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LA LLORONA

Hace muchos años en la Ciudad de México, cerca de


Xochimilco, se escuchaban los tristes lamentos de una
mujer.
- ¡Ay mis hijos! Qué será de ellos - decía una voz
perturbadora.
Mientras se escuchaba a la mujer misteriosa, los temerosos habitantes de la
ciudad se encerraban en sus casas a base de lodo y piedra. Tampoco los antiguos
conquistadores se atrevían a salir a la calle, pues los gritos de aquella mujer eran
realmente espeluznantes.
Los rumores decían que se trataba de la llorona, una mujer vestida de blanco
con cabellos largos y aspecto fantasmagórico, que flotaba en el aire con un velo para
cubrir su horripilante rostro. Lentamente vagaba por la ciudad entre calles y plazas, y
quien llegó a ser testigo de su presencia dice que al gritar, ¡ay mis hijos!, agitaba sus
largos brazos de manera angustiosa, para después desaparecer en el aire y seguir
aterrorizando en otras partes de la ciudad con sus quejidos y gritos.
Mientras la llorona recorría las plazas, lloraba desesperada, después de un
tiempo se dirigía al río hasta perderse poco a poco en la oscuridad de la noche, y así
terminar disolviéndose entre las aguas. Esto pasaba todas las noches en la ciudad de
México y tenía verdaderamente inquietos a sus habitantes, pues nadie sabía la causa
de aquellos lamentos.
Algunas personas decían que la mujer tenía un enamorado, con el cual nunca
había podido casarse gracias a que la muerte la había sorprendido inesperadamente.
Al morir el hombre se quedó solo y triste, y descuidó a tal punto a sus 3 hijos, que los
pobrecitos se quedaron huérfanos sin que nadie les ayudara. A causa de esto la mujer
regresaba del más allá para cuidar de sus hijos, y los buscaba desesperadamente a
través de gritos y lamentos.
Otra versión cuenta que hace mucho, vivía una madre junto con sus tres hijos. El
padre de los niños los había abandonado hace mucho tiempo, hasta que un día, aquel
hombre regresó. El hombre volvió cuando los pequeños se encontraban solos en casa
y cuando la madre regresó a su hogar buscó a sus niños pero no los encontró, ni a
ellos ni al hombre.
Salió y buscó por el pueblo llorando y gritando los nombres de sus niños sin
poder encontrarlos. Con el pasar de los años, su búsqueda continuó, pero sin éxito
alguno y tras tanto esfuerzo, la mujer falleció de la tristeza. Desde entonces su espíritu
errante vaga todas las noches buscando a sus hijos, llorando y lamentando por los
alrededores de los pueblos.
LA LEYENDA DE LA MULATA DE CÓRDOBA

Cuentan que hace muchos años, en los tiempos de la


Inquisición y el Santo oficio, en la Villa de Córdoba existía una
mujer, reconocida por su belleza, aunque curiosamente, nadie
sabía sobre su procedencia. No tenía padre ni madre y le
llamaron Soledad. Por la condición de su raza, ella vivía aislada
del trato social común, pues los negros y los indios no eran bien
vistos, por lo que el color de piel de esta mujer era prueba
fehaciente de la unión entre blancos y negros.

A pesar de esto, cuando se dejaba ver, su presencia era considerada como un escándalo, su
belleza la hacía blanco de habladurías, por lo que se volvió huraña. Además de ser bella, la mulata
empezó a ser famosa por la región pues usaba las hierbas que conocía para realizar curaciones que
parecían maravillosas; pero no sólo eso, se decía que también llegó a conjurar tormentas y que
incluso, podría predecir los temblores y eclipses. Los rumores empezaron a correr y las mujeres
decían que ella sabía de embrujos y encantamientos. Incluso afirmaban algunos que por las noches,
de su choza se veían luces extrañas e intensas y cierta música misteriosa. Tales hazañas y
habilidades empezaron a inquietar a los supersticiosos, quienes empezaron a correr rumores que la
hermosa mulata tenía un pacto con el diablo, por lo que las autoridades y los vecinos empezaron a
espiarla, sin embargo, la mulata seguía yendo a misa, por lo que calmaba un poco los rumores. El
alcalde de córdoba era Don Martín de Ocaña, un hombre de edad que ardía de pasión por la Mulata.

