son correctos y su actuar
puede dañar a otra persona. Actúa de buena fe el que compra
una cosa creyendo que pertenece a quien la transmite, por existir
una apariencia fundada en la posesión o en los asientos del
Registro, ignorando que hay un verdadero titular (cf. arts. 464 del
Cc y 34 LH).

b) En sentido objetivo la buena fe supone actuar de manera honesta


u honrada de acuerdo con las convicciones éticas imperantes en
la comunidad. Este último sentido ha sido recogido en el art. 7.1
del Cc “los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe”. Por tanto, el ejercicio de un derecho
es contrario a la buena fe cuando se realiza de una manera o en
unas circunstancias que se consideran desleales, según las
reglas éticas que la conciencia social impone al tráfico jurídico y
que se encuentran implícitas en el ordenamiento.

La doctrina moderna, sobre todo la alemana ha elaborado, sobre la


jurisprudencia una serie de supuestos típicos que concretan la idea de la buena
fe como límite al ejercicio de los derechos subjetivos:

1. La prohibición de ir contra los propios actos, pues el ejercicio de un


derecho es inadmisible cuando contradice el sentido que, objetivamente
y de acuerdo con la buena fe, había que dar a una conducta anterior.
2. El retraso desleal, que se produce cuando el titular de un derecho no lo
ha hecho valer durante mucho tiempo creando en la otra parte una
conciencia objetiva de que el derecho ya no se ejercitará.
3. El abuso de la nulidad por motivos formales. Si un negocio ineficaz por
un defecto de forma, es cumplido por quien conoce el vicio, puede ser
contrario a la buena fe ejercitar después la acción de nulidad.

III. IV LA TEORÍA DEL LEVANTAMIENTO DEL VELO DE LA PERSONA


JURÍDICA.

Para solventar los problemas que supone la existencia de responsabilidad


limitada (1911 CC), así como para evitar la utilización de sociedades y otras
personas jurídicas con fines fraudulentos, la jurisprudencia española ha creado
8

la doctrina del levantamiento del velo (su origen remonta a la STS de 28 de


Mayo de 1984).

En términos muy generales, esta teoría permite a los jueces y tribunales


españoles imputar los actos realizados por una sociedad (así como la
responsabilidad asociada a estos) a sus socios, y en algún caso, a sus
administradores. La jurisprudencia sólo acude a esta solución en casos
excepciones creando una serie de presupuestos que deben concurrir para que
pueda aplicarse la doctrina que descansan, básicamente, cuando la persona
jurídica se ha creado, como hemos dicho, con fines fraudulentos. Como dice el
Tribunal Supremo en su Sentencia 1105/2007, de 29 de octubre: "Se trata, en
todo caso, de evitar que se utilice la personalidad jurídica de una sociedad
como un medio o instrumento defraudatorio, o con un fin fraudulento",
entendiendo que concurre este uso inadecuado cuando la finalidad de la
sociedad no es la que a priori le resulta propia (el ejercicio de actividades
mercantiles) sino la mera elusión de responsabilidades personales, como el
pago"

IV. RENUNCIA.

O´Callaghan define la renuncia como:

“La declaración de voluntad por la cual el titular de un derecho subjetivo


hace dejación del mismo”.

El artículo 6.2º del C.c. establece el principio general de renunciabilidad de los


derechos, uniéndolo al de la renuncia de la ley aplicable, al preceptuar que:

“La exclusión voluntaria de la ley aplicable y la renuncia a los derechos en


ella reconocidos sólo serán válidas cuando no contraríen el interés o el orden
público ni perjudiquen a terceros”.

Ahora bien, no será válida la renuncia cuando esté expresamente prohibida por
la ley. Así sucede, entre otros, en el artículo 3.5º del Estatuto de los
Trabajadores - que establece como regla general la imposibilidad de renunciar
a los derechos laborales en el contrato de trabajo -.

