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La oratoria es una habilidad muy útil en el entorno laboral y fundamental para aquellos
profesionales que se relacionan a diario con clientes o con otro tipo de públicos. En el caso de
los abogados es, además, vital para el buen desempeño de su labor. Descubre en UNIR la
importancia de la oratoria en Derecho y la abogacía, y cuáles son los puntos clave para su mejora
y desarrollo como profesional.
Como dice su definición, la oratoria es el arte de hablar en público con elocuencia y la finalidad
es persuadir o conmover al auditorio. Pero, ¿para qué sirve la oratoria en Derecho? Esta
capacidad es de gran utilidad para los abogados ya que, como negociadores, deben valerse de
su capacidad de persuasión para inclinar la balanza hacia sus pretensiones.
Así pues, la comunicación es clave para que un abogado tenga éxito en su labor. Ya sea con un
cliente, en una reunión de trabajo o en los tribunales, la capacidad de comunicar de forma clara
y estructurada ayudará al abogado a reforzar sus ideas y debilitar los argumentos contrarios.
Las habilidades comunicativas no sólo potencian el liderazgo de un profesional, sino que sirven
también para estrechar el vínculo de confianza con el cliente, algo fundamental para que el
abogado pueda hacer su trabajo.
Tener un conocimiento profundo del tema y de los elementos a utilizar para el argumento del
mismo.
Dominar las pasiones .La emotividad es necesaria, pero la pasión en exceso puede hacer perder
el dominio propio.
Dominar el uso de gestos, mímica y rostro acorde al momento y contenido del discurso.
No distraer al auditorio con algún detalle de atuendo, o al jugar con algún objeto.
No diga absolutamente todo lo que sabe, para permitir al público hacer preguntas y participar.
Tener cuidado con las muletillas, los terminas de rellenos trillados, las expresiones restrictivas o
negativas.
Si es de su conocimiento vincule el tema del que va a hablar con aquello por lo que los oyentes
tengan mayor interés.
PROPOSICION FACTICA
Una proposición fáctica es una afirmación de hecho, respecto del caso concreto, que si el Juez
la cree, tiende a satisfacer un elemento de la teoría jurídica. Dicho de otro modo, una
proposición fáctica es un elemento legal reformulado en un lenguaje corriente, que se remite a
experiencias concretas del caso, sobre las que un testigo sí puede declarar. Por consiguiente, los
relatos de nuestros testigos determinan finalmente el contenido de las proposiciones fácticas, a
la vez que las proposiciones fácticas deben estar contenidas en el relato de los testigos.
Por lo general las proposiciones fácticas constituyen las ideas fuerzas de nuestra versión,
plasmadas en frases simples y coherentes. Estas proposiciones adquieren contenido con las
declaraciones de los testigos, que responden a la adecuación del tipo penal. De ahí, que sobre
las proposiciones fácticas recaigan las pruebas.
Lo más adecuado es tener al menos una proposición fáctica por cada elemento del tipo penal.
En el caso del Fiscal para comprobar que los hechos se subsumen al tipo. La defensa, por su
parte, tiene dos opciones: limitarse a desacreditar las proposiciones fácticas de la Fiscalía, o
construir sus propias proposiciones fácticas y verificar que la conducta del imputado no
encuadra en el tipo penal.
Resulta importante destacar la utilidad que prestan a los litigantes las proposiciones fácticas,
entre las que destacan las siguientes: 1) Las proposiciones fácticas constituyen una forma de
resolver la distancia entre una teoría jurídica, por naturaleza abstracta, y un mero relato de
hechos; 2) Las proposiciones fácticas permiten dirigir una investigación, relevando o
evidenciando los aspectos faltantes para contar con una teoría del caso determinada y afinada
para ser acreditada en juicio; 3) Las proposiciones fácticas contribuyen a esquematizar las
presentaciones que las partes realizaran en el juicio oral; 4) Las proposiciones fácticas permiten
ordenar la presentación de la evidencia, según un correlato temático o cronológico de los hechos
que deben ser probados para dar por acreditado cada elemento del tipo, y 5) La utilización de
proposiciones fácticas es una ayuda para medir el posible resultado de un juicio, toda vez que el
litigante podrá levantar frente a cada afirmación de hecho las posibles evidencias que permitirán
probar cada uno de los elementos del tipo de un ilícito.
A decir de BAYTELMAN y DUCE, las proposiciones fácticas son más fuertes en la medida que más
satisfacen el elemento legal para el que fueron ofrecidas; la fortaleza o debilidad de una
proposición fáctica no tiene que ver con que tengamos prueba para acreditarla; la prueba es
crucial pero es otro problema. Para evaluar la calidad de una proposición fáctica se debe acudir
al “test de la superposición”: mientras más esté mi contraparte en condiciones de superponer a
esa misma proposición fáctica otra interpretación al menos igualmente razonable y creíble de
esos hechos, más débil ella es. Además, la fortaleza o debilidad de una proposición fáctica no
puede evaluarse respecto de cada una de ellas individualmente consideradas, sino de todas ellas
sopesadas unas con otras, tanto en lo relacionado con las propias como con las de la
contraparte.
Por tanto, la importancia de las proposiciones fácticas es indiscutible, son el elemento central
en la construcción de la teoría del caso.
- Determinar supuestos de dogmática penal aplicable. Pero sin entrar a debates extensos.
Este paso es muy importante porque nos permitirá, en caso del Fiscal, conocer cuáles son los
elementos que debe satisfacer nuestra teoría del caso para poder obtener una condena, o en
caso de la defensa, conocer cuáles son los elementos que se deben destruir o refutar para
conseguir una absolución.
EL SUSTENTO PROBATORIO
Las proposiciones fácticas que fundamentan nuestra versión deben ser debidamente probadas,
deben estar acreditadas con elementos o evidencias que luego – en el juicio oral – serán pruebas
declaradas admisibles y pertinentes. Ejemplo: testigos, peritos, documentos, objetos, etc.
Por tanto, cada una de nuestras afirmaciones debe tener sustento probatorio. Solo así nuestra
versión será creíble, pues no basta nuestra simple exposición sino que debe estar debidamente
probada.
De otro lado, la litigación oral nos demuestra que no basta con tener abundante información y
elementos que la sustenten, sino que hay que saber cómo presentarla. Ello se parece a un juego
de cartas, donde no basta tener las mejores cartas, sino saber jugarlas en el momento oportuno.
Hay que seleccionar a los testigos más idóneos. No importa el número, sino la calidad de su
información.
En este sentido, BAYTELMAN y DUCE exponen como herramienta para determinar la fortaleza o
debilidad de la prueba, el “test de la credibilidad”.
Por tanto, debemos conocer qué evidencia vamos a emplear, en qué orden y cómo la vamos a
formular. De ahí la importancia de la teoría del caso, pues este mapa que construimos antes de
ingresar al juicio oral nos permitirá diferenciar las evidencias que tenemos y el momento
adecuado para emplearlas.