El confesó sus intenciones y ofreció regalos a la sin igual mujer, pero ella no regalaba ni una
sonrisa. El hombre desairado y despechado, acusó a la Mulata de haberle hecho beber un brebaje
que le provocó la pérdida de la razón…. El castigo era probablemente la hoguera, así se vengaría
del desprecio… suya o de nadie.

La noche de la acusación, el alcalde, policías, amigos y sirvientes fueron hasta la choza de la


Mulata, para que en nombre de la Santa Inquisición abriera su puerta, ella no lo hizo por miedo así
que entraron a la fuerza a aprehenderla. Fue llevada en una carreta custodiada por el Santo Oficio
hasta las mazmorras de la Fortaleza de San Juan de Ulúa, aunque hay quienes dicen que fue en el
Palacio de la Santa Inquisición, en la Plazuela de Santo Domingo, en México. A la mulata la juzgaron
y la encontraron culpable de sostener pactos con el maligno, por lo que fue sentenciada ser
quemada con leña verde enfrente de los ciudadanos, como ejemplo de lo que no había que hacer. Al
estar en bajo vigilancia en la cárcel, ella se ganó la confianza de su custodio y le rogó que le
consiguiera un pedazo de gis, el hombre sin poder resistirse, aceptó y lo consiguió hasta llevárselo a
su celda. La mulata prisionera comenzó a dibujar sobre las paredes una ligera nave, durante toda la
noche, previa a su sentencia. El dibujo tenía velas desplegadas y que se mecían sobre las olas del
mar. Para cuando el carcelero fue a buscarla, se quedó asombrado por la obra de arte que había
delineado: los detalles estaban perfectamente delineados en una embarcación como si fuera a
emprender una larga travesía. Soledad le preguntó entonces al carcelero:

- ¿Qué es lo que crees que le hace falta al barco? A lo que el carcelero le contestó: - Andar…
Acto seguido, ella le dijo: - Pues mira como anda… Y sin esperar tanto, la mulata dio un salto, se
“subió” en el barco diciendo adiós al asombrado guardián mientras la embarcación se perdía en el
horizonte dibujado de la pared.

Después de contar su historia, nadie le creyó cuando contaba la misteriosa desaparición de la


mulata de Córdoba
EL MOMO

Se llama "Momo" y su aspecto es aterrador: dos ojos saltones, piel


pálida y una sonrisa siniestra. Su imagen se ha hecho famosa a
través de WhatsApp en forma de reto viral. Pero las autoridades
advierten de que podría tratarse de algo mucho más serio que un
juego online.

"Todo comenzó en un grupo de Facebook en donde se retaba a


los integrantes a entablar comunicación con un número
desconocido, a pesar de venir acompañado de una advertencia",
publicó en Twitter la Unidad de Investigación de Delitos
Informáticos de la Fiscalía General del Estado de Tabasco, en México (UIDI).

"Varios usuarios aseguraron que si le enviabas un mensaje a' Momo' desde tu celular, ésta
respondía con imágenes violentas y agresivas. Incluso hay quienes afirman que les han contestado a
los mensajes con amenazas y revelando información personal".
LEYENDA DEL NAHUAL
La leyenda del nahual relata las apariciones de una
horrible bestia nocturna, una de las más populares
leyendas de Tlaxcala. El Nahual (derivado de “naualli” de
la lengua náhuatl) algunos escritores lo describen como
una persona común que vive entre las personas, pero
que posee poderes especiales de brujo y quizá
sobrenaturales.

En la leyenda del nahual, un ser creado desde la cultura mexicana, es una


criatura nocturna, que se cuenta que durante el día funge como una persona normal y
por las noches se convierte en una bestia. Los abuelos en Tlaxcala cuentan que los
nahuales salían por las noches a saciar su sed de sangre a matar el ganado y en
algunos casos atacar a las personas.
LA LEYENDA DEL CHARRO NEGRO

Un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable


traje negro compuesto por una chaqueta corta, una
camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala
ancha deambula en la profundidad de la noche en los
solitarios tramos que unen los pequeños pueblos del
México rural sobre el lomo de un caballo enorme y de
color azabache.
Quienes han tenido trato con él lo presienten el Diablo. No ignora a
los hombres, a los que ofrece amable conversación, pero su clara
preferencia son las mujeres, a las que seduce con mirada elocuente y
palabras cálidas.

Nada malo puede decirse del charro negro si el viajero se limita a


permitir su compañía hacia su lugar de residencia; si se acerca el
amanecer, se despedirá cortésmente y se marchará con tranco lento, al
igual que si el sendero que recorre lleva a las cercanías de una iglesia.
Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus ofertas de aligerar el viaje y
condesciende a montar el caballo, esa acción será el principio del fin: una
vez sobre el animal, la infortunada descubre que es imposible apearse.