Por lo que se refiere al ámbito de la exclusión voluntaria de la ley aplicable,


afirman Díez-Picazo y Gullón que solamente será posible en las leyes de
carácter “dispositivo”, pero no en las de carácter “imperativo” o “necesario”.

En cuanto a los caracteres de la renuncia, O´Callaghan señala los siguientes:


a) Es un negocio jurídico unilateral. El sujeto de la renuncia es una sola
persona que emite una declaración de voluntad. Al ser la renuncia un acto de
disposición, el sujeto que la realice deberá ser titular del derecho y tener
capacidad para enajenarlo; b) Carece de destinatario, ya que no es necesaria
la notificación para su validez, produciéndose sus efectos automáticamente
desde que se perfecciona como negocio jurídico; c) Es irrevocable, al producir
9

la extinción del derecho subjetivo renunciado; d) Ha de ser clara, personal,


terminante e inequívoca, sin condicionante alguna.

V. EL PODER DE DISPOSICIÓN Y SUS LÍMITES

V. I EL PODER DE DISPOSICIÓN.

1.- Concepto. Como señala Enneccerus, el negocio de disposición es aquel


por el cual se “transmite”, se “grava”, se “modifica en su contenido” o se
“extingue” inmediatamente un derecho.

El Código civil no ofrece un concepto uniforme de disposición, aunque en


diversos preceptos del mismo se alude a la facultad de disponer y a la libre
disposición de los bienes (arts. 618, 624, 1.160).

2.- Distinción entre capacidad de disponer y poder de disposición. La


moderna civilística distingue entre capacidad de disponer y poder de
disposición, entendiendo que:

- La capacidad de disponer, es una cualidad de la persona en sí misma


considerada.

- El poder de disposición, envuelve una relación concreta con el derecho del


que se dispone, es decir, implica (según la mayoría de la doctrina) una facultad
del derecho subjetivo.

De esta manera, puede suceder que el propietario menor de edad tenga


poder de disposición, pero no tenga capacidad de disponer (para completar su
capacidad actúan sus representantes legales). Y a la inversa, se puede tener
capacidad de disponer y no tener poder de disposición respecto a un
determinado derecho, como ocurre con los derechos de uso y habitación, que
según el artículo 525 del C.c, son indisponibles.

3.- Régimen jurídico. En cuanto a las notas que caracterizan el régimen


jurídico del poder de disposición, son las siguientes:

1.º Normalmente el poder de disposición compete al titular del mismo derecho.


Sin embargo, existen determinadas situaciones en que una persona que no es
titular del derecho que ejercita, puede disponer del mismo, realizando actos
jurídicos inmediatamente eficaces en la esfera de otra persona distinta. Así
sucede, por ejemplo, en los casos de: 1) Representación. 2) Sustitución jurídica
(artículos 1.111 y 1.869 del C.c.).

2.º La disposición efectuada sin poder para ello es nula, a menos que se
convierta en eficaz en virtud de la ratificación (ej.: artículos 1.259 apartado 2º y
1.727 apartado 2º del C.c.) o de la protección a la buena fe (artículos 464,
1.738, 1.164 del C.c; art. 34 de la L.H; art. 85 del C.d.c.).
10

3.º El titular del derecho puede estar sujeto a limitaciones de disponer, como
por ejemplo, las denominadas "prohibiciones de enajenar".

V. II SUS LÍMITES.

Roca Sastre define la prohibición de enajenar como:

"La privación o restricción del poder de disposición que lleva anejo un


derecho subjetivo y que impide que éste pueda ser enajenado, gravado o de
otro modo ser objeto de disposición, con mayor o menor amplitud o sin llenar
determinados requisitos."

