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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

Participante
Paula Miky Báez Sánchez
13-3630

Asignatura
Derecho Civil I

Tema
Trabajo Final

Facilitadora
Ismelda García Gil

Fecha
Santiago, Rep. Dom.
Febrero de 2019.-
ENSAYO ACERCA DE LA ARGUMENTACIÓN Y SU APLICACIÓN EN LOS
PROCESOS CIVILES.

Se pueden definir la argumentación como el conjunto de razonamientos de índole


jurídico que sirven para demostrar, justificar, persuadir o refutar alguna
proposición que va encaminada a la obtención de un resultado favorable a favor
del litigante y su cliente o para la resolución de un caso controvertido por parte del
juzgador o tribunal de determinada causa.

En el ámbito del derecho procesal y partiendo de una visión instrumental, no se


regula la argumentación normativo - jurídica como tal, sino que no hace más que
asegurar en el aspecto temporal y objetivo el marco institucional para que las
partes y el juez puedan interactuar.

Las normas relativas al orden del proceso institucionalizan la práctica de la


decisión judicial de manera que la sentencia y sus fundamentos puedan
entenderse como resultado de un juego argumentativo.

Convencer es el fundamento de la argumentación y se logra por medio de la


deducción o la inferencia, de esta manera se consigue explicar unos
conocimientos por medio de otros, de tal manera que las tesis son comprobadas
racionalmente con fundamento en afirmaciones o negaciones, falseadas o
verificadas.

La argumentación probatoria, desde el punto de vista jurídico, aplicado al


procedimiento civil, se trata de los razonamientos y Justificaciones del
demandante como del demandado, para primeramente exponer sus pruebas,
contradecir y desahogar, posteriormente de manera idónea y pertinente éstas y
para el juzgador para tomar como base para sus decisiones en los juicios en
particular, desde luego fundando y motivando su proceder.
La Argumentación Probatoria va iniciar con la manera en que se obtienen y
desahogan en principio por el demandante luego por el demandado, hasta llegar al
órgano jurisdiccional, “La argumentación es la actividad central del derecho. Sin
esta no puede existir defensa de las pretensiones de las partes en un litigio”, por lo
tanto un estudio de la argumentación de las pruebas debe pasar reconocido, no
solo por la institución investigadora sino también por la resolutoria, la cual debe al
final, valorar los argumentos de la prueba misma.

La argumentación abundante, circular, repetitiva, no jerarquizada y simplemente


acumulada aparta al Juez del guión marcado por el abogado, y por lo tanto no es
fecunda: a veces, si se permite la metáfora, por impotencia generandi (no logra
penetrar en el espacio de lo decisivo, porque sólo se agita en los alrededores), a
veces por impotencia coeundi (carece de elementos y fuerza capaces de provocar
la decisión). Es importante no escribir por escribir. Reiterar sin ton ni son,
desordenadamente, el argumento que se considera más valioso, más que
enaltecerlo lo que consigue es rebajarlo a la calderilla de las consideraciones
secundarias con las que se entremezcle. Antes de escribir hay que saber qué se
quiere decir y cómo, y decidir el momento y la manera de volcar el argumento más
valioso.

Por lo general, la argumentación eficaz suele ser breve, precisa y secuencial. El


“planteamiento, nudo y desenlace” de las obras dramáticas se traduce, en la
argumentación jurídica, en la fijación de unas premisas que den seguridad al Juez,
en una delimitación lo más exacta posible de lo discutible, y en fundamentos
jurídicos que inclinen la incertidumbre a favor de una determinada decisión.

Una técnica de la argumentación bien preparada requiere un máximo despliegue


que va desde la entrevista hasta las técnicas de interrogatorio y
contrainterrogatorio, las cuales exigen una relación lógica de argumentos
encaminados a probar su teoría del caso sobre los hechos objeto de investigación.
En este orden lógico la argumentación jurídica ocupa un papel muy importante
para este nuevo debate adversarial.

El hecho de que la argumentación jurídica vaya ganando cada vez más terreno
hoy, hace necesario que los juristas dispongan también de una formación y un
adiestramiento específicos en este campo que les capacite para enfrentarse con
garantías, tanto a la comprensión teórica de lo jurídico desde su vertiente
argumentativa, como a su realización práctica a través del conocimiento, tanto de
sus aplicaciones y usos, como de los métodos, las técnicas y los modos de
argumentar.

Asimismo, el jurista debe tener también una especial sensibilidad y capacidad para
el análisis de las argumentaciones, si quiere llevar a efecto buenas valoraciones
de las mismas, de cara a evaluar su calidad.

No basta con saber argumentar bien, sino que es necesaria también una buena
formación analítica para las argumentaciones, puesto que esta última viene a
retroalimentar positivamente su propia capacidad y finura argumentativas. De ahí
que no baste con conocer la metodología de la argumentación, sino que es
preciso también saber analizarla y evaluarla.

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