Es entonces cuando el charro negro vuelve su montura y se aleja, con


rumbo desconocido, sin hacer caso de los ruegos o los gritos de su víctima,
a la que no se vuelve a ver jamás.
LA DAMA ENLUTADA
Hace algún tiempo, por el mes de noviembre, un joven taxista llamado
Abel, trabajaba a altas horas de la noche, era una noche fría y el aire
sonaba muy raro… Abel pasaba cerca del panteón del Saucito
cuando a lo lejos observó a una mujer con un vestido negro y un velo
que cubría su rostro. Abel, temeroso, dudó en acudir a su llamado,
pero decidió llevarla; al subir la mujer al coche, Abel sintió un
escalofrío que recorrió todo su cuerpo. -¿A dónde la llevaré?, le
preguntó Abel a la seria mujer.

-Quisiera visitar los templos de la ciudad.


-Disculpe dama, pero los templos a esta hora ya se encuentran cerrados, contestó Abel.
-No importa, dijo la mujer, lo único que quiero es visitarlos y rezar una oración.
Abel aceptó llevarla.
-¿A dónde iremos primero?, preguntó Abel ya más en confianza con la dama.
-Me gustaría ir primero al Templo de San Francisco, después a la Parroquia de San Miguelito,
el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, el Templo de San Sebastián, el Montecillo, el Templo
del Apóstol Santiago y por último, me trae a la iglesia del Saucito donde ahora nos encontramos.

-¡A sus órdenes!, contestó Abel. ¡Qué hermosos son nuestros templos!, ¿verdad, señora? A
los turistas les encantan, dicen que son mágicos, ¿cómo ve?

Pero la mujer sólo se mantuvo callada en todo el camino, transcurría la noche y Abel la llevó
a cada uno de los lugares y en todos hacía lo mismo: bajaba del taxi, rezaba una oración hincada
frente a la puerta de cada templo y así llegó hasta el final del recorrido.

Al arribar al templo del Saucito, le pidió a Abel que no se fuera, que ya regresaba. Al volver, le
pidió: -¿Me puede llevar al lugar donde me recogió? Sorprendido, Abel repuso: ¿Frente al panteón?,
pero señora, ya es muy tarde, ¿qué hará en ese lugar, no le da miedo?, preguntó aterrado. -No,
joven, pero escuche con atención. No traigo dinero para pagarle, pero le daré esta medalla de oro y
este recado para mi hermano, él le pagará el servicio. Abel, algo molesto por haber trabajado toda la
noche y no recibir nada a cambio, aceptó. Al recibir el papel de la mujer, sintió de nuevo el escalofrío.

Al llegar al panteón, Abel bajó del taxi para abrir la portezuela a la dama y con asombro
observó que ya no se encontraba ahí, pero la vio entrar al panteón. Luego pensó que todo eso era
parte de su imaginación.

Al día siguiente, Abel visitó al hermano de la misteriosa mujer y le contó lo sucedido. El


hermano, con una cara de asombro, le dijo: Efectivamente joven, esta es la letra y firma de mi
hermana, en agradecimiento de su gentil trabajo le daré un poco más de dinero de lo que costó el
servicio. -Abel aceptó, pero antes de irse, el hombre le dijo: -Amigo, me veo en la necesidad de
comunicarle algo. La mujer que usted llevó anoche a recorrer los siete templos es mi hermana, lo
que usted no sabe es que ella hace un año murió en un accidente trágico… Antes de morir prometió
que visitaría los templos, pero ya no pudo hacerlo. ¡Abel estaba aterrado! Entregó la medalla y salió
corriendo de ahí, sin el dinero.

A los tres días, Abel murió sospechosamente y nunca se conocieron las causas. En el mes de
noviembre, los taxistas temen y evitan pasar por el panteón del Saucito por la noche… Cuenta la
leyenda que una mujer vestida de negro regresa para pagar lo que prometió y no cumplió en vida.
LA CHINA HILARIA

La leyenda que a continuación relataremos forma parte de la tradición oral del


estado mexicano de Aguascalientes. Nos dice la narración que en tiempos
pasados moraba en el Barrio de la Triana, barrio que forma parte de la capital del
estado mencionado, vivía una joven que sobresalía por su belleza y donaire, e hija
de un próspero comerciante, cuyo nombre era Hilaria. Como era tan atractiva
muchos hombres la cortejaban enamorados de ella. Y las mujeres, por supuesto,
le tenían una envidia verde.