El Código civil no regula sistemáticamente estas prohibiciones, ni las integra en


el régimen normativo de la propiedad privada. No obstante, siguiendo a la
mayoría de la doctrina, pueden clasificarse en la siguiente forma:

1. Prohibiciones legales, voluntarias y judiciales o administrativas

- Prohibiciones legales. Vienen establecidas directamente por la ley (ej.:


artículos 196.2º, para los herederos del declarado fallecido, y en el 525 del C.c
sobre la prohibición de arrendar o traspasar los derechos de uso y habitación);

Según el apartado 1º del artículo 26 de la Ley Hipotecaria: “Las prohibiciones


de disponer o enajenar se harán constar en el Registro de la Propiedad y
producirán efecto con arreglo a las siguientes normas:

1.ª Las establecidas por la Ley que, sin expresa declaración judicial o
administrativa, tengan plena eficacia jurídica, no necesitarán inscripción
separada y especial, y surtirán sus efectos como limitaciones legales del
dominio”.

Por lo tanto, su eficacia se despliega incluso frente al tercer hipotecario, aun


cuando no estuviesen inscritas en el Registro de la Propiedad.

- Prohibiciones voluntarias. Son las establecidas por voluntad de los


particulares. Siguiendo a Carlos Lasarte en sus "Principios de Derecho civil",
hay que distinguir entre:

a) Las prohibiciones de disponer incorporadas a un acto a título gratuito.


Según el apartado 3º del artículo 26 de la L.H:

"Las prohibiciones impuestas por el testador o donante en actos o


disposiciones de última voluntad, capitulaciones matrimoniales, donaciones y
demás actos a título gratuito, serán inscribibles siempre que la legislación
vigente reconozca su validez."

Esta última remisión constituye un grave problema, en cuanto el C.c. no


contempla la materia más que para afirmar en su artículo 785.2º la nulidad de
las disposiciones que contengan prohibiciones perpetuas de enajenar y las
11

temporales que superen los límites fijados en el artículo 781 para las
sustituciones fideicomisarias.

b) Las prohibiciones de disponer incorporadas a actos a título oneroso. En


virtud del artículo 27 de la L.H. y según reiterada doctrina de la DGRN, estas
prohibiciones tienen vetado el acceso al Registro de la Propiedad y, por tanto,
carecen de efectos frente a terceros, limitando su eficacia a las relaciones entre
las partes que celebran el acto o contrato al que se incorporan.

- Prohibiciones judiciales o administrativas. Su fundamento radica en


garantizar el patrimonio del demandado en un determinado proceso, o del
interesado en determinados expediente administrativos. Así sucede, por
ejemplo, con las practicadas en los procedimientos concursales.

Conforme al apartado 2º del artículo 26 de la L.H, las prohibiciones de


enajenar que deban su origen a alguna resolución judicial o administrativa
"serán objeto de anotación preventiva".

VI. MODIFICACIÓN, TRANSMISIÓN Y EXTINCIÓN DE DERECHOS

VI.I MODIFICACIÓN DE DERECHOS

Aunque en principio los derechos subjetivos una vez constituidos tienden a


permanecer inmutables, la doctrina española suele distinguir dos tipos de
modificaciones: subjetivas y objetivas.

- Modificaciones subjetivas. Suponen el cambio del titular del derecho, lo


que plantea el problema de la transmisión de derechos de una persona a otra,
al que inmediatamente se hará referencia. También suelen citarse los casos de
“multiplicación de sujetos”, en que a un único titular se unen otro u otros, dando
lugar al concepto jurídico de la “cotitularidad” (así ocurre, por ejemplo, cuando
varios herederos son llamados a la sucesión respecto a un mismo derecho).

- Modificaciones objetivas. Las modificaciones del contenido del derecho


pueden ser:

1) Cuantitativas, si el derecho experimenta un aumento o una reducción


(e j: cuando el objeto de la propiedad se incrementa como consecuencia
de la accesión o cuando se acuerda una reducción o quita de los
créditos en los procesos concursales).

