Una leyenda es un relato de hechos humanos que se transmite de generación
en generación y que se percibe tanto por el emisor como por el receptor, como parte de la historia. La leyenda posee cualidades que le dan cierta credibilidad, pero al ser transmitidas de boca en boca, se va modificando y mezclando con historias fantásticas. Parte de una leyenda es que es contada con la intención de hacer creer que es un acontecimiento verdadero, pero, en realidad, una leyenda se compone de hechos tradicionales y no históricos.
Forma narrativa simple, de lo irreal o sobrenatural.
Puede estar escrita en prosa o en verso, los personajes a los que se refiere pueden ser tanto históricos como ficticios, pero los hechos mismos carecen de historicidad. La leyenda tuvo sus orígenes y gran auge en la antigua Grecia, principalmente a través de la mitología. Ya desde entonces el género era de marcado contenido religioso. Lo distinguía también su sentido fatalista, trágico encarnado en seres que sucumbían en una vana lucha contra el destino o contra los Dioses.
Su finalidad era subrayar un componente espiritual o una intención asociada a
la moral y las buenas costumbres.
Sus principales características
"Típicamente, la leyenda es una narración tradicional corta de un solo
episodio, altamente ecotipificada, realizada de modo conversacional, que refleja una representación psicológica simbólica de la creencia popular y de las experiencias colectivas y que sirve de reafirmación de los valores comúnmente aceptados por el grupo a cuya tradición pertenece". Texto narrativo breve y de forma simple. Se recogen de distintas localidades en donde circulan relatos o escritores que recogen tradiciones anteriores. El narrador suele utilizar las siguientes frases para expresarse: “me contaron que”, “Cuenta la leyenda que…” El autor recoge la cultura, el narrador es la voz que aparece en el relato. Lugar y espacio fijos. Tiempo fluctuante. Presenta elementos simbólicos. Están marcadas por un destino que se va a cumplir. Espacios por lo general naturales ya que cuentan de un fenómeno que ya existe (una laguna, un árbol, etc.). Elementos: 1. Narrador: es el que entrega la historia imaginaria y sirve de intermediario entre los hechos y el lector. Puede estar representado figurando en la narración como un personaje o un testigo, o no representado, si es sólo una voz que habla. 2. Personajes: son los seres que pueblan el mundo narrado. Realizan o participan en los hechos imaginarios. No es obligatorio que sean personas. Pueden ser animales, cosas o seres inexistentes. 3. Ambiente: es el lugar físico y las condiciones en que ocurren los hechos narrados, es decir, el medio geográfico, social y cultural. 4. Acontecimientos: algunos distinguen los actos de los personajes y la acción, es decir, los hechos individuales y el carácter que toma la historia. Las formas verbales indican los acontecimientos. 5. Diálogo: corresponde a la conversación entre dos o más personajes que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.
Una estrategia para promover la lectura y acercar a los niños a la fantasía
¿Qué sabes de la leyenda la llorona?
Lee e voz alta la leyenda de la llorona En equipo expliquen las características físicas y psicológicas de los personajes de la llorona ¿Quién es el personaje de leyenda? ¿Qué tema trata esta leyenda? Expliquen cuales habrán sido las razones por las que don Diego Armando para no quererse casar. ¿Por qué se oponía el padre de Catalina, a esas relaciones? Escriban lo que imagen que hacia don Diego Armando durante el largo periodo que no veía a Catalina Escribe una carta a Catalina, para darle un consejo. Compartan en equipo sus escritos. Discutan como debería actuar Catalina, en la situación en la que se encuentra; traten de llegar a un acuerdo. En equipo, comenten qué les pareció la determinación de Catalina de ir a buscar a don Diego armando y cerciorarse por si misma de lo que ocurría. ¿Qué sentimientos experimentaron don Diego Armando y Catalina por los demás y pos si mismos? ¿Cuál de ellos determinó el desenlace de la historia? ¿Cuál habrá sido l molesto de la mujer que iba ha ser esposa de don Diego Armando, ante esos acontecimientos? ¿Qué pensaría don Diego Armando de sus hijos? Discutan que les parecieron la actitud y los hechos de don Diego Armando. Comenten la actitud final de Catalina, frente a los acontecimientos. Sugieran soluciones para el problema que enfrentó Catalina. Redacten consejos para las personas que viven una situación semejante. Platiquen si los sucesos de esta leyenda son posibles y por qué suceden. Compartan sus comentarios con el grupo. La llorona C uentan los vecinos que hace mucho tiempo, pasaditas las once de la noche, en Mineral del Monte, cuando las campanas de la iglesia de la Veracruz sonaban, los vecinos que se recogían en sus casas a la hora del toque de queda, principalmente cuando había luna llena o en las tardes plomizas de invierno, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadísimos gemidos, lanzados por una mujer a quien afligía una honda pena moral o tremendo dolor físico. Tras varias noches los vecinos se empezaron a asomar a las ventanas para averiguar quien era la persona que lloraba. Distinguieron a una mujer delgada, vestida de negro, cubierta por un velo y que al ver que la observaban se desvanecía entre la espesa niebla.