La chica tenía el pelo largo y muy rizado de color oscuro, y si bien era bonito
naturalmente, ella lo cuidaba con esmero para acrecentar su belleza. Su cara
morena clara tenía unos ojos oscuros de largas pestañas, boca grande y roja y
fina nariz. Además, era dulce, piadosa y casta. Acudía a misa todos los domingos muy
elegantemente vestida, y para la ocasión cubría su cabellera con un rebozo de seda.

A todos los pretendientes la muchacha solía rechazarlos por considerar que no se


encontraban a su altura, pues no dejaba de ser un tanto pretensiosa. Cierto día uno de estos
enamorados que era muy feo y agresivo, fue a buscarla a su casa y, sentado en un sillón de la sala,
le declaró su amor. Por supuesto que la joven le rechazó. Despechado, el hombre al que llamaban
Chamuco, empezó a acosarla y a decirle que se la iba a raptar.

Ni que decir tiene que Hilaria estaba muy asustada ante el acoso y las amenazas, por lo cual
decidió acudir al cura de la iglesia que era su confesor, en busca de apoyo y consejos. El sacerdote
escuchó las quejas de Hilaria y le dijo que no se preocupara que se arrancara uno de sus largos y
rizados cabellos, y que le dijera a Chamuco cuando lo viera que fuese a verlo.

En cuanto se volvió a encontrar con el Chamuco, la muchacha le dijo que el cura deseaba
verle. El patanzuelo se dirigió a la iglesia para atender al llamado. Cuando estuvo frente al religioso
éste le dijo: – Mira, Chamuco, Hilaria te corresponderá el día que logres alisar uno de sus cabellos
tan rizados. Aquí tengo uno que ella me dejó para que te lo diera, tómalo y cuando haya quedado
completamente lacio, ella corresponderá a tus requerimientos.

El Chamuco tomó el cabello y aseguró que en quince días el cabello dejaría de ser rizado. Sin
embargo, por más intentos que hizo el hombre no podía alaciar el cabello que cada vez se ponía
más chino. Se encontraba tan desesperado que decidió invocar al Diablo para que le ayudara en la
difícil tarea a cambio de su alma. Cuando apareció el Demonio tomó el cabello y quiso alaciarlo, pero
tampoco pudo por más intentos que hizo. Después de emplear muchos métodos infructuosos, el
Diablo dejó el cabello, que con cada intento se había rizado más, y desapareció frustrado y
sumamente enojado por su fracaso.

El Chamuco tomó el pelo y muy triste se dio cuenta de que Hilaria nunca sería su mujer.
Había fracasado en su intento. Así fue como Hilaria se vio libre de ese horripilante hombre acosador.
Sonia Iglesias y Cabrera
EL AUTOBÚS FANTASMA
Cuenta la leyenda que en una peligrosa carretera entre montañas un
autobús sufrió un accidente muriendo todas las personas que en él
viajaban. Desde entonces dicho autobús circula de noche y aquel
osado que atreva a montarse en él.

De la ciudad de Toluca a la ciudad de Ixtapan de la Sal, anteriormente


era obligado transitar por una carretera bastante sinuosa y peligrosa,
pues bordea un precipicio sumamente profundo casi vertical y de roca
sólida. Actualmente existe una autopista.

Un día de tantos, un autobús partió de Ixtapan de la Sal con rumbo a


Toluca. El viaje era de lo más normal aunque circulaba por la noche,
muchos de los pasajeros habían hecho ese viaje varias veces así que aprovechaban para dormir.

El autobús inició el viaje lleno, subió por la cuesta sin problemas cuando comenzó a llover,
como tantas veces en ésa parte del camino, entonces alcanzó el punto más alto y luego inició el
descenso e iniciaron las famosas curvas de Calderón, un tramo de carretera, en el cual las curvas
son sumamente cerradas y peligrosas, además se caracteriza porque sin importar si se va a Toluca
o se viene de ella esa parte es de bajada, pues es parte de una hondonada bastante grande y donde
hay un puente en el cual sólo cabe un auto y está además al salir de una curva muy cerrada.

De repente los pasajeros se percatan de que el autobús está ganando velocidad y se asustan,
reclamando al conductor, que no dice nada en absoluto, entonces sumamente nervioso dice:
"Están fallando los frenos".

