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UNIVERSIDAD UNIVER MILENIUM.

DIPLOMADO EN PROCESO PENAL ACUSATORIO: PRESENTACIÓN DE MEDIOS DE


PRUEBA Y ARGUMENTACIÓN JURÍDICA EN LÍNEA

MODULO: JUICIO ORAL Y EL DESAHOGO DE LOS MEDIOS DE PRUEBA


TEMA: LA ARGUMENTACION JURIDICA.

PRESENTA: ABUNDIS NAVA GERARDO


29/09/22
INTRCOUDCCION

 Como consecuencia natural del dinamismo de los principios de publicidad y oralidad,


surge la necesidad, para los operadores del sistema acusatorio, de justificar y legitimar ante
la sociedad el rol que desempeñan en la procuración y aplicación del derecho, pues en la
actualidad no resulta suficiente el poder del Estado para regular la actividad social; no
basta que un juez que dicta una sentencia lo haga en ejercicio de la potestad jurisdiccional,
la sociedad actual exige que los poderes públicos expliquen los motivos de su actuación,
esto a la luz de una interpretación extensiva del principio de publicidad. Esa necesidad de
transparencia, motivación y racionalización ha hecho que el estudio de la argumentación
jurídica se convierta en una herramienta útil para el desarrollo de los fines del proceso.
 El concepto de teoría de la argumentación jurídica ha sido entendido desde distintos
enfoques, pero ¿qué se entiende por “argumentar”? Jaime Cárdenas Gracia considera que,
para algunos, “argumentar es una actividad lingüística y, un argumento es el producto de
esa actividad. Para otros, la conclusión de un razonamiento es un argumento. Unos más le
dan ese carácter a esas premisas de un razonamiento, y quien define el argumento como
una relación entre premisas y la conclusión.
 a) Argumentación jurídica formal y material La argumentación jurídica formal se ocupa de
la estructura de los argumentos de una decisión apoyándose en la lógica deductiva, sin
atender al contenido o contexto en que se emitieron, es decir, se hace una abstracción del
contenido; no se trata de un análisis de las pruebas o hechos, sino de una mera
interpretación normativa, a partir de la cual se formulan las premisas necesarias para tomar
la decisión definitiva.
 B) En la argumentación jurídica material interesa el análisis de la plausibilidad o
pertinencia de los razonamientos dados, porque, aun cuando la estructura lógica de los
argumentos es presupuesto necesario para considerar la plausibilidad o no de los mismos,
es a partir del análisis de su contenido que se arriba a la convicción de que la decisión es la
correcta.

 Esta división de enfoques permite identificar aquellos casos en que la argumentación se


torna discutible, en donde se encuentra la posible incorrección o área de oportunidad de
mejora.
Nueva retórica pragma-dialéctica

 Los autores Van Eemeren y Grootendorst proponen este modelo a través de cuatro etapas:
a) la etapa de la confrontación, en la que las partes establecen una diferencia de opinión; b)
la etapa de la apertura, en la que las partes deciden tratar de resolver esa diferencia; c) la
etapa de la argumentación, en la cual el protagonista defiende su punto de vista contra la
crítica del antagonista, y d) la etapa de la conclusión, donde se evalúa a favor de quién se
resuelve la diferencia.
 En estas etapas, la argumentación pragma-dialéctica reconoce que la retórica y la dialéctica
se vuelven compatibles, ya que la dialéctica se beneficia de la retórica en el manejo
estratégico de los movimientos. Las estrategias retóricas son diseños de discurso que
consisten en un uso sistemático y deliberado de oportunidades disponibles, para llevar
adelante movimientos que posibilitan la resolución de una diferencia de opinión para el
beneficio propio, y no para llegar a acuerdos; y plantean que las estrategias retóricas son:
1) la selección del material, 2) su adaptación a la audiencia, y 3) su presentación.
 Así encontramos que el juez, al utilizar la argumentación jurídica, justifica la aplicación
del derecho en determinado sentido, utilizando las pruebas que le permitan persuadir a los
demás de aceptar su posición como la adecuada y, por tanto, asuman el mandato que
contiene
Estructura y función de la argumentación

 Argumentar es proponer uno o más enunciados, llamados argumentos, en apoyo de otro


enunciado, llamado conclusión. Su estructura, pues, es idéntica a la del razonamiento
lógico: como en el silogismo, hay premisas y una conclusión que se infiere a partir de
ellas. La diferencia, empero, consiste en que las premisas de una operación lógica (o
matemática) conducen certera e inevitablemente al resultado, porque - por definición - son,
en su conjunto, razón suficiente para demostrarlo. En cambio, los argumentos - por
definición también - son siempre insuficientes.
El soporte de la argumentación

 Hay un punto, de todos modos, en el que las dos orientaciones posibles de la teoría de la
argumentación coinciden. Ya se trate de convencer a terceros de lo que acaso no
compartamos o de sopesar los argumentos para adoptar una decisión propia, en el fondo
siempre se trata de un fenómeno de persuasión: nuestra personal atribución de relevancia o
relativa suficiencia a argumentos que no la tienen por sí mismos depende de una
decantación íntima de motivos, así como la eficacia de una publicidad de lavarropas
descanse, tal vez, en recónditos estados disposicionales del consumidor medio, que el
vendedor puede explotar en su beneficio.
La contra-argumentación