2) Cualitativas, que según Castán se producen en los supuestos


siguientes: a) La variación de la naturaleza del derecho, que tiene lugar
cuando un crédito insatisfecho se convierte en el derecho a la
indemnización de daños y perjuicios; b) El cambio de objeto
permaneciendo el derecho el mismo, como sucede en la denominada
“subrogación real”; d) La debilitación del derecho, al perder parte de su
eficacia, como acontece cuando a la acción reivindicatoria del propietario
12

se opone la excepción del poseedor, que pide el reembolso de los


gastos hechos en la cosa.; e) La quietud del derecho, como sucede
cuando la eficacia del derecho queda suspendida, existiendo en potencia
hasta que se produzca una nueva circunstancia que le permita desplegar
todo su vigor. Así ocurre con el derecho del acreedor a percibir su
crédito del fiador cuando éste último hace uso del “beneficio de
excusión”.

VI.II TRANSMISION DE DERECHOS

Los derechos subjetivos pueden ser “transmisibles” e “intransmisibles”.

- Derechos transmisibles, son aquellos de los que puede disponer su


titular -“inter vivos” o “mortis causa”- en favor de un tercero, que se convierte en
el nuevo sujeto titular del mismo. Constituyen la regla general. La transmisión
podrá ser “singular” o “universal”, “gratuita” u “onerosa”.

Derechos intransmisibles, son aquellos en los que no cabe la


transmisión. Así sucede con los derechos de la personalidad y los de obligación
constituidos en razón a circunstancias personales del sujeto (“intuitu
personae”).

La trasmisión del derecho subjetivo implica la “pérdida” del mismo para su


antiguo titular, pasando el mismo derecho a incorporarse a otro distinto que lo
adquiere. Por lo tanto, las causas de pérdida en un sujeto (ej: enajenación,
expropiación forzosa) son causas de adquisición en otro, pudiendo distinguir:

1) Una adquisición originaria. El derecho se adquiere directamente por


su titular, sin mediar relación jurídica alguna con el titular anterior (ej: la
ocupación o la usucapión).

2) Una adquisición derivativa, si la adquisición por el nuevo titular trae su


causa de una relación jurídica con el titular anterior. La adquisición
derivativa puede ser: a) Constitutiva, cuando se adquiere el mismo
derecho que tenía el titular anterior; b)Traslativa, cuando no se transmite
el derecho subjetivo en su totalidad, sino solamente algunas de sus
facultades que constituyen un nuevo derecho para el adquirente (ej: el
propietario que constituye un usufructo en favor de otra persona).

Finalmente, mencionar que en esta materia es fundamental el principio “nemo


plus iura in aliud transferre potest quam ipse habet” (nadie puede transmitir
más derechos que los que el mismo tiene).

VI. III EXTINCIÓN DE LOS DERECHOS

A diferencia de la “pérdida”, la “extinción” de un derecho implica su total


desaparición de la realidad jurídica, distinguiendo la doctrina las siguientes
causas de extinción:
13

- Voluntarias. Los derechos se extinguen por la “renuncia” de su titular, a


la que se hará referencia en el siguiente epígrafe del presente tema.

- Involuntarias. Los derechos suelen extinguirse por las siguientes causas:


a) La muerte, respecto de los “derechos personalísimos”, no
susceptibles de transmitirse por herencia; b) La destrucción o pérdida
total de la cosa, en los derechos reales, e incluso en los de crédito
cuando dicha destrucción se realiza por causa accidental; c) El
transcurso del tiempo, que determina la prescripción o, en su caso, la
caducidad.

Sobre un tema original de la Academia Goded (Julio Diez, Edmundo Bal,


Nacho Grangel) , se ha completado y revisado por Nacho Monedero añadiendo
aspectos del apartado III con algún tema de notarías.

Septiembre de 2014

Si detectas algún error o tienes observaciones, para mejorar futuras versiones,


envíame un email a : joseignacio.monedero@dlapiper.com
14

Si encuentras algún error o tienes observaciones, con objeto de mejorar


versiones futuras, envíanos un email a: joseignacio.monedero@dlapiper.com

También podría gustarte