En poco tiempo el autobús toma tanta velocidad que es imposible controlarlo y en una curva el
autobús se precipita al vacío, muchos mueren instantáneamente a causa del golpe, otros yacen
inconscientes, hasta que el autobús se incendia y en poco tiempo es consumido por las llamas.
Nadie escuchó los gritos de los pocos pasajeros que pedían ayuda y todos mueren de una forma
horrible.

Mientras tanto en las oficinas de la central de autobuses no reciben el reporte de que el


autobús número 40 de esta línea de autobuses haya llegado, está demasiado atrasado y era el
último de la noche de modo que si se averió, no habrá otro que lo alcance y pueda traer a los
pasajeros, de modo que se envía un vehículo a investigar.

No parece haber rastro de él en todo el trayecto, al menos no hasta llegar a las curvas de
Calderón, donde una patrulla de la policía ha localizado un terrible accidente. No hay supervivientes
y los cuerpos están destrozados fuera de lo que quedó del autobús y otros calcinados dentro del
mismo.

Se dice que a partir de ese momento su fantasma sube al autobús y viajará eternamente en él
por causa de su desobediencia. Si por casualidad algún día viajas a Ixtapan de la Sal y de regreso tu
auto no funciona, no te arriesgues, si es de noche, a subirte a un autobús, quizá sea el número 40.
Si es así sólo obedece las instrucciones de ese modo podrás contarlo, de lo contrario serás
condenado a viajar por esa ruta en ese autobús por la eternidad.
LEYENDA DE LA FLOR DE CENPAZUCHIL
Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo existieron un
par de niños que se conocieron desde su nacimiento, la
niña se llamaba Xóchitl y el niño Huitzilin. 

Ambos compartieron infancia, crecieron juntos y al final su


amistad se convirtió en un dulce y tierno amor juvenil.
Tanto era su cariño que un día decidieron subir a lo alto de
una colina en donde el sol deslumbraba con particular
fuerza, pues se sabía que allí moraba el Dios del sol.

Hicieron todo ese largo camino sólo para pedirle a Tonatiuh que les diera su bendición y cuidado
para poder seguir amándose. El Dios del sol al verlos tan enamorados, bendijo su amor y aprobó su
unión. 

Desafortunadamente la tragedia llegó a ellos de forma inesperada cuando Huitzilin fue llamado a
participar en una batalla para defender a su pueblo, y fue así como se separaron para que él
marchara a la guerra. 

Después de algún tiempo, Xóchitl se enteró que su amado había fallecido en el campo de batalla. Su
dolor fue tan grande que rogó con todas sus fuerzas a Tonatiuh que le permitiera unirse a él en la
eternidad. Este, al verla tan afligida, decidió convertirla en una hermosa flor, así que lanzó un rayo
dorado sobre ella, y en efecto, creció de la tierra un bello y tierno botón, sin embargo, este
permaneció cerrado durante mucho tiempo.

Un buen día un colibrí atraído por el aroma inconfundible de esta flor llegó hasta ella y se posó sobre
sus hojas. Inmediatamente, la flor se abrió y mostró su hermoso color amarillo, radiante como el sol
mismo, era la flor de cempasuchil, la flor de veinte pétalos, que había reconocido a su amado
Huitzilin, el cual había tomado forma de colibrí para poder visitarla. 

Así, la leyenda dice que mientras exista la flor de cempasúchil y haya colibríes en los campos, el
amor de Huitzilin y Xóchitl perdurará por siempre.

En el día de muertos, se cree el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en
el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos. 

Esta es una clara referencia a que el aroma de esta flor guía con amor a las personas que se fueron,
y que esperamos regresen a visitarnos año con año, y así reencontrarnos con nuestros seres
queridos, tal como lo hicieron Xóchitl y Huitzilin. 
LEYENDA DE LA CASA DE LAS BRUJAS

Se cuenta que a mediados del siglo XX en


un cuarto de azotea vivió Bárbara Guerrero a
quien se le conocía mucho mejor como
Pachita, “la bruja”.

Se decía que era una bruja porque realizaba


trabajos para la gente con ayuda de
espíritus, también se comentaba que estos
“trabajos” los hacía para gente de posición acomodada, que buscaban
fama, salud e incluso tener más dinero.

Debido a todos los trabajos espirituales que se realizaban en el


famoso lugar de la CDMX, los vecinos en la actualidad afirman que se
pueden escuchar ruidos extraños, además de presenciar sucesos
paranormales dentro del edificio.

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