 Ya he dicho que el valor efectivo de una argumentación, tanto en su versión leal como en la de


persuasión a toda costa, jamás es concluyente. En ocasiones es muy elevado y en otras es más
débil; pero esto depende siempre del “colchón” mental en el que lleguen a depositarse. Por
ejemplo, la argumentación científica (no me refiero a las hipótesis en debate, sino a las
afirmaciones más aceptadas, contenidas en un texto de física o química) goza de enorme
plausibilidad leal a la vez que tiene gran poder de convicción; pero esto se debe, en el primer
caso, a que casi todas las personas medianamente cultas se sienten incapaces - salvo acaso en
temas religiosos - de resistir los argumentos fundados en la observación empírica, ya que están
convencidos de que ellos conducen a la verdad; y, en el segundo, a que la mayoría de las
personas está habituada a pensar del mismo modo. Hay que aclarar, sin embargo, que este hábito
puede verse contrarrestado por una dosis de pensamiento mágico y, especialmente en nuestros
días, por el fenómeno de las fake news que da lugar a la llamada posverdad: la abusiva influencia
de los sentimientos y prejuicios sobre las creencias respecto de los hechos concretos, con lo que,
a su vez, se realimentan los propios prejuicios.
Argumentos descriptivos

 Un argumento descriptivo es necesariamente verdadero o falso, con independencia de que


su valor de verdad sea conocido o ignorado. Es posible, pues, atribuirle falsedad. Para esto
es preciso demostrar que no es verdadero, o por lo menos señalar que las pruebas de su
verdad no son convincentes. Esto último puede dar lugar, a su vez, a una argumentación
dentro de otra, especialmente cuando la materia de la afirmación no es directamente
verificable. Por ejemplo, la afirmación de un hecho histórico - como los que se investigan
en un proceso judicial - se funda necesariamente en documentos y testimonios (invocados
como argumentos), por lo que es posible atacar la autenticidad o la veracidad de tales
elementos, o bien afirmar que ellos, aunque no se los discuta, son en sí mismos
insuficientes para fundar la creencia sobre la que reposa el argumento discutido.
Argumentos valorativos

 Un argumento valorativo, en cambio, no es susceptible de afirmarse ni negarse de la


misma manera. De hecho suele invocárselo como verdadero y negárselo como falso; pero
en este caso la verdad y la falsedad adquieren un sentido diferente: como no hay un
método intersubjetivo, semejante a la observación empírica, para dirimir las controversias
valorativas, todo el debate se desarrolla en un terreno opinable, en el que las mayorías
pueden imponer su criterio democráticamente pero no demostrar palmariamente que la
minoría esté equivocada. De este modo, oponer una valoración a otra contribuye a
clarificar la cuestión, pero no a resolverla. Sin embargo, todavía es posible contra-
argumentar en el campo valorativo.
Conclusión
 La argumentación es la más importante, si no la única, herramienta de la que disponen abogados,
jueces y juristas para hacer su tarea; pero en nuestros tiempos se deposita en ella una confianza
desmesurada. Tiene la forma de una demostración incompleta, donde, a partir de premisas
(argumentos, razones), se propone una conclusión, descriptiva o valorativa, que siempre puede seguir
discutiéndose. Tal discusión puede ejercerse mostrando incoherencias internas, negando argumentos
de hecho, señalando incompatibilidad de sus argumentos valorativos con otras valoraciones que
también se sostengan, proponiendo nuevos argumentos de sentido opuesto o enfatizando el escaso
poder concluyente de las razones aducidas. Existe, sin embargo, la idea de que es posible arribar a
conclusiones indiscutibles, idea que preside el actual discurso de los principios y los derechos. Este
discurso argumental no funciona sin un método de ponderación, pero tal método no existe, a pesar de
la creencia generalizada. Esa situación pone el grave peligro al discurso jurídico, cuya oportunidad
consiste en usar la argumentación para debatir, acordar y adoptar decisiones por medios
institucionales. Esto puede hacerse, con grandes ventajas para el derecho; pero choca con dificultades
ideológicas que es arduo superar.
Fuentes de información

 González Solís, Mayra, “La concepción formal, material y pragmática de la argumentación


jurídica y su aplicación en el análisis de sentencias”, Revista del Instituto de la Judicatura
Federal, México, núm. 28, 2009.
 Bravo Peralta, M. Virgilio (coord..) et al., Argumentación e interpretación jurídica para los
juicios orales y la protección de Derechos Humanos, 2a ed., México, PorrúaTecnológico de
Monterrey, 2012.
 https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/7/3336/3.pdf
 https://www.iejcdmx.gob.mx/wp-content/uploads/UGAS070518.pdf
 https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/13/6028/36.pdf

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