Las primeras noches, los vecinos se contentaban con hacer cruces o
santiguarse, que aquellos lúgubres gemidos eran, según ellos, del ánima del otro mundo; pero fueron tantos y repetidos que se prolongaron por tanto tiempo, que algunos se arriesgaron y despreocupados, quisieron cerciorarse con sus propios ojos ¿qué era aquello? y primero desde las puertas entreabiertas, fisgoneando desde las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir por las calles casi a hurtadillas, lograron ver a la que, en el silencio de las obscuras noches o en aquellas en que la luz pálida y transparente de la luna caía como un manto vaporoso sobre la alta torre de la iglesia de la Veracruz, los techos y tejados y las calles, lanzaba agudos y tristísimos gemidos.
Vestía la mujer de negro, y un tupido velo cubría
su rostro. Con lentos y callados pasos recorría las calles de la ciudad dormida, cada noche distintas, aunque sin faltar, el camino Real, donde vuelto el oculto rostro hacia el oriente, hincada de rodillas, daba el último angustioso y languidísimo lamento; puesta en pie, continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo, al llegar a orillas del río, que penetraba dentro del barrio de San Luis, como una sombra se desvanecía.
"La hora avanzada de la noche, - dicen los vecinos- el silencio, la soledad de
las calles y la plaza; la vestidura, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos los mineros valerosos y esforzados, que afirmaban: que había sido pánico, terror, pavor y miedo de ellos y hasta de la misma muerte, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos, pálidos y fríos, como rocas. Los más valerosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer llegando al puente del rio de San Luis, como si se sumergiera entre la corriente de agua, y no pudiéndose averiguar más de ella e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba. Se empezaba a cuchichear que era el espíritu de una indígena que, al verse rechazada por un caballero español Don Diego Armando Conde del Villar, enloqueció de dolor y al ahogar a sus tres hijos en el río de aguas turbulentas del barrio de San Luis, de ese mineral. Al darse cuenta de lo que había hecho se quitó la vida. Desde entonces dicen que se la oye gritar ¡Ay mis hijos!
La historia empieza cuando vivir en una casita en el
una tarde del mes de barrio del Hiloche. noviembre en la época de la colonia en la ciudad de Pasó el tiempo y la pareja Mineral del Monte, se trajo al mundo tres hijos, encontraron a la salida de quienes eran el orgullo de la iglesia de la Veracruz, la madre. La mujer al ver una hermosa mujer, que los años pasaban y su indígena, Catalina Arraiga unión no se legalizaba Pérez, de blondos cabellos decidió hablar con el y tez morena, y Don Diego caballero, pues no quería Armando Conde del Villar, que sus hijos fueran un caballero español de tratados como bastardos a rancio abolengo, ¡quienes lo que el hombre respondió quedaron prendidos el uno con una alegre sonrisa y del otro! tan solo sus una bolsa de oro. miradas se cruzaron. Ese Un domingo, Catalina, sentimiento creció e decidió asistir a misa de iniciando así una historia doce a la iglesia de la de amor. Veracruz, y ¡cuál sería su Tal hecho llegó a los oídos sorpresa! al escuchar al del padre de la joven, párroco leer las quien se negó rotundamente amonestaciones y enterarse semejante relación pues no que su amado estaba por quería que su hija sufriera contraer nupcias con una una decepción que alguien dama de la nobleza la humillara, pues era bien española. sabido que los españoles Desesperada saló del templo peninsulares despreciaban a y se dirigió con paso veloz los mestizos y aún más a los indios.
El amor de la joven era tan
grande que después de recibir promesa de matrimonio de parte del varón decidió huir con él y a la casa del varón; una que si se supo es que esa vez ante él, le reclamó su noche la ciudad entera traición. El hombre, escuchó un grito aterrador iracundo, la humilló y la de una mujer que decía golpeó dejándole en el alma ¡Aaaaayyyy! ¡Aaaaayyyy mis un gran odio. hijos.
Días más tarde cuando los Incluso hoy
esponsales se realizan con día algunos toda la pompa y solemnidad, colindantes una dama elegantemente dicen vestida se acercó escuchar ese directamente a la pareja grito que simulando que pretendía eriza la piel colocar el lazo, más y cala los repentinamente sepultó un huesos; afilado puñal en la espalda otros, dicen del novio quien calló ver la sombra agonizante ante el altar. de una mujer que se La mujer se escurrió a toda desliza por el camino real prisa entre la multitud, y las calles aledañas y salió del templo y llora por su desgracia. encloquecida se dirigió a su casa, en donde recogió a sus tres hijos, corrió con ellos hasta el puente del río del barrio de San Luis, al otro extremo de la ciudad, en donde los degolló y para concluir la tragedia, se clavó un puñal en el corazón al mismo tiempo que se arrojó a las aguas turbulentas del río.
La santa inquisición quemó
la casa y sepultó a sus hijos fuera del panteón de San Agustín, por considerarlos productos del mal; de la mujer no se encontró rastro. Unos dijeron que la devoraron las bestias, otros, que se la tragó la tierra; pero lo 7